Después de recibir las felicitaciones de nuestra familia y amigos, nos encaminamos hacia la parte del jardín donde estaba preparado lo necesario para la recepción.
Estaba todo cubierto de veladores hechos con pequeños toldos dorados y blancos. Mesas redondas también adornadas con manteles dorados y blancos, y toda la decoración con flores blancas y hojas doradas.
Había un pequeño escenario para la orquesta y una zona de pista de baile.
Alice había preparado un coctel con suficiente comida como para poder cenar y hacerlo de un modo informal, no la típica cena con varios platos que acaba resultando pesada y copiosa.
En mitad de la cena se escucharon varios brindis por nuestro matrimonio y muchas felicitaciones.
Después llegó la tarta nupcial, que cortamos Bella y yo recibiendo los bitores de los presentes.
Ambos estábamos radiantes de felicidad.
Abrimos el baile ante la atenta mirada de los presentes y una lluvia de flashes que inmortalizaban el momento. Hasta que después de tres canciones tuve que separarme de Bella para que bailase con el resto de invitados masculinos y yo con el resto de invitados femeninos.
Cuando la fiesta estaba suficiente animada y ya había transcurrido demasiado rato separado de mi esposa, la reclamé para poder bailar de nuevo con ella.
- Te he echado de menos – dije pegando mi nariz a su cuello.
- Yo también – dijo ella estremeciéndose ante el contacto de mi piel contra la suya.
El baile siguió animadamente hasta altas horas de la madrugada, momento en el que cuando ya tan solo quedaba la familia, decidimos retirarnos y dar por finalizada la celebración.
Recogimos a Renesme y nos fuimos a pasar nuestra primera noche como casados en nuestra nueva casa.
- Espera un momento – le dije a Bella entrando el cochecito con Renesme dormida.
- Qué haces? – dijo algo sorprendida cuando la tomé en brazos para cruzar la puerta de nuestra nueva casa.
- Cumplir con la tradición – dije sonriente.
Bella también sonrió divertida.
La deje en el suelo de la entrada de nuestra casa y me acerqué a besar sus dulces labios, aquello era el principio de nuestra luna de miel, y en unas horas tomaríamos un avión.
Dejamos a Renesme en su habitación en nuestra nueva casa y nos encaminamos al dormitorio.
Entre caricias y besos ambos nos fuimos desprendiendo de nuestra ropa, hasta quedar completamente desnudos sobre la cama.
Seguimos acariciándonos, mordiéndonos y lamiéndonos. Ambos estábamos excitados y con ganas de hacer el amor, haber estado tantas horas separados antes de la boda había sido un infierno.
Ahora necesita a Bella. Necesitaba sentir el calor de su piel contra mi piel, besarla y acariciarla y sentir que éramos uno solo.
Besé su cuello y todo su cuerpo era suave, y tenía el mismo aroma a fresas que su pelo, era embriagador, igual que la primera vez…
Empecé a acariciar sus pechos un gemido se escapó de sus labios. Su mirada se quedó clavada en mi pecho y estiró su mano para acariciar mis pectorales.
Seguí besando su barriga, descendiendo por su ombligo hasta llegar a su barriga y seguí bajando.
Ambos jadeamos al acariciarla, ella por excitación, al igual que yo.
Bella jadeaba mi nombre mientras yo me deleitaba lamiendo y mordiendo. Aquello era maravilloso, ella era maravillosa, deliciosa.
Cuando ya estaba muy excitada decidí darle más placer con mis dedos y mi lengua al mismo tiempo.
Bella mi pelo contra su zona intima y seguía jadeando mi nombre.
Cuando ya llegó al punto máximo de excitación noté como arqueaba su espalda y al mirarla vi como se mordía su labio inferior. Enseguida noté un aumento de sus fluidos que indicaban que había tenido un orgasmo mientras no había dejado de repetir mi nombre.
Subí de nuevo hasta sus labios y la besé con pasión. Estaba muy excitado y tenía ganas de hacer el amor con aquella criatura tan maravillosa.
Bella me miró con esa mirada pícara y traviesa y me empujó contra el colchón quedando tendido a su lado.
Se sentó a horcajadas sobre mí y me besó apasionadamente.
Empezó a descender por mi pecho, mi barriga hasta llegar a mi miembro, el cual tomó entre sus mano y empezó a masajear introduciéndoselo en su pequeña y húmeda boca.
Estaba excitado, no paraba de jadear su nombre y marcar el ritmo de sus lamidas con pequeñas envestidas contra su boca.
En un momento determinado dejó de trabajar con sus manos y su boca y llegó hasta mis labios.
Mi ansiedad por tomarla era tal que ella pudo leerlo en mi mirada, asi que tomo mi miembro y aún sentada a horcajadas sobre mi se lo introdujo en su interior.
Ambos gritamos nuestros nombres de puro placer, aquello era tan erótico, sensual y excitante…nunca me cansaría de hacer el amor con Bella, el sexo con ella era fantástico, maravilloso…