Haciendo Elecciones (+18)

Autor: skuichy
Género: + 18
Fecha Creación: 26/01/2012
Fecha Actualización: 19/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 39
Comentarios: 248
Visitas: 145639
Capítulos: 54

Todo comenzó con una atracción; me gustabas, quería cazarte. Ambos teníamos pareja, así que sólo era eso, un juego. ¿Pero que pasa cuando uno de los dos quiere más? El juego deja de serlo y una terrible verdad queda sobre nosotros. En el amor las cosas nunca son fáciles, claro tampoco nadie me advirtió que serían así de difíciles.

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 51: Todo o nada

Edward POV

—Y… ¡Cuatro! —exclamó Jane con una sonrisa, subrayando el ultimo día que pasaría aquí.

Hoy, finalmente saldría de la clínica, no podía estar más contento. Alice, me había advertido de la negativa de Charlie de que viera a Bella. Incluso, mencionó haberlos escuchado discutiendo sobre que Bella regresara a vivir a Forks. Ella aún no había tomado una decisión pero lo estaba pensando. Necesitaba verla, Isabella era mía y necesitaba estar con ella, ¿querría ella verme también?

—Felicidades Edward, te ha ido muy bien. —Bree mi terapeuta, me sonrió haciendo unas ultimas anotaciones.

Bree tenía mi edad, sin embargo se veía muy joven. Su abundante cabello largo y negro le llegaba hasta la cintura. Era muy delgada, de finas facciones y sus ojos grandes también de color negro. El vestido gris acentuaba sus marcados pómulos, haciéndola ver como toda una terapeuta profesional, le devolví la sonrisa y negué.

—La parte difícil viene ahora, —susurré mientras en mi rostro se dibujaba una mueca—, mi suegro me odia y a ciencia cierta, no sé bien que piensa Bella de mí. Por Alice sé que ya no está molesta, sin embargo nunca respondió alguna de mis cartas. Me imagino que está decepcionada, que es peor. —Murmuré con tristeza.

—Animó Ed. —Jane llegó a mi lado y me estrechó ligeramente—. Sé que quiere verte, he ido también a visitarla, sólo dale tiempo…, lo que le dijiste bueno… —frunció el ceño—, Demetri dijo que cruzaste el límite. —Suspiré.

—Tienes razón. Ni toda la vida me alcanzará para pedirle disculpas. —Aseguré.

—Charlie quiere llevar a Bella de vuelta a Forks esta semana, según me contó Alice, —murmuró Jane, frotando su barbilla, contuve el aliento— quizás ella necesite unas vacaciones Edward, quizás sea lo mejor… —se encogió de hombros—, deja que descanse, que se tranquilice.

—No puedo dejar que se vaya. —Respondí exasperado y Bree se soltó riendo.

—Eres imposible Edward ¿qué hablamos sobre conductas? —Me sonrojé ligeramente y miré al suelo. Controlarme era algo que aún no dominaba del todo.

—Dejé que Alec no la vigilara más. Accedí a eso, a pesar de que James… —pasé una mano por mi cabello— ¿sabes lo difícil que resultó eso para mí? ¿Ahora pretenden que deje que se vaya?

—Poner a Alec a cuidarla fue una decisión que tú tomaste por ella, no tiene nada de malo que Bella te exigiera que dejaras de hacerlo. —Aclaró Bree.

—Lo sé. —Respondí abatido.

—Por lo tanto, no pasa nada si no la ves ahora…

—Bella está esperando un hijo mío…, tengo sin verla más de un mes. ¡Un-puto-mes! no creo poder soportarlo más… ¿eso me vuelve un enfermo? —Sentía que esta situación me estaba sobrepasando.

—Sí lo pones así… —comentó Bree—, admiro tu fuerza de voluntad Edward, de permanecer aquí sin salir corriendo a verla, ahora que soy consciente de cuanto la amas. Ojalá que pueda perdonarte, y me encantaría que de ser así, te acompañara aquí algún día. —Suspiré.

—Yo también lo espero, ahora sí me disculpan…,—me puse de pie ante la mirada fanfarrona de Jane y de Bree, y con una sonrisa salí de ese lugar.

En mi residencia, me di un largo baño. Mientras me rasuraba la barba de leñador de bosques que tenía, por primera vez en tantas semanas pensé seriamente en ponerme alguno de mis trajes, pero no iba a la oficina, iba a ver a Bella, el amor de mi vida. Así que, escogí unos vaqueros oscuros y una camiseta de algodón gris. Mi cabello lucía más largo e irremediablemente revuelto, tendría que pasar a cortármelo… pero otro día.

Alice me advirtió que Charlie estaba en casa de Bella, que si quería verla fuera a buscarla a su trabajo. Ahí sería más fácil hablar con ella sin tantos problemas.

Pasar la tarde en espera de eso, me estaba consumiendo.

—Ya Edward, me estás mareando. —Alice me veía caminar de un lado a otro como león enjaulado en la estancia de mi casa.

—Es que quiero verla ya ¿por qué tengo que esperar a que salga?

—Porque estás tratando de hacer las cosas bien, deja de ser tan impulsivo. —Suspiré y me acomodé a su lado en el sofá.

—Entonces… sí te digo lo que pensaba hacer, seguro me tacharas de loco.

—¿Qué pensabas hacer? —Preguntó elevando una ceja.

—¿Me acompañarías a comprar un anillo?

—Un anillo… ¿para…?

—Para pedirle a Isabella que se case conmigo.

—¡Mierda Edward! —Alice se puso de pie como si estar a mi lado le quemara.

—¿Qué ocurre?

—¿Ni siquiera te ha perdonado y le quieres pedir matrimonio? —Medio gritó.

—Por favor Alice, voy a jugarme todo en este día. Sí me va a perdonar, quiero que estemos juntos por siempre. Va hacer la madre de mi hijo y antes de que pasara todo esto ya vivíamos juntos, ya me había pasado por la cabeza pedírselo. ¿Me acompañaras o no?

—Cuando te diga que no, no digas que no te lo advertí…, eres un cabezota. —Resopló mirándome furtivamente—. Vayamos a buscar ese anillo que espantará seguramente a nuestra chica. —Comentó finalmente con un suspiro. Me levanté y la estreché en mis brazos.

—¿Qué haría sin ti duende?

Fue así que pasamos la tarde buscando un anillo perfecto para Bella. Sabía lo que le abrumaba nuestra diferencia social, por lo que estaba buscando algo sencillo pero elegante. Alice no podía entenderlo, siempre sugería anillos enormes y complicados.

No fue sino cuatro horas después, que encontré la pieza perfecta para mi chica. Sin duda era un anillo hermoso y discreto, como ella. A las 6:30 de la tarde me encontraba a fuera de Newton LTD. Le había pedido a Alec que no me acompañara. Escogí irme en mi Volvo, sin duda era un buen auto además de que era el menos vistoso que tenía… no quería llamar la atención al andar sin protección. Sabía que la prensa quería saber dónde había estado el último mes.

Al llegar, busqué con la mirada la motocicleta de Bella. La encontré en el estacionamiento subterráneo por lo que me estacioné a su lado. Estuve pasando la cajita con el anillo de una mano a otra, me encontraba bastante nervioso.

Eran las siete cuando la vi salir por la puerta del elevador. Todo el mundo se sacudió bajo mis pies, como un terremoto. Estaba preciosa, sus jeans negros se adherían a ella como una segunda piel, y la camisa de seda azul marcaba cada una de sus facciones.

La miré sin hacer nada, porque quería que su sola imagen me calase. Por fin, después de tantas semanas la estaba viendo. Se encontraba justo frente a mí, Bella…mi musa personal. Mientras caminaba hasta su motocicleta apresuradamente pisó mal y se le resbalaron un montón de papeles. La vi cerrar sus preciosos ojos y bufar mientras se inclinaba por ellos.

—¿Necesitas ayuda? —Pregunté inclinándome junto con ella, sus ojos se abrieron de par en par, mientras terminaba por soltar el resto de los papeles.

Se llevó ambas manos a la boca al tiempo que se alejaba de mí. Un gemido ahogado abandonó su garganta y finalmente comenzó a sollozar. Me quedé quieto sin saber qué hacer, tantas cosas se arremolinaban en mi mente que me era imposible decir nada.

—¿Qué… que haces aquí? —Susurró, recogí todos los papeles y me levanté para quedar a su altura.

—Hoy finalmente he salido… —me apresuré a decir—, tenía que verte.Sé que te piensas mudar un tiempo a Forks y yo… no era mi intención asustarte, lo siento… —mis ojos se desviaron hacia su inexistente vientre—, no quiero lastimar al bebé… o algo. —Inconscientemente, sus manos volaron a su estómago. No dijimos nada durante unos segundos hasta que finalmente rompí el silencio—. Te he echado tanto de menos…

—Me hiciste daño Edward. —Respondió mientras las lágrimas seguían bajando por su rostro. Su rostro angelical pero a la vez, lleno de dolor.

—Sé que no merezco que me perdones —suspiré, dando un paso más hacia ella y mí corazón latió desbocado al ver como retrocedía. Traté de recomponerme—, supongo que nunca… terminé de convencerme de que fueras real, alguien como tú, se merece lo mejor, incluso un tipo como Jacob Black.

—Edward… —Sus ojos marrones brillaron llenos de ira y me imaginé el rumbo de sus pensamientos.

—No me malinterpretes —aclaré rápidamente—, es sólo que ahora lo veo con claridad. Él es bueno para ti, te quiere lo suficiente para aceptarte como solamente una amiga.  Para ayudarte si así lo necesitas. En cambio yo… —respiré hondo—, te ofendí…, no supe controlar mis celos, no supe valorar lo que teníamos ni tampoco supe cuidarte. En realidad, creo que todo esto es algo nuevo para mí. Nunca había sentido celos de esta manera, nunca había tenido una adicción —Suspiré—. Hay tantas cosas nuevas… que aún no logro adaptarme del todo. —La miré a los ojos sintiéndome voluble, ella no me miraba.

—Dudaste de mí con una sola charla que escuchaste, lo peor es que ni siquiera oíste completamente la historia. —Reprochó dolida, y yo no pude más que moverme incómodo.

Todos hemos de cometer errores alguna vez, ¿o no? —Repuse con doble sentido, sabía que recordarle su abandono era un golpe bajo, pero necesario—. A veces actuamos por impulso, o cegados por la ira…, no lo sé, supongo que es de humanos equivocarse. —Lo entendió perfecto y bajó la mirada.

—Quizás tenga razón. —Susurró.

Di un paso hacia ella incapaz de detenerme, necesitaba tocarla. Mis manos dolían y morían de ganas por hacerlo. Finalmente toqué su mejilla, limpiando con mí pulgar sus lágrimas. Cerró los ojos y un escalofrió me recorrió completamente. La electricidad corrió por mi cuerpo renovándome como si hubiera estado muerto.

Su olor a fresas y lavanda entró por cada uno de mis poros. Se veía diferente, más delgada. No sé por qué, pero estúpidamente la imaginaba incluso con algo de pancita, que iluso. ¡Dios mío! ¿Se había pasado el último mes sin comer? El enfado y la preocupación comenzaron a invadirme. Ella subió la mirada y nuestros ojos se encontraron. Todo el ambiente cambio, haciendo que esa electricidad zumbara entre nosotros. Hundiéndome en el chocolate derretido en sus ojos, seguí mi corazón diciéndole lo que más quería decirle:

—Te amo Isabella —murmuré cerca de su rostro—. ¿Puedes perdonarme? —Ella aprensó su labio sin decirme nada. Luego sacudió la cabeza, como si cada vez que lo hiciera retomara el control en sí misma.

—Tienes que darme tiempo —las lágrimas la traicionaban y se colaban entre mis dedos—, fuiste… muy duro. Aún recuerdo tu mirada, tu voz… —abrió los ojos y me miró—, tú desprecio. El asco con el que me miraste y yo… —Sollozó y guardó silencio. Respiré bruscamente, odiándome de nuevo—. Me voy a Forks, Edward. No puedo permanecer aquí.

—¿Cuánto tiempo? —Pregunté angustiado.

—No lo sé. —Nos quedamos en silencio unos minutos mientras nuestros ojos se fundían en los del otro. Luego ella retrocedió un poco más. Dejé caer mi mano hacia un costado sintiéndome vacío y frío. Sin vida.

—Soy un monstruo después de todo… ¿no es así? —Afirmé. En mi mente se dibujaba mi cruel realidad; mi monstruo interno: el alcohol, me sonrió con malicia. Retrocedí un paso sintiéndome asqueado de mí mismo—. Entiendo si no puedes perdonarme. —Murmuré. Como no dijo nada, supe que era demasiado tarde y me pregunté ¿Cuántas veces se puede lastimar un corazón?

Guardé las manos en mis bolsillos donde sentí la cajita con el anillo, que ahora sentía que se extinguía junto con la esperanza de volver a estar a su lado. Que estúpido fui—. Lo siento Bella, creo… que tienes razón. Te he lastimado mucho, necesitamos sanar. —Ella solamente asintió—. Entonces será mejor que me vaya.

*

*

*

Mientras manejaba, no tenía ideas claras en mi cabeza por lo que fui a visitar a Emmett a la oficina. No pude evitar contarle de nuevo todo por lo que había pasado, aunque él ya lo sabía porque me había visitado en la clínica. Le conté como Isabella oficialmente me había dejado.

—No te ha abandonado. —Murmuró dándome unas palmadas en el hombro—. A veces, las chicas necesitan un tiempo, lo sé por qué cuando discuto con Rosalie, no me perdona ese mismo día. Sé que quiere tiempo aunque si no la busco —se encogió de hombros—, dice que no me importa y que ya no la quiero. —Se soltó riendo—. Las mujeres son complicadas, ¿qué te puedo decir?

—¿Crees que deba buscarla de nuevo?—Pregunté.

—Sí, aunque quizás tengas que esperar hasta que ya esté en Forks.

—No quiero que se vaya, no quiero tener que verla cuando pueda. Sabes que tenemos mucho trabajo que se fue acumulando por mi culpa. —Murmuré apenado.

—No te preocupes, creo que puedo hacerme cargo los días que te tengas que ir. Además de que contamos con Félix y Demetri. —Asentí no del todo convencido—. Oye hermano… y hablando de mujeres, ¿qué has sabido de Jessica? —Fruncí el ceño.

—Nada.

—Sé todo el daño que provocó con lo que hizo, pero por Rosalie me enteré que cayó en una profunda depresión…, escuché que incluso intentó, bueno…, suicidarse. —Cerré los ojos y pellizqué el puente de mi nariz.

—¿Cuándo? ¿Por qué no me habías dicho?

—Por qué estabas recuperándote de tus problemas, no tenía caso que te agobiara con más. Estaba pensando que quizás deberías de visitarla.

—No tengo nada que decirle Emmett, yo no la he perdonado, yo…

—Dentro de todo, —interrumpió mi hermano— lo único bueno que hizo fue impedir que te suicidaras. Ahora deberías de platicar con ella, creo que lo necesita.

Bella POV

Ahora que Alice ya no se estaba quedando conmigo, en mi casa casi todo estaba listo para mi mudanza. Eso y dejar a Edward, me provocaron arcadas. Duré vomitando hasta mi nombre, me dolía la cabeza pero más que nada, me dolía el corazón.

Quizás había actuado muy dura con Edward, se veía vulnerable aunque gloriosamente guapo. Sonreí al pensar en lo hermoso que era, nadie creería que acababa de salir de una clínica de rehabilitación, por el contrario, parecía que acababa de grabar un comercial de ropa.

 Incapaz de pensar en otra cosa llamé a Emily.

—Bella, si tú quieres perdonarlo, hazlo. Los hombres se la viven cometiendo errores, no existen los príncipes azules.

—¿Pero y sí más adelante me vuelve a salir con que mi bebé no es suyo?

—Pues entonces lo dejas, alguien así no merece educar a tu hijo. Vamos a darle el beneficio de la duda, pensemos que se comportó así por su adicción, se supone que ya fue a terapia y que ha salido. No tiene por qué dudar de ti.

—No lo sé. —Mordí ligeramente la uña en mi pulgar.

—Pero te advierto algo, sí piensas estar con él, tienen mucho trabajo por delante. Alguien con semejantes adicciones necesita de mucho apoyo. Sí estás dispuesta a ayudarlo entonces regresa con él, si no…, entonces mejor déjalo. También tú necesitas un apoyo incondicional, me gustaría tanto poder hablar con él…  ¿Cuándo te vas?

—En unos días…

—Quiero que sigas llamándome, sabes que aún no terminamos.

**Edward POV**

**Flashback**

La inmensa casa lucía impecable como la última vez que había venido a este lugar, ya era tarde cuando llegué a la casa de Jessica.

El sólo pensar en volver a estar aquí, me daba nauseas. Sin embargo mi hermano tenía razón, no perdía nada con ver como estaba. Yo no era como ella, un ser sin sentimientos que arrasaba a todos por una obsesión.

Cuando toqué el timbre, una enfermera de alrededor de unos 50 años me abrió la puerta. Su cabello rubio ligeramente canoso estaba recogido en una coleta, portaba un uniforme oscuro de chaqueta y pantalones azules.

—¿Qué se le ofrece?

—Yo…, vengo a ver a Jessica.

—¿Quién es usted? —Preguntó con desconfianza.

—Mi nombre es Edward Cullen. —La enfermera abrió los ojos de par en par, luego recompuso el gesto mirándome con recelo.

—No debería estar aquí.

—¿Cómo dice? —Pregunté extrañado.

—La señorita acaba de sufrir una fuerte recaída, lo único que repite es su nombre. No la ayudará el hecho de que usted esté aquí, le tengo que negar la entrada. —Respiré hondo y me pasé una mano por el cabello.

—Lamento mucho lo que le pasó, espero que pueda recuperarse y…

—¿Edward? —Una voz ronca y adormilada se escuchó, la enfermera y yo nos giramos para ver a Jessica.

Lucía sumamente delgada; su cabello rubio, desaliñado y sujeto en una coleta muy mal improvisada. Había perdido fácilmente unos diez kilos. De sus ojos azules como zafiros no quedaba nada, lucían rojos y llorosos.

—Kate hazte a un lado, —dijo molesta— Edward ha venido a verme ¿y tú le estas negando el acceso? —gritó ya enfurecida.

—Jessica, creo que lo mejor es que descanses… —comenté desde el marco de la puerta.

Ella negó y tiró de mi brazo para que pasara. Su casa también lucía descuidada, era como si nadie habitara aquí. Se sentó frente a mí y no me gustó nada la forma en la que me miró, era como sí viera la luz al final del túnel.

—¿Qué te ocurrió? —Pregunté aclarándome la garganta—. ¿Por qué intentaste suicidarte? Me tenías preocupado.

—¿Te preocupaste por mí? —una tímida sonrisa se dibujó en sus labios—. Edward, lamento muchísimo todo lo que hice… —de pronto y sin esperármelo, se arrodilló frente a mí— perdóname, por favor perdóname.

—Jessica no, —nervioso intenté levantarla pero no lo conseguí, por lo que preferí sentarme con ella en el suelo—, tienes que calmarte… —Sollozaba con tanta fuerza, abrazándome como si me hubiera muerto y ahora hubiera revivido. Todo en estos días había sido tan bizarro, que honestamente ya no sabía que esperar—. Lamento haberme portado así contigo. Me heriste sí, pero no debí actuar de ese modo.

—Has decidido venir, eso es todo lo que importa. —Sollozó contra mi pecho, suspiré y la estreché entre mis brazos.

—Me he dado cuenta de que guardar rencores, no es bueno. —Murmuré cuando se calmó un poco.

—Aún sigues con Isabella ¿verdad? —Aseguró sin verme. ¿Qué contestarle? Si le decía que no, iba a albergar esperanzas por lo que preferí no mentir.

—Sí, Jessica necesitas calmarte. Sólo quiero que sepas, que te perdono por lo que me hiciste, que de verdad espero que puedas seguir adelante con tu vida. No vuelvas a intentar quitarte la vida, tú me enseñaste que siempre había que luchar...

—No puedo seguir adelante sin ti. —Gimió al tiempo que enterraba las manos en su cabello.

—Eso se terminó hace mucho, sabes que nunca fuimos… compatibles. —Ella no dijo nada, pasaron unos minutos, y sus sollozos aminoraron hasta que finalmente dejó de llorar.

—Tienes razón, creo que debo entenderlo. Ahora que al menos sé que estamos bien, intentaré mejorar… te lo prometo. Pero hay algo que tengo que saber…

—Cualquier cosa. —Espeté.

—¿Es cierto que vas a tener un hijo? —Sus ojos brillaban intensos y afligidos. No podía mentirle con esto.

—Sí. —Dije mirándola con detenimiento, observando como su cuerpo completo se hacía pequeño.

—Bueno, creo que será mejor que te vayas. Necesito estar sola, quiero descansar.

**Fin del Flashback**

Ya era muy noche mientras estaba recostado en mi cuarto frío y vacío. El recuerdo de mi visita con Jessica me había dejado pensativo. No sería la primera noche que me quedaba en vela. Tampoco me importaba una mierda.

A fuera, una tormenta arreciaba Nueva York. El agua golpeaba con fuerza y el viento, sacudía los cristales de las ventanas. Era como si el clima estuviera de acuerdo con mi estado de ánimo. Elevé el anillo que pensaba darle a Bella viendo los diferentes colores a través del cristal, lo puse en el tocador y cerré los ojos sólo para ver de nuevo a Isabella. Lucía irracionalmente atractiva, pero demasiado delgada. Sus ojos chocolates, estaban ligeramente hundidos pero con un hermoso brillo. Claramente mi presencia en su vida le hacía daño, yo no era bueno para ella. Y definitivamente, un ángel como ella con un alma pura y limpia, tampoco era para mí. Me permití regodearme en soledad, disfrutar del sabor de la derrota y la resignación al aceptarla. Me hundí en el infierno, donde estaba enterrada mi alma. Mañana Bella se iría a Forks, quería alejarse de mí, y se lo concedería porque después de todo… se lo debía.

El rostro de Bella llenaba la mayoría de mis pensamientos pero el deseo de beber también estaba presente; era como un monstruo sonriéndome, jactándose de mi dolor, exigiéndome por buscar una solución a esto, pidiéndome que me entregara al placer del licor. Planteándome un montón de escenarios sobre lo delicioso que sería sentir el sabor del alcohol deslizándose por mi garganta. En un par de días había herido a tantas personas, que quizás… lo mejor sería que me quedara internado en la puta clínica. El deseo de beber, afortunadamente ahora era ligeramente más tolerable. Sí no fuera por la terapia, quizás ya estaría hundido en algún bar.

Mi celular vibró, iluminando la oscuridad de la habitación. Por un momento, pensé en ignorarlo pero rara vez me llegaba un mensaje, sobre todo pasadas las dos de la mañana.

Quisiera que pudieras estar en mi lugar un solo momento, sentir lo que siento… me lastimaste mucho Edward, pero aunque lo intente…  ya no puedo vivir en un mundo dónde tu no estés a mi lado. También te amo y no puedo soportar que pienses que eres un monstruo, vi en tus ojos que de verdad lo creías, quiero que sepas que no pienso que seas eso. No lo eres. Sé que nos hicimos daño, que necesitamos un tiempo, pero la verdad no sé si pueda sanar viviendo sin ti. ¿Tú podrás?

No, no podía. Eso fue todo lo que necesité para salir de mi residencia. Sin importarme la lluvia torrencial o parecer un demente, conduje a la velocidad más moderada que pude. Llegué al departamento de Isabella en unos minutos; observé todas las luces apagadas pero sabía que ella estaba despierta. Busqué la ventana que daba a su habitación, en realidad estaba más alto de lo que creía. Miré hacia un lado y agradecí en el alma el horroroso árbol que estaba en pie, ya que era el que me llevaría hasta Bella. No me importó la lluvia inclemente sobre mi rostro o la dificultad para subir, comencé a escalar por el árbol que daba a su ventana. Tampoco me importó lastimarme varias veces las manos en mi intento de simio escalando por un árbol.

Finalmente, llegué a su ventana y me impulsé para intentar abrirla. Resoplé al ver que no tenía puesto el seguro, podría entrar sin tener que llamar por el cristal. Cualquiera podría hacerlo… —suspiré dejando mis regaños para más tarde.

Entré con todo el cuidado posible, evitando resbalarme en el último momento. Mi vista se ajustó a la oscuridad y la vi recostada. Usaba sólo un camisón de seda blanco y sus rodillas estaban un poco dobladas.Una de sus manos, reposaba en su vientre y la otra sobre la cama sujetando el celular.Su cabello largo estaba esparcido por toda la almohada y me pregunté, si no me habría caído del árbol y ahora estaba en el cielo. Caminé hacia ella, tratando de no despertarla, acaricié su rostro hermoso con la yema de mis dedos, ella se movió al tiempo que abría los ojos.

—¡Oh! —Gimió tapando su boca— ¿Qué haces aquí? —Susurró muy bajito mientras unas lágrimas descendían por su rostro.

—Lo lamento tanto amor. Quería decirte en persona, que no puedo vivir en un mundo donde tú no estés. Es más, ni siquiera puedo concebirlo.

—Edward… yo… —balbuceó.

—¿Podrías disculparme? De verdad, siento que me muero cuando no puedo estar contigo, para mí la vida no tiene ningún sentido si tú y mi bebe no forman parte de ella —hablaba precipitadamente, pero es que cuando estaba nervioso no podía evitarlo—. Jamás volveré a dudar de ti, ni a levantarte la voz. Te juro que nunca volveré a beber… te lo juro nena. —Tomé su rostro, besando las lágrimas que resbalaban silenciosas por sus mejillas. Luego, muy lentamente me deslicé a su vientre para depositar suaves besos.

—No me prometas nada, si al más torpe malentendido vas a salir corriendo. Vas a beber, vas a… a odiarme… —Sollozó.

—No te lo estoy prometiendo, te lo estoy jurando por lo más valioso para mí que son tú y mi bebé. No voy a volver hacerlo jamás. Yo no puedo ser capaz de odiarte Isabella, eso nunca. —Ella suspiró y guardo silencio por lo que me pareció una eternidad.

Los relámpagos iluminaban la habitación, haciendo sombras en su rostro. Miré hacia los lados comprobando que ya había guardado todo, ella pensaba irse…

—Discúlpame tú también Edward… —murmuró—, debí mencionarte que me vería con Jake, debí entender que tus problemas con el alcohol eran más fuertes de lo que aparentaban. Te pedí que me dejaras ayudarte y cuando era el momento… yo me acobarde. —Volvió a sollozar.

Tomé su muñeca y tiré de ella acercándola a mí, borrando la distancia que nos separaba. Enterré la cabeza en su cabello. El aroma que también conocía y anhelaba, inundaba otra vez mi olfato junto con mis sentidos de nuevo. La tenía, tenía a Bella entre mis brazos otra vez.

Me eché hacia atrás tomando su cabeza entre mis manos, la escudriñé con los ojos. Preguntándole y a la vez anunciándole lo que pensaba hacer,  me acerqué a ella con cuidado, muy lentamente junté nuestros labios. Su sabor era tan dulce, sus labios suaves como siempre,más si se puede, porque no los había tenido durante mucho tiempo. Me devolvió el beso y la sensación de su lengua enredada con la mía me robó un escalofrió.

**Bella POV**

Edward me besó largamente y con mucha dulzura, no protesté en sus labios; los necesitaba, así que le devolví el beso.Él respiró hondo y después de lo que me pareció muy poco tiempo, me dio un corto beso. Se separó de mí para depositar un casto besó sobre mi frente.

—Sólo quería que supieras que te amo —murmuró con voz quebrada— que de verdad lo siento. Y que si te tienes que ir lejos, lo entenderé porque te amo, no volveré a forzarte a nada. Me doy cuenta de que te he sobrestimado, cuando él único débil soy yo.

—Edward… —susurré tirando de su cabello húmedo, un escalofrió me recorrió al sentir el agua fría colarse por mis brazos.

—Ahora, será mejor que me vaya, fresas —sonrió torcidamente— no quiero que por mi culpa pesques un resfrío. —Se incorporó totalmente y me acarició con tristeza el rostro.  ¡Se iba a ir!

Edward lucía como un ángel. Sólo que ahora estaba completamente empapado; su cabello más largo de lo que recordaba, lucía negro por el agua. Los jean oscuros, haciendo un pequeño charco de agua bajo sus pies, la playera gris adherida celosamente a cada uno de sus músculos. Y sus ojos, ¡por Dios! cuanto los había extrañado. Estaban tan afligidos que se me revolvió el estómago.

—Quédate. —Pedí saliendo de la cama y caminando hacia él.

—No se te ocurra dar un paso más. —Elevó un dedo, indicándome que me detuviera.

—En el armario todavía hay ropa tuya… —murmuré con una extraña voz ronca, me encogí de hombros tratando de parecer indiferente—, no pensaba llevármela. —Suspiré recordando esos días cuando vivíamos juntos y las ganas de llorar me embargaron pero valientemente me contuve.

—No puedo quedarme nena… mañana cuando te vayas… yo… —balbuceó— no sé si podré soportarlo.

Cerré los ojos, sí me iría pero hoy lo quería conmigo.

—No me hagas rogar Edward… por favor… —pedí con la voz entre cortada. Edward suspiró audiblemente por lo que me animé a mirarlo.

—¿Habré dejado ropa de deporte? —Preguntó con una sonrisa torcida. Asentí mientras buscaba a oscuras por la habitación.

Me sabía de memoria en donde estaba su ropa, ya que me la pasaba olisqueando su aroma. A veces, incluso me dormía con alguna de sus camisas. Si, era una masoquista consumada. Le pasé la ropa seca; un par de pantalones de deporte oscuros y una camiseta azul. Me deleité con el desnudo involuntario que me estaba proporcionando, los relámpagos iluminaban apenas mi habitación pero dejaban que viera sus tonificados brazos, su marcada espalda, sus torneadas piernas y…

—¿Me está mirando señorita Swan? —Preguntó con una sonrisa. Mordí mi labio mientras sentía los colores subir a mi rostro.

—No…

Suspiré agradecida de que la noche no le dejara ver mi cara. No pude evitar dar un respingo al sentir sus manos frías rodearme la cintura atrayéndome a su pecho.

—Lo siento. —Cuchicheó soltándome, pero rápidamente sujeté su mano y me acerqué de nuevo a su duro pecho.

—Abrázame. —Pedí. Dudo unos instantes sin embargo lo hizo.

Suspiré embargada por su olor que tanto había extrañado. Ninguna camisa, ni tampoco ningún recuerdo con su olor, se asemejaba a esto. Apoyé la cabeza en su pecho al tiempo que sentía sus labios sobre mi cabello.

—Hueles delicioso fresas, no sabes cuánto he extrañado esto… —puso ambas manos en mi rostro mientras me miraba fijamente—, tu rostro, el olor, tus mejillas sonrojadas… —Sonreí lentamente y me acerqué a sus labios.

—También yo te he extrañado cielo… —se estremeció cuando dije lo último—, te necesito Edward. —Dije dejando que las hormonas hablaran por mí.

—Isabella yo…, no creo que debamos hacer nada nena.  —Barrió con su pulgar mi labio inferior—. Por supuesto que también te deseo, pero no sé…

—Ha pasado mucho tiempo —interrumpí, enredando mis manos en su cabello revuelto y húmedo—, por favor…

—Nena… ¿pretendes acabar con todos mis avances hoy? —Sonrió contra mis labios—, creí que podía dominar mis necesidades pero tú… —suspiró—, no puedo hacerte el amor y dejarte ir mañana, no puedo. —Susurró con voz afligida.

—No pienses en mañana, —mi voz sonaba ronca— por favor… —insistí antes de besarlo con intensidad.

Yo tampoco estaba pensando, sólo quería despedirme de él, pero si tenía que irme, al menos quería llevarme este recuerdo para poder vivir sin él… por un tiempo. Me apretuje en sus brazos, rodeándole la espalda con las manos, seguí suplicando al tiempo que se me salían unas traicioneras lágrimas, él gruñó entre mis labios en lo que me pareció una especie de rendición por su parte.

Cambió su peso, colocándose entre mis piernas mientras una de sus manos se apoyaba firmemente en la cama, para que no cargara ni un gramo de su peso. No sé qué lo convencería de cambiar de opinión, si mis lágrimas, las súplicas o su propio deseo. Con su mano librerecorrió mi vientre con sumo cuidado. Sonreí y sujeté su mano ahí. Dejó de besarme y me miró fijamente a los ojos.

Un montón de cosas se reflejaron en ellos; gratitud, asombro, adoración. Me miró como si pudiera ver a través de mi alma y le gustaba lo que veía. Volvió a besarme con dulzura y sin tocarme absolutamente en ningún otro lado de mi cuerpo. Suspiré, se había vuelto sumamente cuidadoso,podía verlo. Quizás tenía miedo de hacerme daño. Sin embargo, el tiempo que pasamos separados, sólo había hecho que lo necesitara más, necesitaba que me apretara fuerte contra su cuerpo, que me hiciera sentir que todo lo que me dijo era mentira, quería creerle que nunca dudaría de mí. Ya teníamos más de un mes desde nuestra última vez juntos, y yo no tenía la paciencia para hacer las cosas con tanto cuidado. Me removí entre su gran cuerpo y metí la mano entre nuestros cuerpos, buscando excitarlo, pero contuve un gemido al tocar su dura erección.

—Bella. —Habló con voz contenida—.  ¿Estás segura?

—Sí. —Jadeé tirando de su erección un poco y me arqueé bajo su cuerpo.

Edward resopló, no tardó ni en un segundo en quitarse la ropa para volver a subir por la cama, sin embargo se detuvo en mi vientre. Me tocaba con adoración y ternura. Deslizó el cinturón de mi bata, dejando al descubierto mi cuerpo desnudo. Un gruñido ronco abandonó sus labios cuando se inclinó para besar mis pechos.

—Están duros…—susurró contra mi piel haciéndome estremecer—, mucho más duros y grandes, joder… —Dejo un rastro ardiente de besos por mi pecho y mordí mi labio intentando no gritar.

—Te necesito… tanto. —Gemí removiéndome bajó su cuerpo. Entendió a qué me refería o quizás, tampoco podía esperar más.

Con sumo cuidado se deslizó dentro de mí para luego quedarse quieto. Jadeé presa de la sensación, cerré los ojos tratando de acoplarme a su erección, sin embargo no lograba entender porque no comenzaba a moverse. No pude esperar más por lo que comencé a moverme, le enredé las caderas con las piernas y tiré de su cabello.

—Muévete cielo… —Supliqué.

—Espera. —Pidió con voz ronca. Sus ojos estaban oscurecidos; dos piedras negras preciosas que me robaron el aliento—. He soñado con esto durante mucho tiempo, necesitó sentirte así.

—Te amo. —Susurré besándolo con pasión contenida. Él parpadeó mirándome fijamente, mientras la sorpresa se reflejaba en sus orbes verdes.

—Dilo otra vez. —Pidió comenzando a moverse tortuosamente lento.

—Te amo Edward, te amo. —Jadeé sintiendo unas lágrimas rodar por mis cienes.

—Cómo yo te amo nena. —Gruñó al tiempo en que comenzaba a embestirme sin más preámbulos.

Disfruté del sabor de su lengua, de su aliento mentolado mientras le enterraba las uñas en la espalda. Subí las manos recorriendo su perfecto rostro, ese rostro que tantas veces había tocado y nunca terminaría de memorizar. Lo estreché con fuerza sin querer dejarlo escapar jamás, gimió entre mis labios mientras aumentaba un poco sus embates y sus labios murmuraban en mi oído cuanto me había extrañado. Embargada por el placer y el miedo a perderlo, me apretujé más contra su cuerpo, sintiendo el lento vaivén de cada uno de sus movimientos.

El sudor cubría nuestros cuerpos, el sonido de la lluvia y los truenos envolvían un poco nuestros jadeos así como el sonido de nuestros cuerpos chocando, encajando como dos piezas perfectas de un rompecabezas. Un calor familiar se desplazó hasta mi columna vertebral al tiempo que mis pliegues rodeaban su miembro. Un arrasador orgasmo me golpeó con fuerza, mordí mi labio intentando controlarme. Dos estocadas más y Edward se estremeció entre mis piernas al tener el suyo.

Jadeaba cerca de mi oído, tenía la respiración entre cortada cuando se iba a levantar de encima mío para que no estuviera sobre mí. Sin poder soportarlo, lo abracé por los costados, no sintiéndolo lo suficientemente cerca.

—No te vayas todavía. —Supliqué.

—Nena… —susurró al tiempo que sujetaba mi rostro y me miraba con ojos dolidos— ¿no es esto ya lo suficientemente difícil? —Preguntó con voz atormentada.

Edward POV

No sé por cuántas horas estuve recostado sobre su pecho.Escuchando los latidos de su corazón  y acariciando con devoción su vientre, el mismo que alojaba a mi futuro bebé. Estuve perdido en el aroma a fresas y lavanda de su cuerpo, negándome a aceptar que la realidad era esta: que nuestra entrega había sido una despedida.

Tenía que aceptar que más que cualquier otra cosa, yo le hacía daño. Isabella necesitaba descansar. De , de todos los problemas que me rodeaban, podía verlo ahora:en su silueta pequeña y delgada, en los surcos violáceos bajo la piel de sus ojos. Miré hacía la ventana, el sol comenzaría a iluminar el cielo en cuestión de minutos. Tenía que irme.

No te vayas. —Susurró al sentir que me había movido un poco.

— ¿Sigues despierta? —Me enderecé incrédulo sujetando su rostro entre mis manos—. Nena ya dejó de llover, no me pasará nada. Duerme un poco.

—No puedo. —Sus ojos se llenaron de lágrimas haciéndome fruncir el ceño.

—No llores por favor, —supliqué besando su rostro— ¿qué te ocurre?

—Yo… —mordió su labio.

—Lo mejor es que me vaya ahora Bella, te va a ir bien en Forks. Si me dejas, iré a visitarte. Si no, de cualquier forma lo haré. No te escaparas tan fácil de mí. —Susurré tocando su nariz.

—No me voy a ir a Forks.

Me quedé estático sin comprender lo que decía. Parpadeé un par de veces mientras sus palabras lograban colarse por mi cerebro. ¿No se iba a ir?

—Tú… ¿te quedarías… conmigo? —Pregunté con la voz entre cortada, porque albergar esa esperanza era casi imposible.

—Nuestro lugar es aquí, —tocó mi pecho y entendí que se refería también al bebé—, contigo. He sido una egoísta durante todo este mes, pero ya no lo voy hacer más. Te quiero y sé que el bebé también te quiere. —Susurró pasando sus manos por mi rostro.

Me quedé mirándola unos segundos, de nuevo ella quería esto. Quería estar conmigo y no supe si alegrarme o entristecerme.

—No soy el mismo Bella… ¿y si los daño?

—Eres el mismo de siempre cielo. —Deslizó un suave dedo por mi mejilla haciéndome cerrar los ojos—. Estoy segura de que serás un excelente padre, confió en ti.

Confiar, ¡mierda! Que todos los padres preocupados por sus hijas me perdonaran pero me iba a quedar con ella, Bella era solamente para mí.

—Joder. —Respiré hondo y la abracé con fuerza—. ¿Estás segura nena?

—Sí.

Como si de un embrujo se tratara, como si su voz moviera mi cuerpo, busqué su boca con desesperación. Nuestros cuerpos chocaron a pesar de que acabábamos de entregarnos, un escalofrío la recorrió mientras tomaba sus pechos. Tiró de mi cabello y me acomodé entre sus piernas con mucho cuidado antes de volver a hundirmeen ella. Siseando al sentirla estrecha, húmeda y lista para mí de nuevo. Bella enredó las piernas en mis caderas y no había nada más que decir. Ningún Charlie enfurecido me iba a quitar este momento.

**Bella POV**

—¿Me amas? —Preguntó Edward acariciando mi cabeza apaciblemente.

—Por eso estamos aquí. —Respondí con seguridad.

—Bueno, —tomó mi rostro con ambas manos mientras pasaba mi cabello detrás de las orejas— ¿te importaría si hago algo?—se separó de mí, de inmediato me sentí vacía y me rodeé instintivamente.

—Lo que quieras excepto eso. —Refunfuñé tirando de sus manos para que me abrazara otra vez. Él sonrió separándose gentilmente de mí.

Fue hasta su ropa húmeda buscando algo, luego lo vi venir de nuevo hasta mí. Se hincó a un lado de la cama y tomó mi mano.

—Bella, te quiero pedir algo y después de esto, no abra marcha atrás. —Sus ojos brillaban intensos, mordí mi labio.

—¿Q-qué cosa?—Pregunté nerviosa con la voz apagada.

¿Y si me pedía dejarlo? ¿Si insistía que era un monstruo y que no podía controlarse? Los ojos se me llenaron de lágrimas de sólo pensar que dijera eso, lo miré expectante pero cautela, era lo que había en su mirada y que me estuviera sobando la espalda de arriba abajo, como preparándome para lo que fuera que estuviera pensando, lo que me puso más nerviosa.


 Chicas sé que me tardo mares lo siento muchisimo es que en verdad que la inspiración simplemente no me había venido. Rebbe muchismas gracias por que sin tu ayuda esto seguiria en donde mismo, eres una excelente beta y una excelente amiga.

 Gracias como siempre por sus comentarios por la espera y por todo el tiempo que me han dedicado. Martha, SpCulle, GINNADECULLEN, Gladys, Ness, SablanCullen si alguien se me esta pasando y espero poder encaminar el fic hacia el final :)

Por cierto chicas que me leen por aquí, les cuento que ya tengo historia nueva disculpen que venga avisarles hasta ahorita la pueden leer en Fanfiction:
http://www.fanfiction.net/s/9318598/1/Cosplay
Espero les guste les advierto que es sumamente diferente a lo que estan acostumbradas a leer de mi parte.

Capítulo 50: Adicción Capítulo 52: Propuesta

 


Capítulos

Capitulo 1: Superando Errores del pasado Capitulo 2: La nueva Asistente Capitulo 3: La razón Capitulo 4: Conociéndonos Capitulo 5: La comida Capitulo 6: Aventura Capitulo 7: Juegos Capitulo 8: Complicaciones Capitulo 9: Cada quién con su cada cual Capitulo 10: Aclarando dudas Capitulo 11: Planeando nuestra salida Capitulo 12: Bora Bora Capitulo 13: A flor de Piel Capitulo 14: Frente al mar Capitulo 15: Deteniendo el tiempo Capitulo 16: De regreso Capitulo 17: El viaje Capitulo 18: Confesiones Capitulo 19: Verdades al descubierto Capitulo 20: De regreso del Viaje Capitulo 21: Malos entendidos Capitulo 22: Cuestión de tiempo. Capitulo 23: Sorpresas Capitulo 24: Haciendo elecciones Capitulo 25: Por algo pasan las cosas Capitulo 26: Empezar de nuevo Capitulo 27: Cambios Capitulo 28: Amigos Capitulo 29: Final del día Capitulo 30: Salida Capitulo 31: Salida segunda parte Capitulo 32: Cosas por hacer Capitulo 33: Las Vegas Capitulo 34: No importa el tiempo Capitulo 35: En peligro Capitulo 36: Contigo Capitulo 37: Una nueva oportunidad Capitulo 38: Un mes Capitulo 39: Impulsos Capitulo 40: Queja Capitulo 41: Cita Capitulo 42: Nada es lo que parece Capitulo 43: Confrontaciones Capitulo 44: No hay vuelta atras. Capitulo 45: Central Park Capitulo 46: ¿Qué soy para ti? Capitulo 47: Visitas inesperadas Capitulo 48: Noticia Capitulo 49: Reacciones Inesperadas Capitulo 50: Adicción Capitulo 51: Todo o nada Capitulo 52: Propuesta Capitulo 53: Transtornos Capitulo 54: Tú, mi felicidad.

 


 
14445681 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios