Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
Visitas: 328478
Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks

-Charlie, no te subas ahí, te vas a hacer daño- mi pequeño me miró arrugando la frente y haciendo un pequeño puchero, pero se apartó de la escalera que utilizaba mi padre para podar los setos y corrió a por su balón.

-Es hiperactivo- exclamó Ben, sofocando una risa -Edward, Bella... menuda tenéis encima-.

Mi marido nos miramos, suspirando con paciencia; habíamos llegado a Forks hace apenas dos días, para pasar todo el mes de agosto en mi casa. Mi padre, Sue y la abuela estaban cómo locos por tener aquí al niño. Charlie cumplía tres años en noviembre, y era adorable... pero revoltoso e inquieto cómo el que más.

-Ha heredado la energía de su tía Alice- suspiró Edward antes de darle un sorbo a su botellín de cerveza.

Ya habíamos cenado, y estábamos sentados con Ben y Ángela en el jardín trasero de mi casa, poniéndonos al día, ya que no les veíamos desde hace casi un año; los compromisos y viajes coparon la mayoría de los días, y apenas habíamos tenido un descanso hasta ahora. La abuela, Sue y mi padre también estaban con nosotros allí sentados, de modo que había tertulia para rato.

-¿Cómo os va en el trabajo?- le pregunté a mi amiga. Ben y ella habían terminado sus estudios, y ambos trabajaban.

-Bien- se encogió de hombros Ang -aunque escribir críticas de cine no es lo mío- Ang trabajaba en un diario local en Los Ángeles.

-Es un comienzo- la animó Edward -además, es bueno tener a alguien que entienda, podréis aconsejarnos qué ver-.

-No te iban a mandar de corresponsal a la Casa Blanca en tu primer empleo- rodó los ojos su novio -por algo se empieza-.

-Claro; cómo tú ya tienes el empleo de tus sueños en la sección de deportes del California Examiner- le respondió ésta, sacándole la lengua. Edward y yo reímos divertidos, atentos a la simpática pelea de nuestros amigos.

-Esta juventud de hoy en día- rezongó la abuela -si hubierais vivido los tiempos difíciles que viví yo en mi juventud, no os quejaríais tanto y...-.

-Mamá, deja a los chicos- le cortó mi padre -los tiempos han cambiado, y ahora tienen otras preocupaciones- la abuela dirigió a mi padre una mirada envenenada, pero se mordió la lengua, ya que no le contestó.

-Echo de menos a la pequeña duende- dijo Ángela, cambiando de tema.

-Está muy ocupada preparando su boda- le recordé. Alice y Jasper se casaban en apenas dos meses, a principios de octubre, en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor y por supuesto, la pequeña duende se encargaba de organizar todo al milímetro, junto con el personal de protocolo.

-Otra boda real- exclamó contenta Sue -veremos a ver lo que ha preparado la pequeña duende-.

-No quiero ni imaginarlo- murmuró Edward -a nosotros ya nos ha vuelto locos con el traje que llevará Charlie-.

-Por algo es el único niño del cortejo- le aclaré a mi marido, rodando los ojos. Justo en ese momento, la pelota con la que jugaba Charlie aterrizó en el cogote de mi padre. Ben y Ang estallaron en carcajadas, mientras que Edward se levantaba e intentaba cazarlo, ya que al ver lo sucedido, el pequeño había echado a correr por todo el jardín.

-Diablos- mi padre se masajeaba la zona golpeada -el campeón tiene fuerza- musitó con una sonrisa, ante la divertida mirada de Sue.

-Tiene más puntería que tú- le picó la abuela, devolviéndole la jugada de antes. Justo en ese momento, Edward se sentó a la mesa, con el pequeño en su regazo.

-Tienes que pedirle perdón al abuelo- le decía mi marido -le has dado y le has hecho daño- nuestro hijo se volvió hacia su abuelo, mordiéndose el labio inferior y retorciendo sus manitas.

-Pedón abelo- mi padre se derritió ante la sonrisa inocente de su nieto, y le dedicó una otra de vuelta, diciéndole que no pasaba nada.

-Awa, teno sez- Edward le pasó un vaso de plástico, riendo mientras veía a Charlie remover el hielo con un dedo.

-¿Quién te ha enseñado a golpear así al balón?- le interrogó Ben, llamando su atención.

-Tío Em- respondió éste, quitándose el vaso de la boca.

-El grandullón tenía que ser- refunfuñó la abuela.

-Menuda pareja- rió Sue, divertida.

-No hace falta que lo jures- siseó mi marido -no sé cómo los jarrones de palacio siguen en pie-.

-Abelo, juega con mi- le pidió Charlie -y tú, papá- Edward y mi padre se levantaron, junto con Ben, para jugar al fútbol con el pequeño, dejándonos a las mujeres en la mesa cotilleando a nuestras anchas.

-¿Sabes que Jessica y Mike se han divorciado?- ensanché los ojos por la sorpresa, ante la revelación de mi amiga. Miré a Sue de manera involuntaria, que me confirmó las palabras de Ángela con un imperceptible movimiento de cabeza.

-Hace cómo dos meses, o una cosa así- me empezó a explicar Ang -Mike reventó, por fin; según le ha contado a Ben, ya no podía soportar sus aires de grandeza-.

-Por lo que se rumorea por el pueblo, Jessica quería vivir a todo tren, sin dar ella palo al agua; y Mike se pasaba todo el tiempo haciendo horas extras, para poder afrontar la hipoteca y otros gastos- siguió relatando Sue.

-¿Y ella nunca ha trabajado?- pregunté.

-Nop- confirmó Sue -no llegó a terminar la universidad-.

-Creo que su intención era que el que fuera su marido la mantuviera a todo lujo- siguió relatando Sue -por suerte, Mike abrió los ojos a tiempo-.

-Cierto- repuso Ángela -ahora no le ha quedado más remedio que ponerse a trabajar en la cafetería, con su madre; Mike dejó que se quedara con la casa... y por supuesto, ella carga ahora con la hipoteca- sonrió satisfecha.

Seguimos hablando un buen rato... bueno, más bien interrogué a Sue y a mi amiga por todo Forks. Era agradable volver a casa, sin tener el ajetreo de nuestro trabajo encima. A Edward le encantaba venir aquí, ya que podíamos hacer vida normal, según decía. Aunque viajábamos con seguridad, por supuesto, nos encantaba poder tomarnos un café o salir a cenar con nuestros amigos cómo dos personas normales, aunque lleváramos a los escoltas detrás; en Londres también lo hacíamos, pero era mucho más difícil pasar desapercibidos.

Para el resto del pueblo, yo seguía siendo la hija del jefe de policía, y la gente por la calle nos saludaban con un simple "hola Bella" u "hola Edward; casi nadie se dirigía a nosotros por altezas, ya que ni Edward no yo lo permitíamos. Seguíamos sumidas en nuestro repaso a los últimos cotilleos de Forks cuándo la vocecilla de Charlie resonó por todo el jardín.

-¡Gooool- chillaba alborozado; se acercó corriendo hacia mi, con los brazos extendidos simulando las alas de un avión. De un salto se subió en mi regazo.

-Mami, he metido un gol- me explicó orgulloso -Ben no lo ha parado-.

-¿En serio?- le interrogué con una sonrisa. Afirmó enérgicamente con la cabeza, sonriendo travieso.

-El abelo y yo hemos ganado a papá y a Ben- me siguió contando, mientras que los improvisados jugadores se acercaban a nosotras.

-Así que habéis perdido- preguntó Ang a Ben, que se sentaba jadeando.

-Eso parece- se encogió éste de hombros -la próxima vez me pongo yo de delantero, que no das una- le dijo a Edward. Mi marido le miró arqueando una ceja, llevándose la botella de agua a la boca.

-Ya no estoy para estos trotes- se quejaba mi padre, agarrándose los riñones y sentándose al lado de Sue.

-Normal- replicó la abuela -cada día estás mas viejo- se encogió de hombros.

-Estoy en una forma excelente, mamá- le respondió, mordaz.

-Abelo vejo- mi hijo señaló a mi padre con su dedito, mostrando una sonrisa desdentada; por el rabillo del ojo vi a nuestros amigos y a Edward, sofocando las risas.

-¿Ves lo que le enseñas al niño?- le reclamó serio mi padre.

-El niño tiene más cabeza que tú- respondió pagada de si misma; mi hijo saltó de mi regazo, para subirse en el de mi abuela, que lo acogió gustosa en sus brazos.

-Bien, creo que va siendo hora de retirarse- dijo Ben, levantándose de la silla, cosa que Ang imitó. Se despidieron de mi padre y del resto, mientras que Edward y yo los acompañábamos a la puerta.

-El sábado podríamos ir a Port Ángeles a cenar- propuso mi amiga.

-No estaría mal; además, tenemos que aprovechar, tenemos niñeros- dijo mi marido, aludiendo a los abuelos.

-¿Emmet no va a venir en todo el mes?- interrogó Ben.

-Están en Boston de vacaciones, con la familia de Rosalie- les conté.

-No sabemos si vendrán o no- añadió Edward.

-Podrían traerse a Nathan- protestó mi amiga, haciendo un gracioso puchero. Sonreí, acordándome del pequeño de nuestros amigos; era increíble cómo pasaba el tiempo... Emmet y Rosalie también eran padres.

-Vaya vaya... a alguien le gustan demasiado los niños- canturreó con una sonrisa inocente mi esposo, mirando a Ben.

-Todo a su tiempo- fue la breve respuesta de éste, ante nuestras risas.

0o0o0o0o0o0o0o0

Una vez se hubieron marchado, regresamos al jardín. Charlie estaba medio dormido, todavía en el regazo de mi abuela.

-Ya es tarde para este hombrecito- señaló la buena mujer, mirando con una sonrisa a su bisnieto.

Sue y mi padre empezaron a recoger, de modo que Edward cogió a Charlie, para subirlo a la cama, mientras yo empujaba la silla de la abuela, adentrándonos en la casa. Después de dejar a la abuela en el salón, subí a la habitación de nuestro hijo, dónde ya estaban Edward y Charlie.

-¿Está dormido?- pregunté a mi marido, mientras éste le quitaba la camiseta.

-Más o menos- respondió mientras le seguía quitando la ropa. Busqué el pijama para que se lo pudiera poner; una vez lo tuvo puesto, Edward y yo lo acostamos en la cama, arropándolo bien; nuestro pequeño apenas se inmutó en su sueño, ni siquiera se revolvió para buscar una postura más cómoda.

-Está agotado- susurré, peinando sus rebeldes rizos castaños con mis dedos.

-No me extraña- añadió mi marido, agachándose a nuestra altura -disfruta mucho aquí, con tu padre y Sue-.

-Sí- asentí con una sonrisa -y en septiembre al colegio- suspiré con melancolía -no puedo creer que ya vaya a empezar-.

-Parece que fue ayer cuándo pasábamos las noches en vela, acunándolo- recordó Edward con una sonrisa, tomando mi mano y haciendo círculos con su pulgar.

-¿Estás cansado?- le interrogué.

-Un poco- se encogió de hombros- nuestro hijo me funde las energías... pero aun me quedan para... ya sabes- bajó la voz, adoptando un sugerente y sexy tono, que hizo que me erizara la piel.

-¿Ah, sí?- le medio piqué, acercándome a él y dejando un pequeño beso en sus labios, que el correspondió encantado.

-¿Quieres comprobarlo por ti misma?- sin darme tiempo a réplica alguna, me cogió en volandas, saliendo sigilosamente del cuarto de Charlie y adentrándonos en el nuestro. Después de posarme con cuidado en la cama, se aseguró de que la puerta estuviera bien cerrada.

-Después le quito el seguro- me tranquilizó mientras se tumbaba a mi lado; no sería la primera vez que teníamos que salir porque Charlie nos llamaba en mitad de la noche.

-Edward... no podemos... el niño, mi padr...- me cortó tumbándose encima mío y aprisionando mis labios en un beso que me dejó sin aliento.

-¿Decías algo?- preguntó, cuándo no le quedó otro remedio que dejarme respirar; puse cara interesante a la vez que mis dedos peinaban su sedoso pelo.

-Hum... puede que vaya siendo hora de que le demos un hermanito a Charlie- sugerí, mordiéndome el labio, y sonriendo a la vez.

-Secundo la moción- expresó tajantemente mi marido -y esta vez, quiero una niña- murmuró contra mis labios.

-Eso no está en nuestras manos... pero se puede intentar- nuestras bocas volvieron a fundirse en una sola; perdí la noción del tiempo y de lo que ocurría a nuestro alrededor. Las manos de mi marido fueron al borde de mi camiseta, la cual tardó apenas unos pocos segundos en desaparecer de mi cuerpo. Iba a imitar su acción, y a punto estaba de sacarle la suya por la cabeza, cuándo una vocecilla muy conocida y familiar se coló por el interfono de escucha de nuestro cuarto.

-Mamá... papá- ambos nos quedamos estáticos, mirándonos alucinados unos segundos antes de que Edward se desplomara encima mío, suspirando con paciencia.

-Creo que el asunto va a tener que esperar- le dije a mi esposo.

-Eso parece- su aliento contra mi clavícula hizo que unas placenteras cosquillas recorrieran mi piel -voy yo, que llevo más ropa encima- le di un pequeño golpe en el brazo, mientras el se levantaba de encima mío, riéndose sin disimulo.

Cuándo salió por la vuelta, me levanté perezosamente para buscar mi pijama. Mientras me cambiaba, escuché la conversación entre padre e hijo a través del interfono.

-¿Onde está mamá?-.

-Durmiendo, estaba muy cansada campeón- le explicaba Edward a nuestro hijo -¿tú no estás cansado?-.

-Sí- dijo mi niño -pero quero mimir con mamá- de seguro estaría poniendo un puchero estilo familia Cullen.

-¿No te gusta la habitación que te ha preparado la abuela Sue?-.

-Sí... pero quero con mamá- la voz de Charlie tomó un tono lastimoso; oí ruidos de pasos por el pasillo, y la puerta abrirse. Negué con la cabeza, sonriendo divertida mientras que Edward, con Charlie en brazos, entraba en nuestra habitación.

-Me parece que esta noche tenemos compañía- me explicó, dejando a nuestro hijo en la cama. El pequeño gateó hasta mi posición, y con él en brazos, abrí al cama y nos metimos en ella. Mi pequeño se abrazó a mi, hasta que vio a su padre volver al cuarto, ya con el pijama puesto; nada más meterse a la cama, se abrazó a Edward, suspirando tranquilo y acomodándose.

-¿Crees que dormiremos algo esta noche?- pregunté divertida, recordando viejos tiempos de nuevo.

-Mañana te lo diré- murmuró mi marido, mientras pasaba la mano por la espalda de Charlie; reí divertida, apoyando la cabeza en el hombro de Edward y observando a nuestro pequeño, que poco a poco iba cerrando los ojos.

 

Capítulo 50: Epilogo Capítulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
14444867 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios