Haciendo Elecciones (+18)

Autor: skuichy
Género: + 18
Fecha Creación: 26/01/2012
Fecha Actualización: 19/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 39
Comentarios: 248
Visitas: 145633
Capítulos: 54

Todo comenzó con una atracción; me gustabas, quería cazarte. Ambos teníamos pareja, así que sólo era eso, un juego. ¿Pero que pasa cuando uno de los dos quiere más? El juego deja de serlo y una terrible verdad queda sobre nosotros. En el amor las cosas nunca son fáciles, claro tampoco nadie me advirtió que serían así de difíciles.

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 52: Propuesta

Bella POV

—Cásate conmigo. —Su voz; roca y aterciopelada se coló por mis sentidos. Como una bruma espesa, como algo irreal. Pasaron varios minutos antes de que recuperara el habla.

—Tú… ¿tú quieres casarte… conmigo? —Sentí su aliento cálido mientras me estrechaba y la vibración de su risa tan masculina, me hizo cosquillas en la oreja.

—Sé que es precipitado, sé que estoy lleno de defectos y de muchísimas cosas que sin duda, no pintan un bonito futuro. Pero te amo —tomó mi mano—, sé que es una pobre excusa pero te amo como nunca voy a amar a nadie en la vida.

Sacó un hermoso estuche negro y lo puso en mi mano, inmediatamente sentí que las lágrimas llenaban mis ojos. Abrió el estuche con cuidado mostrando un hermoso y brillante anillo. Una delgada cinta de pequeños diamantes lo rodeaba y terminaba con un diamante redondo más grande en el centro. Brillaba espectacularmente con la luz que comenzaba a iluminar la habitación.

Me quedé estática sin saber que decir. Elevé la mirada para encontrarme con la suya. No sabría describir todas las emociones que ardían tras esos orbes verdes.

—Isabella Swan, nunca en mi vida pensé que encontraría realmente a mi alma gemela, hasta que te conocí…  no pienso volver a perderte. Di que serás mía para siempre, acepta casarte conmigo.

Parpadeé aturdida. Que difíciles y fáciles resultan a veces las cosas. No hacía ni unas horas estaba segura de que lo había perdido. Imaginé a mi bebé creciendo sin su padre, uno que nos amaba pero que estaba hundido en un vicio y en unos celos enfermizos. Él hombre frente a mí, no era ni la sombra de aquél que me dijo que dudaba de mí. Podía ver el cambio en sus cristalinos ojos, de verdad nos amaba. De cualquier forma siempre iba a estar atada a él, lo amaba hasta la locura.

—Para siempre. —Respondí con voz estrangulada.

Cuando iba a tomar el anillo, Edward me detuvo, dejó la cajita a un lado y tomó mi mano izquierda, luego suavemente deslizó el anillo sobre mi dedo corazón.

—Ya está. —Comentó con una enorme sonrisa, se puso de pie haciendo que me incorporara y me estrechó con fuerza entre sus brazos—. Respira Bella, estás temblando. —Me acarició tiernamente la espalda.

—Diablos —susurré con una risa nerviosa, no me había dado cuenta de que me sacudía entre sus fuertes brazos—. Vamos a tener que decirle a Charlie.

*

*

Tan sólo habían pasado un par de horas cuando la luz del sol, ahora entraba totalmente por la ventana. Iluminando mi habitación, robando destellos cobrizos al cabello de Edward.

—No sé si bajar juntos, de tu habitación sea lo más adecuado. —Murmuró por enésima vez.

Había encontrado en el armario, un pantalón de vestir oscuro y una camisa azul que se adhería a sus anchos hombros, se había duchado y ahora estaba intentando desesperadamente acomodarse el cabello, al parecer sin obtener éxito.

—Mi papá sabía que a veces te quedabas aquí, por eso él y Sue se quedaban en un hotel.

—Sí, pero… —suspiró mientras caminaba hacia mí—, no es lo mismo ahora nena, tengo sin verlo un mes. La última vez que nos vimos me porté como un pendejo, ahora voy a bajar de la habitación de su hija y le voy a informar que te vas a casar conmigo. —Aseguró mirándome intensamente. Me sonrojé inevitablemente ante la mención antes de abrazarlo por la cintura—. ¿Crees que le de alegría? Yo digo que entrar por la puerta, me parece más decente y adecuado. —Insistió pero yo negué con la cabeza.

—No te vas a bajar por ese árbol, lo haremos a mi manera. ¿Sí? Por favor… —insistí, él bufó pero no agregó nada más haciéndome sonreír victoriosa—. Te quiero. —Cuchicheé contra su pecho, él besó suavemente mi frente.

—También yo, fresas, ¿vamos entonces? —Murmuró contra mis labios, suspiré antes de asentir y tomar su mano.

El rostro de Charlie y Sue al vernos bajar tomados de las manos, fue todo un poema. Por un momento, el rostro de mi papá cambió del blanco al morado y luego al rojo carmesí. Sus ojos lanzaban destellos de odio y por un momento, estaba segura de que se lanzaría contra Edward. Abrí los ojos como platos cuando se llevó instintivamente la mano a la cadera y rogué a todos los cielos que no trajera su arma.

—Isabella Marie Swan. ¿Qué demonios significa esto? —Gritó apuntando a Edward con el dedo y la verdad con algo más que odio. Yo suspiré sacudiendo la cabeza de un lado a otro.

—Significa que no me voy a ir  a Forks, papá. —Hablé despacio y calmadamente. Sujeté con fuerza la mano de Edward, él me devolvió un ligero apretón infundiéndome confianza—. Edward ha regresado y… tenemos buenas noticias.

La expresión de mi papá pasó de la cólera a una negra sospecha en cuestión de segundos.

—¿Qué buenas noticias puede haber con este hombre aquí? Nada de bueno puede haber, mucho menos bajando como delincuente de tu habitación ¿a qué hora entró? —Preguntó en tono feroz.

—Cálmate papá, por favor…

—Déjame esto a mí, Bella —pidió Edward con una ligera sonrisa que no llegó a sus ojos—. Charlie, lamento muchísimo todo lo que pasó. No tengo palabras suficientes para disculparme…

—Por supuesto que no las tienes, ¡ni las quiero escuchar! —Bramó crispado.

—Cariño, por favor déjalo hablar… —pidió Sue de forma tranquilizadora haciendo que mi papá soltara un bufido.

—Sé que me estoy saltando las normas tradicionales, pero desde que Bella me disculpó y dijo que sí, en vez de pedirte su mano te estoy pidiendo tu bendición. Nos vamos a casar, Charlie. La amo más que cualquier otra cosa en el mundo, más que a mi propia vida, y – por alguna especie de milagro– ella también me ama de esa manera. ¿Nos darías tu bendición?

—¡Qué! —gritó Charlie visiblemente incrédulo mirándonos alternativamente—. De ninguna manera, escúchame bien Bella, sé que suena difícil ser una mamá soltera pero no lo es. Conmigo jamás te faltará nada y lo sabes…

—Lamento mucho todo lo que ha ocurrido, señor Swan. —Continuó Edward dando ligeramente un paso hacia adelante—. Soy el único responsable… lo sé, pero afortunadamente, Bella me dio una oportunidad y pienso aprovecharla. Nunca será una madre soltera porque ese bebé que espera, es mío, independientemente de si ella hubiera aceptado o no, yo siempre velaría por él.

—¿Ahora si es tuyo? —Charlie dio un paso peligrosamente en dirección de Edward quien se removió incómodo con las acusaciones de mi padre—. Mi hija no se va a casar contigo, y me importa una mierda lo que digas, no me importa el dinero que tengas, no tiene por qué volver a pasar por todo lo que la hiciste pasar…

—Sé que me comporté de la peor manera, pero no soy él mismo. Tengo dos motivos muy importantes en mi vida para salir adelante y no pienso perderlos. —Aseguró Edward con un brillo indescriptible en sus ojos verdes.

—Mi hija no va a vivir al lado de un maldito alcohólico ¿escuchaste? —Bramó mi papá. El rostro de Edward se contrajo y sentí como las palabras de Charlie finalmente habían calado hondo en la máscara de indiferencia que se había puesto Edward, él guardó silencio y supe lo que estaba pensando.

—Papá, escúchame tú a mí. —Interrumpí precipitadamente—. Edward es el amor de mi vida, el padre de mi hijo —sujeté su mano mirándolo con seguridad—. Me voy a casar con él y aceptaré todas las implicaciones que eso conllevé. Porque lo amo.

— ¡No! Escúchame Isabella…

—Ya basta Charlie —Sue, quien había permanecido neutral en esta discusión, interrumpió con voz suave pero firme—. Bella no es una niña y es dueña de su destino —caminó hacia a mi papá al tiempo que sujetaba una de sus manos que estaba cerrada en puños—. Una vez se fue con Jacob, y quizás no resulto bien…

—Jacob Black, es mucho mejor que este bastardo. —Siseó furioso, sin dejar de ver a Edward.

—Jake engañó a Bella con otra mujer, Charlie. —Susurró Sue. La cara de mi papá se desencajó al tiempo que me buscaba inmediatamente con los ojos. Bajé la mirada y Edward deslizó un brazo por mi cintura atrayéndome ligeramente hacía él, reconfortándome.

— ¿Eso es cierto? —Preguntó mi papá con un hilo de voz. Solo pude asentir—.  ¿Por qué no me habías contado nada, Bells?

—No quería que te formaras una impresión mala de Jacob —susurré—, ahora es mi amigo, para Edward es difícil verlo cerca de mí. Escuchó una última declaración de Jake, en un restaurante y malinterpretó todo —miré a Edward quién suspiró mientras bajaba sus manos suavemente de arriba abajo por mi cintura—. Sé que tiene un problema de alcoholismo, lo que no te he dicho tampoco, es que yo sé lo ocasioné.

—Isabella, sabes que eso no es cierto. —Acusó Edward, mirándome con el ceño fruncido.

—Sabes que sí lo es —respondí y miré hacia dónde un Charlie nos miraba visiblemente confundido—, abandoné a Edward papá. Lo dejé por… —respiré hondo—, ideas mías. Mi actitud lo hizo caer en una profunda depresión, lo llené de mentiras. Tenía miedo de volver a estar con alguien después de lo que me hizo Jake. Estar diez años con alguien, y ver como cambio todo lo que teníamos, por… otra mujer, me hizo insegura. Edward pagó las consecuencias de eso.

—Lo que tú hiciste no tiene que ver con las decisiones que yo tomé Bella. —Edward me tomó por la cintura girándome para que lo viera, sus ojos brillaban con determinación—. Soy y seré el único responsable por eso, no quiero volver a escuchar que te culpas por ello. —Charlie suspiró audiblemente.

—Tenemos que hablar, siéntense.

*

Edward POV

Explicarle a Charlie nuestra relación fue… bastante complicado. A ciencia cierta, no creo que la aprobara del todo o que me creyera, sin embargo, aceptó la decisión de Bella. De cualquier forma, no lo quedaba más remedio.

Pero si pensé que enfrentar a Charlie eran problemas, el rostro de Alice era otra cosa.

Mi hermana tenía su felina mirada clavada en la mía. Llevaba mirándome así alrededor de diez minutos, nadie mejor que yo, sabía lo enfurecida que seguía conmigo por enterarse de la forma en la que le pedí matrimonio a Isabella. Alice quería en ocasiones como esas; flores y corazones, una cena a la luz de la luna, música de fondo y al menos un anillo de por medio.

—¿Por qué sigues enojada Alice? Ya te había dicho que se lo iba a pedir.

—¡Pero no así! —Gritó frustrada.

—¿Algún día vas a perdonarme? —sacudió la cabeza en forma negativa—. ¿Hasta cuándo?

—¿Sabes lo importante que es para toda chica, un acontecimiento de esta magnitud?

—Lo sé, para la mayoría de las chicas es un sueño. Pero te aseguro que no lo es para Isabella.

—Eso es lo que tú crees.

—No es lo que yo creo Alice —pasé una mano por mi cabello—, si yo hubiera montado una de tus fantasiosas escenas, Bella habría salido corriendo incluso antes de que pudiera decirle algo. A duras penas estaba aspirando a su perdón, nunca creí que diría que sí.

—Es una necia cierto, pero estoy hablando de ti. Como mi hermano mayor, debiste considerarme. No te importó que esto fuera sustancial para mamá, no te importó que fuera lo que yo más quería en el mundo.

—Alice… —suspiré—, es que no lo planeé te lo juro, discúlpame por favor. —No respondió.

Siguió mirándome como llevaba haciéndolo ya mucho tiempo. Se veía enojada, frustrada y demás cosas. No me dejaba concentrarme ni avanzar con mi trabajo, pellizqué el puente de mi nariz hasta que la escuché suspirar.

—Con unas condiciones. —Murmuró en voz baja. Lo que me hizo elevar una ceja.

—Nada de condiciones, las odio. —Ella se encogió de hombros.

—Entonces que así sea. —Volvió a lanzarme una mirada furibunda.

—¿Cuál Alice? Dime de que puta forma te tengo contenta.

—Déjame organizarles la boda. —Pidió con una enorme sonrisa, yo abrí los ojos como platos

Mierda. Bella querría irse corriendo a casar a las Vegas, en cuanto le dijera lo que mi hermanita seguramente estaba pensando.

*

Bella POV

—Alice —suspiré—, ¿para qué voy a tener una despedida de soltera si ni siquiera puedo beber?

—Para divertirte, solo te vas a casar una vez, por favor ya lo habíamos hablado. —Refunfuñó mirándome con los brazos cruzados.

La miré y suspiré, no tenía caso que siguiera posponiéndolo, en realidad no había vuelta de hoja, Alice podía ser realmente terca cuando se proponía algo así que solo rodé los ojos y me encaminé hacia la puerta. Ella dio unos saltos, emocionada y corrió hasta su auto, con la gracia de una bailarina. Se veía radiante en su vestido verde, su cabello negro apuntando hacia todas direcciones y los tacones, Dios, los tacones eran de más de doce centímetros.

En cuanto entramos Rosalie, Angela y Jane nos estaban esperando ya en el bar, llevaban incluso algunas copas. Ambas me felicitaron y continuaron pidiendo caballitos de tequila.

—¡Por fin seremos familia! —canturreó Alice con una enorme sonrisa.

—Aún estás a tiempo de arrepentirte, Bella. —Murmuró Rosalie de forma sombría, haciendo que todas la miraran.

—¿Qué quieres decir con eso, Rose? —Preguntó Alice confundida.

—El que tu hermanito tenga tantos problemas con el alcohol, no me da buena espina, lo siento, Alice pero es la verdad. ¿Qué futuro puede esperar Bella a su lado?

El silencio que siguió a esa declaración nos dejó heladas. Yo miré hacía mi vientre, sintiendo un poco de nauseas, no me gustaba que hablaran de Edward así. Sabía que era difícil de creer pero no imposible, y yo lo amaba. Daría lo que en mi estuviera para ayudarlo, esta vez no lo dejaría solo en esa batalla.

—Mi hermano ha cambiado. —Dijo Alice cortando el silencio.

—¿Pero y si vuelve a caer? —insistió la rubia mirando a Alice fijamente—, toda la vida ha tenido problemas, incluso mira todo lo que ocurrió con mi amiga Jess… la pobre está muy mal y todo es culpa de tu hermano. —sacudió la cabeza en forma negativa.

—Hey, chicas —interrumpió Jane con voz suave—, estamos aquí para celebrar la despedida de Bella. No para arruinar fiestas, si no para hacerlas.

Rose se quedó callada y murmuró un: lo siento. El ambiente se aligeró un poco y en cuestión de minutos, de nuevo estaban riendo y bebiendo. Di gracias al cielo de que Jane me entendiera perfectamente y que con su manera de ser, siempre calmara a las personas. No agregó nada respecto al alcoholismo de Edward, Jane mejor que nadie sabía de lo que se trataba y al parecer estaba muy familiarizada con lidiar con personas como Rose.

—No te preocupes Bells, tú lo conoces mejor que nadie y solo tú puedes juzgarlo. —Susurró Jane con una sonrisa que no llegó a sus ojos.

—Lo sé, muchas gracias. —Balbuceé. Sabía que sería difícil, teníamos un largo camino por delante, no me había enamorado de ningún príncipe de los cuentos y estaba dispuesta a afrontarlo.

—¡Otra ronda! —Grito Alice volviendo a tomar la botella y sirviéndoles a todas tequila.

—Hay que celebrar. —Aseguró Jane sonriendo, aunque como yo, solo estaba bebiendo limonada.

—Por que seremos familia. —Comentó Rose elevando su vaso.

—Por el sexo —dijo Angela sorprendiéndonos—. No podemos olvidar eso. —Aseguró guiñándome un ojo. Todas nos soltamos riendo.

—Definitivamente, no podemos olvidar eso. —Canturreó Alice.

—Por una vida nueva. —Susurré acariciando mi vientre.

—Por una vida nueva. —Dijeron todas mientras chocábamos nuestros vasos. Me tomé la limonada mientras ellas se tomaban sus caballitos.

La noche continuó tranquila, hasta que Alice y Jane se fueron al tocador. Rose volvió inmediatamente al ataque, al parecer los caballitos estaban haciendo estragos con ella y no podía dejar de culpar a Edward.

—Es curioso que brindes por una nueva vida, cuando estás a punto de meterte en problemas, sabiendo cómo es Edward de voluble e irritable... —Insistió otra vez. Yo suspiré, no quería entrar en debates con ella pero tampoco podía quedarme del todo callada.

—De hecho no es curioso —aseguré acariciando de nuevo mi vientre, una sonrisa se dibujó involuntariamente en mis labios—, si no fuera por Edward jamás sabría lo que es una nueva vida, no estaría tan feliz como lo estoy ahora. No me arrepiento de nada, te lo garantizo.

La miré fijamente tratando de que entendiera, Rosalie me devolvió la mirada por unos segundos y finalmente suspiró. No supe si fue porque finalmente lo aceptó, o fue un suspiró cansino pero gracias a Dios, no volvió a decir nada más y la noche transcurrió tranquilamente.

Edward POV

—¡Por el abandono voluntario a la vida como la conoces hoy, Edward! —Gritó Demetrí elevando su bebida. Los demás gritaron en unísono mientras chocaban sus bebidas.

Yo simplemente rodé los ojos, era ridículo haberme puesto a mí mismo a prueba al aceptar venir aquí, pero quería comprobarme que yo era seguro. Que mi vicio no destruiría a Isabella, que realmente podría estar con ella y con mi bebé. Sabía que no podía haber una despedida de soltero ni una boda, sin que hubiera algo de alcohol y aunque Félix y Demetri hacían todo lo posible por ponerlo lejos de mí, no era suficiente. De hecho me estaba resultando como una maldita pesadilla. El olor alcohol, me resultaba como le resultaría la comida a un hambriento. Nervioso, me pasé las manos por el cabello, me temblaban demasiado y comencé a sentirme sofocado y nauseabundo.

Mi estómago se sentía extraño, revolviéndose con el olor de la bebida. Mis palmas comenzaron a sudar, y sin pensarlo comencé a mover uno de mis pies compulsivamente bajo la mesa, sintiéndome desagradable e incómodo con mi propia piel. La compulsión de tomarme un trago seguía ahí, mi cuerpo gritaba por un poquito del maldito líquido. Casi podía sentir mi garganta en llamas, necesitaba el líquido caliente deslizarse hasta mi pecho… Quería rogar por un trago, de verdad quería hacerlo pero si lo hacía, estaba seguro de que ya no podría parar. Un trago se convertía siempre en dos, luego en la botella, luego me despertaba tirado en algún maldito bar de mala muerte medio inconsciente, medio muerto.

—Felicidades hermano. —Frente a mí, un enorme y musculoso hombre apareció. Emmett me dio un abrazo de aquellos que trituraban costillas y algunos otros órganos internos. Jasper soltó una carcajada a su lado—. Tengo el presentimiento de que no te estás divirtiendo.

—Que va, estoy divertidísimo.  —Murmuré sarcástico.

—¿Seguro? —Insistió, yo rodé los ojos sin prestarle atención.

—Felicidades Edward, te deseo lo mejor. —Comentó Jasper—. Espero pronto pertenecer a ese club de casados. —Aseguró con una enorme sonrisa.

Definitivamente, Jasper era ese cuñado con el que todas las suegras sueñan. Su cabello rubio perfectamente acomodado, su ropa de diseñador escogida en su mayoría por mi hermana, sus buenos modales y su sonrisa perfecta. Respiré hondo, mi mal humor iba a contagiar a todos y no quería eso.

—Me daría mucho gusto que pertenecieras a nuestra familia. —Aseguré saliendo de mi estupor, tratando incluso de sonreír pero solo logré que Emm me mirara más.

—¿Seguro que estás bien? —Insistió elevando una ceja, estaba tratando con todas mis fuerzas de elaborar una respuesta adecuada cuando Demetri cayó a mi lado del sofá.

Su abrigo negro que le llegaba a hasta las rodillas, le había hecho perder el equilibrio y soltó una carcajada mientras se acomodaba.

—Tienes que aceptar que me ha quedado genial.

—Te ha quedado bien, cabrón arrogante. —Murmuré dando otro sorbo a mi bebida sin alcohol, mi hermano y mi cuñado decidieron desaparecer de mi vista.

—Me ha quedado genial, acéptalo. —Siseó. Sus ojos color almendra taladrándome con odio.

—Te quedo genial. —Comenté riéndome.

—¿Entonces por qué la cara? —Preguntó con el ceño fruncido.

—Tú sabes por qué. —Cuchicheé al tiempo que elevaba mi estúpida bebida.

—Oh mierda —suspiró Demetri—, lo siento mucho, te juro que estoy haciendo lo mejor que puedo, diablos si quieres podemos irnos, si no te sientes del todo bien yo…

—¿Qué va a pasar si no logro ser un buen padre? ¿Qué voy hacer si lo jodo todo otra vez? —Interrumpí sus parloteos.

—No lo harás, eres más fuerte que esto. —Aseguró mirándome como si estuviera loco.

—¿Cómo puedes estar seguro?  —Pregunté irritado. Era un puto cobarde y tenía ganas de desmoronarme, de gritar hasta que se me secara la garganta—. Soy un jodido alcohólico…

—¿Edward Cullen? —Fruncí el ceño cuando nos interrumpieron—. ¿No me recuerdas? Soy Eric Yorkie, el compañero de Bella… nos vimos hace mucho en las Vegas,  en hora buena por la noticia, ya sabes de tu boda y ahora… del bebé.

El fulano en cuestión lucía una camisa negra y unos sencillos pantalones del mismo tono, como si después de una larga jornada laboral hubiera terminado aquí, sus ojos rasgados no dejaban ver si lucia cansado o feliz. Lástima que no me diera gusto verlo en lo absoluto, era un mal momento para haberse enterado de algo que definitivamente no le incumbía.

—Eric, que gusto verte. —Siseé aunque en mis labios se dibujó una educada sonrisa, en mi mente solo pensaba como diablos iba a retirar lo dicho.

—¿Qué haces aquí? —Murmuró sonriendo.

—Hoy es mi despedida de soltero. —Respondí de forma algo irónica

—¿Gustas unirte? —Preguntó Demetrí.

Giré el rostro hasta encontrarme con mi amigo y quise fulminarlo con la mirada, pero pensándolo bien, si Eric se quedaba le diría que escuchó mal o algo, a mí no me importaba que la gente se enterara de mi adicción, que más daba, pero justo el compañero de Bella era el último al que hubiera querido decirle. Ella no tenía por qué pasar esa clase de vergüenzas.

La noche continuó su marcha, demasiado deprisa para mi gusto ya que aún no podía sacar a Eric de su error. Sin embargo me encontré con que resultó ser un sujeto bastante agradable, estuvimos hablando de mi auto así como de otros autos en realidad sirvió para distraerme un poco, de toda la bola de problemas en la que me sentía hundido.

—¿Fumas? —Preguntó Eric. Yo elevé ambas cejas, otro vicio no era precisamente lo que necesitaba aunque siempre podría probar, al menos este era nocivo de otra forma menos peligrosa.

—En realidad no, pero si tú lo haces podemos salir de aquí un momento. —Aseguré queriendo escaparme de lo que parecía una bomba de bebidas dirigiéndose a nosotros.

—¡Shots, para todos! —Gritó un compañero y eso fue como la señal que necesitaba para escapar inmediatamente.

—¿Vamos? —insistí literalmente sudando frío.

Lo último que necesitaba era más alcohol colándose por mi nariz. Había sido definitivamente una mala idea, me sentía como la mierda porque realmente creí que podría hacerlo, realmente confiaba en mí pero ahora y aquí, quería un puto trago como a nada en el mundo. Tenía que salir cuanto antes, podía hacer o decir cosas de las que seguramente me arrepentiría, por lo que no pude evitar sonreír cuando Eric se puso de pie.

Muy cerca de nuestro privado había una puerta de emergencia, al salir no esperaba  que diera directo a un callejón oscuro y frío, pensándolo mejor había sido un poco idiota no salir por la puerta principal, pero me repetí que a estas horas de la madrugada no había nada de qué preocuparse.

Dudaba mucho de que la prensa anduviera cerca pero por si acaso, me quedé cerca de la puerta por si tenía que meterme rápidamente.

—Me da mucho gusto que tú y Bella se vayan a casar. —Comentó Eric dándole una calada a su cigarro, la lucecita naranja casi era todo lo que podía distinguirse.

Mierda ¿pero por qué no había más alumbrado? Tendría que recordar esto cuando estuviera consiente, porque justo en este momento, no podía concentrarme, no podía pensar coherentemente. El aroma a licor era como una tentadora droga y estaba a nada de caer de rodillas.

—Bella es una chica estupenda. —Agregó ante mi silencio, sacudí ligeramente la cabeza tratando de enfocarme en el presente.

—Lo sé, es lo mejor que me ha pasado. —Arrastré las palabras sintiéndome terriblemente mal—. Bueno… te quería decir que escuchaste mal lo de que tengo problemas con el alcohol…

—¿Ah, quieres decir que eso de: soy un jodido alcohólico, era una broma? —Comentó dándole una última calada a su cigarro y lanzándolo al suelo, dejándonos en una oscuridad un poco más profunda.

Dios, aquella pregunta se había escuchado estúpida. Y más estúpido yo por no aceptarlo, definitivamente no quería serlo, me avergonzaba a mí mismo pero no había ya nada que hacer, solo podía combatir con esto para que Bella no se viera más perjudicada, lo último que quería es que se viera involucrada en chismes. Comencé a sentir más nauseas, el remordimiento por haberme convertido sin pensarlo en un monstruo, comenzó a carcomerme de nuevo, las palabras de Charlie, sus constantes miradas de decepción.

Mierda eso era terriblemente abrumador, no podía si quiera imaginarme estar en su lugar. Su pequeña niña estaba por casarse con un vicioso, no solo eso, iba a tener un bebé mío y estar pensando en no beber, me hacía querer un maldito trago aún más. Traté de enfocarme en la pregunta de Eric, traté de dejar de lado esos pensamientos.

—Bueno… —miré al suelo incapaz de verle a los ojos—. Más bien quisiera que nadie se enterara… de momento, te agradecería muchísimo si esto quedara entre noso... —De pronto el sonido de vidrios quebrarse me puso alerta, aunque solo cuando un tibio liquido corrió por debajo de mi nuca, comprendí que ese algo se había estrellado contra mí.

Más tarde aún, mi cuerpo reaccionó mientras trataba torpemente de apoyarme sobre las manos, estaba cayendo cual costal de papas. Aterricé contra el duro suelo en un sonido seco, las cosas que alcanzaba a ver, un contenedor de basura y un charco de agua sucia, se veían algo borrosas mientras sacudía la cabeza.

¿Qué jodidos estaba pasando? El líquido se deslizaba de mi cabeza hacia mi cuello, me llevé la mano solo para ver que aquello era sangre. El sonido de pasos acercándose me parecían martilleos directos al cráneo, hasta que cesaron frente a mí. Los zapatos negros y lustrosos de Eric fue lo primero que vi, tenía que ser él. O maldita sea, quizás un ladrón… aturdido traté de enderezarme, pero solo conseguí caer torpemente hacia atrás.

Mi vista se había adaptado a la oscuridad, y sin entender, comprobé que Eric estaba frente a mí, empujó su abrigo para poder ponerse en cuclillas, su mirada se volvió más rasgada mientras una extraña sonrisa se dibujaba en su rostro.

—¿Qué pasó? —pregunté con voz pastosa viendo mi mano ensangrentada.

—Edward, Edward… —canturreó, empujándome con tal fuerza que caí hacia atrás golpeándome de nuevo con fuerza, el puto dolor en la cabeza me nubló la vista y el  latido de mi corazón martilleó con fuerza sobre cualquier ruido.

La noche era oscura, no había luna. Pequeñas gotas comenzaron a caer sobre mi rostro. Estaba perdiendo la conciencia… y la batalla. Puta madre, esto no lo iba a permitir.

—¿Qué mierda te pasa? —bramé tallándome los ojos.

—Esto salió muchísimo mejor de lo que me hubiera imaginado —aseguró mientras caminaba hasta mí.

—¿De qué rayos estás hablando? —Me incorporé contra mis codos y el dolor en la cabeza se intensificó, incluso casi hace que me desmayara ahí mismo.

—Es hora de que le rindas cuentas a una personita que te quiere mucho.

—¿Qué? —cuestioné elevando el rostro solo para ver como un puño se estrellaba con fuerza en mi mandíbula y luego… nada.

*

 Bella POV

—¿Bella? —preguntaron del otro lado de la línea.

—¿Demetri? —Me puse de pie y me alejé un poco de la mesa  para escucharlo—. ¿Qué ocurre?

—¿Está ese mariquita de Edward contigo?

—¿Edward? No ¿por qué? —interrogué ligeramente nerviosa.

—No estés tratando de ocultarlo, que está contigo.

—No está conmigo, Demetri. ¿Por qué?

—Eh… bueno… —Se escucharon murmullos—. El bar está por cerrar y no lo vemos por ningún lado, supongo que ya está en camino… es que no contesta su celular.

Un sudor frío bajo por mi columna haciéndome estremecer, un mal presentimiento me recorrió el pecho haciéndome jadear.

—¿Entonces no saben en dónde está? —susurré.

—Seguro que no tarda en llegar, ¿te marco en 20 minutos para confirmar que ya llegó? —Asentí, pero rápidamente recordé que él no podía verme.

—S-Sí… está bien.

Cuando colgamos me quedé mirando fijamente el celular, era estúpido que me sintiera tan nerviosa y asustada. Era su despedida de soltero, podía irse con su hermano o… cualquier cosa. No debía sentirme tan mal, sin embargo no podía dejar de tener un agobiante presentimiento.

.

Edward POV

Jodida mierda.

El cerebro me punzaba en las sienes de forma terrible cuando abrí los ojos. Batallé para enfocar mi vista, peor aún, batallé para procesar qué me había pasado y dónde rayos estaba. Cada pensamiento parecía escarbar en mi cerebro con uñas afiladas y gemí de dolor. Cuando por fin logré enfocar la vista, aprecié frente a mí un amplio y descuidado recibidor, las cortinas que cubrían las ventanas lucían amarillentas, el aroma a humedad y encerrado me golpeó con fuerza.

Era algo así como una cabaña, con esfuerzo, intenté ponerme de pie y no pude. Diablos, estaba tan jodido, intenté de nuevo y nada, había algo que… con horror vi que tenía las manos y los pies sujetos a una silla.

¿Pero qué mierda?

Mi último recuerdo… era ese bar y… luego ese cabrón de Eric. ¿Qué demonios le pasaba? Furibundo me puse a tirar de las estúpidas esposas.

 —Has despertado —murmuró con una nota de sarcasmo esa jodida voz.

—¿Qué jodidos te pasa? ¡Suéltame! —rugí contra un sonriente Eric.

—¿Sabes? Por mí te mataría, Edward, lo haría de una vez por todas.

—¿Qué es lo que quieres? ¿Dinero? —pregunté sin dejar de moverme.

—Quiero algo mucho más importante que todo eso, más importante que tú.

Dejé de forcejear y me le quedé viendo, con mi único ojo abierto, porque justo ahora entendí que el bastardo debió golpearme con algo en la cara, ya que mi ojo izquierdo se negaba a abrirse. El sabor metálico de la sangre en mi boca me estaba provocando asco, sin duda estaba saliendo mucho de ese líquido rojo por todo mi cuerpo.

—¿Qué quieres? —inquirí en un siseo—. Déjate de juegos, ¿cuánto dinero quieres?

—No se trata del dinero. Quiero a Jessica Stanley.

—¿Jessica? ¿Qué? ¿Cómo que la quieres? —Ese enfermo podía lastimar a Jess y aunque ya no estuviéramos juntos, y sin duda no habíamos terminado precisamente con abrazos, nunca permitiría que le pasara nada.

—Bueno, ya que estás un poco… desorientado, quizás deba explicarte. ¿Te has enamorado? —resoplé.

Jodida mierda con éste tipo.

—No estoy para mariconadas, libérame de una puta vez —exigí.

—Porque yo sí que lo he hecho, Edward, creo que me enamoré de Jessica tan solo verla. La forma en la que conectamos en aquella conferencia fue… espectacular. ¿Cómo crees que me siento al saber por todo lo que ha pasado? ¿Toda la basura que ha vivido a tu lado?

—No me interesa cómo te sientas, enfermo. Te prohíbo rotundamente acercarte a ella, ¿me oyes? Déjala en paz.

—¿Tú crees que la quiero lastimar? —espetó con un ligero tono ofendido.

—Espero que no, maldito degenerado.

—Pues no, para nada, ella ya es mía. —Sonrió con algo de orgullo, se acercó  y tiró de mi camisa para que le viera el rostro—. Siempre lo ha sido y siempre lo será.

—Estás loco —escupí con desdén.

—Quizás sí, sobre todo al saber que no puedo estar con ella del todo… por la ridícula razón que al parecer ella aún no te puede superar. —Se rió con amargura—. No creo que lo haga y entonces no me deja más remedio que eliminarte.

Sus ojos negros parecían dos pozos sin fondo, terriblemente oscuros.

—¿La tienes aquí, secuestrada? ¡Jessica! —grité aterrado, si ese bastardo le había tocado uno de sus cabellos, siquiera uno solo…

—¡Cállate! —bramó, propinándome un derechazo en el estómago que me hizo escupir sangre, jadeé en busca de aliento mientras era consiente de todo el daño sobre mi cuerpo.

Mierda, me iba a desangrar, pero mi único pensamiento era Jessica, estando aquí con éste bastardo…

—Jess… —balbuceé.

—¡La dejaste estéril! —gritó, golpeándome otra vez, y ésta vez no supe si el dolor provino de los golpes o del hecho de que me gritaran esa verdad.

—¿Tú… tú cómo sabes que ella…?

—La idea es que desaparezcas, Edward, bueno… —sonrió—, esa es mi idea. Pero antes… Jessica necesita… no lo sé en verdad. —Se encogió de hombros—. Quizás quiera gritarte, reclamarte, no lo sé. Después de eso, da por terminada tu vida, te lo juro.

Apenas terminó de decirme sus estúpidas intensiones cuando la puerta de madera crujió al abrirse, ahí en el umbral, Jessica me miraba con una enorme sonrisa.


Mil disculpas chicas, sé que no tengo perdón y de verdad espero que aún sigan por aquí. Sí de algo sirve, ya terminé la historia y la subiré completa en estos días. Mil gracias por su paciencia :)

 

Capítulo 51: Todo o nada Capítulo 53: Transtornos

 


Capítulos

Capitulo 1: Superando Errores del pasado Capitulo 2: La nueva Asistente Capitulo 3: La razón Capitulo 4: Conociéndonos Capitulo 5: La comida Capitulo 6: Aventura Capitulo 7: Juegos Capitulo 8: Complicaciones Capitulo 9: Cada quién con su cada cual Capitulo 10: Aclarando dudas Capitulo 11: Planeando nuestra salida Capitulo 12: Bora Bora Capitulo 13: A flor de Piel Capitulo 14: Frente al mar Capitulo 15: Deteniendo el tiempo Capitulo 16: De regreso Capitulo 17: El viaje Capitulo 18: Confesiones Capitulo 19: Verdades al descubierto Capitulo 20: De regreso del Viaje Capitulo 21: Malos entendidos Capitulo 22: Cuestión de tiempo. Capitulo 23: Sorpresas Capitulo 24: Haciendo elecciones Capitulo 25: Por algo pasan las cosas Capitulo 26: Empezar de nuevo Capitulo 27: Cambios Capitulo 28: Amigos Capitulo 29: Final del día Capitulo 30: Salida Capitulo 31: Salida segunda parte Capitulo 32: Cosas por hacer Capitulo 33: Las Vegas Capitulo 34: No importa el tiempo Capitulo 35: En peligro Capitulo 36: Contigo Capitulo 37: Una nueva oportunidad Capitulo 38: Un mes Capitulo 39: Impulsos Capitulo 40: Queja Capitulo 41: Cita Capitulo 42: Nada es lo que parece Capitulo 43: Confrontaciones Capitulo 44: No hay vuelta atras. Capitulo 45: Central Park Capitulo 46: ¿Qué soy para ti? Capitulo 47: Visitas inesperadas Capitulo 48: Noticia Capitulo 49: Reacciones Inesperadas Capitulo 50: Adicción Capitulo 51: Todo o nada Capitulo 52: Propuesta Capitulo 53: Transtornos Capitulo 54: Tú, mi felicidad.

 


 
14445651 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios