Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
Visitas: 328473
Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

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Capítulo 8: Entre sedas y terciopelo

Nada más abrir la puerta del apartamento, un duendecillo revoltoso se tiró a mis brazos. La abracé fuerte, la había echado mucho de menos. Al separarnos del abrazo, por fin habló.

-Bienvenida de nuevo; es estupendo, ¡otra vez las tres juntas!- exclamó dando saltitos. Dibujé una sonrisa en mi mente, no podía entender cómo lo hacía para comportarse en los actos oficiales, aparecía siempre tan recatada y tan formal.

-Yo también me alegro de verte, te he echado de menos pequeña duende- la llamé por el apodo que le habíamos adjudicado Rosalie y yo.

A su lado, Jasper esperaba para saludarme y darme dos besos. Me dieron varios regalos de cumpleaños, que he de reconocer que me hicieron mucha ilusión. Una vez dejé mis maletas y me acomodé, salí hacia la cocina, dónde Rosalie y Alice preparaban unos sandwiches.

-No sabía que sabías cocinar- le dije a Alice sorprendida. Ésta me miró, rodando los ojos, mientras Jasper reía desde el salón, signo de que me había escuchado.

-Para tu información Bellie, sé cocinar y otras muchas cosas. Mamá me enseñó, es muy buena cocinera, y le gusta ir de vez en cuándo a la cocina con Emily- me explicaba.

-¿Quién es Emily?- preguntó Rose intrigada.

-Es la cocinera de palacio; mamá y ella se llevan muy bien- nos contó mientras sacaba las bebidas de la nevera.

Estábamos comiendo en el salón, hablando de cómo habíamos pasado las vacaciones. No quería hacerlo, pero la pregunta salió de mis labios.

-¿Y Edward?- pregunté fingiendo algo de desinterés.

Jasper esbozó una sonrisa divertida, aunque lo intentó disimular, mientras su novia empezó a contarme.

-Está en Brasil, ayer se fue. Hay unas conferencias sobre cooperación y desarrollo en Brasilia y van diferentes mandatarios europeos. Iba a ir mi padre, pero se ha puesto malo con gripe, así que le ha tocado a él. Después aprovechará para visitar Río de Janeiro, Sao Paulo y otras ciudades- me explicó amablemente

-Hay que mantener buenas relaciones diplomáticas- me dijo Jasper; rodé los ojos, mi carrera, fundamentalmente, iba enfocado a ese tema. El reía.

-Me lo imagino Jazz; estudio toda una carrera sólo de eso- le respondí divertida

-¿Por qué lo preguntas?- me interrogó Rosalie, inocentemente.

-Porque es mi compañero de clase... y me extraña no ver a Emmet rondando por aquí- le respondí con sorna.

Rosalie se puso roja como un tomate, mientras el resto nos echábamos a reír.

De repente, Alice habló de nuevo.

-¿Cómo pasaste tu cumpleaños?-.

-Pues bien, con mi familia; nada interesante- le respondí.

-Pues tengo una idea genial- dijo ella.

Gemí, cuándo Alice se pone a planear te puede volver loca.

-El próximo fin de semana lo celebraremos nosotros- dijo ella muy resuelta.

-Me parece una idea genial- dijo Rosalie, que se apuntaba a todo.

-Bien, ¿en dónde?- pregunté, pensando en nuestra casa o en ir a cenar algo por ahí.

-En mi casa- dijo ella simplemente.

Rosalie y yo la miramos estupefactas.

-¿Has dicho lo qué creo que has dicho?- preguntó Rose.

-¿En tu casa?- volví a preguntar patidifusa.

-¿Qué tiene de malo?- preguntó con el ceño fruncido.

-Hum... pues déjame pensar...¿tiene ver que el hecho de qué tu casa es el palacio de Buckingham?- le replicó Rose con un tono ácido.

-¿Y?- preguntó, alzando una ceja.

-Alice, ¿podemos entrar allí cómo si tal cosa?; además, no creo que a tus padres les haga mucha gracia- le advertí.

-Por partes: uno, claro que podéis entrar, más que nada por qué os invito yo, la princesa Mary Alice Cullen de Inglaterra- dijo ella con una sonrisilla traviesa, ya que nunca mencionaba su título de princesa -segundo: mis padres estarán encantados de conoceros... así que no quiero réplicas de ningún tipo- acabó resuelta.

Rose y yo nos miramos, para después asentir.

-Está bien, sólo si nos aseguras que no tendrás problemas por nuestra culpa- le advertí.

-¡Guay!; además os haré un tour privado por el palacio, os enseñaré salas que no están abiertas al público- dijo ella entusiasmada.

Debo reconocer que esa idea no me disgustaba en absoluto, ya que me encantaba visitar palacios y monumentos. Después de sopesarlo otra vez, le dijimos que si, quedando el jueves de la próxima semana.

Después de seguir hablando durante un rato, me levanté para ir a la cocina a fregar los platos, ya que ellas habían cocinado. Pude oír risitas y cuchicheos... ¿qué estarían tramando?; decidí pasar del asunto, ya que suponía que no me iba a hacer ninguna gracia.

Una pregunta atravesó mi mente... ¿estaría Edward allí?; Alice había comentado que el viaje sería largo, y que se marchó ayer, así que igual no lo veía hasta el comienzo de las clases.

Después de terminar mi tarea, me volví a reunir con ellos, hasta que entrada la noche se marcharon.

La semana pasó deprisa; estuvimos bastante atareadas formalizando la matrícula del segundo curso, y sin mucha cosa interesante para hacer. Y sin que nos diéramos cuenta, llegó el jueves; no lo admitíamos, pero Rosalie y yo estábamos hechas un flan; no todos los días tu amiga te invita a su casa, que resultaba ser uno de los palacios más famosos de Europa.

La noche anterior nos avisó de que Jasper vendría a recogernos, mientras ella preparaba todo. Bajamos con nuestros enseres, y mientras atravesábamos Londres, íbamos en animada conversación.

-¿Y Edward y Emmet cuándo regresan?- preguntó Rosalie.

-Pues en principio el próximo martes, eso tengo entendido- respondió con amabilidad.

-Vaya- me salió en un suspiro de pena, a la vez que miraba por la ventana.

Ellos iban en los asientos delanteros, y parece ser que me oyeron, ya que se miraron con complicidad. Iba a protestar, pero al final decidí qué mejor estaba callada, y así permanecí.

Al de unos minutos, la impresionante fachada blanca apareció ante nuestras narices. Eran las once y veinte de la mañana, y había mucha gente apostada en la puerta, ya que en diez minutos era el famoso cambio de guardia.

Jasper giró por uno de los laterales, rodeando el palacio. Llegó a otra de las puertas, nada más aparecer el coche, la verja se abrió automáticamente, mientras el, muy amablemente, nos iba explicando todo.

-Hay cámaras y sensores de seguridad que reconocen las matrículas-.

Siguió por un pequeño camino, rodeado de árboles muy bien cuidados. Nos íbamos acercando al edificio. Paró el coche, y al bajarnos nos encontramos con una parte de los fantásticos jardines y la fachada interna del palacio.

Rose y yo mirábamos a nuestro alrededor, los jardines eran preciosos... y eso que no habíamos visto nada todavía.

Jasper nos condujo hasta una puerta de madera enorme, custodiada por dos oficiales. Uno de ellos al verle, lo saludó y abrió la puerta.

-Este es el ala oeste de palacio, hemos entrado por la puerta privada. Es la que utiliza la familia y el personal de servicio- nos explicó amablemente. Nos condujo por una escalinata de mármol, mucho más sencilla que la principal. Siguió explicándonos la historia.

-El palacio tiene tres alturas; la primera, a la altura de la calle, son las oficinas del personal que trabaja en palacio y los almacenes; la primera planta es la residencia de la familia y la segunda son pequeños departamentos para el personal que reside en palacio; Emmet vive allí- nos explicó mientras accedíamos al primer piso.

Después de dejar de subir escaleras, llegamos a un pequeño rellano. El suelo era de mármol, y los techos muy altos. Una lámpara de cristal colgaba del techo, pintado exquisitamente con frescos bellísimos.

Allí se encontraba Alice, que nada más llegar vino corriendo hacia nosotras.

-¡Por fin!- dijo emocionada, mientras le daba un tierno beso a Jasper.

-Esto es increíble- dijo Rosalie, mirando anonadada a su alrededor.

-Pues no habéis visto nada; venid conmigo, os enseñaré vuestras habitaciones, y enseguida iremos a comer- nos explicó mientras nos guiaba por los pasillos.

El lujo que había en esas habitaciones era inimaginable. Paredes forradas de seda, de las que colgaban retratos de anteriores reyes y valiosas obras de arte, elegantes y antiquísimos muebles las adornaban. Estaba asombrada, mirando de un lado para otro.

Alice giró en un pasillo, para acabar en otro largo, en dónde había varias puertas de madera.

-Esta es mi habitación- nos dijo abriendo la puerta e invitándonos a pasar.

Una sala de estar, amueblada muy coquetamente con elegantes muebles, daba paso al dormitorio, en el que había una cama enorme de madera clara con fina marquetería en ella, con una colcha diferentes tonos marrones y dorados. Al lado izquierdo de la cama había una puerta, que según nos contó, era el baño, y al lado derecho otra... su armario de ropa. También había un precioso tocador antiguo, a juego con la cama.

-¿Os gusta?- nos preguntó.

-Alice, es increíble... es como un sueño- le dijo Rosalie, embobada, a lo que yo asentí, dándole la razón.

Nos guió fuera de su habitación, para pararse enfrente. Había varias habitaciones en el pasillo. La de Rosalie estaba enfrente de la de ella, y la mía tres puerta más allá. Eran más pequeñas que las de ella, pero aún así muy elegantes, al igual que todo el palacio, y las dos con su propio cuarto de baño. Nos dejó unos minutos para acomodar nuestras cosas y arreglarnos para comer. Metí mi ropa en el armario y en las cómodas. Me daba miedo tocar aquellos muebles, estaba aturdida con tanta elegancia.

Decidí cambiarme de ropa, poniéndome unos vaqueros negros ajustados, con unas bailarinas planas y una camiseta blanca. Cogí una rebeca negra, ya que estaba algo destemplada.

Una vez acabé, me reuní en el cuarto de Alice, esperando a Rosalie. Mientras la esperábamos, salimos hacia el pasillo, que desembocaba en un pequeño salón, con unas vistas increíbles a los jardines.

-¿Qué te parece?- me preguntó con una sonrisa.

-Si te soy sincera, me siento aturdida... y casi fuera de lugar; no me malinterpretes, me encanta que nos hayas invitado... pero tanto lujo es apabullante- le dije en un suspiro.

-Te creo... pero tampoco es para tanto- me contestó, quitándole importancia.

Oímos la puerta de la habitación de Rosalie, que salía preparada para la comida. Nos guió por las diferentes habitaciones, hasta llegar a una habitación mucho más sencilla. Una mesa alargada, no muy grande, de madera oscura. Las paredes eran blancas, y de ellas colgaban pequeños cuadros de diferentes paisajes ingleses. El servicio de mesa era blanco y sencillo, nada ostentoso. Rose y yo nos sorprendimos, mientras observábamos a nuestro alrededor. Alice sin querer, nos sacó de dudas.

-Este es nuestro comedor privado; el comedor de gala sólo se usa para cenas de estado, cuándo vienen visitas- nos explicó mientras Jasper entraba por la puerta. Un ruido nos sobresaltó, ya que el ruido otra puerta, enfrente de la que habíamos traspasado, nos hizo girarnos. Una mujer morena y bajita, muy delgada, con un uniforme blanco y un pequeño delantal apareció con una sonrisa.

Alice le sonrió, mientras se acercaba a nosotros con una sonrisa.

-Hola pequeña, ¿no me presentas a tus amigas?- dijo volteándose para mirarnos.

-Ellas son Bella y Rosalie; Bella es compañera de clase de Edward, y Rose su compañera de piso; chicas, ella es Emily, la maravillosa mujer que se ocupa de que nos alimentemos bien en esta casa- nos explicó.

-No me hagas la pelota pequeña; bienvenidas chicas, un gusto conoceros, hemos oído hablar mucho de vosotras- nos dijo mientras nos daba un abrazo... y a mi me dirigía una mirada que no supe descifrar.

Estábamos conversando con ella, cuándo un hombre moreno y fuerte, tanto de cabello cómo de piel, se puso al lado de ella.

-Chicas, el es Sam Ulley, jefe de prensa y mi marido- nos presentó, mientras el hombre nos tendía la mano.

-Un placer conoceros- nos dijo con voz fuerte, pero a la vez amable. Una señora mayor, de unos cincuenta y algunos años, entró también en el comedor. Nos miró mientras se presentaba.

-Margaret Cope, llamadme Maguie; vosotras debéis ser Rosalie y Bella-.

-Si, un gusto conocerla- le contesté educadamente, mientras tomaba la mano que me tendía.

-Los mismo digo- murmuró Rosalie.

-No me tratéis de usted queridas... ¡no soy tan mayor!- nos dijo con fingida molestia, a la vez que nos dedicaba una sonrisa simpática.

-Ella es la que organiza nuestros compromisos y viajes al extranjero- nos explicó Alice.

-Yo y mi fiel equipo organiza a esta familia y su agenda- nos dijo guiñándonos un ojo.

-Estaríamos perdidos sin ti, Maguie- le dijo Alice, mientras le daba un besito en la mejilla.

-¿Os quedáis a comer con nosotros?- preguntó Jasper.

-Hemos comido ya; tus padres querían comer con vosotras y daros la bienvenida a palacio, pero llegan un poco tarde; nosotros debemos volver al trabajo; ha sido un placer conoceros- le dijo Sam.

Se despidieron de nosotros, que seguíamos esperando a los padres de Alice.

-Qué personas tan amables- murmuró Rosalie.

-Son las personas de confianza de mis padres; ellos suelen comer y cenar con nosotros normalmente- nos explicaba Alice. Sentimos un ligeros carraspeo a nuestras espaldas. Nuestra pequeña amiga se volvió, para después exclamar con alegría.

-¡Papá, mamá!-.

Rose y yo nos quedamos mudas mientras Alice saludaba a sus padres. El rey nos miraba divertido, mientras la reina se acercaba a nosotras. Esa mirada amable y maternal que se veía en las fotos y en las revistas se acentuaba más en vivo todavía.

Estaba roja de vergüenza; por el rabillo del ojo miré a Rosalie, que estaba igual que yo. ¿Cómo te comportas delante de los reyes de Inglaterra, por muy padres de tu amiga que sean?; la situación era surrealista total.

-Vosotras debéis ser Isabella Y Rosalie; por fin os conocemos. Hemos oído hablar mucho de vosotras durante todo este año. Ya era hora de que Alice os trajera; espero que no os vuelva muy locas- nos dijo con una bella sonrisa.

-Es un placer conocerla... majestad- balbuceó Rosalie. Nos dejó fuera de combate cuándo de acercó de nosotras y nos dio un suave abrazo.

-El placer es todo nuestro, y por favor, no nos tratéis de usted ni de majestad, Esme dice que le hace parecer vieja, ¿verdad querida?- nos dijo el rey, mientras rodeaba a su mujer por los hombros.

-¡Carlisle!- le reprendió, dándole un suave golpe en el brazo, a vez que todos reímos por la reacción.

-Muchas gracias por invitarnos- les agradecí con una pequeña sonrisa.

-Gracias a vosotras; no había visto a mis hijos tan felices en mucho tiempo. Por fin traen a sus amigos a casa- nos dijo Esme.

-Nada de agradecer, estáis en vuestra casa- nos dijo Carlisle amablemente.

La comida transcurrió en animada conversación, preguntándonos sobre nuestras familias, sobre nuestros estudios y si nos gustaba Londres. Una vez terminamos de comer, Carlisle nos preguntó amablemente.

-¿Qué planes tenéis para esta tarde?- .

-Había pensado en enseñarles el palacio- dijo Alice.

-Me gustaría acompañaros- dijo la reina con una sonrisa, a lo que Rose y yo asentimos.

-Y a mi, pero el deber me llama, tengo trabajo en el despacho. Divertíos y os veré por la noche- nos dijo Carlisle, que se despidió de nosotras con una sonrisa.

-Yo me retiro también, quiero leer un poco; así que tenéis tarde de chicas- nos dijo Jasper mientras salía detrás del rey.


Con los ojos como platos, recorrimos mil y una salas, a la cual más elegante y lujosa. Esme y Alice nos iban explicando la historia de las salas y explicando de quiénes eran los retratos que colgaban de las paredes, en su mayoría, los antecesores de Carlisle.

-La dinastía Cullen lleva en el trono casi cuatrocientos años- nos explicó Alice.

Vimos el salón del trono, el comedor de gala y el salón de baile, que según nos contaron, sólo eran utilizados para cenas y visitas importantes. Pegado a éstos varias salas, para recibir audiencias privadas.

-Nuestras habitaciones privadas están al lado de los dormitorios y del comedor dónde hemos comido; ahí hacemos la vida de familia; esas habitaciones, obviamente, no están abiertas al público- nos explicaba la reina.

-El palacio se abre a los visitantes durante los meses de verano- añadió Alice.

Pasamos por la biblioteca, dónde se conservaban auténticas piezas de museo. Mis manos tomaron un libro antiguo forrado con piel marrón. Al ver el título jadeé; era una edición de Cumbres Borrascosas, databa de 1847; era una maravilla.

También visitamos la capilla y el salón de música, una sala tapizada con seda de un suave color ocre, al igual que el sofá y las sillas y con un precioso piano en medio.

-Aquí viene mucho Edward a tocar- nos dijo Alice, mirándome fijamente.

Me sonrojé levemente, mientras mi corazón se puso a palpitar de forma furiosa, y sólo con la mención de su nombre.

Alice, Rosalie y Esme se adelantaron, diciendo que iban a ver los jardines. Me excusé, diciendo que las alcanzaría en un rato.

Me quedé mirando el enorme piano y las fotografías que había encima de él. Había fotos en blanco en negro bastante antiguas, de Carlisle y Esme, y de Alice, con un traje negro hasta los pies y una tiara de brillantes adornando su cabeza. Mi vista se posó en una, en la que cierto chico de pelo despeinado estaba con un traje de gala azul marino. Una banda roja le cruzaba el pecho, y varias condecoraciones pendían de su uniforme. Le había visto así vestido varias veces en las revistas y en la televisión.

Una voz suave y dulce me sacó de mis cavilaciones.

-En esa foto no salgo muy favorecido-.

 

 

Capítulo 7: Largo verano de incertidumbre Capítulo 9: Volverte a ver

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
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