Haciendo Elecciones (+18)

Autor: skuichy
Género: + 18
Fecha Creación: 26/01/2012
Fecha Actualización: 19/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 39
Comentarios: 248
Visitas: 145650
Capítulos: 54

Todo comenzó con una atracción; me gustabas, quería cazarte. Ambos teníamos pareja, así que sólo era eso, un juego. ¿Pero que pasa cuando uno de los dos quiere más? El juego deja de serlo y una terrible verdad queda sobre nosotros. En el amor las cosas nunca son fáciles, claro tampoco nadie me advirtió que serían así de difíciles.

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 44: No hay vuelta atras.

He aprendido a no preguntarle a la vida ¿Qué más puede pasar? por qué al parecer le encanta la ironia. El dolor que me causo tu muerte, me sofoca, me duele en cada latido del corazón y te juro que no quiero preguntarme ¿cuanto más puedo aguantar? porque ya le tengo miedo a la vida. Siempre te voy a querer, por favor saluda a mi abuelo de mi parte, felicidades hoy en tu santo.

 

**Bella POV**

—Soy yo, ábreme.

Sonreí, la respuesta era bastante absurda pero su voz, aunque un poco ronca, era igual de seductora. Edward cubría con su enorme cuerpo la luz que se colaba de fuera, ya que con su estatura, alcanzaba casi el marco de la puerta, sus jeans enmarcaban sus largas piernas dándole un aspecto juvenil, su ajustada playera roja con un estampado de Hugo Boss dejaba ver su tonificado dorso, sus brazos sosteniéndose a ambos lados de la puerta como si fuera a caerse, sus ojos brillando desafiantes, su cabello cobrizo revuelto hacia todos lados como si acabará de levantarse y… era simplemente hermoso.

Él no  fue por ti —recordó mi subconsciente. Cierto, debería de estar molesta. —Recuérdalo bien Isabella Swan no dejes que te engatuse.

—Pasa. —Murmuré con la garganta  un poco seca.

Él no dijo nada, entró y mientras ponía mi celular en una mesita de noche, encendí la pequeña lámpara. Mi estancia era pequeña en color verde olivo, el piso de madera brillante destacaba los sillones negros, en el centro una enorme alfombra en colores rosa y blanco decoraba el suelo. Sin ninguna división entre la estancia y la cocina, tenía un pequeño comedor para cuatro personas en color negro.

Pero todo aquello, se veía insignificante y pequeño, para darle alojó a la hermosa criatura que me miraba con brillantes ojos verdes. Él estaba de pie, justo en medio de la sala, su rostro de adonis fue bañado por la tenue luz, su ceño fruncido y su enorme cuerpo se movía extrañamente de un lado a otro. Por un momento me quedé pérdida en sus fieros ojos, fijos en mí, anunciando la tormenta que el resto de su cuerpo ocultaba, dejándome estática justo donde me encontraba, incapaz de moverme.

— ¿Eres igual que las demás? —Preguntó con voz fría y distante, rompiendo el silencio.

— ¿Qué? —Parpadeé confundida. — ¿De qué hablas Edward?

— ¿Sabes? —sonriendo torcidamente, caminó hacia mí con su andar felino —ahora a todas las mujeres les ha dado por verme la cara, y me preguntaba —se detuvo a unos centímetros de mí, era tan alto que tuve que elevar mi mirada —si seguirás usándome, ya sabes… —se encogió de hombros restándole importancia —como un títere.

Mi corazón se apretó dolorosamente contra las costillas como si me hubieran aventado agua helada,  mi respiración se aceleró… sus ojos oscurecidos no transmitían nada, como si estuvieran sin vida. Tomé un nervioso trago de aire, todo él olía un poco a bebida y por supuesto… a Edward, a esa loción suya, a su aroma mezclando todo de manera confusa… Como sus palabras.

—Yo debería estar enojada, ni siquiera fuiste por mí y ahora ¿me sales con esto? —Dije molesta.

—Cuando llegué ya no estabas. —Sonrió encogiéndose de hombros.

— ¿Has estado bebiendo? —Elevé una ceja.

—No. —Respondió con voz firme y ojos certeros.

— ¿Entonces?... ¿Qué ocurre? ¿Qué tienes? —Pregunté sin dejar de mirarlo.

—Estoy viviendo mi Apocalipsis personal Bella. Estoy caminando por una delicada línea entre lo que está bien y lo que está mal.

—Estás borracho. —Afirmé sin temor a equivocarme.

—Sí y muu-choo—dijo alargando las palabras de forma exagerada y una de sus cobrizas cejas se elevó desafiante — ¿también me vas a regañar? —Negué con la cabeza sin dejar de verlo —bueno, al menos en eso no eres como las demás.

— ¡Basta Edward! ¿Por qué me estás diciendo todo esto? —mi voz parecía quebrarse con cada palabra sin embargo, tenía que mantenerme firme. — ¿Es por lo de Jacob? —Pregunté. Él sonrió como si la pregunta fuera ingenua.

—Es por lo de Black, es por lo que he vivido tantos años… todo es una mentira. —Una de sus manos alcanzó un mechón rebelde de mi cabello y lo puso detrás de mí oído. —Eres tan condenadamente hermosa, que me desconcentras. —Susurró para sí mismo. Lentamente deslizó la mano por mi mandíbula y barrió con el pulgar mi mejilla. —Tan hermosa que puedo perdonarte una y otra vez, y otra, y otra —Dijo sonriendo.

No comprendía nada, él había estado bebiendo ¿Por qué había visto a Jake en Forks?... ¿Por lo que pasaba con nuestra… relación? o ¿Lo que sea que tenemos? No podía dejar de observarlo, estaba como hipnotizada. No podía pensar qué cosa lo pudiera poner así, al parecer él no había resuelto ninguno sus problemas, y yo no tenía ánimo de comenzar una discusión, no cuando él se encontraba en este estado. Además lo extrañaba tanto que dolía.

—Te amo. —Susurré. Sus ojos se ampliaron como si hubiera recibido una bofetada deteniendo sus caricias en mi rostro.

—No, —masculló viéndome como si me hubiera convertido en un monstruo —no digas cosas que no sientes. —Cerró ambas manos a los lados de su cuerpo, luego caminó unos pasos hacia atrás.

— ¿Qué ocurre cielo? no soy como las demás, —lentamente di un paso hacia él —te amo, más que a nada ¿no lo ves? te prometí no mentirte más y eso he estado intentando, sé que te herí viendo a Jacob, pero te hubiera herido más si no te lo hubiera dicho. —Me detuve justo frente a él. —No quiero que los malos entendidos se establezcan entre tú y yo. —Tomé sus manos.

—Los malos entendidos se establecen en todos lados Isabella, —dijo con voz ronca llena de ironía —las personas mienten porque al parecer disfrutan con ello, quizás sea un hobby ¿Te divertiste mintiéndome?

— ¡No! —Grité incrédula y solté sus manos, mis ojos colgados a sus orbes sin poder desviarlos. — ¿Qué te pasa? Dímelo… por favor.

Pasaron unos segundos, de nuevo su mirada llena de frustración, incluso con un atisbo de ira, y luego se recargó contra la pared desviando los ojos hacia un punto fijo en la ventana.

—Jessica… —tragó saliva duramente, mi corazón se detuvo esperando lo peor. ¿Ella, qué? ¿Estuvo de nuevo con ella? ¿Estaban esperando otro… hijo? Una cantidad de pensamientos asaltaron mi mente en menos de un segundo. Mis ojos se llenaron de lágrimas —ella siempre ha podido caminar, nunca estuvo paralítica.

¿Qué? —Jadeé, los ojos me escocieron, la sangré bombeó hasta mi cabeza haciendo que todo diera vuelta, mientras sentía el cuerpo liviano, amenazando con desmayarme en cualquier momento.

Edward seguía viendo por la ventana, sus ojos perdidos en miles de recuerdos. Pasaron algunos minutos hasta que volvió a enfocarlos en mí, brillando ahora con odio, con frustración.

—Jessica mintió, —bramó y dio un fuerte golpe contra la pared en la que estaba recargado —finalmente he descubierto que todos estos jodidos años, podía caminar, me mintió como si fuera cualquier cosa. —Tomó aire y pellizcó el puente de su nariz tratando de calmarse. Aturdida como estaba, fui incapaz de hablar. Él siguió en esa misma postura sin moverse. —A las personas les gusta mentirme, —sonrió levemente y no era una sonrisa feliz, abrió los ojos mirándome lleno de rencor. — ¿Acaso no es gracioso?  ¿Cómo todo el mundo logra verme la puta cara una y otra vez?

—Edward yo… lo siento… —sollocé —esto también me afecta a mí… ¿Qué no lo ves? —Pregunté con voz irritada, —Dios mío esto es…

—Sí te hubieras quedado conmigo desde un principio, —ladró —ninguno de los dos habría pasado por todo esto.

— ¿Cómo iba a saberlo? —Exclamé elevando los brazos en gesto claro de frustración.

—Sí confiaras en mí, —caminó hacia otro lado —si me hubieras dejado resolverlo, pero ¡joder! todos tienen que tomar decisiones por mí, además de mentirme me dicen que hacer y qué no hacer… —tiró de su cabello en un gesto que, hasta ahora caía en cuenta por su aspecto, seguramente había hecho mil veces ya durante la noche.

Su cuerpo todavía seguía inestable, tambaleándose levemente de un lado a otro. ¿Cuánto habría bebido? Di unos pasos hacia él y todo su cuerpo se puso tenso.

—Yo no voy a decirte qué hacer ni a mentirte cielo, no me debes nada pero… —tragué saliva, mientras lentamente subía la mano posándola en su corazón —si quieres que lo intentemos, entonces sí tengo que pedirte algo… —su boca dibujaba una línea dura, casi como si estuviera aguantando la respiración  — ¿Puedes volver a confiar en mí?

Cerró los ojos y no dijo nada, durante unos minutos eternos, todo lo que podía escuchar era mi corazón tronando en mis oídos, todo lo que podía sentir era su corazón golpeando con fuerza la palma de mi mano. ¿Qué demonios significa esto? Jessica podía caminar ¿Desde cuándo? ¿Por qué mintió con algo tan importante como eso? ¿Cómo se había enterado Edward? Él subió lentamente las manos y rodeó mi cintura, haciéndome jadear y soltando todo el aire que tenía guardado en los pulmones.

—Confiar, esa es una palabra que ahora quema en mi lengua con solo decirlo Bella, —murmuró con voz ronca y hundió el rostro en mi cabello, su agarré se volvió un poco más fuerte contra mi cuerpo y por un momento, pensé que era yo quien lo sostenía en pie — ¿dime cómo puedo volver hacerlo? —sus manos sujetaron mi rostro, sus ojos bailando confusos.

Incapaz de mirar hacia otro me hundí en el agua de sus orbes llenos de pesar, su voz sonaba torturada y cansada. Lentamente subí las manos y las enrosqué en su cuello, luego, poniéndome de puntitas le di un pequeño beso tratando de responder así a todas sus dudas. Sus ojos se ampliaron sorprendidos. Luego subió una mano a mi rostro y me sujetó. No sabría describir esa mirada, pero me robó el aliento, quizás me rechazaría, quizás finalmente se había dado cuenta de que yo no hacía otra cosa que hacerle daño.

De pronto me atrajo a él con fuerza estampando sus labios en los míos, me besó con necesidad, con aprensión, con… dudas. Su lengua se encontró con la mía, mientras me besaba con todas estas emociones mezcladas. Comenzó a caminar hacia atrás llevándome con él hasta que torpemente, tropezó con el sillón y caímos, por poco yo caigo sobre el piso, pero sus fuertes brazos me aferraron contra su pecho.

—Lo siento Bella. —Murmuró y luego se rió por lo bajo.

—Estás muy borracho. —Espeté.

—Lo estoy. —Deslizaba sus labios por mi cuello.

— ¿Por qué? —Pregunté tocando con los labios su piel.

—Quería… —suspiró —olvidarme de todo. —Me enderecé para mirarlo sin dejar de pasar las manos una y otra vez por su pecho. Él hacía perezosos círculos en mi espalda, sus ojos eran de nuevo oscuros e intensos, brillaban seductores. Supe lo que eso significaba. Traté de ponerme de pie pero él lo impidió. —Te necesito. —Deslizaba su boca por mi mejilla y mi cuello. —Necesito estar dentro de ti...

Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo haciéndome temblar de anticipación, sus manos en mi piel estaban haciendo estragos, nublando mi mente, hundiéndome en un pozo de sentimientos en el que estaba segura que me ahogaría.

—Esto, Edward yo… —Dije removiéndome, él tomó mi rostro interrumpiendo mis pretextos. Sus ojos bailando sensuales, pero llenos de determinación.

—Este es el momento donde decides si te vas corriendo o te quedas Isabella. —Masculló con voz firme a centímetros de mis labios, sus ojos verdes brillando salvajes.

No había nada que hacer, todo estaba escrito, yo lo amaba y por extraño que pareciera, él también a mí.

—Entonces me quedo. —Respondí jadeando sintiéndome tan agitada, como si de repente me faltara el aire.

—Bien, —su sonrisa se amplió sin dejar de mirarme —porque después de esto, no habrá marcha atrás. —Sonreí.

—Nunca hubo otra salida Edward, siempre has sido tú. —Sus ojos brillaron gloriosamente, orbes verdes fundiéndose en café, su boca encontró la mía. —Vayamos a mi alcoba…—Protesté entre sus insistentes labios, pero mi voz sonó muy débil incluso para mis propios oídos. Lo deseaba en todas partes, en todo momento, de todas las formas...

—Tiene que ser aquí, —dijo con voz sensual tirando de mi cintura colocándome a horcajadas sobre él —tiene que ser ahora.

Su boca volvió a reclamarme y sus manos lentamente fueron subiendo por dentro de mi suéter, estaban frías. ¿Por qué demonios Edward no tenía puesto algún abrigo? Yo odiaba el invierno y él con una simple playera. Sacó mi suéter y lo lanzó lejos, luego sus manos fueron a mis glúteos aferrándome a él con fuerza. Sentía su erección creciendo mientras elevaba mis caderas hacia arriba meciéndome contra el.

Deslizó los labios suavemente por mi cuello, sus manos subieron errantes por mi espalda buscando mi sujetador e intentando desabrocharlo, sonriendo encontré sus manos.

—Borracho. —Espeté haciéndolo yo misma.

—Estoy borracho de ti, —me devolvió la sonrisa mientras lanzaba el sujetador y me ayudaba a quitar su playera con urgencia. —Eres tan hermosa Bella, que me muero de celos, —acarició mi mandíbula —de incertidumbre… me consumo, me estoy ahogando. —Susurró contra mi piel, enderezándose de manera que quedamos sentados uno frente al otro, nuestros pechos subían y bajaban al rozarse por la respiración entrecortada.

—No tienes por qué sentir esto cielo, —deslicé lentamente las manos de su cabello a su rostro —no hay manera de que me vuelva a ir de tu lado. —Sonrió levemente pero la alegría no llegó a sus profundos ojos verdes.

—Esta es mi forma de quererte Isabella, te necesito aquí conmigo, entre mis brazos, en mi vida. No sé otra forma de vivir, no sé cómo hacer esto distinto…

—Shh —puse un dedo sobre sus labios —no pienses, borra esta distancia que nos separa solo deja nuestro amor, —delineé lentamente la comisura de sus labios —solo estamos tú y yo.

—Entonces sálvame Bella, —hundió el rostro en mi cuello —no dejes que me hunda.

—Nunca Edward, —tomé su rostro para verle —nunca dejaré que eso pase.

Nos contemplamos el uno al otro, sus ojos bailando llenos de sentimientos y luego se oscurecieron llenos de deseo. Todo el aire cambio, cargándose en electricidad. Una de sus manos subió hasta mi cabello tirando de el, acercándome a su boca, sus labios eran demandantes, necesitados, carnales... Con cada toqué, mi cuerpo temblaba de anhelo y deseo. Con cada beso, mi corazón latía desaforado y mi alma se derretía cada vez más. La suavidad de su piel, su olor tan increíblemente atrayente me hicieron gemir. Todo su cuerpo tembló y de su pecho se escapó un sonido ronco.

Deslizó los labios hacia mi cuello, permitiéndome tomar el tan preciado aire, su lengua marcó un sendero hasta que llegó a uno de mis pezones, sus profundas succiones repercutían hasta mis entrañas contrayéndome cada vez que lo hacía, de nuevo me estaba haciendo marcas, con esa tonta idea que tenía de reclamarme como suya. Sonreí, y en torpes movimientos, busqué el cierre de sus vaqueros, de alguna manera nos levantó a los dos, con una mano en mi espalda seguía aferrándome a él, dificultándome el acceso a sus vaqueros. Su otra mano, buscando el cierre de mi falda. Finalmente lo liberé de sus molestos vaqueros y su bóxer, él me ayudó lanzándolos de una patada, y luego nos giró contra el sofá, de manera que mi espalda cayó suavemente contra los cojines, y mis piernas acunaron todo su gran cuerpo. Su respiración era trabajosa en mi cuello y con fuerza sujetó mis bragas.

—No las vayas a romper cielo… —Murmuré, él sonrió contra mi piel como si le hubiera descubierto y luego las deslizó.

—Te he echado de menos Isabella —dijo en un arrulló que me estremeció.

—No… —dije hundiendo los dedos en su cobrizo cabello.

— ¿Tu no? —Detuvo sus besos en mi cuello, elevó los ojos y me miraron dolidos.

—Isabella no, —susurré tomando su rostro —dime Bella… sólo Bella. También te he extrañado. —Jadeé retorciéndome bajo su cuerpo, obvio también lo necesitaba. Él me regaló una sonrisa torcida.

—Mía Bella, eres mía. —No era una pregunta, sonreí.

—Sí. —Susurré. —Eso ya lo sabes.

—Solo quiero que a ti, te quede claro. —Mordí mi labio inferior. —No hagas eso… —presionó mi labio para que lo liberara.

Cuidadosamente y sin apartar los ojos ni un solo segundo de los míos, tomó mis manos y enlazó nuestros dedos subiéndolos por encima de mi cabeza, y finalmente se deslizó lentamente dentro de mí. Cerré los ojos sintiéndome por fin completa. Apresé mi labio entre mis dientes y le rodeé las caderas con las piernas invitándolo a ir más profundo.

—Joder Bella, —sus labios recorrían mi cuello llenándome de besos — ¿Por qué te muerdes ese labio? —Preguntó mientras se deslizaba dentro y fuera con lánguida destreza, sin ninguna prisa, tomándose su tiempo y torturándome con cada embestida.

—No lo sé. —Gemí en su oído arqueándome y lentamente deslicé mi lengua por el lóbulo de su oreja.

— ¿De verdad no sabes? —Preguntó entre mis labios. No pude contestarle y lo besé con mayor intensidad.

Él liberó mis manos permitiéndome enredarlas en su rebelde cabello, siguió una y otra vez con sus movimientos lentos y tortuosos dejándome claro, el mensaje de que cada centímetro de mi piel le pertenecía, jadeé contra su boca, no podía dejar de retorcerme bajo su cuerpo, sus labios succionaban todo a su paso, su barba arañaba mi piel, sus manos me sujetaban inclementes y de pronto, se incorporó quedando de rodillas, tiró de mis caderas elevándolas un poco  y entró con fuerza, haciéndome gemir mientras aceleraba los movimientos.

La pequeña luz de la sala, jugaba haciendo sombras en su rostro. Se veía todo imponente y majestuoso, con la frente perlada de sudor, con los ojos cerrados, con la boca ligeramente abierta, jadeando… las venas marcándose en su cuello por el esfuerzo. Él era mío, sólo mío y no permitiría que nada nos separara, borraría sus dudas, yo podía hacer eso por él... por mí. Edward me amaba, podía verlo, con cada beso podía sentirlo, con cada toqué me quedaba claro. La certeza invadió mi vientre, construyendo un camino de emociones, deslizó las manos hacia mis pechos y tiró con fuerza de mis pezones, entonces todo mi cuerpo convulsionó, como una gran ola que arrasó con mi mente, con mis miedos, con mi cordura. Grité su nombre, aferrándome de los cojines mientras los espasmos de mi cuerpo aprisionaban su erección y me elevaban lejos de toda realidad.

Ah ¡diablos! —masculló con la voz entre cortada, sus intensos ojos verdes se nublaron por la intensidad de su orgasmo y luego hecho su cabeza hacia atrás.

Todo me daba vueltas, mi cuerpo se sentía tembloroso y ajeno, Edward se acostó conmigo en el sofá,  quedando de frente uno contra el otro. Sonreí ya que apenas cabíamos en el pequeño espacio, sus piernas colgaban debido a su estatura, él también sonrió, sus ojos verdes mezclados con azul brillaban animados.  Me acercó más a él, deslizó los dedos hacia mi espalda haciendo perezosos círculos.

—Eso fue rápido, es que te deseaba tanto… tendremos que hacerlo de nuevo. —Musitó hundiendo el rostro entre mi hombro y mi cuello.

— ¿Rápido? —Pregunté sonriendo. —Te quiero cielo. —Murmuré frotando mi nariz con la suya y acurrucándome sintiendo algo de frío.

—Yo también te quiero, fresas. —Susurró regalándome una pequeña sonrisa.

— ¿Fresas? —Pregunté divertida, él me dio un pequeño beso en la frente. —Sigues borracho Edward. —Afirmé deslizando los dedos por su mandíbula lentamente, él hizo un mohín, sus ojos verdes chispearon con culpa.

—Lamento haber venido hoy así… te prometo que no volverá a pasar. —Cerró los ojos y enterró su rostro de nuevo en mi cuello. —De verdad hueles delicioso nena.

— ¿A fresas? —Pregunté.

—Sí, a fresas con sexo… —un calor inundó mis mejillas, mientras él deslizaba la nariz ahora por mi cuello —a frutas… a lavanda. Es embriagador. —Me estrechó con fuerza y me acurruqué contra su pecho.

—Hum. —Me quejé. —No culpes a mi olor  de estar borracho. —Él se rió con un sonido ronco y amortiguado contra mi piel.

—Siempre te voy a culpar de todo.

Nos quedamos en un cálido silencio, y luego Edward se quedó dormido, roncando suavemente contra mi piel. Me removí un poco entre sus brazos para mirarle. Lentamente delineé con los dedos su mandíbula, de nuevo tenía un poco de barba, sus largas pestañas adornaban su rostro de adonis, el cabello lucía un poco más largo, los labios ligeramente abiertos, barrí con el pulgar por ellos, sin importarme si lo despertaba, aunque en realidad parecía haber caído en un coma.

**Edward POV**

Un estornudo y un movimiento me asustaron.

Abrí los ojos alarmado, ¡joder! había bebido demasiado. No supe que horas eran, me removí con algo de frío y sin saber en dónde diablos estaba. Cuando por fin enfoqué la vista, lo primero que vi fue a Bella, acurrucada y dormida profundamente. Su cabello se deslizaba por su espalda y sus pechos lucían algunas marcas algo rojas, deslicé mis dedos sobre ellos, dándome cuenta que era producto de la fuerza con lo que los aprensé. ¡Maldición! debía controlarme, me comportaba como un puto Neanderthal cuando estaba con ella, sus labios ligeramente hinchados producto de nuestros besos, su ceño un poco fruncido. La acerqué a mí sonriendo, era preciosa, era real y era mía. La deseaba de nuevo, tanto que me era imposible pensar en nada más. Enredé mis piernas con las suyas dándome cuenta de que estaban frías, así como su espalda. Ella sorbió un poco su nariz.

Edward. —Dijo aún dormida y se acurrucó en mi pecho.

¡Joder!, que estúpido era.

Ella daba mucho por mí, más de lo que yo le daba. Recordé haber visto su mensaje y no haber ido inmediatamente por ella al aeropuerto, pero cuando fui, ella ya no estaba. Ridículamente me enojé porque no me esperó, luego vine a su casa soltando una sarta de incoherencias y como premio la tenía ahora aquí, entre mis brazos, a punto de pescar un resfriado.

En ese preciso momento me prometí, dejar de beber. Esto se me estaba saliendo de las manos, tendría que seguir asistiendo con Demetri y Jane a donde quiera que quisieran llevarme. Además tenía otro problema que me inquietaba, Jessica. Estreché a Bella aún más contra mi cuerpo y me hundí en su cabello.

Ella podía correr algún tipo de peligro, y si es que Jessica había intentado perjudicarla antes, seguramente no pararía de hacerlo. Ya había pecado mucho de inocente y ahora no me importaba volverme un paranoico, necesitaba saber que Bella estaría bien, siempre a cualquier hora del día incluso.

Cargándola contra mi pecho, subí a su recamara, su habitación era acogedora, el piso era de madera y una gran cama estaba en el centro, rodeada de almohadas. Recostándola con cuidado la acomodé entre las cobijas.

—Que frío. —Musitó aferrándose a mi pecho sin abrir los ojos. —Quédate.

Sonreí y me acosté detrás de ella, estrechándola entre mis brazos, pero eso fue un grave error, porque cuando se restregó contra mí en busca de calor… bueno, encendió mi propio combustible interno. No sé si lo hizo adrede, no sé si realmente no era consciente de lo que me provocaba cuando hacía eso. Pasé las manos por sus pechos, jugueteando con sus pezones, esta vez de forma delicada hasta sentirlos duros y sensibles. Bella gimió, arqueándose contra mí, buscándome aún en la inconciencia. No quería pensar, no quería posponer esto, tomé una de sus piernas a la altura de la rodilla,  y la elevé entrando en ella de un solo impulso.

—Edward… —Gimió, pasando una mano hacia atrás internándola en mi cabello.

Hundí mi rostro en su cuello, mordiendo suavemente su hombro, deleitándome con el sonido de su respiración entre cortada cerca de mi rostro.

—No sabes cuantas veces despierto en las noches, deseando tenerte así, justo como ahora. Con estar los dos aquí, haciendo el amor o platicando de cualquier cosa. —Confesé

—Yo también… —su voz sonaba débil y adormecida —sueño contigo, que te quedas conmigo, que estoy entre tus brazos y me siento segura. Alejas mis miedos y sé que nada puede hacerme daño porque estás conmigo de nuevo. —Susurró entre gemidos. Mi cuerpo se tensó y me quedé inmóvil.  Obvio no se sentía segura, recordé perfecto aquella vez cuando tuvo una pesadilla recordando al maldito animal de James. —No pares ahora cielo, —jadeó apretando mi cabello y moviéndose contra mí —sé que nada me va a pasar, quizás estoy loca.

—No estás loca, —murmuré dándole besos en el cuello, mientras volvía a moverme, sujetándola de la cadera en forma posesiva —estaré contigo siempre y nadie intentará hacerte daño, porque no lo permitiré. Nunca. —Musité besando sus labios —Nunca.

—Te quiero. —Gimió tensando las piernas, envolviéndome de nuevo al contraerse contra mi erección, arqueándose de manera que entré más profundo, si es que eso era posible. Cerré los ojos.

—Te quiero. —Contesté dejándome ir con fuerza en su interior, dejando ir mi mente y devolviéndole un poco más de mi corazón.

Minutos después ella comenzó a respirar de forma suave y regular, su agarré en mi cabello cedió, quedándose dormida. La contemplé solo unos instantes más, me moría por quedarme. Pero el pobre Alec aún estaba a fuera esperándome.

**Bella POV**

La luz de mi ventana se coló por las cortinas, me acurruqué en las cobijas, se sentía tan bien que no quería levantarme. Abrí los ojos dándome cuenta de que estaba en mi habitación. Miré hacia todos lados, sí… esta era mi habitación. Seguramente Edward me había traído.

Un sentimiento extraño me invadió, llenándome de inseguridad… no me había gustado despertar sola, me traía malos recuerdos. Lentamente deslicé las piernas fuera de las sabanas y vi la hora en el celular, ahí me encontré con un mensaje.

Isabella, tuve que irme no venía solo. Gracias… por todo. Te compensaré, lo prometo ¿te parece si nos vemos el fin de semana?  
PD. Te veías hermosa durmiendo.

Edward Cullen, Director de Casa de Valores Cullen.

¡Dios pero que formal! Yo no tenía firma en mi celular, tendría que hablar con Mike de eso, sonreí mientras escribía el mensaje.

Cielo, espero que no tengas dolor de cabeza. Me parece bien, tú me dices en dónde.

 PD. También usted se veía muy hermoso dormido señor Director.

PD2. ¿Qué te dije de llamarme Isabella? Jum :p

**Edward POV**

—Ham, —pasé nervioso una mano por mi cabello —mi nombre es Edward Cullen, y creo que soy alcohólico.

—Bienvenido Edward. —Dijeron algunos pacientes al unísono.

Aquí estaba de nuevo, en la terapia del grupo de alcohólicos, porque sí, desgraciadamente si me había convertido en eso, yo solo no podía quitarme la necesidad de tomar y mucho menos podía con la ansiedad que me provocaba no tener nada de beber en mi casa, por eso tenía que estar aquí, tenía que salir de esto.

Jane y Demetri también estaban aquí y, por primera vez, Jane tomó la palabra en esta sesión.

—Hoy, uno de mis mejores amigos finalmente ha aceptado, que tiene un problema. —Me miró y me dedicó una cálida sonrisa, su cabello del color del oro brillaba bajo la luz del sol que se colaba por la ventana, el vestido café marcaba su piel blanca destacando sus ojos azules. —Quizás él piense que yo soy una persona igual que las demás personas abstemias, pero hoy quiero decirle que igual no. —Tomó un trago de aire. —Yo tengo una pequeña diferencia: Yo no bebo. Porque he bebido tanto y tan mal, que ya no me sirve para disfrutar, ni tan siquiera para olvidar, que no me sienta bien y no lo puedo controlar, sino que es el alcohol, el que me controla cuando lo consumo. —Abrí los ojos de par en par, miré a Demetri y él tenía una enorme sonrisa.

—Jane… tu… ¿también tienes problemas? —Pregunté asombrado.

 —Sí, —afirmó mirándome con aquellos enormes ojos azules y sonriéndole levemente a Demetri —doy gracias al motivo que me ha traído a este punto de reflexión y decisión, doy gracias a esa mala fortuna, a las cosas que nunca quisiera olvidar, venir aquí me permitió conservar la vida y con ella, la oportunidad de poder vivirla de otra manera. Edward, —susurró hacia mí —sé que esto es difícil, yo aún tengo cosas que arreglar dentro de mí, casi todas rotas por el alcohol, pero sé que por este camino, todo lo malo será un vago recuerdo que sólo usaré para saber lo que no quiero volver a vivir.

Después de esa platica, no pregunté que le había ocurrido a Jane. Cuando terminó, solo pude fundirme en un abrazo con ella. Jane sollozó en mi pecho, froté su espalda y susurré un escueto “gracias”. Haber abierto ese boquete en su vida, para que yo entendiera las cosas no debió ser nada sencillo, y todo eso, me daba fuerzas para aferrarme a seguir sobrio.

Aunque, no era fácil.

Por las mañanas salía a correr con Jane y Demetri, varias veces después de hacer ejercicio, ellos se iban a pasear o a caminar dejándome solo. Jane no parecía tener mucho interés en salir con Demetri, ella no lo veía como otra cosa que no fuera amigos, pero conocía a mi amigo y no se rendiría tan fácil, además conocer que ella ya le había platicado de su enfermedad, dejaba ver que se confiaban muchas cosas, y aunque ella lo negara, le tenía algo más que estima.

Unos golpes llamaron a mi puerta ya por la noche, al abrirla, sus enormes ojos azul-verde me miraron llenos de pesar.

—Ed, estas… ¿bien? —Me hice a un lado para que pasará, y al ver su maleta solo pensé que definitivamente, se estaba mudando.

—Sí Alice, ya me encuentro mejor. —Tomé su equipaje mientras ella se quitaba su gran gabardina en color negro. — ¿Te quedarás conmigo?

— ¿Te molesta? —Preguntó ahora quitándose su boina, dejando ver su rebelde cabello negro.

—No, —sonreí y me acerqué a ella —qué bueno que viniste. —Sonriendo me abrazó fuertemente.  — ¿Alguien te fue con el chisme? —Pregunté estrechándola con fuerza.

—Emmett me contó algo de lo que ocurrió con Jessica, —murmuró — no gran cosa, se cómo te encanta guardarnos toda la verdad, —frunció el ceño mirándome, me limité a sonreírle —sin embargo yo también tengo que contarte algo, pero preferí quedarme cuando lo hiciera, porque estoy segura de que no te caerá en gracia y no quiero que hagas nada estúpido.

— ¿A qué te refieres? —Tiré de mi cabello y me alejé unos pasos —maldita sea Alice, no te andes con rodeos, estoy tan cansado de que todos se anden con misterios. —Mi hermana se sentó y palmeando el lugar enseguida de ella me pidió que me sentara a su lado.

—En el trabajo de Jasper, comenzó el rumor de que una chica adinerada contrataba a periodistas para seguir a un Cullen. Tú sabes que por el trabajo de Jasper él siempre se entera de ese tipo de cosas…

—Sí lo sé.

Mi cuñado trabajaba en una revista de celebridades, justamente así había conocido a Alice, él había sido el encargado de entrevistarla y aunque mi hermana quedo enamorada de él al instante. Durante meses Jasper se había comportado algo difícil con ella ya que le daba miedo que pensara que la quería solo para obtener buenos artículos. El caso es que teniendo el acceso a ese tipo de informaciones, siempre procuraba alertarnos cuando había algún reportero o un artículo extraño.

—Ya sabes, —continuó Alice — el caso es que se dio a la tarea de investigar de que se trataba todo esto.

— ¿De qué hablas? —Pregunté.

—Jasper se contactó con varios periódicos locales y confirmaron mis sospechas, —Alice cerró sus ojos y tomó aire —Jessica por lo general les decía en donde ibas a estar, a qué hora, e incluso les dio tu nueva dirección… —Cerré mis ojos y las palabras de Jessica me golpearon.

…”Pensé que al ver todos los encabezados, al igual que el resto del mundo, se enteraría de que tú y yo nos amamos”…

—Demonios Alice. —Me paré bruscamente. —Es que no puedo creerlo, soy un puto ignorante, ¿En dónde diablos estaba yo mientras Jessica hacia todo eso? —Alice se paró frente a mí y frotó lentamente mis hombros.

—Seguramente lo hizo con la intensión de que salieran juntos en las portadas de algunos periódicos…

—De hecho, sí que lo hizo con esa intención. —Siseé y respiré hondo tratando de calmarme.

Después de una charla larga y tendida, agradecí en el alma que mi hermana se quedara por dos cosas; la primera, estaba seguro, de que ahora sí tendría problemas para controlar mi temperamento con Jessica, la segunda si Alice se iba de mi casa, ella misma iría a gritarle.  Ese día la ansiedad había corrido por mis venas y me costó de mucho control, no lanzarme hacia algún bar.

…“He bebido tanto y tan mal, que ya no me sirve para disfrutar, ni tan siquiera para olvidar”… Recordé las palabras de Jane.

—Tengo que salir a correr. —Dije tomando una chaqueta.

— ¿Tan tarde? —Preguntó Alice extrañada.

—Sí, me siento sofocado.

Así lo hice, corrí tanto que me dolieron los pulmones por la falta de aire. Tanto que me sentí mejor.

Por lo general nos íbamos juntos, en la mañana yo llevaba a mi hermana  a su trabajo y por las tardes Alice iba a la oficina, así comíamos juntos Emmett, Alice y yo. Jasper venía a visitarnos a mi departamento todos los días, me sentía terrible de estar sacrificando a mi hermana impidiéndole ver a Jass como debía, pero la necesitaba aquí conmigo. Emmett y Rosalie también venían a verme. El domingo nos juntamos en mi casa, Alice y Rosalie preparaban la comida mientras Jasper, Emmett y yo jugábamos Play Station.

—Invité a Isabella. —Murmuré. —Espero que a nadie le moleste. —Dije mirando a mis dos hermanos.

Al principio, Bella se había negado, dijo que le daba pena con mis hermanos. Yo entendía su nerviosismo pero no me importó, quería que viniera, quería a Bella y a mi familia reunidos en un mismo lugar. Alguna vez mis hermanos habían detestado a Tanya, habían dicho muchas veces que la dejara. Esta vez quería ver su reacción, pero lo que más quería… era que la aceptaran, eso era primordial para mí.

—Bueno, —respondió Emmett después de unos segundos —será bueno que convivamos con ella, que la conozcamos realmente.

—Gracias, —dije dejando el control del juego a un lado y mirándolo —lamento si por mis constantes quejas, he formado una impresión de ella que no es.

—Tú siempre te quejas Edward, eso no influye en mi opinión de ella. —Dijo Emmett con una sonrisa socarrona.

—Me muero por volver a verla Edd. —Alice se sentó en medio de Emmett y de mí. —Hace ya tanto tiempo que no la veo.

El timbré de la puerta sonó y todos nos quedamos en silencio, de inmediato me levanté. Bella sonrió cálidamente al verme. Lucia espectacular en sus vaqueros negros, la cazadora roja resaltaba sus ojos tímidos y grandes, en sus manos sujetaba una maleta y luego sacó un pequeño recipiente.

—Traje una ensalada, no me gusta llegar con las manos vacías. —Sonreí hacia ella y le di un pequeño beso en los labios.

—Pasa nena.

—Edward, ¿estás seguro de esto? —Cuchicheó sin entrar al apartamento.

— ¿De qué? —Pregunté extrañando tirando de su mano. Ella siguió sin moverse.

—De que me reúna con toda tu familia. —Bajó la mirada y aprensó su labio. Sonreí y presioné su labio para que lo liberara de entre sus dientes.

—Estoy más que seguro, ahora pasa antes que vengan a ver qué está pasando.

**Bella POV**

Tomé un trago de aire para armarme de valor y la loción de Edward se coló por mi nariz. ¡Diablos!, su aroma perturbaba mi cuerpo haciéndome estremecer. Su cabello cobrizo como siempre, apuntando en varias direcciones, los jeans caían cómodamente por sus caderas dejando ver sus largas piernas, su playera negra destacaba su tonificado pecho y sus verdes ojos cálidos y alegres, como hace mucho tiempo no los veía.

Sonreí, con tal de verle así de feliz, pasaría por este vía crucis una y otra vez. Sujetando su mano, dejé que me llevara hacía la sala donde nos esperaban.

—Oh, Bella… —Alice, que lucía una pequeña falda de mezclilla y unas enormes botas negras,  corrió hacia mí abrazándome con fuerza, el recipiente que sostenía se tambaleó peligrosamente en mis manos. —Te ves radiante, mira tu cabello, es tan largo… —dijo pasando los dedos por mis rizos. Sonreí sin poder decir nada sintiendo el rubor en mis mejillas.

—Alice, —Edward le hizo una mueca —dale un respiro. —Ella no le hizo caso y tiró de mi mano, llevándome a la cocina.

—Rosalie, mira quien llegó finalmente. —La chica rubia frente a mi parecía más bien una modelo. Los leggins dejaban ver sus torneadas piernas y la blusa en color rosa pálido destacaba sus facciones. Era altísima, sin duda, una mujer muy adecuada para Emmett.

—Hola Isabella, te estábamos esperando. ¿Nos ayudas con la lassagna? —Asentí tímidamente y me encaminé hacia ella.

—Bella, no has dicho ni una palabra. —Espetó Alice. Un escalofrío me recorrió, no sabía que decir o como explicarme, por todo lo que había pasado…

—Yo… —tragué saliva —es solo que siempre he sido muy mala conversadora. —Sonreí tímidamente y me ruboricé al instante, cuando Alice entrecerró los ojos viéndome.

—Eso ya la creo Bella, puedes empezar diciéndome ¿Por qué dejaste que las cosas llegaran a este punto? —Abrí los ojos de par en par. Sabía que quizás me preguntarían, solo… quizás. Nunca pensé que tan directamente.

—Alice… —Rosalie interrumpió y me dedicó una sonrisa —Bella, al igual que Emmett y yo, fuimos engañados por la maestra de la mentira. Jessica con su cara de niña buena, con su parálisis fingida, nos tomó el pelo a todos. Joder con mi “amiga”. —Parpadeé asombrada. —Lo siento Bella, por lo general no controlo mi vocabulario.  —Sonreí.

—No te preocupes… en realidad, bueno yo… —respiré profundo —sí, fui engañada obviamente por Jessica, pero además tienen que entender que yo pensé que le hacía un bien a Edward. —Desvié mis ojos —Sé que fue estúpido, sé que fue inútil, pero es lo que yo creí por mucho tiempo que estaba bien. —Miré mis manos, incapaz de enfrentarme con los ojos de Alice. De pronto ella tomó mis manos, por lo que elevé la mirada hacía ella.

—Bella, no sé qué pase entre ustedes dos… solo… —sonrío —por favor, si vuelven a estar juntos no lo vuelvas a abandonar. No creo que sea capaz de soportarlo ni él… ni yo. —Susurró y su voz fue clara y certera. Me dejaba con eso bien claro, que otro error de mi parte, y quedaría excomulgada de la familia Cullen para siempre.

—Eso no volverá a pasar Alice. —Sonreí, ella asintió y me devolvió la sonrisa.

**Edward POV**

Traté de concentrarme jugando al play, pero la verdad quería ver cómo le estaba yendo a Bella. Conocía perfectamente a mis hermanos, no importaba que dijeran que estaba todo bien, yo sabía con certeza que no. Quizás con el tiempo, pero no todo iban a ser sonrisas y abrazos, al menos no hoy.

—Normalmente eres pésimo en el juego Edward, —dijo Jasper sus ojos azules brillaron con diversión —pero hoy estas fatal.

—Nunca has podido ganarme, —sonreí arrogante —pero aprovecha que mi mente esta en otro lugar.

—Espero que ese lugar este cerca, la comida esta lista. —Murmuró Bella, sosteniendo dos platos en sus manos.

Un escalofrío sacudió mi cuerpo al escucharla. Era tan irreal tenerla aquí en mi casa, junto a mi familia… me dio miedo. Esto era tan abrumador, que me costaba increíblemente creer que estaba despierto. Me levanté y me puse frente a ella.

—Mi mente estaba contigo, —tomé los platos de sus manos — ¿fue muy malo? —Murmuré con voz preocupada.

—Digamos que sobreviví. —Respondió regalándome una tímida sonrisa mientras se encogía de hombros. Suspiré un poco aliviado, al parecer las cosas no iban tan mal.

Mientras comíamos, Jasper nos platicó lo que se había enterado en estos días, en la revista donde trabajaba. El rostro de Bella había palidecido durante toda la conversación, Emmett nos contó como Jessica había mentido cuando hablaba con él, fingiendo con lo de sus piernas…

—Ya chicos, —murmuró Rosalie —maldición por su culpa la comida me supo amarga. No hay que hacer el resto de la tarde igual de amarga con la historia de esa loca. Este día hemos abrumado mucho a Bella. —Dijo lanzando una mirada divertida a Alice. No pude evitar fruncir el ceño.

Emmett trajo cerveza para todos y yo pasé de largo, tomé la mano de Bella, y la invité con la mirada a sentarnos en el sofá. Ella tomó la cerveza y me siguió, pase un brazo por sus hombros y la atraje hacia mí.

— ¿No vas a tomar una? —Preguntó Bella mientras elevaba una ceja. Acercando la bebida a mí, el aroma a licor inundo mis fosas nasales y la boca se me hizo agua.

—No, —grazné, y me hundí en su cuello —aquí tengo todo lo que necesito para embriagarme.  —Como siempre olía delicioso, las fresas me calmaron, cerré los ojos.

—Ridículo. —Susurró Bella acariciándome el cabello. Me limité a sonreír.

—Hey chicos, —Dijo Emmett haciendo que nos giráramos para verlo — ¿pueden esperar mínimo a que nos vayamos? —Puse los ojos en blanco pero Bella se ruborizó, por lo que sujeté su mano y le brindé una sonrisa.

—Quizás no debamos seguir hablando de la loca, —dijo Jasper abrazando a mi hermana por la cintura y sonriendo hacia Rosalie —pero si debes tomar acciones Edward, no dejes pasar esto. —Dijo con voz grave.

—Ten por seguro que en eso estoy. —Mascullé con voz extrañamente ronca. Jasper sin duda haría lo que fuera por proteger a Alice, así lo había hecho durante todos estos años. Nunca había dejado que nadie, ni siquiera un simple reportero, la tocara.

La tarde pasó tranquilamente, vimos una película donde Alice lloró, Rosalie estuvo a punto de hacerlo. Miré a Bella esperando lo mismo, pero ella parecía no estar viendo la película, deslicé mis labios por su oído y ella dio un respingó.

—Me asustaste. —Cuchicheó.

— ¿En dónde está tu mente nena? —Pregunté y luego le di un pequeño mordisco al lóbulo de su oído.

—Aquí, —susurró acurrucándose en mi hombro —contigo.

—Eres tan mala mentirosa. —Espeté, ella sonrió y mordió su labio.

—Estaba pensando en lo de Jessica… —Mi cuerpo se tensó, y no pude evitar estrecharla más fuerte.

—No tengas miedo, sé que ha hecho muchísimas estupideces, pero no es mala, solo esta absurdamente encaprichada…

—Tortolitos, quiero aprovechar para decir algo, antes de irnos. —Dijo Emmett. De pronto, vi que la luz se había prendido, la película ya se había terminado… Diablos, con Bella siempre perdía la noción del tiempo. —Bella, quería pedirte disculpas por la forma en la que me he portado… —dijo Emmett extrañamente cohibido y mirando hacia el suelo.

—No hay nada que disculpar Emmett, olvídalo. —Bella sonrió y se puso de pie extendiendo su mano —Yo ya lo olvidé.

—Diablos hermano, —dijo Emmett esbozando una amplia sonrisa y estrechando la mano de Bella — ¿Dónde la conseguiste? Rosalie puede durar enojada ¡por semanas! —Nos reímos.

—Por meses si es necesario. —Dijo Rosalie empujando su rubio cabello hacia atrás de sus hombros. Todos volvimos a reír.

Después de un rato Alice y yo salimos a despedirlos a todos.

— ¿Vienes en esa motocicleta? —Dijo Jasper corriendo hacía la moto de Bella.

—Sí… —Respondió ella dando un ligero apretón a mi mano.

—Definitivamente donde las consigues. —Murmuró Jasper y Alice le dio un codazo, haciéndonos reír de nuevo.

—En realidad odio, esa motocicleta. —Murmuré sujetando a Bella por la cintura y di un beso en su cabello. —La odio como no tienen una idea.

Así pasaban los días, ninguno era más fácil que el otro sin embargo, lo seguía intentando. Había tenido que confesarle a Alice que era alcohólico ya que siempre preguntaba que a donde me iba en las tardes, pensé que iba a recibir una bofetada... Pero me quedé sin aliento cuando tomó su bolso para acompañarme a las pláticas. Isabella y yo nos veíamos poco entre semana por el trabajo, y el tiempo que no estábamos juntos, las dudas asaltaban a mi cabeza sin que pudiera evitarlo. Y mientras abría la puerta de mi departamento, me asombré viendo un enorme piano negro en mi pequeña estancia ocupando casi todo el lugar.

—Alice, ¿Pero qué demonios? —Pregunté mirándola.

—Has dejado de tocarlo.

—Eso ya lo sé. —Respondí tocando la suave textura del piano negro y me senté frente a el.

—Vuélvelo hacer Ed, —Alice puso las manos sobre mis hombros. —Distráete con algo más… sano.

—Alice, ¿crees que es bueno confiar?

—Claro hermano, yo lo hago todo el tiempo, ¿Lo preguntas por Bella? —Asentí y luego desvié la vista al piano. —Ella te quiere, además no puedes dejarla sola, Jessica quizás quiera hacerle daño y eso no podemos evitarlo, no hemos podido comprobarle nada. ¿Qué ha pasado con el video que Demetri iba a revisar?

—Ya mañana me lo tendrá. —Respondí.

— ¿Y Jessica?

—No lo sé, no me ha buscado y yo mucho menos. —Alice se llevó un dedo a los labios pensando, luego me sonrió.

—Ya no le des tantas vueltas al asunto Edward, el mundo gira —se encogió de hombros — la gente evoluciona, ya es tu turno para avanzar ¿no crees?

Sonreí, mientras las notas se agolpaban en mi mente, esta vez tocaría sólo para alguien, sólo para la dueña de todos mis pensamientos.

 


 

Hola chicas, ¿qué puedo decir? se me han muerto dos personas trascendentales en mi vida en menos de dos meses, es triste y sí. me deprimi oficialmente. Lamento tardar tanto, pero es que tengo la mente en otro lado, he perdido el rumbo de la historia y me quedé en blanco. Lo bueno que este capi casi lo tenía ya listo, me refugio en la lectura y escritura para tratar de serenarme, solo que no encuentro muy bien las ideas. Disculpen si me tardo tanto.

Ya saben que aprecio mucho sus votitos, pero más sus comentarios, sirve que me orientan con la historia ahora que ando tan perdida. Gracias a todas las chicas que me comentaron el capi pasado MayamasenCullen, Rebbe, Gladys, spcullen, Ness, Elenita4_cullen, Martha, Tina_gior,  andydecullen ya arreglé ese capi, espero lo puedas leer, y a mis lectoras silenciosas ¿diganme que les ha parecido?

Rebbe linda gracias por tu apoyo, tus palabras y por betear mi capi tan rápido y lleno de lemmon jajaja.

Que esten muy bien nenas, nos leemos luego.

Capítulo 43: Confrontaciones Capítulo 45: Central Park

 


Capítulos

Capitulo 1: Superando Errores del pasado Capitulo 2: La nueva Asistente Capitulo 3: La razón Capitulo 4: Conociéndonos Capitulo 5: La comida Capitulo 6: Aventura Capitulo 7: Juegos Capitulo 8: Complicaciones Capitulo 9: Cada quién con su cada cual Capitulo 10: Aclarando dudas Capitulo 11: Planeando nuestra salida Capitulo 12: Bora Bora Capitulo 13: A flor de Piel Capitulo 14: Frente al mar Capitulo 15: Deteniendo el tiempo Capitulo 16: De regreso Capitulo 17: El viaje Capitulo 18: Confesiones Capitulo 19: Verdades al descubierto Capitulo 20: De regreso del Viaje Capitulo 21: Malos entendidos Capitulo 22: Cuestión de tiempo. Capitulo 23: Sorpresas Capitulo 24: Haciendo elecciones Capitulo 25: Por algo pasan las cosas Capitulo 26: Empezar de nuevo Capitulo 27: Cambios Capitulo 28: Amigos Capitulo 29: Final del día Capitulo 30: Salida Capitulo 31: Salida segunda parte Capitulo 32: Cosas por hacer Capitulo 33: Las Vegas Capitulo 34: No importa el tiempo Capitulo 35: En peligro Capitulo 36: Contigo Capitulo 37: Una nueva oportunidad Capitulo 38: Un mes Capitulo 39: Impulsos Capitulo 40: Queja Capitulo 41: Cita Capitulo 42: Nada es lo que parece Capitulo 43: Confrontaciones Capitulo 44: No hay vuelta atras. Capitulo 45: Central Park Capitulo 46: ¿Qué soy para ti? Capitulo 47: Visitas inesperadas Capitulo 48: Noticia Capitulo 49: Reacciones Inesperadas Capitulo 50: Adicción Capitulo 51: Todo o nada Capitulo 52: Propuesta Capitulo 53: Transtornos Capitulo 54: Tú, mi felicidad.

 


 
14445859 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios