Estábamos tirados en la alfombra de la sala de mi apartamento, del que a partir de ahora sería el apartamento que compartiría con Bella, con mi amor.
Allí nos habíamos quedado después de hacer el amor, con la mesa aún con los platos del almuerzo por recoger, seguíamos con nuestros cuerpos pegados el uno al otro.
Sentir el calor del cuerpo de Bella y su pelo acariciado mi torso, era una sensación de los más placentera.
- Creo que deberíamos ponernos en marcha y recoger un poco e ir a tu apartamento a por tus cosas – dije muy a mi pesar.
- Sí, creo que tienes razón – dijo ella apoyando su barbilla en mi pecho y mirándome con aquellas orbes chocolate.
Nos levantamos y nos vestimos rápidamente, mejor evitar tentaciones...
Recogimos la mesa y puse el lavavajillas con los platos de la comida y me encaminé a mi habitación para cambiarme de ropa.
- Le pediré el jeep a Emmet, es más cómodo para transportar cajas y cosas – dije besando la frente de Bella.
Salimos del apartamento hacia casa de Emmet y Rosalie.
- Hola chicos – dijo Emmet divertido – veo que ya terminaron con la reconciliación - dijo sarcásticamente.
- Emmet! – dijo Rosalie dándole un capón.
- Osita - contestó Emmet con cara de puchero.
- No se hacen bromas sobre la vida sexal de las personas Emmet! Es de muy mal gusto – dijo Rosalie guiñándonos un ojo sin que Emmet lo viera.
Tenía que reconocer que Emmet había encontrado en Rosalie la horma de su zapato. Era su compañera perfecta en todos los sentidos, y la mejor amiga de Bella, aparte de Alice, con la que también se llevaba muy bien.
- Emmet necesitaría que me prestases el jeep, debemos traer algunas cosas del apartamento de Bella al mío – dije mirando a Emmet.
- Te mudas Bella? – dijo Rosalie con una sonrisa.
- Si – dijo sonriendo mirándome a los ojos.
- BIEN!!!! Será fantástico tenerte aquí cerca! – dijo Rosalie abrazando a Bella.
- Si, será fantástico Rosalie – dijo Bella también entusiasmada.
Cuando se separaron vi como Rosalie le tomaba la mano a Bella mirando el anillo de nuevo en su dedo, en el mismo lugar que había ocupado anteriormente, en el mismo lugar que ocuparía el resto de nuestras vidas.
Rosalie me miró y me abrazo susurrándome al oído.
- Me alegro mucho Edward – dijo bajito para que sólo yo la escuchara.
- Yo también – le contesté con una sonrisa.
- Que traman ustedes dos? - dijo Emmet frunciendo el ceño.
- Cosas de cuñados Emmet – contestó Rosalie, cosa que hizo que estallaramos en carcajadas al ver la cara de Emmet.
Nos fuimos al apartamento de Bella. La verdad es que éste le quedaba más cerca del trabajo que el mío, pero era algo más pequeño y sencillo. Tenía razón cuando había dicho que aún no se había instalado, ya que tenía una habitación entera llena de cajas con gran parte de sus cosas embaladas.
- Pero…todas estas cajas? – pregunté sorprendido – que es lo que tienes que no esté en cajas?
- Mmmmm …mi ropa de verano? – contestó encogiéndose de hombros – ah! y algunos utensilios de cocina. El resto está todo aún por colocar.
- Bueno y que te parece si nos llevamos lo que necesitas ahora y ya vendremos a por el resto que está en cajas? – dije sonriendo acariciando su mejilla.
- Me parece bien – dijo feliz.
Con un par de maletas fue suficiente para recoger toda la ropa de verano de Bella. Los utensilios de cocina también los recogimos y los dejamos en una caja junto al resto que tenía ya preparadas.
Utilizamos otra caja para sus cosas de aseo y una más para toda la comida de la despensa y el refrigerador, ya que no necesitábamos dejar comida allí.
Cargamos las maletas y las cajas en el jeep y nos fuimos a nuestro nuevo apartamento.
- Mañana si te parece te puedo llevar al trabajo y luego de paso a recoger en la tarde para volver a por algunas cajas más y terminar de recoger. El resto lo vendré a buscar con Emmet el fin de semana y dejaremos el apartamento vacío a fin de mes. Te parece? – le dije sujetando su mano ya en el salón de nuestra casa.
- Sí, me parece bien, me gusta la idea de que me lleves al trabajo – dijo pegándose a mí y recostando su cabeza en mí pecho.
- En cuanto a la decoración del apartamento – dije mirando a nuestro alrededor – creo que es muy de hombre soltero, así que podemos cambiar lo que te apetezca.
- Mmmm… - dijo pensativa revisando a su alrededor – la verdad me gusta como está, no quiero cambiar nada por el momento – dijo mirándome a los ojos.
Hicimos la cena juntos y nos sentamos a ver la televisión abrazados en el sofá. Era maravilloso pensar que cada día cuando volviese del trabajo estaríamos juntos en casa, cenando, charlando de nuestro día y disfrutando de la compañía el uno del otro.
Bella POV
Todo era tan maravilloso que me daba la sensación que era un sueño, no podía ser verdad que existiese un hombre como Edward y que yo hubiese tenido tanta suerte de que me amara igual que yo lo amaba a él.
Estaba claro que los sueños se hacen realidad, la prueba de ello era Edward, el anillo en mi dedo y la vida en común que hoy empezábamos.
No iba a dejar que nada ni nadie estropease lo nuestro, así tuviese que pelear con uñas y dientes con quien se cruzase en nuestro camino.
- Edward, creo que hay algo que debes saber – dije con algo de miedo – sigo dando clases de defensa personal. Sé que no es de tu agrado, pero quisiera que considerarás las ventajas – dije algo preocupada por su reacción.
- Y cuáles son las ventajas? – dijo mirándome con una media sonrisa.
- Bueno, en primer lugar es un ejercicio fantástico, me ayuda a mantenerme en forma, ya que no sólo hago llaves para defenderme, también salgo a correr y hago algo de pesas.. En segundo lugar me ayuda a sentir más segura de mi misma, después de lo que pasó con Jacob necesitaba sentirme segura, sentir que podía salir sola a la calle sin miedo, y la defensa personal es lo que me ha ayudado a superarlo y tener confianza en mí misma. Y en tercer lugar, me ayuda a descargar tensión y adrenalina después de las jornadas laborales intensas y paso tiempo con Alice.
- Bien – dijo mirando su cena y comiendo.
- Bien? – dije yo sorprendida.
- Si, bien. Me parecen razonables tus motivos y no me parece mal que practiques defensa personal, siempre y cuando no pongas no lo pongas en práctica conmigo – dijo aguantándose la risa.
Me lo quedé mirando y golpee su hombro suavemente.
- Edward! no te rías de mí – dije con un puchero.
- No me río de ti mi amor, me río contigo, eso es distinto a reírme de ti – dijo divertido.
Después de la cena y ver un rato la televisión, no sé en qué momento me quedé dormida en el sofá en los brazos de Edward.
- Bella mi amor – oí que me llamaban – Bella despierta, vamos a la cama – repetía esa voz…
De repente recordé que estaba en casa de Edward, en nuestra casa, y me desperecé y nos levantamos del sofá para ir a la cama.
Por la mañana cuando sonó el despertador de Edward estuve tentada de tirarlo por la ventana. Eran las seis de la mañana, y a mí aún me quedaba una hora más de sueño. Me removí enfadada en la cama cuando note los brazos de Edward a mí alrededor.
- Dormilona son las siete – dijo susurrándome al oído.
- COMO? – dije dando un respingo en la cama – pero si era tu despertador?
- Si claro, porque entro más tarde, te llevo al trabajo lo recuerdas? – dijo divertido.
- Si! Tienes razón. Me cedes el turno de ducha? – dije con cara de niña buena.
- Qué tal si nos duchamos juntos? – preguntó juguetón.
- Me parece muy buena idea – dije levantándome de la cama y tirando de la mano de Edward hacía la ducha conmigo.
Nos duchamos juntos e hicimos el amor. Era maravilloso empezar así el día, sintiendo a Edward dentro de mí. Como recorría mi cuerpo con sus manos mientras el agua caí sobre nosotros. Sentir sus labios mordisquear mis pezones y sus dedos acariciando mi humedad, para luego tomarme por el trasero levantándome del suelo y envestirme placenteramente mientras yo enredo mis piernas en torno a su cintura.
