Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
Visitas: 328495
Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

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Capítulo 11: Besos furtivos

EDWARD PVO

Hacía apenas un mes que las clases habían empezado... y casi dos meses desde que Bella estaba en mi vida, y me sentía feliz. Cada día iba descubriendo un poquito de las manías y los gustos de mi novia, al igual que ella los míos.

Estábamos a principios de noviembre y tuve que viajar, junto con mi padre a Estrasburgo, a una de las sesiones extraordinarias del Parlamento Europeo. También se celebraban unas jornadas sobre economía de recuperación en países desarrollados, en la misma ciudad, por lo que nos fuimos el domingo por la noche, quedando fijado el regreso para el viernes por la tarde. No me hizo ninguna gracia despedirme de mi niña... pero no me quedaba más remedio; era el primer viaje que hacía desde que estábamos juntos... y en un mes y medio ella regresaba a Forks para pasar las navidades con su padre y Sue.

Se despidió de mi intentando poner buena cara... pero la tristeza de sus ojos no la pudo disimular. Le prometí que la llamaría todos los días, y ella esbozó una sonrisa, diciéndome que estuviese tranquilo, que era algo a lo que se tenía que acostumbrar y que estaría en palacio esperándome el viernes. Le pedí por favor a Jasper y Emmet que la cuidaran en silencio. Desde que ella estaba conmigo era vigilada, sin ella saberlo, por Emmet, que cuidaba de ella y de Rosalie.

Ellos dos se habían acercado mucho estos meses; si yo iba a casa de Bella después de las clases él, obviamente, iba conmigo. Aunque había días que ellos dos se iban a dar una vuelta... y de paso dejarnos intimidad a nosotros dos. Los fines de semana apenas salía de palacio, por lo que Emmet no trabajaba y se podía dedicar a la conquista de su rubia despampanante, cómo el decía.

Mañana por la tarde regresábamos a Londres. Me despedí de mi padre, y me retiré a mi habitación. Me di una ducha para relajarme y despejarme, ya que la cena fue un auténtico aburrimiento, con el embajador de Inglaterra en Francia y su señora.

La cena fue en un salón privado del hotel; y la buena señora no dejaba de contar anécdotas acerca de sus seis nietos, que la debían de llevar loca perdida.

Me tiré en la cama en cuánto me puse el pijama, y llamé a mi niña, que respondió al primer tono.

-Hola pequeño- me saludó, había tomado la costumbre de llamarme así.

-Hola cariño, ¿cómo está la chica más guapa de Londres?- le pregunté para picarla un poco, ya que seguro se pondría más roja que un tomate. Su risa dejaba entrever sus nervios y vergüenza por el piropo, se lo dijera a la cara o por teléfono.

-Ahora que te escucho muy bien; pensé que ya no me llamarías, cómo me dijiste que tenías la cena con el embajador creí que terminarías mas tarde- me dijo a modo de pregunta.

-Bueno... digamos que en cuánto he tomado el postre me he escaqueado- le respondí mientras buscaba el mando de la televisión.

-¿Muy aburrida?- interrogó interesada.

-Cuándo conozcas a nuestros embajadores en Francia lo entenderás; me sé las travesuras de los nietos de la señora McFarley de memoria- repliqué.

-Mummm... no sé si quiero conocerla- respondió divertida, para después guardar silencio.

-¿Qué piensas?- le interrogué preocupado.

-Te echo de menos... las clases sin ti se me han echo muy cuesta arriba- dijo en un suspiro.

-Y a mi también se me ha hecho la semana larga cariño... pero a partir de mañana prometo compensarte; todo el fin de semana para mi niña... y sabes que, en principio, ya no tengo más viajes hasta después de Navidades- le conté con una sonrisa, intentando animarla.

-Ya lo sé, no te preocupes por eso... además te he visto en las noticias, estás muy guapo con traje- me susurró algo insinuante.

¿Ah, si?- le repliqué en el mismo tono.

-Si... por algo eres, según una encuesta de The Sun, el príncipe más atractivo de Europa- replicó divertida, mientras yo rodaba mis ojos.

-Quién tiene que decidir y opinar sobre eso eres tú- acoté en aclaración.

-Te daré mi opinión en persona- respondió inmediatamente, y no pude más que esbozar una sonrisa un poco... traviesa.

-¿Me contarás algo de las conferencias de economía?; hoy hemos hablado acerca de eso en clase de Análisis financiero con el señor Litterman- me preguntó, cambiando de tema.

-Claro que sí, te pondré al corriente de cómo va la recuperación económica mundial- respondí cómo un niño bueno, y también cambié de tema -¿cómo está Rose?-.

-Creo que está en su habitación, tiene planes con cierto chico que conoces muy bien para este fin de semana. Mañana después de las clases nos vamos con Alice de compras, después iremos directamente a tu casa- me explicó.

-Bien, pero dile a Alice que no os vuelva locas... llegaremos a la hora de cenar, más o menos- le recordé.

-Estaré esperándote... por cierto, ¿quiénes son Garret y Kate Cullen?- me preguntó curiosa.

-Es el hijo de Lord Archibald; era un primo de mi padre que falleció hace algunos años. Para mi padre era lo más parecido a un hermano, ya que es hijo único. Garret y Kate se fueron a vivir a París cuándo se casaron hace unos años... ¿por qué lo preguntas?- interrogué sin entender.

-Alice me dijo que han venido de visita, y están en tu casa. Creo que se van el sábado por la mañana temprano; le dije que si había algún problema Rose y yo podíamos quedarnos en casa hasta ese día- me contó... vaya por dios, que oportunos.

-No cariño, quiero verte y no voy a esperar hasta el sábado- murmuré.

-Me dijo que no había ningún problema, y a mi no me importa fingir durante la cena que sólo soy amiga de Alice- me dijo con comprensión.

-No te preocupes, en cuánto acabe la cena te raptaré con alguna excusa- contraataqué divertido.

-Espero que lo hagas pequeño- contestó simplemente.

-Bueno cariño- le dije mirando el reloj- es tarde, y quiero que descanses, mañana nos vemos- me despedí.

-Buenas noches mi amor... te quiero- me susurró.

-Y yo a ti, hasta mañana- me terminé de despedir, para después colgar el teléfono con una tonta sonrisa de enamorado.

El día siguiente, antes de nuestra vuelta, pasó sin grandes complicaciones. Los últimos actos cumplieron el horario previsto, y por fin embarcamos rumbo a casa. Nada más entrar en el avión, me aflojé el nudo de la corbata en un acto reflejo, al igual que mi padre. Por fin, después de casi tres horas de viaje, llegamos a casa. Lo primero que hice fue ir a saludar a mi madre; estaba en el salón con Garret y Kate. Antes de acercarme a ellos le pregunté disimuladamente por Bella, y por lo que me dijo no habían llegado todavía.

Mi padre se unió a nosotros; estuve un poco con ellos, comentado las impresiones del viaje y a quién habíamos visto por allí, mientras que Garret y Kate nos explicaron que mañana partían hacia París, después de haber pasado unos días en Escocia con la familia de ella.

Al acercarse la hora de la cena me disculpé, para ir a cambiarme. Después de desenterrar del armario mis vaqueros y mis inseparables converse negras, me dirigí al comedor... y una suave risa, tímida, cómo el tintineo de un hada, llegó a mis oídos. Mi corazón aceleró de impaciencia por tenerla enfrente mío. Me quedé en el marco de la puerta, mientras Emmet y Jasper me saludaban. Emmet no había venido a Estrasburgo, ya que tuvo una reunión con el jefe se seguridad. Le había echado de menos, ya que Nick y Morris, los escoltas que acompañan a mi padre, eran más aburridos que una marmota.

-¿Todo bien por aquí?- interrogué.

-Todo en orden... la princesa está sin un sólo rasguño, cómo puedes comprobar- me susurró Emmet, mientras Jasper y yo rodábamos los ojos.

-Emmet...- le advertí, para que se percatara de que no estábamos solos. Aunque Garret y Kate eran familia, cuánta menos gente lo supiera de momento, mejor.

-Si, si... discreción- contestó cansino, mientras se apartaba y se ponía junto a Rosalie, a quién saludé con dos besos, al igual que a mi alocada hermana.

Me giré hacia Bella, que me miraba fijamente, aunque con disimulo, con una leve sonrisa... y un leve rubor en las mejillas.

Se acercó a mi, mientras me saludaba.

-Hola Edward, ¿qué tal tu viaje?- me preguntó; si hubiera podido, me la hubiera comido a besos ahí mismo.

-Hola Bella, bien, cómo todos los viajes- encogí los hombros en un gesto despreocupado. Me incliné para darle dos besos. Pero en esos escasos segundos, pude susurrarle muy muy bajito, antes de besar su segunda mejilla -Hola mi vida-.

Ella tímidamente apoyó su manita en uno de mis brazos, mientras que el transcurso de los besos, mi mano rozó ligeramente su cintura. Esa corriente eléctrica invadió el espacio que había entre nosotros. La sonreía de vuelta mientras nos sentábamos a la mesa. La tenía justo enfrente mío, lo que me venía de perlas para poder mirarla.

La cena transcurrió rápida y animada. Garret y Kate se comportaron de forma muy amable con Bella y Rosalie, preguntándoles sobre su vida aquí y en América. Cuándo la tocaba hablar a ella, mi vista se clavaba inconscientemente en sus ojos. Una vez terminó la cena, mis padres se excusaron, ya que mañana tenían un compromiso en Liverpool y debían madrugar; nosotros nos dirigimos al salón, y yo rezaba para mis adentros que mis primos se marcharan a la cama pronto. Al de un rato, Emmet se despidió... y yo también.

-Si me disculpáis, me voy a la cama, estoy agotado del viaje- me despedí de Garret y su mujer, que tomaban muy temprano el avión, y salí de allí. Antes de salir de la sala, le hice un guiño a Bella, con disimulo, y ésta asintió imperceptiblemente, sabiendo a lo que me refería.

Me fui a mi dormitorio y me puse el pijama. Al de una media hora, la puerta se abrió y allí estaba mi niña, también en pijama. Cerró con cuidado y puso el cerrojo; le abrí los brazos con una sonrisa tierna en mi cara, y corrió hacia mi.

Atrapé su pequeña cintura, mientras que su carita se enterraba en mi pecho. Suspiré contra su pelo, dejando pequeños besos en él. La levanté para abrazarla más fuerte, mientras sus manos iban directas a mi pelo. Nos quedamos en esa posición unos minutos, en silencio y disfrutando de nuestro contacto. Su carita se acomodó en el hueco de mi cuello, y su aliento me hizo cosquillas cuándo ella habló.

-Te he echado de menos-.

-Y yo a ti cariño, se me ha hecho eterno- le contesté, mientras ella levantaba la cabeza para mirarme y decirme- bienvenido a casa-.

No pude hacer otra cosa que besarla, había extrañado mucho sus dulces besos esa semana. Capturé sus labios con ansias, que ella correspondió también. Su lengua rozó mis dientes, y yo le permití el paso. Nuestras lenguas iniciaron un baile tierno y a la vez ardiente. Una de mis manos se posó en su nuca, pegándola más a mi, si era posible. Besarla era adictivo; mis labios acariciaban los suyos con anhelo... cada día se me hacía más difícil vivir sin sus besos.

Una vez nuestros pies volvieron a la tierra, la tomé de la mano para guiarla hasta mi cama. Apoyé mi espalda en el cabecero, y ella se aovilló entre mis piernas, con su rostro de mármol apoyado en mi pecho. Sus manos descansaban en su regazo, jugueteando con mis dedos. Aspiré de nuevo su particular aroma de frutas, mientras empezábamos a conversar.

-Bien, cuéntame... ¿qué tal las clases?-.

-Bueno, de todo un poco... por cierto, tienes un montón de apuntes para pasar la limpio... y tenemos que hacer un ensayo sobre el amparo en materia fiscal, para la asignatura de derecho procesal - me ordenó divertida. No pude menos que dejar escapar una leve risita.

-Está bien mamá, te prometo que haré los deberes- repliqué cual niño bueno. Ella me miró, negando con la cabeza y con una sonrisa divertida.

No pude resistirme a enterrar mis labios en su cuello; sabía que le volvía loca que besara esa parte de su anatomía. Pude sentir cómo se aceleraba el pulso en su yugular, mientras que sus manos se movían hasta la parte de atrás de mi cabeza. Pude notar que apartaba su cuello; levanté la cabeza enojado, pero ella atacó mi mentón, dándole sensuales y pequeños besos, hasta llegar de nuevo a mis labios.

Sus pequeños y dulces besos, aunque inocentes y tiernos, provocaban que partes de mi cuerpo, hasta ahora dormidas en mi, reaccionaran. No pude evitar invadir su boca con mi lengua, y el beso se volvió más apasionado. Con un ligero movimiento, dado su mínimo peso, la puse a horcajadas sobre mí. Mis manos se afianzaron en su espalda, apretándola contra mi cuerpo. Pude sentir el calor que su cuerpo emanaba, y al darme cuenta de su dificultosa respiración, muy a mi pesar, la liberé para que respirara, mientras ella me miraba con el ceño fruncido.

-Un día me dará un paro cardíaco- musitó, todavía roja.

-Bueno... si yo soy el causante de eso, debería sentirme halagado- balbuceé mientras me acercaba de nuevo a su boca. Ella correspondió de nuevo al beso, para separarse al de unos pocos segundos.

-Un día nos pillarán- murmuró.

-¿No has echado el cerrojo?- ella asintió- entonces tranquila, no pasa nada- me volví a posicionar para besarla, pero ella apartó la cara, mirándome.

-¿Y si hay una puerta secreta, camuflada en la pared?- saltó de repente.

No pude menos que echarme a reír, mientras ella se colocaba de nuevo entre mis piernas, acurrucada contra mi pecho. La besé suavemente en el pelo, mientras ella siguió con su teoría.

-En todos las películas que he visto en los castillos y palacios hay puertas secretas y pasadizos que comunican habitaciones- me explicó.

-Ya, y aquí también hay; se les llama puertas de servicio o privadas... pero lamento informarte que en mi habitación no hay ninguna- le expliqué divertido, mientras le retiraba un mechón de pelo de sus ojos.

Se quedó meditando, para después volver a preguntarme.

-¿Y para qué se utilizaban?-.

-Pues... normalmente eran de uso privado para los reyes y el personal de confianza... y para ir a las habitaciones de las amantes- le expliqué, esperando su reacción. Ella me miró fijamente, para después asentir.

-Menos mal que hoy en día no se usan- replicó con una sonrisa traviesa, para seguirla yo, riéndome.

-No...- me acerqué a su oído- pero me encantaría tener una puerta así que diera directamente a tu cuarto- le susurré seductoramente.

-¿Para ver a tu amante?- replicó, arqueando las cejas.

-Es que resulta que mi amante y mi novia son la misma persona- aclaré en broma. Ella rodó los ojos, sonriendo satisfecha.

-Todavía no hemos llegado a ese punto- añadió coqueta.

-Y llegaremos cariño... cuándo tú quieras... y tengamos un poco de intimidad- le respondí. Por dios, era humano, y estaba deseando tener relaciones a ese nivel de intimidad con ella; pero ella era virgen, al igual que yo, y quería que ella se sintiera cómoda y preparada.

Ella asintió, mientras sonreía levemente; continué con ella en mis brazos hasta que se quedó dormida. La tumbé en mi cama y la arropé, no quería moverla. Iba a marcharme a su habitación para dormir, pero ella enseguida notó mi ausencia, ya que la oí murmurar.

-No te vayas- dijo extendiendo su mano hacia mi, cogiéndome del brazo.

-¿Estas segura?, a mi no me importa- le dije, aunque me moría de ganas de dormir a su lado.

Ella asintió, mientras yo me metía con ella a la cama y nos tapaba. Se dio la vuelta y se acurrucó contra mi, con su carita en el hueco de mi cuello y uno de sus brazos alrededor de mi cintura. Pude sentir su respiración pausada al de unos pocos minutos. La observé unos momentos mientras dormía, acaricié la suave piel de sus párpados con la yema de mis dedos. Ella al notar contacto, arrugó la nariz en un gracioso gesto, mientras se movía ligeramente. Le di un pequeño beso en la frente, para rodearla con mis brazos y caer en un profundo sueño.

El fin de semana pasó sin mayores novedades, y junto a ella. Dimos varios paseos por el jardín, era agradable poder salir al aire libre con ella, abrazados o de la mano; apenas estuvimos con los chicos, ya que no nos habíamos visto en toda la semana. Le expliqué los actos y las conferencias a las que asistí en Estrasburgo. Ella me escuchaba con atención, haciéndome montones de preguntas, a las que yo respondía encantado. También conversaba mucho con mi madre, que la iba explicando poco a poco el protocolo y las costumbres de palacio.

Sin apenas darme cuenta llegó diciembre, y con ello llegaban las temidas navidades. Ahora la que viajaba era ella; era lógico y normal, tenía que ir a ver a su padre y a Sue; además dijo que les iba a contar sobre nuestra relación, ya que prefirió esperar para decírselo en persona.

Ese viernes llegué a clase temprano, y me senté en nuestro sitio habitual, esperando a que llegara. Entró justo antes de que el señor Delamore cerrara la puerta. La miré divertido, mientras la saludaba.

-Buenos días dormilona-.

-Buenos días- dijo ella jadeante por la carrera.

-¿Rose se ha vuelto a dormir?- pregunté interesado, mientras sacábamos los libros.

-Peor que eso... adivina a quién me he encontrado haciendo el café esta mañana- me cuchicheó. No podía ser...

-¿Emmet?- pregunté arqueando una ceja. Ella asintió, para después proseguir.

-En calzoncillos- añadió escuetamente, rodando los ojos.

Tuve que reprimir la risotada que se quería escapar de mi garganta. Una vez me repuse, me giré a mi novia, para seguir comentando la exclusiva.

-Ayer me dijo que se iba a tomar algo, mira lo que tenía entre manos- murmuré bajito, para que nadie nos oyera.

Ella rió por mi comentario, mientras me hacía un gesto para que atendiera a la clase. Disimuladamente y por debajo de la mesa llevé mi mano a su pierna; ella me miró cómplice, mientras su mano se unía a la mía y se entrelazaban nuestros dedos. La mañana pasó como de costumbre, y por fin el timbre de la última clase sonó.

Me despedí de ella sólo durante unos minutos, ya que comíamos los seis en casa de Bella y Rose.

Ellas dos se iban en el coche de Japer, y Emmet y yo en el mío. Nada más montarme empecé mi ataque.

-¿Así qué... dormiste bien ayer?- pregunté con una sonrisa malévola.

-Si... ¿por qué lo preguntas?- dijo distraído y concentrado en la carretera.

-Por nada, es que esta mañana ya estabas esperándome en el coche- comenté cómo si tal cosa.

-Ah, eso... es que me he levantado...- no lo dejé continuar.

-Em, Bella me lo ha contado-. Al ver su silencio, seguí.

-¿Pensabas que mi novia no me iba a contar el notición?-.

-No hay quién tenga intimidad...- bufó molesto, y no pude hacer otra cosa que reírme.

-Me alegro Em... y ya era hora- le felicité, dándole un codazo.

-Habló el que tardó un año en declararse a una chica- me la devolvió con una gran sonrisa malévola. Los dos reímos, hasta que el volvió a hablar.

-Rose me gusta mucho... no es como Lauren o todas esas chicas con las que salido; ella es especial- dijo serio.

-Espero que todo vaya muy bien entre vosotros- le deseé de corazón.

Seguimos la animada charla hasta la casa de nuestras novias. Vimos el coche de Jasper aparcado dos calles más abajo. Emmet bajó primero, mirando que no hubiera mucho transeúnte. Me hizo una seña para que bajara; con la capucha de mi sudadera por encima de la cabeza, como solía hacer siempre, llegamos al portal.

Nada más abrir la puerta de su casa, Bella se tiró a mis brazos. La levanté del suelo mientras la besaba. Verla tantas horas y no poderla ni tocar se me hacía insoportable. Al de un pequeño rato, un carraspeo nos hizo volver al mundo real.

-¿Podríais dejar las intimidades para más tarde?; me muero de hambre- protestó Emmet con los brazos en jarras.

Le miré mosqueado, y mi niña habló.

-¿Por qué no te sirves lo que quieras?; además, ya conoces dónde están las cosas- sonreía inocente y pícara mientras lo decía. Pude escuchar un ¡Oh!, por parte de mi hermana, y una risotada de Jasper. Rosalie se quedó blanca de la impresión.

-Vale, vale...lo confieso; esta bella señorita -empezó a decir, abrazando a Rose por los hombros- es mi novia-.

Alice se puso a aplaudir mientras le daba un abrazo a la pobre Rose, que seguía mortificada. Bella habló, para explicar la situación.

-Rosalie, no pasa nada... y no me hubiera enterado si no fuera porque esta mañana me he levantado temprano y me he encontrado al señor preparando el café- relató al resto.

-¿Así que le viste?- preguntó Rose, sonrojada de vergüenza.

-Por eso me he enterado; si es por ti no nos cuentas nada- aclaró divertida.

-¿Así que por eso no has desayunado en casa, eh picarón?- le pinchó Jasper mientras reía, y se volteó hacia Bella ¿qué calzoncillos llevaba, los de Superman o los de Spiderman?-. Al escuchar esa pregunta casi nos morimos de la risa, incluida Rosalie, mientras el nos miraba incrédulo y rojo como un tomate.

-Los de Superman- confirmó entre risas.

Una vez se nos pasó el ataque de risa nos dispusimos a comer. Después esperaba poder estar un rato a solas con mi novia. Una vez terminamos, a mi hermana le vino la inspiración divina. Bella estaba sentada encima mío en un lado del sofá, y en el otro lado Emmet y Rose en la misma postura. Mi hermana estaba entre las piernas de Jasper, en el suelo rodeados de cojines. Literalmente pegó un salto.

-Tengo una idea- exclamó cual descubrimiento científico.

Bella me miró con terror, mientras que Rose gemía débilmente.

-¿De qué se trata?- pregunté escéptico, mientras jugaba con un mechón del cabello de mi novia.

-Bella, Rose... ¿os importaría volver antes a Londres... para pasar el fin de año los seis solos?- preguntó con misterio.

Los cinco giramos nuestras cabezas, de repente muy interesados por la situación... por una vez, sería interesante escuchar a la pequeña duende.


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OK aquí un capitulo!!! Espero sea de su agrado , les pido votitos y no se olviden de comentar a ver si les gusta la historia.

Ya subi una nueva historia: Curando un corazón creo que esta en la última página de sala cullen.

Pasen a leerla y comenten que les parece, y así subo más capítulos.

Pronto subiré la otra historia Cowboy de mi corazón…

Besos Caro508

Capítulo 10: Reacciones Capítulo 12: Norfolk Park

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
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