Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
Visitas: 328524
Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 29: Hallazgos asombrosos

El sonido de mi teléfono móvil me sacó del mundo de los sueños; a tientas lo cogí, sin ver quién era.

-¿Diga?- murmuré con voz pastosa y los ojos todavía cerrados.

-¡¿Cómo no nos contaste que te veías con Edward?- por debajo de la entusiasta voz de Rosalie, el chillido de la pequeña duende resonó en mis dormidos oídos... y terminó de despertarme.

Me incorporé en la cama, bostezando mientras oía los gritos de alegría de mis amigas.

-¿Cómo os habéis entera...- corté la frase a medias -vale, Emmet- suspiré, rodando los ojos.

-Si, el nos contó que ayer pilló a Edward escaqueándose... y hoy en el desayuno le ha preguntado por ti, y se ha puesto rojo como un tomate- contó Alice, ya que Rose había puesto el manos libres.

Reí ligeramente, mientras la imagen de Edward, rojo como un pimiento, venía a mi mente.

-Nunca lo habría pensado de mi hermano, escaparse de palacio... no puede ser más romántico-.

-Desde luego, será una historia preciosa para contar a vuestros nietos- apuntilló Rose.

-¿Tus padres se han enterado?; no quiero que tenga problemas por mi culpa- seguía con mi preocupación en mi cabeza.

-¡Nooo!, tranquila por eso. Emmet le ha prometido, bueno todos nosotros -aclaró- que guardaremos el secreto- dijo mi pequeña amiga.

-Queremos que nos lo cuentes todo... de modo que prepara el café, que salimos para allá- dijo Rosalie.

-¿No se supone qué tenéis clase?- recordé, arqueando una ceja... pero la línea ya se había cortado.

Suspirando, me levanté para ducharme y preparar el desayuno. Al de media hora, ya tenía a mis amigas en la puerta, con una bandeja de bollos y expectantes y ansiosas. Nos acomodamos en el sofá, en torno a la mesita pequeña. Alice, fiel a su costumbre, acaparó todos los cojines, sentándose en el suelo y apoyada en el sofá individual, mientras que Rose y yo doblamos las piernas en el sofá grande, enfrente de ella.

-Desembucha- el tono tan serio de Rosalie hizo que me riera por lo bajini.

Les conté la historia completa; ellas me escuchaban atentamente, mirándose con una sonrisa cómplice. Al terminar, me quedé callada, esperando su opinión.

-¿Y está funcionando su "plan de reconquista"?- preguntó Alice, después de dar un bocado a su bollo de crema.

-No creo que Edward necesite un plan de reconquista- dijo Rose, obvia. La miré sin entender.

-Bella... le has perdonado... y a mi no me engañas; nunca has dejado de quererle, ni un solo segundo- afirmó Rose, pagada de si misma. Desvié mi vista hacia el suelo, que de repente, se había convertido en lo más interesante del mundo.

-Bellie, ¿qué ocurre?- Alice gateó hacia mi, apoyando su cabeza en mis piernas. Luché por contener las lágrimas.

-Soy tan distinta a él Alice... y nunca podré estar a la altura de lo que se espera de mi-.

-Eso no es verdad, y lo sabes muy bien; todos te hemos apoyado y enseñado, y eres una excelente alumna- me dedicó una sonrisa de ánimo.

-Pero tienes miedo- la afirmación de Rosalie dio justo en el clavo. Asentí levemente, con la cabeza. Alice me tomó de la mano, apretándola gentilmente.

-Bellie, comprendo que puede dar miedo introducirse en este mundo; a veces es complicado para nosotros mismos... pero tienes todo el apoyo de la gente que te quiere; ya nadie se acuerda de esas fotos- me explicó

-¿Habéis averiguado algo?- pregunté curiosa, y queriendo dar a entender que quería zanjar el tema.

-Están en ello, te prometo que te pondré al corriente en cuánto tengamos confirmadas unas sospechas que hay por ahí- le di las gracias con una sonrisa.

-¿Y vosotras?, ¿qué me contáis?- intenté animarme un poco. Estuvimos hablando durante horas poniéndonos al día y charlando como en los viejos tiempos; aunque en esos meses las había visto, cierto que no era lo mismo, y ahora todo parecía que volvía a ser cómo antes de aquella noche.

Nos despedimos a la hora de comer; Alice debía volver a palacio, Rose a sus estudios... y yo hoy tenía que exponer un trabajo en una de las clases. Estaba muy nerviosa, y no hacía más que repasar una y otra vez los manoseados folios. Al final el temido momento llegó.

-Isabella Swan- la voz de la profesora me sacó de mis ensoñaciones. Un poco roja, por la vergüenza, me situé enfrente del improvisado atril, sin levantar la vista de los papeles.

Siempre me había dado muucha vergüenza a hablar en público... pero no me quedaba más remedio. Carraspeé, intentado aclararme la voz, pero se me quedó atorada en la garganta. Oí las risitas y cuchicheos de mis compañeros... y uno llegó a mis oídos, alto y claro.

-¿Y ella pretendía ser la princesa de Gales?- la muchacha escondía su sonrisa malévola.

-Ni siquiera sabe hablar en público...- me quedé estática, con la mirada gacha; no me di cuenta de que la señora Walford se había acercado a mi lado.

-¿Se encuentra bien, señorita Swan?- interrogó preocupada. Esas palabras hicieron que, de repente y sin saber cómo, levantase la mirada, mirando fijamente a mis compañeras. Ellas dejaron de reírse cuándo mi mirada se cruzó con la suya. Con una determinación que no sabía que poseía, me puse derecha, mirando al frente. Le hice un gesto afirmativo con la cabeza a mi profesora, que me dio la réplica para empezar.

-La organización diplomática comprende varios protocolos a seguir; en casos de...- mi voz era suave, pero a la vez segura y decidida. Apenas necesité mirar el papel más de dos veces, debido a que me sabía el texto de memoria, por haberlo leído un millón de veces; incluso me atreví a gesticular con las manos, dando énfasis a detalles importantes.

Nada más terminar de pronunciar la última palabra, la señorita Walford y mis compañeros empezaron a aplaudir, haciendo que me sonrojara ligeramente.

-Muy bien señorita Swan- me felicitó la profesora, mientras escribía algo en su cuaderno. Le di una tímida sonrisa de agradecimiento, volviendo a mi sitio, ya que la señora Walford revisó la lista, para llamar a otro de mis compañeros. Respiré aliviada y contenta conmigo misma... si le cuentan ésto al señor Berty, mi profesor de literatura en Forks, seguro que no se lo creería.

Al llegar a casa, lo primero que hice fue llamar a Edward, que respondió al segundo tono.

-Qué cerca estabas del teléfono- le dije a modo de saludo.

-Lo tenía aquí al lado; ¿cómo estás?- me preguntó. Su voz, cálida y aterciopelada, hizo que mi corazón palpitara deprisa.

-Bien; acabo de llegar a casa- le contaba mientras me dirigía a la cocina.

-¿Cómo ha ido la exposición del trabajo?-.

-Pues me salió muy bien; según la señora Walford, de los mejores que ha oído en mucho tiempo- decidí omitir los comentarios que hicieron mis compañeras.

-¿Lo ves?, estaba seguro de que lo harías muy bien- me reprendió en broma.

-¿Qué haces?- interrogué curiosa.

-He terminado un trabajo, y estoy viendo una película que bajé el otro día de internet- explicó divertido.

-Ahhh... por cierto, ¿sabes que las chicas se han plantado en mi casa, después de que Emmet se fuera de la lengua?-.

-Me lo suponía; ¿te has enfadado?- de repente, su tono de voz pasó de alegre y despreocupado a serio y demandante.

-No, sabía que tarde o temprano se tendrían que enterar... además, que el secreto haya durado más de un mes ha sido asombroso- murmuré de vuelta.

-Sí, demasiado... ahora cada vez que quiera verte me tendrá que acompañar... pero tranquila, se quedará abajo en el coche- me tranquilizó, sabiendo lo que pasaba por mi cabeza.

-Está bien- suspiré -¿vendrás mañana?- puse un tierno puchero, a pesar de que no me veía.

-Claro que sí... y no hace falta que me pongas caritas de cordero degollado- explicó divertido.

-Me conoces demasiado- murmuré sarcástica.

-¿Sabes que haría cualquier cosa por ti?, ¿y que iría a dónde tu me lo pidieses sin dudarlo un segundo, no?- me preguntó en un susurro ahogado.

Mi sonrojo se abrió paso, extendiéndose por toda mi cara, a la vez que una tímida sonrisa asomaba por mis labios.

-¿Bella, estás ahí?- su voz al otro lado del teléfono me devolvió a la tierra.

-Ehhhmmm... si, si- respondí, un poco nerviosa.

-Te veré mañana- dijo a modo de despedida.

-Hasta mañana- me despedí, quedándome con el teléfono en la mano, pensando. Me quedé estática unos minutos, hasta que mi estómago clamó por algo de comida. Después de una cena ligera, salí a la terraza, con mi inseparable café. Entre sorbo y sorbo, mi mente voló a recuerdos dulces y amargos.

Por mucho que intentara convencerme a mi misma, tal y cómo había dicho Rosalie esta mañana, no había dejar un sólo segundo de quererle.

Le amaba, más que a mi vida... pero las dificultades y los problemas hacían que no todo fuese un camino de rosas.

Tenía miedo, y mucho; miedo de no poder soportar esa presión... cómo me había ocurrido hoy en la exposición. Pero esa rabia contenida, después de todas las críticas recibidas, de todo ese acoso al que habíamos sido sometidos, hizo que un valor y aplomo, que no sabía que tenía, saliese a flote, y me enfrentase a ello... y lo más asombroso y curioso de todo, lo había conseguido y había sabido salir del atolladero.

Una parte ilusionada de mi mente pensó por unos segundos que sí podía, que sería capaz de estar a lado de Edward en su tarea, compartir todo eso con él... y sobre todo, de volver a estar a su lado.

Cada día que le veía cruzar la puerta de mi casa, hacía un esfuerzo tremendo por no abalanzarme contra sus labios, y besar esa boca tan sexy y suave. Las miradas que me dedicaba estaban llenas de tantos sentimientos contenidos... deseo, pasión, complicidad, cariño, ternura... amor. Su amor, que nunca dejó de ser mío... y mi corazón, del que él sería el dueño, pasara lo que pasara en el futuro...

0o0o0o0o0o0o0o0

EDWARD PVO

Estaba en mi habitación, con una taza de café encima de mi escritorio, al lado de los innumerables folios de apuntes, y varios libros abiertos encima de la mesa. Ya estábamos a principios de junio, y los exámenes finales habían llegado. Lo que más me fastidiaba es que no podía ver a mi niña tanto como antes, y para colmo de males, después de los exámenes se marchaba a Forks, y no podría verla hasta septiembre.

Este verano, mis padres habían aplazado sus vacaciones hasta agosto; en julio se iban de visita oficial a Australia y Nueva Zelanda... y yo iría con ellos, al igual que mi hermana. No regresaríamos hasta agosto a Londres...

Cada día soportaba menos el tener a mi niña tan cerca de mi, y tener que hacer un esfuerzo sobrehumano por no aprisionarla entre mis brazos y besar sus dulces labios, que sabían a frutas, como toda ella... la añoraba cada día más... y cómo me confirmó mi hermana, tenía miedo. Eso no se lo podía reprochar ni negar, a veces a mi también me asustaba este mundo. No sabía qué hacer para convencerla, ni que decirle. Pero una cosa tenía clara, no podría soportar una negativa por su parte; la necesitaba a mi lado como el aire que respiraba, cómo mi mujer...

Alice escuchaba mis lamentaciones, al igual que Rosalie y el resto, y sólo pudieron consolarme y animarme, alegando que Bella debía enfrentarse a sus miedos... y lo qué no podía hacer, bajo ningún concepto, era darle un ultimátum.

Unos suaves golpes en la puerta me distrajeron de mis pensamientos. Mi madre apareció, cerrando la puerta tras de sí y acercándose a mi altura.

-¿Cómo lo llevas?- me pasó un brazo por los hombros, mientras que con su mirada señalaba los libros y los apuntes.

-Espero que bien; he conseguido ponerme al día; no espero una matrícula de honor, pero bueno- me encogí de hombros, y de mi garganta salió un suspiro.

-¿Pensando en ella?- mi madre era demasiado intuitiva, y no pude menos que sonreír ante la mención a mi princesa.

-Si- admití .

-¿La echas de menos, verdad?- mi madre se sentó a mi lado, dispuesta a escucharme.

-Mucho; mamá, se que metí la pata esa noche... y no sé si la he perdido- negué con frustración.

-Alice me ha dicho que has estado viéndola- me dijo con una pequeña sonrisa.

-Parece que no se puede tener secretos- bufé enfadado.

-No te enfades con tu hermana cariño; además, me ha dicho que más o menos lo vais arreglando- dijo esperanzada.

-No lo sé mamá... ya no sé que pensar-.

-Tiene miedo Edward, y debes entenderlo; pero hay una cosa cierta- la miré sin entender lo que quería decir.

-Si ella te quiere tanto cómo tu la quieres a ella, y me consta que es así -recalcó- tarde o temprano volveréis a estar juntos, y no le importará la presión y la sacrificada vida que tendréis que llevar- me explicó.

-¿Tú crees?- pregunté esperanzado -te juro que estaba pensado plantarme en su casa y ponerme de rodillas... y pedirle que se casara conmigo- mi madre sonrió.

-No lo dudo, te conozco demasiado, pero tenéis que terminar los estudios- me recordó.

-La quiero a mi lado mamá, como princesa y lo más importante, cómo mi mujer- ella palmeó mi hombro, mirándome con cariño.

-Paciencia, y apóyala en todo, escúchala; es lo único que te puedo aconsejar- asentí con la cabeza.

-¿Papá?- interrogué curioso.

-Esta en la antecámara de su despacho; quiere vernos a todos allí- salimos de mi habitación, rumbo a la improvisada reunión. Allí estaban, aparte de él, Alice y Jasper, Emmet, Sam, Preston y el coronel Somerland.

-¿Y Rosalie?- pregunté a mi amigo.

-Está con Bella- me respondió. Me acerqué a mi padre, curioso.

-¿De qué va todo ésto?- el rostro de mi padre mostraba enfado y seriedad. Viendo el rictus de su cara, me acerqué a Jasper.

-¿Qué pasa?-.

-No lo sé... pero me da que han encontrado algo en los registros- me tensé, y puse la misma cara que mi padre.

Iba a preguntarle algo, pero al instante entraron varias personas del servicio. Miré sus caras una a una... y al verle ahí delante, caí en la cuenta. Pero me callé, y esperé a que Preston hablara.

-Señoras y señores; cómo ustedes saben, se les informó de que iban a hacer mejoras en sus residencias... pero no era así-. Mi padre tomó la palabra.

-Me costó mucho trabajo tomar esta decisión; nunca pensé que pudiera tener a una persona desleal trabajando para mi; pero por desgracia, es todo lo contrario-. Ellos se miraban sorprendidos.

-Las fotos publicadas en diciembre del príncipe Edward y la señorita Isabella, fueron sustraídas del ordenador personal de su alteza- me señaló con la mano. Los empleados se quedaron atónitos, sin poder creer lo que estaban oyendo.

-Son fotos personales, que sólo poseían ellos dos; cada uno tenía copia de esas fotos en sus portátiles personales. Hemos deducido que debió ser en verano, obviamente, dado que la familia no estaba en Londres- explicó Sam.

-La señorita Isabella se llevó su portátil a Forks, de modo que sólo quedó aquí el del príncipe Edward -Preston tomó la palabra; obviamente, la señorita Isabella no filtró esas fotos a la prensa, de modo que no nos queda otro remedio que pensar que alguien robó esas fotos- los empleados no daban crédito a lo que escuchaban.

-Y por supuesto, debe ser alguien cercano; no se puede acceder al palacio como quién va a una cafetería. Hemos registrado cada una de las habitaciones... y hemos hallado un aparato muy sospechoso- el coronel Somerland tomó la palabra, sacando un pen-drive de su bolsillo.

-Este pequeño aparato, a la vista puede parecer un simple pen de almacenamiento de datos... pues no; este artilugio lleva en su interior un microchip de alta tecnología, capaz de desencriptar claves y contraseñas de acceso- estaba alucinado, no podía creer lo que estaba escuchando.

-¿De modo que conectando eso a un ordenador... se pueden saber claves de acceso?- pregunté, con la vena de mi cuello hinchada de furia.

-Claves de acceso, contraseñas... absolutamente todo; es un aparato poco común. Sólo lo poseen departamentos de investigación oficiales y la policía científica- el coronel Somerland miró a mi padre, que tomó la palabra.

-¿Puede explicar porqué estaba en su habitación... Félix?- el aludido se quedó blanco como la cal ante la mención de su nombre. Mi madre le miraba fijamente, con los ojos entrecerrados, Emmet, Jasper y Alice con rabia contenida; el resto perplejidad.

¿Cómo no nos dimos cuenta antes?; no sabía porque, siempre había mirado a mi niña con mala cara, incluso se notaba que yo no le era simpático, y no sabía el motivo. Ni Bella ni yo mismo le habíamos hecho nada. Mis puños se fueron cerrando, sacando toda la rabia contenida durante meses. Por su culpa, había perdido a Bella, y me las iba a pagar. Me adelanté un paso, encarándole. El muy traidor me aguantó la mirada, con arrogancia y altivez.

-¿Por qué?- pregunté simplemente -¡¿qué te hemos hecho Bella y yo, para hacernos tanto daño?- interrogué, bramando a pleno pulmón.

-Todavía no pueden demostrar que eso sea mío- respondió con voz fría.

-¿Entonces cómo lo explicas?- la voz de mi padre, autoritaria como nunca, resonó en la habitación.

-¿Y todavía te atreves a negarlo?- Félix dio un paso adelante, acercándose a mi, pero Emmet le paró, poniendo su musculoso brazo entre nuestros cuerpos.

-Un paso más y te prometo que no lo cuentas- le advirtió, apuntándole con el dedo índice de su otra mano.

Félix tragó saliva, ante la mirada de Emmet, que no daba lugar a réplica alguna. Mi madre, saliendo se su estupor inicial, se dirigió a los otros empleados.

-¿Podrían dejarnos a solas, por favor?- Sam, el coronel Somerland y los compañeros de Félix, salieron, quedándonos el resto allí. Mi cuñado tomó la palabra.

-Féilx, sabemos que tú no vendiste esas fotos a la prensa- miré a mi cuñado interrogante, al igual que mis padres.

-¿Estás diciendo que hay más gente implicada?- la pregunta de mi madre se adelantó a la mía.

-Hemos estado hablando con periodistas, extraoficialmente, por supuesto; Sam está al tanto- explicó mi hermana.

-Jacob Black y Seth y Leah Clearwater nos estuvieron contando cómo llegaron esas fotos a las redacciones-.

-¿Black?- pregunté, rodando lo ojos, el que faltaba.

-No Edward, no pienses mal. El recibió las fotos en la redacción del Daily Mirror, y se dio cuenta al segundo que no eran fotos hechas por periodistas- explicó mi hermana a los presentes.

-Se negó a publicarlas, y le despidieron- añadió Jasper.

-En una de las ruedas de prensa que diste- Alice miró a papá- les oímos comentar algo acerca del tema, de modo que al terminar, hablamos con ellos-.

-Han estado investigando, y parece ser que las fotos las entregaron en mano, en las recepciones de las distintas sedes, por un mismo hombre- explicaba Jasper.

-Cuya descripción no coincide en absoluto con Félix- decía mi hermana, mirando con furia al aludido. Escuchaba alucinado la historia, y desde luego, mi hermana y Jasper se merecían un buen regalo. Estaba perdonada por haberle contado a mi madre mis encuentros con Bella.

-¿Por qué no me contasteis la parte de los periodistas?- interrogué confuso.

-Edward, queríamos confirmarlo antes de decir nada- se excusó la pequeña duende.

-¿Es cierto todo lo que se está contando aquí?- la pregunta de mi padre iba directamente al culpable, en parte. Permaneció en silencio, agachando la mirada; pocas veces había visto a mi padre así de enfadado.

-Responde a su majestad- la autoritaria voz de Preston resonó en mi habitación.

-Yo sólo fui el intermediario, para conseguir esas fotos- confesó en un murmullo. Mi paciencia estalló en pedazos.

-¿Por qué lo hiciste?, ¿te das cuenta de que has hecho mucho daño, a gente que no se lo merecía?- le preguntó mi madre.

-Tuvieron suerte y no les pillaron en ese exclusivo resort, pero el escándalo se hubiera montado igual si algún periodista hubiese hecho fotos allí- dijo sin venir a cuento.

-Ese no es el tema; si nos hubieran cazado los periodistas en Mahe, nos hubiéramos resignado y lo habríamos aceptado- bufaba cabreado, puedo jurar que mi nariz echaba humo -el quid de la cuestión, es que eran fotos personales, qué sólo poseíamos Bella y yo... y las robaste- le expliqué la diferencia con enfado y un tono sarcástico.

-Dinos quién está detrás de ésto... y te prometemos un trato justo. Por supuesto, estás despedido desde este mismo instante; no puedo tolerar a un empleado que traiciona la confianza de sus superiores- le dijo mi padre, muy serio.

-Y más aquí, que la discreción es fundamental- dijo mi madre. El silencio volvió a reinar en la habitación.

-¡Habla de una vez!- me acerqué de nuevo a el, con mis puños apretados, pero Emmet me apartó antes de llegar a su lado, tranquilizándome.

-Edward, tranquilo hijo- mi madre me miraba, pidiendo calma... y tenía razón... por más que quisiera partirle la cara, debía mantener la compostura. Al ver el silencio de Félix, mi padre tomó la palabra. Cogió el teléfono, apretando el botón de seguridad. Al momento el coronel Somerland, junto con Embry y Nick, entraron.

-Por favor, acompañen a Félix mientras recoge sus efectos personales, después llévenlo al despacho de Preston, que firme los documentos pertinentes y asegúrense de que cruza las puertas de esta casa- ordenó mi padre.

Félix se dio la vuelta, saliendo sin decir una palabra, y ni siquiera sin poder mirarnos a la cara. Una vez salieron, Sam entró, cerrando la puerta tras nosotros.

-No puedo creerlo- mi padre se dejó caer en la silla, completamente anonadado.

-Nunca nos había pasado nada igual- mi madre estaba consternada -creo que siempre hemos tratado bien a las personas que han venido a trabajar aquí- mi hermana se acercó a ella, reconfortándola.

-Pero no nos ha dicho nada, ¿cómo vamos a averiguar para quién trabajaba?- interrogué. Lo único que quería era saberlo, para romperle la cara, por todos estos meses de sufrimiento, tanto los míos como los de mi niña.

-Hemos pensado algo- dijo Jasper. Todos atendimos a su explicación.

-Obviamente, no podemos poner a policías ni a nadie de seguridad- relató.

-No son muy discretos... pero los periodistas saben camuflarse- dijo Alice, pagada de sí misma.

-Jacob, Seth y Leah nos han ayudado mucho, de modo que estarían dispuestos- terminó de explicar mi cuñado. Mis padres parecieron meditar unos minutos.

-¿Qué opinas?- interrogó mi padre a Sam.

-Ya que ellos nos han proporcionado información muy valiosa, y conocen más o menos el asunto, y no han dicho nada a nadie- aclaró - no me parece muy descabellado- meditó.

-Se le puede enseñar una foto de Félix, y que lo sigan; ya que no ha confesado, lo más lógico es que trate de ponerse en contacto con sus compinches, para advertirles- teoricé en voz alta.

-Es muy posible- aprobó Jasper... pero mi hermana y él se dedicaron una mirada extraña.

-Está bien; hablen con ellos... pero por favor, que no se sepa nada de ésto; sólo nos falta otro escándalo y un debate sobre a quién contratamos y metemos a nuestra casa- pidió mi padre, a lo que todos asentimos.

-Mañana mismo hablaré personalmente con ellos, junto con Sam- explicó Jasper.

Ellos se quedaron unos minutos más, y yo me fui a dar un paseo por los jardines. Necesitaba aire fresco, y digerir todo ésto que había ocurrido... y hablar con mi niña, necesitaba escuchar su voz.

Fui a mi cuarto y tomé el móvil. Una vez me acomodé en el suelo, con la espalda apoyada en el sauce, en el lugar dónde Bella y yo nos refugiábamos, marqué su número. Vi que tenía tres llamadas perdidas de ella. Tardó un poco en cogerme, pero al final lo hizo.

-Hola- su voz suave llenó mis oídos; hubiera dado cualquier cosa por tenerla enfrente mío, y comérmela a besos.

-Hola, siento no haberte cogido antes- me disculpé.

-Tranquilo; supuse que tendrías una reunión o que estarías estudiando- me tranquilizó. Su tono mostraba preocupación, la noté muy rara.

-¿Estás bien?, ¿Bella, qué pasa?- interrogué extrañado.

-Edward... me voy a Forks- dijo en un hilo de voz.

-Eso ya lo sé; te vas dentro de dos semanas- le recordé.

-Me voy mañana... a las seis de la mañana- mi corazón se paralizó en ese mismo instante.

-¿Por qué?- susurré.

-Mi padre ha tenido un accidente-.

-¡¿Qué?, ¿qué ha ocurrido?, ¿es grave?- me puse de pie de un salto, yendo hacia el interior de palacio.

-Se cayó mientras estaba pescando en los acantilados de la Push, se resbaló y se dio contra una de las rocas; tranquilo, no es nada grave, está bien; pero tiene una fractura muy fea en la pierna, y deben operarle para fijarla, pero por lo demás está bien- me explicó. Suspiré aliviado, por un momento me puse en lo peor.

-Vaya; ese tipo de accidentes no son graves, pero si muy engorrosos- comenté. Ella me dio la razón.

-Sí, y si encima el paciente no deja de refunfuñar por todo, peor todavía- me reí, imaginando a Charlie protestando cual niño pequeño, y llevando a todo el mundo de cabeza en el hospital.

-Me lo creo, pero tienes que admitir que es una buena señal; eso significa que está bien... ¿y tu examen de derecho penal?; lo tienes la semana que viene -le recordé.

-Verás, he estado hablando con ellos, y Sue va a necesitar ayuda con mi padre, también hay que estar pendiente de la abuela... y dado que lo llevo bastante mal, he decidido dejarlo para septiembre, es el único que me queda por hacer- me informó.

Me dolía perder esos días que me quedaban para poder verla en persona... pero también sabía que Bella no iba a estar tranquila, con su padre así. Necesitaba verla, contarle todo este tinglado, y por supuesto, despedirme de ella en persona,; una idea cruzó mi mente.

-¿Rose sigue allí?-.

-Si, quedó con Emmet que vendría a buscarla- me explicó.

-¿Te molesta que vaya?; me gustaría verte, y despedirme en persona... no te voy a ver en tres meses, y aunque estaremos en contacto, no será lo mismo- dije en un murmullo. Ella se quedó unos segundos callada... quizá no quería verme, pensé con pena para mis adentros.

-No, claro... yo también quiero verte antes de qué me vaya- dijo.

-Estaré allí en media hora- sin darle tiempo a decir nada más, colgué el teléfono, buscando a Emmet y a mi hermana. Seguían en el mismo sitio, charlando con Sam y mis padres. Les conté lo sucedido, y mi hermana y Jasper fueron a prepararse, ya que también querían despedirse de Bella. Mis padres y Sam me mandaron muchos besos y ánimos para ella.

-Mañana mismo llamaré a Sue- dijo mi madre, a lo que mi padre asintió preocupado. Les agradecí su gesto, y en quince minutos, salíamos en dos coches hacia la casa de mi niña.

 

Capítulo 28: Sospechas Capítulo 30: Abriendo los ojos

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
14445345 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios