Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
Visitas: 328485
Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

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Capítulo 16: Un americano en Londres I

Al acabar de prepararme, salí de mi cuarto. Edward ya estaba esperándome para ir a desayunar. No me entraba en la cabeza cómo le quedaban tan bien tanto los trajes como los vaqueros y camisetas...

-Estás preciosa cariño- me dijo acercándose a mi y dándome un casto beso en los labios. Llevaba un vestido azul de punto de manga larga, con unos legguins negros y mis inseparables bailarinas.

-¿Sabes una cosa?- negó con la cabeza -creo que no eres nada imparcial pequeño- le dije con una mueca de desaprobación. El rió, mientras me aprisionaba entre sus brazos.

-Bueno... creo que soy el único para poder opinar sobre eso- me susurró al oído.

-¿Así que eres el único...?... celoso- murmuré.

-En lo que respecta a mi novia... sí- dijo muy convencido, mientras se inclinaba para besarme. Mis manos, como siempre, se fueron hacia su suave pelo, todavía un poco húmedo por la ducha. En esos mismos instantes hubiera mandado al garete el desayuno... pero una voz nos hizo separarnos.

-Alteza, sus majestades lo esperan para desayunar- me separé de él asustada por la fuerte voz. Félix nos miraba, mejor dicho, me miraba como si fuera un bicho raro... alguien a quién quitar del medio. Un escalofrío me sacudió entera... y Edward lo notó, ya que me escondió detrás suyo, literalmente hablando.

-Gracias, enseguida iremos- respondió con voz monocorde y fría. Una vez el hombre desapareció por los pasillos, Edward se giró.

-¿Qué le he hecho yo a este hombre?- susurré incrédula. Edward me frotaba los brazos, en un intento por calmarme.

-Tranquila cariño... apenas lo conozco, acaba de entrar a trabajar aquí... es un poco serio y cortante- me explicó.

-Ayer estaba con tu madre y me lo presentó... bueno, le dijo quién era y eso... creo que se sorprendió bastante- le expliqué.

-No le des vueltas cariño... aquí nadie va a hacerte nada, eso tenlo por seguro- me dijo mientras me besaba la frente -vamos a desayunar- me dijo tomándome de la mano. Nos dirigimos hacia el comedor, donde ya estaba Carlisle y Esme.

Ambos se levantaron para saludarnos.

-¿Como estás Bella?- me dijo Carlisle mientras me abrazaba.

-Muy bien, hace mucho que no te veía- le dije cariñosamente.

-Cierto... debería tomarme unas vacaciones... pero ya conoces este trabajo y sus inconvenientes- me dijo con una sonrisa. Asentí, mientras Edward apartaba la silla para que me sentara.

Edward y su padre nos pusieron al tanto de su viaje a la India, contándonos a Esme y a mi, los lugares que habían visitado y con quién se habían entrevistado.

-Entonces... ¿se va a llevar a cabo el acuerdo de exportación?- le pregunté.

-Bueno... de eso charlamos con el ministro de economía y con la presidenta... al menos no se han cerrado en banda, y han prometido que lo estudiarán- nos contaba Carlisle.

-¿Y las relaciones con los estados pakistaníes?- interrogó Esme preocupada.

-Supongo que en ese asunto sólo podemos mediar... es un tema complicado- suspiró Edward con resignación.

Asentí con la cabeza, el tema era demasiado delicado. Carlisle enseguida cambió de tema.

-Bien Bella... ¿preparada para conocer Windsor?- me preguntó con una sonrisa. Asentí contenta, mientras miraba a Edward con una sonrisa.

-Tengo muchas ganas, la verdad, he oído hablar mucho del sitio... mi padre y Sue también están muy nerviosos- recordé medio riéndome.

-¿Por qué?- preguntó Esme.

-Bueno... supongo que nerviosos por conoceros... no todos los días unos reyes te invitan a uno de sus palacios- murmuré agachando la cabeza.

-Tranquila, verás que todo sale muy bien... además aquí es la época del año para cazar... por fin alguien que le gusta la caza y pesca- dijo Carlisle frotándose las manos. Esme rodó los ojos.

Edward se había quedado muy callado, le miré ahogando una sonrisa.

-Edward... mi padre no te va a comer- le intenté consolar. Suspiró, mientras me dedicaba una pequeña sonrisa.

-Ya lo sé... pero estoy nervioso- hizo un gracioso puchero, que no hizo otra cosa que sacarles las risas a Carlisle y Esme.

-Hijo... hay que conocer al suegro- dijo éste entre risas. Todos lo acompañamos en ellas, menos mi novio, que no hacía mas que protestar y refunfuñar.

Una vez terminamos el desayuno, nos dirigimos hacia nuestro lugar en los jardines. Me senté en el regazo de Edward, mientras intentaba tranquilizarle.

-Cariño... mi padre no se come a nadie- le dije con una pequeña risa, a la vez que le pasaba los dedos por su pelo.

Resopló, mirando para otro lado.

-Edward... tranquilo, de verdad- le dije, poniéndole un dedo bajo la barbilla, para que me mirase.

-Es que... estoy muy nervioso... ¿crees que le caeré bien?- me preguntó ansioso.

-Claro que sí, ¿por qué piensas lo contrario?- le pregunté extrañada.

-Es que... los padres suelen ser muy severos con los novios de las hijas... y el que yo te tenga escondida... no se si le hará mucha gracia- me dijo confuso. Negué con la cabeza, cogiendo su cara entre mis manos.

-Edward; tanto mi padre como Sue saben lo que pasa... y lo entienden. Créeme, prefieren ésto a que me persigan los periodistas... además Sue me ha prometido que lo mantendrá a raya... y yo también, te lo prometo- intenté tranquilizarle.

-Está bien... prometido- dijo no muy convencido.

-Ese es mi chico- le respondí con una sonrisa, para besarle.

Hablamos durante horas de lo que habíamos hecho esos diez días. Me contó todo lo que había visto. Puse una mueca de envidia cuándo me contó la visita al Taj Mahal. Estuvimos charlando hasta que se hizo la hora de comer, y después fui a preparar la maleta, ya que a media tarde nos íbamos a Windsor.

Los coches ya estaban esperando en la puerta. En el primero montaron Carlisle y Esme, y en el segundo nosotros. A través de los cristales tintados, iba observando el paisaje, mientras Edward, poco a poco, iba contándome la historia del castillo y de los alrededores. Se encontraba en el condado de Berkshire, al oeste de la ciudad de Londres.

-Fue construido en el año 1070, por el rey Guillermo el conquistador, servía de muralla de defensa para la ciudad; después, en 1348, se construyó la Capilla de San Jorge- me iba explicando Edward.

-Lugar dónde se celebran las ceremonias de la Orden de la Jarretera- añadí con una sonrisa.

-Eso es... eres una buena estudiante- susurró besándome en la mejilla.

-También está la Bilblioteca, y parte de las Colecciones Reales... guardan dibujos de Miguel Ángel y de Leonardo da Vinci- me contaba; estaba asombrada... tenían más obras de arte que los museos.

Íbamos en animada charla, cuándo me indicó con el dedo que nos acercábamos. La imponente fachada de piedra gris, se alzó ante nuestros ojos.

-Todo lo que ves aquí- me dijo señalando un extenso bosque- son los jardines y el parque de Windsor, siempre están abiertos al público, hasta un límite; evidentemente, a la parte trasera del jardín, no puede entrar la gente, esas son las dependencias privadas- me explicaba.

El coche paró en un pequeño recibidor, presidido por una puerta de madera con cristales. Carlisle y Esme ya estaban dentro. Edward me tomó de la mano para bajar del coche y adentrarnos. Era un recibidor no tan lujoso como en el palacio de Londres, cubierto por una moqueta roja, aunque los elegantes y antiguos muebles lucían en todo su esplendor.

Varias personas, deduje que eran personal de servicio, se encontraban allí para recibirnos.

Un hombre de unos sesenta años, de pelo canoso y mirada amable, hablaba con el rey, que se volvió para hablarme.

-Bella, te presento a Sir Angus Felton, mayordomo mayor del castillo. Ella es la señorita Isabella Swan, novia del príncipe Edward- me presentó en general a la gente que estaba allí. Me adelanté, para estrecharle la mano.

-Es un placer conocerle- murmuré tímidamente.

-El gusto es mío, señorita Isabella- me dijo con una gran sonrisa – espero que usted y sus padres disfruten de su estancia- me dijo amablemente, para después volverse a Edward -Bienvenido Alteza- saludó con un apretón de manos e inclinando levemente la cabeza.

Una vez hechas las presentaciones, Edward me condujo escaleras arriba, a lo que supuse serían las habitaciones privadas. Pasamos por inmensas galerías, llenas de arte y valiosos muebles, hasta que paró en una puerta.

-Esta es tu habitación, la mía es ésta- dijo señalando la puerta que estaba justo enfrente. Asentí con una sonrisa, para preguntarle después.

-¿Dónde van a dormir mi padre y Sue?-.

-Me imagino que en las habitaciones del otro pasillo, están cerca de aquí- me señaló con la mano el acceso a esa galería.

-¿Quieres que te ayude a ordenar las cosas?- le pregunté.

Asintió con una sonrisa, pero primero me mostró mi habitación. Era más grande que la que solía ocupar en Londres, y las vistas a los jardines eran preciosas. La enorme cama de madera, con un pequeño dosel de gasa blanca, presidía la habitación. La tapicería y las paredes iban perfectamente coordinados, en diferentes tonos de azules y blancos.

La habitación de Edward era enorme, pero muy similar a la de Londres, con un pequeño salón, separado de la zona de dormitorios por unas puertas correderas. Cada habitación tenía su propio cuarto de baño... me daba pena pensar en la gente que se ocupaba de la limpieza del lugar...

Una vez subieron el equipaje, me dispuse a ordenarlo poco a poco, ayudada por Edward. Me gustaba esa intimidad que teníamos, parecíamos una pareja normal ordenando nuestra casa. Después de un buen rato, por fin pudimos ir a recorrer un poco el castillo.

Si el palacio de Buckingham era lujoso, éste no se quedaba atrás. Casi todas las cortinas de las salas de estar eran de terciopelo rojo, a juego con los sillones y sillas. De la mano de Edward, recorrí las inmensas salas y galerías. Había una sala con las paredes llenas de trofeos de caza.

-Mi padre va a adorar este sitio- musité rodando los ojos. Mi novio rió por mi comentario, para después añadir.

-Sólo espero que no quiera colgarme aquí una vez me conozca- resopló. Le di un suave manotazo en el brazo, pero era caso inútil.

Llegamos a la biblioteca de palacio. Normalmente estaba abierta al público, excepto los días que la familia pasa aquí. Por las innumerables mesas y vitrinas expuestas, admiré manuscritos con siglos de antigüedad, así cómo los famosos bocetos de da Vinci y Miguel Ángel.

Íbamos de la mano, pasando por las vitrinas, hasta que llegamos a un documento bastante antiguo, escrito con una elegante caligrafía. Sin querer, empecé a leerlo en voz alta.

-Por la presente, juro y declaro...- iba a seguir leyendo, pero la voz de Edward me interrumpió.

-Como Príncipe de Gales, Duque de Cornualles, Duque de Rothesay, Conde de Carrick, Barón de Renfrew, Señor de las Islas y Conde de Chester, cumplir con humildad y dedicación los menesteres que cómo heredero de la Corona Inglesa...- iba a seguir, pero volvió su vista hacia mí, que le miraba alucinada. Se encogió ligeramente de hombros.

-Es el juramento de los Príncipes herederos- me contó -lo hice cuándo cumplí los dieciocho años- me contó con una sonrisa.

-Ya... ¿y te pusieron la corona de los príncipes de Gales, la que se guarda en la Torres de Londres?- le pregunté.

-Si- me respondió, divertido por mi curiosidad -esa pesa menos, la corona real pesa bastante más... eso dice mi padre- me confirmó en plan secreto.

Asentí mientras procesaba la información.

-¿Y todos esos títulos?, nunca te había oído mencionarlos-.

-Bueno... normalmente sólo se conoce el primero, que es el de Príncipe de Gales... pero los otros van unidos al heredero también- me explicó, rodeándome los hombros -por ejemplo, el ducado de Rothesay es mi título oficial en Escocia- me contó mientras salíamos de la biblioteca.

-¿Y la chica con la que te cases será todo eso también?- pregunté. Me miró divertido, mientras me besaba la frente.

-Si,también serás Duquesa de Cornualles y todo lo que sigue- me explicó, con una mirada que no admitía réplica.

-¿Seguro que quieres soportarme toda la vida?- pregunté bromeando. Edward se paró, y me puso enfrente de él.

-Hummm... soportaré el sacrificio- me respondió tan pancho, mirándome con una sonrisa malvada. Iba a replicarle, pero al momento me cogió entre sus brazos, besándome con intensidad. No pude resistirme a su beso, perdía la noción de todo lo que ocurría a mi alrededor. Una vez nos separamos, sin dejar de abrazarme por la cintura, me habló.

-Bella, si por mi fuera te aseguro que ya estaríamos casados -me susurró bajito -sólo espero que estos años de universidad pasen rápido- añadió con una pequeña sonrisa. No pude decir palabra alguna, más que asentir despacio con la cabeza. Sabía que era muy joven para casarme, jamás me lo había planteado... hasta que le conocí a él.

Un ligero carraspeo nos sacó de nuestra burbuja particular.

-Hoolaaa- dijo una voz cantarina, que reconocería en cualquier parte.

-¡Alice!- exclamé contenta, mientras nos abrazábamos con fuerza.

-Bellie... veo que no me has echado mucho de menos- dijo en broma, mirando a su hermano con picardía.

-No seas tonta... te vi el viernes en el recreo- le recordé.

Me acerqué a saludar a Jasper, mientras Alice se colgaba del cuello de su hermano, para darle un abrazo.

Una vez nos saludamos todos, proseguimos el animado paseo, hasta que se hizo la hora de cenar.

Después de cenar, nos sentamos en el salón, mientras nos servían el café. Esme nos miró para preguntarnos.

-¿Qué planes tenéis para mañana?-.

-Podríamos ir a montar a caballo- saltó la pequeña duende emocionada. Jasper asintió con una sonrisa... pero yo agaché la mirada.

-¿No quieres ir cariño?- me preguntó Edward.

-Es que... nunca he montado a caballo... y con lo pato que soy seguro que me caigo- balbuceé con vergüenza.

-No te preocupes, no te vas a caer... irás conmigo- dijo muy convencido Edward.

-Vamos Bellie... pasearemos por el coto privado, no nos verá nadie, no se puede pasar- me animó Alice.

Suspiré rodando los ojos.

-¡Por favor, por favor, por favor!- me rogó de nuevo, poniendo carita de niña buena. Miré a Edward, que me animaba con una pequeña sonrisa.

-Está bien- resoplé -espero no me dejéis sola y os pongáis a hacer carreras- siseé con una mirada de advertencia.

-Bella, ya te he dicho que irás conmigo, así que no te preocupes- me volvió a repetir mi novio con una sonrisa.

Después de charlar un rato más los seis, nos retiramos a nuestras habitaciones. Me puse el pijama y me asomé por la puerta; parecía no haber nadie por allí, además Carlisle y Esme dormían en el piso de arriba.

Sigilosamente me deslicé hasta la habitación de Edward, que prácticamente estaba en frente de la mía... y al girar la vista me encontré con Alice, caminando de puntillas hasta donde se suponía estaba la habitación de Jasper. Me acerqué a ella de puntillas, y la toqué ligeramente el hombro.

-¡AAAGGGGHHHHHH!- chilló, dándose la vuelta. No podía parar de reír.

-Buenas noches, cuñadita- me despedí con una sonrisa malvada, mientras abría la puerta de la habitación de Edward.

-Buenas noches Bellie- me dijo medio enfadada, medio riéndose.

-¿Qué es tan divertido?- me preguntó Edward, acercándose a mi.

-Acabo de darle un susto de muerte a tu hermana... iba a visitar a Jasper- le confesé con una risilla.

-Y después dice de nosotros...- sacudió su cabeza, frustrado.

-Bueno... en parte la entiendo- dije sensualmente, acariciando con un dedo el pecho de Edward, que no dijo palabra alguna. Simplemente me dio una de sus sonrisas torcidas, cogiéndome en brazos y ahogando nuestras risas con pequeños besos... camino de la cama.


EDWARD PVO

Cuándo desperté a la mañana siguiente, Bella ya no estaba a mi lado en la cama. Me dejó una nota, diciendo que se iba a duchar y a vestir. Me desperecé lentamente, mientras recordaba con una sonrisa las caras de placer de mi niña hace apenas unas horas.

Después de ducharme y de cambiarme, fui a su cuarto a buscarla... allí me la encontré con Alice.

-Buenos días- dije para las dos, dándole un pequeño beso a mi novia.

-Buenos días hermanito... ¿noche de pasión, eh?- me preguntó pícara. Pude ver cómo Bella maldecía por lo bajo, mientras yo rodaba los ojos.

-Pues... no creo que fuera muy distinta a la tuya- contesté sarcástico.

-Ja, jaj, ja...os veo ahora...amantes- dijo mientras salía por la puerta... demonio de chica.

-¿Esto está bien para ir a montar a caballo?- me preguntó. Llevaba unos vaqueros ajustados, con una botas negras de montar y un jersey lila de pico... y un pañuelo atado al cuello.

-Bien, si... ¿por qué llevas el pañuelo?, ¿te duele la garganta?- pregunté confuso.

Bella me miró con cara de póker, mientras se apartaba un poco el pañuelo... y palidecí.

-¿Comprendes ahora las insinuaciones de tu hermana?; por cierto... no me enteré del momento en que me lo hiciste- dijo confusa. El pequeño pero visible chupetón estaba de un color morado oscuro, que encima resaltaba en la blanca piel de Bella.

-Creo que estabas ocupada en otros menesteres...- dije con picardía. Ella se sonrojó... pero yo caí en la cuenta, horrorizado.

-Tu padre me mata- murmuré. Ella rió suavemente.

-No me hace gracia, va a pensar que el novio de su hija es un vampiro- añadí.

-Tranquilo... el maquillaje hace milagros; te prometo que no se dará cuenta- me tranquilizó, dándome un besito en la mejilla.

Suspiré resignado, mientras le cogía de la mano y nos fuimos a desayunar. Después del desayuno, mi padre, cual niño emocionado en Navidades, se fue a supervisar las jornadas de caza y pesca que tanto llevaba esperando. Mamá se fue a pintar a su estudio, una de sus aficiones, y nosotros nos dirigimos a los establos.

Bella miraba embobada a los caballo y yeguas; sabía que le encantaban los animales.

-¿Cuál es el tuyo?- me preguntó. La cogí de la mano, guiándola hasta el final del establo. Allí estaba uno de mis más secretos amigos.

-Bella, te presento a Scout- le dije mientras abría la puerta y la animaba a acercarse. Se acercó tímida, sin atreverse a tocarlo.

-No hace nada- la animé mientras acariciaba el lomo negro del animal. Ella pareció dudar, hasta que por fin lo tocó.

-Hola Scout, eres muy hermoso- le acarició el hocico, mientras yo me dispuse a enganchar la silla. El animal estaba muy a gusto con las caricias.

-Le caes bien- le dije a Bella con una sonrisa.

-¿Qué raza es?- preguntó curiosa.

-Es un pura sangre española; los que suelen montar Alice y Jasper son pura sangre inglesa, y el resto son caballos para carruajes- le expliqué, mientras recorría el establo con la mirada. Una vez tuve a Scout ensillado, ayudé a Bella a subir, y después subí yo, colocándome detrás de ella, rodeándola con mis brazos. Lentamente salimos, para ir a reunirnos con Jasper y Alice, que ya nos esperaban fuera.

Iba un poco tensa, aunque íbamos despacio.

-Tranquila mi niña- le susurré al oído -¿crees que te dejaría caer?- le terminé de decir, besando su cabeza.

Ella negó con una sonrisa, aflojando su agarre. El paseo transcurrió tranquilo, hasta que llegamos a una pequeña colina. Paré el caballo, mientras Bella miraba el paisaje.

-¿Te gusta?- le pregunté. Ella asintió, apoyando su cabeza en mi pecho.

-Me encanta este paisaje... la tranquilidad... el olor de la tierra mojada me recuerda mucho a Forks- dijo suavemente.

-A mi también me gusta... me alegra poder compartirlo contigo- le dije con una sonrisa.

Permanecimos abrazados un rato en uno de nuestros cómodos silencios. Tener a mi niña entre mis brazos sin tener que estar escondidos en alguna de nuestras casas era estupendo. Observé su carita, tenía los ojos cerrados, estaba muy graciosa. Me reí suavemente, mientras la apartaba un mechón de pelo sus ojos.

-¿De qué te ríes pequeño?- me preguntó girándose para verme a los ojos.

-De tu expresión... no me burlaba... me gusta verte tan relajada y tranquila- le expliqué.

-Eso es porque estoy contigo... ¿sabes una cosa?- negué con la cabeza -no hay sitio dónde quiera estar más que aquí... abrazada a ti- me dijo sonrojándose.

La besé suavemente en la mejilla, sintiendo el calor que desprendía su carita.

Proseguimos el paseo, reuniéndonos de nuevo con mi hermana y con Jasper, mostrándole a Bella la extensión del castillo.

Una vez dejamos los caballos en el establos, casi era la hora de comer. Después de ducharnos y de quitarnos el olor a cuadra, nos reunimos de nuevo con mis padres. Por la tarde le enseñamos a Bella la capilla de San Jorge, y algunos salones más del palacio. La cena y la noche transcurrieron tranquilas... y llegó el temido día.

-Tranquilo pequeño, volveré en una hora- me dijo dándome un beso en los labios. Bella se iba con Jasper a buscar a su padre y a Sue al aeropuerto; me hubiera gustado ir con ella, pero evidentemente no podía. Paseé de un lado a otro del alón, con los nervios carcomiéndome... hasta que oí un coche parar.

Bajamos al recibidor. Bella venía del brazo de una mujer de unos cuarenta años, con el pelo corto moreno y cara amable. Jasper venía hablando con Charlie, lo reconocí por las fotografías.

Mis padres se acercaron para darles la bienvenida.

-Esme, Carlisle, el es mi padre Charlie, y Sue- los presentó Bella.

-Es un placer conocerles- dijo mi madre, abrazando suavemente a Sue y dándole dos besos a Charlie.

-El placer el nuestro Majestad, muchas gracias por invitarnos- le dijo Sue.

-No, por favor, simplemente Esme y Carlisle; teníamos muchas ganas de conoceros, Bella nos habla mucho de vosotros- dijo mi padre mientras estrechaba gentilmente la mano de Charlie, después de saludar a Sue.

-Es un honor... nunca imaginé que estaría aquí- añadió el padre de Bella, admirando a su alrededor.

Mi hermana se autopresentó ella sola.

-Yo soy Alice, la hermana de Edward y la novia de Jasper- dijo adelantándose un paso y dándoles dos besos.

-Es un placer conocerte... Bella nos ha hablado mucho de ti... bueno, de todos- le dijo Sue. Era muy amble y cariñosa, tal y cómo me había contado Bella.

Yo no me moví de mi sitio... y Bella vino a por mi, agarrándome de la mano y dándome una de sus preciosas sonrisas. Lentamente nos acercamos a ellos.

-Papá, Sue... el es Edward, mi novio- dijo suavemente.

Los ojos de Charlie me escaneaban de arriba abajo, mientras que Sue se adelantaba para saludarme.

-Por fin puedo verte en persona- me saludó guiñándome un ojo -Bella tiene razón, eres mucho mas guapo y alto que en las fotos- dijo mientras me abrazaba ligeramente... pude sentir el sonrijo de mi cara.

-Es un placer conocerla- respondí educadamente. Mi mano no soltaba la de Bella.

-Llámame Sue, por favor... o te llamaré Alteza sino lo haces- me reprendió en broma.

Asentí con una sonrisa... y me giré para extender mi mano a mi suegro.

-Es un placer conocerle... jefe Swan- murmuré un poco nervioso.

-Edward- dijo simplemente, aceptando la mano que le tendía con una pequeña sonrisa.

Oí a Bella respirar aliviada a mi lado, mientras que mi padre y Jasper mostraban una sonrisa divertida. Iban a ser cinco días muuuyyy largos...

 

Capítulo 15: Confesiones suegra- nuera Capítulo 17: Un americano en Londres II

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
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