Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
Visitas: 328471
Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 27: Quiero y no puedo

-Bella-.

El temblor que se apoderó de mis manos hizo que las llaves de mi casa se cayeran al suelo. No me agaché para cogerlas.

Cerré los ojos, debatiéndome si deseaba que ésto fuera o no fuera un sueño. Esa voz aterciopelada y suave llegó a mis oídos como un leve arrullo para mi destrozado corazón. Permanecí unos minutos así, con los pies clavados en el suelo, sin atreverme a dar la cara, por miedo a que mi subconsciente me hubiera jugado una mala pasada.

-Bella-.

Mi nombre volvió a mis oídos; esa voz removió algo en mi interior. Mi corazón pareció insuflarse de vida, sólo con escuchar mi nombre salir de sus labios.

Lentamente me giré, al principio sin levantar la vista del suelo. Poco a poco, fui subiendo la vista... hasta toparme con su rostro.

Mi mirada se quedó clavada en la suya; sus topacios me miraban con una mezcla de nervios y sentimientos contenidos. Tímidamente, y pidiéndome permiso con la mirada, se acercó un poco más hacia mi posición. La distancia, aun palpable entre nosotros, estaba cargada de una electricidad inexplicable. Tuve que parpadear un par de veces, alejando la idea de arrojarme a sus brazos y besarle, no podía evitarlo... cómo ya le expliqué aquella vez en nuestra habitación de palacio, parecía que un imán tiraba de nosotros...

-Hola- mi voz quedó acalllada por un débil sollozo, que luchaba por contener en mi interior con todas mis fuerzas. Un amago de su característica sonrisa, aquella que tan loca me volvía, pugnó tímidamente por salir.

-¿Cómo estás?- me preguntó con verdadera preocupación, tanto en su cara como en sus ojos.

-Voy mejor- respondí simplemente, agachando la mirada; era incapaz de sostenérsela, era superior a mis fuerzas.

-Ésto, yo... verás...- se quitó la capucha de la sudadera, dejando al descubierto su sexy cabello, aquel en el que tantas veces había perdido mis dedos...

-¿Desea algo?- murmuré casi para mi, pero no tuve suerte, me oyó.

-Bella, no tienes que llamarme así y lo sabes- dijo desesperado. Mis lágrimas volvieron a aparecer, pero las ahuyenté de un manotazo.

-Tenemos que hablar- dijo simplemente. No dije nada por unos minutos, que él esperó pacientemente. Demasiado llevábamos así, y lo menos que podíamos hacer era terminar de una manera más o menos civilizada.

-Sí, me parece bien- afirmé con un pequeño gesto con la cabeza. Me agaché a por las llaves, pero el se me adelantó, y ya las había cogido por mi. Al dármelas, nuestras manos se rozaron unos pocos segundos... pero los suficientes para que volviera a sentir ese familiar hormigueo, que terminaba en mi estómago.

-Gra... gracias- conseguí decir. Me dedicó una pequeña sonrisa. Abrí el portal, y pasé yo primero, mientras el me sostenía la puerta.

No dijimos una palabra mientras subíamos. Al invitarle a pasar, pude ver cómo estudiaba mi pequeño apartamento, paseando su vista por todas las esquinas.

Fui un momento a mi cuarto, para dejar el abrigo y mi bolso. Tomé aire antes de volver al salón. Nada más aparecí por allí, su vista se posó en mi, mirándome fijamente. Le indiqué que se sentara, cosa que hizo en el sofá. Me senté un poco apartada de él, retorciendo nerviosamente mis manos, que sudaban a mares. Finalmente, conseguí decir alguna palabra.

-¿Cómo has estado?- su mirada se clavó en un punto de la pared, pasando las manos por su pelo, en un gesto nervioso.

-No muy bien... Bella yo...- tomó aire pesadamente – sé que no tengo perdón por lo que dije aquella noche, pero me puse muy nervioso y...- le corté.

-Yo también me puse muy nerviosa... siento haberme marchado así, tan de repente- dije con una pequeña mueca.

-No digas eso; no tienes culpa de nada... me porté cómo un verdadero patán- dijo con un deje de enfado en su voz.

-Los dos estábamos muy nerviosos, y perdimos los estribos- le respondí.

-Pero yo no tenía derecho a tratarte así... ¿cómo pude decirte todas esas cosas?- se levantó del sofá, dando pasos frenéticos por toda la sala.

-Edward...- antes de decir nada más se arrodilló enfrente mío, cogiendo mis manos y apretándolas con las suyas.

-Bella... sé que lo qué pasó esa noche fue horrible, y...- iba a replicar, pero me silencio con un dedo sobre mis labios- déjame terminar, por favor- asentí con un suspiro.

-Jamás me perdonaré todo el daño que te he hecho. Nunca desconfié de ti, se de sobra que no tienes nada que ver con el tema de las fotos. Soy consciente de todo el daño qué te he causado... pero te pido... no, te suplico que me perdones... una vez te dije que me daba igual quién fueras, porque siempre serías tú... y eso no ha cambiado- musitó agachando la cabeza.

-Edward...- murmuré, con las lágrimas cayendo por mi cara.

-Bella... te amo... te amo y te necesito en mi vida; estos meses han sido una condena para mi, y he tenido mucho miedo... miedo de perder a lo que más quiero en el mundo, y no sé si es demasiado tarde... desvió su mirada hacia nuestras manos, todavía unidas.

-Edward -tomé una bocanada de aire, intentado relajarme y poder hablar con coherencia – yo también debo pedir perdón; yo también te grité y me descontrolé... y en ese aspecto estás más que perdonado... pero...-.

-Bella, no...- me suplicaba.

-No confiaste en mí, y así no funciona una relación. ¿Qué ocurrirá si volvemos, y pasa algo parecido?; no podría volver a soportarlo. Además, debes encontrar a alguien qué esté a tu altura, que te acompañe y camine a tu lado en esa tarea a la que estás destinado y...- me cortó.

-No quiero esa tarea si no estás conmigo, caminando a mi lado- repitió mis palabras -sé que ahora mismo no puedes confiar en mi, pero te lo demostraré día a día... por favor... no me dejes- observé sus ojos, brillantes por las lágrimas; mi corazón sufrió un vuelco, no podía verle así, pero debía mantenerme firme.

-Edward; está claro que nunca podré estar a tu altura-.

-No digas eso Bella; claro que lo estás... ¿ya no me quieres?, ¿es por eso?- preguntó en un susurro. Al ver mi silencio, insistió de nuevo.

-¿Ya no me amas?- esta vez su tono era mucho más determinante y decidido. Me zafé de su agarre, levantándome del sofá. Sus manos cogieron mi cara, obligándome a mirarle.

-Bella; dime que ya no me amas- tuve que bajar mis ojos, y soltar la mayor mentira del universo.

-No te amo- casi no me pude escuchar a mí misma.

-Mírame a los ojos, y repítelo- me ordenó serio.

Miré por un momento sus ojos... y sollocé rendida. No podía decirle lo contrario... no sabía mentir.

-Eso da igual Edward... debes encontrar a alguien mejor- dije entre sollozos.

-No; tú eres la futura princesa de Gales... y eres la princesa de mi corazón... y hasta que me digas a los ojos que no me amas... no pararé hasta demostrártelo... y volveré a recuperar tu confianza- expresó muy decidido.

Sus pulgares acariciaban con suavidad mi cara; cada toque producía una descarga eléctrica, que iba directamente a mi corazón, que palpitaba furioso. Pero debía mantenerme firme en mi decisión.

-Edward... por favor...-.

-Bella... mi niña...- cuánto tiempo hacía que no me llamaba así... cuántos recuerdos... - sé que tienes miedo, qué estás asustada... pero prometí que siempre estaría a tu lado... y aunque te he fallado, lo seguiré estando- su voz cada vez tomaba un tono más serio y decidido. No sabía que hacer... ¿estaría preparada algún día, para afrontar lo que él me pedía?, ¿estaría a la altura de las circunstancias?...

-Bella...si para tenerte a mi lado, debo renunciar... lo haré-.

-¡Qué!, ¡estás loco!; ya lo dije una vez, jamás te pediría eso... ¡y no pienso consentirlo!- mi voz llegó a tener un tono de voz nada agradable y un volumen muy alto.

-No quiero ni puedo vivir sin ti, Isabella Marie Swan, y te lo vuelvo a repetir... haré que confíes de nuevo en mi- repuso serio y decidido.

-Edward...-.

-Hasta que me digas que no me amas estaré aquí, por y para ti-.

Medité unos minutos, en silencio, con su mirada posada fijamente en mí, atento a mi reacción. Al ver que no me salía ninguna palabra coherente, sonrió levemente...

Sí, me rendía... en mi fuero interno, no quería otra cosa que creerle y arrojarme a sus brazos... necesitaba abrazarle y besarle, casi tanto como respirar.

-Ojalá puedas hacerlo- susurré con voz contenida -recuperar nuestra confianza...- no pude seguir hablando, ya que pillándome completamente desprevenida, me besó. Me quedé estática unos segundos, debatiéndome en mi interior... pero mi corazón y mis sentimientos ganaron la pelea a mi razón, y no pude hacer otra cosa que corresponder a su beso, agarrando sus cabellos, atrayéndolo hacia mí, inhalando de nuevo su característico aroma, respirando su mismo aire...

El latido de mi corazón jamás había ido tan rápido, ni siquiera la primera vez que me besó, ni la primera vez que hicimos el amor... era como recuperar una parte mutilada de mi cuerpo.

Una de sus manos se enredó en mi pelo, y la otra rodeaba mi cintura, de forma posesiva. Viendo que mi respiración se agitaba por momentos, me liberó del beso, pero no de su agarre. La mano que tenía posada en mi pelo se movió, acariciándolo poco a poco.

-Estás muy guapa con el pelo así- murmuró con una pequeña sonrisa. Mi sonrojo le dio las gracias por anticipado.

-Edward... verás... no me malinterpretes- su ceño se frunció, y una expresión asustada cruzó su rostro -¡no!, tranquilo, no es lo que piensas- me miró sin entender.

-Me gustaría ir con más calma... poco a poco... y ver si las cosas funcionan; podemos hablar, charlar como dos viejos amigos, volver a vernos poco a poco... y si todo va bien, pues...- el terminó por mi.

-Se lo diremos al resto- asentí con la cabeza.

-No quiero que se vuelva a confirmar nada, y que luego pase algo y... - me apretó contra el, en un tierno abrazo. Cómo los había echado de menos... sus abrazos, tan protectores y amorosos... mi lugar estaba allí, rodeada por ellos.

-¿Eso incluye que podré iniciar mi plan de reconquista?- preguntó más relajado y alegre.

-Algo así... primero recuperaremos nuestra amistad y confianza... y el resto, si todo va bien...-.

-Tiempo al tiempo... ¿no me vas a dejar darte ni un besito?- interrogó juguetón; sonreí, indicándole mi mejilla.

-De momento aquí, el resto te lo tienes que ganar- rodó los ojos, resignado.

-Trato hecho... todo sea por tenerte de nuevo conmigo-.

Después de eso, se quedó un rato más, y mientras preparaba algo de cena, se sentó en la cocina, conmigo, haciéndome compañía. Me contó cómo estaban sus padres, Sam, Emily, Maguie... me habló de muchas cosas, de cómo había pasado estos meses, y yo hice otro tanto de lo mismo. Sus ojos, poco a poco, fueron recobrando ese brillo alegre y tierno que tanto echaba de menos. Nuestra conversación fue cómplice y distendida, llena de miradas furtivas y de leves roces involuntarios, por parte de ambos. Cada vez que su mano chocaba accidentalmente con la mía, esa familiar electricidad volvía a hacerse notar, tanto en mi cuerpo como en el ambiente.

A eso de las once, se puso de pie, cogiendo su chaqueta.

-Le prometí a Emmet que regresaría antes de medianoche- me explicó.

-¿Cómo has conseguido escaparte sin él?- interrogué curiosa.

-No le he dicho que venía... y si te digo la verdad, cuándo salí de mi casa no pensaba venir aquí- dijo con una pequeña sonrisa de disculpa -pero no podía evitarlo, necesitaba ver dónde vivías... y pensaba que estarías en Forks-.

-Estoy asistiendo a un seminario, para mejorar nota- le aclaré... pero otra cosa me vino a la cabeza -¿cómo vas a hacer para vernos sin que nadie se entere?; no quiero que te metas en problemas por salir sin escolta- interrogué preocupada.

-Eso déjamelo a mí- me guiñó un ojo con simpatía -te llamaré mañana- asentí con la cabeza.

-Edward -me miró esperando a que hablara -gracias... por haber venido... aunque sea involuntariamente-.

-Dulces sueños... mi princesa- susurró inclinándose sobre mi y dejando un suave beso en mi cara, pero muy cerca de la comisura de mis labios.

-Hasta mañana- suspiré con una tonta sonrisa en mi cara. Le vi mirar hacia todos los lados mientras bajaba las escaleras, y me despedí con la mano mientras observaba cómo arrancaba su coche, perdiéndose en la noche.

Me quedé un buen rato contemplando la calle vacía; ¿había echo lo correcto?... ¿podríamos recuperar lo que alguna vez tuvimos?... ¿estaría a mi lado, si volvíamos juntos?... ¿estaba preparada para afrontar todo lo que vendría en el futuro?...

Ni yo misma tenía las respuesta a esas preguntas.

0o0o0o0o0o0o0o0

Cafetería Starbucks, Oxford Street W1; finales de abril.

Jacob Black esperaba sentado en una mesa a que Leah y Seth Clearwater llegaran. Habían quedado en reunirse allí, para comentar lo que habían conseguido averiguar de las ya antológicas fotografías.

Por suerte, Seth y Leah fueron puntuales. Después de los pertinentes saludos, la conversación dio comienzo.

-Bien; en dos horas Sam Ulley nos espera en palacio, ¿habéis conseguido averiguar algo?- Jake fue directo al grano.

-No mucho; por lo que hemos podido averiguar, el sobre fue entregado en recepción por un hombre de mediana edad, bajito y regordete- empezó a relatar Seth.

-Es curioso, la misma operación se repitió en la recepción central del Daily Mirror- murmuró Jake, pensativo, dando un sorbo a su café -¿nadie recuerda su cara?- volvió a preguntar a sus compañeros de profesión.

-Según parece, una gorra tapaba parte de su rostro, y llevaba gafas de sol- añadió Leah.

-También coincide con la descripción que me dieron a mi; y por casualidad... ¿vestía un pantalón oscuro y una cazadora de piel marrón?-.

-Sí, exactamente lo mismo- confirmó ésta.

-¿A qué hora dejaron el sobre, más o menos?, ¿os lo han dicho?-.

-Más o menos a las doce y media, no han sabido decirnos la hora exacta; pero... si nos ha dicho el día; 6 de noviembre- explicó Seth.

-Yo estaba sólo cuándo me lo dieron... era la hora de comer... - Jake hacía sus cálculos mentalmente -calculo que sería sobre la una y media... dos de la tarde como mucho... y según los registros de entrada de mensajería, fue el 6 de noviembre- musitó.

-Eso indica que, obviamente, fue el mismo día- dijo Leah.

-Sí, de otro modo sería demasiada coincidencia...- exclamó pensativo Jake.

-Además; he llamado a otras redacciones, como el Times y el Daily Telegraph, siempre con cautela, por supuesto -apostilló Seth -y también me han confirmado que las fotos llegaron allí el mismo día que las recibimos nosotros- Jake asintió; también tenía también amigos en otras redacciones... y era una realidad que todos se conocían, a unos más que otros; sobre todo, los que cubrían la información concerniente a la familia real.

-De modo... que tenemos a un extraño repartiendo las exclusiva del siglo cual simple cartero... y sin pedir nada a cambio...- meditaba Jake en voz alta.

-Si hubiera querido vender esas fotos, le habrían pagado una fortuna... y nada de nada- decía Leah entre sorbo y sorbo.

-Entonces... que sepamos... ninguna redacción ha pagado por esas instantáneas... y a mi parecer, ese hombre era solo el mensajero, hay alguien más detrás de todo este embrollo- decía Seth.

-Si, apoyo esa teoría- afirmó Jake con rotundidad.

-Tenemos que contarle ésto a Sam; puede que alguien de palacio coincida con esa descripción- apuntó Leah.

0o0o0o0o0o0o0o0o0

Unas horas después; Sam y Jasper relataban la conversación que habían mantenido con los periodistas. Carlisle, Esme y su hija escucharon atentamente.

-No sé qué decir. Puede que vaya siendo hora de investigar de verdad- dijo Esme, pensativa.

-La descripción no concuerda con nadie de aquí... al menos no me viene nadie a la mente- meditaba Carlisle. El y su mujer conocían a sus empleados, tuvieran o no trato directo con los miembros de la familia, y a menudo preguntaban a Preston cuándo no veían al sujeto en algún tiempo, y estaban más o menos al tanto de lo que ocurría en su vida, preocupándose cuándo alguno tenía problemas.

Alices y Jasper también les volvieron a explicar la conversación que ellos mismos mantuvieron hace casi un mes con Jacob, Seth y Leah.

-Parece una teoría plausible... teniendo en cuenta que algo así debió pasar. Si las fotos estaban en los portátiles personales de Edward y Bella, es la única explicación posible- decía Sam, a lo que Alice y Jasper estuvieron de acuerdo.

Carlisle meditó profundamente, antes de hablar.

-Llamad a Preston- dijo finalmente. Una vez entre todos le pusieron al corriente del asunto, no daba crédito a sus oídos.

-Debemos intervenir majestad- dio la razón a los presentes.

-Tenenos que registrar los apartamentos de los empleados; me duele tener que hacer ésto... pero debemos investigar todas las vías- resolvió Carlisle -si hay un topo en mi casa, que filtra información a la prensa...- decía con la voz contenida.

-Se ha hecho mucho daño a dos personas que no se lo merecían en absoluto- murmuró Esme.

-¿Pero los empleados consentirán el que registremos sus habitaciones privadas?- interrogó Jasper preocupado.

-Podríamos decirles que van a realizar cambios en las tomas eléctricas; sé que puede parecer ilegal y mezquino... pero es la única forma- dijo Preston.

-Si encontramos algo será una pista; además, hay que tener en cuenta que hay empleados que no viven aquí- les recordó Esme.

-Primero nos ocuparemos de los que residen aquí; en caso de no encontrar nada, ya nos ocuparíamos de ese asunto- acabó Preston. Carlisle suspiró.

-Ojalá no tuviera que hacer ésto- decía consternado.

-Es la única vía- le decía su esposa, poniendo las manos en sus hombros, confortándole.

-Hablaré con el coronel Somerland, para que alerte a sus hombres- acabó finalmente Preston.

Todos se miraron nerviosos e inquietos, era un asunto nada agradable...

0oo0o0oo0o0o0o0o0

Poco a poco ese halo de tristeza y soledad iba desapareciendo. Hacía casi dos semanas que Edward y yo habíamos mantenido esa conversación. Era como si mi alma se hubiera quitado un peso de encima, me sentía mejor y cada vez esperaba más ansiosa nuestras charlas. Sólo nos habíamos visto en persona dos veces más, siempre en mi casa, y a altas horas de la madrugada. Lo comprendía, ya que eran las únicas horas en las que podía escabullirse sin montar un revuelo. Tomaba prestado el coche de Emmet, sin que él lo supiera, para poder traspasar la barrera de seguridad del palacio.

Poco a poco fui llamando más a los chicos; sé que Rosalie notó el cambio en mi estado de ánimo, pero no dijo nada. Alice y Jasper también se dieron cuenta del asunto, pero resté importancia al tema, aludiendo que estaba mucho mejor y que lo iba superando; si ellos supieran...

Ayer me llamó, y me informó de que sus padres habían mandado registrar las habitaciones de los empleados, de forma discreta. Me contó la conversación que tanto Alice, Jasper y Sam habían mantenido con los periodistas, y me iba informando de cada descubrimiento y averiguación que hacían.

También se despidió de mí, por dos semanas; se marchaba de visita oficial a varias ciudades orientales, entre ellas, Pekín, Sanghai, Tokio, etc... No puedo negar que me puso un poco triste, pero no quería que descuidara sus responsabilidades.

A la noche siguiente a la de su partida, al revisar la bandeja de entrada, vi que tenía un correo de Edward. Con una sonrisa en mi cara, lo abrí...

"Hola mi princesa.

Estamos sobrevolando algún lugar entre la Estepa rusa y la Estepa china; caminó de Pekín, mi primera parada.

Llegaremos en unas cuatro horas. Por suerte, nada más desembarcar, iré directo al hotel para poder descansar. Mañana tengo un día ajetreado; a las nueve y media reunión con el embajador inglés en China, y después debo ir a la inauguración de la London School of Bussines, adscrita directamente a las universidad de Cambridge.

Después de recorrer las instalaciones, la embajada inglesa ofrece una comida oficial, a las que están invitados personalidades y gente relevante inglesa que vive aquí.

Se supone que debía estar repasando el pequeño discurso que daré en ésta... pero como siempre, te colaste en mi pensamiento. Ojalá lo hubieras leído, cómo solías hacer cuándo estábamos juntos, y me dieras tu opinión.

Espero te encuentres bien, y no dudes que, en cuánto pueda, sacaré tiempo para llamarte; sabes que no puedo estar tranquilo mucho tiempo sin oír tu voz... y bastante que no la pude escuchar en cuatro largos meses.

Cuídate mucho, estudia (eso debería aplicármelo yo también, jeje)... acuérdate un poquito de este pesado príncipe, que siempre te lleva en su pensamiento.

Edward

P.D: Mañana te enviaré otro mail, y al día siguiente, y otro... así sucesivamente, hasta que pueda verte de nuevo".

Terminé de leer el mensaje, con una pequeña sonrisa en el rostro y el corazón un poco encogido. Apagué el ordenador, y salí un rato a la terraza, con una sudadera, una silla y un café calentito.

Mirando a las estrellas, mi cerebro trabajaba a pleno rendimiento; el debate que tenía en mi interior era complicado. Una parte de mi deseaba recuperar al que fue mi novio, y volver a estar a su lado, con todo lo que eso implicaba...

Pero por otro lado, por mucho que me ilusionara, una parte de mi no estaba preparada para afrontar esa responsabilidad. Todos me decían, en el tiempo que estuvimos juntos, que el protocolo y el ritmo se aprende; Esme era mi gran maestra, y a la vez mi tercera madre, la segunda era Sue... Esme me apoyaba en todo, era quién mejor me entendía, pasó exactamente por lo mismo que yo...

Ella nos contó una vez que no podía pedirle a Carlisle que renunciara, pero que tampoco podía negar lo que sentía su corazón... y a mi me estaba pasando exactamente los mismo. Por mucho que intentara auto convencerme de que no era lo suficiente buena para él, algo me impedía negar y olvidar ese amor que sentía, aunque fuese por su bien... ese amor que durante unos mese creí que no me correspondía, y creí haber encerrado, junto con mis recuerdos, en el fondo de mi corazón y de mis pensamientos.

 

Capítulo 26: Anhelo Capítulo 28: Sospechas

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
14444838 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios