Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
Visitas: 328486
Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

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Capítulo 26: Anhelo

Los días pasaban lentamente en el calendario, haciendo esa lentitud una tortura silenciosa y cruel.

El primer día en mi nueva universidad fue muy embarazoso. El turno de tarde era muy tranquilo, pero aun con eso, tenía sumido que los primeros días serían complicados y difíciles. Los profesores me dieron la bienvenida con una sonrisa, la mayoría de las veces compasiva, y sin mencionar algo de Edward o su familia, cosa que me alivió bastante.

Las aulas de Greenwich eran muy diferentes a las del King´s College, se parecían más a las de las universidades norteamericanas. Formaban un anfiteatro, y al inscribirme en el turno de tarde, la mitad de la clase estaba vacía. Me senté detrás de todos mis compañeros, sola. Percibía por el rabillo del ojo, mientras tomaba apuntes, cómo mis nuevos compañeros, se volteaban curiosos, observándome y murmurando en voz baja.

Cómo había aprendido en estos últimos meses, mi mente se cerró en torno a los cuchicheos, intentado poner atención a las lecciones que impartían los profesores.

Al ser un grupo reducido de alumnos, no teníamos que cambiar de clase. En los cambios no me levantaba de mi sitio, y en la media hora que teníamos de asueto, entre las siete y media y las ocho de la tarde, lo más lejos que iba era a la máquina de café, para volver a mi asiento, ponerme mis auriculares y repasar los apuntes o continuar con la lectura del libro que estuviese leyendo.

Mis compañeros, poco a poco, fueron acostumbrándose a mi presencia, pero me cerré tanto en mi misma, que no se atrevieron a traspasar la línea y decirme poco más que hola.

Los primeros días fueron un caos, más de una vez tuve que entrar corriendo al edificio, ya que los periodistas decidieron convertirse en mi sombra. La segunda semana tuve que esperar encerrada casi una hora en el baño, esperando que se marcharan y poder irme a mi casa, y ni por esas me libré de ellos, ya que alguno esperó pacientemente. Siempre había alguien del Daily Mirror, el primer periódico que sacó las fotos. También reconocía a Leah y Seth, del London Daily entre otros, el único periódico que no las público. Me hacía gracia, los que me seguían eran los mismos todos los días. Ellos eran muy amables y comprensivos, y si negaba con la cabeza, no insistían más y no seguían preguntándome.

Mi vida se convirtió en una rutina autómata y silenciosa. Por las mañanas me dedicaba a estudiar y poner un poco de orden en mi pequeña casita; sólo salía a hacer la compra y poco más. Desde las tres y media hasta las nueve y media de la noche, las clases ocupaban mi tiempo. Al regresar a casa, cenaba y me iba a la cama. Estuve más de un mes sin encender apenas la televisión... pero cada vez que pasaba por los quioscos y veía las portadas, y salía el, el nudo de mi garganta volvía a apretarme con fuerza, y las interminables lágrimas volvían a a asomar por mis ojos.

Una noche, puse la televisión. Estaba muy perdida con las noticias, podría hacer estallado una guerra atómica mundial y no me habría enterado. Carlisle y Esme salieron en éstas; ellos dos y Edward estaban de visita oficial en Moscú. Con un nudo en el estómago, levanté la vista de mi yogur, mirando fijamente a la pantalla.

Estaba tan guapo como siempre... pero le conocía a la perfección, y sus topacios dorados, esos que tantas veces me miraban, como decía Sue, con tanta devoción y amor, no coincidían con la sonrisa y el estado de ánimo que aparentaba enseñar. Mi mente voló al día que lo conocí, el primer día de universidad, con ese halo de tristeza, timidez, melancolía...

Sabía que el tampoco lo estaba pasando bien; las primeras veces veces que hablé con Alice o Rose, o vi a mis amigos, me abstuve de preguntar; la punzada que sentía en mi corazón sólo con oír su nombre y recordar todo lo que viví su lado, era el peor de los dolores. Pero poco a poco, fui viendo, observando cada aparición pública, cada reportaje en el que él salía, y estaba igual. Ojeaba por internet las ediciones digitales... no quería pararme enfrente de los quioscos y coger las revistas.

Puede parecer absurdo, pero era una forma de estar cerca de él.

La prensa volvió a sus absurdas quinielas a ver quién sería la futura princesa de Gales. Sorprendentemente, yo seguía en esa lista. Ver mi nombre entre los de señoritas de las mejores familias inglesas y algunas princesas europeas casaderas me parecía a la vez, increíble y absurdo. Nunca podría ser para él, y Edward merecía encontrar a una chica que lo quisiera de verdad, tanto cómo yo lo quería, por lo menos; pero a la vez que supiera estar a la altura de lo que implicaba casarse con un príncipe heredero.

Poco a poco fui preguntando por él, tímidamente, con cautela. Alice y Rose me contaban cómo le iba, cómo estaba... en el fondo de mi corazón, le había perdonado hacía mucho, mucho tiempo... ambos teníamos nuestra parte de culpa, los dos explotamos aquella noche... pero tenía miedo... ¿y si volvía con él, y sucedía lo mismo y volvía a culparme?. Mi confianza estaba rota y esparcida por los suelos.

Poco a poco el escándalo pasó a un segundo plano, y los periodistas se fueron olvidando, no del todo, de mi. De vez cuándo me seguían, pero de una manera más suave y educada. Ya no me preguntaban, la mayoría de las veces sólo querían una foto mía.

En abril, hablé con mi padre y Ángela y les comuniqué que estas vacaciones no viajaría a Forks. Uno de los profesores daba unas charlas sobre economía y subsistencia en países subdesarrollados. Mis notas habían bajado un poco, debido a los pésimos ánimos que tenía, y que mi concentración estaba en otro lugar. De modo que al saber que esas charlas, junto con un trabajo posterior, podrían servir, según el profesor, para mejorar nota, no lo dudé un instante, no podía perder la beca.

Total, eran sólo dos semanas, de modo que no me perdería mucho. En estos cuatro meses había hablado tanto con mi familia y con Ang varias veces a la semana; ellos, obviamente, seguían preocupados por mi, pero les iba tranquilizando, y respetaron mi decisión. Total, a mediados de junio regresaría a casa, hasta principios de septiembre, no faltaba tanto.

Lo repentino de la decisión hizo que no pudiera contáselo a los chicos. Alice y Jasper se iban unos días a París, con Garret y Kate, los primos segundos de Carlisle, y Rose volvía a Boston. De todos modo tampoco importaba mucho. Nada más regresar de vacaciones, y dado que poco a poco iba mejorando, les había invitado a cenar a mi casa, para celebrar el cumpleaños de Rose, y les volvería a ver. No quería que alteraran sus planes; bastante habían hecho por mi, habían tenido una paciencia infinita. Otros hubiesen desistido y habrían acabado aburridos... pero ellos no. Siempre estuvieron ahí, aguantaron mis días buenos y los días que no quería, siquiera, ponerme al teléfono.

También me decían que tenía que hablar con Edward, y tenían razón. Mi actitud de huir despavorida tampoco fue la correcta... pero tenía miedo. Sabía que si le veía de nuevo mis fuerzas flaquearían y me derrumbaría. Necesitaba, ansiaba, anhelaba sus besos, sus caricias, sus miradas cariñosas, que me contara sus cosas, nuestra intimidad... la manera en que se abrazaba a mi mientras dormíamos, sus burlas cariñosas por mis sonrojos... le necesitaba para vivir.

Estos cuatro meses sin tenerle a mi lado habían sido penosos e insoportables. No sabía vivir sin él, lo tenía más que admitido... pero si no confiaba en mi... ¿de qué servía?.

Todas las noches, antes de irme a dormir, me asomaba a la ventana, mirando al cielo y murmurando un "Buenas noches pequeño", con la vana esperanza de que le llegase...

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Palacio de Buckingham. Principios de abril.

Jacob Black suspiraba con paciencia, esperando a que el rey Carlisle apareciera, para dar a conocer un nuevo decreto ley al que acababa de dar el visto bueno. Cierto que el sistema de gobierno británico podía parecer obsoleto, y aunque las leyes las dictara el Parlamento, debían pasar antes por el rey para su aprobación final.

Por suerte, y gracias al cielo, aún con la crisis laboral que reinaba en toda Europa, había conseguido trabajo apenas un mes después de James le echara del London Daily. Ahora trabajaba en el Daily Mail, publicación menos controvertida.

Se sentía tremendamente mal por Isabella y Edward. Las fotos que había publicado su anterior lugar de trabajo había desencadenado un escándalo sin precedentes, y aunque palacio no dijo nada al respecto, en el fondo se sabía que había sido la causa de la ruptura del príncipe y su novia. Aunque otras publicaciones también sacaron algunas de las fotos, no todas y las más suaves, la monumental bronca de Sam al que fue su jefe no se hizo esperar, vetando a su antiguo periódico. Sólo se les permitía acreditarse para este tipo de ruedas de prensa, con fines meramente políticos.

Al entrar en la sala, se posicionó dónde solía hacerlo siempre. Vio a Paul a lo lejos, que le dirigió un simple movimiento de cabeza por saludo.

Leah y Seth se acercaron a saludarle.

-Jake, cuánto tiempo- le saludó su compañera, dándole dos besos.

-¿Dónde has estado metido, rey de la exclusiva?- interrogó Seth con simpatía, dándole un amistoso codazo.

-Ya no cubro las ruedas de prensa de palacio, mi compañero que lo hace está de vacaciones, y he venido a sustituirle- les explicó.

-Oímos que te fuiste del Daily Mirror- me interrogó Leah. Sonrió enfadado.

-Me despidieron- abrieron sus ojos por la sorpresa, esperando una explicación.

-Me negué a publicar las fotos de marras... y eso que cuándo llegaron a la redacción yo mismo las recogí; incluso se las oculté a James unos días... hasta que Sam mandó la nota, y se enteró-.

-¿Te negaste a publicarlas?- Seth le miraba sorprendido.

-Bastante habíamos hecho con desvelar el secreto, y bastante tenían ellos encima... y si han roto, estoy seguro de que esas fotos tienen algo que ver- meditaba en voz alta.

-Eso seguro... en nuestro caso, Aro decidió no publicarlas- me contaba Seth.

-¿Crees que el príncipe puede pensar que la propia Isabella hizo llegar a esas fotos a las redacciones?- preguntaba Leah.

-No lo sé... pero que ésto les ha superado, seguro... además, cuándo palacio confirmó la relación, y se la trajo a vivir aquí, era que la cosa iba muy enserio...- Seth meditaba en voz alta.

-Y si lo que nos han contado es cierto, que ya llevaban un tiempo saliendo... no creo que fuera ella; bastante cuestionada estaba siendo ya. Además, tú eres el único de todos nosotros que los has visto en persona, allí en EEUU, ¿parecían enamorados de verdad, tal y cómo se apreciaba en las fotos?- preguntaba Leah -aparte de Paul- añadió.

-Yo lo que vi era una pareja normal y corriente; dos chicos jóvenes queriéndose, enamorados...- enumeró Jake.

-Está claro que alguien se ha hecho con esas fotos... ¿pero quién?- fueron interrumpidos por el murmullo que provocó la llegada del rey Carlisle a la sala, seguido de Sam.

Media hora después, la rueda de prensa finalizó. El rey se retiró, y ellos tres quedaron en verse fuera, en una cafetería que había cerca de palacio, para seguir debatiendo el tema. Jake recogía la cámara, cuándo un carraspeo hizo que se volviera. Sus ojos se abrieron al encontrase al duque de Norfolk enfrente de sus narices.

-Excelencia- se dirigió a Jasper por su título. Éste le tendió la mano, y Jake no dudó en estrechársela.

-Señor Black, disculpe que le moleste; no he podido evitar oír su conversación con sus compañeros, sobre lo de las fotografías, y querría hablar unos minutos con usted- le pidió amablemente.

-Por supuesto- aceptó Jake. Era inútil negarlo, sentía verdadera curiosidad por el tema.

Jasper le indicó que le siguiera; le condujo por dos galerías, hasta llegar a una zona de palacio que no conocía.

-Le ruego deje aquí fuera la grabadora y la cámara de fotos, por favor. A la salida se las devolveremos- uno de los escoltas, Quil, recordó el nombre, le cacheó de arriba abajo después de dejar sus pertenencias.

Después de un asentimiento por parte de Quil, le hizo pasar a una salita pequeña, con varios sillones. Seth y Leah estaba allí... y una persona a la que no contaba ver.

-Bienvenido señor Black, gracias por haber aceptado- la cantarina voz de la princesa Alice resonó en la habitación. Jake se acercó para estrecharle la mano, que ella le ofrecía con una sonrisa tranquilizadora.

-Alteza, es un honor conocerla en persona- saludó protocolariamente. La princesa le indicó que tomara asiento, y después de enviar a un empleado de servicio servir té y café, empezó la conversación.

-No he podido evitar oír lo que comentaban acerca de las fotografías publicadas a principios de diciembre, y quisiéramos saber cómo las recibieron- empezó Jasper.

-En nuestro caso, el conserje de planta se las entregó directamente a nuestro jefe, Aro- explicó Leah.

-¿Llevaban algún tipo de remitente, destinatario...?- interrogó la princesa.

-Nada en absoluto. Aros nos mandó llamar, ya que nosotros somos los que cubrimos las noticias concernientes a la casa real, preguntándonos si sabíamos algo acerca de éstas- siguió relatando la joven periodista.

-Llegaron en un sobre marrón, sin nada escrito... al preguntar por el sujeto quién las entregó, simplemente nos dijeron que no se trataba de ningún mensajero ni nada por el estilo- añadió Seth.

-¿Y en su caso, señor Black?- la princesa se volvió al preguntarle.

-El día que llegaron, estaba yo solo en la redacción; era la hora de comer, y al igual que a Leah y Seth, me las entregó el conserje; al no ir dirigidas a nadie concreto y dado que estaba yo sólo... pues yo me hice cargo- explicó, dejando la taza de café encima de la mesita.

-¿Se las entregó a su jefe?- inquirió Jasper curioso.

-Al abrir el contenido, me di cuenta a primera vista de que no eran fotos sacadas por profesionales. Eran fotos personales, sacadas con una cámara digital sencilla... y dada la costumbre de mi jefe... ex-jefe- se auto corrigió – a las polémicas y las exclusivas, decidí guardarlas a cal y canto- relató.

-¿Ex- jefe?- la princesa no entendía nada.

-Después le explicaré esa parte; cómo iba diciendo, las guardé unos días, pero al recibir el comunicado de Sam, y al hablar con otros colegas, me llamó a su despacho, preguntándome acerca del asunto... y me ordenó entregárselas- dijo frustrado.

-Ya...- meditaba Jasper en voz alta, instándole a continuar.

-Era inútil negárselas, si todas las redacciones tenían copias, le bastaba una llamada de teléfono para conseguirlas- apostilló Seth.

-James me mandó publicarlas... todas, junto con un breve artículo... pero me negué, y me despidió- Alice y Jasper estaba sorprendidos.

-¿Por qué se negó?; según creemos, usted y otro compañero fueron los que les siguieron hasta EEUU- preguntó la princesa.

-Por eso mismo... Isabella ya estaba en el ojo del huracán; la presión y el acoso eran agobiantes... y más desde que casa real confirmó la relación- explicó Jake.

-Cierto, nos pilló a todos de sorpresa, no nos lo esperábamos por nada del mundo- murmuró Leah.

Jasper tomó aire.

-Bien; lo que voy a contarles, por muy peliculero y rocambolesco que suene, es lo que creemos que pasó. Les ruego encarecidamente no publiquen nada de ésto ni digan una sola palabra- Leah, Seth y Jake se miraron sin entender nada, pero por supuesto aceptaron.

-Esas fotografías son de un viaje privado que el príncipe e Isabella realizaron a las Seychelles a mediados de junio. Fueron sacadas por la cámara de Isabella... y sólo ella y el príncipe tenían copias- relató Jasper.

-En sus ordenadores personales- aclaró la princesa.

Las caras de los periodistas era de asombro total, mientras la princesa y su novio (la casa real no había confirmado nada acerca de la princesa y el duque de Norfolk, pero su relación era un secreto a voces) iban relatando la procedencia de las fotos. Obviamente, la noche de la fuerte discusión se la saltaron.

-El asunto es muy grave- dijo Jake.

-Tienen alguien aquí que filtra información, no me cabe otra explicación- dijo Seth.

-¿Pero cómo pudieron acceder al ordenador personal de mi hermano?; en ese ordenador hay documentos muy importantes, su agenda...- enumeraba la princesa -¿por qué sólo esas fotos, si podían acceder a cosas más importantes?-.

-Está claro que buscaban eso precisamente. Deduzco que al tratarse de un viaje privado, nadie sabía nada, excepto gente de palacio- explicó Seth.

-¿Y cómo pudieron acceder?, me refiero a la contraseña- preguntó Jasper.

-Hace unos años, escribí un articulo acerca de eso; hoy en día existen microchips de última tecnología, capaces de desencriptar las claves de acceso- explicó Leah.

-Tienen el aspecto de un pen-drive, como los que se usan de almacenamiento de memoria. Se conectan a un puerto USB del aparato... y voilá, abren lo que sea- terminó de explicar Jake.

Alice y Jasper siguieron hablando unos minutos más, hasta que recopilaron suficiente información.

-Han sido muy amables, gracias por su ayuda- les agradeció la princesa con una sonrisa.

-De todas maneras, trataremos de averiguar algo acerca de cómo llegaron las fotos a las redacciones. Alguien debe recordar una cara, no sé... algo- dijo Leah, a lo que Jake y Seth asintieron también.

-Les estaríamos muy agradecidos. Cualquier cosa que averigüen, no duden en ponerse en contacto con Sam- agradeció Jasper.

-Y por favor, no comenten nada de ésto- rogó Alice.

-No se preocupe alteza... se ha hecho mucho daño a dos personas que se querían mucho, y no es justo- suspiró Leah con pena.

Una vez fuera de la sala, Alice y Jasper se miraron incrédulos.

-¿Cómo puede haber pasado ésto?- dijo Alice con pena y rabia a la vez.

-No lo sé tesoro... por lo que cuentan, esos cacharros no dejan huella... de modo que los informáticos no pueden rastrear nada- meditó Jasper, pensativo.

-Tenemos que hablar con mi padre, y con Preston... que registren a todo el mundo, que revuelvan todo el palacio si es necesario, puede que el que haya sido aun conserve el aparato... quiero a mi hermano feliz, y a mi cuñada de regreso- sollozaba. Jasper rodeó el cuerpecito de su novia, estrechándola con amor.

-Habrá que hacerlo... no tenemos otra cosa con la que tirar del hilo- meditó -no llores, todo se arreglará- la consoló, dejando un suave beso en sus labios.

-Pero aunque descubramos ésto, me da miedo que entre ellos no puedan arreglarse- musitó con pena.

-En eso no podemos intervenir cariño... pero estoy seguro de qué Edward lo va a intentar- la animó.

Ella asintió, dejando otro pequeño beso en los labios de Jasper y abrazándose a él.

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EDWARD PVO

El viaje de regreso a casa se me hizo eterno y pesado; volvía de Roma, dónde había asistido a la Inauguración de nuevo edificio de la Embajada inglesa, y de recorrer otras ciudades. Me acordéde mucho de mi niña, de las ganas y la ilusión que le hacía conocer Italia...

Le pedí a mis padres poder quedarme este año en Londres, y no ir a pasar las vacaciones a Windsor. Al haber asistido a bastantes más compromisos oficiales que el año pasado, y por haber viajado más, tenía varios trabajos para la universidad pendientes, de modo que quería aprovechar estas dos semanas. Además Jasper y Alice estaban en París con Garret y Kate.

Y para qué engañarme, los recuerdos eran muy dolorosos. Hacía un año todo estaba bien, con ella a mi lado, con nuestras familias juntas; me vino a la cabeza la conversación que tuve con Charlie...

"-Edward, me caes bien; me siento halagado de cómo quieres a Bella, y de cómo la quiere tu familia... pero si la haces daño... "

Todo era por mi culpa, por no haber pensado un segundo mis palabras... si Bella y yo arreglábamos lo nuestro, cosa que estaba empezando a dudar, no sabría cómo mirarle a la cara.

Al llegar a casa me fui directamente a la cama, sin cenar. Los días pasaban lentos y tediosos; intenté concentrarme en la tarea que tenía pendiente... pero no podía. Estaba desesperado, necesitaba verla en persona, comprobar por mis propios ojos que ella estaba relativamente bien...

Paseé por los salones, con las manos metidas en los bolsillos de mis vaqueros, pensando y sumido en mis recuerdos; así era cómo había estado los últimos meses, sin apenas levantar cabeza. Me estaba volviendo loco entre esas cuatro paredes, necesitaba salir, airearme... y una idea cruzó por mi cabeza.

Hablé con Emmet, pidiéndole por favor que no dijera nada. Después de mucha insistencia por mi parte, a regañadientes accedió. Entré a mi cuarto, busqué una sudadera con capucha, y bajé directo al garaje. Por suerte ya era de noche, y los cristales de mi volvo estaban tintados. Me subí y arranqué.

Las calles no estaban muy concurridas; la mayoría de los londinenses, en esta época del año, estaban en sus lugares de vacaciones. Iba sin un destino concreto, solo daba vueltas.

Sin saber cómo, terminé enfrente de casa de Bella. Sabía su dirección, mi hermana me lo había dicho. Paré enfrente de su edificio, que estaba a unos cien metros del campus de Greenwich. Miré las ventanas del primer piso, dónde se supone estaba su apartamento. Todas las luces estaban apagadas, debía de haberse marchado a Forks por las vacaciones.

Paré el coche, aparcando en la acera de enfrente, un poco alejado del portal. Me quedé en silencio una media hora, allí sentado y sólo, observando la calle, con la mirada perdida en algún punto del edificio.

Unos pasos me sacaron de mis ensoñaciones; la calle estaba en completo silencio, de modo que se podía escuchar una aguja caer. Giré la cabeza... y mi corazón se encogió en mi pecho.

Era ella, mi niña... mi princesa.

Mis ojos parpadearon por la sorpresa, por un segundo creí estar sufriendo una alucinación, pero no, allí estaba ella, no se había ido a Forks. Me agazapé un poco en el asiento, observándola detenidamente.

Estaba muy delgada, se le notaba tanto en el cuerpo como en la cara. El pelo corto hacía que sus preciosa facciones estuviesen más acentuadas... pero seguía tan bonita y hermosa como siempre.

Andaba despacio, con el bolso marrón que le regaló mi hermana por su cumpleaños, y una pequeña carpeta bajo el brazo; su cara mostraba signos de cansancio, y sus ojos... habían perdido ese punto de dulzura y alegría que tenían... todo por mi bendita culpa.

Una vez enfiló el caminito hasta el portal del edificio, no lo pude evitar.

Bajé del coche, sigilosamente, acercándome a ella. Podía oír el repiqueteo de mi corazón en mi pecho, que parecía querer salirse de su lugar. Paró a un metro del portal, quitándose los cascos y buscando, lo que creía, las llaves en su bolso.

Mi voz se ahogó al pronunciar su nombre en un débil susurro.

-Bella-.

Su cuerpo se tensó, dejando caer las llaves al suelo, quedándose clavada en el sitio.

 

Capítulo 25: Soledad Capítulo 27: Quiero y no puedo

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
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