Un Cuento de Hadas Moderno (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 01/12/2010
Fecha Actualización: 02/12/2010
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 29
Visitas: 328482
Capítulos: 53

Bella recibe una beca para estudiar su carrera universitaria en Londres; allí conocerá a un chico de ensueño...¿los príncipes azules existen?, puede que sí.


Hola aquí estoy con otra historia que no es mía, le pertenece Sarah-Crish Cullen,  yo solo la subo con su autorización, es otra de mis favoritas, espero les guste…

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer; los que no pertenecen a la saga son de cosecha propia de la autora. Las localizaciones y monumentos de Londres son reales.

 

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 13: Simplemente amor

Lentamente abrí mis ojos, estaba desorientada mirando hacia todos los lados, hasta que por fin me ubiqué. Estiré los músculos, con cuidado de no despertar a Edward, que seguía dormido como un bebé. Me volví a apoyar en la almohada, observándole con una sonrisa en mi cara. Todavía se me hacía difícil creer que estuviéramos juntos, y que él se hubiera fijado en mi. A veces me sentía tan inferior a su lado.

Mi estómago se quejó, sacándome de mis pensamientos. Me levanté con cuidado, y aún en pijama, bajé a la cocina. La casa estaba sumida en un completo silencio, por lo que supuse nadie estaba despierto. Preparé café y zumo de naranja, y me dispuse a elaborar las famosas tortitas que hacía mi madre. Estaba tan ensimismada con la sartén y la espátula, que no escuché llegar a Edward hasta que me rodeó la cintura con sus fuertes brazos. Una sonrisa apareció en mi cara, mientras me giraba para encararle.

-Buenos días mi niña- me dijo mientras me cogía en brazos y me daba un beso.

-Buenos días, ¿has dormido bien?- le pregunté pasando mis brazos alrededor de su cuello, mirándole con cariño.

-Mejor que nunca- contestó con una sonrisa satisfecha, sin bajarme aún de sus brazos. Le di un pequeño besito en la mejilla, mientras me decía con cariño.

-Pensaba que dormirías más, ayer estaba agotada-.

-Tenía hambre... iba a llamarte, pero me daba pena despertarte- le dije.

-Tú puedes despertarme cuando quieras- me respondió con otra sonrisa de lo más dulce.

-Ahhhhh, bueno saberlo- le dije riéndome.

-Además, me han dicho que mi novia cocina de maravilla...venía a ver si me invitabas a desayunar- me preguntó con otra sonrisa, esta vez un poco traviesa.

-Claro que sí... te enseñaré las maravillas de la cocina de Renne Swan- le respondí.

-Estaré encantado de probarlas... seguro que serán mejores que la comida inglesa, me vas a mal acostumbrar -me susurró sensualmente, me miró y siguió hablando -por cierto, estás preciosa hasta en pijama-.

Me moría de la vergüenza, no caí en que continuaba con mi viejo pijama puesto, y una especie de moño que me recogía el pelo.

-Estás en lo cierto en lo de la comida...en lo del pijama no sé que decirte- le dije mientras me bajaba de sus brazos -anda, ayúdame- pero me cogió en brazos y me dio otro beso...lento, pero intenso...pero un ruido nos hizo separarnos.

Enfrente teníamos a Jasper y Alice, con una sonrisa en la cara.

-¡ BUENOS DÍAS!- cantaron los dos a coro. Me puse más roja que un tomate, mientras que Edward me dejaba en el suelo, pero sin soltar su amarre de mi cintura. Estaban en pijama, al igual que nosotros.

-Hola chicos, ¿tenéis hambre?- les pregunté intentando recuperar la compostura. Asintieron, mientras Edward vino a ayudarme, ellos ponían la mesa.

Estábamos a punto de sentarnos a desayunar, cuándo Rosalie apareció por allí.

-Que madrugadores estamos... y eso que estamos de vacaciones- dijo casi para si misma, después de darnos los buenos días.

Nos sentamos los cinco a la mesa. Edward se metió un trozo de tortita a la boca, y lo saboreó con paciencia.

-¿Te gusta?- le pregunté, el asintió enérgicamente, mientras se metía otro trozo. Estábamos los cinco en animada charla, cuándo apareció Emmet en la cocina, en camiseta... y en calzoncillos.

-Buenos días familia- dijo mientras se estiraba. Rosalie le miraba con un cabreo impresionante, y nosotros cuatro intentábamos contener las risas.

-Emmet, por el amor de dios, ¿no tienes pantalones?- le recriminó su novia, ligeramente enfadada.

-La costumbre- dijo él, encogiéndose despreocupadamente de hombros y encaminándose hacia ella para darle un beso. Rosalie negaba con la cabeza, suspirando en derrota.

Una vez terminamos de desayunar, y ellos dos se quedaron recogiendo la cocina, subimos a vestirnos. Mientras Edward se duchaba, arreglé y recogí un poco la habitación. Salió del baño con una simple toalla rodeando su cadera. Las gotitas de agua caían por su pecho, bien formado y musculado. Me mordí el labio, apartando la vista, mientras un hormigueo extraño me recorrió el cuerpo. En ese momento sonó su móvil.

-Hola papá- oí que decía. Decidí meterme a la ducha, quizá fuera algo importante y no quería molestarle. Salí al de diez minutos, con unos vaqueros y una sudadera azul, y zapatillas deportivas; él ya se había vestido, también de sport.

Me acerqué a él, que me miró tiernamente.

-¿Va todo bien?... ¿no tienes que irte a ningún sitio, verdad?- le pregunté asustada; para una vez que pasaríamos unos días juntos, sería un fastidio.

-No cariño, sólo querían saludarnos y ver cómo habíais llegado Rose y tú; además, hasta finales de enero no tengo que viajar, y serán sólo dos días- me explicó mientras me abrazaba.

Adoraba sus abrazos, me sentía tan bien en ellos. Me quedé así en silencio, disfrutando de su compañía; pasaron unos pocos minutos, hasta que caí en la cuenta.

-No te he dado tu regalo de navidades- le dije, alzando mi cabeza de repente. El me miró extrañado.

-Pensaba que habías dicho que nada de regalos- exclamó divertido.

-Ya... pero lo vi y no pude evitar pensar en ti...- le dije mientras me dirigía a un cajón de mi armario. Volví al su lado, tendiéndole el paquete.

Lo cogió con una sonrisa, mientras empezaba a abrirlo. Miró la camiseta de su jugador favorito de la NBA con una sonrisa de oreja a oreja.

-Sé que no es mucho, per...- no pude seguir explicándome porque me dio un gran beso.

-Gracias cariño, me encanta... ¿y qué es eso de que no es mucho?, para mi es más que eso- me regañó con dulzura. Le sonreí tímidamente, mientras él se probaba la camiseta.

-Te queda bien- respiré aliviada, no sabía si había acertado con la talla.

-Gracias, de verdad, me encanta- me volvió a agradecer rodeándome la cintura.

-Me alegro que te guste- respondí; Edward era un fanático del fútbol y del baloncesto. En Europa, y sobre todo en Inglaterra, el fútbol es uno de los deportes nacionales... pero el baloncesto no es muy popular. Siempre que había algún partido de la NBA se quedaba a verlo por los canales de deportes.

-Y ahora... te tengo que dar el tuyo- dijo resuelto y mirándome fijamente.

Iba a protestar... pero me interrumpió.

-¿Pensabas que no le iba a hacer un regalo a mi princesa?- me explicó arqueando una ceja, y haciéndome recordar la conversación que tuvimos cuándo me dio mi regalo de cumpleaños. Sonreí en señal de derrota, mientras me ofrecía una cajita pequeña. Unos pendientes, a juego con la pulsera que me regaló por mi cumpleaños, aparecieron. Eran muy sencillos, tan sólo las redondas piedras azules, no muy grandes; he de reconocer que me encantaban.

-Gracias Edward; son preciosos- le dije después de darle un beso; me los puse y me miré al espejo. Por éste, vi que Edward se acercaba y me rodeaba con sus brazos.

-Te quedan bien, y no son muy llamativos, podrás llevarlos a diario- me explicó. Asentí mirando las pequeñas piedras azules.

-Bien, ¿quieres ir a dar un paseo?, no hace mucho frío- me propuso.

Salimos a los jardines, y tomados de la mano, empecé a preguntarle.

-¿A donde irás a finales de enero?- le interrogué curiosa.

-A Dublín; cada año se reunen mi padre y la presidenta de Irlanda... y ya sabes qué Irlanda perteneció a Gran Bretaña hasta 1919- me explicó, a lo que yo asentí.

-En esas reuniones se hablan de acuerdos de exportaciones e importaciones, pactos para seguridad... normalmente mi padre va acompañado del ministro de economía y del de asuntos exteriores... y este año es la primera vez que voy yo- me explicó con una sonrisa.

-¿Se habla del problema del Ulster?- interrogué preocupada.

-Si... siempre sale a relucir; poco a poco se va progresando en el acuerdo de paz... lleva su tiempo de transición- me siguió explicando.

-¿Y aparte de reuniros... no vais a hacer nada más esta vez?- interrogué.

-No, es una visita privada, se le puede llamar así; no hay cena oficial ni actos programados ni nada de eso- me aclaró.

Me miró mientras me decía con una sonrisa.

-Algún día tu vendrás conmigo- me animó. Sonreí, para mi eso aún estaba un poco lejano.

-Ojalá- murmuré bajito, mientras seguíamos nuestro paseo.

Continuamos con nuestra animada charla un rato más, hasta que Edward miró su reloj.

-Es la hora de comer cariño, tenemos que volver- me dijo rodeándome los hombros. Asentí con un suspiro. Al entrar en la casa nos encontramos con Jasper y Alice, que venían de dar su paseo en otra dirección.

-¿Qué tal parejita?- nos saludó Jasper con una sonrisa.

-Bien...¿Rose y Emmet?- pregunté curiosa. Jasper se encogió de hombros, y Alice contestó.

-Pues... no les hemos visto desde el desayuno- apuntó.

-Vete a saber lo que están haciendo- masculló Jazz entre dientes, mientras el resto reíamos.

Alice y yo nos metimos en la cocina, decidimos que haríamos algo sencillo para comer, ya que teníamos pensado hacer comida abundante para la cena de Fin de año.

-Edward, ¿puedes alcanzarme esa olla?- le pregunté; los armarios era muy altos, casi no llegaba ni la primer estante. Mi novio se acercó, dándome lo que le había pedido, y un beso de propina.

-¿Algo más?- inquirió juguetón. Estuve tentada a contestarle, pero me mordí el labio, ya que no estábamos solos. Le di una palmada juguetona en el hombro, mientras que se iba a ayudar a Jasper.

Ayudada por Alice empecé a hacer la ensalada; en eso estábamos, cuándo apareció Rosalie por la cocina. Mi cuñada sonrió malévola, mientras ella se acercaba a nosotras.

-¿Todo bien?- preguntó con inocencia. Rose se puso colorada, mientras desviaba la mirada.

-Eso se llama recuperar el tiempo perdido- concluyó Alice tan pancha. Me reí suavemente, mientras Rose, en un gesto infantil, le sacó la lengua.

Una vez que la pasta y la ensalada estuvieron preparadas, por fin nos sentamos a la mesa. Después de comer los chicos recogieron, y Jasper propuso ver una película. Las chicas queríamos ver una romántica, Edward y Jasper querían una de intriga y Emmet quería acción. Después de mucho discutir, y sobre todo por no oír protestar a los chicos, decidimos ver "Asesinato en el Orient Express".

Me acomodé en el sofá, con las piernas encima del regazo de Edward. Al final todos terminamos enganchados a la película, menos Emmet, que se pasó un buen rato haciendo comentarios y quejándose. No se calló hasta que Rose le dio una colleja y Jasper casi le lanza uno de los cojines.

Nada más aparecer los créditos, se levantó estirándose.

-¿Veis?, os dije que la asesina era la chica con cara de buena... si es que no me hacéis caso- refunfuñó.

-Gracias por aguarnos el final- le respondió mi novio, rodando los ojos.

Seguimos conversando un buen rato, hasta que Alice miró el reloj, levantándose del susto.

-¡Dios... son las seis y media de la tarde!- tenemos que empezar a preparar la cena, y después arreglarnos- ya estaba frenética, pensé para mis adentros.

Nos dirigimos a la cocina, con los chicos detrás nuestro. Alice se giró hacia ellos.

-No, vosotros fuera- les ordenó Nada más pronunciar esas palabras, los chicos huyeron despavoridos, sin decir ni pío. Oímos que encendían la consola de los videojuegos.

-Bien, tu mandas Bella... eres la que mejor cocina de las tres- me dijo Rosalie.

Suspiré, nunca había hecho cena para tanta gente.

-Bien, Alice prepara todo para hacer la tarta de queso y frambuesa; Rose, prepara el pudding de castañas- ordené mientras yo me dirigía a preparar el aliño que se hornearía con la carne.

Estuvimos un buen rato entretenidas en la cocina, hasta que Jasper entró.

-¿Cómo vais por aquí?- preguntó.

-Bien, ya está casi todo preparado, sólo falta que se haga en el horno- le expliqué mientras me pasaba la mano por la frente, estaba sudando a mares.

-¿Queréis que pongamos la mesa?- le preguntó a Alice. Ésta asintió, mientras se sentaba a beber agua en una silla.

-Buffff... ha sido agotador- masculló entre dientes.

-Espero que les guste- dijo Rose.

-Bien, hora de arreglarse, son casi las ocho- dijo la pequeña duende.

Una vez en mi habitación, me duche, olía a ajo y perejil que apestaba. Con cuidado saqué el vestido para la cena. Era azul oscuro, palabra de honor. Debajo del pecho tenía una cinta de raso negro, que se ataba a un costado formando un gracioso lazo, y me llegaba a la altura de la rodilla. Estaba mirándolo, cuándo Alice entró como un huracán en mi habitación.

-Me gusta mucho el vestido- dijo admirándolo, para después hablarme -vengo a maquillarte un poco- hice una pequeña mueca -te prometo que apenas se notará- aclaró divertida. No solía maquillarme mucho, salvo en contadas ocasiones.

Y estaba en lo cierto, hizo un trabajo estupendo. Mis ojos se veían más grandes y expresivos gracias a la sombra y al rímel que me aplicó. La base de maquillaje iba a tono con mi piel, y no me dio colorete, ya que según ella, no lo necesitaba.

Me aconsejó que me hiciera un moño bajo, para resaltar el escote del vestido. Una vez me vi con el conjunto entero, sonreí satisfecha, no estaba nada mal.

Al salir del baño casi me da un colapso. Edward estaba esperándome; llevaba una camisa negra, con unos vaqueros negros también, la llevaba por fuera, y con los dos primeros botones desabrochados. Estaba muy guapo. Se quedó observándome unos momentos, mientras se acercaba a mi y me cogía una mano, dándome una vuelta.

-Estas preciosa cariño- dijo dándome un suave beso. Me reí, mientras me ponía unas bailarinas negras, ya que no salíamos por ahí, preferí llevar algo cómodo en los pies.

-Eres poco objetivo- contraataqué divertida, mientras me acercaba a el y le pasaba mis brazos por su cuello -y tú estás muy guapo- le susurré.

El rodó los ojos, mientras me apretaba en torno a su cuerpo.

-Tú tampoco eres muy objetiva, que digamos- repuso con una mueca burlona. Sonreí, mientras me ponía de puntillas para besarle. Atrapó mis labios en un beso que cada vez se volvió más desenfrenado. Sus manos paseaban por mi espalda, atrayéndome más hacia él.

Mis jadeos hicieron acto de presencia en la habitación, y Edward se fue separando de mi poco a poco. Pegó su frente a la mía, intentando también tomar aire.

-Bella... tenemos que bajar a cenar- asentí suspirando, mientras íbamos al encuentro de nuestros amigos. Los chicos estaban muy elegantes. Rose llevaba un ceñidísimo vestido rojo hasta los pies, que acentuaban sus curvas al límite, y Alice un gracioso vestido lila de tirantes, corto al igual que el mío.

