Haciendo Elecciones (+18)

Autor: skuichy
Género: + 18
Fecha Creación: 26/01/2012
Fecha Actualización: 19/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 39
Comentarios: 248
Visitas: 145616
Capítulos: 54

Todo comenzó con una atracción; me gustabas, quería cazarte. Ambos teníamos pareja, así que sólo era eso, un juego. ¿Pero que pasa cuando uno de los dos quiere más? El juego deja de serlo y una terrible verdad queda sobre nosotros. En el amor las cosas nunca son fáciles, claro tampoco nadie me advirtió que serían así de difíciles.

 

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Capítulo 45: Central Park

**Edward POV**

A las 1:55 en punto, me encontraba fuera de Newton LTD recargado en mi Aston Martin. Alec vestido completamente de negro, estaba apoyado en un enorme árbol lo suficientemente cerca, por si algún paparazzi anduviera en mi caza. Hoy era un día cálido en Manhattan, el invierno había cedido un poco esta tarde, dejando ver el sol y calentando un poco la ciudad. Las personas corrían por todos lados en la 110th Street,  el bullicio del tráfico era intenso, esta era la hora de comida sin duda. Elevé mi vista hacia la enorme entrada de cristal de la empresa de Newton. No pude evitar curvar mis labios en una sonrisa. Jamás pensé pararme por aquí para recoger a Isabella, sonreí de nuevo al pensar que aún trabajaba con mi competencia. A la mayoría de los inversionistas eso los pondría de cabeza, no a mí.

Isabella nunca me haría eso o a Newton. Bella salió finalmente a través de las enormes puertas de la empresa, vestía una falda de tubo negra que marcaba sus cremosas piernas, su sonrisa se amplió al verme mientras caminaba hacia mí, su cabello recogido en una coleta alta que destacaba sus sonrosados pómulos. Toda mi piel se calentó y casi sentí una oleada de calor golpearme cuando llegó hasta mí.

—Diablos, Isa… —corregí —Bella,  ¿Así vienes a trabajar todos los días? —Tomé su mentón, ella esbozó una sonrisa. —Con razón Newton no te quiere dejar ir.

—Hola, también te extrañe. —Murmuró, sus ojos bailaban divertidos. La apreté contra mi cuerpo sintiéndome extrañamente relajado al sentirla así de cerca, di un pequeño beso en sus labios y me admiré como siempre de su hermoso rostro sonrojado.

— ¿Dónde quieres comer? —Pregunté separándome, ella parpadeó unos segundos y luego sujetó mi mano.  Caminé guiándola hacia mi auto, pero se detuvo y tiró de mi brazo.

—En Central Park, venden comida deliciosa. —La miré extrañado, su hermosa sonrisa me hipnotizó y cuando menos pensé, ya estábamos en medio de un tumulto de gente. Miré sobre mi hombro, Alec venía cerca.

La gente nos empujaba al caminar de prisa, deslicé la mano a la pequeña cintura de Isabella sintiendo como siempre, esa extraña necesidad de protegerla. Bella se detuvo frente a un pequeño autobús pintado de color crema, letras estampadas en color negro decían Schnitzel & Things.

¿Things?

Ni por un segundo me hubiera pasado por la cabeza detenerme en uno de estos lugares. Fruncí el ceño.

— ¿Vamos a comer aquí? —Pregunté incrédulo.

—Sí, ¿o acaso el Director Edward Cullen no puede comer entre la gente común y corriente? —Preguntó con ojos desafiantes. Sonreí mordaz.

—Por supuesto que puedo comer aquí, pide algo para mí, —entrecerré los ojos hacia ella —sorpréndeme. —Murmuré sarcástico. Ella sonrió y se giró hacia el autobús.

—Dos milanesas de ternera y dos pastelitos de zanahoria por favor. —Ordenó de manera magistral, como si se la viviera comiendo aquí. Levanté una ceja.

— ¿Ternera?

— ¿No sabias que estos son restaurantes ambulantes de alta gastronomía?  —Preguntó como si fuera incuestionable.

—No. —Fruncí el ceño.

Después de unos pocos minutos nos sirvieron, rogué a todos los cielos no morir de tifoidea al terminar de comer. Bueno aquí voy… corté un poco y di el primer bocado.

—Esto es… —sus ojos chocolate me miraban angustiados —es simplemente… delicioso. —Una gran sonrisa que pudiera matar a cualquiera iluminó su rostro.

—Te lo dije.

—Arrogante.

—Incrédulo. —Rodeé los ojos y di otro bocado.

Platicamos un poco de su viaje a Forks y omití preguntar por Black, no quería arruinar la tarde con tonterías como esa, pero sin duda preguntaría por él. Aun me molestaba pensar que lo vio, y la verdad era que quería saber a qué había ido él también. También omití hablar de que iba a un grupo de alcohólicos, y que por si no bastara, Jessica estaba buscando perjudicarla de alguna manera... al parecer. Bueno sí, había omitido muchas cosas, pero ya se las diría en otro momento.

—Quiero que conozcas mi lugar favorito del mundo. —Murmuró tomando mi mano y guiándome fuera de todo el tumulto de gente.

— ¿Del mundo? ¿En Central Park? ¡Pero si ni siquiera has viajado a la India!—Dije riéndome.

—Bueno mi lugar favorito del mundo hasta hoy —dijo con voz seria y luego suspiró —a veces me preguntó si podremos estar juntos cielo, yo… —sus ojos estaban llenos de incertidumbre antes de desviarlos  —yo no creo que este a tu altura, ni ahora ni antes….

—Shh nena —demonios la había hecho sentir mal con mis comentarios. Toqué su frente, quería borrar esa línea del ceño fruncido que tenía. —Lo siento no quería ofenderte, mi lugar favorito en el mundo es donde sea que tu estés. Tú eres la que nunca ha estado a mi alcance. —Ella iba a protestar pero antes que comenzara extendí las manos hacia ella. —Secuéstreme señorita Swan, soy su prisionero. —Bella suspiró y luego asintió, una pequeña sonrisa dibujándose en sus labios.

—Sígame entonces Señor Director. —Tomó mi mano.

—Espera un momento. ¿Alec? —dije girándome hacia un lugar apartado en donde él estaba vigilándonos.

— ¿Si señor? —Preguntó caminando hacia nosotros.

—Ven un momento, —Bella frunció el ceño. —Isabella, ¿recuerdas a Alec, verdad?

—Hum… —me miró confundida y luego miró a Alec —Por supuesto que sí, ¿Cómo has estado? —extendió la mano hacia él.

—Bien señorita, que gusto verla de nuevo. —Alec correspondió su saludo.

—Alec te cuidará de ahora en adelante. —Dije apretando la mano de Bella.

—Edward no… ¿pero qué sucede? —Preguntó extrañada.

—Sucede que quiero protegerte.

—Estas exagerando. —Masculló refunfuñada.

