Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
Visitas: 328492
Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

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Capítulo 9: Volverte a ver

EDWARD PVO

Miraba distraído por la ventanilla del avión, deseando que este dichoso viaje terminara de una vez por todas. Alice me había llamado unos días antes para ver cómo estaba y para, muy inocentemente, informarme de que Rosalie y Bella irían a palacio, que ella las había invitado a quedarse hasta el domingo. Entonces mi hermana me habló de la idea que se le había ocurrido, para que pudiera hablar con ella.

Flash-back

Estaba en la suite de mi hotel; me encontraba en Río de Janeiro; había estado en Brasilia en unas conferencias, y pasado mañana partía para Sao Paulo. Era agotador el ritmo que llevaban estos viajes. Me quité el traje y me metí en la ducha, para poder relajarme, aunque no creo que me hiciera falta. Con lo cansado que estaba, seguro que caería rendido a la cama.

A eso de las once de la noche, una vez cenamos Emmet y yo y éste se retiró a su habitación, cogí mi libro, dispuesto a relajarme un poco. Estaba quedándome dormido con el libro en la mano, cuándo mi móvil sonó. Medio adormilado lo cogí, para ver quién era.

-¿Alice?- pregunté con la voz pastosa.

-Hola hermanito, ¿cómo va todo?- preguntó con su voz cantarina.

-Bien, ¿pero pasa algo?- pregunté preocupado.

-No, ¿por qué iba a pasar algo?- preguntó de nuevo, haciéndose la niña buena.

-Alice... porque en Londres son...- miré el reloj de la mesilla, haciendo cálculos- las dos y media de la madrugada- repuse un poco enojado.

-¿Y?- inquirió inocentemente.

-¡Por todos los santos Alice!; es decir, agradezco que te preocupes por mi...¿pero no podías llamarme por la mañana?- pregunté.

-Vaya... yo qué te iba a contar que hoy he estado con cierta personita que te importa mucho...- empezó a canturrear; al momento me incorporé, sumamente interesado.

-¿Has visto a Bella?, ¿ya ha vuelto?- pregunté nervioso.

-Ahora sí que te interesa, ¿ehhh?- añadió con voz traviesa.

-Habla, pequeña duende- la insté.

-Ha llegado hoy al mediodía, y Jasper y yo hemos ido a darle una sorpresa a su apartamento- empezó a relatar.

Maldito viaje; si mi padre no hubiese cogido la gripe podría haber estado allí para recibirla.

-Hemos estado los cuatro juntos... incluso ha preguntado por ti- soltó.

-¿De verdad?- pregunté incrédulo y emocionado.

-Si, es cierto -hizo una pausa, mientras la oí suspirar -Edward, ¿por qué no se lo dices?; ella siente lo mismo, te lo aseguro. Además se me ha ocurrido una idea para que a ella no le quede otro remedio que escucharte- dijo con tono triunfante.

-No sé si quiero escucharla- respondí sarcástico, pero ella hizo caso omiso a mi observación.

-Voy a invitar a Bella y Rosalie a pasar unos días con nosotros; le diremos a Bella que regresas el martes, para que puedas sorprenderla, y de paso te confiesas- terminó ella con tono resuelto.

-No sé Alice... ¿crees que funcionará?, ¿y qué le sentará bien que le hagas una encerrona?- pregunté no muy convencido.

-De aquí no podrá huir tan fácil. Edward, lánzate de una vez y díselo; ese día en Windsor, cuándo pasó la pelea con los tíos, ya no podías negarlo- dijo ella.

-¿Y no recuerdas la otra parte de la conversación?; Alice, ¿y si ella me rechaza... o simplemente no puede soportar la presión?; no la culparía Alice- musité con pena.

-Edward... para que eso ocurra tienes que arriesgarte y decirle que la quieres; ¿así que... tenemos un plan?- preguntó ella, de seguro con una sonrisa de oreja a oreja.

Bufé, a mi hermana no le puedes llevar la contraria... pero todos tenían razón, debía de decírselo.

-Está bien, tenemos un plan- acepté, todavía con mis dudas.

-Y por cierto, hace unos días fue su cumpleaños... así que cómprale algo- me aconsejó.

-¿Cómo qué?, ¿alguna sugerencia?- pregunté confuso; sabía que había sido su cumpleaños, estuve tentado a llamarla, pero justo ese día tomaba el avión hacia Brasilia.

Alice pareció meditar su repuesta; si alguien podía aconsejarme en cuánto a compras, esa era ella.

-Pues... creo que deberías comprarle una joya -empezó a explicarme -no un anillo, pero quizá unos pendientes, un colgante, una pulsera...; por supuesto algo sencillo, a Bella no le gustan muy recargadas- añadió.

-Hermana, ¿te he dicho que te adoro?- le dije con una sonrisa.

-No demasiadas veces; por esta vez te ayudo, los próximos regalos tendrás que pensarlos tu- se mofó divertida.

-Lo tendré en cuenta- murmuré entre dientes.

-Tu serás el futuro rey de Inglaterra... pero yo soy la reina de las compras- añadió ella divertida. No pude hacer otra cosa que reírme con ella.

-Buenas noches hermanita- me despedí colgando el teléfono.

Fin flash-back

Emmet iba a mi lado, y se había quedado completamente dormido. Aunque lo negara, sabía que tenía unas ganas tremendas de ver a Rosalie, estos dos se gustaban demasiado.

Por fin el avión tomó tierra, y nos dirigimos a casa. Nada más llegar, fui a saludar a mi padre, ya que quería que le pusiera al corriente de mi viaje y de la entrevista que mantuve con el embajador y el primer ministro. Me entretuve un buen rato, pero mi mente estaba ausente de ese despacho. Al salir de allí me encaminé hacia mis habitaciones; me encontré con Jasper.

-Edward, ¿qué tal tu viaje?- me saludó mientras me palmeaba el hombro.

-Bien, como todos los viajes; ¿cómo ha ido todo por aquí?- pregunté. Jasper, que no tenía un pelo de tonto, fue directamente al asunto que me interesaba.

-Por aquí todo bien, no sospecha nada; le hemos dicho que volvías el martes- me contó, guiñándome un ojo.

Me pasé las manos por mi desordenado pelo, visiblemente nervioso.

-Todo va a salir bien, tranquilo- me intentó animar.

-Espero que no se enfade por la encerrona que le hemos hecho- suspiré frustrado.

-Te dirá que sí, ya lo verás- repuso.

-Ojalá- musité.

Me dio ánimos, y se fue para avisar a Alice para que, sutilmente, desaparecieran un rato. Entré a mi habitación y quité el traje, para ponerme unos simples vaqueros y una camiseta roja.

Cogí la pequeña caja alargada y rectangular, y me la metí al bolsillo del pantalón. Siguiendo la sugerencia de mi hermana, le compré un "pequeño regalo". Todavía recuerdo, entre risas, la cara que se le había quedado a la señora que atendía la joyería del hotel, mirándome incrédula, mientras le pedía opinión a Emmet.

Al salir de allí, Jasper me esperaba en la puerta, diciéndome que estaba en la sala de música. Desde luego, si ésto salía bien, le estaría eternamente agradecido a la pequeña duende.

Caminé con pasos apresurados... y allí la encontré; me daba la espalda, y vi que entre en sus manos tenía una foto mía. Avancé silenciosamente, hasta pararme a unos metros detrás de ella, que no se había dado cuenta de mi presencia.

-En esa foto no salgo muy favorecido- dije suavemente, mientras ella se giraba lentamente.

Me miraba con una mezcla se sorpresa y vergüenza, cómo si la hubieran pillado haciendo una travesura.

-Edward... pensábamos que no volvías hasta el martes- musitó, poniéndose colorada.

-Hola Bella- la saludé mientras me acercaba a ella.

Me sonrió tímidamente, mientras se giraba para colocar el marco de la foto en su sitio.

Me dediqué a observarla, estaba tan bonita como siempre; mis dedos escocían, queriendo tocar ese rostro que tanto había extrañado estos meses.

-¿Cómo ha ido el verano?- me preguntó en voz baja, estaba muy cohibida y hasta un poco nerviosa.

-Bien, descansando; a excepción de este viaje que he tenido que hacer- le expliqué amablemente.

La invité a que se sentara en uno de los sillones, mientras le relaté brevemente mi estancia en Brasil. Ella me escuchaba con atención, mientras que a ratos me perdía en sus ojos.

-¿Y tú?- le interrogué, una vez que terminé mi relato.

Me contó cómo había pasado el verano, hablándome de su padre, de Sue y de Forks. La escuchaba embelesado; podría hacer el pino, y me tendría a sus pies.

Una vez terminó, volví a preguntarle, señalando a mi alrededor.

-¿Te gusta ésto?-.

-Es precioso... me da miedo hasta sentarme en una silla, por temor a romperla- me confesó.

No pude menos que echarme a reír, tenía salidas para todo.

-¡Oye!- me dijo con un pequeño enojo, para después proseguir -es increíble, tan grande, lujoso... a veces creo que hay que ser una princesa para entrar aquí- me confesó, mordiéndose el labio inferior.

-¿Y quién te ha dicho a ti que no eres una princesa?- le pregunté, mirándola fijamente.

Ella se quedó muda de la impresión; sin saber qué decir, mientras se ponía más roja todavía. Miró alrededor de la habitación, hasta que su vista se posó en el piano.

-Nunca me contaste que tocabas el piano- dijo a modo de pregunta y esquivando completamente el tema.

-Aprendí de niño... si hubiera podido elegir, hubiera estudiado música- le confesé.

Ella esbozó una sonrisa triste, y me volvió a hablar.

-Imagino que saber que serás rey algún día intimida- me susurró.

-Ya lo tengo asumido... debo ocuparme del negocio familiar- le contesté para hacerla sonreír de nuevo, no me gustaba verla triste.

Pero ella no sonrió, y empecé a ponerme nervioso. Pareció meditar lo que iba a decirme.

-¿Tocarías algo?- me dijo señalando el piano.

Sin decir una palabra, me dirigí a la banqueta, y le hice una señal para que me acompañara. Pareció dudar, hasta que por fin se levantó y se sentó a mi lado. Su particular aroma de frutas llegó a mi nariz, inspiré disimuladamente, y mis dedos empezaron con Claro de luna. A medida que la canción transcurría, ella cerró los ojos, escuchando atentamente. Bella me había contado que le gustaba mucho la música clásica.

Seguí disfrutando de su cercanía, mientras finalizaba la pieza.

Cuándo levanté la vista del piano, Bella seguía con los ojos cerrados, pero estaba llorando. Alarmado, la pregunté.

-¿Qué ocurre?-.

Ella abrió los ojos lentamente, y se secó las lágrimas con la mano.

-Nada... es que...perdona- me dijo, levantándose y saliendo a paso apresurado de la habitación.

Inmediatamente la seguí; no paró hasta llegar a los jardines; empezaba a caer la tarde; ¿cuánto tiempo llevábamos hablando?.

-¿Qué te pasa?; Bella...- la pregunté, conmovido.

La tomé del brazo y la giré. Su rostro estaba surcado de lágrimas.

-Bella por favor- prácticamente le rogué; odiaba verla triste.

-Perdona... es que esa canción la tocaba mi madre, era una de sus favoritas y...- su voz se quebró, llorando en silencio de nuevo.

No pude resistir el deseo de abrazarla y reconfortarla, y eso hice. Rodeé su delicado cuerpo, a la vez que mis pensamientos cobraban voz alta.

-No llores mi amor, no soporto verte llorar-.


Claro de luna me transportó a recuerdos agradables, pero también muy tristes y dolorosos para mi. Mi madre intentó enseñarme a tocar el piano; no conseguí aprender, pero me encantaba la música clásica.

Los recuerdos volvieron, y me volví a derrumbar, pensando en mi madre.

Caminé a paso apresurado hacia los jardines, sin darme cuenta de que Edward me seguía.

Paré enfrente de una de las fuentes, mientras volvía a llorar con fuerza. Ahora no sabía si lloraba por lo de mi madre o por lo que, intuía, Edward me estaba intentando decir durante toda la tarde.

Sentí que cogían mi brazo suavemente, girándome. Una corriente eléctrica me sacudió de lleno. Me encontré con la expresión preocupada de Edward.

-Bella por favor- me preguntaba desesperado.

-Perdona... es que esa canción la tocaba mi madre, era una de sus favoritas y...- mi voz se volvió a romper.

De repente, sentí unos brazos fuertes rodearme, mientras oí una voz que me decía muy muy bajito.

-No llores mi amor, no soporto verte llorar-.

Levanté la vista, mirando al dueño de esa voz bajo una cascada de lágrimas... ¿había oído bien?.

-¿Q...qu...qué has dicho?- pregunté con voz temblorosa.

-Por favor mi amor...no soporto verte llorar- contestó en voz baja.

Me quedé blanca; mi corazón se volvió loco, incluso me pitaban los oídos. Iba a pedirle que parara, pero no me dio tiempo, ya que siguió hablando, diciendo lo que creía que sólo pasaba en los cuentos de hadas.

-Bella... Bella te quiero- susurró mirándome fijamente.

Seguía aprisionada entre sus brazos, mientras intentaba asimilar lo que me decía... me quería... había soñado tantas veces que me lo decía. No pude hacer otra cosa que mirarle, mientras otra lágrima salía de mis ojos. Al ver que no respondía, siguió hablando.

-Te quiero, te quiero desde el primer momento en el que te vi aparecer en clase... y cada día que pasaba me fui enamorando más de ti. La noche antes de que te marcharas a Forks, fui a tu apartamento con la intención de decírtelo... pero no pude- me confesó.

-¿Por qué?- conseguí preguntar.

-Bella... yo no puedo ser un novio normal, que te puede llevar al cine o a cenar por ahí; no puede enterarse nadie, salvo el círculo íntimo, durante un tiempo. Sé que sería complicado y difícil, y no quiero obligarte a pasar por eso... y entenderé que no sientas lo mismo- musitó con pena.

Cerré mis ojos, mientras mis lágrimas ya salían de nuevo sin parar. En un movimiento involuntario, escondí mi cara en su pecho, y así, sin poder mirarle, le hablé.

-Yo también te quiero; y créeme que no me importaría exponerme a eso que dices- balbuceé casi para el cuello de mi camisa, pero me escuchó, ya que me dijo.

-Bella, mírame por favor-.

Levanté la vista, y sus ojos dorados se clavaron en los míos, con un pequeño atisbo de alegría, pero decidí terminar de hablar antes de que él pudiera decir nada.

-Edward... pero yo no soy lo bastante buena para ti, no soy ni princesa, ni noble... sé que en un futuro deberás casarte; deberías enamorarte de alguien que pueda ayudarte en la tarea de ser un buen rey, y que sepa desenvolverse en ésto...- no pude continuar, ya que me interrumpió de nuevo.

-Bella, me daría igual que fueras una princesa o una simple criada- me dijo con una sonrisa, para después continuar -porque siempre serás tú; tu eres lo que quiero... y la persona con quién quiero compartir mi vida-.

No podía creer lo que me estaba diciendo... ¿me estaba insinuando que, si todo iba bien, en un futuro, se casaría conmigo?. Al ver mi titubeo, prosiguió.

-Bella... incluso si naces príncipe o princesa, no naces sabiendo ser rey; cierto que es una gran responsabilidad, entrega y sacrificio... y yo soportaría mejor esa tarea si la mujer a la que amo estuviera a mi lado, compartiendo todo eso conmigo. El protocolo y el ritmo de palacio se aprende, yo te ayudaría ... al igual que Alice y Jasper, estoy seguro de ello- me explicó.

Mi mente trabajaba a una velocidad infernal... ¿realmente podría con todo ésto?; recordé una frase de mi madre: "Hay que arriesgarse en esta vida, y luchar por lo que se quiere. Si no lo intentas, siempre te quedarás con la duda de si podría haber salido bien".

Una cosa tenía clara, lo amaba con todo mi corazón... ¿y si a pesar de todo, los cuentos de hadas existían?; esbocé una tímida sonrisa, mientras le miraba; suspiré... había tomado una decisión.

-Edward... estoy dispuesta a hacer ese sacrificio, porque me engañaría a mi misma si no admitiera que te amo; sólo quiero que me prometas que si ésto sale bien- dije señalándonos a ambos -que estarás siempre ahí, a mi lado- dije agachando la cabeza.

Su reacción me sorprendió, ya que sin previo aviso, me cogió en volandas, mientras daba vueltas y me abrazaba. Escondí mi cara en su cuello, aspirando su dulce aroma, mientras reía y lloraba a la vez.

Ya tendríamos tiempo de hablar; ahora sólo quería estar entre sus brazos, me sentía tan segura y protegida en ellos.

Una vez me dejó en el suelo, sin soltar su agarre de mi cintura, me miró con ternura y amor; sus ojos tenían un brillo que nunca había visto.

-Bella... ten por seguro que siempre estaré ahí para ti, y de que voy a ocuparme de hacerte muy muy feliz... novia- dijo esta última palabra con una gran sonrisa.

"Novia"... que bien sonaba esa palabra dicha por él.

-Pues ahí va la primera petición de tu novia.- le dije, intentando poner un poner un puchero estilo Alice.

Me miró esperando, mientras su frente se apoyaba en la mía.

-Bésame de una vez, por favor-.

Esbozando una de esas sonrisas torcidas que tan loca me volvían, se fue acercando lentamente; nuestros labios se unieron en el beso más bonito que jamás me había imaginado; primero me besó dulcemente, y esas caricias que me daba no hacían justicia a lo que yo había imaginado tantas veces, era mucho mejor

Pude sentir que el beso se tornaba más profundo y yo lo seguí, agarrando su nuca y entrelazando los dedos en su suave pelo, mientras él me apretaba mas hacia él, con sus brazos en torno a mi cuerpo. Su boca se abrió, buscando mi lengua, y al encontrarse ambas, una mezcla de sentimientos salieron a la luz, ansiosos por salir desde el día que nuestras miradas se cruzaron por primera vez.

Un escalofrío recorrió mi espalda, besaba de maravilla... no sabía si habían pasado segundos o minutos, pero no quería que esa sensación terminara. Por desgracia teníamos que respirar, y él, poco a poco, fue deshaciendo el beso, dándome cortos y tiernos besos en la boca.

Unos aplausos y vítores hicieron que saliéramos de nuestra nube romántica. Al girarnos vimos a nuestros amigos; las chicas saltaban emocionadas, mientras Jasper y Emmet aplaudían y silbaban. Sus padres también estaban allí, mirándonos con una gran sonrisa. Me puse mas roja, si eso era posible, mientras escondía mi cara en su pecho, y el me besaba el pelo, mientras reía suavemente.

 

 

Capítulo 8: Entre sedas y terciopelo Capítulo 10: Reacciones

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
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