Salimos de la ducha y él se fue a la habitación a vestirse mientras yo me arreglaba el pelo. Luego salí y me vestí yo también. Edward ya estaba en la cocina preparando el desayuno.
Salimos hacía la ofician con el coche de Edward, por la tarde me recogería para ir al apartamento a buscar algunas cosas.
- Nos vemos luego mi amor – dije besándolo antes de bajarme del coche.
- Contaré los minutos – dijo acercándome a él con una mano en mi cintura.
Me bajé del coche y entré en el edificio con una sonrisa de oreja a oreja, aquella alegría y bienestar me iban a acompañar todo el día, el resto de mi vida.
Edward POV
Después de dejar a Bella en el trabajo me fui al hospital, quería ir a ver a mi padre a darle la buena noticia. Éste fin de semana iríamos a comer a casa de mis padres el sábado, era el cumpleaños de mi madre y le daría la sorpresa de traer a Bella de vuelta conmigo.
Llegué al hospital y me informaron de que tenía una visita en mi despacho esperándome desde hacía algún rato. El corazón me dio un vuelco y me tensé pensando en que fuese Victoria, y en que no sabía cómo iba a reaccionar al verla. Sentía mucha rabia porque me hubiese utilizado para hacerle daño a Bella.
Entré en el despacho y ahí estaba ella.
- Buenos días – saludé secamente.
- Hola Edward – respondió ella con una sonrisa en sus labios. Como podía ser tan falsa y sonreírme de ese modo?
- Que se te ofrece Victoria? – dije mientras iba colocando mi cartera y quitándome la chaqueta para ponerme mi bata blanca.
- Bueno he venido a ver si te puedo invitar a cenar al Mexicano del que hablamos el otro día – dijo sonriendo.
- Verás Victoria, no creo que sea apropiado que tú y yo salgamos, tengo una relación con alguien, ya es oficial, y no quiero salir con nadie más ni complicar las cosas – debía ser cortés, ante todo era un caballero, y así me habían educado mis padres.
Victoria se quedó seria, por un momento pensé que se iba a poner a llorar, ya que sus ojos se humedecieron hasta casi desbordarse. Pero no soltó una sola lágrima. Recuperó la compostura y prosiguió.
- Bueno Edward, solo somos amigos, no creo que por eso tu novia tenga que enfadarse no? – dijo de nuevo.
- Victoria, lo que pasó el otro día en la puerta del hospital no debió suceder, y no voy a arriesgar mi noviazgo, comprendes? – dije tajante.
- Ya veo, no puedes tener amigas – dijo secamente.
- Si puedo tener amigas, pero tú no eres una persona con la que pueda tener una amistad – dije tajante, no quería ir directo al grano, pero si no se daba por vencida lo haría sin dudarlo – así que te ruego que no me busques más si no es por una urgencia médica en la que vienes a visitarte a éste hospital.
- Vaya! Tu sí que sabes cómo tratar a las mujeres – dijo sarcásticamente – Edward Cullen no sabes lo que te pierdes.
Y dicho esto salió de mi despacho dando un portazo.
Llamé a mi padre para ver si tenía un rato para tomar un café, necesitaba despejar mi mente.
Tomando un café con mí padre le conté lo sucedido en la isla con Bella, lo que había pasado con Victoria y quien era en realidad, y mi vuelta con Bella. La noticia le agrado mucho, ya que mi padre y mi madre querían mucho a Bella, y les agradaba la idea de vernos juntos.
- Bien, eso quiere decir que el sábado vendrás acompañado a la barbacoa? – preguntó mi padre.
- Bueno, eso espero, todavía no se lo he preguntado a Bella, pero creo que aceptará.
- Bien hijo. Te tengo que dejar, tengo varias reuniones con la junta.
- No te precupes papá – conteste parando mi busca – yo también tengo asuntos que resolver – dije agitando mi busca.
Nos dependimos y quedamos en charlar durante la semana de cómo organizarlo todo para el cumpleaños de mi madre. Queríamos darle una sorpresa con la barbacoa y una pequeña fiesta familiar.