EL INGLÉS

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 25/10/2012
Fecha Actualización: 14/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 48
Comentarios: 193
Visitas: 125726
Capítulos: 57

 

Bella quiere dar un giro a su monótona vida y buscar nuevas experiencias. Ella ansía vivir una aventura y liberarse de los cánones establecidos. Pero en el pequeño pueblo de Cadaqués en el que reside no abundan los hombres.

La oportunidad de dar rienda suelta a sus fantasías se le presenta cuando aparece Cullen un inglés estirado y prepotente al que ella no soporta, pero por el que se siente tentada y atraída.

Las cosas se complican hasta tal punto que lo que iba a ser un apacible mes de agosto termina desembocando en un tormentoso y ardiente verano, en el que tanto Bella como Cullen descubrirán que nadie es lo que parece... 

 

BADADO EN 30 NOCHES CON OLIVIA DE CASADO

Es una adaptación 

 

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Capítulo 51: CAPÍTULO 51

Capítulo 51

Cuando Bella llegó a casa después de su jornada laboral sabía quién no iba a estar. Había tenido la mala suerte de estar rodeada de Radio Macuto. Aunque, en ese caso, ella había sido testigo de primera mano. Había visto un llamativo BMW salir por la carretera en dirección a la autovía.

En el salón esperaba su sobrina, con evidentes signos de haber llorado. Tenía los ojos hinchados y aún moqueaba.

— ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien? —corrió a su lado, sentándose en el sofá junto a ella.

—Nada. Simplemente estoy de bajón.

Bella no se lo creyó pero, justo cuando iba a preguntar de nuevo, llamaron a la puerta.

—Vaya por Dios. —Se levantó para abrir la puerta—. ¿Quién será ahora? —Bajó la manilla y se encontró a quien menos se esperaba.

— ¿Puedo pasar?

—Sí, cómo no. —Se apartó para dejarlo pasar y le hizo un gesto para que entrara en el salón—. ¿Le apetece tomar algo?

—No, gracias. Sólo he venido a traeros estos papeles.

—No hacía falta que se molestase, señor López.

—Lo sé, pero me gustaría explicaros unas cosas.

Renesme disimuló su semblante cariacontecido al ver entrar al abogado de su padre. No hacía falta ser un lince para saber qué tema quería tratar.

El abogado tomó asiento y sacó varias carpetas. Bella se acercó rápidamente para apartar los mil cachivaches que siempre tenían por allí desperdigados y hacer sitio.

—Os he traído una copia de las disposiciones que el señor Cullen, tu hermano, como tutor legal ha dejado —anunció el señor López mirando a Bella—. Antes de nada, debo deciros que he intentado por todos los medios que cambiara de opinión, pero no ha sido posible. También he de dejar claro que no estoy para nada de acuerdo con lo aquí expuesto.

—No se preocupe —lo tranquilizó Bella. Fuera lo que fuese que había hecho no se sorprenderían, lo conocían de sobras. Prefirió no expresar en voz alta ese pensamiento, aunque la mirada que cruzó con Renesme fue evidente.

—Bien. En primer lugar, al renunciar como tutor legal de Renesme, ha especificado que dicha tutoría la ejerzas tú, Bella. A partir de este momento, tu sobrina estará bajo tu tutela.

—Eso me parece bien —murmuró la aludida.

—Entendiendo que eso supone un esfuerzo para ti deja estipulado que la mitad de esta propiedad pase a tu nombre, renunciando el señor Cullen a ella. Ya he iniciado los trámites pertinentes.

Ambas se miraron sorprendidas, eso no se lo esperaban.

—El otro cincuenta por ciento, como es lógico, pertenece a Renesme —continuó el abogado—. Respecto a los fondos de inversión y las cuentas bancarias, ha dispuesto que se os entregue una cantidad mensual hasta la mayoría de edad de Renesme. En ese momento, ella podrá disponer de todo el capital, a excepción del veinticinco por cierto que será para ti, Bella.

Otra sorpresa más. Esperaban que las dejara con lo justo, así que, cuando vieron la cantidad mensual reflejada en el papel, se miraron y se dieron cuenta de que, a partir de ahora, llegar a fin de mes sería más fácil.

—También ha acordado entregaros una cantidad, aquí está el talón bancario, para realizar las reparaciones más urgentes que consideréis oportunas, os deja total libertad para ello.

Renesme cogió el cheque y le dio la vuelta disimuladamente para que su tía viera la cifra. Ésta arqueó la ceja. Estaba claro que su generosidad se basaba en el lamentable estado de la casa.

—Esto es lo más importante. —Empezó a recoger los papeles y entregó una de las carpetas a Bella—. Si tenéis alguna duda o necesitáis que os aclare algo...

—No, de momento creo que hemos entendido lo más relevante.

—Muy bien. Cuando todos los trámites legales pendientes finalicen os avisaré.

—Gracias por todo.

Bella acompañó al abogado hasta la puerta y, justo cuando iba a abrir, llamaron.

—Vaya, hoy esta casa parece una romería.

—Buenas —dijo el visitante—. Vengo a entregar un pedido.

— ¿Un pedido? —preguntó Bella, desconcertada—. Pedro, yo no he comprado nada en tu tienda.

— ¿No? —Buscó en el bolsillo trasero de sus pantalones de faena y sacó un folio arrugado. —. Yo no tengo muchos estudios, pero aquí pone bien claro tu nombre y tu dirección.

—Que no, que te estás confundiendo.

—A mí no me líes. Además no me he venido con la furgoneta cargada de colchones para darles un paseo. El pedido está a tu nombre y pagado. Así que yo voy a ir descargando que luego se me hace tarde. Acompáñame a las habitaciones, también tengo que recoger los somieres y llevármelos al punto verde para reciclar.

—Pedro, ¿qué haces aquí? —preguntó Renesme acercándose a la entrada.

—Parece que nos van a redecorar la casa —respondió Bella sin perder de vista al repartidor, que ya se estaba escapando escaleras arriba.

Ninguna de las dos se percató de la marcha del abogado, ya que acompañaron a Pedro en su misión de cambiar sus equipos de descanso. Cuando éste acabó, le ofrecieron una cerveza bien fría por el esfuerzo de bajar tres somieres y tres colchones por la escalera, y repetir el proceso, a la inversa con los nuevos.

No hizo falta preguntarle quién había encargado aquello y pagado la factura, pero por si quedaban dudas quisieron ver la firma a pie de página.

De nuevo a solas se sentaron en el salón.

—Vaya veranito... —comenzó Renesme—. Nos ha pasado de todo.

—Ajá —murmuró Bella distraída.

—Yo me he enamorado por primera vez —reflexionó—, y me han dado calabazas. Por lo que debo sacar una lección positiva de esto: no volver a enamorarme jamás. Ser yo la que utilice a los hombres y, si no me sale bien, me hago lesbiana.

Bella sonrió tristemente. Qué bonito sería que la teoría de su sobrina pudiera llevarse a la práctica con tanta facilidad.

—Y yo te apoyaré siempre.

—Gracias. También he conocido a un hermano que pasa de mí. A partir de ahora pasaremos a llamarlo el innombrable, si tú quieres.

—Se agradece.

—Así que... ¿Qué nos ha faltado? —Miró el suculento cheque y lo cogió. Empezó a juguetear con él entre los dedos—. Lo hemos pasado bien y mal. Hemos reído, llorado, tropezado, pero somos fuertes y seguimos juntas. —Hizo una pausa—. Ya lo sé —murmuró sonriendo—, sólo nos ha faltado quedarnos embarazadas.

Renesme se giró al escuchar un llanto estrangulado. Sólo había bromeado. Una forma de hacer más llevadero el momento. Un simple chiste.

El llanto fue en aumento y se volvió para ver a su tía llorar en silencio, como si quisiera ocultarlo.

— ¿Nos hemos quedado embarazadas? —preguntó sólo por asegurarse.

Bella asintió y empezó a llorar de forma más sonora.

Se tapó la cara con las manos y se dobló sobre sí misma.

—Ven aquí —dijo Renesme abriendo los brazos para acogerla en ellos y darle todo su apoyo.

Tras sufrir la fase más lacrimógena, la llorina fue remitiendo y, al no tener un pañuelo a mano, agarró el dobladillo de la camiseta y se limpió.

—Deduzco que Jacob no tiene nada que ver. —Bella negó con la cabeza—. Vale. Entonces supongo que voy a tener una prima. Porque estoy segura de que va a ser una niña.

—O una sobrina —apuntó Bella volviendo a llorar.

—No, de ninguna manera, eres mi tía, por lo tanto será mi prima —aseveró, con convicción.

Continuó abrazando a su tía, consolándola y entregándole su apoyo incondicional. Debía hacer todo lo posible para que ella se sintiera bien, y llorar no era precisamente un buen comienzo.

— ¿Sabes qué? Tenemos este cheque para hacer las reparaciones más urgentes, ¿no?

—Eso ha dicho el señor López —dijo Bella, suspirando.

—Pues lo vamos a hacer. En primer lugar, mañana nos vamos al banco y lo cobramos; después nos presentamos en una agencia de viajes y...

—Espera, espera... ¿Una agencia de viajes?

—Sí. Necesitamos arreglar todo, ¿no? Pues empezaremos por nosotras mismas. Nos vamos de crucero. Diez días. No, quince, que hace mucho que no tenemos vacaciones.

—Pero yo trabajo, no puedo dejar tirada a Martina.

—Te debe mil días libres, así que no puede negártelos. Necesitamos ese viaje, salir de aquí, despejarnos, relajarnos. —Al ver que no convencía con el plural pasó al singular—. Sobre todo tú. Así descansas, dejas de llorar y nos ponemos morenas.

—Las embarazadas no toman el sol.

—Bueno, pues te pones diez capas de crema solar y te sientas bajo la sombrilla, pero nos vamos de crucero —arguyó Renesme decidida.

—No sé, no estoy de humor...

—No se hable más. —Se puso en pie, cogió el cheque y se lo guardó en el sujetador, como había visto hacer toda su vida a las mujeres en el pueblo—. De esto, me encargo yo. Ve haciendo la maleta. —Pensó esto último y añadió—: No, también iremos de compras. Necesitamos vestuario nuevo, especialmente tú.

Bella se quedó pensativa en el salón. Era una suerte contar con una chica como Renesme a su lado. En aquel instante su sobrina estaba siendo la adulta, la madura y la razonable, porque ella no tenía la cabeza despejada.

Irse de vacaciones, vaya locura...

Capítulo 50: CAPÍTULO 50 Capítulo 52: CAPÍTULO 52

 


 


 
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