Haciendo Elecciones (+18)

Autor: skuichy
Género: + 18
Fecha Creación: 26/01/2012
Fecha Actualización: 19/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 39
Comentarios: 248
Visitas: 145652
Capítulos: 54

Todo comenzó con una atracción; me gustabas, quería cazarte. Ambos teníamos pareja, así que sólo era eso, un juego. ¿Pero que pasa cuando uno de los dos quiere más? El juego deja de serlo y una terrible verdad queda sobre nosotros. En el amor las cosas nunca son fáciles, claro tampoco nadie me advirtió que serían así de difíciles.

 

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Capítulo 47: Visitas inesperadas

**Edward POV**

Sujeté a Bella por su pequeña cintura, y la dirigí a la planta de abajo donde la música vibraba. Las personas bailaban eufóricas y nos empujaban al pasar, complicando nuestro camino hacía la pista, era como un mar de personas. Bella lucía preciosa, el vestido corto azul oscuro, marcaba sus caderas. El corte de la parte frontal que tenía su vestido, era cuadrado dejando ver sus suaves pechos. Su cabello lucia delicadas ondas al final; sonrió por encima de su hombro viéndome mientras seguíamos caminando. Sus ojos bailaban divertidos y animados, las luces de colores del club jugaban con su piel, se veía radiante.

Sabía que era buena idea haber venido aquí, teníamos que distraernos. No voy a negar que probar sus labios sabor a licor, me daban ganas de tomarme un buen trago, que incluso, tuve la necesidad de dejar de besarla por lo mismo. Pero el fantasma de mi adicción no iba hacer acto de presencia hoy, yo podía controlarme, debía hacerlo por mí y por Bella. Ella se estaba divirtiendo, bailaba incluso mientras caminábamos, sonreía divertida hacía mí. ¿Cómo no iba a intentarlo por ella?

Varios hombres la devoraban con la mirada, por lo que mi agarré en su cintura se volvió más posesivo y fulminé con la mirada a más de dos. Respiré hondo cuando un sujeto le susurró preciosa, sin importarle que viniera yo sujetándola. No quería hacer una escena; Jane me había dicho que dejar una adicción no era fácil, uno de los efectos secundarios que yo estaba padeciendo, precisamente era la obsesión y el comportamiento voluble.

Me volvía loco de pensar que alguien más pusiera los ojos en Isabella. En el pasado era celoso con ella, siempre lo fui, pero lo que sentía ahora, rayaba en lo absurdo, el instinto protector que siempre sentía al estar con ella, estaba trabajando al límite. Necesitaba calmarme aunque me costara bastante, de cualquier forma yo no era un alcohólico consumado. No me costaba un esfuerzo hercúleo las cosas, como a cualquier persona alcohólica.

— ¡Esa canción me encanta! —Gritó Bella ajena a todo lo que estaba sintiendo, soltándose de mi agarré y tomando mis manos. Iba bailando y caminando hacia atrás hasta que topamos en una pared.

— ¿Qué canción es? —Grité por encima del ruido.

—Se llama: Pursuit of happines… o algo así ven —tiró de mi mano y la puso en su cintura. Comenzó a moverse de forma sensual recargándose contra la pared, sacudiendo levemente la cabeza a los lados, —Crush a bit, little bit, Roll it up, take a hit, feeling lit, feeling right, 2am, summer night, I don't care… —Abrí los ojos sorprendido, se veía irracionalmente sensual.

—No fresas, —susurré cerca de su oreja, pegándola un poco más a la pared —no bailes así nena, me excitas demasiado además ¿por qué no me habías dicho que cantabas tan bien? —Ella sonrió tomando mi rostro, seguía moviéndose al ritmo de la música.

—Siempre quise venir a bailar contigo.

—Yo también. Nos hemos perdido de tantas cosas…

—Vamos recuperándolas. —Dijo bailando animadamente.

La canción seguía mientras todos a nuestro alrededor saltaban y bailaban. Bella era una más en la pista, cualquier rubor que normalmente se instalaba en su rostro, hoy ni siquiera podía verlo. Me encantaba verla tan desinhibida, sexy, tranquila, contenta, bailándome justo como lo estaba haciendo ahora. Su frente estaba perlada de sudor, sus ojos maquillados en tonos oscuros, le daban un aire sensual, elevaba los brazos al bailar, todo su cuerpo exudaba sexualidad, mordió levemente su labio perdida en la música. Tomé su rostro y parpadeó sorprendida, estaba tan absorta bailando que en sus ojos noté el desconcierto. Bajé el rostro a su altura y comencé a besarla. Ella sonrió entre mis labios y lanzó los brazos a mi cuello.

—Te amo tanto Edward.

—Te amo Isabella, muchísimo.

Y como siempre pasaba, mi cuerpo empezó a prenderse al sentirla tan cerca. La ya conocida electricidad entre nosotros, comenzó a chisporrotear con intensidad. Puse una mano en su cadera y fui deslizando la otra a su respingón trasero. Ese vestido me estaba volviendo loco, haciendo estragos con mi cuerpo y mi mente. Profundicé el beso empujándola contra la pared, mordisqueándole el labio inferior. Pensé que se ruborizaría y me quitaría pero, para mi asombro, se apretujó más en mis brazos. Estar así con ella, me puso por las nubes y restregué las caderas con las suyas mostrándole lo angustiosamente excitado que estaba.

Ella gimió sensualmente y mi sexo se estremeció de deseo, peor cuando enredó su lengua con la mía hundiendo los dedos en mi cabello. Todo el aire a nuestro alrededor se volvió cargado y húmedo, hacía que me hormigueara la piel y mis instintos más animales quisieran salir a flote. Escuché a varias personas gritar cosas como: consíganse un cuarto, algunos silbidos… No me importaba nada, para mí era como estar en una burbuja. 

La música cambio a una un poco más tranquila, distinguí la melodía. Rompí a regañadientes el beso para tratar de relajarnos, su pecho subía y bajaba, tenía los ojos vidriosos presa de la excitación, podía notarlo. Solté el aire bruscamente y di un beso en su frente.

—Tenemos que controlarnos nena, es un lugar público. —Susurré enterrando el rostro entre su cuello y el hombro. Inhalé su aroma a fresas, que ahora era más intenso por la excitación. Ella me acarició la cabeza con cariño.

—Siempre existen los baños, podemos perdernos en uno… —Elevé el rostro para mirarla asombrado.

— ¿Lo has hecho antes?

—Nunca. —Dijo negando con una sonrisa, para mi tranquilidad mental.

—Te prometo que un día daremos una muestra de exhibicionismo. —Sonreí. —Pero no hoy nena, desde aquí puedo ver a Demetri y Jane. —Señalé hacía el fondo con un gesto de cabeza, dónde Demetri me miraba con una gran sonrisa. —Bastante mal nos irá por habernos besado así. Ahora imagina arrastrarte al baño para perderme en tu piel, significaría que tendrías que aguantar una lluvia de burlas de parte de mi amigo.

—Tienes razón. —Afirmó riéndose, la estreché entre mis brazos y seguimos bailando.

—Esta canción me gusta mucho. —Dije volviendo a hundir el rostro en su cuello. —Me recuerda mucho a nosotros.

— ¿Me la cantas?

—Está por terminarse.

Por favor… —Canturreó con una vocecilla tierna. Jamás la había escuchado hablar así, sólo por eso comencé a cantar. Ella enredó sus  brazos a mi cuello.

I think I could need, this in my life. I think I’m just scared… I think too much. I know this is wrong it's a problem I'm dealing, if you're gone…

Seguimos bailando lentamente, yo cantaba la canción de ‘Matchbox 20’ en su oído. Ella me estrechaba con fuerza; no quería que la noche terminara, no quería tener que separarme de ella.

— ¿Te quedas conmigo hoy? —Pregunté esperanzado.

—Robaste las palabras de mi boca cielo… —susurró.

—Este ha sido el mejor cumpleaños que he tenido.

**Bella POV**

Estar con Edward siempre era como estar en un sueño, un sueño del que no quería despertar.

— ¡Bella! —Angie apareció entra la multitud, tiró de mi brazo separándome un poco de Edward, fruncí el ceño.

— ¿Qué pasa?

—Acompáñame al baño, no quiero ir sola. —Rodé los ojos, Edward se rió, lo miré y me perdí en su rostro alegre, en sus ojos llenos de calidez.

Esto era lo que yo quería para él, no aquella mirada atormentada como cuando me confesó que se estaba volviendo un alcohólico, no la tormenta que se estableció en sus ojos por ver aquellas estúpidas fotos…

—Ve con ella nena, Ben y yo estaremos arriba con Félix y Carmen.

—Está bien. —Musité decepcionada, quería seguir bailando.

En el baño la fila era enorme para poder entrar, que bueno que Edward no me siguió la corriente con eso de venir al baño para tener sexo.

—Tú y Edward lucen muy bien, Bells. ¡Te ves radiante! —Susurró Angie mientras esperábamos en la fila.

— ¿Tú crees? —Pregunté avergonzada.

—Te adora, lo puedo ver en la forma en la que te ve.

—Me ha pedido que esta noche me quede con él…

— ¿Y qué le dijiste?

—Pues que sí. —Susurré sintiendo el rubor en mis mejillas.

— ¿Ya te aclaró que tipo de relación tienen? —Asentí — ¿Y bien? —Preguntó con impaciencia.

—Me pidió que fuera su novia y…

— ¡Lo sabía! —Interrumpió — ¿Ves? Sólo hacía falta que lo hablaran…

—Angie, eso no es todo… —murmuré ruborizada —me pidió que viviéramos juntos… —Ángela se llevó las manos a la boca.

—Oh Bella… —me abrazó efusivamente —me da tanto gusto… —se separó de mí — ¿Cuándo se mudan?

—No lo sé Angie, me siento nerviosa…. Yo sólo quería que me dijera que somos, no que me pidiera que viviéramos juntos, además de que últimamente anda un poco controlador ¿qué si se da cuenta de que no tengo nada de especial? —Desvié la mirada hacía la rubia que se había comido a Edward con los ojos, y ahora estaba formada en la fila. — ¿Qué va a pasar conmigo el día que descubra que no le gustan las morenas? —Susurré.

—Bells, estas ebria.

— ¿Qué? —Pregunté desconcertada.

—No encuentro otra explicación para tantas tonterías que salen de tu boquita. ¿Cómo puedes saber si esto o si aquello? Simplemente no lo sabes.

Suspiré, sabía que mi amiga tenía razón, pero una vida llena de dudas no se iba a ir de la noche a la mañana. Saliendo del tocador fuimos por unos martinis, yo ya no quería tomar, me sentía mareada, así que solo estaba esperando que Angie pidiera sus tragos. Me apoyé en la barra de bebidas y vi a Edward, muy cerca de mí. Sonreí, seguramente me había esperado, los vaqueros oscuros resaltaban su camisa inmaculadamente blanca. Su espalda era ancha y tonificada, no como esos modelos voluptuosos por el contrario, su cuerpo era fibroso. En su mano izquierda tenía la pulsera de cuero que le regalé. El cabello revuelto y cobrizo le daba un aire de sensualidad increíble. Tenía boquiabierta a la chica que, hasta ese momento, me di cuenta que lo estaba comiendo vivo. Estaban hablando de algo, y luego ella gritó escandalosamente y se fundió a él en un abrazo.

—Me da tanto gusto volver a verte Edward, luces… bueno guapo es poco… —Dijo entre los brazos de mi novio.

Ella tenía la piel color ébano, y contrastaba con el vestido rosa pálido que enmarcaban sus exageradas curvas.  El cabello negro le llegaba hasta la cintura y muy a mi pesar, parecía una modelo.

—Gracias, tú también luces genial. —Dijo Edward terminando el abrazo, pero sujetándola de la cintura con una amplia sonrisa.

—No como tú enserio, cada año te pones mejor ¿cómo le haces? —Ambos rieron.

Sabía que no debía sentirme así, pero los celos me estaban comiendo viva, ¿por qué no se soltaban de una maldita vez? Carraspeé y ambos me miraron con ojos grandes. 

—Isabella, —dijo Edward soltándose de la chica —te presento a Zafrina. —Ella frunció el ceño y me miró con una especie de mueca.

—Mucho gusto. —Murmuré secamente, y respiré un poco más tranquila cuando Edward entrelazó nuestras manos.

—Zafrina ella es Isabella, mi novia.

— ¿Tu… tu novia? —Preguntó casi horrorizada, analizándome con sus intensos ojos verdes. — ¿Qué pasó con Jess?

—Es una larga historia… —Dijo Edward pasando nervioso una mano por su cabello.

—Pues tienes que contármela, ¿después nos reunimos para cenar? —Preguntó la insulsa.

—Me parece bien. Nos vemos luego. —Dijo y ella lo abrazó con fuerza, parecía una maldita enredadera.

¿Nos vemos luego? Diablos, estaba a punto de salirme humo por la cabeza, no dije nada, lo miré furibunda y di grandes zancadas hacía la zona vip. Edward sólo se limitó sonreír y a sujetarme por la cintura mientras avanzábamos.

Llegando a la mesa, Jane y Demetri conversaban con Félix y Carmen. Ben y Ángela platicaban y bebían. Yo estaba totalmente enojada, Edward me miraba con una sonrisa, que me estaban dando ganas de abofetearlo mientras hacía pequeños círculos con el pulgar en mi mano.

—Sabes que nunca me fijaría en nadie que no fueras tú, ¿verdad? —Susurró tomando con suavidad mi mentón. Su toque mando una corriente eléctrica por mi cuerpo, pero me negué a entregarme a esa sensación y desvié la mirada.

— ¿Estás seguro? —Pregunté molesta. —No parecía que te fuera tan indiferente esa chica.

—Sólo tengo ojos para ti Bella, te amo… —se acercó y me besó. Su aliento era mentolado y exquisito, cerré los ojos adorando la suavidad de sus labios, pero luego recordé que estaba enojada y me separé, él me miró con el ceño fruncido — ¿Quieres que nos vayamos? —Asentí sin verlo. —Me despediré entonces.

Sabía que me estaba portando como una niña, estaba arruinando su fiesta. No debería pedirle que nos fuéramos, pero no podía controlarme. Quizás había bebido demasiado.

—Es mejor que se vayan a un cuarto, antes de que vuelvan a montar una escenita. —Dijo Demetri entre risas, los demás también se rieron excepto Ángela.  

Ella me veía preguntándome con los ojos que estaba pasando, por lo que me limité a sonreír y a despedirme. Al salir los flashes me cegaron momentáneamente, quedé sorprendida y bastante confundida, nunca pensé que la prensa vendría a este lugar. Unos quince reporteros estaban tratando de alcanzarnos y la seguridad del club no parecía suficiente.

Nerviosa, me pasé un poco el cabello hacia enfrente, en un tonto  intento de cubrirme. Un reportero tiro de mi mano y casi entro en pánico.

— ¡Retírense! —Me pareció escuchar la voz de Alec. Venía todo el personal de seguridad de Edward por lo que, entre toda la confusión no podía distinguir a nadie.

Edward sujetó con fuerza mi cintura y me condujo hacía el automóvil que ya nos esperaba.

—Edward dinos por favor ¿Quién es ella?

— ¿Dónde está Jessica Stanley?

—Señorita díganos su nombre…

Los reporteros gritaban miles de preguntas y se abalanzaban hacía nosotros como una turba enardecida, parpadeé de nuevo presa de los flashes. Me sentía cohibida y tenía miedo, torpemente me moví junto con Edward. Alec nos abrió el auto y se apresuró a arrancar lejos de ahí.

— ¿Estás bien Bella? —Preguntó Edward barriendo el pulgar por mi mejilla.

—Sí… sólo… nunca había visto nada igual. —Susurré, Edward suspiró.

—Lamento que sucediera esto, debí imaginarlo. ¿Aún quieres quedarte conmigo? —Asentí.

El camino fue silencioso, y me refugié en los brazos de Edward. Si quería estar con él, entonces tenía que acostumbrarme a todo esto; a los lujos, a los lugares privados, a los autos, a la prensa y sobre todo… a las mujeres. Miré por la ventana, sólo para encontrar con que nos dirigíamos a su residencia en Nueva York.

Edward tomó mi mano y bajamos del auto. Me soltó para descalzarse y caminó a la estancia donde se tumbó sobre un enorme sofá de color negro. No pude evitar sonreír al recordar todo lo que habíamos vivido aquí. Había retirado la suave alfombra de color blanca y en su lugar, podía ver un hermoso piso oscuro de madera. Los sofás eran todos de cuero negro, las paredes de color gris claro con algunos cuadros modernistas. En otra sección de la sala, una enorme pantalla rodeada de un impresionante equipo de sonido. Caminé hacía una de las ventanas, estas estaban decoradas con cortinas de un gris oscuro, daban una vista esplendida hacia el jardín rodeado de hermosos árboles. ¡Dios mío!, parecía un pequeño bosque.

Miré hacia la luna, estaba tremendamente grande, de color rojizo y blanco. Suspiré, había arruinado nuestra velada. Pero es que amaba a Edward, tanto… que dolía. No podía dejar de sentirme insegura con todo esto. Con las mujeres devorándolo con la mirada, con la sombra de Jessica rondándonos, con los lujos tan exagerados a los que él estaba acostumbrado… ¿podría quererme lo suficiente para quedarse solo conmigo?

—Bella, ven aquí nena. —Susurró Edward con voz profunda. Me estremecí ligeramente, dude en ir con él pero luego pensé que ya no quería que estuviéramos peleados. Caminé hacia el sofá donde estaba.

Me detuve frente a él, pero sin mirarlo. Me dediqué a mirar mis tacones que, de alguna manera había logrado controlar sin caerme en ningún momento.

— ¿Qué ocurre? —Susurré. Edward tiró de mi mano haciendo que me sentara a horcajas sobre él, suspiré mientras enterraba su rostro en mi cuello. Su varonil aroma inundó mis sentidos.

—Me encanta tenerte aquí, no sabes cuánto. —Acarició con ternura mi espalda. —No tengo ojos para nadie más Bella, sabes que te amo…

—Me gusta estar aquí. —Susurré y le regalé una tímida sonrisa. —Te quiero tanto Edward que tengo miedo de todo esto.

—Esto es lo que soy nena. —Ahora, subía y bajaba las manos por mis piernas. —Aún estas a tiempo de rechazarme, si todo lo que soy te abruma, si todos mis problemas te agobian…

—Shh… —dije poniendo un dedo en sus labios, sus intensos ojos lucían afligidos, claramente estaba malinterpretando todo —sé que esto es lo que eres, y lo quiero. Lo quiero todo de ti Edward, es simplemente que estoy celosa. —Abrió los ojos sorprendido.

—No tienes que estarlo nena, yo jamás me podría fijar en nadie que no seas tú…

— ¿Me lo prometes? —Susurré como tonta, pero necesitaba saberlo.

—Te lo juro. ¿Cómo puedes dudarlo?

Sujeté su rostro con ambas manos y busqué su boca con urgencia, él me correspondió con la misma intensidad. Mi beso era demandante, quería fundirme en él, lo quería para mí, solamente para mí. Enredé la lengua con la suya y tiré de su sedoso cabello para acercarlo más. Edward deslizó las manos hacía mi espalda aprisionándome entre sus grandes brazos, bajó dando besos húmedos por mi cuello.

—Zafrina es una vieja amiga, Bella. Ella no significa nada para mí, tú eres todo lo que siempre he querido y mucho más. —Murmuró.

—Hum. —Me quejé molesta con los ojos cerrados disfrutando de sus labios en mi piel.

—Me estaba felicitando por mi cumpleaños, eso fue todo.

—Le gustas. —Dije desabotonando su camisa, dejando al descubierto su tonificado pecho.

—Claro que no.

—Claro que sí, me quiso matar con la mirada cielo.

—Sólo estaba sorprendida, es amiga de Jessica. —Suspiré.

—Tengo miedo cielo, —susurré desviando la mirada —de que te aburras de mí, de que te des cuenta de que no soy lo que buscaste... —Puso un dedo en mis labios y me miró con ojos verdes encendidos.

—Bella tú eres mi destino, yo no te busqué ni tú me encontraste, te necesitaba y llegaste…. Eres lo que necesitaba sucederle a mi vida.

Sus ojos verdes eran profundos y sinceros, llenos de certidumbre y amor. Sonreí, realmente sonreí llena de amor y pasión por este hombre, lo amaba tanto. Busqué sus labios cargada de ardor otra vez; él gimió eróticamente cuando deslicé la mano entre nuestros cuerpos y toqué su enorme erección a través de los vaqueros. Sujetó mi rostro con ambas manos y me besó con desesperación. Sin perder el tiempo le desabroché los pantalones, él me ayudó elevándose un poco para que pudiera bajárselos por completo, aunque yo estaba encima de él, pareció no costarle ninguna dificultad. Cuando lo logré, ahueco las manos en mis pechos, masajeándolos y tirando de mis pezones a través de la ropa.

Así como le pasaba a él, también me pasaba a mí. Necesitaba de esa extraña sensación de posesión, sentir que era mío, que ninguna mujer iba a separarnos nunca. Sus manos recorrieron mis piernas y lentamente subió el vestido hasta mi cintura, yo quería tener esta vez el control, lo necesitaba; por una vez en mi vida necesitaba tener el control de algo, aunque fuera solamente de su cuerpo. Tomé su erección acariciándole de arriba a abajo, él contuvo la respiración mientras se estremecía debajo de mí.

Sus ojos claros, ahora estaban oscurecidos y la noche sólo los hacía lucir negros. Sonreí maliciosamente, yo podía hacerle esto; hacer que perdiera la cordura y la noción del tiempo. Lo apreté delicadamente, subiendo y bajando mi mano sin dejar de mirarlo un sólo segundo. Algunas veces lo hacía de forma lenta, otras de forma rápida, buscando la manera en qué le gustaba más. Edward emitía sonidos silbantes mientras soltaba el aliento con los dientes apretados y la mandíbula tensa, su rostro de adonis estaba bañado por la escasa iluminación de afuera.

Así, sumidos en una profunda oscuridad, no lo pensé dos veces. La excitación que me provocaba verlo disfrutando, me estaba matando. Me elevé y moví mis bragas a un lado, yo misma tomé su miembro y descendí lentamente sobré él. Todo mi cuerpo tembló ante su invasión, cerré los ojos y gemí sintiéndome desvalida.

Diablos Bella. —Resopló apoyando la cabeza en mi hombro. Todos sus músculos se tensaron. —Eres tan estrecha.

—Te necesito Edward. —Dije comenzando a ondularme sobre él, aferrándome a sus anchos hombros, en lo que mi cuerpo lo aceptaba del todo. —Necesito saber que sólo eres mío.

—Sólo soy tuyo amor… nunca lo dudes. —Dijo con palabras entre cortadas mientras me acariciaba la espalda.

Inspiré profundamente y aprensé mi labio mientras me movía de atrás hacia adelante, él elevaba las caderas entrando suavemente en mí interior, robándome audibles gemidos. Sujetó mi cintura, impidiendo que me moviera rápido. Estaba dominándome, marcándome el ritmo y hundiéndome en ese pozo del que nunca emergía con vida, todo mi cuerpo vibraba al borde del orgasmo. Al parecer Edward no tenía prisa, sus manos se paseaban errantes por mi cuerpo, sus labios eran dulces en los míos, sus movimientos lánguidos y sin urgencia. Pero no, hoy yo quería tener el control; sujeté sus manos y las entrelacé con las mías, apoyé firmemente las rodillas en el sofá y comencé a elevarme con rapidez, deslizándome de arriba hacia abajo.

—Despacio Bella… —exclamó entre dientes sujetándome las caderas —te vas a lastimar.

—No, despacio no Edward. Te necesito así y ahora.

Él me miró confundido, como sí no esperara esto de mí y aprovechándome de su vulnerabilidad, bajé de nuevo aprensando su miembro una y otra vez, experimentando un extraño dolor que resultaba exquisito al notar que me penetraba angustiosamente demasiado.

Edward no resistió mucho tiempo en su afán de llevar lento las cosas, y terminó soltándose de mi agarre. Llevó las manos a mis pechos, tiró hacía abajo el escote de mi vestido y estos saltaron libremente hacía arriba.

—Eres preciosa Bella… sólo te puedo amar a ti…

Deslizó los labios a mis pechos, y succionó con avidez; apoyé las manos en el respaldo del sofá y tomé mayor impulso, sentía su erección llenarme por completo, gemí descontroladamente y logré robarle fuertes resoplidos.

—Y tú eres mi vida… —gemí —ninguna mujer volverá a tenerte.

—No, —jadeó —solamente tú….     

Respiré violentamente, presa de todas las sensaciones que estaba sintiendo, encantada de que me dejara tener el control de su cuerpo. Edward nunca me imponía nada, entre nosotros, no existía esa necesidad de dominarnos el uno al otro. En nuestra relación, cualquiera podía tomar las riendas, y él otro se dejaba encantado. Eso me gustaba mucho, yo no podía sentirme atada, quería ser poseída y poseer. Me gustaban las partes iguales. Comencé a moverme en círculos, el corazón tronaba con fuerza en mis oídos, mis movimientos eran desenfrenados. Extasiada busqué su boca mientras tiraba de su cabello, su lengua me saqueaba y sus grandes manos abarcaban casi toda mi espalda. Gemí su nombre y conseguí mi liberación, arqueando la espalda hacía atrás, tomándolo todo por completo. Mordiéndome el labio ahogué más gritos, mientras mis paredes internas se enredaban en él, exprimiéndolo con fuerza. Él soltó una maldición y elevó las caderas haciendo que mis rodillas se despegarán del sofá mientras el orgasmo nos consumía a los dos.

—Te amo Edward… —susurré entre sus brazos, sintiéndome agotada, incluso los ojos se me cerraban.

—Te amo Bella, —deslizó mi cabello húmedo detrás de mis orejas —comprendo tus miradas, lo que me quieres decir con tu silencio y aun así, no me canso de descubrirte cada día. Nunca dudes de lo que siento por ti.

**Edward POV**

Por la mañana desperté… agotado.

Durante la madrugada habíamos hecho el amor incontables veces. Algunas veces ella me despertó con suaves caricias, otras yo la desperté con húmedos besos en su cuello y espalda. Bella estaba atravesada en mi pecho, su respiración era acompasada y tranquila. Su larga cabellera brillaba bajo la luz del sol, sus labios estaban enrojecidos, sus pómulos marcados. Suspiró deslizándose hacía un lado quedando boca arriba, un brazo a un lado de su cabeza, el otro en su regazo, uno de sus pechos redondo y bien formado, estaba descubierto fuera de la sabanas.

Lentamente acaricié su rostro y las comisuras de sus labios se elevaron en una sonrisa, pero no se despertó. Animado por el hecho de que no lo hiciera, acaricié su largo cabello. Era tan delicada y tan frágil, como un ángel de ojos y cabello castaño. Un ángel que era solamente para mí, sonreí con tantas ganas que pensé que se me iba a romper la cara. ¿Cómo podía pensar que me fijaría en cualquier otra mujer? Eso era absurdo y me descolocaba un poco, porque no podía entender de qué forma dejarle claro mis sentimientos. ¿Acaso no veía en lo que me había convertido en su ausencia?

Aunque la imagen de Bella, desnuda sobre mi cama era lo más excitante en el universo… seguramente estaría exhausta. Lentamente salí de la cama para no despertarla, y me puse sólo unos jeans.

Por primera vez en la historia, el frigorífico estaba lleno de comida. Como Alice y Emmett venían seguido, me vi en la obligación de tener siempre comida. Me moría de hambre, y me imaginé que cuando Bella despertara, se sentiría igual. ¿Habría bebido mucho? Quizás tendría resaca, sonreí. Le hice lo que solía tomarme en días así: un poco de jugo de arándano y uva así como unas aspirinas. Hice huevos con tocino y un par de hot cakes, puse zumo para los dos en unas copas grandes de cristal, una vez que tuve todo listo, lo puse en una bandeja y entré en mi habitación. Ella seguía dormida, profundamente, incluso dude en despertarla.

Dejé la bandeja con el desayuno aún lado en la mesa de noche, y me posicioné sobre ella.

—Buenos días nena. —Susurré dando besos por su rostro y cuello.

—Hum. —Masculló poniendo un brazo sobre el rostro.

—Despierta fresas… —descendí mordisqueando su piel suavemente.

—No quiero. —Refunfuñó.

—Vamos Bella… se va a enfriar. Te hice desayuno, ¿quieres probarlo? —Susurré contra su cuello.

—Sí… —abrió los ojos de par en par, era preciosa. Su cabello enmarañado, sus labios rojos y carnosos. Le da un suave beso y me levanté inmediatamente, antes de que pasara otra cosa entre nosotros. Traje la bandeja colocándola en la cama. — ¿Todo lo hiciste tú? —Preguntó.

—Sí, espero que te guste… —dije sintiendo un ridículo calor en las mejillas, quizás no le gustaría.

—Por supuesto, huele delicioso, muero de hambre.

—Lo siento nena, no te cuido bien… —Ella solo sonrió, llevándose el jugo y las aspirinas a la boca.

Desayunamos entre risas, Bella me alimentó y yo a ella. Me burlé un poco de su resaca, ella me embarró miel en la nariz, yo en su mejilla… y así comenzó una lucha. Quedamos embarrados de miel y eso me dio una idea, retirársela con la lengua. Eso sólo me provocó otra idea, tomarla de nuevo. Primero en la cama… y luego en la ducha.

**Bella POV**

Estaba acostada en la cama, jugueteando con la camisa de Edward que aún tenía puesta, sin querer comenzar a vestirme con mi propia ropa.

Él estaba frente al espejo intentando arreglar su cabello, tenía el ceño fruncido y mordía su labio inferior. Pasaba los dedos una y otra vez por aquel cabello cobrizo. Se habían puesto unos vaqueros de color azul profundo, una camisa celeste que dejaba ver el movimiento de sus músculos mientras se peinaba. Por supuesto la pulsera que yo le di, en su muñeca izquierda, sonreí. Debería de cambiarme, seguramente no me vería nada bonita con el cabello aún húmedo y sólo su camisa de la noche anterior, pero no quería perderme el espectáculo de verlo arreglarse,  finalmente suspiró.

—Mi cabello siempre es un desastre.

—Te ves muy guapo.

— ¿Tú crees? —Preguntó avanzando hacia mí.

—Sí. —Susurré sintiéndome cohibida ante su mirada acechadora.

—Te ves preciosa en mi cama, vestida sólo con mi camisa. —Dijo metiéndose entre mis piernas y enterrando el rostro entre mi cuello y mi hombro.

Mi celular comenzó a sonar y lo tomé mientras acariciaba su cabello.

— ¡Sue! —Dije emocionada.

Bella sé que te dijimos que iríamos la semana entrante pero… ¡sorpresa! Estamos en el aeropuerto. —Tragué saliva ruidosamente y detuve mis movimientos.

Edward refunfuñó, se levantó para verme, su ceño estaba fruncido. Al parecer quería seguir recibiendo caricias. Al ver la alarma en mis ojos, se quedó quieto.

— ¿En… en el aeropuerto dices? —Edward se levantó inmediatamente y comenzó a lanzarme la ropa, le agradecí con una mirada mientras comenzaba a vestirme.

— ¿Estabas ocupada nena? Charlie y yo podemos tomar un taxi…

—No, no de ninguna manera, —dije subiéndome el vestido —estaré ahí en media hora.

—Gracias linda, aquí te esperamos.

Me vestí súper rápido y Edward manejo a la misma velocidad rumbo a mi departamento. Alec nos seguía asombrosamente a la misma velocidad, junto con el resto del personal de seguridad. Edward había querido manejar él mismo, para no abrumar a Charlie con el chofer y demás cosas.

—Si viviéramos juntos no tendríamos que estar haciendo esto. —Murmuró mientras aceleraba por la interestatal.

—Lo siento… yo… —Dije retorciendo nerviosa las manos.

—No quiero presionarte nena, sólo estoy bromeando. —Estiró una mano para sujetar las mías. Sonreí pero la alegría difícilmente llegaría a mis ojos. Aún no tenía una respuesta para él.

Obvio lo interpretó mal ya que el camino fue silencioso, quizás pensó que no quería mudarme con él por que tuviera dudas sobre si eso sería buena idea, no dudo que por su complicada cabeza le pasará la idea de que no lo amaba lo suficiente. Lo dejé pensar lo que quisiera porque sólo así, tendría un poco de tiempo para que procesara la idea de que no podía hacer conmigo lo que le viniera en gana.

Si accedía a mudarme con él mañana mismo, seguramente ya no podría conducir mi moto, ni usar vestidos y poco faltaría para que decidiera sacarme de trabajar con Mike. Y por el otro lado, necesitaba estar cien por ciento segura de que estaría solo conmigo, y de que la sombra de ninguna mujer estropearía nuestra relación, por más que hablará con Sue, una cantidad considerable de fantasmas seguían en mi interior, la diferencia social era uno muy grande, el miedo a que se cansara de mi era otro.

Sentía que al mudarnos juntos, Edward pronto descubriría que yo no era ningún estuche de novedades y se aburriría. En cualquier conferencia podía tener una aventura, tal y como me había conocido a mí. Él venida aburrido de una relación estable con Jessica.

Llegamos y al entrar Edward, se sentó en mi sala mientras yo corría a la habitación. Saqué de entre mil vestidos y blusas, una sencilla de color gris que acababa de comprarme; era de un solo tirante y tenía una flor de cristal en la parte superior del hombro, hasta poco debajo de los pechos era de color gris más fuerte. El material era corrugado, simulando más busto del que en realidad tenia. Luego debajo del busto, la tela cambiaba a satinada gris claro, ciñéndose a mi cintura. Los vaqueros oscuros que me puse le quitaban formalidad.

Corrí hacía la planta baja y me sorprendí, al ver que Edward ya venía a la mitad del camino, así que sonriendo, me lancé a sus brazos en un impulso bastante tonto, porque casi provoco que nos cayéramos.

—Hola. —Susurré nerviosa.

—Hola. —Respondió en tono seductor. —Te estabas tardando mucho fresas.

Edward se veía tan guapo con la camisa celeste remangada hasta los codos, el color destacaba cada ángulo de su rostro, desde su cuadrada mandíbula, hasta sus intensos ojos que lucían azul con verde. Los vaqueros también oscuros caían cómoda y peligrosamente por sus caderas, dejando muy poco a mí ya muy avivada imaginación.

– ¿Y bien?—  Carraspeé nerviosa. — ¿Cómo me veo?

—No me gusta. —Dijo serio. Sentí tanta vergüenza, que las piernas me fallaron y tuve que sostenerme del pasamanos de la escalera, Edward me tomó por la cintura al ver mi reacción.

—Déjame me cambio, quizás encuentre algo rápido… —balbuceé.

—Eres tan ridícula… —sumergió el rostro en mi cuello —te ves absolutamente hermosa, sólo que obviamente muchos hombres se fijaran en ti, —suspiró —te empeñas en sacar lo peor de mi Isabella, ponte el abrigo.

—Sabes que sólo me visto así para ti. —Susurré dando un suave beso en sus labios.  Me liberé de su abrazo para ponerme el abrigo.

—Más te vale. —Dijo dándome una nalgada.

Todo el camino discutimos por ver a donde llevar a comer a mi papá y ya en el aeropuerto, caminamos tomados de las manos hasta el lobby. No pasó mucho tiempo para que viera a mi papá y a Sue. Sonreí hacía Edward y lo solté para acudir al encuentro de mi padre.

Charlie sostenía las maletas, su ceño estaba fruncido. Casi podía imaginarlo horrorizado con el enorme aeropuerto. Sue estaba a su lado, pero a diferencia de él, sólo se veía asombrada. Grité para que me vieran y así fue, por fin el gesto de mi papá cambio a uno de felicidad.

—Luces hermosa princesa. —Susurró mientras me estrechaba fuerte.

—Gracias papá, te extrañé. —Dije con sinceridad.

—Hola nena, —me giré hacia Sue y la abracé  —luces hermosa, y ya veo porque andas por ahí babeando. —Dijo apuntando a Edward con la mirada, me sonrojé furiosamente. —Te ves tan feliz.

—Pues sí. —Musité secamente. Porque de pronto se me secó la garganta al ver al modelo que me esperaba. Su cabello cobrizo brillaba apuntando a todas direcciones, caminaba con el mentón levantado y su mirada fija en mí. —Papá te… te presento a mi novio… Edward Cullen. —Susurré nerviosa

—Mucho gusto. —Dijo mi padre mirando a Edward de arriba abajo  —Soy Charlie Swan y ella es mi novia Sue Crawler.

—El placer es todo mío, —Edward saludó a mi padre con un fuerte apretón de manos, y luego a Sue. —El automóvil nos espera, supongo que tienen hambre…

Edward me abrió la puerta del copiloto, mi papá y Sue subieron en la parte de atrás. Veníamos rodeados de guardaespaldas y por el rabillo, vi como mi papá fruncía el ceño. De nada habían servido los intentos de Edward por parecer casual.

**Edward POV**

Miré por el retrovisor y me topé con que Charlie Swan me miraba como el policía que era. Evaluando cada uno de mis movimientos y sin duda, le molestó que estuviéramos rodeados por mi personal de seguridad.

—Parece que eres muy popular chico. —Masculló apuntando con el pulgar a la prensa que intentaba fotografiarnos.

—Es absurdo que quieran saber todo lo que hago. —Dije con una sutil sonrisa. Sue me la devolvió pero el padre de Bella solo elevó una ceja.

— ¿Y qué haces, que todo lo quieran saber?

—Hace poco firme un contrato con una reconocida empresa, la verdad ha sido una fusión importante, supongo que quieren que hablé de eso.

—Oh. —Masculló Charlie visiblemente sorprendido.

— ¿Y a dónde nos llevan? —Preguntó amablemente Sue, y con toda la intención de romper un poco con este extraño recibimiento.

—Vamos a comer en mi casa. —Susurró Bella.

Habíamos tenido una discusión sobre donde llevar a comer a su padre, por supuesto que ella había gritado que no quería en ningún restaurante, obviamente los que mencioné se le habían hecho muy caros. Pero bueno ¿Cuántas veces venia tu suegro a comer? No importó cuanto tiempo me indigné, o le lancé miradas envenenadas, ella no cedió.

Ahora tenía que agradecer que fuera tan testaruda, porque  Charlie seguramente se habría negado o sentido más incómodo.

—Me parece perfecto. —Dijo Charlie, aliviando el ceño fruncido. Ahora veía de donde había sacado ese gesto Bella.

En realidad muchos gestos y facciones, el padre de Bella tenía el cabello corto pero al parecer era rizado, sus facciones bien marcadas, sólo sus labios eran delgados, no se parecían a los de Bella, el mismo color de ojos y sin duda… el mismo carácter.

Durante el camino, Charlie preguntó sobre el ataque de Bella. Ella se tensó a mi lado, luciendo visiblemente nerviosa, ¿sabría que James ya estaba libre? Yo no quería asustarla, pero de momento no había nada que pudiera hacer para que dejáramos de hablar sobre eso. En realidad, que mejor que su papá que era un policía, para hablar con alguien de esto, más sabiendo que el bastardo ya estaba libre.

Estaba tenso por ese hecho, y porque Isabella me dio a entender nuevamente hoy, que aún no quería mudarse conmigo. Aquello me había herido más de lo que podía admitir, el irremediable deseo de tomarme un trago para calmarme me había invadido, pero no lo dejaría avanzar.

Vi que Charlie y yo compartíamos la misma paranoia, cuando sus ojos de lince, miraron al pobre de Alec que se acercó para acompañarnos a la puerta del departamento de Bella.

— ¡No es posible que vivas aquí! —Gritó Charlie —ni siquiera hay un portero.

—Te lo dije. —Susurré cerca del oído de Bella. Más que nada, odiaba que viviera aquí, no porque no fuera una residencia o un pent-house, sino porque no había seguridad de ningún tipo. —Es peligroso, no me gusta que vivas aquí…

— ¡Basta los dos! —Dijo Bella mirándonos —Me gusta vivir aquí, no quiero cambiarme este es mi hogar. Además papá, como veras Edward comparte tu demencia y puso al pobre de Alec a vigilarme día y noche. —Gritó frustrada.

Yo me encogí de hombros, y Charlie me dio una palmada en el hombro.

—Bien hecho. —Dijo con sinceridad. Sonreí, al menos ya no me veía tanto como al enemigo.

**Bella POV**

Genial, mi padre y Edward tenían algo en común y no era precisamente el gusto por el Beisbol.

Mi padre no volvió agregar nada mientras entrabamos a mi pequeño departamento. Mantuvo el rostro impasible, pero yo sabía que estaba pensando en lo mucho que debía sentirme sola en una ciudad como Nueva York. Eso y desprotegida.

Sue y yo nos fuimos a la cocina, para hacer una pasta que había leído en un libro de cocina, Edward y Charlie estaban hablando. La conversación había empezado con el tema de James, ¿qué pasaría cuando Edward se enterara de que ya estaba libre? Dios ni pensarlo. Desde fuera, los dos hombres parecían relajados, pero la atmósfera que había entre ambos estaba muy cargada. Noté que Edward trataba de lucir relajado y tranquilo, buscaba transmitir una apariencia, lo más normal posible.

Pero nada de lo que Edward hiciera por fuera, podría cambiar lo que mi padre ya había visto. Como el personal de seguridad y los fotógrafos, luego cuando mi padre le preguntó sobre su empresa, salió a flote el magnate de los negocios que era. Se veía en cada gesto suyo, en cada palabra que decía, en cada mirada.

Así pues, él y mi padre discutían por mi seguridad midiéndose como para saber quién era el macho alfa, y sospeché que mi suerte pendía de un hilo, como si mi vida estuviera en las manos de cualquiera excepto, en las mías.

Aun así, comprendí a mi padre; él siempre manifestó lo arrepentido que estaba por haberse deprimido cuando Renée nos abandonó y el descuido que conllevo eso. Pasó años intentando remediar la falta que me había hecho, e incluso ahora, no estaba dispuesto a rendirse. Sin embargo, Edward estaba compitiendo por un puesto, dejando claro que él podía cuidarme.

Todos terminamos el primer plato, me dirigía hacía la cocina cuando sonó mi celular. Al ver el número agradecí no estar frente a todos. Era Renée, suspiré nerviosa.

— ¿Qué… qué ocurre?

—Hola cariño, necesitamos vernos… tengo algo muy importante que decirte.

—No creo que sea tan importante.

—Yo creo que sí, muy importante. Te aseguro que te sorprenderás.

—Ya dime mamá, que es, que necesitas. Si vieras cuanto odio que me hables para…

—Hoy a las cuatro nos veremos. — ¿Se abría enterado tan pronto que mi papá estaba aquí? ¿Querría reunirse con él?

—Hoy no puedo mamá…

—No te conviene rechazarme Bells, no sabes ni siquiera sobre lo que te quiero hablar. —Me dio miedo su voz amenazante, quizás podía echar a perder las cosas entre mi papá y Sue, definitivamente se trataba de eso.

—En la semana… podría verte… susurré.

 —Está bien, el jueves a las dos en el restaurante frente a la empresa de Newton, te recomiendo que no vayas a faltar. —Colgó.

Traté de lucir tranquila y reírme de las cosas que Sue contaba. Pero por dentro estaba tan nerviosa, que mi estómago se agitaba. Con mi mamá cualquier cosa era mala. Tan mala que no pude evitar un escalofrió, respiré hondo por última vez antes de toparme con los inquisidores ojos de Edward. Le esbocé una cálida sonrisa pero claramente no me creyó.

¿Qué podría querer Renée?

 


Hola chicas ¿Cómo estan? Espero que muy bien, primero que nada mil gracias por este capi beteado a Rebbe, ya sabes que eres un amor y que me ayudas mucho. 

Martha una disculpa por la tardanza es que deveras cuando no es una cosa es otra, no sabes el gusto que me da leer tus comentarios y saber que me lees desde USA un abrazo caluroso para ti, MayaMassenCullen jajaja dale una oportunidad a los hermanos de Edward, yo comparto su idiologia, alguien lastima a mi hermanito y se las vera conmigo jajaja yo tambièn estoy segura de que Jess le mando esas fotos a Edward. SpCullen Lauren siempre ha querido a Edward, y esperemos que no se interponga entre ellos, no ahora que las cosas van tan bien, De Mike no te apures, él solo es buen amigo,

Gracias por sus votitos, pero sobre todo por sus comentarios. Les deseo que pasen un excelente día del amor y la amistad, les mando un abrazote a cada una de ustedes :)

PD. Les adelanto que el capi que sigue... las va a dejar con la boca abierta jajaja, un besote!!

Capítulo 46: ¿Qué soy para ti? Capítulo 48: Noticia

 


Capítulos

Capitulo 1: Superando Errores del pasado Capitulo 2: La nueva Asistente Capitulo 3: La razón Capitulo 4: Conociéndonos Capitulo 5: La comida Capitulo 6: Aventura Capitulo 7: Juegos Capitulo 8: Complicaciones Capitulo 9: Cada quién con su cada cual Capitulo 10: Aclarando dudas Capitulo 11: Planeando nuestra salida Capitulo 12: Bora Bora Capitulo 13: A flor de Piel Capitulo 14: Frente al mar Capitulo 15: Deteniendo el tiempo Capitulo 16: De regreso Capitulo 17: El viaje Capitulo 18: Confesiones Capitulo 19: Verdades al descubierto Capitulo 20: De regreso del Viaje Capitulo 21: Malos entendidos Capitulo 22: Cuestión de tiempo. Capitulo 23: Sorpresas Capitulo 24: Haciendo elecciones Capitulo 25: Por algo pasan las cosas Capitulo 26: Empezar de nuevo Capitulo 27: Cambios Capitulo 28: Amigos Capitulo 29: Final del día Capitulo 30: Salida Capitulo 31: Salida segunda parte Capitulo 32: Cosas por hacer Capitulo 33: Las Vegas Capitulo 34: No importa el tiempo Capitulo 35: En peligro Capitulo 36: Contigo Capitulo 37: Una nueva oportunidad Capitulo 38: Un mes Capitulo 39: Impulsos Capitulo 40: Queja Capitulo 41: Cita Capitulo 42: Nada es lo que parece Capitulo 43: Confrontaciones Capitulo 44: No hay vuelta atras. Capitulo 45: Central Park Capitulo 46: ¿Qué soy para ti? Capitulo 47: Visitas inesperadas Capitulo 48: Noticia Capitulo 49: Reacciones Inesperadas Capitulo 50: Adicción Capitulo 51: Todo o nada Capitulo 52: Propuesta Capitulo 53: Transtornos Capitulo 54: Tú, mi felicidad.

 


 
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