—Me tiene sin cuidado lo que creas, —me giré hacia Alec —estaremos bien, regreso a este mismo punto a las tres. Puedes ir a comer algo, ¿sabías que aquí venden comida de alta gastronomía? —Dije aún asombrado por el hecho.

—Claro que sí señor, sabe deliciosa. —Fruncí el ceño, vaya al parecer todos lo sabían. —Con permiso entonces, señorita Swan. —Sonrió hacia ella, yo me giré hacia Bella quien tenía el ceño fruncido.

— ¿Desde cuándo nos ha estado siguiendo? —Preguntó en tono molesto.

—Tiene todo el tiempo, ¿Por qué?

—No veo porque tiene que cuidarme, últimamente eres muy celoso. —Espetó soltando mi mano.

—Isabella, —tomé un trago de aire y caminé a su lado —hemos estado separados por muchos meses, mi ex novia ha actuado de forma rara y un sujeto intento violarte. Discúlpame si no puedo controlarme respecto a tu seguridad.

—Hum, bueno… está bien solo… no sé creí que hoy estaríamos solos… —miró hacia el suelo.

—Y lo estamos, no perdamos tiempo y llévame a ese lugar. —Ella me miró y luego rodó los ojos pero sonriendo tomó mi mano.

Mientras caminábamos tomados de la mano, ella se adelantó un poco haciendo que no pudiera dejar de perderme en las marcadas curvas de su cuerpo. No dejaría que usara de nuevo esa maldita falda, era un hecho. El sol robaba rayos rojos a su cabello, los tacones delgados y altos le daban un aspecto de lo más sensual a sus piernas, y mientras nos adentrábamos en el terreno del parque, me pregunté cómo podía andar en ellos.

— ¡Aquí es! —Gritó, sacándome abruptamente de mis pensamientos.

El lugar era maravilloso, nunca antes lo había visto, frente a nosotros un pequeño lago se expandía, rodeado por una vegetación muy colorida de flores blancas y lilas. Se respiraba absoluta tranquilidad. El viento corría cálido, como una caricia en la piel. Era como haber dejado Nueva York y estar en otro lugar, como si nos hubiéramos transportado a un bosque.

—Es hermoso. —Murmuré.

Ella no respondió por lo que la miré, estaba absorta contemplando también el paisaje, perdida en miles de pensamientos, su cabello moviéndose al compás del viento, su hermosa y nívea piel bajo aquella blusa rosa pálido, sus carnosos labios… sin poder contenerme tiré de su cintura hacia mí, haciendo que un pequeño grito escapara de su garganta.

— ¡Me asustaste! —Dijo riéndose y luego frunció el ceño tocando mi mandíbula. —Te has rasurado.

— ¿Te gustaba más con un poco de barba? —Pregunté pasando las mejillas por su rostro haciéndola reír. — ¿Te gusta más mi estilo desaliñado? —Mis labios se curvaron en una media sonrisa al sentir el movimiento acelerado de su pecho, clavé los ojos en ella.

—Me gustas de las dos formas, —susurró —desaliñado o con glamur. Te quiero. —Sonrió tocando mis mejillas con los pulgares. —Eres suave como el satén. —Murmuró con voz sensual, cerré los ojos disfrutando de sus delicados dedos sobre mi piel.

— ¿Qué te parece si jugamos a algo?—Pregunté mientras pasaba los dedos por su cintura de arriba abajo, en una tácita caricia. —Yo soy un vagabundo que se perdió en este… prado y tú eres una escurridiza mujer que venía huyendo de su ex novio, —ella sonrió —chocas conmigo por venir corriendo…

—Eso es algo que seguramente me pasaría. —Afirmó riéndose.

—Al chocar conmigo, tu primera impresión de mi es mala. Te doy asco y además piensas que huelo mal y todo eso. —Hundí la nariz en su cuello.

— ¿Tu oler mal? Hueles delicioso… en realidad. —Dijo deslizando sus dedos a mi cabello.

—No me interrumpas. —Me enderecé y tomé un mechón rebelde de su cabello y lo acomodé detrás de su oído. —Con el tiempo tú decides enseñarme modales, al parecer no tienes otra cosa mejor que hacer y después… —lentamente subí las manos a sus pechos, acunándolos. Su rostro cambió a mil colores mientras un pequeño jadeó abandonó involuntariamente su garganta —yo te enseño como llorar de placer…

Bella se carcajeó, su cuerpo vibró junto al mío prendiendo cada parte de mi cuerpo. Me dio un pequeño golpe en el hombro que me hizo retroceder pisando mal, perdí el equilibrio, pero antes de caer la jalé hacia mí. Caímos riéndonos al suelo, ella quedó arriba de mí.

—Cielo estás loco. —Susurró aun riéndose, mientras pasaba delicadamente las manos en mi cabello. Sus ojos brillaban cálidos y divertidos, su piel blanca ahora lucia sonrosada.

—Loco de tanto desearte Isabella. —Froté la nariz por su cuello, aspirando lentamente su perfume, subí por su clavícula. Nuestros ojos se encontraron. —Si no te gusta este juego, también podemos jugar a que yo era un cavernícola y tú eras una doncella en apuros…

—Cavernícola, como en las Vegas. —Murmuró tirando deliciosamente de mi cabello. —Te portaste muy mal conmigo ese día. —Nos giré quedando ahora yo sobre ella.

— ¿Me vas a castigar? —Pregunté, ella sonrió lascivamente elevando una de sus cejas. Todo mi cuerpo se sacudió de solo pensar en esa imagen.

—Quizás… —Respondió, traté de evitar una sonrisa fallando terriblemente al mirar la determinación de castigarme en sus ojos. Casi no recordaba nada de ese día, pero los restos de su vestido esparcidos por mi habitación, podían haber sido utilizados fácilmente para  comprobar que me había portado como un salvaje. Debí darme cuenta que desde ahí, ya tenía problemas con el alcohol. — ¿Se está burlando de mi señor Cullen? —Preguntó con voz retadora.

—Con usted señorita Swan, no de usted.

—Yo no me estoy riendo,  —dejó mi cabello y cruzó los brazos sobre su pecho, haciendo que sus senos se elevaran involuntariamente —no veo lo gracioso en el comportamiento abstracto que tuvo en ese hotel, señor director.

—Joder Isabella, —murmuré con voz ronca —eres tan condenadamente sexy, que sacas lo peor de mí. Me haces perder el control.

—Me gusta hacerte perder el control. —Sonrió maliciosamente, sujetó mi rostro y  me jaló hacia su boca. Últimamente tomaba el control sobre mí sin duda, pero eso debía cambiar.

Mordí con delicadeza su labio inferior, tirando de él mientras deslizaba una mano hacia su espalda para que no se lastimara contra el suelo al cernirme completamente contra su cuerpo. Con la otra mano, me pasé un poco grosero por sus glúteos y por sus pechos, peor que un adolescente, o como un cavernícola. —pensé. Además estaba olvidando que estábamos en un parque a mitad del día…

Decidí poner orden a mis manos y mejor sujetar su cabello atrayéndola hacia mí. Su lengua cálida y húmeda pasó entre mis labios, un escalofrío recorrió toda mi espalda y bajó directo hasta mi vientre bajo, el aire comenzó a faltarme, a regañadientes me separé un poco, deslizando los labios por su cuello donde pude ver una vena que latía erráticamente. Apreté los labios contra ella absorbiendo con fuerza justo a la mitad de un latido, estaba seguro de que le quedaría una marca. Sus manos recorrían una y otra vez mi espalda.

Empujé con la rodilla un poco sus piernas intentando acomodarme entre ellas, su falda tubo no permitía hacer muchas cosas. Con los dedos tracé lentamente un camino desde su estómago a sus pechos, sostuve el izquierdo con la palma de mi mano, deslizando suavemente el pulgar por su erguido pezón. Bella jadeó tirando con fuerza mi cabello, haciéndome gemir de placer, por lo que busqué su boca con urgencia.

Estaba seguro de que me estaba convirtiendo en una jodida bomba de tiempo, mi piel se sentía como cables eléctricos y cualquier cable que ella decidiera cortar, me haría estallar en mil pedazos. Comencé a mecerme contra ella, maldiciendo enormemente el estar vestidos, mi erección buscaba saltar de mi ropa clamando por atención. Ya no me importaba estar en el parque en medio de la nada, no me importaba otra cosa que no fuera enterrarme en ella en este momento. Así que, deslicé las manos por su blusa y desabroché el primer botón. Su mano sujetó mis intentos de desnudarla y sus ojos chocolates brillaron divertidos.

—Cielo… no, esto no está bien… — Jadeó contra mis labios.

— ¿Por qué Bella? —Dije hundiéndome en su cuello. —Te deseo en este preciso momento. —Mi voz sonó ronca contra su piel, mi mente estaba zumbando llena de excitación.

— ¿Y crees que yo no? —Preguntó contrariada.

—Eso creo, ¿acaso hice algo mal? —La miré fijamente. — ¿Aun recuerdas al imbécil de James verdad? Debí matarlo en ese mismo momento. —Dije enderezándome y sentándome a su lado, toda la pasión que amenazaba por consumirme desapareció.

—No, Edward no es eso. ¡Dios! —Exclamó sentándose a mi lado —Eres tan voluble. —Tomó mi rostro para que la viera y esbozó una cálida sonrisa. —Cielo, son las tres de la tarde, estamos en Central Park… —deslizó el pulgar por mi mejilla una y otra vez —resulta que estoy con nada más y nada menos que con el asediado Director Edward Cullen. —Sonreí — ¿Qué si nos toman una foto? ¿Y si salgo en las portadas… desnuda? —Mis ojos se dilataron. —Quizás eso sería bueno, —volvió a sonreír al ver mi rostro —una forma de castigarte por tu comportamiento…

— ¡Joder no! —Grité poniéndome de pie, y extendí una mano hacia ella para ayudarla a levantarse, luego la abracé de nuevo con fuerza. —Escúchame bien Isabella, nadie, nunca, jamás en lo que me resté de vida, vera tu cuerpo desnudo más que yo.

— ¿Vez? —Dijo golpeando levemente mi pecho. —Creo que después de todo si te portas como cavernícola, como un Neanderthal. —Sonrió y comenzó a caminar dándome la espalda.

— ¿Me dejas arrastrarte sobre mi hombro a mi caverna? —Murmuré en su oído mientras aferraba su cintura a mi cuerpo, abrazándola por la espalda y amenazando con cargarla en hombros.

—Al único lugar que puedes arrastrarme… —dijo mirándome por encima de su hombro, sus ojos bailaban seductores, de pronto restregó las caderas contra mí pelvis haciéndome hiperventilar —es a mi oficina, ya voy tarde. —Una sonrisa malévola apareció en su pequeño rostro angelical.

—Diablos, vuelve a contonearte así contra mí Isabella… —murmuré con voz ronca —y no respondo.

—Entonces digamos que estamos a mano por tus volubles comportamientos. —Giñó un ojo, volvió a contonearse e intentó zafarse de mis brazos para huir.

—Ah no, —aferré las manos en su cintura — ¿Crees que puedes andar por ahí contoneándote como si nada?

—Sí. —Espetó, sus ojos brillando desafiantes.

—Entonces sabrás que yo también puedo andar por ahí portándome como un Neanderthal. —Comencé a levantarla.

— ¡No Edward! —Gritó. — ¡Bájame!

—No. —Dije cargándola sobre mi hombro. —Debiste haberlo pensando dos veces antes de retarme. —Comencé a caminar, Bella golpeaba inútilmente mi espalda así que le di una nalgada a su respingón trasero.

—Edward Cullen bájame en este preciso momento, ¿Quieres que las personas vean mis piernas? —Detuve mi paso. —Agitaré las piernas con tanta fuerza, que no me importa quién o qué me vean. —Gritó. La bajé inmediatamente.

— ¿Por qué me retas? —Pregunté fingidamente consternado sin dejar de sujetar su cintura.

—Me gusta molestarte. —Respondió y luego mordió su labio.

—No quiero escuchar entonces quejas cuando a mí, me dé por molestarte Isabella. —Presioné debajo de su labio para que lo liberara.

Después de una sesión de besos y unas cuantas quejas porque la llevé tarde, además de reclamar una y otra vez por caminar con ella en mi hombro, gritar que su falda se había ensuciado y que su coleta no había quedado bien peinada,  volví a mi oficina. Trabajé hasta tarde con Emmett y sólo cuando Rose apareció en la puerta con una mueca de disgusto, nos dimos cuenta de que ya era muy tarde.

**Bella POV**

Cerré los ojos antes de ver mi apariencia frente a las enormes puertas de cristal de Newton LTD. Sin embargo, no pude borrar de mi rostro la estúpida sonrisa antes de llegar a mi oficina. La felicidad corría por mis venas, inundaba mi corazón y me hacía querer saltar, gritar…

— ¿Puedo preguntar porque tienes césped en el cabello? —Murmuró Eric frunciendo el ceño. Un calor intenso subió por mi cuello instalándose en mi rostro.

—No sé de qué hablas. —Susurré, y girándome desaparecí hacía el baño antes de que decidiera agregar algo más.

Entre como un torbellino y con horror vi como Edward me había dejado una enorme marca en el cuello. ¿Qué demonios le pasaba? Esa maldita manía suya de succionarme como si fuera una esponja y el estuviera sediento, me estaba sacando de quicio. Subí todos los botones de mi camisa y rogué a todos los cielos que nadie preguntara. Abrí la puerta y caminé directo a la oficina de Mike.

—Ella va a seguir trabajando para mí. —Dijo Mike con voz seria. —No hay nada que James Gigadent pueda hacer, si lo que quiere es joderme, se ha equivocado de persona.

Las piernas me flaquearon, todo me dio vueltas obligándome a apoyar una mano en el marco de la puerta, cerré los ojos. James... Me quedé estática, incapaz de moverme, me forcé a mí misma a no llorar. Por supuesto que no había olvidado nada de lo que ese, me había hecho y las ganas de vomitar me inundaron. Me encontré con los ojos azules de Mike, brillaban llenos de ira y luego se suavizaron.

—Tengo que colgar Aro, hablamos de esto mañana.

— ¿Qué ocurre Mike? —Pregunté con voz débil.

—No es nada Bells, no te preocupes. —Mike llegó a mi lado poniendo las manos en cada lado de mis hombros. —Rayos Bella pareces un fantasma, ven sentémonos.

—Dímelo por favor. —Susurré, él me miró con ojos llenos de dudas.

—Él quiere que te despida, — apoyo las manos sobre sus rodillas —no quiere hacer negocios con alguien que lo metió a la cárcel. Y al parecer el rumor ya se ha expandido entre varios compañeros de inversiones, perjudicándolo.

— ¡Oh! —Murmuré, mi cuerpo completo se sacudió como una hoja contra el viento. — ¿Él… ya… está libre? —Pregunté mientras el terror me invadía.

—Sí. —Mike tomó una de mis manos. —Pagó la fianza y su abogado alego buen comportamiento, ya sabes él tiene mucho dinero… creo que eso influyó en que lo liberaran tan rápido. A mí no me preocupa si deja de invertir aquí o no Bella, yo tampoco quiero a un tipo que intentó propasarse con mi personal, —apretó ligeramente más mi mano —imagínate ¿Qué clase de jefe me hace eso? —Miró su reloj —Es hora de irnos, Bells no te preocupes —intentó sonreír —todo está bien. Él no se acercará a ti.

Asentí incapaz de decir nada más, estaba a punto de romper en llanto. No recuerdo como pero me encontré en mi oficina tomando mi abrigo, me arropé sintiendo de pronto demasiado frió. Busqué la pequeña maleta en donde traía mis vaqueros, obvio no conduciría con falda la moto. Salí de la oficina con los pensamientos cruzados. El frió aire golpeo mi rostro trayéndome de vuelta a la realidad. Encendí la motocicleta, el rugido de esta me hizo sacudir la cabeza y concentrarme, aceleré inmediatamente, una camioneta arrancó junto conmigo. Me estremecí nerviosa, distraídamente miraba hacia atrás, aún venia. Estuve tentada a conducir de nuevo a casa de Angela, pero armándome de valor me bajé a fuera en mi departamento, la camioneta se estacionó y lentamente bajaron el vidrio.

—Que descanse señorita Isabella, mañana pasaré por usted temprano.

—Alec… —susurré —gra… gracias. Que descanses.

Me quedé mirando la puerta, al ver mi reflejo podía ver mi rostro descompuesto por todo lo sucedido. Cerré los ojos y pensé en Edward, él dijo que nadie me tocaría… dependiendo de cómo fueran las cosas le comentaría o no. Sabía bien como reaccionaba respecto a ese tema, sin duda no se alegraría. Y hablando de él… le escribí un mensaje de texto.

Señor Director Edward Cullen, la demanda por succión indebida de cuello le llegará mañana a su escritorio.

Atentamente: la afectada y ofendida Isabella Swan.

Por fin algo me había hecho sonreír, entré a mi departamento y prendí la calefacción, cuando mi celular sonó con un mensaje de alerta.

Espero que la misma afectada sea la que me traiga la demanda a mi escritorio, puedo enseñarle un montón de razones por las que quizás… no le convenga demandarme.

Atentamente: seguro de sí mismo y convencido de que puedo persuadirla

 Director de Cullen, Edward Cullen.

Sonreí. Lancé mi bolsa en el sofá y tomé el teléfono para llamar a Angela, hablar con ella siempre conseguía distraerme.

— ¿Angie?

—Hola hermosa, ¿cómo estás?

—Bien, ¿cómo están tú y Ben?

Muy bien y a ti ¿cómo te fue en Forks? No te escuchas muy bien…

—Mejor de lo que esperaba, —susurré, Angie siempre sabía cuándo mentía así que decidí cambiar el tema —no me pasa nada, es solo qué… Edward cumple años mañana. Le he traído algo… pero no sé si deba dárselo, se me hace muy insignificante, quizás deba comprarle algo en Cartier. Hoy lo llevé a comer a Central Park y de verdad, por su rostro, estuve a punto de reservar en el Rockefeller Center.

Ya deja de lado esos complejos por favor, supongo que lo que trajiste vale mucho sentimentalmente y eso es lo más importante,  si ese cabronazo no recibe tu regalo con una amplia sonrisa,  te juro por que me llamo Angela Weber, que yo misma le rompo la cara. —Sonreí.

—No es solo eso Angie, es que… a veces no puedo evitar preguntarme porque está conmigo… te lo juro. —Susurré sintiendo de pronto esa ansiedad correr por mi cuerpo.

Lo analizas todo hasta el cansancio, Bella. Piensas que lo que él siente por ti tiene que ser un golpe de suerte o un error. Alguien como él no podría enamorarse de ti por tu gran corazón y tú inteligencia,  ¿verdad?

—Hum... —Me quejé sin saber que decir, hubo unos murmullos del otro lado de la línea.

Oye amiga aquí mi novio Ben, no duerme pensando lo que pasó el otro día ¿Está todo bien verdad?

—Sí, —murmuré nerviosa —todo está bien.

—Bells… eres tan mala mentirosa, ¿Qué ocurrió?

—Nada… — ¿sería bueno decirle lo de James? Mmm… de momento no me apetecía recordarlo más —Estoy preocupada por otras cosas…

— ¿Qué es?  —En realidad había algo que me quitaba el sueño…

—Edward no me ha aclarado que somos, no sé cuándo hablarle, ni si me veo rogona, no sé cómo portarme a su lado. No sé cómo manejar esto…

—Oh Bella, pareces una obsesiva —sonreí —dale espacio… no lo sofoques, a los hombres no les gusta vivir sofocados.

—Tú ya vives con Ben. —Murmuré sarcástica.

—Eso es diferente…

— ¿Tan malo es que quiera que me aclare qué somos?

No es eso amiga…

**Edward POV**

**Flashback**

—Creo que necesito dejarte ir. —Dije mientras ella me pasaba los dedos tiernamente por el cabello.

— ¿Ya te sientes mejor? —Preguntó.

—Sí, creo que he llegado a un punto en el que necesito estar solo para aprender a estar con alguien más.

—Me da mucho gusto Edward, además creo que yo también ya extraño mucho a Jasper. —Dijo Alice con una hermosa sonrisa. — ¿Me prometes que seguirás yendo al grupo? —sonreí.

—Por supuesto Alice, esto lo hago por mí. Porque necesito salir de esto yo solo.

—Estoy orgullosa de ti Ed, tu puedes contra eso y más… ahora lo único por lo que me encantaría quedarme es por tu cumpleaños, me muero por organizarte una fiesta y…

—Sabes que no me gustan las fiestas duende. —Dije revolviendo su desordenado cabello.

—Ojala que pudieras darte una escapada a Miami, allá no hace tanto frío como aquí…

**Fin de Flashback**

Hoy era mi cumpleaños y no, no tenía la oportunidad de ir a Miami, además tenía que cerrar el contrato con la familia Mallory. Mientras me ponía el traje en color azul oscuro, pensé que me moría por ver a Esme. Por primera vez en mucho tiempo, de nuevo quería estar con mi familia. Disfrutar de la calidez de mi madre o de mi padre. Ajusté mi corbata negra y no perdí más tiempo, hoy sería un largo día.

— ¡Feliz cumpleaños Edward! —Jane, aun con su pijama corrió hacia mí y se lanzó a mis brazos.

—Shh, no quiero que todos los departamentos se enteren. —Murmuré.

—Ahora resulta que eres de esos a los que no les gusta decir su edad.

—No, no soy de esos. —Entrecerró los ojos hacía mí, seguramente dudando de mi respuesta.

—Olvídalo, ten te traje un presente. —Me entregó una pequeña cajita envuelta en cartón, un listón en forma de moño, estaba formado por lo que parecía ser… ¿hojas de liana? La miré curioso, ella se encogió de hombros. —Es solo un detalle. —Murmuró. Abrí la cajita, descubriendo una tarjeta hecha con muchas hojas de árboles, de diferentes colores. En el centro decía “feliz cumpleaños” hecho con pequeñas ramas de todos tamaños.

—Oh… —sonreí asombrado — ¿Esto es algo así como tu manera de protestar contra el calentamiento global?

—Se le llama naturaleza muerta. —Espetó.

—Aja…

—Sabía que lo adorarías, —sonrió  —que pases un feliz cumple.

—De hecho me encanta, es muy original. Gracias Jane, te debió llevar mucho tiempo.

—La verdad no duré tanto recolectando hojas.

—No lo decía por eso, si no por ponerte a unirlas y luego formar la palabra, —suspiré —en fin… tengo que dejarte, ya voy tarde. —La abracé de nuevo. — ¿Si me festejo vendrás?

—Ya sabes que sí.  —Sonrió, sus ojos azules brillaron cálidos.

Subí apresurado a mi auto y encendí el motor, miré hacia el frente encontrándome con un sobre pequeño en color gris, sujeto por el parabrisas. Me bajé rápido para tomarlo, decía Feliz cumpleaños, seguramente era de Jane alguna otra de sus bromas. Quizás un poco de tierra orgánica o algo así. Ya era muy tarde para averiguarlo, lo guardé en el bolsillo de mi saco para abrirlo en la oficina.

**Bella POV**

Sonriendo, me puse mi mejor lencería negra de Victoria’s Secret. El vestido de coctel en color morado se ajustaba en mi cintura enmarcando mis caderas, me llegaba arriba de las rodillas. Una pequeña V dejaba ver el nacimiento de mis pechos, a los lados unas bolsas haciéndolo verse de lo más casual. Los tacones negros eran tan altos, que esperaba al menos llegarle a Edward a la barbilla, peiné mi cabello lacio y al final lo ondulé un poco. Maquillé un poco mi rostro, lo suficiente para no verme como recién levantada y el brillo sabor fresa coloreó mis labios. Sonriendo de nuevo frente al espejo al ver mi imagen, di media vuelta y tomé mi pequeño bolso en color negro, me puse mi abrigo y salí disparada a la oficina de Edward. Hoy no iría en mi motocicleta, así que me encontraba fuera de mi departamento en espera de un taxi. Pensé que con suerte, lo alcanzaría para darle mi regalo y quizás invitarlo a comer.

—Señorita Bella, buenos días. —Alec estaba de pie a fuera de la enorme camioneta negra. — ¿La llevó?

—Solo por hoy Alec, —aclaré y sonreí mientras caminaba hacia él —ni creas que aceptaré esto de nuevo.

Alec solo se limitó a sonreírme una vez más, condujo en silencio hacía el trabajo de Edward. Mordí nerviosa mi labio, aún dudaba del pequeño regalo que sostenía en mis manos.

— ¡Bella! —Su abrazo me sacó todo el aire de mis pulmones.

—Victoria, —musité sin aire —que gusto volver a verte.

—No puedo creerlo, ¡estas radiante!— Mordí mi labio mientras sentía los colores subir a mi rostro, ella me inspeccionó descaradamente de arriba abajo.

— ¿Tú crees? —Pregunté insegura.

— Claro nena, ¿Qué pasó contigo? Me debes una explicación larga y tendida ¿lo sabes? —Asentí nerviosa.

—Lo… lo lamento tanto Victoria. —Ella seguía impecable, con ese traje negro, su cabello ondulado rojizo, sus ojos verdes mirándome suspicaces, tan hermosa como la última vez que nos vimos.

— ¿Vienes a buscar a Edward? —Tomó mis manos — ¡Dime que sí!

—Ajá —Murmuré algo tímida.

—Está en una junta con un cliente… mmm... —tocó sus labios pensando —Lauren Mallory, yo creo que no tarda.

Mi corazón bombeó con fuerza, mis piernas se tambalearon, cerré los ojos viendo en mi mente a esa mujer de cabello castaño claro y curvas mortales. ¿Cómo puedo luchar por ti mi amor? ¿Dime cómo? Eres inalcanzable…

—Gracias Victoria… —susurré —entonces yo le llamo más tarde…

— ¿Quieres que le diga que viniste? —Preguntó frunciendo el ceño.

—No, no gracias… —negué vehemente —me dio gusto verte. —Di media vuelta y corrí literalmente, por el largo pasillo. Guardé mi pequeño e insignificante regalo en el bolso. ¿Y si pensaba pasar su cumpleaños con Lauren? Después de todo… Edward y yo no éramos nada. Nada lo retenía a mí, no tenía por qué darme explicaciones. Lágrimas amenazaban con salir de mis ojos mientras iba… huyendo de nuevo.

— ¿Isabella? —Su voz aterciopelada me paró en seco. Tomé un largo trago de aire para tratar de recomponer mi rostro. Frente a mí un taxi estaba del otro lado de la cera, podía decir que no lo había escuchado, podía huir… No. Finalmente me giré hacia él y deseé no haberlo hecho.

—Ho… hola Edward, yo... —tragué en seco —venía a ver qué harías saliendo pero… mejor te llamo en un rato.

Edward lucía un traje de color azul profundo, sus ojos lucían incluso azules. Su cabello cobrizo apuntando en todas direcciones, sus labios finos dibujando una media sonrisa. Lauren estaba a su lado, vestía una falda negra que celosa se ceñía a su cuerpo, la blusa de color verde no dejaba nada a la imaginación abierta de los tres primeros botones, sonrió mirándome a través de sus grandes ojos verdes.

— ¿Lauren? —Dijo Edward mientras caminaban hacia mí —Ella es Isabella Swan.  

Solo así, Isabella… yo no era nada. Ni su novia, ni su amante, ni su amiga. Mi corazón trastabillo en esa delgada línea por donde ahora caminaba.

—Hem ¿Tú no eres la chica de las vegas?… —Preguntó Lauren, sus ojos recorriéndome de arriba abajo. La sangre hirvió en mis venas, ¿quién se creía para mirarme así?

— ¿Estabas en las vegas? —Respondí con voz indiferente,  como si no la conociera. Edward curvó sus labios en una sonrisa y se posicionó a mi lado.

—Sí… ¿ustedes dos? —Lauren se interrumpió a mitad de frase, sus ojos se clavaron en el movimiento de Edward quien había deslizado una mano a mi cintura, acariciándome lentamente de arriba abajo. —Bueno… supongo que... dejamos la comida para mañana ¿te parece si desayunamos mejor?

—Claro, entonces nos vemos mañana Lauren. —Contestó Edward despidiéndose de ella sin soltarme, tuve que hacer lo mismo y darle la mano a esa, luego que se fue él giró su rostro hacia mí — ¿Estás enojada?

— ¿Por qué iba a estarlo? —Pregunté lentamente deshaciéndome de su abrazo — ¿Por qué estabas con la chica con la que te besaste En.Mí.Cara en las Vegas? —Dije en tono sarcástico.

—Estás celosa. —Riéndose se posicionó detrás de mí y sujetó mi cintura. Pegó los labios a mi oído —Es mi cumpleaños, —susurró haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera deliciosamente — ¿no debes felicitarme, abrazarme y esas cosas?

—Mmm quizás… —sonreí sin mirarlo — ¿estás seguro que no interrumpí nada? —Dije de nuevo refunfuñada.  Él me apretó contra su pecho sus labios mordieron el lóbulo de mi oído.

—Tú nunca me interrumpes al contrario, agradezco que vinieras a encontrarme, ha sido una gran sorpresa. ¿Cómo vas a festejarme? —Deslizaba sus labios por mi cuello volviéndome loca, finalmente me giró hacia él. Sonreí cuando nuestras miradas se encontraron, pero él frunció el ceño mientras sus seductores ojos verdes con destellos azules repasaban todo mi cuerpo. — ¿Por qué andas por ahí tan hermosa? No me gusta que nadie te vea así… tu solo eres mía nadie tiene derecho a contemplar tu cuerpo. —Sonreí por lo ridículamente celoso que era, deslicé las manos a su cuello donde quedé a centímetros de su boca.

—Feliz cumpleaños Neanderthal. —Murmuré entre sus labios. Edward me apretó con fuerza y correspondió mi beso, mordisqueé su labio inferior robándole un suspiro.

—No has respondido ¿Cómo vas a festejarme? —Preguntó interrumpiendo el beso, sus ojos ahora oscurecidos me robaron el aliento.

— ¿No estabas ocupado? —Pregunté elevando una ceja, él rodó sus ojos.

—Estaba cerrando el contrato con Lauren, tengo hambre ¿Qué te parece si me haces algo de comer?

— ¿Te he dicho que soy pésima cocinera? —Respondí jugueteando con su corbata, negándome a mirarlo.

—No importa ¿vamos a tu casa? —Parpadeé sorprendida.

—Claro… si tú quieres. —Sonreí feliz, con suerte podría atarlo a la cama de ser posible. Tomó mi mano y caminó hacia adelanté guiándonos a la salida, pero luego se detuvo abruptamente.

Un momento, por favor, por favor dime que no vienes en tu motocicleta. —Mordí mi labio y miré hacia abajo —Isabella por mi salud mental…

— ¿Edward, cómo se te ocurre que vendría en motocicleta con vestido?

—Solo eso quería saber si me ibas a obligar a azotarte. —Tomó de mi mano y me jaló hacia el estacionamiento.

— ¿Te atreverías? —Pregunté entrecerrando los ojos viéndole. Él se tomó unos segundos antes de contestar.

—No me pruebes… —Murmuró con voz ronca.

Íbamos escuchando música clásica, mentiría si dijera que sabía quién estaba cantando. La verdad es que nunca fui fanática de ese tipo de música, Edward lucía muy concentrado mirando hacia el frente. No quise distraerme mirándolo mucho tiempo, en realidad mi mente trabajaba pensando que pudiera hacerle de comer, pero es que su mandíbula cuadrada, o sus abundantes pestañas fácilmente me hacían perder el hilo de mis ideas. A regañadientes miré hacia el frente, ahí vi un regalo sobre el tablero.

No pregunté si podía tomarla o no, simplemente lo hice. Era una cajita de lo que parecía cartón, un moño hecho de lianas, que ingenioso.

 —Ábrela. —Dijo Edward mirándome, nos habíamos detenido por la luz del semáforo en rojo, sonreí llena de curiosidad.

Saqué una pequeña tarjeta hecha de una mezcla de diferentes hojas, justo en el centro decía “feliz cumpleaños” hecho con palitos de ramas secas. Fruncí el ceño, ¿quién se lo había regalado? La tomé con delicadeza y la miré por todos lados, quien quiera que se la regalo puso mucha dedicación y esfuerzo.

—Es un regalo de Jane. —Respondió a mis preguntas no formuladas, como si hubiera leído mi mente.

—Se tomó muchas molestias. —Murmuré con el mismo tono refunfuñado. Diablos, me molestaba verme tan transparente.

—Sí, es una muy buena amiga. —Respondió sonriendo y acelerando al cambiar la luz al verde.

No volví agregar nada más, sabía que Jane era solo su amiga, que Lauren era solo su cliente, pero no podía evitar ponerme celosa. Traté de no pensar más en ello cuando llegamos a mi departamento, me sorprendí de la familiaridad con la que Edward se tumbó sobre el sillón y encendió la televisión. A pesar de que veía como un príncipe en el calabozo, me encontré deseando que así quisiera que fuera siempre. Maldiciendo mi torpeza de aceptar que viniera a casa, me apuré a recoger el desastre que tenía, como un torbellino pasé recogiendo lo que pude, mientras él aguardaba pacientemente en el sofá. Subí a mi habitación y me sujeté el cabello en una coleta improvisada, lancé los tacones de infarto y me puse unas zapatillas de piso. Caminé de regreso hacia la cocina y, un poco frustrada, observé mi nevera. No tenía muchas cosas, pero podría hacer una receta que Renée solía hacernos cuando vivía con nosotros, de esas raras veces que se dignaba a enseñarme: pollo con un poco de vino para marinarlo servido con crema. Y hablando de ella… ¿Qué estaría haciendo? Sacudí mi cabeza, no iba a arruinar la tarde pensando en ella. Corté rápido algunas verduras para la ensalada y con las prisas el filo del chuchillo se hundió en mi piel cortándome.

—Aauchh —Exclamé, una gota de sangre se deslizó por el dedo, la cabeza comenzó a darme vueltas, me sujeté de la mesa tratando de controlar las habituales nauseas que eso me provocaba.

— ¿Qué ocurre? —Preguntó Edward sobre mi hombro asustándome, había llegado hasta mí en menos de un segundo, tomó mi dedo.

—Es el… es el olor a sangre…—Arrugué la nariz —me marea.

— ¿A sangre? Pero si no huele a nada. —Respondió.

En un acto reflejo, se llevó mi dedo a la boca y lo chupó. Parpadeé cual idiota mirándolo con la boca abierta, ese solo gesto se me hizo tan terriblemente seductor, como un latigazo directo a mi centro. Se me olvidaron las náuseas, se me olvido la comida, quería desnudarlo y hacerlo en la mesa… cerré los ojos y respiré muchas veces para calmarme.

—Huele a azufre. —Dije con voz ronca.

—Estás loca. —Se soltó riendo y se sentó en la mesa viéndome mientras terminaba la comida, finalmente después de muy poco, estuvo lista y le serví.

—Tiene vino. —Masculló saboreando el pollo.

— ¿No te gusta? —Él sonrió pero la alegría no llegó hasta sus ojos.

—Por supuesto, cocinas delicioso.

No supe cómo interpretar eso, quizás no le había gustado y lo decía por compromiso. 

—Te traje un presente. —Dije poniéndome de pie tratando de no pensar siempre de forma negativa, él enarco una ceja divertido – no es algo de valor… no hagas mucho caso pero…  la persona que me las hizo en Forks, es muy especial para mí, me dijo que ayudan a asumir el reto de pasar del miedo al amor… —las comisuras de su boca se elevaron en una pequeña sonrisa —creo que nos ayudara, es algo en realidad para ti y para mí.

— ¿A que le temes? —Preguntó, sus ojos brillaron al verme.  Mordí mi labio no quería decirle que a tantas cosas… pero es que…

—Edward… —mi voz sonó como un murmullo débil, por lo que aclaré mi garganta —yo… yo me preguntaba… ¿Y si te das cuenta de que todo lo que hay dentro de mí, es decepcionante? ¿Y si compruebas que realmente lo que sientes por mí es un capricho? —Miré hacia abajo, hacia mis manos que sostenían el estúpido regalo.

La cajita que había comprado era negra de razo, adentro había escondido las pulseras entre miles de tiras de delgado papel china en color azul. Ridículamente había rociado mi perfume en ellas, quería que al ponerse su pulsera oliera un poco a mí. El listón era de un azul eléctrico. Y eso era todo. No había un reloj Cartier, no había una camisa de Calvin Klein, no había más que unas pulseras de cuero.

—Entonces nos decepcionaremos juntos. —Murmuró llegando a mi lado y abrazándome. — ¿Te sentirás mejor si sabes que no eres la única con inseguridades?  —Me soltó y tomó de mis manos la cajita, observándola un tiempo. Asentí mordiendo mi labio inferior —Entonces, te diré que estoy muerto de miedo, tengo miedo de que desaparezcas Bella, no tienes idea de cuánto miedo tengo de todo esto, y te juro que estoy intentando confiar en todo. —Suspiró —Incluso, en lo que soy. Pero por ti, asumiría cualquier riesgo, ya lo he hecho antes y no me arrepiento. —Abrió la cajita, sin mirarme luego cerró los ojos aspirando de cerca sin sacar aún el regalo, los abrió de nuevo y finalmente las dos pulseras salieron a la vista, las miró con detenimiento y luego las aspiró. —Son hermosas, es el mejor regalo que he recibido, lo mejor es que huelen a ti. —Dijo extendiéndome la mano para que se las pusiera.

—Una es mía. —Sonreí tímidamente.

Era ridículo, pero el hecho de darle algo que ambos luciríamos me hacía sentir mejor, como si de esa forma le dejara claro a las demás mujeres que me pertenecía. Obvio no estaba ni de cerca a eso, pero no pude evitar sentirme poderosa.

—Ahora que te fuiste a Forks, te extrañé cada maldito segundo. —Susurró.

—No creo que me hayas extrañado como yo a ti. —Murmuré poniéndole su pulsera.

—Lo lamento tanto nena. Tengo… tengo que confesarte algo. —Tragó saliva. — ¿Te acuerdas que te dije que tenía un problema pero no te dije cuál? —Asentí. —Pues… bueno yo… —su mirada transmitía muchas emociones, tomé la cajita de sus manos, iba a sacar mi pulsera pero me detuve. —Comencé a sentir muchos celos de todo, la inseguridad me recorría como un cáncer… encontré mucho consuelo en la bebida, ahí podía olvidar cualquier cosa y bueno… —Suspiró bajando la mirada. —Jane y Demetri me han ayudado mucho con esto… Tengo problemas con el alcohol, grandes problemas. —Centró sus ojos en los míos —Me he vuelvo un alcohólico.

Me hundí en el mar embravecido de sus ojos, llenos de pesar, dolidos, cansados, atormentados… El aire comenzó a faltarme, mi estómago se agitó revolviéndose por completo,  un sudor frío recorrió todo mi cuerpo, la cajita se deslizó de mis manos que perdieron la fuerza, cayendo al suelo y de pronto me vi en la necesidad de  correr al baño para devolver todo lo que había comido.

— ¿Bella? ¿Te encuentras bien? —Preguntó Edward, su voz llena de angustia llamaba del otro lado de la puerta.

—Sí, vete ya salgo. —Murmuré con voz débil.

¡Dios mío!. Comencé a sollozar... tallé mis dientes casi con violencia, y ni respirando hondo me sentía capaz de volver a salir, mis piernas se sentían débiles y lentamente me recargué contra la pared, agradeciendo el frió contacto ya que me sentía mareada, me deslicé hasta el suelo. Imágenes de Edward luciendo atormentado, me calaron en todo mi ser, el espejo quebrado en su departamento, su voz lacerante cuando hablábamos por teléfono, sus ojos atormentados aquél día que regresé de Forks, su mirada confundida cuando le dije que nunca dejé de amarlo en el hotel de las Vegas, su sonrisa triste cuando le había ofrecido una cerveza que me dio Emmett.

— ¿Qué pasó nena te encuentras bien? —Edward abrió la puerta. Hundí el rostro entre mis piernas. —Bella, amor ¿Qué ocurre? —Se precipitó hasta el suelo, su voz sonaba alarmada cuando me sujetó en sus brazos, y me colocó en su regazo — ¿Te llevó al médico? —tocó mi frente angustiado.

— ¿Todo eso fue por mi culpa? —Sollocé aferrando las manos a su camisa. — ¿Lo fue verdad? —De pronto la pregunta sonó estúpida, claro que era mi culpa. —Porque todo este tiempo no he hecho más que lastimarte. —La certeza de las cosas me quebraron y rompí en llanto.

Edward me tomó en brazos, me aferré a su cuello llorando contra su pecho, caminó saliendo del baño y me recostó en el sillón. Puso mi cabeza entre sus piernas acariciándome lentamente el cabello.

—Claro que no nena, nada de lo que yo haga es culpa tuya… esas son mis decisiones. —Pasó las manos por mi cabello, desbaratando mi coleta. —Malas por cierto. —Murmuró. Yo tenía un nudo en la garganta, las lágrimas no podían dejar de salir no podía ni hablar, ni mucho menos enfrentarme a su mirada. —Lamento todo esto Bella, hubiera preferido no contártelo, pero ya no quiero tener secretos contigo, quiero confiar y que tu confíes en mí. —Lentamente sobó mi espalda intentando calmarme. —Fue por eso que no contesté tus mensajes, tú fuiste sincera contándome de los problemas con tu madre y yo… no tuve el valor para contarte por lo que estaba pasando.

—No he sido sincera. —Respondí con voz ronca. —No te he contado todo de mi madre.

—Al menos lo intentaste. —Nos quedamos en silencio por un rato. Cerré los ojos tratando de calmarme y tragué el doloroso nudo en mi garganta.

—O sea que si tú me dejas y yo me tiro por un acantilado, esa es mi elección. —Respondí con un hilo de voz.

—Desgraciadamente así sería, claro que yo correría detrás de ti y me lanzaría también, esa sería mi elección. Pero nunca lo harías ¿verdad? —Sujetó con una mano mi mentón obligándome a mirarlo, sus brillantes ojos verdes bailaban asustados.

—Edward… —Me incorporé abrazándome a él con todas mis fuerzas, él enterró su rostro en mi cuello —yo no podría vivir en un mundo donde tú no vivieras. —Sonrío contra mi piel. —Mírame Edward. —Tomé su rostro. —Nunca, nunca hables de esto, si yo me muero, si algo me pasa, será mi vida y no la tuya, júrame que nunca pensaras en algo como lo que ibas hacer después de Tanya. —Desvió los ojos de los míos —Júramelo Edward.

—Ve como estas por algo que tú no me obligaste hacer, ¿te imaginas que si muriera? ¿Podrías vivir con eso?  —De sólo pensarlo se me escapó todo el aire e incluso gemí de dolor, no. La respuesta era fácil, no. No podría vivir con eso. —Pero te lo juro nena, —deslizó las manos por mi rostro, recorriéndome casi con devoción —trataría de sobrevivir, porque no creo que pudiera intentar volver a vivir. Ya no hablemos de cosas así… es mi cumpleaños debería estar comiendo pastel y soplando las velas. — Sonreí un poco y limpie mis lágrimas abrazándome de nuevo a él.

—Lamento tanto todo esto Edward, lamento haberte dejado, yo te orillé a cada exceso que ahora tienes… —Mi voz se rompió y me sujeté más fuerte de su cuello. Necesitaba sentirlo, necesitaba de él.

—No. —Me abrazó con fuerza, como si tuviera la misma necesidad que yo. —No cometamos el mismo error otra vez Isabella, ya Jessica nos hizo mucho daño con sus estúpidas actitudes producto de su amor por mí. —Dijo con voz fría. —No dejemos que ninguna culpa inunde lo que ahora tenemos.

—Gracias por volver a confiar en mi cielo, por decirme esto que te pasa, yo te ayudaré. —Dije con certeza.

—Sí. —Murmuró. —Quiero confiar en ti, quiero perderme en ti, olvidarme de quien soy, de todo, —hundió su rostro en mi cuello —de todos.


Hola chicas ¿cómo estan? primero que nada un abrazo caluroso para todas ustedes, espero que hayan tenido la mejor navidad y año nuevo. Y bueno, se que querrán matarme porque me tardo lo mismo en contestar los mensajes que en actualizar pero dejenme decirles que antes tenía escrito maso menos de lo que iba el capi y ya no, con el trabajo y mi marido a penas me doy tiempo, este año nuevo me propondré actualizar mas seguido lo prometoo!


Muchas gracias por comentarme, Andydecullen, SpCullen, leyza, Gladys, Damaris y por supuesto Rebbe que es mi colaboradora principal :D aportadora de locas ideas y todo lo demás, mil gracias otra vez. Bueno chicas como siempre, ya saben que un votito no esta demás y si me dejan su comentario aunque sea con un me gusto, no me gusto porque paso esto o aquello no me enojo eh? Por los animos que ustedes me dan es que sigo escribiendo, un abrazote para todas y feliz inicio de año.

Me encuentran en http://www.facebook.com/danny.cullen.35

Por ahí tengo unas portadas que me hicieron en una página que se llama PollaWard y ya saben en FanFiction es esta historia pero diferente: http://www.fanfiction.net/s/7950681/1/

Capítulo 44: No hay vuelta atras. Capítulo 46: ¿Qué soy para ti?

 


Capítulos

Capitulo 1: Superando Errores del pasado Capitulo 2: La nueva Asistente Capitulo 3: La razón Capitulo 4: Conociéndonos Capitulo 5: La comida Capitulo 6: Aventura Capitulo 7: Juegos Capitulo 8: Complicaciones Capitulo 9: Cada quién con su cada cual Capitulo 10: Aclarando dudas Capitulo 11: Planeando nuestra salida Capitulo 12: Bora Bora Capitulo 13: A flor de Piel Capitulo 14: Frente al mar Capitulo 15: Deteniendo el tiempo Capitulo 16: De regreso Capitulo 17: El viaje Capitulo 18: Confesiones Capitulo 19: Verdades al descubierto Capitulo 20: De regreso del Viaje Capitulo 21: Malos entendidos Capitulo 22: Cuestión de tiempo. Capitulo 23: Sorpresas Capitulo 24: Haciendo elecciones Capitulo 25: Por algo pasan las cosas Capitulo 26: Empezar de nuevo Capitulo 27: Cambios Capitulo 28: Amigos Capitulo 29: Final del día Capitulo 30: Salida Capitulo 31: Salida segunda parte Capitulo 32: Cosas por hacer Capitulo 33: Las Vegas Capitulo 34: No importa el tiempo Capitulo 35: En peligro Capitulo 36: Contigo Capitulo 37: Una nueva oportunidad Capitulo 38: Un mes Capitulo 39: Impulsos Capitulo 40: Queja Capitulo 41: Cita Capitulo 42: Nada es lo que parece Capitulo 43: Confrontaciones Capitulo 44: No hay vuelta atras. Capitulo 45: Central Park Capitulo 46: ¿Qué soy para ti? Capitulo 47: Visitas inesperadas Capitulo 48: Noticia Capitulo 49: Reacciones Inesperadas Capitulo 50: Adicción Capitulo 51: Todo o nada Capitulo 52: Propuesta Capitulo 53: Transtornos Capitulo 54: Tú, mi felicidad.

 


 
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