Saqué la carne del horno, y la llevé a la mesa, con cuidado de no mancharme el vestido. Cenamos animadamente; los chicos nos felicitaron por la cena.

-Estaba todo delicioso cariño- me dijo Edward entrando a la cocina, cargado de platos. Decidimos recoger la mesa antes de enchufar la tele para ver las campanadas. A eso de las once y media, nos sentamos en el salón. El Big Ben apareció en pantalla. Las zonas colindantes estaban llenas de gente.

Por fin el momento llegó, cerré los ojos por un momento, pensando en todo lo que me había sucedido aquel año.

Bang

Bang

Bang

Sonreí mirando a mis amigos; a la pequeña duende y a Jasper, tan distintos pero a la vez perfectos el uno para el otro.

Bang

Bang

Bang

Rosalie, mi compañera del alma... Emmet, tan loco y a la vez cariñoso, cómo un oso de peluche gigante. Angela y Ben... la echaba tanto de menos.

Bang

Bang

Bang

Sonreí pensando en mi padre, en Sue... en Esme y Carlisle, que también los consideraba mis padres... en mi madre, en cómo me gustaría que estuviese aquí conmigo, compartiendo todo lo que me estaba pasando.

Bang

Bang

Bang

Abrí los ojos, cayendo en la cuenta en que Edward me estaba mirando, con una mirada de amor que hacía que sus ojos dorados brillase aún más, si era posible. Se acercó lentamente a mí.

-Feliz Año nuevo mi niña-.

-Feliz Año nuevo- respondí mientras nos besábamos suavemente.

Después de felicitarnos todos, y de brindar, dejamos puesta la televisión, ya que daban un programa de música, con viodeoclips de diferentes canciones.

Un poco animada por el champán, bailé como nunca había bailado. Bailé con las chicas, con Jasper, con Emmet... y con mi novio.

Al de un rato, pude advertir cómo Rose y Emmet empezaban a dar rienda suelta su pasión, y se perdieron en algún lugar de la casa.

Una canción que conocía muy bien y que me encantaba, "Lie to me", de Bon Jovi, empezó a sonar.

Edward se aceró a mí, lentamente, y cogiéndome de la cintura, suavemente, empezamos a bailar, yo pasé sus manos por su cuello y me abracé a él, apoyando mi cabeza en su pecho.

No sé el tiempo que pasamos callados, disfrutando de la canción; no nos dimos cuenta de cuándo terminó; sólo escuchábamos el bombeo desenfrenado de nuestros corazones. De pronto una voz me sacó de mis pensamientos.

-¿En qué piensas mi vida?-preguntó muy bajito,mientras me besaba el pelo.

-En todo lo que ha pasado estos meses- le susurré.

-¿Todavía no te lo crees?-me preguntó con una sonrisa.

-Aún lo estoy asimilando- le dije con otra.

-Ahhhh, eso está bien...-dijo medio riéndose.

-Gracias-le dije, parando y mirándole a los ojos.

-¿Por qué?-me cuestionó.

-Por hacerme tan feliz, por haberme creer que todo es posible- le respondí emocionada.

-Gracias a ti por aparecer en mi vida... y por existir-me dijo abrazándome más.

No supe qué responder a eso... me tiré a su cuello...no podía más, le deseaba tanto...y supe que había llegado el momento.

Me devolvió el beso apasionadamente, acariciándome la espalda con una mano y con la otra sujetando mi nuca, atrayéndome hacia él.

Cuándo tuvimos que separarnos, por la falta de oxígeno, pegó su frente a la mía, y mirándome con una mezcla de amor y deseo, me susurró -Bella, ¿estás segura?-.

-Si...ya no puedo esperar más...y tú tampoco- le dije.

-Bella, yo te deseo hace mucho tiempo...pero te dije que esperaría lo que hiciera falta, eres lo primero para mi, quiero que estés segura y cómoda, quiero que sea especial- me dijo apartándose un poco de mí y cogiéndome las manos.

-Todos los momentos que paso a tu lado son especiales para mí...y quiero demostrarte mi amor...-empecé a decirle, pero me cortó porque volvió a besarme, fue un beso largo e intenso, preludio de lo que iba a suceder esa noche...

Me tomó de la mano y me condujo con paso lento hacia nuestra habitación. No hacía falta decir nada...sabíamos lo que iba a pasar. Una vez de cerrar la puerta con el seguro, se acercó a mi lentamente.

Tomándome de nuevo por la cintura me volvió a besar, mientras mis manos paseaban por su espalda, en una caricia infinita.

Me sobresalté cuando una de sus manos viajó por mi clavícula, lo notó, ya que paró al momento.

-Bella...no vamos a hacer nada que no quieras...el en momento que digas pararé...-me dijo preocupado.

Pero el no se había dado cuenta que mi sobresalto se debía al escalofrío que provocaba su mano en mi piel.

-Shhhhhhh...calla- le dije mientras nuestras bocas se volvían a juntar... y nuestras lenguas se mezclaban apasionadamente.


EDWARD PVO

Me costaba respirar...pero no quería parar...llevaba tanto tiempo deseándolo, imaginando su cuerpo junto al mío...quería hacerla mía para siempre.

Lentamente empecé a acariciar la piel que dejaba libre su vestido...su piel era suave y tersa...noté cómo se le ponía la carne de gallina por mi contacto, empezaba a respirar más fuerte de lo normal.

Ella también empezó a explorar mi piel, dejando mi espalda e introduciendo su mano, tímidamente al principio, por debajo de mi camisa, para acariciar mi cintura e ir subiendo poco a poco por todo mi cuerpo, aprendiéndose cada pliegue. Volvió a bajar, desabrochándola por el camino, y le ayudé para quitarla y arrojarla hacia algún rincón de aquella habitación.

Se quedó contemplando mi pecho desnudo, mientras una sonrisa tímida aparecía en mis labios.

De repente empezó a darme pequeños besos desde la clavícula hasta la mitad de mi pecho, empecé a jadear...sus labios, suaves y ardientes, dejaban una sensación increíble en mi cuerpo. Mis manos se fueron hacia la cremallera de su vestido, bajándola lentamente para poder quitarlo; ella sólo abrió un poco los brazos, hasta que el vestido cayó al suelo. Me quedé contemplando la perfección de su cuerpo; su suave y clara piel era perfecta, sin un sólo defecto, la acaricié la cintura, para después ir subiendo por su liso estómago, y terminar dónde empezaban sus pechos, a cada paso de mi dedo la piel se le erizaba. La besé en el cuello, y de ahí fui bajando, mientras mi dedo seguía la forma de sus clavículas, del antebrazo, del codo, del brazo... Su respiración ya no era tal, ahora eran pequeños jadeos, las yemas de sus dedos seguían dibujando las formas de mi espalda. Su boca buscó la mía, y no la hice esperar, nuestros labios chocaron, ardientes de deseo, mientras oí cómo en su garganta se ahogaba un gemido.

Sin dejar de besarla, la cogí en brazos y la deposité en la cama, con el mayor cuidado que pude, mientras me tumbaba a su lado y la cogía por la cintura, profundizando así ese largo beso. Mis manos empezaban a recorrer su espalda, mientras ellas se entretenía en mi cuello, regalándome pequeños pero excitantes besos. La volteé, quedando encima de ella, buscando de nuevo sus labios, mientras ella iba hacia los botones de mi pantalón. Me separé y me los quité, quedándonos en ropa interior y mirando nuestros cuerpos con expectación y deseo.

Llevaba un sujetador y unos culotes de color azul, que contrastaban de maravilla con su no muy morena piel. Sus pechos, redondos y perfectos, me llamaban a gritos, así que lentamente llevé mis manos a su espalda para quitarle la prenda. Cuándo arrojé el sujetador fuera de mi vista, su primera reacción fue taparse los pechos con los brazos y desviar la mirada de mi cara... pero poniéndole suavemente las manos por encima de su cabeza, le susurré tiernamente al oído.

-No Bella, estás conmigo, no sientas vergüenza alguna...- le dije para que se tranquilizara.

Ella no habló, sólo de abrazó más a mí, arqueando su espalda, de modo que su cuerpo se junto totalmente con el mío, lo cual hizo que mis nervios explotaran.

-Eres preciosa...-le dije al oído, mientras una de mis manos empezaba a descender por su hombro, para acabar en uno de sus pechos, el cual acaricié y besé con ternura, mientras ella me agarraba de los hombros y empezaba a gemir descontroladamente. Pasé la mano al otro pecho, mientras en el otro se quedaba mi lengua jugueteando con su pezón, el cual se ponía duro, y dándole pequeños mordisquitos en él; arqueaba su cuerpo mientras sus manos agarraban mi pelo y de su boca salían puros gemidos de placer.

-Ed...Ed...ward- decía, con la voz entrecortada.

Oír aquello me excitó muchísimo, pero de pronto nuestras manos chocaron, intentando arrancar la única prenda del otro que nos quedaba a cada uno.


No podía más, respiraba entrecortadamente, estaba mareada por todas las emociones que estaba viviendo; de mi garganta salían unos gemidos que nunca pensé que diría. Sus caricias sobre mis pechos fueron excitantes y placenteras, pero a la vez tan dulces...me trataba cómo si me fuera a romper, con un cariño y una devoción absoluta. Sin pensármelo agarré sus boxers negros, mientras el hacía lo mismo con mis braguitas, haciéndolos desaparecer y maravillándome de aquella visión de su cuerpo; era absolutamente perfecto y proporcionado.

Le conseguí dar la vuelta, para sentarme encima de él; nuestros sexos se rozaron, libres ya de ropa, y un escalofrío recorrió mi columna, mientras él, en un angustioso jadeo provocado por lo mismo, volvió a buscar mis labios lo que hizo que se incorporara y me abrazara y besara con fuerza; mientras su boca dejaba mis labios, para entretenerse en mi cuello, mis manos pasaban desde su nuca a su espalda.

Sus manos empezaron un paseo a lo largo de mis costillas, mientras mi boca pasó a su oreja, para seguir hacia el cuello, recorriéndolo y besándolo, lo que provocó que empezara a decir ni nombre entre susurros de pasión.

-Bella...Bella...te quiero tanto...-me dijo con la boca pegada a mi oreja.

-Y yo cariño...- no pude seguir, porque sus labios acallaron mis palabras, mientras enredaba sus dedos en mi pelo.

Ahora quería demostrárselo, así que le empujé suavemente hacia atrás, haciendo que se tumbara.

Mis manos y mis labios empezaron a proporcionarle las mejores caricias que podía darle, no sabía si lo estaba haciendo bien, pero parecía disfrutar. Bajé por sus perfectos pectorales, parando en sus pezones y besándolos con suavidad, a la vez que mi lengua jugaba con ellos, seguí bajando hasta toparme con su abdomen, duro como una piedra, mientras él decía mi nombre una y otra vez.

Acaricié sus caderas, hasta que llegué a su miembro, completamente excitado. Dudé al principio, pero acabé tomándolo entre mis manos para intentar que disfrutara aún más. Su cara fue de sorpresa al principio, pero al final terminó agarrando las sábanas con tanta fuerza que parecía que las iba a a hacer pedazos. De repente me subió hacia él, y dándome la vuelta, empezó a jugar con sus dedos en mi sexo, acariciándolo despacio; cerré los ojos, el corazón me iba a estallar, jamás había pensado que se podía sentir tanto placer. Noté que un pequeño estremecimiento se hacía dueño de mi cuerpo.

Al abrir los ojos me encontré con una mirada llena de amor, y sin poder resistirme, volví a buscar sus labios.

Se colocó encima mío, y juntando nuestras frentes empezó a hablar.

-Bella...- susurró, pero le corté al segundo.

-Edward...no pares, hazlo-le dije yo, abrazándome más a él.

-¿Seguro...?- preguntó; le corté de nuevo, y vi que me miraba con preocupación.

-Por favor...-le supliqué jadeante.

Seguía dudando , pero conseguí decirle al oído.

-No hay otra persona con la quisiera hacer ésto... te amo-.

Eso pareció convencerlo, ya que fue tanteando mi sexo con su miembro; emití un pequeño quejido, por la molestia; me miró con preocupación. Con un pequeño asentimiento por mi parte, me besó de una manera que debería estar prohibida, para entrar de una sola vez.

Pude contener el grito que quería salir de mi garganta, mientras cerraba los ojos. Se quedó quieto, mientras me daba tiernos besos por todo el rostro. Una vez pasó un poco la molestia, alcé las caderas y escondí mi cara en su cuello. Empezó a moverse muy despacito, pero en vez de aquella desagradable molestia empezaba a sentir un calor y una sensación dentro de mí, inexplicable... y maravillosa.

Empecé a pasear mi manos por su espalda, clavando un poco mis uñas, eso pareció excitarlo más aún, ya que cada vez se movía un poco más rápido. El roce de nuestros cuerpos, acompañados de promesas cargadas de amor y cariño, hicieron que mi boca buscase la suya, para devorarnos mutuamente. Hubo un momento que con sus ojos cerrados buscó mis manos, y entrelazándolas con las suyas, devoró mi cuello y mi boca, mientras empezábamos a llegar a un éxtasis total y absoluto.

Mi cuerpo sufrió una fuerte sacudida, mientras apreté más mis manos, cerradas en torno a las suyas, y mi cuerpo de volvió a arquear, a la vez que él temblaba encima mío y casi rompiéndome la mano.

Mi respiración iba a mil por hora, al igual que la suya... pegamos de nuevo nuestras sudorosas frentes y mirando mis ojos, arrasados en lágrimas por la felicidad, me recitó las más bonitas palabras.

-Yo también te amo...eres mi vida-.

Volvimos a besarnos, mas despacio, intentando calmar nuestras respiraciones, y nos acomodábamos para dormir, amoldando nuestros cuerpos como un puzzle perfecto.

Capítulo 12: Norfolk Park Capítulo 14: Desahogo

 


Capítulos

Capitulo 1: Prólogo Capitulo 2: Dulces y Dolorosos Recuerdos Capitulo 3: Adiós Forks...hola Londres Capitulo 4: Regreso al hogar Capitulo 5: Primer día de clases Capitulo 6: Los principes azules si existen Capitulo 7: Largo verano de incertidumbre Capitulo 8: Entre sedas y terciopelo Capitulo 9: Volverte a ver Capitulo 10: Reacciones Capitulo 11: Besos furtivos Capitulo 12: Norfolk Park Capitulo 13: Simplemente amor Capitulo 14: Desahogo Capitulo 15: Confesiones suegra- nuera Capitulo 16: Un americano en Londres I Capitulo 17: Un americano en Londres II Capitulo 18: Un verano inolvibable I Capitulo 19: Un verano inolvibable II Capitulo 20: Chantajes Capitulo 21: Descubrimientos Capitulo 22: Un país sorprendido Capitulo 23: Acoso y derribo Capitulo 24: No hay final feliz Capitulo 25: Soledad Capitulo 26: Anhelo Capitulo 27: Quiero y no puedo Capitulo 28: Sospechas Capitulo 29: Hallazgos asombrosos Capitulo 30: Abriendo los ojos Capitulo 31: Y sin ti no puedo vivir Capitulo 32: Volviendo a vivir Capitulo 33: La Prometida del Príncipe Capitulo 34: Una pareja más o menos normal Capitulo 35: Salida al mundo Capitulo 36: Anochecer bajo el puente de los suspiros Capitulo 37: London Fashion Week Capitulo 38: California Dreamin Capitulo 39: Entre leyes y bisturíes Capitulo 40: ¿Qué llevas debajo? Capitulo 41: ¿Vacaciones tranquilas? ¡Ja! Capitulo 42: Encajando en el puzzle Capitulo 43: Víspera de boda Capitulo 44: Gran Bretaña ya tiene a su princesa Capitulo 45: Perdidos Capitulo 46: Cumpliendo un papel Capitulo 47: Primeras navidades de casados Capitulo 48: Apuestas Capitulo 49: Nueva vida en palacio Capitulo 50: Epilogo Capitulo 51: Outtake 1: Verano real en Forks Capitulo 52: Outtake 2: Obligaciones reales Capitulo 53: Outtake 3: ¡Qué alguien atrape a ese ratón!

 


 
14444891 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios