Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
Visitas: 328498
Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 10: Reacciones

Estaba tan roja que podía jurar que la cabeza me iba a explotar. Alice y Rosalie se acercaron y me dieron un gran abrazo cada una, que yo devolví con una sonrisa cómplice, mientras los chicos le palmeaban el hombro a Edward.

-Pues si que había expectación- dije con fingido enojo, a la vez que ellos sonreían cómplices.

-Bella si tu supieras...- me dijo Alice con una sonrisa perversa.

-¿A qué te refieres?- pregunté, de repente muy interesada.

-Todos sabíamos que Edward regresaba hoy; así que antes de volver de Brasil le informamos que Rose y tú pasaríais aquí unos días... -me empezó a explicar Jasper.

-Y le dimos un empujoncito para que se declarara...llevamos un año entero siguiendo el culebrón; aquí el muchacho se ha pasado todo el verano agonizando por ti- añadió Emmet con su peculiar tono bromista.

Mis ojos salían de sus órbitas... ¿me habían tendido una trampa?. Al ver que no pronunciaba palabra alguna, Rosalie tomó la palabra.

-Bella... llevamos todo el curso pasado viéndoos suspirar el uno por el otro... así que en tu casa, el día que volviste, empezamos a trazar el plan- concluyó sonriente.

Estaba procesando la información, y sospesando seriamente aniquilar a mi amigos, hasta que Edward habló.

-Bella no te enfades; cuándo Alice me explicó el plan, por poco me la cargo- dijo mirándola divertido -pero había que reconocer que si intentaba hablar contigo en cualquier otro sitio saldrías corriendo- me explicó con un pequeño deje de culpa en su voz.

-Puede ser- admití incrédula, mientras el reía y me rodeaba la cintura.

-¿No estás enfadada?- me preguntó la pequeña duende. No podía enfadarme con ellos, después de lo que habían causado, estaba que iba a explotar de felicidad.

-No... pero os la devolveré- dije sonriente.

Todos rieron; sus padres se quedaron detrás de ellos, escuchando la divertida conversación con nuestros amigos. Al verlos de nuevo me tensé... ¿que pensarían?. Edward me miró, y siguió mi vista, poniéndose serio.

Ellos se acercaron, mientras Esme daba un beso en la mejilla a Edward.

-¿Y qué me decís de nosotros?; hemos guardado muy bien el secreto, creo que nos merecemos un óscar por la actuación- repuso Carlisle divertido.

-¿Lo sabíais?- preguntó mi novio, lanzándole una mirada furibunda a Alice.

-Tu hermana nos puso al corriente. Todo el palacio sabía que Edward regresaba hoy. He de admitir que me moría de ganas de conocer a la chica que ha enamorado a mi hijo- nos dijo Esme, mirándonos con picardía.

-Mamá...- suspiró pesadamente Edward, sonrojándose, mientras el resto reía.

-Bien; familia, hora de cenar- dijo Carlisle. El pequeño grupo fue andando hacia el comedor; Edward me tomó de la mano, mientras nuestros dedos se entrelazaban solos, a la vez que los seguíamos.


EDWARD PVO

Era el hombre más feliz del mundo; por fin le había dicho todo lo que mi corazón guardaba... y lo más asombroso y maravilloso de todo, la tenía entre mis brazos.

Ella me había explicado sus temores y dudas... y no la culpaba. Sabía que para ella sería un enorme sacrificio... pero me había dicho que sí, ella me correspondía; y yo haría todo por ayudarla y protegerla.

La cena transcurrió entre alegres charlas y risas. No le quitaba la vista de encima a mi novia... novia... sonaba demasiado bien para que fuera verdad. Ella me sonreía con complicidad, mientras que por debajo de la mesa nuestras manos se acariciaban. Una vez terminada la cena, nos dirigimos al salón para tomar el café.

Me senté a su lado, mientras que su manita seguía entre las mías; estaba muy sonrojada, ya que el resto nos miraba muchas veces de reojo, sonriendo.

-¿Qué vais a hacer esta noche?- preguntó mi madre, mirando a Alice.

-Nosotros cuatro vamos a salir a tomar algo por ahí; no volveremos tarde- respondió, y giró su vista hacia nosotros -suponemos que querréis un tiempo a solas; todavía tenéis mucho de que hablar- nos dijo mirándonos a Bella y a mi.

Asentí con la cabeza... tendría que hacerle un buen regalo a mi hermana.

Una vez se despidieron los cuatro, mi padre se dirigió a nosotros.

-Hijo... nos alegramos mucho por vosotros... pero tenemos que hablar- nos dijo.

Bella se tensó a mi lado, y me incliné hacia ella.

-Tranquila, no pasa nada- susurré mientras le daba un apretón a su mano, tranquilizándola.

Ella asintió con una tímida sonrisa, mientras se dirigía a mis padres.

-Entonces los dejo a solas, con permiso- hizo ademán de levantarse, pero mi mano la detuvo.

-No Bella, también debes estar presente- le aclaró mi madre.

-Tranquila, no es nada malo- añadió mi padre. Ella volvió a asentir, mientras se acomodaba de nuevo a mi lado.

-Bien... lo primero de todo, decirte que tu madre y yo estamos muy contentos- nos empezó a decir, pero Esme lo cortó.

-Y eso es porque jamás había visto a mi hijo tan feliz- aclaró con una sonrisa.

Miré a Bella, que me dedicó otra de sus preciosas sonrisas, y me giré para responderles.

-En eso os doy la razón. Supongo que os sorprenderíais cuándo Alice os lo contó...pero es así... la quiero muchísimo -al decir estas palabras ella apretó mi mano -sé que para ella no será fácil...- iba a seguir, pero la propia Bella me interrumpió.

-Pero el me ha prometido que estará a mi lado y me ayudará... puede que no sea la nuera que esperabais... ni puede que sea la apropiada para...- al decir ésto último agachó sus ojitos. Mi madre la ayudó.

-Bella... yo era una azafata de congresos; un día me mandaron para atender un acto oficial en la National Gallery; y cierto príncipe apareció por allí -dijo mirando a mi padre con una sonrisa cómplice -y nos enamoramos nada más vernos-.

-Al principio ella no quería saber nada- protestó mi padre con una graciosa mueca.

-Pero insistió tanto que no pude negarme; llegó incluso a decirme que renunciaría al trono- dijo ella rodando los ojos.

-Eso fue para acabar de convencerla, casi la tenía en el bote- aclaró él, a la vez que el resto nos echamos a reír.

-Pero tampoco podía negar a mi corazón, ni pedirle que renunciara a su destino; sé que estás asustada por todo lo que vendrá después... y te vamos a ayudar, créeme- la explicó con cariño.

Bella tomó aire, para hablar de nuevo.

-Yo jamás le pediría que renunciara a nada... sé que será un buen rey, se está preparando para ello – meditó un poco, para después seguir -sólo quiero que él sea feliz, y si yo llegara alguna vez a ser un problema, yo estaría dispuesta a...- no la dejé seguir.

-No Bella, no digas eso...no lo vas a ser, sácatelo de la cabeza- le regañé con cariño.

-Bella, nunca le hemos puesto pegas ni condiciones a Edward en cuánto a la persona con quién querría casarse... y no lo vamos a hacer contigo; lo único que queremos es que sea feliz, y tu eres su elección- añadió mi padre.

Ella los miró con lágrimas en los ojos, sin saber qué decir.

-Papá, mamá...gracias- terminé simplemente.

-No hay que darlas...bienvenida a la familia Bella- le dijo mi madre, mientras se levantaba y venía hacia ambos. Le dio un abrazo, que mi novia correspondió emocionada.

Mi padre hizo lo mismo, intentado tranquilizarla un poco, estaba muy nerviosa.

La rodeé con mis brazos, mientras la daba un suave beso en la frente, y la sonreía.

Mi madre siguió hablando.

-Sólo advertiros un par de cosas; lo primero de todo discreción, al menos por un tiempo; la prensa puede ser cruel y muy agobiante; en mi caso, al final era vox pópuli que era la novia del príncipe, y me perseguían a todos los lados- advirtió mi madre, a lo que yo asentí.

-Si soy sincero, eso es lo que más me preocupa; no quiero que la acosen y la persigan a todos los lados- expliqué.

-Palacio tiene la costumbre de no comentar los temas amorosos; oficialmente sólo se anuncian compromisos matrimoniales- aclaró mi padre. Bella asintió nerviosa.

-Nos veremos en mi apartamento después de las clases, cuándo Edward no tenga actos ni viajes- dijo ella.

-O también aquí; podrías pasar aquí los fines de semana. Emmet estará encantado de tener a Rosalie por aquí- sugerí.

-Me parece bien- aprobó mi padre.

-En cuánto a la segunda cuestión... estudias relaciones internacionales, al igual que Edward, así que algo enterada estás en cuánto a asuntos diplomáticos, eso ya lo llevas adelantado- empezó a decir Carlisle.

Ella afirmó enérgicamente con la cabeza.

-Todos te ayudaremos con el tema del protocolo- acabó mi madre, guiñándola un ojo.

Bella seguía sonrojada, y miraba a mis padres con una débil sonrisa.

-¿Podré decírselo a mi padre y a Sue?; podéis estar seguros de que no dirán nada- preguntó tímidamente.

-Claro que sí Bella; es más, nos gustaría conocerles en persona. Ya sabes que los padres de Jasper fallecieron siendo él un niño, y prácticamente se ha criado con nosotros. Me gustaría hacer migas con mi consuegro- expresó mi padre.

-Pues creo que os llevaríais bien, es un apasionado de la caza y pesca- dijo ella divertida, mientras mi madre reía y a mi padre se le iluminaban los ojos.

Sonreí por lo que había dicho mi novia... pero a mi me aterraba conocer al padre de Bella, por lo qué me había contado acerca de él, era muy sobreprotector con su única hija.

Nos despedimos de mis padres al poco rato, ya que se retiraban a descansar. Nada más salir por la puerta, Bella enterró su carita en mi pecho. Pude sentir el calor de su sonrojo.

La abracé con cariño, mientras la besaba en la cabeza.

-¿Sabes una cosa?- murmuró.

-Dime cariño- ella levantó la vista, mientras me miraba con sus preciosos ojos.

-No pensaba que tus padres me aceptarían tan bien- dijo haciendo una graciosa mueca de nervios.

-¿Por qué no?; eres un encanto de persona... y ya has oído a mi madre, ella tampoco pertenecía a este mundo; si hay alguien que no te lo iba a poner difícil eran ellos- la expliqué con cariño. Ella me escuchaba atentamente, mientras sus manos descansaban en mis brazos, ya que no había aflojado mi agarre de su cintura.

-Y ahora señorita, vamos a dar un paseo por los jardines, ¿quieres?- le propuse.

-Me parece bien, vamos- dijo ella.

No pude resistir la tentación de besarla, llevaba mucho tiempo deseando hacerlo, y no había podido hasta hoy. Sus pequeños labios, rojos y suaves, eran una tentación. Ella me rodeó el cuello con sus brazos, y no dudó en entreabrir su boca. Su aliento, cálido y dulce, me invadió los sentidos, perdiendo de nuevo la noción del tiempo. Una vez nos separamos, miré a mi novia. Tenía las mejillas sonrojadas y respiraba agitadamente, para no variar, y no pude hacer otra cosa que sonreír.

-¿Sabes que me encantan tus sonrojos?; además tienes de varios tipos; algún día te los explicaré- le expliqué divertido, mientras la rodeaba los hombros con mi brazo, saliendo hacia fuera.

Ella rodó los ojos, mientras nos dirigíamos a uno de mis rincones favoritos, dónde iba a menudo a pensar o simplemente, a estar solo cuándo quería algo de tranquilidad.

Me senté en el suelo, apoyado en el tronco de un roble centenario. Bella iba a sentarse a mi lado, pero la cogí de la manos y la empujé para que se sentara en mi regazo. Se acurrucó entre mis piernas, reposando su cabeza en el hueco de mi cuello. Tomé una de sus manos, que había dejado en su regazo, mientras sus dedos se entrelazaban con los míos, y con la otra acariciaba su largo pelo.


Después de la conversación con sus padres, me relajé un poco. Temía mucho su reacción, pero habían sido tan amables y compresivos que no me lo esperaba. Estaba acurrucada en los brazos de mi novio, que jugaba con un mechón de mis cabellos, hasta que oí que me preguntaba.

-¿En qué piensas?- levanté la vista, y nuestros ojos quedaron conectados a la misma altura, por la postura en la que nos encontrábamos.

-En todo lo que ha sucedido esta noche; jamás pensé que pudiera estar así, contigo- le conté, mientras el dejaba mi cabello y me acariciaba la espalda.

-Pues vas a tener que empezar a creértelo... por cierto, aunque sea con un poco de retraso... felicidades- me dijo muy bajito, mientras me daba un suave beso en el lóbulo de la oreja, que hizo que la carne se me pusiera de gallina.

-Gr... gracias- contesté aturdida. Me miraba divertido, mientras que sacaba algo del bolsillo de sus pantalones. Me tendió una pequeña caja alargada, a la vez que se sonrojaba ligeramente.

-Espero que te guste- murmuró con una tímida sonrisa.

-Edward, no tenías que haberme comprado nada- iba a seguir, pero me calló con un suave beso.

-¿Qué clase de novio sería si no le regalara nada a mi chica?- preguntó intentando poner un tono serio.

-Pero Edw...- volvió a callarme con otro beso.

-Pero nada; venga ábrelo- me animó mientras sus manos se afianzaban en mi cintura.

Abrí la pequeña caja, que mostraba una delicada pulsera plateada, con cinco pequeñas piedras redondas dispuestas a su alrededor, de un color azul clarito. Era muy bonita y sencilla. Me la quedé observando un buen rato, hasta que Edward me sacó de mis cavilaciones.

-¿No te gusta?- me preguntó con un pequeño deje de tristeza -si quieres la pued... no lo dejé terminar, porque le besé en agradecimiento. Sus brazos me apretaron, más si era posible, mientras que una de mis manos le acarició la parte posterior de la cabeza; pude sentir cómo se le ponía la carne de gallina. De nuevo perdí la noción del tiempo. Podía pasarme horas besando a Edward. Cuándo ya sentí necesidad real de respirar, me alejé un poco. Sus ojos brillaban, debido a una mezcla de sentimientos que no pude identificar.

-Me encanta besarte- me dijo, dándome un suave beso en la punta de la nariz.

-Y a mi que lo hagas- murmuré bajito, pero me debió oír, ya que rió suavemente, a la vez que me daba otro besito en el cuello.

-Es preciosa Edward, muchas gracias- le agradecí mientras me ponía la pulsera y levantaba la muñeca, para que me la viese puesta.

-Te queda muy bien- afirmó, mirándome con una sonrisa.

-Es muy bonita, el color de las piedras es precioso- dije con admiración.

-Son aguamarinas- me soltó tan tranquilo. Volví mi cara alucinada, no entendía mucho de joyas... pero a Sue le encantaban; siempre que había exposiciones en Seattle o reportajes en la tele, se volvía loca. Gracias a ella, recordé que las aguamarinas eran piedras semipreciosas.

-Ya... y deduzco que la pulsera no es de plata, ¿verdad?- pregunté haciendo un mohín. Mi novio me miraba divertido, mientras movía la cabeza en señal de negación, sonriendo con malicia.

-Es de platino- dijo simplemente. Me quedé petrificada, mientras lo digería. Al ver que no pronunciaba palabra alguna, Edward siguió hablando.

-Bella... en esto no voy a ceder; cuándo quiera hacerle un regalo a mi princesa se lo haré; además me gusta verte refunfuñar, te hace aún mas adorable- me dijo con tono divertido. Rodé los ojos, mientras me volvía a acomodar en su pecho... ¿qué le respondía, sabiendo que el dinero no significaba nada para él?

Pero había otra pequeña conversación pendiente. Levanté la cabeza y suspirando, hablé.

-Edward, ¿qué va a pasar a partir de ahora?; es decir ¿cómo...- dejé la pregunta inconclusa, pero el sabía perfectamente por dónde iban los tiros.

-Bueno... me gustaría disfrutar de mi novia sin agobios; además tenemos que terminar los estudios. Según vengan los acontecimientos, se irá viendo. Y no quiero que te preocupes por nada, todo va a salir bien, ya lo verás cariño- me explicó con una sonrisa.

-Me encanta cuándo sonríes así- le dije mientras acariciaba su mejilla con mi mano, mientras recordaba el primer día que lo conocí, con esa mirada de tristeza.

-Pues tu eres la causante de ello- me respondió, mientras giraba su cara y besaba la palma de mi mano, que aún estaba en su cara.

-No sé que puedes ver en mi, con las princesas europeas tan guapas que hay, o chicas más apropiadas que yo- balbuceé bajito, mientras apartaba mi mirada de sus ojos. Esta vez, su mano en mi mentón me obligó a mirarlo de nuevo.

-Eres inteligente, buena, generosa, sabes escuchar y ayudar a la gente... eres preciosa... ¿te parece poco?- me dijo serio, al ver que respondía, siguió hablando -Eres lo más bonito que tengo alrededor, Bella- me susurró al oído.

-Creo que me tienes en un pedestal- exclamé sonrojada y un poco divertida, intentado animarle; el se sumó a mis risas, mientras me apretaba más, si era posible, en torno a su cuerpo. Una vez paramos de reír, se quedó mirándome fijamente.

-Te tendría en un altar si fuera preciso... Bella, no te puedes hacer una idea de lo que significas para mi- me confesó.

Lo miraba emocionada... ¿era posible querer tanto a una persona?. Nunca podría saberlo... cierto que nunca me había enamorado, pero tenía claro que jamás amaría a otra persona cómo le amo a él.

-¿Te he dicho que te quiero?- le pregunté mientras me iba acercando a él.

Hizo un gracioso gesto, pensando la respuesta, hasta que al final me respondió.

-Me lo dijiste hace... unas cuatro horas más o menos- me dijo con una sonrisa traviesa, mientras arqueaba una ceja.

-Te quiero- le respondí suavemente, mirando sus preciosos ojos.

-Yo te amo... eres mi vida- me respondió, mientras que nuestros labios se juntaban de nuevo.

No me importaba lo que iba a suceder a partir de ahora; sabía que pasaríamos épocas difíciles y complicadas...pero me daba igual, porque él iba a estar a mi lado... y con eso me bastaba.

_______________________________________________________

OK aquí les paso dejando 4 capitulos!!! Espero les guste , les pido votitos y no se olviden de comentar a ver si les gusta la historia.

Tambien tengo pensado subir 2 historias más de esta misma autora, claro que tengo su permiso, por eso les aviso, para que cuando las publique se pasen por ahí para leerlas, estas son:

Curando un corazón: Bella es una joven doctora, con una dolorosa infancia; Edward es un eminente cirujano que perdió lo que más quería en un accidente. ¿Qué ocurrirá cuándo se conozcan?

Cowboy de mi corazón: La vida en el rancho Killarney se ve alterada por la llegada de un nuevo miembro. ¿Podrá una joven y tímida chica romper la coraza de un hombre solitario y frío, enseñándole que el amor no es malo?

Besos

 

 

Capítulo 9: Volverte a ver Capítulo 11: Besos furtivos

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
14445104 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios