Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
Visitas: 328523
Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

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Capítulo 28: Sospechas

Mansión de los Platt; Surrey, este de Inglaterra.

Victoria se dedicaba a dar órdenes a gritos para que todo estuviera a punto en su casa. Hoy era 17 de mayo, cumpleaños de su marido, y habían invitado a Carlisle y su familia a comer. El único que no venía era Edward, ya que su viaje por varios países asiáticos se había tenido que alargar unos días más.

Por lo menos, no tendría que soportar a esa estúpida niñata americana y sus pretensiones de convertirse en princesa. Nunca pensó que el plan de su marido iba a funcionar tan bien. A pesar del estupor inicial por la confirmación de la relación, estaban seguros de que esas polémicas fotos habían sido el detonante para que la pareja rompiera. Se regodearon a lo grande, pensando en la vergüenza y bochorno que estarían pasando Sam y toda la familia, después de arriesgarse a confirmarlo. Ahora su sobrina tenía una oportunidad de conquistar a Edward, y llegar alto, muy alto...

Se escucharon ruidos de motores, ya habían llegado.

La familia venía en dos coches; del primero descendieron Carlisle y Esme, seguidos por dos corpulentos guardaespaldas. Alice y Jasper se bajaron del otro, conducido por el propio Jasper, y seguido de otro de esos insufribles gorilas vestidos de negro. Su marido y Tanya se reunieron con ella, para recibir a tan importantes invitados. Preston, el mayordomo que llevaba casi treinta años en su casa, se dispuso a abrir la puerta. Al menos tenían una cosa en común con la regia familia; sus mayordomos se llamaban igual, pensó sarcástica.

-Bienvenidos, nos alegra que hayáis podido venir; sabemos lo ocupados que estáis- Eleazar se adelantó para besar a su hermanastra y estrecharle la mano a su cuñado.

-Feliz cumpleaños- le felicitó Carlisle, intentando esbozar una sonrisa animada. No habían podido escaquearse de la invitación... pero quedaron que en cuánto tomaran el café, desaparecerían con cualquier excusa. Después de los saludos, y de charlar un rato en el salón, pasaron al comedor.

-Bien, contadnos... ¿cómo está Edward?- interrogó Victoria.

-Muy bien, al final el viaje se ha alargado más de lo previsto; no regresará hasta la semana que viene- explicó Alice.

-En los actos se le ve con buena cara... parece que ha sobrellevado muy bien su ruptura con... ¿cómo se llamaba?; ah sí, Isabella- comentó Eleazar en un tono demasiado... jocoso, por así decirlo.

-Sabes, querido tío,- sonrío Alice con fingida inocencia -que tenemos que poner buena fachada cuándo cumplimos con nuestras obligaciones- le explicó.

-Edward lo ha pasado muy mal... se querían mucho- explicó Esme, con pena contenida.

-Sobre todo ella... ha perdido la oportunidad de su vida- comentó Tanya entre dientes... pero Alice la oyó.

-¿Qué insinuás?- la paciencia de Alice se estaba terminando.

-Bueno... supongo que el que tu novio te deje es una faena... más si es un príncipe- dijo Tanya, como si fuera obvio.

-No tienes ni idea- siseó entre dientes.

-Basta- Esme cortó la desagradable conversación.

-Tanya, ya vale- Eleazar intentó aparentar una postura seria -cierto es que son jóvenes, a esa edad nada es predecible... además, ha sido su primera y única novia; no podía salir bien- dijo pagado de si mismo.

-¿Por qué no?- Jasper arqueó las cejas... menudo personaje era este Eleazar.

-Vamos, seamos honestos; ¿creéis que esa muchacha habría soportado la presión?- interrogó incrédulo – además, ni siquiera es inglesa; las reinas inglesas se distinguen por su porte, su saber estar... - Esme cortó a su hermano, muy enfadada.

-Yo era cómo Isabella, tampoco pertenecía al mundo de Carlisle; me pongo en el lugar de Bella y la comprendo a la perfección... pero no por ser inglesa, americana o japonesa se distingue una reina- dijo orgullosa.

-Si hay algo que caracteriza a Bella, es su discreción y su educación- añadió Carlisle, hastiándose de la conversación.

-¿Cuanto crees que tardará en hablar, contando las intimidades de la familia y su fastuoso año de posible futura princesita?- interrogó Victoria con gesto evidente.

-Bella nunca haría nada de eso; no la conocéis en absoluto- la defendió Alice.

-No sé por qué la defiendes tanto- masculló Tanya, rodando los ojos.

-¡Basta!, es suficiente... por favor- pidió Carlisle.

La conversación tomó otros derroteros, dejando a un lado el tema Bella-Edward. Una vez terminaron la comida, Carlisle, Esme, Eleazar y Victoria se quedaron en la salita, café en mano; Alice y Jasper prefirieron dar una vuelta por el jardín.

-¡¿Cómo pueden ser así?- murmuraba enojada.

-Ya los conoces tesoro. Tanya se cree que ahora que Bella ya no está, va a tener vía libre con Edward- expresó Jasper.

-No se lo cree ni ella... no puedo entender a qué hemos venido aquí- seguía muy enfadada.

-Llevaban varias semanas insistiendo para qué viniéramos... sabes que tus padres han venido por compromiso- le recordó con una pequeña sonrisa. Le dio un pequeño beso a su novio, sonriendo divertida.

-Menos mal que Edward está de viaje- dijo Jasper con alivio. Rieron ambos, juntando sus frentes... pero les interrumpieron.

-¿Qué hacéis?- Tanya se acercaba a la real pareja.

-Tomar un poco el aire- contestó secamente Alice.

-Verás, me gustaría disculparme... tampoco es justo que se machaque así a la pobre Bella- dijo con tono inocente. Los tres comenzaron a andar por los extensos jardines.

-La verdad, ni yo misma habría aguantado la presión... sacar a la luz fotos tan íntimas, ¿quién habrá podido colarse en los documentos personales de Edward?- canturreó curiosa e inocente, en voz baja... pero la oyeron.

Jasper se quedó noqueado con esa afirmación. Corría el rumor de que eran unas fotos robadas... pero nunca se publicó nada en la prensa sobre si esta afirmación era o no cierta... y mucho menos, que las fotos procedían del ordenador personal de Edward o de Bella... eso sólo lo sabían ellos.

-¿Cómo has dicho?- volvió a preguntar.

-¿El qué?- Tanya no entendía nada.

-¿Cómo sabes qué se las robaron a Edward?; eran fotos de pareja... también las podría tener Bella, y robárselas a ella... en el caso de que no fueran fotos profesionales- Alice la miraba fijamente.

-Bueno... se ve que no son fotos hechas por profesionales, son muy caseras... así que lo más lógico es que las hayan robado- dijo ella, frunciendo el ceño.

-¿No crees que sería más lógico y fácil robar a una estudiante normal y corriente que a un príncipe?- la pregunta de Jasper puso muy nerviosa a Tanya, pero intentó mantener la compostura.

-Sólo son teorías- dijo pagada de si misma. Jasper y Alice asintieron, y cambiaron completamente de tema... hasta salir de esa casa.

Una vez en el coche de vuelta, Jasper dejó conducir a Embry, y se sentó con Alice en el asiento trasero.

-¡Ella sabe algo!, ¡maldita sea!- Alice juraba y perjuraba en contra de su prima postiza.

-Cálmate- la instaba su novio.

-¡¿Cómo quieres qué me calme?, ¡ellos tienen algo que ver, estoy segura!, serán... -Alice no encontraba una palabra para definir a su "familia".

-Alice, tranquila- la apaciguó Jasper -pero una cosa está clara... algo sabe. Ha hecho esa afirmación muy segura de si misma- meditaba Jasper.

-Tenemos que contárselo a Edward, a Bella, a mis padres...- su novio la interrumpió.

-Alice; primero: no tenemos pruebas suficientes para acusarles directamente; segundo: si ellos tienen algo que ver, dudo mucho que ellos mismos se colaran en palacio, más aun si no estábamos allí alguno de nosotros...-.

-De modo que alguien, desde dentro, les ha ayudado- dedujo sabiamente la pequeña princesa, terminando la frase.

-Y tercero: es el hermanastro de tu madre, y tenemos que asegurarnos al cien por cien de que han sido ellos; no podemos acusarles a la ligera, piensa en tu madre, aunque haya momentos tensos entre ellos, para ella sería un palo tremendo... y por supesto, a Edward tampoco, hasta que estemos seguros, sino no sé de qué sería capaz- concluyó Jasper.

Alice meditó las palabras de su novio, asintiendo al final.

-Supongo que tienes razón-.

-Primero hay que esperar a ver si en el registro -Jasper hizo la señal de las comillas con los dedos en la última palabra -de las habitaciones encuentran algo; si lo encuentran, y Eleazar y familia tienen algo que ver, seguro que tarde o temprano nos llevará hasta ellos- le explicó.

-¿Recuerdas lo que nos contaron los periodistas, acerca del hombre que repartió las fotos por las redacciones?, ¿podría ser del entorno de Eleazar y Victoria?- interrogó la pequeña duende.

-Es una posibilidad... pero no podemos apostarnos de guardia a las puertas de su casa- le recordó con burla -no somos muy desconocidos... y conocen a los escoltas- añadió, adivinando el pensamiento de su pequeña novia, que de pronto, tuvo un flash de inspiración.

-Pero sé de alguien que puede ayudarnos-.

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EDWARD PVO

"Hola mi niña.

Acabo de coger el avión de regreso. Como te conté ayer, los dos últimos días en Tokio han sido agotadores. Ayer fue la cena oficial en el Palacio Imperial; el emperador y su familia han sido muy amables y hospitalarios, pero el protocolo japonés es muy estricto y extraño, ya te contaré...

La sala del banquete estaba montada con pequeñas mesas redondas, y en cada una había un incensario que desprendía distintos olores (de verdad que mareaba). Yo presidía la segunda mesa, con la hija de los emperadores, que para colmo de males, no hablaba muy bien inglés. El menú, curioso pero muy rico, a base de verduras y pescado; te habría gustado.

Lo impresionante del palacio son sus jardines; había flores exóticas de todos los colores, e impresionantes cerezos en flor. Me acordé mucho de ti al ver las orquídeas, y de cómo te hubieras inclinado para admirarlas... pensé en robar unas cuántas y llevártelas, pero dudo mucho que hubieran resistido el viaje.

Al final te hice caso, y cambié esa parte del discurso que no te convencía. No sé cómo dices que no sirves para ésto, se te da mejor que a mi... hubiera dado cualquier cosa porque hubieses estado a mi lado estos días, y no puedes hacerte una idea de las ganas que tengo de tenerte frente a mis ojos, y comprobar en primera persona que estás bien.

Mañana iré a verte, a la misma hora. Hasta entonces, no hagas nada que yo no hiciese jejejej...

Edward.

P.D: Te llevaré el libro sobre derecho civil que me pediste; no se me olvida ; )"

Le di al botón de enviar, con una pequeña sonrisa, y me dispuse a comer algo y a echarme un sueño, tenía por delante más de siete horas de viaje.

Una vez cené, me acomodé en el asiento. Los ronquidos de Emmet y Demetri, que había sido designado mi asistente para los viajes internacionales, llegaron a mis oídos, de modo que decidí ponerme los auriculares, perdiéndome en mis pensamientos.

Diecinueve días había estado fuera, y diecinueve mails le había mandado a mi niña, contándole todo lo que había visto, lo que había echo... y ella me había respondido, antes o después, a todos ellos. La verdad es que tenía muy pocas esperanzas de que me respondiera, dado la decisión que habíamos tomado de ir con calma... pero la esperanza que guardaba en mi interior fue creciendo día a día, al leer cada correo que me andaba.

Me contaba cómo estaba, qué hacía en su día a día y las materias que habían dado en clase, y de paso, me las contaba un poco a mi, para que no perdiera mucho el hilo de las asignaturas.

Dentro de poco empezábamos los exámenes, y ambos debíamos estudiar a fondo. Sus notas habían bajado un poco, por todo lo acontecido estos meses, y yo, con tanto viaje y acto para arriba y abajo, también iba un poco atrasado.

Pero tenía miedo, ya que después de los exámenes se marcharía a Forks durante todo el verano. No veía a su familia desde navidades, y era comprensible que pasara allí todo el verano. Recordé con un poso de tristeza el verano anterior, juntos, lo bien que lo habíamos pasado, con nuestros amigos, con Charlie y con Sue... con la genuina abuela Swan... y con ella, aquel paseo por el mercadillo de Port Ángeles, cogidos de la mano, abrazados, felices y enamorados... que nos hubieran pillado allí me daba igual, porque estaba a mi lado.

Aunque ella no me lo hubiera dicho, también sabía que tenía miedo; miedo al papel que le tocaría asumir si nos casábamos, y contra eso no podía hacer nada. Aparte de recuperar su confianza y su amor no podía hacer otra cosa. Ella debía meditar y tomar la decisión.

Con estos pensamientos, y la música de Coldplay de fondo, enseguida caí en un profundo sueño. Al despertar, casi tres horas después, abrí de nuevo mi portátil, para terminar uno de los trabajos que tenía pendientes. Revisé la bandeja de entrada, y vi un mensaje de Bella, que abrí en un segundo.

"Hola Edward.

Me alegra mucho saber que la cena oficial fue bien, tenías serias dudas jajajja...

¿Ves cómo el discurso quedaba mucho mejor así?; seguro que has dejado el pabellón inglés muy alto.

¿Qué mareo con los inciensos, no?; menos mal que no estaba yo allí (ruedo mis ojos), sino habrías tenido que sacarme en volandas, odio los olores muy cargados y fuertes.

Tienes que contarme eso del protocolo japonés, tengo curiosidad... y qué envidia tu estancia en el Palacio Imperial de Tokio... y qué bonitos y espectaculares deben ser los jardines... tienes que describirme todo al detalle.

Gracias por acordarte de mi al ver las orquídeas... todavía recuerdo, nada más empezar a salir, cómo me torturaste durante más de dos horas hasta que lo averiguaste.

También te he echado mucho de menos, y tengo muchas ganas de verte. Mañana te espero, misma hora, mismo lugar ; )

Un beso, y feliz viaje de regreso.

Bella.

P.D: Yo te he guardado el análisis que hice sobre medios de reflote económico en países del tercer mundo, para que le eches un vistazo".

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Después de un intenso viaje, por fin llegué a mi casa; al ser casi medianoche, me fui directamente a la cama, ya que a la mañana siguiente tenía clase... y una cita muy especial por la noche. Apenas vi a mi hermana y a Jasper, y justo mis padres se iban dos días a Edimburgo, a diversos compromisos, de modo que tenía el camino más despejado que otras veces.

A eso de la una de la madrugada, me levante, me vestí y bajé a hurtadillas a los garajes; cogí del pequeño armario de la pared las llaves del jeep de Emmet, y me dirigí hacia él. Estaba intentando abrirlo, cuándo un violento empujón me empotró contra el jeep.

-¡¿De modo que paseando gratis con mi coche?- reconocí la voz al instante, pero otro empujón me volvió a hacer perder el equilibrio cayendo de bruces contra el coche.

-Al menos podrías tener la decencia de llenar el depósito.. ¡y de dar la cara!- sentí que me daba la vuelta y me volteaba, agarrando mi sudadera con sus puños.

-¡Emmet, cálmate!, soy yo- le expliqué. Al momento me soltó, y me fui a dar una de las luces.

-¿Edward?- preguntó sorprendido -¿se puede saber qué coño haces aquí... cogiendo mi coche... ¡a la una de la mañana!- bramó. Le tapé la boca con la mano.

-No chilles; vas a despertar a todo el palacio- siseé. Una vez se calmó, y se recuperó de la sorpresa, volvió a hablar.

-¿De modo que eras tú el que cogía mi coche?- preguntó extrañado. Asentí, poniendo derecha mi chaqueta.

-¿Y se puede saber a dónde has estado yendo?; no debí haberte dejado salir aquella noche en vacaciones; ¿te das cuenta de la que se hubiera formado si te ocurre algo?- me reprochó serio.

Suspiré pesadamente, no podía decírselo; no quería arruinar la oportunidad que me había dado Bella.

-Edward, ¿qué pasa?- empezaba a preocuparse de verdad.

-Emmet, perdóname... pero no te puedo contar- dije desviando mi mirada de la suya.

-¿Estás metido en algún lío?; sabes que puedes confiar en mi- me dijo.

-No es eso... te prometo que en cuánto pueda te lo contaré... sólo guarda el secreto una noche más, por favor- supliqué medio desesperado. Meditó unos minutos, hasta que por fin accedió a regañadientes.

-Está bien; la próxima vez iré contigo, ¿trato hecho?- me ofreció su mano.

-Hecho, muchas gracias amigo- le agradecí de corazón.

-Estaré esperándote despierto, de modo que no llegues tarde- replicó serio.

-De acuerdo papá- rodé los ojos -te haré una llamada perdida- le dije montándome en el coche. Estaba arrancando, cuándo se despidió de mi de una manera peculiar.

-Saluda a Bella de mi parte... y no la cagues- me guiñó un ojo, animándome. Esbocé una sonrisa mientras sacaba el coche del garaje, rumbo a casa de mi niña.

Toqué suavemente a la puerta, y enseguida escuché sus pasitos apresurados. Me recibió con una gran sonrisa, y no pude resistir acortar la distancia y abrazarla con cuidado, parecía tan frágil y delicada.

-Hola mi niña- las dos últimas palabras las pronuncié en un susurro, casi para mi... y sentí el calor de su sonrojo, signo de que me había escuchado.

-Hola- musitó en voz baja, separándose demasiado pronto de mis brazos y dedicándome una de sus preciosas sonrisas. Le tendí el famoso libro, que ella agradeció con otra de sus sonrisas. lo tomó mientras entraba y me quitaba la chaqueta.

Pasamos a la sala, y ella se fue a la cocina, volviendo con galletas y leche caliente.

-Cuéntamelo todo- me ordenó, poniéndose cómoda.

Le relaté los pormenores del viaje, hablándole de las ciudades que había visitado, más detalladamente que en los mails, y las divertidas anécdotas que me habían ocurrido. Se reía a carcajada limpia cuándo le expliqué la costumbre de los japoneses de dar la mano e inclinar dos veces la cabeza.

-Las primeras veces pensé que querían decirme algo, de modo que volvía a agachar la cabeza, para dirigirme a ellos, y ellos volvían a repetir todo el saludo- le contaba divertido.

-Me hubiera gustado verlo en persona- dijo ella, todavía riéndose. Me hice el ofendido.

-Gracias por burlarte de este pobre inculto-.

-La próxima vez tienes que estudiarte algo más las costumbres antes de ir a un país extranjero- recalcó divertida.

-Lo tendré en cuenta- le devolví la respuesta con broma -y tú, ¿qué has hechos estas tres semanas?- interrogué, ya serio.

-Poca cosa, estudiar, hacer trabajos... y estudiar; he estado con Rose y Alice; estuvieron aquí hace unos días... por cierto, Rose sospecha de que tenemos algo entre manos- me confesó.

-¿Y qué le dijiste?- pregunté curioso.

-Sólo que habíamos hablado por teléfono -desvió su carita- pero es demasiado lista, y sospecha- dijo en un susurro.

-A mi me ha pillado Emmet saliendo del garaje- le confesé. Se sorprendió, abriendo sus ojitos.

-No le dije que venía a verte... pero lo adivinó- le expliqué. Esperé tenso su reacción, no quería que se enfadara, ni que pensara que había traicionado su confianza, pero no fue la que esperaba.

-¿No te habrás metido en problemas por mi culpa, verdad?- respiré tranquilo, y tímidamente, la tomé de la mano. En cuánto nuestras pieles hicieron contacto, ese peculiar hormigueo volvió a hacer acto de presencia. Ella no levantó su vista de nuestras manos unidas, mientras yo seguía hablando.

-No me importaría meterme en problemas, si ello significa que puedo verte- le confesé. Bajé la vista yo también, observando su pequeña manita entre las mías.

Alcé su cara con mi dedo por debajo de su barbilla, perdiéndome de nuevo en su mirada color café.

-Me estimas demasiado- exclamó, intentando sonar divertida, pero mi voz adquirió un tono que no daba lugar a replicas.

-No sólo te estimo Bella; conoces mis sentimientos- le dije.

-Edward... yo...- la silencié, poniendo un dedo sobre sus labios.

-No digas nada Bella... sabes que esperaré a que estés preparada y confíes de nuevo en mi-. Ella asintió, dedicándome otra de sus preciosas sonrisas.

A eso de las tres y media de la mañana, tuve que hacer acopio de fuerzas, no quería irme de su lado, pero al día siguiente ambos teníamos clase, y aunque Bella fuera por la tarde, sabía que solía madrugar. Me acompañó hasta la puerta mientras nos despedíamos.

-Hasta mañana Edward-.

-Hasta mañana- respondí de vuelta; estaba saliendo por la puerta, cuándo ella me llamó.

-Edward- me giré, esperando que dijera algo. Ella se mordió el labio inferior, y dudando se acercó a mi, dejando un suave beso en mi mejilla, pero que a la vez rozó la comisura de mis labios. Cerré mis ojos unos instantes, disfrutando de la maravillosa sensación.

-Gracias... por eso de que merece la pena meterse en líos por mi- murmuró con voz tímida.

Le guiñé un ojo, sonriéndole y dándome la vuelta, para regresar a casa.

 

Capítulo 27: Quiero y no puedo Capítulo 29: Hallazgos asombrosos

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
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