Bella POV
Ya en la habitación de Alice con nuestros pijamas puestos, pude darme cuenta que la idea de una fiesta de pijama que tiene Alice, dista mucho de la que yo tengo. Hasta ahora cuando había asistido a alguna fiesta de pijamas en Forks nos dedicábamos a ver pelis, comer palomitas y hablar de chicos.
En éste caso esto último si se cumplía, pero estábamos embadurnadas hasta las cejas de la quinta mascarilla facial que Alice nos había puesto. Rosalie estaba encantada, pero yo la verdad no estoy acostumbrada a invertir tanto tiempo en mi misma, salvo el necesario para no salir a la calle e ir al trabajo hecha un espantapájaros.
Lo peor de todo era pensar en que tenía a Edward tan solo a escasos metros, en la misma casa, bajo el mismo techo…eso me ponía algo ansiosa y me hacía recordar el beso en la cocina…
- Bien chicas ésta ya ha sido la última mascarilla! – dijo Alice animada.
Mi suspiro de alivio hizo que Alice me mirase con el ceño fruncido.
- Isabella Swan, mañana cuando tu piel resplandezca de modo espectacular y te vea mi hermano, agradecerás mis cuidados faciales y todo el tiempo invertido – dijo Alice muy seria. - Alice ya los aprecio en serio – intentaba suavizar la situación – es solo que yo no… - Alice, no se lo tengas en cuenta, Bella prácticamente sólo conoce la leche limpiadora y poco más. Pero ahora entre las dos conseguiremos hacerla entrar en razón y que se acostumbre a cuidar su piel un poco más – terció Rosalie guiñándome un ojo.
Después de lavarnos la cara y ponernos crema hidratante, Alice salió disparada de la habitación a buscar helado. No se oí ningún ruido en la casa, probablemente ya todos dormían.
Comimos el helado y llegó el momento que tanto temía…
- Bien Bella, me vas a explicar que era lo que vi en la cocina ésta tarde? – preguntó Alice divertida mientras comía helado. Rosalie miraba con cara de interrogante, sabía que algo había pasado en la cocina porque Alice seguramente dijo algo cuando salió al jardín después de sorprendernos a mí y a Edward besándonos, pero estaba claro que también estaba intrigada a la expectativa con mi respuesta.
Me puse colorada como un tomate y respondí evasivamente.
- Un beso – dije con la boca llena de helado. - Bien Bella, hasta ahí había llegado, pero no me refiero a eso – dijo Alice. - Bueno pues… - no sabía que contestar, ni yo misma sabía exactamente qué es lo que había pasado entre yo y Edward, y tampoco había tenido mucho tiempo de pensar en ello. - Bella, te gusta Edward? – preguntó Rosalie. Ella me conocía perfectamente y sabía formular las preguntas adecuadas. - Si – dije bajando mi mirada a la terrina de helado. - Te sientes preparada? – preguntó de nuevo Rosalie. - No lo sé, me gusta y por el momento no me planteo algo serio, quiero que las cosas vayan despacio, nos estamos conociendo. Me gusta su compañía y me gusta él, pero no quiero forzar las cosas – contestó de un tirón – y no sé si él siente lo mismo…no hemos hablado mucho de ello. - Bella, hace más de un año que mi hermano no tocaba el piano y la noche que vinieron a cenar hace dos semanas lo volvió a hacer. Conozco a Edward, y nunca le había visto mirar así a una mujer. El modo en que te mira…el está enamorado Bella, eso no lo dudes – dijo Alice con una sonrisa. - Porque dejó de tocar el piano? – preguntó algo intrigada.
Alice miró a Rosalie, estaba claro que Rosalie sabía el motivo, pero porque no me había contado nada?
- Verás creo que es algo que no me corresponde a mi responder, es algo que él te contará cuando esté preparado, pero solo puedo decirte que él también se iba a casar como tú, pero finalmente el compromiso se rompió hace algo más de un año – dijo Alice con pena en sus ojos.
Estaba claro que la ruptura de su compromiso había sido dura para él, tanto como para hacer que dejara de tocar el piano.
- Que te susurró Edward cuando nos despedimos para nuestra fiesta de pijamas? – dijo Alice divertida. - Esto… - me puse colorada como un tomate, no necesitaba ningún espejo para saberlo, ya que notaba mis mejillas arder… - bueno me dijo que si necesitaba algo estaba en la habitación de enfrente – contesté mirando la puerta de la habitación de Alice. - A NO! NADA DE ESO! – dijo Alice gritando – ésta noche nada de chicos. - Yo prometí arropar a Emmet – dijo Rosalie con un puchero . - Está bien, tienen… - Alice consultó su reloj – una hora.
Rosalie salió disparada de la habitación y Alice me miraba divertida, a la espera de mi reacción.
- Bella no vas a ir a darle las buenas noches a Edward? - Quizás esté dormido y yo no… - VAMOS BELLA! no seas tonta! Dudo que mi hermano pueda dormir sabiendo que estas aquí tan cerca de él y que vas a dormir toda la noche aquí. - Voy a ver a Jasper, ya sabes cuál es la habitación de Edward, así que nos vemos en una hora.
Alice salió de la habitación dando brincos, y yo me quedé allí con la boca abierta sin saber qué hacer.
Edward POV
Estaba intentando leer en mi habitación, pero solo pensar que tenia a Bella a escasos metros de mí…hacía que perdiese la concentración. Solo estaba pendiente del sonido de la puerta de Alice.
Hacía una hora se había abierto la puerta y alguien había bajado a la cocina, por la velocidad de los pasos debía ser Alice.
Intenté volver a concentrarme en la lectura, pero me era imposible, solo pensaba en los labios de Bella sobre los míos, en su dulce aliento, y en como su cuerpo se había estremecido cuando ceñí mi mano a su cintura para pegar nuestros cuerpos el uno al otro.
Se oyó abrir y cerrar una puerta, unos pasos por el pasillo y unos golpes en otra puerta…
- Emmet puedo pasar? – Era Rosalie que había ido a la habitación de Emmet. Se oyó de nuevo la puerta y pasos. Mi cuerpo se tensó esperando que duera Bella que venía a mi habitación.
- Jasper puedo pasar – Era mi hermana que había ido a la habitación de invitados a ver a Jasper.
Y donde estaba Bella? se había quedado en la habitación de mi hermana. Después de unos minutos decidí ir a verla yo, si Mahoma no iba a la montaña…
Abrí la puerta de mi habitación y choque con alguien que estaba frente a ella. Ambos caímos al suelo en medio del pasillo. Me quedé encima de ella y con su mirada color chocolate clavada en mis ojos. Era Bella que venía a mi habitación justo en el momento que yo decidía ir a buscarla. La puerta de la habitación de Emmet se abrío …
- Porque no usan la cama para sus cochinadas? Sería más cómoda y así no armarían tanto alboroto – dijo Emmet riendo a carcajadas. Rosalie también asomó la cabeza por la puerta, y con las carcajadas de Emmet también aparecieron a mirar Jasper y Alice. Suerte que mis padres estaban en el otro extremo de la casa y no se habían enterado de nada, o al menos no habían salido a mirar. - CALLATE EMMET! – dije algo cabreado.
Miré a Bella y estaba colorada como un tomate. Me levanté y la ayude a levantarse y oímos el sonido de fondo de las puertas cerrarse. Yo no comprobé si se habían quedado en sus habitaciones, volvía a estar perdido en aquellos ojos chocolate, y sin poder controlar mis propios instintos e impulsos, me acerqué a ella poniendo una mano en su rostro y otra en su cintura, tal y como había hecho aquella tarde en la cocina, y le dí un beso suave en sus labios.
Me llegaba el olor de fresa de su pelo, y era delicioso, junto con el sabor a vainilla que tenía en su lengua.
- Sabes a vainilla – le dije aún con mis labios contra los suyos. - Es del helado – respondió ella en un susurro.
La tomé por la mano y entramos a mi habitación, bueno o al menos la que había sido mi habitación hasta hace tres años.
Bella miraba hacía todos lados con curiosidad, parecía que estaba examinándolo todo detenidamente.
Me acerqué a ella y le di la vuelta para que quedáramos uno frente al otro, y ésta vez fue ella la que se acercó primero para darme un beso.
Lo que empezó como algo dulce y tierno se volvió ardiente y pasional. Ambos nos besamos mordiéndonos los labios y jadeando por la excitación. Llebé mi mano a la parte baja de la cintura de Bella y me pegué más a ella. Sentía sus pechos contra mi torso, y tenía mi erección pegada a su estomago. Se escapó un jadeo de sus labios y otro de los míos. La conduje hasta mi cama y nos recostamos sobre ella. Bella llevaba un pijama abotonado en la parte superior con unos pantaloncitos cortos en la parte de abajo.
Empecé a acariciar sus pechos por encima del pijama y otro gemido se escapó de sus labios. Ella empezó a subir la parte superior de mi pijama y yo la ayude quitándomela quedando con el torso desnudo frente a ella.
Su mirada se quedó clavada en mi pecho y estiró su mano tímidamente para acariciar mis pectorales. Empecé a desabrochar el pijama hasta que se quedó en ropa interior. Llevaba un sujetador de encaje de color azul que hacía resaltar su pálida piel, haciendo que se viese aún más hermosa si cabía.
Empecé a besar su cuello y fui descendiendo hasta el encaje de su sujetador. Todo su cuerpo era suave, y tenía el mismo aroma a fresas que su pelo, era embriagador. Seguí besando su barriga, descendiendo por su ombligo hasta llegar a su pantalón. Deslicé suavemente éste hasta que ella levanto un poco su trasero para facilitar el trabajo. Se había quedado completamente expuesta en ropa interior ante mí. La imagen era un sueño, Bella era perfecta, y mi erección no podía aguantar más dentro de mis pantalones.
Ella estaba igual de excitada que yo, porque cuando pasé mis manos sobre su ropa interior, la humedad había traspasado sus bragas. Ambos jadeamos al acariciarla, ella por excitación, al igual que yo, y por ver que era el causante de aquella humedad en su zona intima.
Me deshice de sus bragas y no aguanté más el deseo de probar sus fluidos. Bella jadeaba mi nombre mientras yo me deleitaba lamiendo y mordiendo. Aquello era maravilloso, ella era maravillosa, deliciosa. Cuando ya estaba muy excitada decidí darle más placer con mis dedos y mi lengua al mismo tiempo.
Bella mi pelo contra su zona intima y seguía jadeando mi nombre. Cuando ya llegó al punto máximo de excitación noté como arqueaba su espalda y al mirarla vi como se mordía su labio inferior. Enseguida noté un aumento de sus fluidos que indicaban que había tenido un orgasmo mientras no había dejado de repetir mi nombre.
Subí de nuevo hasta sus labios y la besé con pasión. Estaba muy excitado y tenía ganas de hacer el amor con aquella criatura tan maravillosa.
Le quité el sujetador que aún llevaba puesto y pude admirar sus pechos en todo su esplendor.
Me deshice de mi bóxer y cuando alcé mi vista Bella me miraba con los ojos abiertos como platos. Se había quedado embobada mirando mi erección, que estaba en su punto álgido.
- Edward yo no… - susurró Bella Me acerqué hasta ella quedando tumbado a su lado boca abajo.
- Bella amor, no tenemos que hacer nada que no quieras – le dije dulcemente mientras acariciaba su mejilla. - No, si quiero, pero yo nunca he estado con… - se puso colorada como un tomate, y yo no conseguía adivinar que era lo que estaba pasando – yo nunca he estado con un hombre.
Me quedé helado, creo que incluso mi erección se había apaciguado al oírla decir aquello. Había dado por hecho que habiendo estado a punto de casarse y teniendo un prometido ella había…estaba equivocado, Bella era virgen, y yo no había tenido ningún cuidado en hablar de ello antes de dejarme llevar por el momento.
- Yo lo siento, debí preguntarte antes… - no me dejo terminar. - No te disculpes, yo lo deseaba igual que tu, y sigo desenado hacer el amor contigo, pero solo te pido que seas cuidadoso – dijo ella avergonzada. - Bella – le dije levantando su barbilla – aunque no fuese tu primera vez, seria cuidadosa, no podría lastimarte, jamás.
Dicho esto nos empezamos a besar de nuevo. Yo no hacía más que pensar que aquella iba a ser su primera vez y me había elegido a mí. Me sentía afortunado y feliz de ser yo el primero y el único que iba a estar con ella.
Bella POV
Era la primera vez que estaba con un hombre del modo en el que estaba en estos momentos con Edward. Pero realmente lo hacía porque era la que mi cuerpo y mi corazón me pedían. Deseaba a Edward de todas las maneras posibles en las que se puede desear a un hombre, y estaba dispuesta a llegar hasta el final esa noche.
Después de un maravilloso orgasmo, nos habíamos empezado a besar de nuevo. Edward estaba juntó a mí en la cama. Ambos estábamos completamente desnudos, besándonos y acariciándonos. No pude evitar que mi mando viajara por su pecho hasta su abdomen para llegar hasta su miembro. Estaba duro y firme como un mástil. Cuando rocé con mi mano su miembro se escapó un jadeo de los labios de Edward. Estaba realmente excitada, y yo estaba feliz de saber que la causante de aquello era yo.
Empecé a masajear su miembro arriba y abajo y Edward empezó a buscar mi humedad para corresponder a mis caricias. Ambos estábamos dándonos placer mutuamente. Estábamos muy excitados…
- Edward – conseguí susurrar entre sus labios – no aguanto más – conseguí decirle. - Estas segura? – preguntó él cariñosamente. Yo solo asentí, y Edward se levantó para ponerse un condón.
Cuando lo vi depile con su miembro erecto no pude evitar lamerme los labios por el deseo que sentía por aquel hombre, nunca me había sentido así.
Edward se acercó de nuevo a mí y se tumbó sobre mí. Posicionó su miembro en mi entrada y fue penetrándome lentamente. Clavé mis uñas en sus hombros. Sentía una pequeña punzada de dolor y escozor, mezclado con placer. Él se detuvo sin salir de mí, mirándome a los ojos con preocupación.
- No te detengas – le susurré.
Edward reanudó el ritmo de su tarea. Conforme iba entrando y saliendo con su miembro, el dolor iba desapareciendo y era substituido por un enorme placer que crecía en mi bajo vientre y se iba extendiendo por toda mi zona intima. Su miembro salía y entraba con facilidad y ambos empezamos a jadear por el placer. Edward me besaba con pasión, y yo correspondía a sus besos. Poco a poco noté como iba llegando el momento del orgasmo y Edward también lo notó, ya que subió el ritmo de sus envestidas hasta que llegamos ambos al éxtasis.
Jadeando e intentando recuperar el ritmo de nuestras respiraciones y de nuestros corazones, ambos estábamos tumbados sobre la cama, uno al lado del otro.
Me sentía plena, feliz. Amaba a ese hombre que descansaba a mi lado, no sabía cómo había pasado, pero todo lo que había sentido por Jacob no se podía comparar a lo que sentía por Edward.
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