Haciendo Elecciones (+18)

Autor: skuichy
Género: + 18
Fecha Creación: 26/01/2012
Fecha Actualización: 19/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 39
Comentarios: 248
Visitas: 145615
Capítulos: 54

Todo comenzó con una atracción; me gustabas, quería cazarte. Ambos teníamos pareja, así que sólo era eso, un juego. ¿Pero que pasa cuando uno de los dos quiere más? El juego deja de serlo y una terrible verdad queda sobre nosotros. En el amor las cosas nunca son fáciles, claro tampoco nadie me advirtió que serían así de difíciles.

 

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Capítulo 46: ¿Qué soy para ti?

**Edward POV**

Estaba nervioso viendo a Bella, lucía más pálida de lo normal, y si no fuera por el sonido de su corazón, parecería que estaba… muerta. ¡Joder!, de sólo pensarlo se me estremeció todo el cuerpo, me dieron unas ganas terribles de abrazarla muy fuerte para despertarla. Ella se había quedado dormida después de tanto llorar, busqué en mi bolsillo y saqué la pulsera que era igual a la mía. Los símbolos de un eclipse estaban grabados en ella, lentamente se la puse. Mientras seguía inconsciente, jugué con su mano viendo el contraste del negro en nuestra piel.

Así que una barrera… pues bien, quizás no me había dado cuenta de ello. Bella se estremeció ligeramente,  me levanté con ella en brazos y subí a su habitación para arroparla en la cama. Me acosté a su lado, y la atraje hacia mi para seguir observándola, hacia tanto tiempo que no la veía así, tan apacible, tan tranquila y sobre todo finalmente a mi lado; acaricie sus mejillas y luego con mi pulgar, pasé por su labio inferior, pero de pronto comenzó a moverse incomoda.

No, no por favor déjame, susurró haciendo que retirara inmediatamente la mano —No… no…

— ¿Bella? —Ella comenzó a sollozar —Bella, despierta nena es un sueño, —sujeté su rostro —despierta. —Abrió abruptamente los ojos, su pecho subía y bajaba agitado.

— ¿Edward? —Susurró mirándome confundida —Yo… yo lo siento mucho —se limpió rápido las lágrimas —  ¿He dormido mucho? —Murmuró acurrucándose en mi pecho.

— ¿Qué pasó, qué soñaste? —Pregunté aún alarmado.

—No lo recuerdo… —Musitó contra mi pecho.

—Dímelo… por favor nena, no mientas. —Ella tragó saliva y se aferró más a mi cuello.

—Con James, sueño que me ataca… de nuevo.

Cerré los ojos, joder. Ese maldito bastardo seguía acosándola hasta en sueños, perturbando su tranquilidad y la mía.

— ¿Por qué no me lo habías dicho? —Pregunté retirándola un poco para mirar sus ojos.

—No quería molestar... —Cuchicheó.

— ¿Molestar? Bella eres tan ridícula. —Dije recargando mi frente en la suya.

—No. —Negó con la cabeza —lo siento son sólo pesadillas, pero hoy estas aquí y yo…  qué pena, te traigo sólo para que me veas dormir cielo. —Una sonrisa se dibujó en mis labios.

—Eso puede cambiar… —Murmuré contra sus labios — ¿Cómo te sientes? —Pregunté entre besos.

—Ahora me siento mejor. —Cerró los ojos, su ceño seguía fruncido mientras sus manos se colaban en mi cabello. Era tan mala actriz.

A pesar de que continúe besándola, no podía dejar de pensar que ese grandísimo cabrón perturbara los sueños de mi Bella, ¿desde cuándo soñaría con eso? ella tiró deliciosamente de mi cabello y lentamente se acomodó debajo de mí, haciéndome olvidar todo.

Sus labios eran lo más embriagador que hubiera probado en toda mi existencia; carnosos, bien definidos y suaves. Ella era mi adicción, y también sería la única adicción que tuviera nunca. Traté de besarla suavemente esperando no perturbarla, no sabía si ya se sentía bien o no, pero como siempre pasaba con nuestros besos, nunca me era suficiente. Una parte de mí aún se negaba a estar con ella completamente, me obligaba a irme en cuando terminábamos. Porque cuando hacíamos el amor, no sólo mi cuerpo se fundía por completo al de ella, si no también mi alma; con cada entrega de nuestro amor, le dejaba un pedacito de mi corazón, lo que me hacía unirme más y más a ella. Cubriéndome de inseguridades y de miedos, porque no sabía si de verdad estaba dispuesta a quedarse conmigo, o si cuando despertara me diera cuenta de que loco como estaba, me había inventado todo.

Pero esto no podía seguir así; la necesitaba, la deseaba como nunca, quería fundirme por completo en ella sin importarme nada. Quería confiar en ella y que hiciera conmigo lo que le viniera en gana. Como si sintiera mis inseguridades, Isabella introdujo la lengua despacio pidiendo permiso, sonreí saliendo a su encuentro, por instinto o por necesidad, o por incluso algo más… básico. Deslicé las manos lentamente por el cierre de su vestido, ella me ayudó deslizándolo fuera de su cuerpo y tragué saliva al ver lo hermosa que se veía con sus bragas y sostén de encaje negro.

— ¿Esto es mi sorpresa? —Pregunté con voz ronca. Ella se mordió el labio y asintió —Joder, quisiera cumplir años todos los días.

Ella se rió, con ese sonido tan espontaneo y hermoso. Sin darle tiempo a nada, me recliné sobre ella, besándola ávidamente.

— ¿Te gustó? —Preguntó entre mis labios.

—No sé, tú dime. —Respondí empujando mi erección contra sus caderas.

—Eres tan primitivo. —Sonrió tirando de mi cabello.

—Sacas lo peor de mí Isabella, ya te lo había dicho.

Comencé a tocar el encaje de su sostén apretando levemente sus pechos. Bella dejó escapar un gemido y al instante, sentí que comenzaba a hundirme en su cuerpo. Sólo ese ruidito bastó para desbaratar mi autocontrol, y volverme loco. Quería tomarla como un poseso, enterrarme en ella hasta que olvidara su nombre. Solté el sujetador y me hundí en sus pechos, besando y lamiendo cada parte de su piel.

Sujeté sus muslos, incitándola a que me abrazara con las piernas, así lo hizo aferrándose a mi cuello. Lentamente subió las manos por mi cabello, denotando las ansias que su cuerpo tenia del mío. Inhalé aire bruscamente, — ¡joder esto no era normal! —pensé. No podía desearla así, como si nunca la tuviera. Traté de prolongar esto concentrándome en su cuello, besándolo lentamente, no pude evitar sonreír al ver la leve marca que le había hecho en Central Park, Dios. Tenía que parar de hacer eso; ella desabotonando mi camisa de forma rápida. Irguiéndome un poco aventé la camisa y no sé en qué lugar de su recamara caería, se incorporó conmigo ayudándome con el cierre de mi pantalón hasta que quedó también fuera. De nuevo entre sus piernas, mordí su labio inferior y comencé a besarla con hambre; como siempre yo estaba hambriento de ella, y ya no quería jugar más. Así que, deslicé una mano por sus piernas, topándome con sus bragas hermosas y sexys que había olvidado quitar, sin pensarlo dos veces las arranqué.

— ¡Edward! ¡Esas me gustaban! —Gritó indignada.

—A mí también… dijiste que eran mías. —Musité con voz ronca.

—Yo no dije eso. —Trató de sonar indignada, pero falló terriblemente cuando deslicé la lengua por su vientre rumbo al sur.

—Te juro que te comprare toda la puta tienda. —Lentamente comencé a jugar con su clítoris,  cuando su celular comenzó a sonar, lo ignoré.

—Edward… —Gimió.

—No. —Dije contra su dulce piel.

—Tengo que contestar… —Tiró de mi cabello.

—No.

Por… favor. —Pidió con voz débil arqueándose contra mí.

—Se cansaran. —Lentamente comencé atormentar su intimidad con los dedos y con la lengua.

Me estaba deleitando con todo el sabor de su piel; sabía a gloria, a brisa fresca, a ese inexplicable e inigualable sabor. Introduje otro dedo y lentamente succioné su clítoris.  Molesto por que ella me había privado por tanto tiempo de todo esto, lo lamí y torturé con mis dientes sin piedad. El estúpido celular comenzó a sonar de nuevo…

—Te… tengo que contestar cielo… —jadeó arqueándose. Y no, de ninguna manera ¡estábamos justo donde teníamos que estar!

Sin piedad, alterne la lengua y con el pulgar tracé delicados círculos, haciéndola gritar. De pronto, empujó las caderas  saliendo a mi encuentro, enterró las manos en mi cabello aferrando mi rostro a sus sensibles pliegues. Sonreí, ella también quería esto,  finalmente convulsionó con un gemido ahogado. Todo su cuerpo se puso tenso, mientras yo continuaba sin detenerme, alargando su placer; envolvió mis dedos en su calor palpitando con fuerza, mientras se volvía más y más estrecha, yo necesitaba estar ahí. Ahora.

Irguiéndome separé sus piernas y me posicioné en su entrada. El celular comenzó a sonar de nuevo. Vibraba por toda la pequeña mesita de noche haciendo que me dieran ganas de destrozarlo.

Edward… —susurró —puede ser mi papá, está muy nervioso ya que le conté de James… —Resoplé frustrado, maldito James. Ese comentario fue como un balde de agua fría, comencé a moverme y de pronto su mano detuvo mi muñeca. —No… cielo, quiero… —mordió su labio —quiero que me hagas el amor, por favor…

—Tienes que contestar el celular. —Dije entre dientes.

—Pásamelo.

— ¿Y contestaras mientras lo hacemos? —Pregunté elevando una ceja, ella asintió.

Curvé los labios en una sonrisa y se lo pasé. La excitación que había disminuido, se disparó inmediatamente por mis venas, no sé bien por qué. Pero aquello me calentó de sobre manera. Me acomodé entre sus piernas.

— ¿Sí? —Contestó Bella.

Sin darle tiempo a nada, tiré de sus caderas hacía mí y entré con fuerza. Ella cerró los ojos y mordió su labio, no obstante un ligero siseo escapó de sus labios. Hizo un puño la sabana y con la otra aferró con fuerza el celular.

—Si… papá lo siento… debí llamar… —Dijo con voz estrangulada. Me recliné sobre ella, hundiendo el rostro en su cuello, entrando y saliendo lánguidamente. Debería detenerme, pero me era imposible. —Sí, dile a Sue… —suspiró cuando comencé a mordisquear el lóbulo de su oído —que todo va bien, no… no tiene de que preocuparse. —Descendí lentamente a sus pechos, torturando con la lengua sus sensibles pezones. — ¿La semana que entra? —Dijo tirando de mi cabello deliciosamente, aferrándome a sus pechos. De nuevo ese gesto me puso por las nubes, estaba disfrutando tanto como yo.  —Muy… bien. —Graznó, cuando comencé a jugar con mi pulgar en su clítoris, aceleré los envites, me faltaba poco. —Papá… te… tengo que colgar… no… es sólo que… —embestí con fuerza, ella cerró los ojos y un gritito traicionero salió de su garganta —no es nada, me quemé cocinando… te marcó más tarde… —Colgó el teléfono.

—Eres una descarada. —Dije besándola con avidez.

—No lo soy. —Respondió enredando las piernas en mi cadera.

—Sí lo eres. —Dije hundiéndome en su cuello, embistiendo casi con violencia.

—Sacas lo peor de mi Edward Cullen. —Gimió arqueándose contra mi cuerpo, sus paredes internas rodeando mi erección, mientras se venía y me perdí.

Solamente ella podía hacer que me olvidara de mi nombre, de mis inseguridades, de mis porqués, gemí su nombre y me dejé ir con una última embestida.

Me tumbé a su lado y la atraje contra mí, nuestros pechos subían y bajaban producto del esfuerzo. No dijimos nada. No había nada que decir. La amaba, y ella lo sabía; sus ojos brillaban llenos de amor, una tímida sonrisa se dibujó en sus labios, le sonreí de vuelta mientras acariciaba sus mejillas, ella cerró los ojos y bostezó.  Quería hacer lo mismo, dejarme arrastrar en un profundo sueño, hoy no me quería ir. Sonreí estrechándola, algo crujió dentro de mi saco que se encontraba tumbado a un lado de mí, sorprendido, busqué que era. Ahí estaba el sobre que no había abierto en la mañana, con la leyenda de ‘Feliz Cumpleaños’, lo había olvidado por completo.

Lo abrí, lo primero que saqué fue una pequeña nota que decía:

…” ¡Felicidades! Que disfrutes tu regalo”…

Fruncí el ceño mientras sacaba varias fotografías y al instante, deseé no haberlo hecho. Mi mandíbula cayó hasta el suelo, Isabella se veía tan hermosa como siempre, su cabello color rojizo brillaba en el sol, su deslumbrante sonrisa iluminaba su rostro… Y también el de Black mientras la sostenía en brazos. Para cerrar tan bonita postal, de fondo había una playa. En otra fotografía ella estaba recargada contra la motocicleta, Jacob tenía los brazos a los lados de esta, encerrándola como una maldita jaula, él estaba inclinado hacia adelante y le estaba dando un beso, otra fotografía en la playa, otra en la ciudad…  todo mi cuerpo se sacudió mientras miraba incrédulo las fotos, el aire abandonó mis pulmones y mi corazón se oprimió contra las costillas, sofocándome.

**Bella POV**

Supe que estaría dormida, porque estaba en un cuarto negro caminando descalza y mis pies estaban sobre el agua… no había nada, sin embargo no era oscuro. Caminé sintiendo la tibieza del agua, el sonido de mis pies revoloteando era todo lo que podía escuchar. No tenía miedo, sólo una paz que me reconfortaba, me gustaba estar ahí.

Vuelve, vuelve a mi…. esa voz… por favor, regresa a mí… —era como de un ángel; resonaba en lo más profundo de mi mente y de mi corazón, pero — ¿para qué volver? ¿O volver a dónde? —Busqué a mí alrededor y no había nada, sólo esa paz, ese cuarto sin fondo y el agua reconfortante cubriendo mis pies…

Desperté abruptamente, mi espalda estaba muy entumida. Había dormido en la misma posición durante toda la noche; la cabeza ya no me dolía tanto y sin duda, estaría delirando por el malestar. Ese sueño había sido muy vívido.

El calor me rodeaba como una manta, un aroma fino y masculino hormigueó en mi nariz, enterré el rostro en ese olor. Finalmente después de tanto tiempo de sentir que no pertenecía a ningún lado, hoy me sentí en paz.

Debía de estar soñando… salvo, que esta vez, no soñaba. Siempre tenía pesadillas y no me quejaba, pero iba a disfrutar de esta maravillosa sensación mientras pudiera. Elevé los ojos a sabiendas de que se iba a desbaratar mi sueño, y me topé con la imagen más hermosa que podría imaginarme. Edward estaba a mi lado, mirándome fijamente, pero sus profundos ojos verdes brillaban indescifrables. 

—Isabella… —su voz sonó ronca —  ¿puedes ser sincera conmigo?

— ¿Qué ocurre cielo? —Me senté mirándolo confundida, Edward se puso de pie y me extendió un pequeño sobre. — ¿Qué es eso? —Pregunté tomando el sobre.

—Es lo que yo quiero saber, —tiró de su cabello —ábrelo y explícamelo. —Dijo con voz contenida.

Fruncí el ceño pero no dije nada, lentamente saqué una nota que decía: ¡Felicidades!, que disfrutes tu regalo y luego…

Demonios, ¿Qué significaba esto? Alguien había tomado fotos del día que estuve con Jake en la Push; veníamos abrazados, él sujetando mi cintura y yo tomando su rostro, vi una donde Jake me robó un beso en la motocicleta antes de ir a buscar a Edward… y más fotos de una situación que ya ni recordaba. Ahora, parecía todo menos una amistad.

—Edward… —tragué saliva —antes de que malinterpretes todo… —Me levanté y caminé a su lado. Él de nuevo me miró con esos ojos llenos de dudas y retrocedió con ambos puños cerrados a los costados. Tragué saliva, de nuevo se veía herido.  —Jake ahora es como un hermano para mí….

— ¿Ah sí?, —bramó —pero, ¿qué eres tú para él? Las fotos son increíblemente claras, Isabella. Sé reconocer el amor cuando lo veo, ¡se estaban besando! —Ladró.

Comenzó a caminar como león enjaulado por toda la habitación. Un nudo doloroso se formó en mi garganta, él seguía dudando de mí. Con ese pensamiento sustituí el llanto por furia.

—Esto fue hace mucho tiempo… Jake me robó un beso, le exigí que no lo hiciera de nuevo. —Balbuceé nerviosa. —Estas sacando todo de quicio. —Dije arrugando las malditas fotos entre las manos y tirándolas al suelo.

—Quizá sea porque me estás volviendo loco, joder. —Su mandíbula se endureció mientras me miraba. —Eres mía. —Caminó hacia mí y sujetó con fuerza mis hombros. —Dime que Black lo sabe.

—Claro, igual que Lauren sabe que tú eres mío. —Refuté. Deseé tranquilizarme, poner algo cerca de mi boca para poder morderlo pero ya era tarde. — ¿Dime de alguien que sepa que eres mío? —me sacudí de su agarré y lo miré enfadada — ¿Nadie verdad? ¿Entonces porque me reclamas cuando ni siquiera sé que somos?

—Deberías saber perfectamente que eres para mí. —Sus ojos brillaron llenos de posesión.   — ¿Qué no te lo he dejado claro? Dios, —rodó los ojos y caminó hacia la puerta tirando de su cabello —a veces eres tan condenadamente cabezota.

— ¿Qué yo soy la cabezota? —Grité. —Perdóname por no entender tus señales de humo Edward.

Y de pronto, la voz se me rompió. Las lágrimas empezaron a salir de mis ojos, y la garganta se me cerró en un doloroso nudo. Me sujeté el rostro con ambas manos sintiéndome tan ridícula, por haberle dicho algo que no debía, por estar llorando como adolescente. No quería presionarlo, si de él no nacía pedirme que fuera su novia yo no iba a forzarlo. Edward caminó hacia mí y tiró de mis manos para que lo mirara. Se veía hermoso en con su camisa negra desabrochada de los tres primeros botones, su cabello cobrizo revuelto, sus profundos ojos verdes…

—Dios mío. —Me aplastó contra él colocando los labios sobre mi cabello. —No llores. Lo siento.

Golpeé el puño contra su pecho, lo cual, tuvo el mismo efecto que si hubiese golpeado una roca.

 — ¿Qué pasa contigo? ¿Tu si puedes salir con una zorra que te besó en mi cara y yo no puedo ver a mi amigo? —Pregunté entre sollozos. Él me estrecho con fuerza.

—Bella… Lauren va a invertir en la empresa, con un gran capital que nos traerá grandes beneficios, casi seremos socios…

—No me importa. —Farfullé. —El punto aquí, es que si puedes dudar de mí con cada paso que doy, con cada cosa que digo. Y yo... ni siquiera sé porque te estoy diciendo todo esto. —Sollocé

—Nena... —Sus labios se movían fervientemente por mi rostro bañado en lágrimas. —No sabía que te sentías así lo lamento. —No dije nada. Él me aferró a su pecho, pasaron algunos minutos antes de que volviera hablar.  — ¿Quieres ser mi novia? —Musitó con voz suave. Parpadeé confundida.

— ¿Y esperas que me crea que de verdad quieres eso? —Sus ojos verdes brillaron seductores al verme.

—Lo único que espero es que digas que sí. —Mordí mi labio y bajé la mirada.

—No quiero que te sientas presionado a nada porque estoy aquí llorando, y vomitando, porqué  tuve pesadillas donde James me atacaba porque….

**Edward POV**

Bella seguía hablando como loro, poniendo miles de pretextos y sin responderme. No entendía sus cambios de humor; primero me volvía loco en la cama, luego se enojaba y me gritaba, ahora estaba llorando…

—Es sólo que yo… bueno yo… quería demostrarte que lo que tenemos no es solo físico, bueno al menos de mi parte nunca lo ha sido, por supuesto que también te deseo, quería que te quedara claro que para mí esto no es un capricho, en verdad te amo…—Su voz se rompió de nuevo.

Lagrimas descendían por su rostro y la apreté fuerte contra mi pecho. Ella me rodeó con sus brazos y siguió ahí, sollozando.

—Shh, Bella lo lamento. —Susurré frotando su espalda. Que tonto había sido, por dejarme llevar por los comentarios de mis amigos o por mi falta de criterio. Esas fotos eran reales, pero ni siquiera eso iba a interferir en mi relación con Bella, ambos habíamos decidido empezar de cero y así seria. Esto tenía que ser obra de Jessica y no la dejaría volver a meterse en mi vida, nunca más. Definitivamente esto que teníamos no era un capricho, en verdad Bella me amaba como yo a ella. Estaba seguro de que no la quería, la amaba, la necesitaba. Quería a Bella en mi vida, quería compartir con ella todo de nueva cuenta, mis ilusiones, mis esperanzas, mis días… —Bella quiero que vivamos juntos.

**Bella POV**

Abrí los ojos de par en par y subí la vista para mirarlo. Sus ojos estaban llenos de determinación, ni un atisbo de duda y mi corazón comenzó a latir desbocado.

—No Edward, ¿qué dices? —Susurré. —Ni siquiera te he contestado si quiero ser tu novia o no y ahora me dices que… —Puso un dedo en mis labios.

—Bella ya cállate, solo dime que sí. Discúlpame por dudar de esto que nos une, —pasó sus dedos por mis sonrojadas mejillas —acabo de darme cuenta de lo tonto que he sido por no tomarte con la seriedad necesaria. Te voy a decir que sigo sintiendo miedo de un día despertar y que ya no estés, pero ¿sabes qué? —Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras se acercaba a mi rostro. —Si un día despierto  y no estás, quedaré feliz porque habrá sido un hermoso sueño. —Me quedé sin habla, mariposas revoloteaban en mi estómago y me inundaban. Antes de que pudiera decir nada me besó, como siempre había querido, con necesidad contenida. Jadeando se retiró de mis labios. —Múdate conmigo Bella... —Musitó entre mis labios y bajó besando mi cuello. —Quiero al besarte, llevarte conmigo, entregarme... Quiero creer que nada existe más que tus labios, tus besos. No quiero que haya barreras entre nosotros, te amo.

Volvió a besarme, sus labios moviéndose contra los míos llenos de dulzura,  sumamente lentos, llenos de certezas, sin un atisbo de desconfianza o dudas.

Te amo. Finalmente lo había dicho, en todo este tiempo no había dicho que me amaba y si no fuera por sus besos, por sus intensas miradas, por la forma en la que me hacía suya… juraría que no lo hacía, que no me amaba.

No entendía bien como habíamos llegado a este punto, pero gracias a quien quiera que hubiera mandado las fotos en un intento de arruinar nuestra velada, había hecho todo lo contrario.

—Te amo Edward. —Musité entre sus labios.

Él me regaló una sonrisa torcida y colocó las manos sobre mi rostro, apretando su frente contra la mía.

—No tienes que responderme ahora, sé que es un gran paso. —Lo miré aturdida, sus ojos brillaban oscuros y llenos de promesas. Sonriendo, apretó su boca contra la mía. Nuestras lenguas se acariciaron y se sumieron en un beso muy apasionado. Edward era un hombre cuyos cambios de humor y pasiones volubles, me ponían de cabeza y me volvían loca.

**Edward POV**

Por la mañana abrí los ojos desorientado, no reconocía la habitación crema en la que me encontraba ni tampoco las sabanas satinadas de color blanco; me senté en la habitación y su aroma me golpeó. Sin duda estaba en su habitación, pero ella no estaba a mi lado, escuché ruidos en la cocina y supuse que ahí estaba. Más relajado, dejé caer la cabeza entre sus miles de almohadas, no dejaría que la sombra del perro asqueroso se metiera entre nosotros. Ella no había vuelto con él. No debería permitir que eso se interpusiera entre nosotros, quizás debería dejar que lo citara, para que frente a mi le explicara que estábamos juntos… pero de sólo pensarlo… bufé. Me quería volver loco de celos, no quería que la viera, ni que  la escuchara, no quería a ningún hombre cerca de Bella en más de mil metros a la redonda.

Me levanté para ir en su encuentro, no supe a qué hora me quitó la camisa y no la encontré por ningún lado, así que sólo me puse mi pantalón de vestir. Descalzo, caminé perezosamente hacia la cocina mientras estiraba los brazos. Me quedé helado en el marco observándola, estaba haciendo café y pan tostado; sus largas y cremosas piernas hacían contraste con la tela negra de mi camisa, su cabello estaba todo enmarañado, pero seductoramente esparcido por su espalda,  tenía una cuchara en la boca y tarareaba una canción. De pronto toda mi piel hormigueaba como si me doliera, no me contuve más y caminando a la velocidad de un felino, llegué hasta ella y la abracé por la espalda.

— ¡Me asustaste! —Gritó. Se giró hacia mí y golpeó mi pecho levemente con la cuchara. —Creo que te diviertes haciéndolo. —Entrecerró los ojos mirándome.

—No lo hago a propósito… Por cierto ¿Qué haces? —Susurré entre sus labios.

—Te preparo un desayuno ligero… —se apartó ligeramente de mí para verme —sé que tienes el platillo fuerte con Lauren. —Rezongó de nuevo como niña pequeña, sonreí y la estreché más contra mi cuerpo.

— ¿Estas celosa? —Susurré deslizando los labios por su cuello, me encantaba verla así.

—Es evidente que dispones de un harén listo y dispuesto para servirte la comida siempre que lo requieras. Así que ni siquiera me molestaré si decides desayunar, comer o cenar con todas esas… mujeres que te pretenden.

Una risa amenazaba por abandonar mi garganta pero al ver la cara de Bella, supe que no debía hacerlo; apreté los labios, se suponía que debía sentirme ofendido por aquellas palabras, estaba sacando todo de quicio, harén vaya… pero hacia tanto que no había estado tan cerca de echarme sinceramente a reír a carcajadas…

—Comprendo lo que dices Bella, comunicaré a mi harén que no tiene por qué preocuparse por una posible rival.

—No es divertido Edward. —Espetó molesta. Mi celular sonó, y lo saqué sin dejar de verla. Sólo  desvié un poco los ojos al ver que ella los clavaba en la pantalla de mi celular, la furia de su mirada se intensificó al ver el número de Lauren llamando.

— ¿Preferirías entonces que te reserve un lugar especial en mi harén? —Pregunté en tono sarcástico.

—No, desde luego que no. —Espetó empujándome y girándose furiosa hacía los panes que ahora se le habían quemado.

Masculló una maldición  y sin poder evitarlo me solté riendo en voz alta, Bella me vio con una expresión que oscilaba entre la ira y una reticente diversión, tomó los panes y se quemó la mano. Apagué la estufa y tomé sus manos besándolas.

— ¿Por qué eres tan celosa? —Susurré hundiendo el rostro en su cuello.

—Mira quien lo dice, el señor quiero-que-todos-sepan-que-eres-mía. ¡Neanderthal!

—Yo no niego lo que soy. —Dije dando besos por su cuello hasta llegar a sus labios. —Me muero por que vivamos juntos.

Sus ojos brillaron, con ese chocolate que me derretía. Sí, definitivamente podría acostumbrarme a esto; podría olvidarme de todos, podría destrozar mi camisa y perderme en sus pechos. Ella me sonrió.

—Creo que podría acostumbrarme a esto. —Murmuró como si hubiera leído mi mente, y se paró en puntitas buscando mi boca.

Le correspondí inmediatamente, aferrándola a mi cuerpo y mi erección matutina, despertó feliz al sentir a Bella tan cerca. La empujé contra la barra de la cocina haciéndole sentir lo angustiosamente excitado que estaba, ella no me ayudó en nada al pasar las manos por mi espalda, apretándome contra sus pechos. Pude sentir que no traía sostén, y toda mi mañana estaba por irse al trasto; quería tumbarla aquí mismo, enterrarme en ella hasta que tuviéramos que volver a dormir por el cansancio. Mi camisa se le subió a lugares insospechados… Sin embargo, me encontré diciendo:

—Desayunemos… se me hará tarde. —Ella frunció el ceño y se despegó desganada de mí para servirme. Me senté y ella hizo lo mismo sentándose a mi lado.

—Edward, mi padre viene en unos días... —Murmuró jugando nerviosamente con su comida.

—Quisiera conocerle. —Dije mientras bebía zumo.

— ¿Lo dices enserio? —Preguntó con una gran sonrisa que se dibujó en su rostro.

Por supuesto, ¿Qué te parece si nos ponemos de acuerdo para comer en algún lugar?

—Sería genial.  —Se levantó feliz y se sentó entre mis piernas.

—Casi no has desayunado. —Murmuré besando su cuello.

—Es que no sé si mi estómago esté mejor. —Respondió y aprensó el labio entre sus dientes.

—No te muerdas ese labio, te vas a lastimar. —Pasé los dedos por su labio presionando para que soltara, luego tomé su mentón y me acerqué a su oído. —  ¿Sabes que sólo con ese gesto me dan ganas de desnudarte y tomarte aquí mismo sobre la mesa? —Dije con voz ronca, el rostro de bella se incendió.

Cerré los ojos y respiré hondo, intentando calmar los latidos furiosos de mi corazón. Los abrí de nuevo y con las manos dibujé sus parpados que enmarcaban su bello rostro, puse las palmas sobre sus mejillas y cubrí con mis pulgares sus ojos. La miré detenidamente; tenia los labios entre abiertos, las mejillas sonrosadas, sus manos descansaban sobre mi pecho, era simplemente preciosa.

El cabello le caía en ondas por los hombros, enmarcándole su delicado rostro; me acerqué a su boca y finalmente la besé, como si hiciera años que no la besaba y aunque, bien sabía que no era cierto, ella me respondió con el mismo ímpetu. Estuve besándola hasta que sentí los labios entumecidos. El pasar la lengua por su paladar, era como estar en el cielo. Di besos en su mandíbula, la nariz, los pómulos, los parpados, los besé una y otra vez. Finalmente enterré mi rostro en su cabello, inhalando su aroma a fresas, me resultaba más necesario para respirar que el mismo aire.

— ¿Y por qué… no lo haces? —Susurró seductoramente.

Un escalofrió recorrió toda mi columna vertebral, esa respuesta fue como un latigazo a mi cuerpo, mandándome choques eléctricos. Mi pelvis tembló de deseo, no tenía que decírmelo dos veces.

Me levanté con ella en brazos y gritó sorprendida. No perdió el tiempo y enroscó las piernas en mi cadera. El ansia que teníamos el uno por el otro era como un combustible, nos consumía y nos arrastraba sin remedio. Caminé con ella en un intento de llegar a la habitación, pero fue inútil. Bella me besaba con furia haciendo temblar todo mi cuerpo, terminé estampándola contra el frigorífico al mismo tiempo que me hundía en ella.

Media hora después, estábamos recostados finalmente en su habitación. Con la respiración aún entre cortada, y la satisfacción instalada en nuestras miradas.

—Haz hecho que se me haga tarde fresas… —dije con voz ronca. Ella sonrió y pasó los dedos por mis mejillas.

—Estaba pensando que podíamos salir… ya sabes para festejarte como se debe…

—Conozco otras formas de que me festejes… —dije deslizando las manos a su respingón trasero.

—Me gustaría que invitaras a tus amigos… quizás pueda invitar a Angie…

—De acuerdo, —sonreí —entonces nos ponemos de acuerdo más tarde.

 **Bella POV**

Me quedé mucho tiempo recostada, turbada con todo lo que habíamos vivido en estos dos días. ¿Mudarnos? Dios mío. La última vez que había vivido con un hombre, había sido con Jake, pensando en eso. ¿Quién diablos nos había tomado esas fotos? Giré hacia mi costado, viendo por la ventana. El viento agitaba las hojas de los árboles haciéndolas caer lentamente. Seguramente había sido Jessica. ¿Por qué? ¿Por qué no podía dejarnos en paz?

…” ¿Escuchaste eso…?”…

Ahora recordaba que Jake había dicho aquello, diablos. Había alguien siguiéndome, espiándome, y sinceramente me estaba poniendo los nervios de punta. También estaba eso de que James había salido de la cárcel. Eran tantas cosas, unas muy buenas y otras muy malas. Tendría que decirle a Edward lo de James, estaba segura de que enloquecería pero de igual manera lo haría si se enteraba de cualquier otra forma.

Suspiré y me levanté para ducharme. Casi no había desayunado, pero seguía sin tener hambre. Escogí ponerme una blusa de color azul profundo y una falda negra. Hice lo mismo que todas las mañanas, mi rutina de guardarlo en la maleta. Saqué unos jeans, mi cazadora y me vestí. Como aún era muy temprano, sequé mi cabello en ondas y al terminar tomé mi maleta y salí hacia donde estaba mi motocicleta.

Un hermoso carro negro estaba esperándome a fuera. Suspiré. Había olvidado que Alec me cuidaría.

—Buenos días señorita Isabella. —Murmuró Alec con una enorme sonrisa mientras abría la puerta del auto. Elevé una ceja.

—Alec, buen día. Llámame Bella y… no me subiré contigo. —Dije sonriendo.

—El señor Edward dejo instrucciones de que yo la llevara y la trajera Bella.

—El señor Edward tiene problemas de personalidad Alec. —Él sonrió. —Yo tengo mi propio automóvil… o bueno mejor dicho motocicleta, siéntete libre de seguirme.

—Pero señorita…

—Nada, —interrumpí —sí quiere imponer cosas, Edward puede irse por donde vino. —Espeté molesta. Alec sólo asintió y luego condujo detrás de mí.

Me sentía extraña y molesta. ¿Por qué este control excesivo? Él nunca me había mandado seguir, ni cuidar, ni nada. No sabía que creer, si lo estaba haciendo por mi seguridad como había dicho, o si lo estaba haciendo por los celos que emanaban como ondas solares de él. Suspiré de nuevo mortificada mientras entraba al estacionamiento de la empresa. Me despedí de Alec con un gesto, y entre directo al baño. Saqué mi blusa azul y mi falda negra. Me cambie rápidamente y al ver que quedé bien, sonreí y salí del baño.

—Aun no comprendo cómo logras dominar ese aparato Bella. —Mike, vestido impecablemente de negro sonrió mirándome de arriba abajo. —Lo que más me desconcierta es como logras lucir así después de conducir eso.

—Mike… —me sonrojé —sabes bien que cargo con mi maleta…

—Lo sé, —respondió —pero aun así te ves preciosa ¿vamos a la oficina? —Me sonrojé de nuevo y asentí.

Para sorpresa mía y al parecer de Mike, dentro de su despacho nos esperaban Aro y Eric.

—Bien señor Aro, ya ha llegado el licenciado Newton, con permiso. —Eric desapareció rápidamente de la oficina y me dieron unas ganas terribles de seguirle. Detestaba a Aro.

Al parecer el sentimiento era mutuo, porque su mirada fue despectiva y fría, cuando nuestros ojos se encontraron, su piel lucia más pálida de lo habitual en aquel traje gris oscuro.

—Mike, que gusto volver a verte. —Dijo estirando la mano y saludando a Mike. —Isabella. —Murmuró tendiéndome también la mano.

— ¿Qué tal Aro? ¿A qué debo tu visita? —Preguntó Mike con voz contenida, como si ya supiera la respuesta.

—Sólo vengo para decirte que retiraremos el capital de tu empresa. —Respondió con voz dura. —No hiciste caso de lo que se te pidió.

—Muy bien, me parece perfecto. —Murmuró Mike entre dientes. Mordí mi labio, ¿esto era por mi culpa?

—Bien, es una lástima. —Dijo Aro mirándome con desdén.

—Por favor Aro, dame unos minutos con Mike. —Aro elevó una ceja y Mike me miró frunciendo el ceño.

—Bueno… vendré de nuevo en la semana. —Respondió Aro, luego salió dando un sonoro portazo y dejándome completamente inmóvil.

—Mike… —susurré —esto es culpa mía verdad. —Aseguré sin temor a equivocarme.

—Ya te lo dije una vez, —suspiró y se sentó en uno de sus grandes sillones negros —no me interesa trabajar con personas como esas. Esto mismo se lo habría dicho de una vez, además son sólo dos inversionistas, Gigadent y Vulturi no es como el fin del mundo. Sé que Cullen va a firmar el contrato con Mallory, lo que nos pone en una ligera desventaja. —Elevó una rubia ceja en claro signo sarcástico.

Yo lo sabía mejor que nadie, Edward acababa de asegurar el futuro de su familia, de los hijos de sus hijos y de los hijos de sus bisnietos.

—Mike hay algo que tengo que decirte. —Murmuré.

— ¿Qué ocurre? —Preguntó mirándome, me senté a su lado.

—Edward Cullen… bueno, —tragué saliva —él es mi novio.

Mike abrió la boca, luego la volvió a cerrar parecía un pez ahogándose.

—Tú y… ¿Cullen? —dijo al fin — ¿Pero cómo? ¿Cuándo?

—Nosotros comenzamos a salir desde que yo trabajaba con él, no me preguntes porqué pero de nuevo estamos juntos, y esto va muy enserio. —Murmuré, sus ojos seguían viéndome como si me hubiera salido otra cabeza. No dijo nada y los minutos pasaron hasta que por fin habló.

—No me gusta Isabella, no me gusta nada.

—Mike, —tomé sus manos —no vas a creer que yo dije algo de nuestra empresa ¿o sí? —Murmuré con un ligero temblor de voz.

—No. —Espetó. —Sé que no harías eso, pero a lo que me refiero es que no me gusta él para ti. —Antes de que pudiera decir nada siguió hablando. —Él es un hombre comprometido Bella, ¿tu dónde quedas?

—No está comprometido, él terminó su relación con Jessica. —Murmuré.

—Oh. Bueno… yo… —balbuceó desconcertado.

—Mike si te estoy diciendo esto, es porque no quiero que dejes ir a Aro, sé lo importante que es su capital en la empresa, quiero lo mejor para ti. Yo puedo renunciar, puedo buscar otra cosa. No te preocupes por mí. —Él me miró, sus ojos azules bailaban llenos de emociones, sonrió y sujetó mis manos.

—No lo haré. —Abrí los ojos de par en par.

—Pero Mike…

—No lo haré Bella, no me interesa que seas novia de Cullen y que obviamente no te falté ni un centavo en lo que te resta de vida, no lo haré porque no quiero mezclarme con esa clase de personas.

—No tomaré del dinero de Edward. —Refunfuñe indignada.

—Sé que no lo harás, pero también sé que no te faltará nada. —Suspiramos al mismo tiempo. — ¿Me dejaras? —Preguntó mirando sus brillantes zapatos.

—¿Dejarte? —Pregunté. —Solamente que tú me despidieras. —Sonreí.

—No puedo perder a mi mejor auxiliar contable, además de experta en finanzas eres genial en las conferencias. No puedo darme ese lujo.

**Edward POV**

—Bien Alec, gracias. —Colgué la línea y apreté el puente de mi nariz.

Joder, Isabella era tan testaruda como una mula. Quería andarse paseando en motocicleta por todo Nueva York sin importarle si algo podía ocurrirle.

—Cara de enfermo. —Elevé la mirada topándome con los intensos ojos de Demetri, su sonrisa se amplió mientras tomaba asiento frente a mí.

—Que bien me conoces. —Mascullé entre dientes, él se encogió de hombros.

—Lo suficiente para saber que estas así por culpa de la misma chica de siempre.

—Pues sí. —Dije con una ligera sonrisa.

— ¿Qué te hizo ahora? cuéntame chico atormentado. —Rodé los ojos.

—Se niega a que Alec la llevé al trabajo.

—Hum, —se encogió de hombros —intenta ponerle un escolta a Jane. —Los dos sonreímos al mismo tiempo.

Jane y Demetri finalmente eran novios… o algo así. Obviamente Jane jamás dejaría que alguien la siguiera o peor aún, le ordenaran algo. Recordar eso me hizo sentir un poco mejor.

—Tienes razón.

—Claro, es sólo que a ti te encanta pensar que solo a ti te pasan estas cosas. —Me encogí de hombros.

— ¿Qué has averiguado del video? —Pregunté.

—No mucho en realidad, pero casi te puedo asegurar que Jessica no tiene nada que ver con James. De cualquier manera, sigo buscando que está haciendo ella ahora.

—Ha estado tomando fotos. —Dije recordando el sobre que me había llegado.

—¿Fotos?

—Sí… me enviaron un sobre. —Había recogido las fotos y se las extendí a Demetri. Al verlas abrió los ojos de par en par.

— ¿Te encuentras bien? —Preguntó mirándome de arriba abajo.

—Estoy esforzándome por no montarle numeritos cada vez pero, como veras me es muy difícil. —Dije pasándome una mano por el cabello.

—Esto es sencillo Ed, es lo que Jessica quiere, que la dejes. Está en ti dejarte manipular o no. —Asentí pensativo. —Hablando de Bella, hay algo que debes saber Edward, es sobre James.

— ¿Qué tiene ese bastardo? —Siseé al recordarlo.

—Está libre.

— ¿Qué? —Pregunté levantándome del asiento. — ¿Por qué?

—La fiscalía cambio de juez, el abogado de James pidió reabrir el caso, presentó pruebas de su buena conducta, casi creo que hubo un intercambio de dinero y pues… está libre.

La furia se expandió como el ácido por mis venas y me vi en la obligación de sentarme. Maldita sea, ese cabrón de nuevo fuera de la cárcel era lo último que me faltaba. ¿Sabría Bella de eso? ¿Por eso sus pesadillas? Diablos, tenía que verla. El celular de Demetri comenzó a sonar y lo puso en silencio.

— ¿Tienes que irte? —Pregunté tratando de volver a la tierra.

—Puedo esperar. —Dijo encogiéndose de hombros. —Te ves tenso.

—No… no te preocupes, estoy enojado es todo. —Suspiré. — ¿Es Jane?

—Sí… me necesita. —Elevó una ceja y sonrió.

—Qué asco, no necesito si quiera imaginarme para qué.

—No es necesario que te lo imagines, créeme —sonrió —si lo hicieras quizás querrías denunciarme. —Rodé los ojos.

—Antes de que te vayas… a Bella le gustaría hacer algo por la noche, me gustaría que fueran tú y Jane, ya le hablé a Félix.

—Muy bien, podemos ir al Times ¿Cómo vez?

—Perfecto, nos vemos a las diez entonces.

Una hora después, entré corriendo al restaurante Masa. El mesero me llevó hasta una mesa privada. El restaurante japonés estaba decorado todo con detalles orientales, en las paredes había escritura japonesa, bambús por donde quiera que mirara, detrás de una delgada cortina hecha de madera, vi a Lauren. Ella vestía un sencillo, pero elegante vestido en color azul, su cabello castaño claro, caía lacio por enfrente de sus hombros, sus ojos verdes se encontraron con los míos.

—Pensé que ya no ibas a venir. —Murmuró con una sonrisa.

—Lo siento, me quedé dormido. —Mentí.

El mesero se acercó a nosotros y ordenamos dos platillos de pollo Hibachi, Lauren lucía incomoda y no podía entender por qué.

— ¿Pasa algo? —Pregunté finalmente.

—Bueno yo… —desvió su mirada hacía la pequeña fuente a un lado de nosotros — ¿estás con esa chiquilla… la de las Vegas?

—Isabella. —Respondí en tono seco.

—¿Están juntos?

—Ella es mi novia. —Dije con orgullo y con una sonrisa.

—Tu… ¿tu novia? —Susurró.

—Lamento no haberla presentado como tal ayer que nos vimos. Pero sí, Bella es mi novia… ¿ocurre algo?

—No… es solo que bueno yo… pensé que seguías con Jess y ahora esto… —Fruncí el ceño. —Creí…

—No veo el problema… —Interrumpí, Lauren sonrió y negó con desgana.

—Olvídalo Edward, no me hagas caso.

**Bella POV**

Angie había hecho un trabajo maravilloso conmigo, mi cabello caía en delicadas ondas por mi espalda, mis ojos con una sombra en color negro se veían profundos y sensuales. El vestido en color azul enmarcaba mi silueta, ensanchando mis caderas y mostrando un poco la piel de mis pechos, los tacones negros eran fácilmente de más de 12cm.

—Estás preciosa. —Dijo Angie con una gran sonrisa, ella lucía un vestido en color blanco, le llegaba justo arriba de las rodillas.

Ben nos llevó al club, Demetri, Jane y Edward nos estarían esperando allá. El ruido de las personas bailando y gritando era estridente. El mesero nos llevó hasta un palco privado, el calor era sofocante, las deslumbrantes luces brillaban por toda la discoteca.

En el fondo pude ver a cinco personas: Félix y una mujer que nunca había visto, Demetri y Jane y por supuesto... Edward. Los vaqueros en color negro, le sentaban de muerte, luciendo sus largas y marcadas piernas. La camisa en color blanco remangada hasta los codos, dejaba ver sus tonificados brazos y enmarcaba su ancha espalda. Su cabello revuelto, apuntando en varias direcciones. Suspiré al ver que muchas miradas estaban posadas en él. Demetri lo codeo apuntando hacia nosotros, se giró en un elegante y disimulado movimiento, su sonrisa al verme podía matar a más de una, así fue cuando varias chicas lo devoraron con la mirada mientras caminaba hacia nosotros.

—Ben, Angela. —Dijo con la voz ligeramente más alta por el ruido, estiró la mano para saludarlos y con la otra deslizó sus dedos por mi cintura.

—Feliz cumpleaños Edward. —Sonrió Angie.

—Gracias, —dijo recibiendo el abrazo de mis amigos —pero pasen, en aquel lugar están mis amigos. —Apuntó hacia el rincón.

Ellos asintieron, luego Edward volvió la mirada inmediatamente hacia mí, sus ojos verdes estaban ligeramente oscurecidos, su mandíbula dura y sin una pizca de barba. En su muñeca derecha la pulsera que le regalé. Sonreí feliz de vérsela.

—Feliz cumpleaños. —Murmuré tímidamente, subiendo los brazos hasta su cuello. Con los tacones tan altos, no era necesario que me pusiera de puntitas. Él sonrió y me estrechó con fuerza.

—Te ves hermosa nena. —Acercó lentamente sus labios a los míos y me dio un beso ligero, pero cargado de emoción.

Sufran mujerzuelas. Sonreí al ver la mirada de varias chicas boquiabiertas. Edward rodeó mi cintura y me llevó a la mesa.

El lugar era privado, estaba rodeado de sofás lounges, de color naranja. En el centro había una mesa redonda de cristal donde estaban las bebidas de todos.

— ¡Hola Bella! —Jane me dio un caluroso abrazo. —Luces genial.

—Lo mismo digo. —Respondí.

Ella lucía un pequeño vestido en color rojo, Demetri no podía quitarle la vista de las piernas, su cabello dorado caía en suaves ondas por enfrente de sus hombros.

La noche pasó tranquila, Edward no bebió nada. Se dedicó a pedir limonadas o botellas de agua mineral. Me sentí mal por estar bebiendo, e incluso, por haber sugerido venir aquí. ¿Qué clase de novia era? Avergonzada por mi tonta sugerencia, llamé a Edward por la tarde para cancelar esta salida, sin embargo él insistió en que tenía que divertirme, que ambos necesitábamos distraernos.

Así que entre pláticas y risas, los caballitos de tequila que nos estábamos tomado Angela, Ben y yo, me estaban haciendo querer bailar y gritar. Mis amigos desaparecieron después de un rato, yéndose a la parte de abajo, querían conocer el club. Demetri y Jane se esfumaron de mi vista, Félix y –la que me acababa de enterar era su novia- Carmen, bailaban cerca del palco.

—Hoy luces excepcional, fresas. —Murmuró Edward en tono seductor. Se acercó lentamente y pasó sus labios lentamente por mi cuello.

—Que calor, —susurré — ¿tú no tienes?

—Mmm.

—Esas chicas quieren comerte con la mirada. —Dije observando a la impresionante rubia que se devoraba a Edward con los ojos. La muy zorra se atrevió a relamerse los labios fijando la vista en mi novio. Bufé molesta, Edward también lo notó y se rió, en un rápido movimiento, me tomó desprevenida y tiró de mi cintura sentándome en sus piernas. —¿Qué haces? —dije riéndome. Pero él no contesto, lentamente deslizó las manos por mis piernas, subiendo y bajando. Si antes sentía calor, ahora me estaba quemando. —Yo… cielo… 

—¿Mmm?

—Esa rubia te quiere en su alcoba. —Refunfuñé.

—Me gustan las morenas, de hecho, estoy pensando en una que me gustaría tener en este momento en mi alcoba. —Susurró deslizando los labios hacía mi oído y tirando suavemente de el con los dientes, me estremecí — ¿tú no la conoces? —preguntó en tono juguetón dando besos húmedos por mi mandíbula. —Creo que le dicen Bella.

—Yo… —balbuceé nerviosa — ¿Quieres bailar? —Dije poniéndome de pie y alejándome, él abrió los ojos sorprendido.

—¿Hice algo mal? —Preguntó con ojos desconcertados.

—Por el contrario cielo, —dije extendiendo una mano hacia él —estás haciendo todo bien, ¡me vuelves loca! —Sonrió tomando mi mano — ¿bailas conmigo?

—Vamos a bailar entonces.


Hola, hola chicas, ¿cómo están? espero que muy bien. Por aquí les dejo otro capi que en lo personal me gusta mucho, la verdad es que me encanta ver a Edward y a Bella juntos, ¿y a ustedes?

Saludos a mis lectoras: MayaMasenCullen, SpCullen, Martha, AndydeCullen, Di di Rojas, mi primita Elena, Gladys, Liz Morales, Damaris y por supuesto Rebbe mi beta ingeniosa jeje. Y mis lectoras silenciosas, ¿les ha gustado la historia? cuentenme vamos no sean tan serias. Les avecino que se vienen cosas… ¿Qué creen que sea?

Ahh chicas queria darles las gracias porque ya casi cumplimos un año con HE!! cuando comencé la verdad no sabia ni qué, no que ahora lo sepa ni mucho menos pero nunca creí conocer personas tan lindas y seguidoras tan fieles. Gracias por su tiempo!

Saludos a todas, gracias por su paciencia, votitos y por supuesto, sus comentarios nos leemos prontito. 

Ya saben que puedo etiquetarlas en la actualización por medio de Facebook, acá me encuentran:
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Capítulo 45: Central Park Capítulo 47: Visitas inesperadas

 


Capítulos

Capitulo 1: Superando Errores del pasado Capitulo 2: La nueva Asistente Capitulo 3: La razón Capitulo 4: Conociéndonos Capitulo 5: La comida Capitulo 6: Aventura Capitulo 7: Juegos Capitulo 8: Complicaciones Capitulo 9: Cada quién con su cada cual Capitulo 10: Aclarando dudas Capitulo 11: Planeando nuestra salida Capitulo 12: Bora Bora Capitulo 13: A flor de Piel Capitulo 14: Frente al mar Capitulo 15: Deteniendo el tiempo Capitulo 16: De regreso Capitulo 17: El viaje Capitulo 18: Confesiones Capitulo 19: Verdades al descubierto Capitulo 20: De regreso del Viaje Capitulo 21: Malos entendidos Capitulo 22: Cuestión de tiempo. Capitulo 23: Sorpresas Capitulo 24: Haciendo elecciones Capitulo 25: Por algo pasan las cosas Capitulo 26: Empezar de nuevo Capitulo 27: Cambios Capitulo 28: Amigos Capitulo 29: Final del día Capitulo 30: Salida Capitulo 31: Salida segunda parte Capitulo 32: Cosas por hacer Capitulo 33: Las Vegas Capitulo 34: No importa el tiempo Capitulo 35: En peligro Capitulo 36: Contigo Capitulo 37: Una nueva oportunidad Capitulo 38: Un mes Capitulo 39: Impulsos Capitulo 40: Queja Capitulo 41: Cita Capitulo 42: Nada es lo que parece Capitulo 43: Confrontaciones Capitulo 44: No hay vuelta atras. Capitulo 45: Central Park Capitulo 46: ¿Qué soy para ti? Capitulo 47: Visitas inesperadas Capitulo 48: Noticia Capitulo 49: Reacciones Inesperadas Capitulo 50: Adicción Capitulo 51: Todo o nada Capitulo 52: Propuesta Capitulo 53: Transtornos Capitulo 54: Tú, mi felicidad.

 


 
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