Haciendo Elecciones (+18)

Autor: skuichy
Género: + 18
Fecha Creación: 26/01/2012
Fecha Actualización: 19/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 39
Comentarios: 248
Visitas: 145641
Capítulos: 54

Todo comenzó con una atracción; me gustabas, quería cazarte. Ambos teníamos pareja, así que sólo era eso, un juego. ¿Pero que pasa cuando uno de los dos quiere más? El juego deja de serlo y una terrible verdad queda sobre nosotros. En el amor las cosas nunca son fáciles, claro tampoco nadie me advirtió que serían así de difíciles.

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 54: Tú, mi felicidad.

48 horas y 37 minutos después…

Bella POV

Frente al espejo, me quiso dar un ataque de histeria.

¿A qué hora había aceptado esto? La chica que me veía, estaba preciosa pero realmente era totalmente desconocida para mí. Luciendo escandalosamente sexy y guapa a pesar del vestido holgado, sus ojos brillaban llenos de vida; de felicidad y de amor. Definitivamente ella era otra versión de mí. Respire hondo, sin poder creer aún que fuera yo, mucho menos que Alice me convenciera de que el corte en la espalda no era demasiado bajo. Realmente lucía impresionante, pero el hecho de que fuera tan revelador me provocaba escalofríos.

Suspiré mientras acariciaba mi vientre, el bebé cada vez estaba más grande y al parecer haberle dicho a todos que íbamos a ser padres, lo hizo salir de su escondite y crecer a pasos agigantados.

—¿Bella? ¿Puedo entrar? —Preguntó Jane en voz suave.

—Claro, estoy casi lista.

—Casi —comentó con una enorme sonrisa mientras entraba—, falta que lleves algo prestado.

—No creo en las supersticiones, Jane… —sus ojos azules brillaron, suspicaces.

—No me importa. —Aseguró sacando un precioso broche. Tenía incrustados varios brillantes y  comenzó a acomodármelo a un lado del velo, dándole un toque elegante y vistoso a mi peinado.

—Gracias. —Susurré viéndome otra vez en el espejo.

—Se merecen ser muy felices, Bella. Tendrán una familia preciosa. —Sonreí al tiempo que la abrazaba con fuerzas.

—Muchas gracias por siempre estar cuando te he necesitado Jane, hoy tienes que prestar atención por qué te pienso aventar el ramo. —Ambas nos soltamos riendo.

—Demetri y yo preferimos ir con calma… —Murmuró encogiéndose de hombros, su cabello rubio estaba sujeto en un moño alto, del cual caían pequeños mechones.

—No importa, te lo lanzaré de cualquier manera. —Aseguré con una sonrisa cuando de pronto alguien carraspeó desde la puerta. Nos giramos para ver de quién se trataba.

—Bueno… te veré en unos momentos. —Jane me entregó el ramo antes de despedirse de mi papá. Él se despidió con un gesto de mano y se quedó en el marco de la puerta, sus ojos mirándome intensamente.

—Eres lo más hermoso que he visto nunca. —Comentó finalmente rompiendo el silencio.

—¿Tú crees? —Pregunté insegura al tiempo que sujetaba con fuerza el ramo. De pronto sentía los pies demasiado clavados en el suelo.

—Eres un sueño. —Aseguró sonriendo mientras caminaba hacia mí—. ¿Sabes? Te confieso que lo último que quería es que te casaras con él —se encogió de hombros—. Sé lo que implica casarse y la forma en la que él se toma las cosas es algo que deja mucho que desear sin embargo ahora… —tomó mi mano obligándome a mirarlo—, que te veo vestida así, que luces tan feliz, es entonces que me doy cuenta de lo importante que es él para ti, de todo lo que han luchado juntos y eso merece que respete tu decisión.

—Papá… —susurré conteniendo las lágrimas.

—Siempre recordaré este momento, espero que Edmund te cuide como se debe. No quiero tener que hacerle daño de nuevo. —Sonreí y algunas lágrimas traicioneras abandonaron mi rostro—. Tiene que hacerte muy feliz Bells, tiene que ser fuerte para ti porque te lo mereces. Te mereces solo lo mejor princesa, formar tu familia y bueno yo… te traigo algo viejo… no es mucho pero, qué va.

Metió la mano dentro de su saco y un hermoso collar apareció en sus manos, delgado y con un pequeño diamante azul en el centro que reconocí al instante. Mi papá lo había heredado desde su mamá.

—Papá… no esto es demasiado…—susurré con los ojos llenos de lágrimas al tiempo que el lo comenzaba a ponerlo sobre mi cuello.

—Por eso no quería dejarte entrar Charlie —Refunfuñó Alice entrando en la habitación, en su mano sujetaba un pañuelo—. Bella últimamente se ha convertido en una llorona, sólo está esperando cualquier cosa para derramar lágrimas. ¿No es así?

Suspiré al tiempo que mi papá sonreía haciéndose a un lado. La verdad se había tomado muy bien lo de mi embarazo y no me había soltado ningún regaño, más bien demostraba preocupación y cierto orgullo cada vez que lo mencionaba. Alice se acercó a él y le arregló la corbata, sonreí al ver como se llevaban. Mientras Edward estuvo desaparecido, entre ellos había surgido una bonita amistas y es que Alice, al ser tan social y amigable, lograba con facilidad que se enamoraran de ella.

—¡Les recuerdo que la boda es hoy! —Escuchamos a Demetri gritar detrás de la puerta.

Suspiré una última vez mientras miraba mi reflejo, mordí nerviosamente mi labio y me encamine hacia la puerta. Al abrirla, encontré a Emmett y Demetri riéndose, luciendo impresionantes en sus trajes negros. La corbata morada, hacia juego con el color del vestido de mis damas de honor.

—Te ves increíble, enana —aseguró Emm sonriendo—. Aún puedes darte a la fuga, te juro que no le diré nada a mi hermano.

—Te aseguro que yo tampoco, solo tienes que pedirlo. —Aseguró Demetri al tiempo que me abrazaba con fuerza.

Solo negué sonriendo y nos encaminamos hacia el automóvil. Durante el camino a la iglesia, Emmett continuó haciendo algunas bromas respecto a los nervios de Edward, lo cual me hizo sentir un poco mejor al saber que se encontraba tan nervioso como yo. En cuanto llegamos, mi corazón latió desbocado al ver a tantísimas personas y me sentí acalorada, incluso un poco mareada.

—No me vayas a soltar papá. —Cuchicheé con un nudo en la garganta, su mano sobre la mía me dio un ligero apretón.

—Nunca mi cielo. —Aseguró. Sonreí de forma tímida, sintiéndome de muchas formas imposibles de describir.

Cuando finalmente miré hacia dentro de la iglesia, me encontré con la penetrante mirada de todos. Tragué el nudo que se formó en mi garganta, un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, sin duda iba a darme un ataque de pánico, definitivamente me debí haber casado en las Vegas, en una sencilla ceremonia donde solo estuviéramos Edward y yo pero era demasiado tarde para estar pensando en eso.

Cuando me comenzó a faltar el aire y estuve a punto de hiperventilar sentí una intensa mirada, elevé la vista y entonces nuestros ojos se encontraron. Es ridículo como realmente te desconectas de todo, pero así es. Mis sentidos, mis pensamientos y todo mi ser, se canalizó única y exclusivamente en el hombre que –aunque pareciera imposible- lucía más impresionante que nunca. El traje negro marcaba sus amplios hombros, y su sonrisa era de puro orgullo. Sus intensos ojos verdes, llameando alegres y seductores.

Recordé la primera vez que lo vi en su oficina, recordé nuestro tiempo trabajando juntos, nuestras charlas en su habitación, todas las veces que estuvimos separados, los malos entendidos, incluso me permití recordar cuando James me atacó y la forma en la que algo espantoso, terminó uniéndome para siempre al amor de mi vida. Entonces supe que tal como le había dicho, me casaría otra vez, lo haría una y mil veces si fuera siempre él quien me esperara con esa radiante sonrisa al pie del altar.

—Bells, no vayas tan rápido. —Escuché la voz amortiguada de mi padre entrar en la penumbra de mi cabeza. Parpadeé aturdida deteniéndome en seco, él rodó los ojos tirando de mi brazo para que siguiéramos avanzando.

—Lo… lo siento. —Murmuré ruborizada al ver que algunas personas sonreían.

—Cuídala mucho. —Susurró mi papá a Edward al entregarme y gracias a Dios, omitió hacer ningún tipo de escena.

—Con mi vida. —Aseguró él sujetando mi mano.

Sonreí entrelazando nuestras manos, una corriente eléctrica se disparó por todo mi brazo y fue directo a mi corazón, él al parecer también lo notó por que sufrió un escalofrío para después sonreírme dulcemente. La ceremonia aunque corta, fue muy emotiva cada uno de nosotros dijimos nuestros votos y de alguna manera logré decir los míos sin equivocarme. La mirada de Edward era tan transparente en todo momento, que logró que se me olvidaran los nervios o las dudas. Fue así que entendí que a su lado, había encontrado mi lugar en el mundo.           

*

*

*

Edward POV

Entrelazamos nuestros dedos y finalmente salimos de la iglesia. La lluvia de arroz que cayó sobre nosotros inmediatamente después que salimos, fue intensa, por el rabillo del ojo vi a Demetri y Emmett aventándonos arroz con la intención de sacarnos quizás un ojo, definitivamente eran unos cabrones. No podía hacer nada de momento más que proteger a la hermosa mujer que sonreía a mi lado, la sujeté por la cintura y traté de cubrirla con mi cuerpo.

Recordé cuando la había visto aparecer del brazo de su padre, me había dejado sin aliento. Simplemente no podía creerlo, siempre pensé que conocía muy bien a Bella, pero que equivocado estaba. Se veía más hermosa que cualquier mujer que estuviera presente, que cualquier mujer que hubiera visto nunca. Sus ojos chocolates brillaban más de lo normal y resaltaban en su hermoso vestido blanco y entonces lo supe. Nunca podría querer a otra. Nunca cambiaría nada de lo vivido, ni siquiera mis peores errores con tal de volver a conocerla.

Los reporteros fueron los siguientes en abrirse paso entre los invitados. Y por primera vez, no me molestó. Querían espectáculo y yo estaba de humor, me había casado con el amor de mi vida, por lo que sin poder contenerme atraje a Bella a mis brazos y la besé apasionadamente, ella jadeó sorprendida ante mi ataque pero como siempre, su resistencia quedó de lado en un par de segundos, probé sus labios suaves obligándola a abrir ligeramente los labios para deslizar mi lengua dentro de su boca, ella gimió y el sonido se disparó a través de mi cuerpo. Sus manos encontraron su camino hacia mi cabello, donde me acercó ligeramente más a ella.

Profundicé un poco más el beso, olvidándome de donde estábamos, ni de quién nos rodeaba. Me aferré a ella como si la vida se me fuera en ello, su cuerpo quedó fundido al mío volviéndonos uno solo. Su sabor me aturdió envolviéndome de manera que olvidé hasta mi nombre, por fin Bella era solamente era mía, así como todas y cada una de mis células le correspondían sólo a ella, estaba a su completa merced. A través de mis parpados, sentí el resplandor de las miles de cámaras que nos estaban fotografiando, escuché algunas risas e incluso las burlas de mis amigos, poco a poco volví a la tierra y  con un gruñido me obligué a separarme de sus deliciosos labios, antes de que también pudieran captar otras cosas, que no era necesario que vieran.

—Esto es pasarse de la raya. —Dijo riéndose entre dientes, sus ojos bailando llenos de deseo.

—Eso es algo que me tiene sin cuidado. —Respondí riéndome y mi voz sonó ronca.

Al llegar a la ceremonia, descubrí con horror que estaba increíblemente abarrotada. Grandes candiles colgaban al centro de la recepción, y las mesas estaban decoradas en tonos plateados. Alice realmente había hecho todo a la perfección, pero es que nada podía salir mal con mi hermana como encargada de la boda. No me había detenido a pensar en las consecuencias y le di toda la libertad para hacer los preparativos de la boda, ahora como resultado, todo lucia increíble y sofisticado.

Tan impresionante, que de pronto me sentí agobiado, mi cuerpo se tensó e inmediatamente miré hacia Bella, esperando algún indicio de incomodidad por su parte, iba a comenzar a disculparme porque mi hermanita, definitivamente no había podido contenerse, pero por el contrario en su rostro pude ver que tenía instalada una deslumbrante sonrisa la cual rompió con todos los nervios que estaba sintiendo.

—Lo lamento. —Susurré de cualquier manera cerca de su oído. Ella murmuró un: no te preocupes antes de que la abordaran Rosalie y Angela.

Conforme la noche fue avanzando pude distinguir a nuestros amigos: Félix bailando con su novia Carmen. Demetri platicando en los jardines con Jane. Emmett y Rose bailando a nuestro lado. Jasper conversando con mis padres, suspiré ante eso y me sentí un poco mal por él al imaginar a mi hermana dejándolo solo, por estar distraída coordinando cualquier cosa en la boda. Por parte de la familia de Bella puede ver a su padre y a Sue. Incluso me alegré de ver a Jacob Black –más que nada porque tenía una flamante morena a su lado, Zafrina- por supuesto que también vi a la linda de Angela y Ben, pero me pregunté si Bella se podría sentir triste al no tener a su mamá.

Yo por supuesto que no quería verla aquí, aún me resultaba increíble la maldad que podía desprender esa señora, sin importarle pisotear en el proceso a su hija. Renné había logrado ponerse en contacto con Bella, exigiéndole que la sacara de la cárcel, intentando chantajearla pero afortunadamente ella se había negado a retirar ningún cargo, incluso se negó a visitarla. Aquello me había impresionado, por lo que Bella me había contado, siempre le había dado todo lo que estaba en sus manos a su madre, y aunque odiaba verla llorando por culpa de Renée, me sorprendió su decisión. Mi chica realmente estaba creciendo, superando sus miedos pero si aun así, me hubiera pedido que la sacáramos lo habría hecho. Haría cualquier cosa que Bella me pidiera.

Cuando se llegó el momento del brindis, mi cuerpo completo se tensó. Me sentía bastante mal por tener que beber refresco en lugar de cualquier bebida, el deseo de beber siempre me acompañaba como una sombra y me hacía sentirme horrible, como un monstruo. Me avergonzaba bastante de mí mismo. Impacientemente comencé a tamborilear los dedos, la ansiedad no era nada buena pero no podía remediarlo.

—Cielo… —Bella sujetó mi mano acariciándola con suavidad—. Todo está bien, ha sido perfecto. —Suspiré mientras hacía una mueca.

—No lo es, lo sería si yo no fuera un… —puso un dedo en mis labios.

—Es perfecto, no pienses en nada más. Tengo todo lo que quiero. —Suspiré mirándola con intensidad.

—Bella estoy seguro de que voy a cagarla mil veces, ¿podrás con eso? ¿me amaras a pesar de todo? —Pregunté lleno de preocupación.

—Te voy amar por siempre, no hay vuelta atrás. Nos pertenecemos. —Aseguró cerca de mi oído. Sonreí estrechándola y sintiéndome completo. Ella se estremeció deliciosamente entre mis manos.

—¡Edward! Por Dios, la vas a tener el resto de la vida, ¿puedes dejarla sola un momento? —Regaño mi hermana. Pero yo no podía soltarla, no precisamente en estos momentos, así que haciendo como que me hablaba el viento, tiré de la mano de Bella guiándola a la pista.

 —¿Entonces, te está gustando todo esto? —Pregunté al tiempo que enterraba el rostro en su cabello y nos movíamos al compás de la suave música—. Dime si fue demasiado, lo lamento tanto —ella sonrió.

—Esto lo que siempre quise y hasta ahora no lo sabía. No te culpes de todo, cielo. Yo tampoco soy perfecta, es por eso que te amo tanto. Contigo no necesito fingir, no tengo que pretender ser quien no soy. Me siento tan feliz, que me da miedo pensar que solo sea un sueño, de verdad quiero creer que es real. —Aseguró al tiempo que pasaba sus manos por mi cuello.

—Soy bastante real y lleno de errores. —Ella suspiró mortificada.

—Eres un cabezota, ¿puedes ser feliz al menos por hoy?

—Lo seré mientras no vuelvas a llamarme cabezota…—murmuré divertido. Ella se ruborizó lo que me hizo reír. Me incliné hacia sus labios dándole un suave beso—. Aunque no parezca, estoy muy feliz. Todo es tan perfecto, tú eres perfecta. Te amo.

*

*

*

Bella POV

No pasó mucho tiempo para que me separaran de Edward, otra vez. Varios de nuestros amigos pedían bailar con nosotros y cuando llegó el turno de Emmett, ridículamente me alzó como si fuera una muñeca, sin dejarme poner los pies sobre el suelo.

—Eres una enana. —Comentó riéndose mientras bailábamos.

—No estoy tan enana… Emmett ¡Por Dios! —Grité cuando dimos una vuelta demasiado rápido. Él se soltó riendo haciendo que el resto de su familia lo acompañara en risas. Me ruboricé al instante y les sonreí a todos de forma tímida.

—Eres un idiota, pudo pasarle algo. —Refunfuñó Edward corriendo literalmente hacia donde estábamos. Emmett rodó los ojos mientras me ponía en el suelo.

—Ah no, no, no. —Canturreó Demetri tomándome por la cintura. Lucía excepcionalmente guapo en su traje negro de tres piezas, su cabello acomodado desordenadamente—. Nada de cavernícolas hoy, es mi turno para bailar.

—Ya bailaron mucho. —Farfulló Edward pero no pudo seguir por qué Jane tiró de su brazo para bailar con él.

—¿Cómo lo soportas? —Preguntó Demetri elevando una ceja. Solo me reí mientras negaba—. Además sigo sin creer que finalmente alguien lo cazara. —Susurró en doble sentido.

—Alguien tenía que hacerlo, ¿no? —Murmuré con una sonrisa, él también se rió.

—Me da mucho gusto que hayas sido tú, espero que lo quieras para siempre. No acepto devoluciones, es quisquilloso, depresivo, neandertal, nervioso compulsivo… —Comentó haciéndome reír.

—Nada de lo que digas me hará arrepentirme. —Aseguré sonriendo.

Luego busqué con la mirada a mi hombre de las cavernas pero me congelé literalmente al ver con quién bailaba ahora. Lauren deslizaba las manos por los amplios brazos de mi marido, sonriendo como tonta mientras se movían de un lado a otro. Unos ridículos celos me recorrieron de arriba abajo y comprendí que por Edward, quizás una sería capaz de cometer locuras. Todo mi cuerpo se tensó involuntariamente, Demetri frunció el ceño y miró hacia atrás viendo a Lauren.

—Eres igual que él, ahora lo veo. Sin duda el uno para el otro. —Aseguró en tono burlón sacándome de mi estupor. Como si Edward pudiera leer mis pensamientos, su mirada encontró la mía, sus ojos chispearon con diversión antes de disculparse con ella y venir directo hacía mi—. Que ridículos en serio. —Comentó Demetri rodando los ojos.

—Suficiente de cuchicheos con mi esposa, es mi turno. —Demetri volvió a rodar los ojos pero me regaló una sonrisa antes de despedirse—. ¿Todo bien? —Preguntó Edward con una arrogante sonrisa mientras deslizaba los brazos a mí alrededor.

—Sigo sin querer a Lauren. —Refunfuñé cerca de sus labios.

—Y yo a Black pero ¿qué le vamos hacer?

—Pero Lauren es tu compañera, la vez todos los días. —Contraataqué molesta.

—A la única que quiero ver, sentir y probar es a ti. —Ronroneó contra mi cuello.

—Tienes razón. —Susurré tirando de su cabello y restregándome un poco contra él.

—Creo que ya me quiero ir. —Sus ojos se oscurecieron y su voz baja y ronca mandó un escalofrió por toda mi piel—. ¿Qué dices?

No tuvo que preguntar dos veces, nos despedimos de todos más rápido de lo que hubiera pensado. Vi a mi papá darle a Edward un pequeño sermón de nuevo mientras me despedía de Esme y Carlisle. Definitivamente mi papá nunca lo dejaría pasar, pero al menos le dirigía la palabra de nuevo. Al salir, Edward se empeñó en cargarme al estilo novia hasta la limusina donde nos esperaba un sonriente Alec.

—Te amo. —Susurró deslizando sus manos por mi rostro, como si le fuera imposible creer que de verdad estuviéramos aquí. Puse una de mis manos sobre su corazón.

—Por eso estamos aquí. —Aseguré con una sonrisa, él me sonrió a su vez. Sus labios encontraron su camino hacia los míos, mientras me daba un beso dulce y sin prisas.

*

*

*

Edward POV

—¿Aún falta mucho? —Preguntó Bella con algo de nerviosismo, se veía cansada y algo aturdida. Por lo mismo había decidido no viajar lejos, no quería provocarle a Bella algún malestar, así que había decidido viajar a una pequeña isla aquí en Miami.

—Sólo un par de minutos. —Grité por encima del ruido de las olas, ella hizo una mueca lo que me hizo sentir mal inmediatamente—. Lo siento, nena yo…

—No hay nada que sentir. —Murmuró repentinamente a mi lado, sus pequeñas manos rodeando mi cintura. Pegó su estómago contra mi espalda e inevitablemente sonreí al sentir su redondeado vientre.

—Sé que estás cansada pero quería que este viaje sea memorable. Aunque ahora veo que te estoy haciendo pasar un mal rato…

—Estoy bien, de verdad. —Contestó enterrando su rostro en mi espalda. Deslicé una mano hacia atrás, acariciando levemente su vientre. Desde que había pasado todo el asunto de Jessica, me era imposible retirar mis manos de la vida que crecía dentro de ella.

—Sólo quiero lo mejor para ustedes.

—¿Sabes? Me siento acalorada y no precisamente por el clima. —Literalmente ronroneó cerca de mi oído. Sus manos viajaron por mi pecho, deslizándose hasta mis caderas. Todo mi cuerpo se tensó y la temperatura fácil me subió unos cuatro grados.

—¿De qué hablas? —Pregunté en un extraño tono ronco.

—¿Crees que puedes andar por ahí con semejante traje sin parecerme tremendamente sexy? —Clavó ligeramente sus uñas en mi pecho, lo que me hizo sisear en placer—. Creo que las hormonas me tienen descontrolada. —Murmuró haciéndome reír.

—Y no queremos que te pase nada ¿o sí? Será mejor que acelere.

Unos minutos más tarde, divisé la isla hotelera de Esme. Mi mamá tenía hoteles alrededor del mundo y por supuesto, se ofreció para brindarnos todo el lujo de Miami, ese era el regalo de mis padres. Este hotel había sido todo un capricho para mi mamá, los expertos le habían recomendado que no se estableciera aquí, porque la isla estaba lejana, pero si algo tenía Esme, es que era la más testaruda de la familia y además tenía un sexto sentido no solo para detectar cualquier cosa que nos sucediera, si no que le resultaba casi como un don encontrar puntos estratégicos donde inaugurar nuevas franquicias. Como era de esperarse, su complejo hotelero había sido todo un éxito, por su privacidad y la preciosa playa de agua cristalina alejada de cualquier bullicio.

—¿Qué es eso? —Preguntó Bella con asombro.

—Esa es la Isla Esme, te encantará. —Le aseguré.

—Ustedes están llenos de sorpresas. —Susurró afligida.

No respondí nada, sabiendo lo que estaba pasando por su cabecita. De verdad le iba a costar trabajo adaptarse a su nueva vida, o incluso aceptar su nuevo apellido. Ahora, podía leer con más facilidad los pensamientos de Bella y por eso podía jurar que se encontraba terriblemente abrumada. En cuanto me detuve en el muelle, me giré hacia donde estaba. Ella me sonrió pero la sonrisa no llegó a sus ojos. La abracé al tiempo que enterraba con cuidado la nariz en su cuello.

—No pienses en eso que sé que estás pensando. —Susurré deslizando las manos por sus brazos, intentando reconfortarla—. Disfruta de esto, solo somos nosotros quisiera dártelo todo, ¿me permitirías consentirte por una vez? —ella suspiró, sus pequeñas manos rodearon mi espalda.

—Bueno, entonces aliméntame. Tengo hambre. —Bromeó con una sonrisa.

—Yo también tengo hambre —la miré de arriba abajo. Una gota de sudor se coló entre sus pechos, los cuales ahora lucían más grandes producto del embarazo, haciendo que mi ya muy crecida libido se disparara por las nubes.

El personal del hotel acudió en nuestra ayuda, sacándome de ese pozo de lujuria en el que ya me estaba hundiendo –como por cuarta vez en la última hora- y nos ayudaron bajando las maletas. Durante el camino, me empeñé en llevar a Bella en brazos hasta nuestra habitación. Ella iba quejándose, pero su cabeza estaba apoyada en mi pecho y me hacía suaves caricias una y otra vez.

—Es impresionante. —Susurró Bella, su mirada clavada en el hermoso hotel frente a nosotros.

El camino de piedra, estaba tallado con diversas figuras de soles y lunas. Rodeado por dos columnas de antorchas que daban hasta el lobby del hotel, luciendo como una jungla perdida y sofisticada. No hizo falta que dijera mi nombre, al parecer los encargados me reconocieron perfectamente bien al llegar por lo que sin perder más tiempo, me encaminé hacia nuestra suite. Bella se acomodó en mi pecho, su rostro entre mi cuello y hombro me provocaba deliciosos escalofríos.

Por primera vez en mi vida, me sentía nervioso, como si nunca antes hubiera estado con ella a solas. En realidad se sentía como si esta fuera mi primera vez en todo y así lo era. Antes solo tenía sexo por desahogar mi cuerpo, nunca me había interesado realmente en nada más que una noche con la chica en turno y ya. Por el contrario, con Bella quería vivir todas las experiencias al máximo, compartir con ella cualquier detalle, estaba ansioso por comenzar el resto de mi vida a su lado.

*

*

*

Bella POV

En cuanto Edward me dejó en el suelo, caminé encendiendo todas las luces de la enorme suite, una a una. El lugar era simplemente un sueño. Nuestra habitación era enorme, como si fuera un departamento. Había una pequeña estancia seguida de una preciosa cocina en tonos grises. En la alcoba, aprecié una cama redonda ubicada al centro, la cual estaba cubierta por suaves pétalos rosas y amarillos, esparcidos además por el suelo. Mis ojos se llenaron de lágrimas al recordar nuestra estancia en Bora Bora, lentamente extendí la mano para tocar la suavidad de las sábanas. Era tan perfecto que necesitaba tocar todo para asegurarme de que estaba despierta, que esto realmente me estaba pasando, que todo estaba bien.

—¿Tienes calor? —Su voz aterciopelada sobre mi hombro me hizo dar un respingo seguido de su risa melodiosa. —Tranquila nena —me rodeó con sus brazos, atrayéndome contra su pecho—. No voy hacerte nada que no te haya hecho ya. —Murmuró en tono burlón.

Sus manos se desviaron hacia mi cintura, donde siguieron su habitual camino hacia mi vientre, dándome suaves caricias. Edward era sumamente cariñoso con nuestro bebé, y podría apostar a que se moría porque naciera ya. Desde que se había recuperado del daño que le había provocado Eric, pasaba gran parte de su tiempo con sus manos sobre mi vientre. Hablándole al bebé, entonando canciones con su voz melodiosa y agradable, incluso me llevaba hasta la habitación donde tenía su enorme piano, y tocaba melodías preciosas que me robaban lágrimas de alegría. Sus labios recorrieron mi hombro mandando pequeños espasmos de placer por todo mi cuerpo, haciéndome estremecer.

—¿Puedo confiar en ti? —Balbuceé con los ojos cerrados, sintiéndome acalorada

—Quizás muerda una almohada o dos. —Aseguró deslizándose por mi mandíbula hasta llegar al lóbulo de mi oreja.

—¿Por qué? —Pregunté cerrando los ojos disfrutando de sus labios.

—Por qué es mejor eso que morderte a ti. Hoy luces tan apetecible que no sé si me pueda contener. Me siento algo así como… famélico. —Me dio una ligera mordida en el hombro haciéndome reír.

—Bueno, antes de que empieces con tus instintos cavernarios iré a darme una ducha.

—¿Es necesario? —Preguntó en tono malhumorado.

—Por supuesto que es necesario, necesito unos minutos… —él suspiró liberándome.

—Bueno,  iré a refrescarme un poco a la playa, ¿vienes?

—Sí. —Contesté con una sonrisa.

Mientras me duchaba, por primera vez en mi vida lo hice con agua helada y no me pareció lo suficientemente helada. No sólo porque estábamos a más de 37 grados, sino porque a fuera me estaba esperando mi sueño más anhelado. No me extrañó para nada el hecho de estar nerviosa, estaba en mi luna de miel por ¡Dios! Me había casado, años temiéndole al compromiso, para finalmente estar ahora casada y muy embarazada. Durante años, creí estar enamorada cuando todo era un simple espejismo. Nada de lo que algún día sentí por Jacob se comparaba con lo que ahora sentía por Edward. Nunca me había sentido tan completa y tan nerviosa como ahora.

Suspiré al recordar la enorme estructura del hotel, o el lujoso yate, o la boda... Estar en este precioso baño, rodeada de mármol o de artículos caros solo incrementó mi ansiedad. A pesar de que mi boda fue maravillosa, estuve sintiéndome rara. Primero por qué quizás este mal, pero me hubiera gustado que mi mamá hubiese estado ahí, no podría odiarla nunca, después de todo era mi mamá. Quizás su comportamiento era culpa de las drogas, quizás no debí dejarla en la cárcel pero la verdad, es que tampoco me sentía capaz de seguir soportando sus chantajes así.

Decidí sacudirme de esos pensamientos, hoy no era momento para atormentarme con eso. Aseguré la toalla bajo mis hombros y finalmente salí del baño, pero me detuve en seco con la imagen de él de pie en el balcón de la recamara.

Edward era como un sueño, no llevaba camisa y su espalda se marcaba con su respiración, dejando ver esos músculos bien trabajados. Llevaba solo unos pantalones de lino y los pies descalzos. Se encontraba reclinado sobre sus codos mirando el mar, su cabello moviéndose de un lado a otro con el viento. El único ruido era el de las olas rompiéndose contra las rocas.

Suavemente me acerqué a él, tratando de no asustarle pero sin poder detenerme. Él era como un sol y yo como una polilla, caminando hacia él sin poder detenerme. No tenía dudas, tampoco miedos y cuando él sintió mis pisadas, se giró abriendo sus brazos para estrecharme. Suspiré enterrando el rostro en su amplio pecho.

—Esto es muy hermoso. —Susurré mirando la espectacular vista.

—No como tú. —Aseguró deslizando su nariz por mi cuello. Yo suspiré—. ¿Qué ocurre? —Preguntó frotando mi espalda.

—No es nada.

—Bella… —Sacudí la cabeza mirándolo un poco. La luz de la luna bañaba su rostro.

—Este día sin duda ha sido uno de los mejores de mi vida. —Comenté—.  Este lugar me recuerda un poco a la isla en Bora Bora… otro de los mejores días de mi vida… y eso me pone nostálgica. Te amaba entonces igual que te amo ahora. Sin duda el mejor día de mi vida fue conocerte ¿y el tuyo?

—El mío también fue sin duda conocerte pero también que aceptaras ser mi esposa. Saber que llevas un bebé mío es otra de mis mayores alegrías. —Deslizó sus manos a mi vientre—. No sabes cuánto te amo, tengo tanto miedo a decepcionarte… —Susurró de nuevo, sus ojos se oscurecieron ligeramente como siempre pasaba cuando pensaba en su problema con la bebida, resoplé. No quería que se pusiera triste de nuevo.

—Entonces no lo hagas, sólo preocúpate por ti. Sé un poquito egoísta ¿sí?

—¿Crees que sea capaz de retenerte? —Susurró.

—Para toda la vida, de forma permanente. No tengas miedo,  ya te dije que nos pertenecemos. —Aseguré perdiéndome en esos ojos verdes.

—Te amo, tanto Isabella. Ahora tú eres mi vida. —Comentó inclinándose hacia mí, sus labios suaves y aterciopelados encontraron los míos.

*

*

*

Edward POV

Olvidé que quería ir a la playa, olvidé en donde estábamos.

Sin poder contenerme más, rodeé a Isabella entre mis brazos y comencé a besarla con algo más que dulzura. Había escrito mi historia a su lado, en la comisura de sus labios, en sus suspiros. Y finalmente era mi esposa, mi compañera de vida pero de momento, aunque de verdad quisiera hacer las cosas despacio, me estaba resultando imposible. Ella parecía tener la misma necesidad por mí, sus manos encontraron su camino hacia mi cabello, donde enredó los dedos tirando suavemente.  Acaricié su espalda, siguiendo el camino de su columna y tirando del nudo en su toalla, dejándola expuesta para mi. Sin poder evitarlo recordé lo hermosa que se veía vestida de novia.

El escote de su espalda, me había estado matando desde que se lo vi en la iglesia, me habría encantado arrancárselo en la recepción y hacerla mía en la limosina, sólo ella podía volverme definitivamente un loco. Despertaba todos y cada uno de los sentimientos que pudiera alguien experimentar: amor, deseo animal, sentido protector… el suave viento se coló por el balcón haciéndola estremecer. Sus pezones se irguieron y de pronto se me secó la boca. Volví a buscar sus labios y sin dejar de besarla, comencé a retroceder hacía la cama, no podía esperar para hundirme en ella, para sentir su estrecho calor rodearme mientras empujaba contra ella. Pero al llegar al borde, fue Bella la que tomó la iniciativa y me sorprendió empujándome ligeramente hacia la cama.

Me acomodé empujándome con los codos hacía atrás y sonreí cuando subió gateando de manera muy sexy hasta mí, arrastrando sus manos por mis muslos, haciendo que mi cuerpo se encendiera automáticamente ante su contacto, suaves espasmos me recorrieron y mi evidente erección se endureció más si fuera posible. Sonriendo de forma seductora, la frotó levemente por encima de la ropa, tiró de mi pantalón por lo que me elevé un poco para que pudiera deslizarlo. Inmediatamente sus codiciosas manos encontraron mi miembro, comenzó con lentos movimientos de arriba hacia abajo, apreté las sabanas soltando un suspiro. Traté de concentrarme mirando la suave tela de la mosquitera que colgaba sobre la cama, pero cuando sentí una cálida lengua en mis testículos, resoplé.

—¿Quieres acabar conmigo? —Siseé entre dientes. Ella se rió y el sonido traqueteó por mi erección haciéndome sisear.

Tratando de no perder el control, enredé suavemente los dedos en su cabello húmedo, indicándole el ritmo que quería que llevara. Todo mi cuerpo se tensó mientras me acercaba abrumadoramente rápido al orgasmo. Bella aumentó sus movimientos, haciendo que el aire abandonara mis pulmones, me encontré jadeando y retorciéndome. Tiré de ella retirándola de mi erección, para comenzar a besarla con verdadera necesidad, necesitaba venirme dentro de ella, necesitaba estar enterrado y que su estrecho sexo me exprimiera una y otra vez mientras nos veníamos juntos. Su blanca piel iluminada únicamente por la luz de la luna, la hacía lucir como una musa, mi musa.

Hipnotizado me sumergí en sus llenos pechos, paseando mi lengua por sus erguidos pezones mientras ella tiraba de mi cabello gimiendo en placer. De verdad quería hacer inolvidable nuestra luna de miel, y no apresurar las cosas. Le ordené a mi jodida erección que esperara y seguí perdido en su cuello, en la textura suave de sus pechos, descendí lentamente dejando besos húmedos por su vientre hasta llegar a su intimidad. Abrí sus piernas y sin pensarlo, me acerqué a su clítoris, deslizando la lengua suavemente varias veces. Fue su turno de apretar las sabanas y la escuché reprimir un gemido mientras continuaba succionando con suavidad su clítoris.

Su sabor cantó por mi lengua, haciendo que quisiera más. Alterné dos de mis dedos mientras ella se estremecía entre mis manos, revolviéndose en placer. Continúe provocándola hasta conducirla al límite, su clítoris ya palpitaba en mi lengua, anunciándome su inminente orgasmo. Su centro comenzó a rodear mis dedos, los curvé ligeramente encontrando un punto especial dentro de ella, haciéndola gritar. El sonido erótico que abandonó sus labios me hizo perder el control y de pronto la necesidad de enterrarme en ella me nubló el pensamiento, sin pensarlo me hundí en una sola y profunda estocada.

—Mierda. —Siseé al sentir su calor rodeándome y exprimiéndome mientras su orgasmo parecía retomar fuerzas—. Nunca voy acostumbrarme a que seas tan estrecha. —Ella se arqueó, sus ojos se abrieron repentinamente y pude ver la lujuria que desprendían, haciendo que mi erección se hinchara más si era posible.

—Bésame. —Pidió tirando de mi cabello.

No dudé en hacerlo y la besé con todo lo que tenía mientras embestía. Bella ahogaba sus gemidos en mis labios al tiempo que salía a cada encuentro de mis embates. Suavemente pasó su lengua por su labio inferior y luego lo aprensó entre sus labios arqueándose al tiempo que cerraba los ojos, estaba disfrutando esto tanto como yo, su cuerpo comenzó a tensarse, sus músculos comenzaron a estrecharse a mí alrededor, otra vez.

—Mírame. —Pedí, jadeando sus ojos dilatados se encontraron con los míos.

Desatando toda la pasión que ya no podía contener más, en un par de segundos me encontré golpeando con abandono contra ella a la par que sentía sus uñas clavadas en mi espalda. Y cuando sus paredes comenzaron a rodear mi erección… di una profunda estocada perdiendo todo rastro de civilización que me quedara. Bella siguió  exprimiéndome como sólo ella lograba hacerlo, de manera que me hacía morirme poquito en cada orgasmo. Hoy  la necesitaba más que a cualquier otra cosa y la amaba más que a nada en el mundo. Mi liberación fue inminente y larga, incluso hasta dolorosa.

Rodé hacia mi costado atrayéndola junto a mí, no dijimos nada mientras recuperábamos la respiración, luego la estreché más entre mis brazos. Dándole suaves besos, por donde quiera que veía su piel. Me encantaba sentir su peso descansando sobre mi pecho. Bella estaba hecha para mí, nos pertenecíamos tal como ella había dicho. Después de todo lo que nos había pasado, después de tener una jodida adicción, la verdad que nunca pensé que pudiera aspirar a la felicidad y sin embargo ahora la tenía. Suspiré contento pero de pronto sentí a Bella tensarse, alarmada se removió entre mis brazos incorporándose y rápidamente se llevó una mano hacia su vientre.

—¡Oh! —jadeó, sus ojos abiertos como platos.

—¿Qué pasa? —Pregunté alarmado, mirando cada centímetro de su cuerpo buscando que pudiera haberle hecho daño, quizás debí haber sido más delicado. Mierda, obvio debí ser más delicado, ¿y sí lastimé a nuestro bebé? comencé a maldecir en voz baja cuando de pronto ella sonrió, una verdadera sonrisa instalada en sus labios. Fruncí el ceño sin comprender—. Me estás asustando…

Ella no dijo nada, siguió sonriendo, sus ojos brillando de forma indescifrable mientras llevaba hasta su vientre mi mano donde… recibí un golpecito. Parpadeé confundido y la miré desconcertado cuando de pronto recibí otro, cerré los ojos y comencé a temblar. Porque de pronto me encontré tan feliz que no podía controlarme.

—Es el bebé. —Susurró con la voz entre cortada, sus ojos llenos de amor y lágrimas. Yo me volví a estremecer, mi corazón se inundó de nuevo con todo el amor que me provocaba pensar en ella, tuvieron que pasar unos minutos antes de que lograra estabilizarme y aclararme la garganta.

—Es increíble, nuestra niña será increíble. —Aseguré orgulloso.

—¿Niña? —Preguntó Bella riéndose, unas pequeñas lágrimas de felicidad escaparon de sus ojos.

—Sí que lo es.

Ambos nos reímos y sin poder contenerme me incliné hacia donde había sentido los golpecitos y la llené de besos. Bella se rió de forma encantadora y despreocupada mientras acariciaba con ternura mi cabello. Ahora, justo aquí a su lado, estaba seguro de que la vida era corta, y no había tiempo para perderme todos estos pequeños, pero importantes momentos.

Ningún vicio podría ser más fuerte que esto que tenía, que esto que estaba sintiendo.

El amor que sentía por Isabella, por mi familia, sería inquebrantable y eterno, ella y mi bebé eran algo por lo que sin duda valía la pena morir.

Y por lo que también valía la pena vivir.

Fin.


Bueno chicas, ¡el fin! despues de tantos años y contratiempos, hemos llegado al final. Realmente les agradezco haberme acompañado durante tantisimo tiempo en la historia, por apoyarme cuando estuve super hundida y apunto de abandonar el fic, siempre me siguieron alentando a seguir. Rebbe, Martha, Gladys, Gloria, Leyza, Ginna, MayaMassen, SpCullen, Ness, Sablan Cullen, miiil gracias por todo su incondicional apoyo.

¿Quieren epílogo?

Capítulo 53: Transtornos

 


Capítulos

Capitulo 1: Superando Errores del pasado Capitulo 2: La nueva Asistente Capitulo 3: La razón Capitulo 4: Conociéndonos Capitulo 5: La comida Capitulo 6: Aventura Capitulo 7: Juegos Capitulo 8: Complicaciones Capitulo 9: Cada quién con su cada cual Capitulo 10: Aclarando dudas Capitulo 11: Planeando nuestra salida Capitulo 12: Bora Bora Capitulo 13: A flor de Piel Capitulo 14: Frente al mar Capitulo 15: Deteniendo el tiempo Capitulo 16: De regreso Capitulo 17: El viaje Capitulo 18: Confesiones Capitulo 19: Verdades al descubierto Capitulo 20: De regreso del Viaje Capitulo 21: Malos entendidos Capitulo 22: Cuestión de tiempo. Capitulo 23: Sorpresas Capitulo 24: Haciendo elecciones Capitulo 25: Por algo pasan las cosas Capitulo 26: Empezar de nuevo Capitulo 27: Cambios Capitulo 28: Amigos Capitulo 29: Final del día Capitulo 30: Salida Capitulo 31: Salida segunda parte Capitulo 32: Cosas por hacer Capitulo 33: Las Vegas Capitulo 34: No importa el tiempo Capitulo 35: En peligro Capitulo 36: Contigo Capitulo 37: Una nueva oportunidad Capitulo 38: Un mes Capitulo 39: Impulsos Capitulo 40: Queja Capitulo 41: Cita Capitulo 42: Nada es lo que parece Capitulo 43: Confrontaciones Capitulo 44: No hay vuelta atras. Capitulo 45: Central Park Capitulo 46: ¿Qué soy para ti? Capitulo 47: Visitas inesperadas Capitulo 48: Noticia Capitulo 49: Reacciones Inesperadas Capitulo 50: Adicción Capitulo 51: Todo o nada Capitulo 52: Propuesta Capitulo 53: Transtornos Capitulo 54: Tú, mi felicidad.

 


 
14445693 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios