Bella POV
Después de un rato en la cama, nuestros estómagos nos hicieron recordar que no habíamos almorzado.
- Tienes hambre? – pregunté levantándome de la cama buscando mi ropa.
- Mmmmm…sí, creo que sí – dijo Edward mirándome caminar desnuda por la habitación.
- Me refería a si quieres comer algo – dije riendo por su expresión, estaba claro que hablábamos de apetitos distintos.
- Si la verdad tengo algo de apetito, creo que será mejor que preparemos algo para almorzar – dijo vistiéndose también.
Encontré el vestido que me iba a poner justo cuando Edward llegó a mi lado, un vestido azul clarito muy playero. Lo recogí del suelo y me lo puse. No me había puesto ropa interior, pero tampoco la necesitaba, estábamos solos.
Edward me miraba, pues se había dado cuenta de que sólo me había puesto el vestido sin nada más de bajo, y era divertido ver su expresión.
Lo tomé de la mano y lo guié hasta la cocina, lo dejé sentado en la mesa con flores que tenía preparada y saqué la ensalada y el pescado del refrigerador. Aliñé la ensalada y calenté un poco el pescado en el microondas.
- Cuando preparaste todo esto? – preguntó sorprendido.
- Ésta mañana cuando me levanté – dije tomando un pedazo de pescado.
- Ésta mañana? Cuando llegaste? Cuanto hace que estas aquí? – preguntó confundido.
- Llegué anoche al aeropuerto de Río, sobre las ocho de la noche, Gustavo me trajo a la isla directamente – dije comiendo sin darle importancia.
- Has pasado aquí la noche sola? – preguntó con el ceño fruncido.
- En realidad no, Gustavo se quedó a dormir y se fue temprano en la mañana.
Estaba serio y algo confuso.
- Alice llamó a Gustavo para arreglarlo todo – de repente se puso serio.
- Alice, debí imaginarlo – dijo con el ceño fruncido.
Estaba claro que la relación entre Edward y Alice no era como hace unos meses. Edward aún estaba molesto con Alice por haberme ayudado con lo de las clases de defensa personal y haberle mentido.
- Sigues molesto con Alice?
- Tú qué crees? – su reacción me dejo sorprendida, Edward no acostumbraba a reaccionar de esa manera – no me gusta que me mientan, y mucho menos mi hermana.
Estaba claro que seguía enfadado con Alice, y por lo que pude percibir conmigo también, pese a haber hecho el amor hace un rato y haberme dicho que me añoraba, seguía estando molesto. Y no lo culpaba, me lo había ganado a pulso.
- Y conmigo? Sigues enfadado? – dije algo temerosa por la respuesta.
- Bella, más que enfadado creo que la palabra correcta sería decepcionado – eso aún era peor que enfadado – sé que no me comporté de la mejor manera, pero marcharte del modo en el que lo hiciste sin decirme nada no estuvo bien.
- Podrás perdonarme algún día Edward? – ambos nos mirábamos a los ojos.
- Bella, te estoy perdonando, de lo contrario no estaría aquí contigo, pero no me pidas que olvide de hoy para mañana todo lo que ha pasado, hay cosas que necesitan su tiempo.
- Si, lo entiendo – contesté algo apenada.
- Oye, esto está muy bueno – dijo cambiando de tema – realmente cocinas muy bien!
Seguimos comiendo y luego nos fuimos a dar un paseo por la isla, no era demasiado grande, pero lo suficiente para necesitar algunas excursiones para visitar los lugares más idílicos de la isla.
Nos bañamos desnudos en un lago con una cascada e hicimos el amor. Era maravilloso recorrer aquella isla con Edward. Todo era fantástico, parecía que se había detenido el tiempo.
Volvimos exhaustos a la hora de la cena. Mientras yo me duchaba Edward se encargó de preparar la cena y se dio una ducha. El terminó antes que yo, ya que necesitaba algo de tiempo para conseguir desenredar mi pelo, parecía algo sacado de una película de terror. Cuando llegué al salón, la mesa ya estaba preparada y Edward había hecho un par de tortillas. Realmente tenía mucho apetito, me di cuenta porque devoré la tortilla en cuanto me senté en la mesa.
Después de cenar nos sentamos en el gran sofá blanco que había en el porche a disfrutar del maravilloso cielo estrellado que la noche nos ofrecía.
No sé en qué momento me quedé dormida y desperté más tarde en la gran cama blanca, pero estaba sola, Edward no estaba a mi lado. Escuché su voz proveniente de la sala, estaba hablando con alguien. Me levanté y me acerqué hasta la puerta del dormitorio para ir hasta la sala, tenía demasiado calor para volver a quedarme dormida, pero lo que escuche me dejó parada en el sitio.
- No, no voy a quedarme aquí dos semanas, a final de semana regreso a New York – decía Edward a alguien al otro lado del teléfono – bueno claro, no voy a dejarla aquí sola – silencio – eso es algo que tengo que discutir con ella, por el momento yo tengo mi apartamento y ella el suyo, y eso no va a cambiar por ahora – silencio de nuevo – claro que la quiero! Y eso que tiene que ver? – otra pausa – no, las cosas deben seguir su curso y por el momento están como están y no hay más. No, y no voy a discutir precisamente esto contigo.
No entendía nada, me faltaba la parte de conversación que no escuchaba, pero algo tenía claro, Edward no tenía intención de vivir conmigo.
Me fui a la habitación de nuevo y me encerré en el lavabo, allí me derrumbé y empecé a sollozar. Le había hecho mucho daño, y no me perdonaría tan fácilmente. Quizás el daño era irreparable y ya no había remedio para lo nuestro.
Edward POV
Después de la cena Bella se quedó dormida en mis brazos. Se sentía tan bien tenerla así de cerca a mi lado. No cavia duda de que la amaba, pero ésta vez las cosas serían distintas. Nos íbamos a dar algún tiempo antes de ir tan rápido en nuestra relación, quería que las cosas fuesen distintas y que todo funcionara.
Llevé a Bella a la cama y la dejé durmiendo. Me fui a la sala, necesitaba pensar y estar a solas, ese tiempo que estuve sin Bella me había acostumbrado a la soledad y a reflexionar.
Estaba feliz por esta con Bella y porque ella me quisiera, era lo que había estado deseando desde hacía más de un mes. Pero había una parte de mí que se resistía a dejarse llevar y confiar en que pudiese funcionar. Necesitaba tiempo. Tiempo para confiar de nuevo en lo nuestro y darnos una oportunidad. Mi teléfono vibró y revisé el identificador de llamadas y contesté.
- Hola, sabía que no tardarías en llamar – le dije.
- A si? Y que te hacía pensar eso? – preguntó Alice.
- Pues porque estaba seguro que querrías comprobar su “tu plan” ha dado resultado y Bella y yo estamos juntos – dije algo molesto.
- Y, resultó? – preguntó divertida.
- A medias – contesté secamente.
- Eso que significa, que van a quedarse a pasar ahí un par de semanas? – preguntó Alice de nuevo.
- No, no voy a quedarme aquí dos semanas, a final de semana regreso a New York – no entendía de qué iba todo esto.
- Pero Bella regresará contigo no? – menuda pregunta estúpida.
- Bueno claro, no voy a dejarla aquí sola? – no se me había pasado por la cabeza dejarla sola en la isla. - Pero van a volver juntos…juntos? – ahora ya sabía por dónde iba Alice
- Eso es algo que tengo que discutir con ella, por el momento yo tengo mi apartamento y ella el suyo, y eso no va a cambiar por ahora - eso sí lo tenía claro. - Ya no quieres a Bella, Edward? – otra pregunta estúpida.
- Claro que la quiero! Y eso que tiene que ver?
- Todo! Han pasado demasiado tiempo separados y es hora de que se den una oportunidad y retomen la cosa donde la dejaron.
- No, las cosas deben seguir su curso y por el momento están como están y no hay más – tiempo al tiempo, necesitaba hacer las cosas con calma.
- Pero Edward… - no la dejé terminar.
- No, y no voy a discutir precisamente esto contigo – colgué.
Me fui hasta la habitación donde había dejado dormida a Bella. No estaba en la cama, me extrañó, quizás estaría en el baño. TOC, TOC, TOC.
- Bella estas ahí? – pregunté después de tocar la puerta del baño.
No hubo respuesta.
- Bella? – pregunté de nuevo.
Abrí la puerta del baño y Bella no estaba allí dentro. Me encaminé hasta los ventanales que daban a la playa de la parte trasera de la casa que estaban abiertos, y salí al porche. Anduve hasta los escalones y no la vi. No sabía dónde estaba, no conseguía verla, y si le había pasado algo.
Estaba empezando a desesperarme cuando oí sollozar a Bella. El sonido venía procedente del lado derecho de la casa, así que subí los escalones de golpe encaminándome hacía la zona de la barbacoa y la piscina.
Bella estaba en la hamaca que había colgada en el porche, de espaldas a mí. Estaba llorando, pero…que le pasaba?
Me quedé allí de pie sin que me viera y sin decirle nada por un rato, hasta que dejé de oírla llorar. Me acerqué y se había quedado dormida.
No entendía que podía haber provocado que se despertase y saliera allí fuera con tremenda llantina. De repente caí en la cuenta, y si me había escuchado hablar con Alice? Era algo que quería hablar con ella y explicarle, pero escucharlo del modo en el que se lo dije a Alice…
Me acerqué a la tumbona y la mecí. Estaba tan bonita allí dormida. Era perfecta. Su pelo estaba esparcido a los lados de su cara enmarcando sus mejillas sonrosadas por el sofoco del llanto. Estaba acurrucada y se veía tan indefensa. La amaba, más que a mi propia vida, pero me aterraba volver a sufrir y perderla de nuevo.
La tomé en mis brazos y la llevé de nuevo a la cama, pero ésta vez me iba a quedar junto a ella velando sus sueños. Por más que intentara mantenerme alejado de ella, jamás lo conseguiría, ya no podía vivir sin ella, Bella era mi vida.
Bella POV
El sol entraba por los ventanales de la habitación. Estaba algo confusa, pensaba que amanecería en la hamaca del jardín, recuerdo que había salido al porche después de…oh! Edward estaba a mi lado en la cama, me tenía tomada por la cintura y notaba su pecho pegado a mi espalda. Había dormido a mi lado, pero en qué momento terminamos ambos en la cama? Intenté liberarme de su abrazo. Necesitaba una ducha para despejarme, tenia jaqueca y estaba segura que tendría los ojos hinchados de llorar. Conseguí liberarme y me metí en el baño. Abrí el agua de la ducha y me desnudé y entré bajo el chorro de agua. Me enjaboné el cuerpo y luego el pelo. Cuando me disponía a enjuagarme el pelo noté que alguien se metía en la ducha conmigo. Di un respingo de la impresión.
- Lo siento, te importa? - me dijo entrando en la ducha.
Yo no contesté, solo moví mi cabeza de modo afirmativo mientras mis ojos vagaban por su cuerpo. Ver a Edward desnudo era un espectáculo.
- Me dejas que te lave el pelo? – dijo cariñosamente.
- Si quieres... – contesté.
- Date la vuelta – me dijo él.
Empezó a masajear mi pelo con la el jabón de fresas que me había echado justo antes de que él entrara en la ducha. Era agradable la sensación de que te lavasen el pelo, era una de las cosas que más me gustaban de ir al peluquero.
- Me encanta el olor a fresas de tu pelo - me dijo mientras aclaraba el champú de mi pelo.
Cuando estuvo aclarado el pelo, me dio la vuelta y me besó apasionadamente, yo no podía dejar de pensar en la conversación que había escuchado la pasada noche, pero no le diría nada, tenía que confiar en él, y si me tenía que explicar algo lo haría a su debido tiempo, no iba a cometer de nuevo el error de escuchar tras las puertas y enfadarme porque lo que escuché no era lo que esperaba.
Edward empezó a acariciarme los pechos, mientras mordía mi cuello, haciendo que tirase mi cabeza hacia atrás y jadeara de la excitación. Descendió con su lengua hasta mis pezones y los lamió y mordisqueó juguetonamente.
Yo ya estaba muy excitada, así que no pude evitar coger su miembro y empezar a masajearlo, cosa que hizo que el también jadeara sobre mi piel. Empezó a mover sus caderas al ritmo de mis caricias, evidenciando su excitación.
- Bella… - jadeaba.
Siguió bajando y se puso de rodillas en la bañera evitando que pudiese seguir con mi labor. Tomo mi pierna y apoyó mi pie en su hombro, y empezó a acariciar mi humedad con los dedos. Su mirada pícara me indicaba que esto no había hecho más que empezar.
Acompañó sus dedos con su lengua, y con el vaivén de ambos llegué al clímax.
Me flaqueaban las piernas, por lo que él salió de la bañera y me ayudó a salir envolviéndonos en una toalla. Nos fuimos besando hasta llegar a la cama de la habitación, en la que nos dejamos caer sin separar nuestros labios ni nuestras lenguas.
Edward volvió a acariciar mi humedad y yo hacía lo mismo con su miembro. Ambos estábamos sumamente excitados, ya no podía más.
- Edward … - jadeé – hazme tuya – dije entre jadeos y suspiros.
Él no me hizo esperar y se posicionó en mi humedad entrada embistiendo suavemente. Enredé mis piernas en torno a su cintura para acompañar el ritmo de sus embestidas con mis caderas y poder acercar más nuestros cuerpos si cabía.
Volví a llegar al clímax por segunda vez, pero en ésta ocasión él me acompaño. Y allí tendidos en la cama nos quedamos acompasando nuestras respiraciones antes de ir a desayunar.
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