Haciendo Elecciones (+18)

Autor: skuichy
Género: + 18
Fecha Creación: 26/01/2012
Fecha Actualización: 19/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 39
Comentarios: 248
Visitas: 145617
Capítulos: 54

Todo comenzó con una atracción; me gustabas, quería cazarte. Ambos teníamos pareja, así que sólo era eso, un juego. ¿Pero que pasa cuando uno de los dos quiere más? El juego deja de serlo y una terrible verdad queda sobre nosotros. En el amor las cosas nunca son fáciles, claro tampoco nadie me advirtió que serían así de difíciles.

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 41: Cita

Dicen que cuando esta más oscuro en la noche, es porque esta a punto de salir el sol. En los momentos más oscuros de mi vida recordarte, siempre ilumina mi corazón. Te extraño y te mando un besote hasta el cielo.

 

**Bella POV**

Sonreí cuando él se adelantó para abrir la puerta, el sol incandescente golpeó mis ojos al salir del departamento de Edward, pero cuando mi vista se ajustó no lo vi detrás de mí. Miré hacia un costado y finalmente lo encontré, un poco más retirado mirando hacia todos lados.

— ¿Qué ocurre?

—Estoy comprobando que no haya nadie… indeseable. — Murmuró.

— ¿Acaso también aquí te han seguido los reporteros? —Pregunté caminando hacia él.

—Sí, es imposible escaparme de ellos, pero Benjamín me ha dicho que no hay nadie, solo quería comprobarlo.

— ¿El portero?

—Sí.

Mordiendo mi labio, reprimí el impulso de preguntarle sobre la chica que el portero había mencionado antes, o por la chica rubia de hoy. Suspirando caminé hacia mi motocicleta, siempre estaríamos en medio del huracán y no quise ni imaginarme cómo se lo había tomado Jessica, no quería hablar de ella.

—Wow —dijo corriendo hacia mi motocicleta. —Es una CBR600, ese Newton te paga mucho mejor de lo que yo lo hacía, con razón me cambiaste. —Entrecerró los ojos mientras me observaba. Rodé mis ojos.

— No es gracioso.

No sabía mucho de motos, Jake me la había escogido y sí, aunque salió cara solo quería la mejor, que no me fuera a dejar tirada en ningún lado y que fuera rápida, que me hiciera olvidar con la velocidad cualquier cosa, no quería una moto de niña, una que fuera frágil y que me hiciera sentir… débil, o insegura.

— ¿Me dejaras conducirla?

—Claro —extendí el casco hacia él.

— ¿Estás loca? usaras el casco.

—Pero Edward…

—Nada —montando sobre la moto miró hacia adelante y la encendió —andando, no quiero que se haga de noche. —Suspiré derrotada mientras me ponía el casco.

En cuanto me subí me abracé levemente de su cintura, no quería parecer ansiosa de abrazarlo… aunque así fuera.

Él aceleró como loco por lo que ahora sí, con todo el pretexto del mundo, me sujeté fuerte de su cintura. Recostando mi cabeza en su amplia espalda e incluso con el tibio aire, me perdí en su aroma cerrando mis ojos. Otra cualidad más de Edward, él sabía andar en motocicleta.

¿Cuándo acabaría de sorprenderme?

Condujo hasta un súper mercado donde compramos todo lo necesario para un pequeño picnic, y luego, me llevó hasta un precioso lugar cerca de aquel lago tan hermoso que había visto cuando me dirigía hacia acá. Que resultó ser un gran parque.

Mientras aseguraba la moto lo recorrí con la mirada. Los deslavados jeans enmarcaban sus largas piernas y sonreí al mirar sus vans. Normalmente estaba acostumbrada a verlo como modelo de oficina, y no como modelo casual. La playera de cuello V en color gris se cernía perfecta a su vientre duro y liso, el viento jugaba con su cabello cobrizo.

Suspiré mientras él venía caminando hacia a mí, su rostro  varonil, sus espectaculares y verdes ojos resplandecían aún más por el paisaje. Se había dejado un poco de barba y simplemente se veía como el modelo más sexy que pudiera existir mientras sonreía llegando a mi lado.

—Eres tan transparente. —Murmuró y abriendo mis ojos desconcertada los desvié  hacia otro lado con un poco de vergüenza. Él soltó una risita. —Dame esto. —Sin dejar de sonreír tomó de entre mis manos la canasta de picnic.

Mientras caminábamos pude ver que varias chicas lo miraban riéndose como idiotas cuando por algún motivo Edward dirigía su mirada hacia sus murmullos estúpidos.

—Pues ¿qué rayos les pasa?, dime la verdad ¿es por mi cabello? —Preguntó desconcertado. —Sabes que no me gusta peinarlo, pero si tan mal se ve, lo peinare con tal de que ya no me estén mirando así.

—Eres tan ingenuo Edward. —Respondí y él frunció el ceño. Sonreí para explicarle — ¿No te das cuenta de que las deslumbras? —Él entrecerró sus ojos mientras me miraba.

— ¿Aún te deslumbro a ti? —Abrí mi boca pero nada salió, luego tragué saliva y lo intenté de nuevo.

Por supuesto que sí, eso ya lo sabes…—murmuré más para mí que para él, mientras sentía mi cara arder en llamas. Edward sonrió ladinamente y estaba segura que estaba disfrutando de ver mis reacciones.

— ¿Me deseas? —Mi mandíbula cayó al suelo. El oscuro y seductor tono que uso me llegó a lo más profundo de mí ser y mi vientre se contrajo expectante.

Claro que lo deseaba, todo el tiempo justo ahora, por ejemplo. Pero respondí un escueto:

—No.

—Que mal. —Acercándose a mi barrió con su pulgar mi mejilla y mordiendo mi labio reprimí un escalofrió. —Pero si no me deseas ¿Por qué te ruborizas? —Sacudiéndome de su tacto di la media vuelta para darle la espalda.

— ¿Siempre eres tan modesto? —Pregunté viendo a la gente pasar negándome a encontrarme con su mirada.

—Por lo general si —murmuró en mi oído, mi cuerpo se volvió a tensar —bueno solo contigo.

—Eso espero. —Indignada y un poco atontada, aceleré el paso.

El camino estaba formado por una columna de árboles que con su sombra, cubrían todo el recorrido. El viento ligero y tibio me reconfortaba, cerrando mis ojos tomé una gran bocanada de aire. Tenía que ser fuerte y no andar con celos absurdos, ni inseguridades.

 Edward me estaba correspondiendo ¿no?

Estaba aquí pese a cualquier pronóstico sombrío que tuve en la mañana cuando estuvimos en su departamento… Unas risitas me sacaron de mis pensamientos, su risa era melodiosa como pequeños repiquetes de un hermoso ángel. Abrí mis ojos y lo miré de reojo.

— ¿Qué ocurre?

—Isabella, parece que tampoco terminas de darte cuenta del efecto que tienes en los demás. —Dijo mientras lanzaba una mirada furibunda a unos tipos.

—No sé qué quieres decir, yo me siento muy insignificante a tu lado, de veinte personas que vienen pasando dieciocho te ven a ti y las otras dos me ven con cara de ¿qué haces a su lado?—  Dije lo último como un susurro.

Desvié mi vista de sus seductores ojos y miré hacia mi ropa, tan solo traía una blusa en color azul cielo debajo de mi cazadora, los jeans algo rotos pero no por viejos simplemente esa era la moda, quizás  más ajustados para mi gusto, pero Angie como siempre, tenía que regalarme ese tipo de cosas, mis converse para mitigar el dolor de mi aun lastimado tobillo, mi cabello suelto… nada del otro mundo.

Edward caminó más rápido poniéndose frente a mí, haciendo que me tropezara con su pecho y casi le tiro el cesto de comida que tenía entre sus manos que venía cargando amablemente por mí.

—Nunca digas eso, eres lo más hermoso que pueda haber ante mis ojos. —Sonrió e inclinándose sin aviso, me dio un pequeño beso en los labios. Dejándome como idiota cuando se retiró casi al instante.

—Gracias. —Suspiré con los ojos cerrados… ¡fue tan corto!… y sin abrirlos murmuré  —Creo que sí.

—Creo que sí, ¿qué?

—Que si te deseo. —Abrí mis ojos y me topé con sus ojos esmeralda brillando con un fuego tan arrasador que de pronto sentí que todo el parque ardía. Aclarando su garganta preguntó.

 — ¿Dónde vamos a comer?

—Por ahí —Respondí con una amplia sonrisa después de ver su reacción y señalé hacia unos árboles.

Edward extendió un mantel sobre el césped mientras yo hacia los sándwiches.

— ¿Y cómo diste con mi nueva dirección? —Preguntó sirviendo refresco para ambos.

— ¿Te molestó que viniera? —Murmuré casi desgarrando el pobre queso mientras lo rebanaba.

—No para nada, solo que bueno… —miró hacia las hojas de los árboles que se mecían de  un lado a otro —quería estar solo, necesitaba pensar, pero creo que todo mundo terminó por enterarse en donde vivía.

 ¿Todo mundo?

—Victoria me lo dijo, —respondí algo ofendida —y si piensas correrla o algo te juro que no fue mi intención interrumpir lo que quiera que estuvieras haciendo. —Unté la mayonesa casi como si quisiera perforar el pan. —Además si quieres puedo irme,  ya sabes, para que sigas pensando.

— ¿Estas celosa?

—No. Por mí puedes meter a la chica con la que estabas en la mañana en tu cama, o a la otra que me comentó el portero que te visitó, por mí no hay ningún problema. —Lo miré con odio mientras extendía el sándwich hacia él. —No te preocupes.

—Es bueno saberlo. —Tomó el sándwich y le dio una mordida.

—Ajá. —Murmuré masticando el mío casi como una mujer de las cavernas.

— ¿Y quién te enseño a andar en motocicleta?

—Jacob. Él ya me había enseñado antes, solo me ayudó a recordar, estuvimos practicando un poco —Respondí mientras daba un trago a mi soda. Sus ojos se volvieron fríos y  en su boca se dibujó una delgada línea.

—Así que sigues viendo a Black. —Murmuró entre dientes. — ¿Acaso no dijiste que no tenías nada que ver con él? —Su voz sonó tan fuerte que casi pareció un grito.

—No tengo nada que ver con él, solo es mi amigo. —Diablos, ¿seguía dudando de mí? — ¿Me vas a decir que tú si puedes enojarte y yo no?

—Te pregunté que si estabas celosa y dijiste que no. Yo sí estoy celoso, siempre voy a estar celoso de ese. Yo no me ando entre las ramas Isabella, no oculto mis verdaderos sentimientos, —clavó su felina mirada en la mía —y sobre todo no hago cosas que creo que pudieran beneficiar a los demás.

Ok, sí. Eso me cayó peor que una piedra, más bien fue como un meteoro.

—Deberías haber entendido mi indirecta, obvio que también estoy celosa. —Murmuré dando una pequeña mordida a mi sándwich.

—Ustedes las mujeres no ven que nosotros no siempre entendemos las indirectas, así que sé clara, además en nuestro caso… aún no sé hasta qué punto te importo. —Susurró y luego desvió sus ojos de los míos. Parpadeando sorprendida, dejé de la comida a un lado.

—Si manejar hasta acá y buscarte como loca durante un mes no te dice nada, —me acerqué un poco más a él —entonces no sé cómo más explicarte que lo estoy intentando. —Volvió a mirarme, sus ojos eran suaves y cristalinos cuando sonrío.

—Me ha encantado que vinieras.

—A mí también me ha gustado mucho venir a verte. —Respondí de vuelta.

Extendió levemente una mano hacia mí y tocó mis mejillas, sin poder evitarlo cerré mis ojos.

— ¿Cómo has estado? —Murmuró mientras tocaba ahora mi cuello, justo donde aún tenía un poco marcados los dedos de James, abrí mis ojos esperando que no viera eso.

—Bien. —Sin embargo su ceño fruncido me indicó que sí que lo había visto. —Solo bueno… a veces recuerdo lo que James me hizo y tengo un poco de miedo. —Un gruñido ronco y bajo escapó de los labios de Edward.

—Nadie jamás va a volver a tocarte.

—Lo sé. —Respondí mientras me restregaba cual gato sobre su mano.

— ¿Y tus padres? —Acariciándome el cuello pasó sus largos dedos ahora por mi cabello y con su otra mano, siguió recorriendo mis mejillas rozando mi piel con mucho cuidado.

—Charlie está bien, Renée… bueno… ella…—Cerré mis ojos y los ojos azul verde de Renée me miraron burlones, como aquél día que nos vimos, haciendo que me diera un escalofrío.

**Flashback**

—Cuanto tiempo sin vernos cielo. —Intenté esbozar una sonrisa pero no lo logré.

—No ha sido mi culpa, —Renée sonrió. Bien sabía que obvio era su culpa y no le importó — ¿Dónde está Phil? —Pregunté.

—Entrenando, —dio un sorbo a su café —estamos aquí porque su equipo ha venido a jugar este fin de semana  —sonrió —también quería verte.  

—Se nota que te morías por verme, —comenté sarcástica —cuando me hablaste para pedirme dinero.

—Sí,  estamos pasando por un mal momento, y necesito dinero para salir de aquí Bells. Phil todavía no recibe su primer cheque, no sabemos hasta cuando. Y justo me enteró de que sigues en Nueva York y ahora trabajas en Newton LTD…

—Ya me imaginaba algo de esto. —Murmuré.

— ¿Sigues con el inútil de Black?

—No tienes ningún derecho hablar así de él.

—Ojalá que no, de lo contrario —esbozó una media sonrisa —acabaras tarde o temprano, de vuelta al aburrido Forks, con tu padre…

**Fin de Flashback**

— ¿Ella qué? —Preguntó Edward.

—Ella… es rara, —moví mi cabeza a los lados queriendo despejar su recuerdo de mi mente —es como…mala. No quiero hablar de esto. —Él suspiró.

— ¿Algún día lo harás?

—Sí… te lo prometo. —Dije mirando directamente a sus ojos verdes buscando algo sin saber bien qué, pero que solo lo sentía cuando estaba con él.

Nos quedamos viendo, en un cálido silencio, mientras él seguía su recorrido con su pulgar ahora rozando mi labio inferior. El corazón me latía desaforado, como si nunca me bastaran sus caricias. Mi respiración comenzó hacerse irregular pero aun así, podía escuchar el suave sonido de su respiración cuando me recostó sobre el pasto ciñéndose sobre mí. Perdida en sus hermosas pestañas, en su seductora y posesiva mirada. Relamí mis labios que hormigueaban expectantes, él desvió sus ojos hacia el movimiento y, sin pensarlo más tiempo, jalé de su rostro para besarlo.

Su aliento cálido y dulce corrió por todas mis venas, cuando nuestros labios se tocaron, él me estaba besando con una ternura desconcertante, sin agresividad pero con insistencia, sus brazos me apretaron más contra su pecho como si quisiera transmitirme algo, ¿seguridad?

Enrosqué mis dedos en su cabello y arrastrándolo más hacia mí profundicé el beso. Y cuando mi lengua se encontró con la suya, todo mi cuerpo reconociéndolo, palpitó de anhelo arqueándome instintivamente hacia él.

De pronto Edward finalizó el beso, y me miró esbozando una media sonrisa, pasando perezosamente su pulgar por mi, ahora  caliente piel.

—Te quiero Edward. —Susurré o jadeé…  quien sabe. Su respiración era regular y calmada, mientras que yo a duras penas conseguía que el aire llegara a mis pulmones.

—Eso espero. —Murmuró y riéndose se puso de pie extendiéndome su mano.

Después de terminar de comer, caminamos un poco por la orilla del parque mientras platicábamos. Me recliné sobre la orilla de hierro forjado de la barandilla, que dividía el parque del lago, admirando el majestuoso atardecer, era como amarillo con rojo, incluso algunos tonos rosas, un crepúsculo precioso.

El viento jugaba con mi cabello enmarañándolo y tomé una gran bocanada de  aire que, a esta hora, ya era fresco. Me asombraba este lugar, me hacía sentir libre, los cálidos brazos de Edward  me rodearon la cintura por detrás y no pude más que apoyar mi cabeza contra su hombro, él me señaló cosas del otro lado del lago lo cual me impresionó, ya que conocía muy bien este lugar. Traté de ponerle atención porque me sentía turbada con su calidez y su sólido musculoso pecho contra mi espalda.

Con él me sentía completamente segura, eso era lo que Edward siempre me transmitía y sabía que nadie podría intentar volver hacerme daño. Paso su rostro por mi cuello haciendo que su barba me estremeciera por completo…

—Debo irme o se hará de noche. — Murmuré despacio,  mi voz sonó más melancólica de lo jamás hubiera pensado mientras seguía viendo el crepúsculo. Girándome hacia él me miró con el ceño fruncido.

— ¿Estás loca? No te iras de noche por supuesto que no.

—Solo vine a visitarte —Lentamente, subí mis manos por su pecho hasta llegar su cuello donde enrosque mis brazos —me ha encantado este día, —sonreí —pero tengo que irme.

—He dicho que no —apretó mi cintura como si así pudiera detenerme —si quieres lo harás mañana temprano, pero no te iras hoy.

— Ed…— puso un dedo sobre mis labios.

— No Isabella, no me hagas esto ¿quieres que me vuelva loco de nervios?

**Edward POV**

De ninguna manera en el mundo dejaría que Bella se fuera sola, a mitad de la tarde y conduciendo esa motocicleta. ¡Joder no! Era casi como mandarla vestida de caperucita en el bosque. ¿Y si le pasaba algo? No me importaba que tuviera que hacer para retenerla, si había que amarrarla, si tenía que descomponer su motocicleta, si tenía incluso que chocarla,  lo haría pero ella no se iría.

— Esta vez conduciré yo, así dejaras de dudar de mi pericia en la carretera. —Extendió su mano para que le diera las llaves y rodando mis ojos se las lancé.

—No lograras convencerme.

Me subí sujetándome de su pequeña cintura y me imagine lo ridículo que me vería detrás de ella, pero ese pensamiento quedo totalmente fuera de lugar cuando se inclinó aún más restregándome, quiero creer inconscientemente, su firme trasero y luego miró por arriba de su hombro.

—Sujétate bien Cullen. —Murmuró en tonó seductor.

A penas iba a decir algo cuando aceleró y Dios. Lejos de tranquilizarme me puso, digamos que… quería parar la motocicleta y hacerle el amor sobre ella, eso sería tan excitante, de solo pensarlo ya tenía problemas.  Y peor aún, su tono seductor, tenerla en esta postura… traté de concentrarme en los árboles, el pavimento, en que era ya de noche…

Me bajé en cuanto llegamos con el pretexto de asegurarme que no nos había seguido nadie, y pedirle a Benjamín que guardara la moto de Bella.  En realidad necesitaba un poco de aire fresco, lejos del olor a fresas y miel.

— ¡Ed! —Jane saltó a mis brazos tomándome por sorpresa —tienes que contármelo tooodo. ¿Qué te dijo?, ¿qué le dijiste? y luego cuando respondiste ¿qué te dijo? y luego cuando…

— ¿Interrumpo? — Bella salió detrás de Benjamín, su mirada de nuevo centrada en Jane.

—Para nada, Isabella ella es Jane, mi vecina.

—Mucho gusto Jane. —Murmuró Bella y noté que estaba celosa

—Ey, ¿qué tal? —Jane respondió con una sonrisa.

— ¿No nos invitas algo de tomar? —Pregunté con toda la intención de molestar a Bella, por más ridículo que sonara, adoraba verla celosa.

—Claro, los espero en mi habitación.

**Bella POV**

El departamento de Jane era sumamente diferente al de Edward, era muy colorido, totalmente en naranja, con los sillones verdes, y las cortinas rosas, todo gritaba vida. Tomé asiento mientras Edward se perdía con ella haciéndole cosquillas mientras preparaban palomitas.

Dios, me sentía tan increíblemente celosa, podría matar a la pequeña niña rubia, pero no. Algo en su forma de ser no era más que amistad, una linda amistad, ajá eso tenía que ser. Ella era buena para Edward, lo hacía reír, lo cuidaba, lo trataba bien. Todas las cosas que yo no había hecho en todo este tiempo.

—Isabella —Edward me extendió un refresco —si te contará como conocí a esta mujer no lo creerías.

—Entonces no se lo cuentes. —Refunfuño Jane.

Fue así como la noche nos tomó por sorpresa y sin querer un bostezo salió de mis labios.

—Es hora de que nos vayamos —Edward se levantó ofreciéndome su mano.

—Está bien, espero que descansen. —Dijo Jane entrecerrando los ojos mientras veía a Edward.

Llamaron a la puerta y resultó que era Benjamín, quien necesitaba ver con Edward algo sobre mi moto, por lo que se disculpó llevándoselo unos momentos y dejándome sola con Jane fuera de su departamento. Un silencio incomodo se estableció entre nosotras, no podía irme porque no tenía llaves de la habitación de Edward por lo que me recargué contra la pared. Nunca fui buena rompiendo el silencio pero hoy, podía hacer una excepción.

—Jane ¿te caigo mal? —Ella sonrió y me jaló de nuevo cerrando la puerta, sorprendiéndome.

— ¿Por qué lo dices?

— Estas muy seria y… yo me preguntaba si… bueno tú quieres a Edward. —Balbuceé.

— ¿Quererlo de gustarme? ¿Así como tú? —Asentí. Ella soltó una sonora carcajada — ¡Por supuesto que no!

— ¿Entonces porque eres tan seria conmigo?

—Tengo poco de conocer a Ed, y ya lo quiero, como a un hermano nada más. Solo… no sé, —sus grandes ojos azules me vieron directo a los ojos —espero de verdad que lo de ustedes se solucione, por el bien de los dos.

—Esto… bueno no ha sido fácil…

— ¿Y quién dijo que la vida era fácil? Si así fuera sería muy aburrido, no deben tomarse las cosas tan a pecho, ambos huyen de sus problemas y eso no es bueno.

—Estoy tratando de cambiar. —Tomé un trago de aire. —De verdad lo estoy tratando.

—Yo no tengo ningún interés en él, sin embargo…

—Sin embargo ¿qué? —Ella me miró a través de sus grandes ojos azules fijamente, y luego paso una mano por su cabello empujándolo hacia atrás.

— ¿Isabella? Todo listo ¿nos vamos? —La profunda y seductora voz de Edward a mis espaldas me hizo dar un respingo. ¡Maldición! Jane no me había alcanzado a responder.

—Sí, muchísimas gracias por todo Jane eres muy linda. —Murmuré.

—Sí, sí amigable, hermosa y todo lo demás. —Respondió con una sonrisa luego miró a Edward — pórtense bien ehh —me sonrojé por su comentario.

Seguí a Edward a su departamento y luego me guió hacia una recamara.

—Dormirás en mi habitación, yo dormiré en el sofá. —Caminé curiosa por la amplia habitación, abrí una puerta que resultó ser el baño, era grande y decorado en verde… di un paso hacia dentro y un sonido crujir bajo mis zapatos me hizo darme cuenta de que había pisado un montón de vidrios, levanté mi mirada y pude ver que se había roto un gran espejo y en la parte del centro tenía el golpe como si le hubieran aventado algo o… recordé la mano de Edward y llevé mis manos a mi boca conteniendo un gemido.  

—Lo lamento Isabella, olvidé recoger este desorden… —se apresuró a buscar con que recogerlo y luego volvió como un relámpago comenzando a barrer los destrozos.

—Edward —Toqué su brazo cuando terminó de recoger, él giró su vista hacia mí  — ¿tu… lo has hecho?  —Suspiró dándose media vuelta, lo seguí mientras él se sentaba.

Recargando sus brazos sobre sus rodillas hundió su mirada en el suelo evitándome, así que me puse en cuclillas a su lado.

—Aquí estoy cielo —Toqué sus mejillas con una de mis manos y con la otra me apoye en su rodilla —lamento llegar tarde, no sé qué es por lo que estés pasando pero aquí estoy. Soy una tonta egoísta porque no te he preguntado algo tan  importante… ¿Tú como estas?

Elevó su mirada encontrándose con la mía, y me dejó sin aliento. Transmitía mucha inseguridad y… ¿sufrimiento? Me jaló hacia sus brazos, me levanté y luego me senté a horcajadas sobre él. Hundió su rostro en mi cuello y sin poder evitarlo me estremecí al sentir sus labios en mi cuello, froté su espalda en un intento de calmarlo.

— ¿Quieres hablar de esto cielo?

— No.

Cerré mis ojos y suspiré derrotada. Cuando se ponía así, no había manera de hablar. Duramos en esa posición no sé por cuánto tiempo, él pasaba sus labios por todo mi cuello, apenas rozándolo mientras el deseo de girarlo a mi boca iba creciendo cada vez más.

—Ayer vino Jessica. —Interrumpió el silencio. —De nuevo, es decir, ha estado viniendo seguido a visitarme.

Mi cuerpo se tensó inmediatamente. Tragué saliva, la detestaba, bueno no, bueno… no sé.

— ¿Por qué a ella si le diste tu dirección?

—No lo hice —apretó fuerte mi cintura y contra mi cuello su barba me raspó mientras sonreía —Fue mi hermano Emmett. —Suspiré y tomé aire.

—Supongo que está luchando por ti. —Susurré y de nuevo el silencio se estaciono entre nosotros. —Quizás Emmett tenga razón después de todo, solo te hago daño cielo. —Me enderecé para mirarlo a los ojos.

— ¿Emmett? —Preguntó con el ceño fruncido.

—No quiero ocasionarles problemas, olvida lo que dije. —Desvié mi mirada de la suya.

Me debatía entre mi preocupación por él, que me empujaba a quedarme y entre lo que había logrado hoy con mucho esfuerzo. Sin embargo esta forma de enfrentarse a los problemas no estaba hecha para mí. Quería irme inmediatamente si fuera posible. Edward tomó mi mentón y con firmeza me hizo mirarlo.

— ¿Qué tiene que ver Emmett?

—Bueno yo… te busqué en Cullen y él no me quiso dar tu dirección, dijo que solo te hago daño y creo que tiene razón. —Los ojos de Edward se volvieron duros y antes de que pasara a mayores puse mis manos en su pecho. —Pero no puedo evitarlo cielo, y aquí estoy de todas maneras.

—Tendré una plática con mi hermano.

—Edward no quiero que…

—Shhh —Interrumpió. —No me digas que hacer nena, no voy a dejar que nadie y eso incluye a mis hermanos, se interpongan en esta oportunidad que nos estamos dando.

Sus ojos verdes brillaban con determinación, dejándome sin habla él siguió contemplándome por lo que me pareció una eternidad.

—Necesito que… —rompió el silencio —necesito saber que estarás para mi Isabella, te necesito. —Deslizó sus manos hacia mi nuca atrayéndome a él. Su voz mezclada con un pequeño ruego hizo correr la sangre por mis venas. —Cuando no estamos juntos me comportó como un imbécil, no puedo pensar, no puedo trabajar y no importa lo que haga, todo en lo que puedo pensar es en ti.

Sus profundos ojos verdes me traspasaron anhelantes haciendo hervir mi piel acelerando mi corazón. Un zumbido cortaba el aire tronando en mis oídos y pensé que de seguir así iba a sufrir un infarto.

¿Cómo podía necesitarme? ¿De qué manera podía ayudarle?

—Estoy trabajando en ello cielo, estoy aquí y te amo ¿de qué manera puedo ayudarte?— no respondió. —Sé que yo también tengo problemas Edward, mis inseguridades no son un orgullo para mí, es por eso que necesito visitar a mi padre, además necesito… aclarar algunas cosas con mi madre. —Pasé mis dedos ligeramente por su mejilla y cerró sus ojos.

—Lo sé nena eso me da gusto.

—Esta semana tengo que ir a Seattle y si no es mucho problema veré la forma de ir a Forks, tengo que salir de viaje de hecho mañana después de medio día. —Apoyando mi barbilla en su hombro comencé a frotar de nuevo su espalda.

Él suspiró —Quebré el espejo porque soy un estúpido, creo que últimamente no hago más que idioteces. —Detuve mis manos en seco y me enderecé mirándole fijamente.

—Edward Cullen, no eres un estúpido no sé qué te esté ocurriendo cielo y no voy a saberlo si no quieres contármelo, pero sé que puedes contra todo esto y mucho más.

—Eso lo dices porque me quieres.

—Esto lo digo porque te conozco.

Tomó mi rostro entre sus manos, y nos miramos fijamente por unos segundos luego él miró mis labios y se inclinó hacia mí, buscando mi boca pero a diferencia del frenesí que yo sentía, él me besó lentamente, tan lento que comencé a derretirme en sus brazos mientras él daba pequeños mordiscos a mi labio inferior. Su lengua jugaba con la mía con suavidad y el calor en mi piel se disparó tan rápido que me sorprendí cuando encontré mis manos enredadas en su cabello, masajeándolo, acariciándolo lentamente. Como me gustaría saber en qué estaba pensando, preguntarle ¿por qué demonios se había hecho daño? tantas cosas y tan pocas respuestas.

De pronto, se puso de pie sujetándome por los glúteos, un pequeño grito en sorpresa salió de mis labios, y enredé mis piernas en su cintura para no perder el equilibrio.

— ¡Edward! —Dije riéndome mientras me estampaba contra la pared, fundiendo su cuerpo al mío.  Por el contrario, él no tenía en sus gestos ninguna diversión, sus ojos oscurecidos me atravesaron.

Te necesito Bella…—Murmuró con voz ronca y luego volvió a besarme de forma suave y posesiva dejándome sin aliento, haciéndome sentir algo temblorosa.

Por fin me había llamado Bella, todo el tiempo me llamaba Isabella haciéndome sentir como una completa extraña a su lado. Comenzó a mecerse contra mí haciéndome sentir su enorme erección contra mi sexo, el movimiento era tan excitante, que sin ningún otro contacto, podía alcanzar aquí mismo un orgasmo e inconscientemente, mi cuerpo comenzó a ondularse contra él.

Pero algo no iba bien, su necesidad en cada beso era tan fuerte, que lo de menos seria continuar con el juego, el placer se arremolinaba en mi centro de manera abrumadora haciéndome olvidar si quiera porque debía detenerle.

Edward, cielo— jadeé entre sus labios, pero pareció no importarle.

Descendió por mi cuello dejando besos húmedos y cuando escuché el sonido del cierre de mi cazadora abrirse, casi me hizo hiperventilar. Moviéndome con dificultad,  me la quité lanzándola por algún lado de la habitación. Sus manos pronto volvieron a estar sobre mi cuerpo con una necesidad tan intensa, que provocaban que mi cuerpo se sintiera lánguido sobre sus fuertes brazos.

Bueno quizás podía consolarlo de esta manera, en realidad también lo necesitaba, más que nada… una de sus manos subió por mis pechos y con la otra me aferró más a su cuerpo, como si yo pensará separarme. ¡Que tonto! Lentamente deslicé mis manos a través de su playera tocando su tonificado cuerpo, haciendo que se estremeciera y como acto reflejo, yo también lo hice. Podía descender mis manos por su pecho y llegar al botón de sus vaqueros, podríamos terminar teniendo sexo y no haciendo el amor. Esto no estaba bien. No así…

—Cielo dime por favor ¿Por qué rompiste el espejo? —Pregunté de nuevo.

Mi pregunta logró su cometido, sus manos se detuvieron en seco y la urgencia abandonó nuestros cuerpos, lentamente solté mis piernas de su cintura para apoyarme en el suelo. Y ligeramente me recosté sobre la pared agradeciendo que estuviera ahí o me caería en lo que al menos podía controlar mi respiración entre cortada. Su mirada era indescifrable y sabía que no conseguiría que hablara de esto.

—Yo… lo siento. Será mejor que descanses, debió ser pesado viajar tanto tiempo en motocicleta. —Murmuró mientras caminaba hacia la puerta. Suspiré ante su evasiva y caminé hacia un lado sin decir nada. — Que descanses Isabella.

Me recosté tal cual en la cama, solo me quité mis jeans y los aventé por algún lado, mirando el techo fui cerrando mis ojos, pero me negaba hacerlo.

Segura de que no iba a poder dormirme si no hablábamos de esto, caminé hacia la puerta y al abrirla no fue a Edward lo que vi si no, un gran jardín lleno de flores… como un prado, recordaba ese lugar.

Sonriendo me dispuse a buscarlo mientras veía las flores mecerse de un lado a otro, al fondo observe una alta silueta mirando el horizonte, el viento movía mi cabello y lo puse detrás de mis oídos mientras caminaba hacia él sonriendo, se veía hermoso e imponente no importaba donde estuviéramos. Se giró y comenzó a caminar hacia donde yo estaba, pero esos no eran sus ojos, estos eran azules y… violentos, mi corazón se oprimió en mi pecho haciéndome jadear, retrocedí unos pasos y mis tacones se hundieron en el piso provocando que cayera estrepitosamente contra el suelo, que ya no estaba cubierto de flores si no que era solamente tierra.

 Inmóvil y aterrada elevé mi vista para toparme con la de James, su risa retumbaba en todos mis sentidos y de nuevo estaba sola… nadie venía a salvarme. Lagrimas descendieron de mis mejillas.

Los príncipes no existen Bella te lo dije.  —Susurró a mi lado Renée.



Bueno chicas no hubo mucho que pensar, con tan lindas lectoras me queda claro que aunque sigo molesta, ustedes no tienen la culpa, además ya bastante las hago sufrir tardandome muchas semanas en actualizar y como les habia dicho, el capi ya lo tenía. Gracias por tooodos sus coments de aliento Gina se que siempre me lees :B gracias linda, Lilly_Pattz un gusto conocerte y claro, yo me paso a leer tu historia, Martha linda no me podias faltar gracias por el apoyo, Quequeta un gusto tampoco me habia tocado leerte gracias por los animos, Naybella tampoco tenia el gusto de conocerte gracias!, NataliaRendon bueno tu como yo tambien te viste afectada ni hablar, y que risa con lo de tu cel me hiciste el día, AstridCullen y sin duda por tí es que subo este capi, porque tienes razon ya de por si me tardo montones y ahora quejandome jajaja bueno disculpen por la tardanza.

Gladys, Rebbe lindas sé que me siguen a donde me vaya jaja las quierote. Rebbe gracias por las correcciones y el tiempo que esto te lleva te quedo genial :B

Les cuento que ya estoy escribiendo otras historias, aun no sé si las suba aqui, en dado caso ya les aviso y si las subo pues les pondre la liga para que me acompañen en mis locas ideas como hasta hoy, muchas gracias!

Y volviendo a la historia ¿Que les parecio? Edward y Bella aún tienen mucho que trabajar, pero al menos lo haran juntos, como ven ¿Ya en caridad de Dios? ¿Me perdonaran poquito por no tenerlos juntos del todo? haha espero sus comments, si quieren un voto o un me gusta en el face pero ya saben que lo que más me gusta, es saber su opinión.

 

Capítulo 40: Queja Capítulo 42: Nada es lo que parece

 


Capítulos

Capitulo 1: Superando Errores del pasado Capitulo 2: La nueva Asistente Capitulo 3: La razón Capitulo 4: Conociéndonos Capitulo 5: La comida Capitulo 6: Aventura Capitulo 7: Juegos Capitulo 8: Complicaciones Capitulo 9: Cada quién con su cada cual Capitulo 10: Aclarando dudas Capitulo 11: Planeando nuestra salida Capitulo 12: Bora Bora Capitulo 13: A flor de Piel Capitulo 14: Frente al mar Capitulo 15: Deteniendo el tiempo Capitulo 16: De regreso Capitulo 17: El viaje Capitulo 18: Confesiones Capitulo 19: Verdades al descubierto Capitulo 20: De regreso del Viaje Capitulo 21: Malos entendidos Capitulo 22: Cuestión de tiempo. Capitulo 23: Sorpresas Capitulo 24: Haciendo elecciones Capitulo 25: Por algo pasan las cosas Capitulo 26: Empezar de nuevo Capitulo 27: Cambios Capitulo 28: Amigos Capitulo 29: Final del día Capitulo 30: Salida Capitulo 31: Salida segunda parte Capitulo 32: Cosas por hacer Capitulo 33: Las Vegas Capitulo 34: No importa el tiempo Capitulo 35: En peligro Capitulo 36: Contigo Capitulo 37: Una nueva oportunidad Capitulo 38: Un mes Capitulo 39: Impulsos Capitulo 40: Queja Capitulo 41: Cita Capitulo 42: Nada es lo que parece Capitulo 43: Confrontaciones Capitulo 44: No hay vuelta atras. Capitulo 45: Central Park Capitulo 46: ¿Qué soy para ti? Capitulo 47: Visitas inesperadas Capitulo 48: Noticia Capitulo 49: Reacciones Inesperadas Capitulo 50: Adicción Capitulo 51: Todo o nada Capitulo 52: Propuesta Capitulo 53: Transtornos Capitulo 54: Tú, mi felicidad.

 


 
14445505 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios