Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
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Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

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Capítulo 43: Víspera de boda

EDWARD PVO

-Alteza, señorita Isabella; miren a la cámara un momento, si son tan amables- la voz de Jake hizo que Bella y yo volviéramos a posar en los jardines del campus; Bella, agarrada de mi mano, se puso bien la borla del birrete de graduación por quinta vez ese día.

Por fin nos graduábamos, cómo dijeron mi padre y mi suegro, que ya llevaba más de dos semanas en Londres, ya éramos oficialmente licenciados en Derecho y Relaciones internacionales. Desde que regresamos de nuestro viaje a Madrid, los compromisos casi habían pasado a un segundo plano, y nos dedicamos por entero a nuestro proyecto de fin de carrera, que expusimos hace exactamente dieciséis días... y hoy, a dos semanas escasas de la boda, nos acabábamos de graduar con el resto de alumnos de quinto curso. Después de la exposición del proyecto, fuimos a Irlanda del Norte, en el último viaje oficial de Bella antes de convertirse en princesa. Pero también tuvimos tiempo para descansar, y nos fuimos unos días a Windsor, ella y yo solos, relajándonos antes de lo que se nos veía encima.

Una vez que los periodistas nos dejaron libres, fuimos al encuentro de nuestras familias, que nos esperaban contentas y felices. Bella se abrazó a su padre, mientras que mi madre releía por quinta vez el diploma que nos habían dado.

-Estamos tan orgullosos de vosotros- Sue se acercó a mi, felicitándome.

-Lo habéis conseguido- dijo mi padre, después de soltar a Bella, que volvió a ponerse a mi lado.

-Nos ha costado lo nuestro- dijo mi niña, rodeándome la cintura -hubo un momento que pensé que sería imposible- confesó con una sonrisa.

-Y ahora... empieza lo bueno- Emmet se frotaba las manos, con una sonrisa maliciosa en su cara; Rose, a su lado, suspiraba con resignación y paciencia.

-La cuenta atrás ha comenzado oficialmente- dijo mi hermana en tono solemne- quedan quince días exactos- repuso contenta. Miré a Bella con una sonrisa, que ella me devolvió mientras se acercaba a decirme algo en voz baja.

-Felicidades licenciado; creo que era la única que no te había felicitado-.

-Cierto- le di la razón -¿eso no se merece un beso?- puse mi mejor cara de inocencia, mientras mi niña se acercaba riendo.

-Chantajista- murmuró contra mis labios, después de dejar en ellos un suave beso -eso no te va a servir una vez estemos casados- repuso divertida.

-Así se habla hija- todos reímos ante el comentario de la abuela, mientras abandonábamos la universidad para seguir con la celebración en casa.

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Tres días después de la graduación, estaba esperando a Bella para la entrevista que íbamos a conceder a un programa especial, con motivo de nuestra boda. Betty Whinter, una reconocida periodista inglesa, sería la encargada de realizarnos las preguntas. Después de hablar meticulosamente con Sam, Bella y yo decidimos dar un aspecto informal a la entrevista, y apenas pusimos restricciones a las preguntas que nos formularían. Después de preguntar la opinión de mi hermana, decidí ponerme un pantalón negro con una camisa blanca, sin chaqueta y sin corbata.

Mientras me abrochaba la camisa, pensé con detenimiento en lo que íbamos a hacer. Estaba casi seguro de que saldría el tema de las dichosas fotografías en las Seychelles; Bella me había hablado de sus temores acerca de eso. En ello estaba mi mente, cuándo mi novia salió del baño; llevaba una falda negra, con una blusa azul oscuro, de manga corta, y una graciosas bailarinas del mismo color que la blusa. Su cascada de ondas marrones enmarcaba su preciosa carita.

-¿Estás nerviosa?- le interrogué, cogiéndola de las manos y entrelazando nuestros dedos.

-Un poco- admitió mordiéndose el labio inferior -me da mucha vergüenza salir en televisión; todavía no me acostumbro-.

-Lo harás muy bien- intenté tranquilizarla -y recuerda que yo estoy a tu lado-.

-Lo sé- me respondió con una pequeña sonrisa -eso me tranquiliza- dijo en voz baja. Cuándo me disponía a darle un pequeño beso, tocaron a la puerta; Zafrina se asomó.

-Disculpe alteza, señorita Isabella, ya está todo listo- nos advirtió.

-Enseguida vamos, gracias- una vez desapareció por el pasillo, giré de nuevo la vista hacia mi niña, a la que tenía abrazada. Besé sus labios, deleitándome con el dulce sabor que emanaba de su boca.

-¿Vamos?- le pregunté, una vez nos separamos; ella agarró firmemente mi mano, asintiendo con la cabeza.

Antes de llegar al salón amarillo, dónde se desarrollaría la entrevista, nuestros familiares, acomodados en el salón enfrente de la tele, nos desearon buena suerte. La entrevista se retransmitía en directo.

Al llegar allí, el ajetreo del equipo era inmenso. Aparte de las cámaras de la BBC, la prensa escrita también estaba congregada. De refilón vi a Leah, grabadora en mano, junto a Seth y Jacob, ambos con sus inseparables cámaras de fotos. Bella y yo fuimos a saludarles, ya que Betty todavía estaba dando órdenes a diestro y siniestro. Su pelo corto y moreno y su carísimo traje hicieron que la reconociéramos al instante.

-¿Está nerviosa, señorita Isabella?- interrogó a mi novia.

-Un poco, no lo puedo negar- le dio la razón.

-Betty no hace las preguntas con segundas intenciones, por eso no se preocupen- añadió Jake.

-Eso nos han dicho- contesté -veremos a ver...- dejé la frase inconclusa, ya que Betty se acercó a saludarnos; nos despedimos de nuestros amigos, y ocupamos un amplio sillón.

-Alteza, señorita Isabella; las cámaras que tienen enfrente son las que les van a enfocar cuándo alguno de ustedes responda -nos indicó -sé que es difícil y complicado, pero imaginen que sólo estamos nosotros tres en la sala; sólo así se sentirán relajados- mi novia y yo asentimos, y un hombre dio el aviso de que entraban en directo.

-Y... tres, dos, uno...- una luz roja se encendió en la cámara que enfocaba a la presentadora, y la entrevista dio comienzo.

-Buenas noches a todos. Les habla Betty Whinter; faltan apenas doce días para que Londres se vista de largo para celebrar la boda de su Alteza real, el príncipe de Gales, con la señorita Isabella Swan -hizo una pequeña pausa, mirándonos con una pequeña sonrisa -los ingleses se van a echar a las calles el próximo sábado, para ver de cerca a la realeza europea en pleno, y vivir una boda de cuento de hadas. La historia de amor caló desde el primer momento en los corazones de los ciudadanos, apoyando a su futuro rey y a su novia. Con motivo de la próxima boda boda y del cumpleaños de su alteza, el príncipe y su prometida van a conceder una excepcional entrevista. ¿Nunca se han preguntado cómo es el día a día de la real pareja?; sus gustos, aficiones, preocupaciones... intentaremos descubrir y conocer un poco más a los que serán nuestros futuros reyes-.

Miré a mi niña de reojo, tenía las manos cruzadas en su regazo, y su boca esbozaba una tímida y preciosa sonrisa.

-Tres días antes de la boda, su Alteza celebra su veinticuatro cumpleaños, sin duda, el más especial- su vista se posó en mí, y supe que me tocaba responder.

-Desde luego que es especial- le di la razón, respondiendo lo más tranquilo que pude -ha sido un año extraordinario, y los que siguen lo serán más-.

-Hace apenas tres días se han graduado en la universidad; ¿cómo han llevado eso de hacer dos cursos universitarios en uno?- interrogó la mujer.

-Ha sido extenuante- respondió Bella -cómo a cualquier estudiante, nos ha costado trabajo, y si a eso añadimos los viajes y los compromisos, creo que tiene mérito- respondió con calma.

-Desde luego -Betty le dio la razón, asintiendo con la cabeza -cuéntenos algo de su vida en EEUU-. Bella tomó aire, meditando qué anécdotas debía contar.

-Bueno... no hay nada en especial- empezó a decir -nací y me crié en Forks, un pequeño pueblo del estado de Washintong. Allí fui a la escuela y al instituto, cómo cualquier chica de mi edad-.

-¿Es cierto que obtuvo una beca para estudiar la carrera en Londres?-.

-Así es- afirmó mi niña -mi padre me animó a presentar la solicitud, y me aceptaron- me miró con complicidad, sonriéndome.

-Y quién se lo iba decir...- la pregunta inconclusa de la reportera me hizo sonreír.

-Desde luego, nunca habría podido imaginarlo-.

-Ni yo tampoco... nunca pensé que en la universidad conocería a mi novia- respondí, arrancando risas de complicidad entre los presentes.

-En la rueda de prensa con motivo de su compromiso, usted mismo dijo que fue amor a primera vista, ¿pero que vio exactamente en ella?-.

-Lo primero de todo, su sonrisa tímida y dulce... me enamoró al momento- contesté con franqueza -nos pasamos las tres primeras horas hablando sin parar... y desde ese día, supe que era ella- terminé de decir. Mi novia me miraba fijamente, conteniendo la emoción.

-¿Lo fue para usted también, señorita Isabella?- mi niña tomó aire, contestando al instante.

-También fue así... estaba muerta de vergüenza; recuerdo que no sabía ni siquiera cómo debía tratarle- rememoraba sonriendo -y aunque yo también me enamorara de él ese mismo día, durante mucho tiempo me lo negué a mi misma-.

-Casi un año- añadí divertido.

-Al principio pensaba que lo nuestro no podía ser, que debía encontrar a alguien apropiado y con títulos... pero el corazón no atiende a esas razones- terminó de explicar ni novia.

-¿Incluso teniendo el apoyo de los reyes?- inquirió Betty, curiosa.

-Los primeros meses juntos me auto convencí de que podía funcionar... pero cuándo se hizo pública nuestra relación, es cierto que pasamos una época mala- respondió Bella.

-Estábamos sometidos a una presión constante- intervine -para ella fue muy difícil al principio; en cierta manera, me sentía culpable por hacerle eso- confesé un poco serio.

-Pero era algo a lo que debía acostumbrarme si nuestra relación seguía adelante- finalizó Bella la pregunta.

-Háblenos de ese lapsus en su noviazgo; ¿fueron las fotos de su viaje a las Seychelles el detonante de esa ruptura?-.

-En cierto modo- respondí -si le hablo con franqueza, creo que todo se nos vino encima. Pasamos un tiempo muy malo, se cuestionaba mi papel sucediendo a mi padre, se le cuestionó a ella... fue una época complicada- terminé de exponer.

-Pero al final superaron los obstáculos- replicó Betty.

-Realmente los superamos cada día- replicó mi novia -cada acto, cada compromiso, el ser estudiada y observada... saber qué opina la gente de ti... es algo que se supera con el día a día-.

-¿Cómo se quedó cuándo le pidió que se casara con él?, ¿qué pasó por su mente?- miré a Bella, que me dedicó una preciosa sonrisa de complicidad.

-Muchísimas cosas- recordó pensativa.

-En un principio me dijo que no- intervine, mirándola divertido; la presentadora abrió los ojos por la sorpresa.

-Es cierto- repuso mi novia -nunca dudé de mis sentimientos- aclaró con rapidez -pero admito que me daba un miedo atroz enfrentarme a la tarea de representar a Gran Bretaña- explicó bajando un poco los ojos.

-¿Y qué le hizo cambiar de opinión?- inquirió curiosa la reportera.

-Aparte de varias conversaciones que me abrieron los ojos- empezó a relatar -comprendí que su destino ya estaba escrito, y jamás hubiera permitido que renunciase a nada por mi... de modo que aunque todavía me cueste y tenga mucho respeto a todo lo que nos aguarda, entendí que debíamos afrontarlo juntos- tomé una de sus manos, que descansaba en su pierna, acariciándola despacio; ella la cerró en torno a mis dedos, dándole un suave apretón -y lo primero de todo, porque le quiero- susurró agachando la mirada.

-¿Cómo afrontan esa tarea?-.

-Día a día- contesté, sosteniendo la mano de mi niña -intentando ayudar y escuchar a la gente, poniéndonos en su lugar si hay problemas, y celebrando con ellos las buenas noticias- repliqué, mirándola orgulloso -ella lo ha hecho muy bien estos meses, y estoy seguro de que en el futuro seguirá siendo así-.

-No es sólo una obligación... por el título que mi prometido representa, bien debemos saber cual es nuestro papel- se paró, haciendo una pequeña pausa -y en mi humilde opinión, ese no es otro que apoyar y ayudar a todo el que nos necesite, sea una cuestión política o ayudar a una comunidad humilde...y representar lo mejor que podamos a Gran Bretaña fuera de nuestras fronteras- las palabras de Bella me dejaron impresionado; nunca la había escuchado hablar así, con ese aplomo y seguridad, pero a la vez con ese tono dulce y cariñoso... era increíble.

-¿Le preocupa no estar a la altura de lo que se espera?- la pregunta de Betty fue directamente a mi novia, que no dudó la respuesta ni un segundo.

-Constantemente; somos humanos, y cómo tales, nos equivocamos- respondió con naturalidad.

-Y eso nos sirve para tomar nota, y mejorar cada día- terminé de añadir, mirándola con cariño.

-Aparte de sus obligaciones, obviamente, son una pareja joven y enamorada... ¿podrían contarnos un poquito acerca de sus gustos y aficiones?- la entrevista pasó a una dinámica menos seria. Bella y yo nos miramos divertidos y cómplices.

-Nos encanta la música- dijo ella -el cine, la lectura, viajar, probar comidas exóticas...- enumeró divertida -estamos al día de los estrenos de cine- dijo con una risa.

-Esa afición suya a la música...- la presentadora hizo hincapié en esa cuestión -¿es por eso que uno de los actos organizados por su boda es un concierto en el Wembley Arena, con los grupos más conocidos del país?-.

-Cuándo el ayuntamiento nos lo propuso hace unos meses, no lo dudamos un instante- contesté -nos gusta mucho la música pop, cómo a casi todos los jóvenes; pensamos que sería una oportunidad estupenda para que la juventud inglesa disfrute y celebre con nosotros nuestra boda-.

-Coldplay, Amy MacDonald, Muse, Oasis, James Blunt... la lista es extensa- nos dio la razón Betty.

-Somos admiradores de todos ellos- dijo Bella, a lo que yo asentí con la cabeza -esperamos que la gente que vaya, disfrute tanto cómo nosotros lo vamos a hacer-.

-El precio simbólico de la entrada, tres libras, se va a destinar a varias organizaciones benéficas; una de ellas es para la prevención e investigación del cáncer- empezó a relatar, mirando a mi novia -imagino que para usted significa mucho, teniendo en cuenta que es una enfermedad que sufrió su madre- miré a mi niña de reojo, ella agachó la cabeza un momento, conteniendo una pequeña mueca de tristeza. Entrelacé disimuladamente nuestros dedos, y ella levantó la mirada, respirando pausadamente.

-Así es- intentó esbozar una pequeña sonrisa, que se quedó en un amago.

-¿Puede hablarnos un poco de ella?- la sonrisa tranquilizadora de la periodista pareció calmar un poco a Bella.

-Ella era una persona excepcional; muy alegre y extrovertida... en algunos aspectos, lo opuesto a mi... en eso he salido a mi padre- dijo en voz baja -murió cuándo yo tenía trece años- relató casi en un susurro -fue terrible para mi familia y para mi, por eso es importante, ante todo, la prevención y el seguimiento de los doctores-.

-Imagino que la echará de menos... sobre todo estos días-.

-Muchísimo... todos los días la echo en falta- musitó mi niña -y supongo que en estas ocasiones, desgraciadamente, es cuándo más notas la ausencia de las personas que ya no están aquí. Hay veces que necesito sus consejos, saber su opinión- enumeró reteniendo las lágrimas -me hubiera gustado que le conociera -dijo, mirándome melancólica -y por supuesto, que viviera todo lo que me está sucediendo-.

Un pequeño silencio se adueñó de la habitación; pero mi niña respiró profundamente, esbozando una sonrisa de ánimo. Bella apoyó su mano libre en la mía, que sujetaba su otra mano con fuerza. La guiñé un ojo, consolándola en silencio e intentando animarla. Por suerte, Betty cambió el rumbo de la conversación.

-Bien; faltan doce días para la boda, ¿nerviosos?- nos interrogó divertida, haciendo que mi niña se animara.

-Mucho- respondí -cómo todos los novios, supongo-.

-Todo está listo- contestó mi niña, ya un poco más alegre -esperemos que todo salga bien-.

-¿Impresiona el hecho de que varios millones de personas seguirán la boda por televisión?; tanto en Europa cómo en EEUU, se están haciendo programas especiales-.

-Ufffsss... desde luego que si- mi niña contuvo la sonrisa -es algo difícil de explicar-.

Al de pocos minutos, la entrevista se dio por finalizada. Estuvimos charlando unos minutos, ya fuera de cámaras, con Betty y el resto de periodistas allí congregados. Nos despedimos de ellos y antes de ir al encuentro de nuestra familia, que había seguido la entrevista, mi niña se volvió hacia mi, rodeándome con sus brazos.

-¿Qué tal lo he hecho?- me interrogó ansiosa. Negué con la cabeza, rodeando su pequeña cintura.

-Muy bien cariño; has hablado cómo una auténtica princesa- respondí orgulloso -siempre lo supe- dije en voz baja.

-¿El qué supiste?- me preguntó de nuevo, con tono suave.

-Desde esa primera vez en la que hablamos... supe que eras tú... qué tu eras mi princesa... y la de toda Inglaterra- ella volvió a agachar la mirada.

-Y aunque tardaste tiempo en darte cuenta... sabría que podrías con ello- negó agachando la cabeza.

-Eso es cierto- meditó en voz baja -no sé si alguna vez llegaré a acostumbrarme del todo- me dijo con franqueza -todos estos meses han sido increíbles-.

-Para mi también lo han sido- contesté abrazándola -y ya oíste una vez a mi padre... si tú estás a mi lado, no me importa enfrentarme a lo que sea-.

-Eso mismo me pasa a mi- se acurrucó en mis brazos, cómo una niña pequeña, respirando tranquila. Permanecimos así unos minutos, hasta que ella me habló.

-¿Qué tenemos mañana?-.

-Mañana por la mañana recibiremos a varias instituciones y personalidades- le recordé -y por la tarde tenemos que ir a la catedral, a los ensayos- levantó la vista, mirándome contenta.

-Entonces habrá que ir a cenar y a descansar... nos esperan unos días ajetreados- repuso sobre mis labios.

-Cómo ordene mi mujer- dejé un pequeño beso en su boca, antes de ir al encuentro de nuestra familia.

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Los días pasaban rápidos... y poco a poco se iba acercando el momento. Muchos de los invitados empezaban a llegar, sobre todo gente de Forks y los miembros más jóvenes de las Casas reales, que no se querían perder el concierto. El hermano de Sue y su familia ya estaban aquí, al igual que Ang y Ben y sus respectivos padres, la familia de Rosalie y la de Emmet. En total, estaban confirmados más de mil quinientos invitados.

Esos días intentamos pasar todo el tiempo posible con ellos, lo que los diferentes actos y compromisos nos dejaban. Recibimos multitud de felicitaciones y de regalos, que mi niña y yo cada noche íbamos trasladando a nuestra casa, ya completamente terminada y amueblada, esperando que la ocupáramos.

Recibimos regalos de todo tipo, desde cuadros y objetos de decoración, hasta abonos y suscripciones para diferentes actividades.

Esa mañana llevábamos un ajetreo increíble. Habíamos recibido a un amplio grupo de la aristocracia; la mayoría de ellos vinculados por las distintas órdenes a la Casa real. El regalo fue para mi niña, un aderezo de joyas completo, en el que destacaba una tiara de perlas y brillantes. Cuándo los despedimos, Bella se volvió hacia mi, con la boca abierta.

-Es increíble- me susurró, admirando de nuevo el collar de perlas y los pendientes en forma de lágrima. Mis padres y los suyos, a su lado, admiraban también el regalo.

-Eso es un regalo y lo demás tonterías- meditó divertido mi padre, arrancando las risas de los presentes. Demetri y Zafrina hicieron pasar a la última recepción que tenía lugar esa mañana. Por la tarde se celebraba el concierto.

-Alteza; señorita Isabella, les presento a William y Ashton Jones, directores de la protectora de animales del condado de Yorkshire-.

-Es un placer conocerles en persona- saludé amablemente, estrechando la mano de uno de ellos, al igual que hizo mi niña.

-Encantada de conocerles- saludó con voz tímida. La protectora de animales trabajaba codo con codo con una de las organizaciones presididas por el ducado de Cornualles, de modo que habíamos oído hablar de ella.

-Alteza, señorita Isabella; es un honor que nos reciban antes de su próxima boda. Y nos gustaría obsequiarles con un pequeño presente- nos explicó William, después de charlar unos minutos con ellos. Uno de los empleados de palacio se acercó con una pequeña cesta, con un lazo de colores en el asa y tapada con una manta. Bella y yo nos miramos curiosos, y mi novia dio un pequeño salto, ya que algo se movía dentro de ésta. Los presente rieron suavemente, ante la reacción de mi prometida, y me adelanté para destapar la cesta. Bella se llevó las manos a la boca, impresionada y feliz por el descubrimiento. Dentro de ésta, dos preciosos cachorros, por supuesto de raza yokrshire terrier, jugueteaban en el interior.

-Son preciosos- murmuró mi novia, tomando a uno en brazos y acariciándolo- ¿de verdad son para nosotros?- les preguntó, todavía sorprendida.

-Por supuesto- respondió Asthon -acaban de nacer hace una semana... y sabemos que ambos les gustan los animales-.

-Muchísimas gracias- les agradecí de corazón, tomando al otro cachorro. En verdad que eran una monada, tan pequeñitos.

-Son macho y hembra- nos explicaron -y por supuesto, auténticos yorkshire terrier de pura raza-.

-¿Qué te parece?- me susurró Bella, admirando al que yo tenía en brazos.

-Creo que tenemos nuevos miembros en la familia- repuse divertido, arrancando las risas del resto. Una vez les agradecimos de nuevo su visita y los regalos, nos dirigimos al salón principal, dónde dejamos a los nuevos integrantes de la familia en el suelo, ante la divertida mirada de todos. Mi hermana se agachó en el suelo, ante la mirada de Rosalie y Emmet.

-Qué bonitos- dijo, sonriendo encantada -¿cómo vais a llamarles?- nos interrogó. Bella y yo nos miramos.

-Pues no lo hemos pensado- respondí pensativo - ¿tú que opinas?- sondeé a mi novia.

-A la hembra... Isolda- dijo convencida. Arqueé una ceja... pero el nombre era bonito.

-Espero que al macho no le llaméis Tristán- añadió mi madre con una sonrisa divertida, mientras se agachaba para acariciar a uno.

-¿Alguna sugerencia?- interrogué divertido al personal -no sé... alguno que hayáis visto en alguna peli o algo así-.

-Pues no se me ocurre ninguno- dijo Ang, pensativa.

-¿Qué película has visto hace poco?- preguntó Ben a Emmet.

-Ayer Rose y yo vimos Casper... no me miréis así- nos dijo, ya que intentábamos contener las carcajadas -A Rosie le encanta- nos explicó, rodando los ojos con paciencia.

-Casper... el nombre no está mal- objetó Jazz con una sonrisa. Bella le dio la razón, agachándose para cogerlo.

-Entonces, Casper será-.

-¿Casper?- interrogué, no muy convencido; iba a protestar, pero la mirada fija de mi niña no daba lugar a réplicas -está bien, Casper- lo cogí yo, y se puso poca arriba, para que le rascara la tripa. El perro cerró los ojos, se veía que estaba a gusto.

-Son muy buenos- dijo Bella, mirando a Casper con una sonrisa.

-No te creas... creo que Isolda se ha hecho pis en mi pantalón- dijo Charlie de repente, apartándose de un salto. La sala estalló en carcajadas, sobre todo mi padre.

-Felicidades hijo, has hecho una nueva amiga- le dijo la abuela, con un brillo malicioso en los ojos.

Esa misma noche, dejamos a Casper e Isolda acomodados con mis padres y los de Bella, ya que nos íbamos al concierto. Salimos en varios coches, y allí, acomodados en una tribuna, saludados a nuestros amigos. Estaban todos allí, desde los amigos de Bella de Forks, hasta Chris y Madde, Carlos y Valeria, Ingrid y Desireé con sus maridos...tan solo faltaban los noruegos, que llegarían mañana para el baile de gala, directamente desde Kenia, ya que estaban de viaje oficial; todos los jóvenes de las casas reales se mezclaron sin ningún problemas en las tribunas contiguas a la nuestra con nuestros amigos de Forks, dejando a un lado los títulos. La gente había respondido fenomenal, y el estadio estaba lleno a rebosar, impacientes a que saliera el primer grupo. Al ocupar nuestros asientos, oímos los chillidos y aplausos de la gente, los cuales Bella y yo correspondimos, saludándolos con la mano.

-Está lleno- me dijo Bella, mirando hacia todos los lados- afirmé con una sonrisa, mirando también a la multitud. El concierto dio comienzo, y debo reconocer que apenas nos sentamos, animando y siguiendo las canciones de pie, cómo el resto del estadio.

-Esto es genial- nos dijo Chris en la pausa de una de las canciones- ¿por qué no se nos ocurrió para mi boda?- meditó en voz alta.

-Se siente- dijo mi hermana -tenemos la exclusiva de la organización- contraatacó maliciosa. Bella y yo vimos cómo Ang y Rose charlaban animadamente con Madde y las princesas suecas; Valeria, Carlos y Chris estaban con nosotros, en un pequeño grupo.

-Tus amigos son geniales, Bella- le indicó Valeria.

-Al principio estaban un poco asustados; no todos los días te rodeas de príncipes europeos-.

-Estos días no somos príncipes- le contradijo Carlos -somos todos iguales... y vuestros amigos pasan a ser nuestros amigos desde este mismo instante- Bella le sonrió agradecida, pero salió Muse al escenario, y los aplausos de la gente hizo que volviéramos la cabeza hacia ellos.

-Gracias a todos por estar aquí esta noche – la voz de Matthew Bellamy, el cantante, resonó en los altavoces -y gracias al príncipe Edward y a su prometida, por permitirnos estar aquí, en este momento único -Bella y yo sonreímos mientras lo escuchábamos -queremos dedicarles esta canción de nuestro último disco... y en nombre de mis compañeros, desearles toda la felicidad del mundo- las notas de "Neutron star collision" empezaron a surgir del enorme piano. Bella estaba delante mío, y la agarré por la cintura, balanceándonos al son de la música.

-¿Lo estás pasando bien?- susurré en su oído.

-Mejor que bien- admitió feliz -es todo... no tengo palabras... gracias- dejé un pequeño beso en su sien, volviendo nuestra atención a la canción... sólo una horas más... y la imagen con la que tanto había soñado, vería por fin la luz.

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Veintidós de junio... hace dos días que había celebrado mi cumpleaños; sin duda, el más feliz de mi vida. Coincidió antes de que empezaran a llegar los invitados más relevantes, y decidimos celebrarlo en familia y en la intimidad, con nuestros amigos cercanos y familiares. Bueno; en realidad, ese día estuvimos por la mañana en el ayuntamiento, dónde se nos ofreció una pequeña recepción con motivo de nuestra boda. El consistorio en pleno nos recibió a lo grande, explicándonos las mejoras que se habían realizado en la ciudad. Por todo Londres estaban las imágenes de Bella y mía, y las calles por dónde pasaría el cortejo ya estaban cerradas y valladas.

Ayer regresamos del concierto tardísimo, ya que después de la actuación, pasamos detrás de bambalinas, a saludar a todos los que habían participado. Las caras de los amigos de Bella no tenían precio... ni la de Chris, más que impresionado de conocer en persona a su tocayo Chris Martin, vocalista de Coldplay y uno de sus ídolos; estaba saltando cual niño pequeño, mientras que Madde y el resto reíamos divertidos.

Esta misma mañana, en un acto íntimo en uno de los salones de palacio, mi niña recibió las placas de las órdenes que iba a ostentar, así cómo la Orden de la Familia real. Enfundada en un vestido azul, hasta la rodilla y altísimos tacones, prestó juramento a las normas de la orden, ante la cariñosa mirada de mis padres y los suyos, y por supuesto, la abuela Swan. Al finalizar el pequeño acto, sin periodistas por petición nuestra, Bella admiró las placas que luciría a partir de mañana, en su condición de Princesa de Gales. Todas estaban hechas de oro y piedras preciosas, al igual que las que llevaba mi hermana. Después se celebró un pequeño lunch con los empleados de palacio, ya que a partir de esa noche y sobre todo mañana, no pararían quietos. Bella pronunció un pequeño discurso para ellos, agradeciéndoles el haberla recibido con tanto cariño en el que ahora, era su hogar.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por Isolda, que encima de nuestra cama, jugaba con una pequeña pelota de goma y gimoteaba divertida. Casper dormía plácidamente en uno de los sillones. Me ajusté bien el frac, esperando a que Bella volviera de la habitación de mi hermana. Los invitados empezarían a llegar en media hora. Junto con mis padres y los suyos, debíamos saludar a la mayoría de los invitados, que mañana estarían en nuestro enlace. Por fin, mi niña asomó su preciosa carita. Estaba deslumbrante, con un vestido bordado en pedrería de color rojo, de escote asimétrico y dejando un hombro al descubierto. El moño alto que llevaba resaltaba su cuello de cisne. Llevaba los pendientes largos de su aderezo, junto a su anillo de compromiso.

-Estás preciosa- admiré caminando hacia ella; Isolda pareció darme la razón, ya que ladró contenta, despertando a Casper.

-¿Estás nerviosa?- inquirí agarrando sus manos.

-Estoy agotada del ajetreo de los últimos días- me confesó en voz baja -pero feliz- añadió -mañana es nuestro día... no puedo creerlo... mañana a estas horas estaremos casados-.

-Por fin- dije en voz baja, mientras agachaba mi cabeza para besarla suavemente -no entiendo por qué esta noche tenemos que dormir separados- siseé un poco enfadado... Alice y sus benditas ideas.

-Es la tradición-murmuró divertida -además, yo no dormiré sola- señaló a nuestros pequeños amigos, que correteaban por la alfombra.

-Se han adueñado de la cama- observé divertido -esta noche pasada han dormido entre los dos; a sus camitas no les hacen ni caso- señalé las cestas que habíamos mandado comprar... pero preferían los sillones y nuestra cama.

-Eso es cierto- me respondió divertida, pero un pequeño suspiro de melancolía escapó de sus labios. Mi mano voló hacia su mejilla, acariciándola suavemente.

-Ella lo está viendo- la consolé -y mañana, de alguna manera o de otra, estará con nosotros- Bella asintió, esbozando una triste sonrisa, pero enseguida se recompuso. Me ajustó bien una de las placas.

-Así está mejor... las mías son un poquito más pequeñas- observó.

-No puedo esperar a verte con ellas- repliqué contento -y verte con la banda cruzando el pecho- ella rió divertida.

-Todo llega... y ahora vamos, que nos estarán esperando- salimos tomados de la mano hacia el salón del trono, dónde ya estaban todos, charlando alegremente.

-Estás preciosa, hija- Charlie se acercó a Bella, abrazándola con delicadeza. Sue, muy elegante con un vestido en tonos ocre, largo hasta los pies, también se acercó a ella. Mi vista fue hacia la abuela Swan, también muy guapa, con una falda larga negra y una blusa de raso en tonos grises.

-Estás muy guapa, abuela- me agaché a su lado.

-Y tú también Edward- me repasó con la mirada de arriba abajo -ven aquí- me acerqué a ella un poco más, y me puso recta la pajarita- así está mejor; por cierto, llevo hablando un buen rato con el tío de tu padre, el duque de York- señaló al anciano, enfundado en un traje de gala y con todas sus condecoraciones pendiendo de él -es un hombre encantador-.

-Margaret, te he dicho que me tutees... sino pareceré un viejo-. Bella se acercó a saludarlos, y el resto nos rodearon.

-No seas quejica, Alfred... estás muy bien para tu edad- la abuela esbozaba una sonrisa pilla.

-Abuela... ¿estás ligando con el tío Alfred?- inquirió mi hermana, curiosa y divertida.

-O el está ligando conmigo- respondió tan pancha, ante la estupefacta mirada de Charlie y las risas contenidas del resto -me debes un baile- le señaló divertida e ilusionada.

-Por supuesto, querida Margaret- respondió galante y pícaro.

-Qué viva el amor- dijo mi padre, ante nuestras risas.

Nos anunciaron que los invitados ya estaban esperando, de modo que nos colocamos de espaldas a la pequeña escalinata del trono, y pacientemente dimos la mano a todos los que desfilaban por allí. Saludamos a casi todo Forks, capitaneados por el alcalde Lohire; miraba de reojo a Bella y a mi suegros, emocionados ante las muestras de cariño. Bella y Ángela se abrazaron durante unos instantes, ante la mirada de Ben y mía, y lo mismo pasó con Rosalie y su familia. También saludamos a los reyes allí congregados, y a nuestros amigos. Bella se sorprendió cuándo vio que su padre y Sue intercambiaban unas tranquilas palabras con la reina Ana de España y los reyes de Suecia y Dinamarca.

-Pensé que estarían más nerviosos- me susurró.

-Yo también... además tu padre también tiene su parte de protagonismo, es el padre de la novia- le recordé.

Chris y Madde nos dieron un fuerte abrazo también, al igual que Carlos y Valeria y el resto de nuestros amigos europeos. Sven nos saludó protocolariamente, sin apenas detenerse, lo mismo que Anne Lousie. Antes de pasar al comedor, mi novia y yo nos acercamos a nuestros amigos, que estaban todos en círculo en un extremo del salón, charlando y picando canapés. Mike, Ben, Austin y compañía estaban con Emmet, Jasper y la mayoría de los príncipes, y las chicas al lado, cotorreando divertidas. Aunque la realeza vistiera sus mejores galas y joyas, al igual que la aristocracia, esa noche todo se mezclaba en un ambiente relajado y feliz. Eché un vistazo mientras cogía dos copas para Bella y para mí. Mi madre y Sue charlaban con la mujer de nuestro primer ministro y la reina de Dinamarca. En otro corrillo, mi padre y Charlie conversaban de forma distendida, acompañados por los embajadores de los EEUU en Inglaterra, el padre de Chris y el rey de Holanda. Mis padres sabían lo difícil que era para Charlie y Sue todo ésto, y aunque se les veía tranquilos, ellos mismo nos aseguraron que los arroparían y que estarían con ellos.

La cena se desarrolló entre risas y buenos deseos, y mucha emoción en el discurso de mi padre. Nos sentamos en una mesa con nuestros padres y la familia directa. Justo a nuestro lado, en mesas adyacentes, estaban los invitados más importantes, seguidos por la gente de Forks y nuestros amigos. Aunque el ambiente era distendido y relajado, había ciertas partes del protocolo que no se podían saltar.

Después del café y los postres, se abrieron las puertas del salón de baile. Entre aplausos y silbidos de nuestros amigos, tomé a Bella por la cintura; la voz del grupo favorito de ni niña, Bon Jovi, inundó el salón. Bailamos al ritmo de una de las canciones favoritas de Bella, "Always", y ante las miradas de complicidad de los que nos rodeaban.

-¿Te he dicho que estás impresionante con ese vestido?- murmuré con la voz un poco ronca; mi novia se sonrojó mientras que esbozaba una sonrisa pícara.

-Me lo has dicho- afirmó en un susurro -pero me gusta oírlo- bajé un poco mi cabeza, juntando nuestras frentes.

-Te amo... y no puedo esperar que llegue mañana... aunque esté hecha un mar de nervios- dijo con una risa temblorosa.

-También te amo- besé lentamente sus labios, ante los silbidos y jaleos de nuestros amigos, que se percataron del momento. Bella rió nerviosa, presa de la vergüenza, escondiendo su cara en mi cuello.

La celebración duró hasta altas horas de la madrugada. Después de abrir el baile, Bella y yo fuimos charlando con la mayoría de la gente, tanto jóvenes y no tan jóvenes. Mi novia saludó a miembros de Casas reales que no había conocido en Madrid, y sobre todo charlamos un buen rato con la gente de Forks y los padres de Rosalie y Emmet. Mis padres y mis suegros, cómo buenos anfitriones, hacían otro tanto de los mismo, yendo de un lado a otro del enorme salón. Al de un buen rato, por fin pudimos acercarnos a nuestros amigos; después de unas horas de animada charla y bailes por doquier, la gente se empezó a retirar a sus hoteles y habitaciones, aludiendo que la verdadera fiesta sería mañana, y querían estar descansados.

Me despedí de Bella en la puerta de nuestra habitación. Durante la fiesta, los empleados habían sacado las cosas que necesitaba, ya que habían traído el vestido de Bella y no podía entrar.

-Hasta mañana- susurré antes de darle un beso que la dejó sin aliento.

-Hasta mañana- me guiñó un ojo cómplice, viendo cómo me iba a la habitación que me habían preparado para esa noche.

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Me desperté a las diez y media en punto. Eché en falta el beso de buenos días que siempre me daba mi niña... pero hoy era una ocasión especial... por fin, el día había llegado. Bella se convertiría en Princesa de Gales... en mi princesa y en mi mujer.

Después de darme una ducha, me dirigí al comedor, dónde estaban Jasper, mi padre, Charlie, Harry y Emmet. Supuse que Alice me colgaría si me acercaba a la zona dónde estaban ellas. Desayuné con los nervios cerrándome el estómago, y a la hora de la comida apenas pude probar bocado.

Apenas vi a mi madre, a mi hermana, ni a Sue y la abuela más que un momento en la comida; Jasper y Emmet me hicieron compañía... hasta que llegó la hora de vestirme. Con la ayuda de Jasper, me terminé de colocar una de las placas en el uniforme, cuándo mis padres aparecieron. Mi cuñado nos dejó un momento de intimidad a los tres. Mi padre vestía un traje similar al mío; mi madre estaba impresionante con un traje en tonos verdes, y su tiara de diamantes rusos sobre la cabeza.

-¿Estás nervioso, eh?- mi padre se acercó a mi, dándome una palmada amistosa en el hombro.

-Un poco- respondí -¿cómo está Bella?- interrogué a mi madre.

-También está nerviosa... y guapísima- me dijo con una gran sonrisa.

-Eso ya lo supongo- no podía esperar más para verla. Mi madre estaba apunto de llorar, y adelantándome, le di un gran abrazo.

-Gracias por todo vuestro apoyo; sin él, ésto no estaría pasando- les agradecí, emocionado y feliz.

-Estamos muy contentos por vosotros... y muy felices- dijo mi padre -has encontrado a una mujer excepcional- sonreí ante la mención de mi niña.

-Y lo más importante, os queréis por encima de todo, y estamos seguros de qué seguirá siendo así- noté que a mi madre le temblaba la voz, debido a la emoción.

-Estamos orgullosos de vosotros... cómo reyes y cómo padres; sabemos que juntos superareis todo lo que os venga... y a tu madre y a mi nos tranquiliza que hayas encontrado un apoyo así- me padre dejó su mano en mi hombro, mirándome cómplice. Me abracé a ellos una vez más, pero Preston nos interrumpió.

-Majestades, alteza; es la hora- respiré largo y tendido, saliendo con ellos. Jasper, mi padrino, ya me esperaba en la entrada, enfundado en el uniforme de los caballeros de la Jarretera, muy parecido al mío.

-¿Listo?- asentí con la cabeza, mientras me volteaba y me despedía de los empleados que habían salido a las escaleras principales, los que no podían ir a la catedral. Mis padres montaron en uno de los coches; vi aparecer a mi hermana, que no dijo una palabra al verme; simplemente me dio un gran abrazo.

-Espero que seáis muy felices, hermanito, os lo merecéis tanto- estaba guapísima con un vestido largo en tonos azules, y su diadema de zafiros.

-Gracias, pequeña duende- besé su frente, en agradecimiento por sus palabras. Dio un rápido beso a Jasper, y montó en otro de los coches, y por fin, nos subimos Jazz y yo.

Nada más pasar la verja de palacio, observé que las calles estaban repletas de gente; a cada lado de la avenida que llevaba al palacio, había un cordón de seguridad inmenso. Iba saludando con la mano; el griterío era ensordecedor, ya que escuchaba constantemente mi nombre.

-Las calles están llenas de gente- observó mi amigo y cuñado. volví mi vista hacia él, asintiendo con la cabeza.

-Gracias Jazz, por todo... y por ser mi padrino- golpeó mi costado con su codo, en un gesto amigable.

-No se merecen... os deseo lo mejor Edward- palmeé su hombro, agradeciendo sus palabras, breves pero concisas.

-Y ahora... vamos- apenas me di cuenta de que el coche había parado en las escalinatas, frente a la catedral. Nada más bajar, los gritos se hicieron más audibles, si cabe. Me giré antes de entrar, saludando a la gente allí congregada, antes de volverme a la puerta, dónde el deán de la catedral nos recibió. A ambos lados de la puerta, vi a Quil, Embry, Nick, a todos los escoltas... y a Emmet enfundados en su traje de gala de la Guardia Real, saludándome al estilo militar. Mi amigo me guiñó un ojo mientras pasaba a su lado, y esbocé una pequeña sonrisa.

Al son del órgano, Jasper y yo iniciamos el recorrido hasta dónde debía esperar a mi niña. Divisé muchas caras durante el paseo... que me sonreían cómplices y con simpatía. Llegamos a la pequeña rotonda, justo dónde terminaban los bancos y empezaba el altar. Nuestras familias estaban a los laterales; cuándo llegué allí, se sentaron. Observé a Sue y a la abuela en primera fila, y justo enfrente de ellas, mis padres y mi hermana; detrás de ellos, los tíos de mi padre y la hermana de mi abuela materna con su hija, y Garret y Kate. Me miraban cómplices e impacientes, ya que sólo faltaban mi niña y Charlie, y a juzgar por los gritos de la gente, todavía no habían llegado. Miraba para todos los lados, incapaz de contener mis nervios.

-Tranquilo... creo que ya llegan- me dijo Jasper, después de diez minutos de larga espera. Agucé el oído, y efectivamente, el griterío se acentuó, señal de que Bella estaba llegando. Volví la cabeza hacia mis padres, que me sonrieron con cariño, al igual que mi hermana. Jasper posó la mano en mi hombro, llamando mi atención.

-Edward... está aquí-. El coro empezó a entonar la marcha nupcial de la ópera de Lohengrin, de Wagner; volví mi cabeza... y mi corazón empezó a bombear cómo un loco.

Siguiendo a las hijas de Harry, del brazo de Charlie, inmaculadamente vestido con un chaqué y con una sonrisa orgullosa en su cara... estaba ella... mi sueño de mil noches, preciosa y con una sonrisa emocionada, caminando hacia mi.

 

Capítulo 42: Encajando en el puzzle Capítulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
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