Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
Visitas: 328493
Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 50: Epilogo

EDWARD PVO

-Este es el último, alteza- Demetri me tendió el último informe; no sabía cuántas veces había estampado mi firma aquella tarde, creo que podría entrar perfectamente en el libro Guinness de los récords. Justo cuándo le pasaba el informe a Demetri, el teléfono de mi despacho sonó; nuestro secretario lo cogió, hablando unos instantes para después colgar.

-Alteza; la princesa pregunta si nos queda mucho- sonreí a la mención de mi esposa -le he dicho que por hoy habíamos terminado- me siguió relatando. Miré el reloj que me regalaron los padres y la abuela de Bella por nuestro compromiso; aunque ya habían pasado casi veinte años, nunca se había separado de mi muñeca desde entonces.

-Terminaré de echar una ojeada a ésto- levanté la carpeta -y ya habré terminado por hoy; puedes retirarte Demetri, son casi las ocho de la tarde- mi secretario me lo agradeció con una sonrisa, recogiendo sus efectos personales y despidiéndose de mi hasta el día siguiente.

-Oh, alteza- se volvió hacia mi desde el marco de la puerta -recuerde que mañana, después del acto en la universidad de Cambridge, tienen una reunión con Maguie y Zafrina- era increíble cómo veinte años después, la mayoría de los empleados seguían trabajando en palacio; Maguie, Zafrina, Sam, Emily... menos Preston, que se jubiló hace unos años, y que ahora disfrutaba de su retiro en su hogar natal.

-Gracias por recordámelo- le agradecí con una sonrisa -buenas noches-.

-Hasta mañana, alteza- me quedé en mi despacho una rato más, intentando ponerme al día y adelantar trabajo para el fin de semana, hasta que mi móvil interrumpió la tarea.

-Dime Alice- la siempre cantarina voz de mi hermana llegó a mi tímpanos, casi perforándolos.

-¡Hermanito!- saludó alborozada -¿cómo estáis?-.

-Muy bien Alice, agotados- le confesé, apoyándome en el respaldo de la silla -mañana tenemos un compromiso en la universidad de Cambridge, y el lunes Bella y yo cogemos un avión hacia Quatar- le conté.

-Cierto; espero me traigas algo de por allí- dejó caer, de seguro sonriendo maliciosa.

-Todavía estoy esperando mi regalo de tu último viaje oficial- le respondí, mordaz.

-Vale vale- se dio por vencida -¿cómo está Bella?-.

-Bien, aunque agotada- le conté -esta semana ha sido muy ajetreada-.

-¿Y mis sobrinos?-.

-Estudiando- me encogí de hombros -al menos, eso nos dicen a su madre y a mi- rodé los ojos, pero esbozando una sonrisa, acordándome de mis hijos.

-Ya sabes, la adolescencia es un periodo difícil- rió mientras me decía.

-Gracias por tu advertencia, ya me he dado cuenta- rezongué- ¿Jasper está bien?, ¿y Elizabeth y Mary?- mi hermana y Jasper se casaron tres años después de nosotros, y eran padres de dos niñas de catorce y doce años. Desde entonces vivían en Norfolk Park, Jasper dedicado a su profesión de arquitecto y cumpliendo ambos con su trabajo dentro de la Familia real.

-Todos bien; Jasper tiene mucho trabajo; y las niñas estudiando- le relató -hablando de las niñas, Mary me reclama con el libro de historia en la mano- Edward rió, imaginando a mi pequeña sobrina resoplando, con el libro entre las manos y esperando a que su madre la ayudara.

-Está bien Alice- le dije -dale recuerdos a Jasper y un beso a las niñas-.

-Y tú a Bella y a los chicos- me devolvió -por cierto, ¿sabes algo de papá y mamá?-.

-El viaje va bien, ayer hablé con ellos- le expliqué -si todo va bien, regresarán el próximo jueves- mis padres estaban de visita oficial en México y otros países centroamericanos; y aunque pasaban los años, seguían tan activos cómo en sus años de juventud.

-Está bien- se dio por satisfecha mi hermana -el próximo fin de semana iremos a comer allí- me recordó. Después de unos minutos despidiéndonos, se cortó la comunicación; no me había dado cuenta de que mi esposa estaba en la puerta, mirándome con una sonrisa.

-Hola- se acercó a mi posición -no quería interrumpirte- me levanté para quedar a su altura, y automáticamente, ella envolvió mi cuello con sus brazos, abrazándome con fuerza y enterrando su carita en mi cuello, costumbre que a pesar de los años, nunca cambiaba.

-Hola mi niña- le susurré de vuelta, dejando un pequeño beso en el lóbulo de su oreja. Mi mujer no dijo nada, simplemente acercó su boca a la mía, dejando un pequeño beso. Iba a apartarse después de aquel pequeño contacto, pero no la dejé, y rápidamente nuestras bocas se unieron en una sola, sentí cómo Bella se estremecía, a la vez que un gemido suyo murió en mi garganta. No sé los minutos que permanecimos así, hasta que lentamente fui deshaciendo el beso, pero sin dejar de acariciar en ningún momento su boca con suaves y pequeños toques.

-Me vas a ahogar- rió divertida entre mis besos.

-Has estado fuera todo el día, y te he echado de menos- le expliqué con un gracioso mohín.

Ella rió suavemente, juntando su frente con la mía. -yo también- dijo en un suspiro -el acto en el Instituto de Lengua y Literatura se me ha hecho eterno-.

-¿Cómo ha ido?- le interrogué, agarrando su pequeña cintura con las manos. Después de haber pasado dos embarazos, apenas se notaba el paso de ellos por su cuerpo. Seguía estando muy delgada, y aunque alrededor de sus ojos se empezaban a formar unas pequeñas arrugitas, seguía siendo la misma Bella que conocí en la universidad.

-Te lo cuento por el camino- me ofreció – la señora Hiddick y Mariane ya han preparado la cena- me informó.

La señora Hiddick y Mariane eran las dos personas que se encargaban de nuestros hijos cuándo nosotros no estábamos, y las que estaban con ellos hasta que nosotros regresábamos. La señora Hiddick llevaba dieciocho años con nosotros, desde que nació Charlie, y Mariane se unió tres años después.

Agarrados por la cintura, nos dirigimos hacia nuestro comedor. Allí nos esperaban Mariane y la señora Hiddick, que después de ponernos al día con lo que habían hecho nuestros hijos, se despidieron hasta mañana. Nada más salir ella por la puerta, Bella se dirigió a la cocina, echando un último vistazo a lo que había en el horno. Dejé la chaqueta en el sofá me adentré allí, acercándome a ella y rodeándole con mis brazos.

-¿Qué tenemos de cena?- interrogué, mirando por encima de su hombro.

-Ensalada y pescado- me informó; aunque Mariane cocinaba muy bien, prefería mil veces la comida que hacía Bella; cuándo nuestras obligaciones nos lo permitían, no permitíamos que el servicio anduviera por allí. Nos gustaba ocuparnos de nuestra casa y de nuestros hijos.

-¿El sábado cocinarás tú?- le pregunté con una sonrisa inocente -podrías hacer ese pollo relleno que tanto me gusta-.

-Me lo pensaré- respondió, dándose la vuelta y quedando frente a mi- pero tendrás que convencerme- la visión de sus sonrojadas mejillas mientras decía esas palabras, unido a su típico e involuntario gesto de mordiese el labio inferior, era superior a mis fuerzas.

-Creo que podré convencerte... dentro de un rato- le susurré con voz baja y ronca; justo cuándo nuestras bocas iban a juntarse de nuevo, una voz muy parecida a la mía nos hizo separarnos de repente.

-El tío Jasper y el tío Emmet, tiene razón, parece que estáis pegados con pegamento- ahogué una carcajada, mientras Bella observaba con una ceja arqueada a nuestro hijo, que se acercaba a nosotros riéndose sin disimulo.

-Hola papá, mamá- levantó en brazos a Bella, dándole un gran abrazo. Charlie era casi tan alto cómo yo, de modo que Bella parecía perderse en sus brazos. Su facciones eran iguales a las mías, al igual que los ojos... hasta el rebelde pelo ensortijado.

-Hola hijo- saludé, palmeándole el hombro una vez que liberó a su madre, no sin antes de que ésta le diera un beso en la mejilla -¿qué tal el colegio?-.

-Cómo siempre- se encogió de hombros -tengo ganas de acabar- refunfuñó, cogiendo una galleta del armario.

-Dentro de tres meses te graduas- le recordó mi mujer.

-Y después del verano, a la academia militar- exclamó contento; miré a Bella, que contuvo una mueca de preocupación. Cómo futuro Príncipe de Gales y heredero, debía iniciar la formación militar en una academia, al igual que yo hice. Charlie estaba mas que entusiasmado con la idea, y si no fuera en un futuro, el próximo Príncipe de Gales, estábamos seguros de que a eso dedicaría su vida. Bella lo llevaba un poco mal, cómo era lógico; cómo le había ocurrido a mi madre, no podía evitar preocuparse.

-Tranquila- la reconforté en un susurro, cuándo Charlie salió hacia el comedor- ella dio un largo suspiro, pero apareció una pequeña sonrisa en su cara.

-¡Papá!- dos vocecitas a coro hicieron que me diera la vuelta; mis hijas Renne y Catherine corrieron hacia mi, todavía con el uniforme del colegio. Las abracé a cada una con un brazo, mientras la saludaba.

-¿Cómo están mis pequeñas?- ellas me miraron con el ceño fruncido y una mirada desaprobatoria.

-Tus pequeñas tienen ya quince años, papá... casi dieciseís- me aclaró Renne, ante la divertida mirada de Bella.

-Ya sabéis que vuestro padre todavía no se hace a la idea- se acercó a ellas, besando a ambas y saludándolas.

Dado que el embarazo de Charlie no fue para nada tranquilo, esperamos un tiempo para darle un hermanito o hermanita a Charlie. El resultado de aquello fueron dos gemelas idénticas a su madre. Renne tenía el mismo cabello castaño que Bella y Charlie, y era muy tímida, herencia de mi mujer. La llamamos así en honor a la madre de Bella. Catherine era un poco más rubia. Sus facciones eran exactas, iguales a las de su madre, y era mucho más extrovertida que su hermana... y las dos con los ojos color chocolate.

El día que el doctor Kulman nos anunció que eran dos, y además, dos niñas, no podía estar más feliz; tendría a dos pequeñas princesitas, que encima, resultaron ser dos mini Bellas.

-A la mesa- ordenó mi esposa, portando el bol con la ensalada. Una vez sentados, la divertida conversación entre nuestros hijos ocupó la mayor parte de la cena.

-El sábado vamos al cumpleaños de Chelsea- nos recordó Renne.

-Nos acordamos- le devolvió por respuesta mi mujer -recordad que Quil y Embry os acompañarán- las advirtió. Ellas rodaron los ojos, suspirando con paciencia.

-Tengo unas ganas terribles de que llegue el verano, y marcharnos a Forks- protestó Catherine -allí tenemos más libertad-.

-Ya sabéis que no podéis salir sin seguridad- les advirtió Bella.

-Inconvenientes de nacer príncipes de Gran Bretaña- protestó Catherine.

-Y con tratamiento de alteza real- apostillo Charlie entre risas -yo también voy a la fiesta; Nathan me ha invitado- miró a Renne con una sonrisa malévola.

Nathan era el hermano de Chelsea; era el mejor amigo de mi hijo... y el chico por el que suspiraba mi pequeña. Tenía diecisiete años, y era alto y fuerte, con el pelo moreno, los ojos azules y los mismos gestos que Emmet... su padre.

Natahn y Chelsea eran los hijos de Rosalie y Emmet; Chelsea y mis hijas eran muy amigas, al igual que su hermano y Charlie. Mentalmente rodé los ojos... mis princesitas eran muy pequeñas para andar con líos de chicos; aunque Emmet y Rose eran nuestros mejores amigos, y obviamente quería mucho a Nathan, no en vano Bella y yo éramos sus padrinos, no me gustaba ese tonteo que ambos se traían. Iba a replicar, hasta que mi mujer me interrumpió.

-Edward- me advirtió Bella, señalando a Renne con la cabeza; fulminaba a su hermano con la mirada, ante las risas de Catherine, que aligeró el ambiente cambiando de tema. Después de cenar, Bella carraspeó, llamando la atención de nuestros hijos.

-¿A quién le toca recoger y poner el lavavajillas?- nuestro hijo se levantó, de repente, con demasiada prisa.

-Tengo que terminar un trabajo- se excusó, pero la voz de su hermana interrumpió su camino.

-Esta semana le tocaba a Charlie- miró a su hermano con una sonrisa inocente y cándida.

-Pero mamá...- se quejó.

-Charlie, las reglas son las reglas, y te toca recoger- le habló seria mi mujer, arqueando una ceja. Me reí mientras mi hijo iba y venía de la cocina; por suerte, Catherine se apiadó de su hermano, y se levantó para ayudarle. Renne se acomodó en el salón, encendiendo la tele, y Bella y yo nos quedamos en la mesa, tomando el café.

-Nathan por aquí, Nathan por allá- siseé entre dientes... pero Bella me dio un pequeño golpe en el brazo.

-Edward, tienen casi dieciséis años- me recordó -es normal que les gusten los chicos-.

-Ya lo sé- suspiré -pero es que parece que fue ayer cuándo nacieron- medité en voz alta, recordando aquellos años -además, cómo dice tu padre, lo que me faltaba... tener a Emmet de consuegro- rodé los ojos. Mi mujer rió divertida, levantándose y rodeando mis hombros.

-Siempre serán tus niñas- me explicó -pero están creciendo Edward; Charlie, Catherine y Renne se hacen mayores- suspiró ella también, con melancolía.

-Ya lo sé- le di la razón -pero no puedo evitarlo; ahora comprendo a tu padre cuándo empezamos a salir-.

-Y eso que tú tenías aliados- me explicó -Sue, la abuela...- la cara de mi mujer esbozó una sonrisa de tristeza, al recordar a la abuela Swan, que falleció cuándo las niñas tenían cuatro años. Iba a responderle, pero unos gritos en el salón hicieron que nuestra vista volara a la puerta.

-Esta noche dan una peli buenísima, y quiero verla- protestaba Charlie.

-No te lo crees ni tú- le contestó Renne en voz alta -queremos ver el concierto, vete a tu cuarto y las ves allí-.

-Mi tele está estropeada, iros vosotras- le contestó su hermano -además, para ver a cinco tíos cantando cusiladas...- los gritos y protestas de sus hermanas resonaron por medio palacio.

-Santo dios, dame paciencia- murmuré, mirando a mi mujer.

-Vamos, antes de que hagan volar el mando y aterrice en la pantalla- reprimí una risa ante el comentario de mi mujer, encaminándonos ambos hacia el salón, para poder poner un poco de paz en esta familia de locos.

 

Capítulo 49: Nueva vida en palacio Capítulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
14445039 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios