EL INGLÉS

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 25/10/2012
Fecha Actualización: 14/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 48
Comentarios: 193
Visitas: 125720
Capítulos: 57

 

Bella quiere dar un giro a su monótona vida y buscar nuevas experiencias. Ella ansía vivir una aventura y liberarse de los cánones establecidos. Pero en el pequeño pueblo de Cadaqués en el que reside no abundan los hombres.

La oportunidad de dar rienda suelta a sus fantasías se le presenta cuando aparece Cullen un inglés estirado y prepotente al que ella no soporta, pero por el que se siente tentada y atraída.

Las cosas se complican hasta tal punto que lo que iba a ser un apacible mes de agosto termina desembocando en un tormentoso y ardiente verano, en el que tanto Bella como Cullen descubrirán que nadie es lo que parece... 

 

BADADO EN 30 NOCHES CON OLIVIA DE CASADO

Es una adaptación 

 

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Capítulo 46: CAPÍTULO 46

CAPÍTULO 46

Edward, ya recuperado, abrió los ojos, giró la cabeza y se encontró con unas uñas pintadas de color rojo fuego y, claro, su mano cobró vida propia.

—Debo decir que no me extraña que tengas clientela fija.

Ella hizo una mueca, tal y como lo decía, insinuaba algo que cualquier mujer respondería con un guantazo como mínimo, pero ni quería, ni le apetecía perder el tiempo.

Mejor olvidar lo de piensa mal y acertarás.

—Pues sí —respondió tan pancha.

—Lo que no entiendo es que te paguen una mierda. Estás infravalorada. —Acompañó sus palabras con un suave masaje en los tobillos.

—Tal y como están las cosas, tengo trabajo, así que mejor ni me quejo.

—Si fuera tú me ponía por mi cuenta.

— ¿Crees que no lo he pensado? —Bella cambió de postura pero sin apartar los pies. Era agradable recibir esas atenciones—. Pero cualquiera va a un banco a pedir dinero... esa gente no se estira ni en la cama.

—Pero... si no te arriesgas... —murmuró distraído. La conversación sobre el futuro laboral de ella le importaba, o le debía importar, muy poco. Lo que realmente resultaba relevante es lo a gusto que se estaba una tarde de sábado, desnudo, después de un buen polvo y con altas expectativas de follar de nuevo.

Bella optó por no seguir ese camino. Compartir su cuerpo con él no significaba compartir ni sus ideas ni sus sueños. Al fin y al cabo Edward no era más que un «accidente» o un «pasatiempo», cualquier otro sustantivo similar servía.

—Deberíamos levantarnos y.... —Él la detuvo besándola en la pantorrilla.

—Ni lo sueñes. —Más besos. Más caricias. Y su mano cada vez más arriba—. Tengo otro par de cuestiones que hablar contigo.

Ella se echó a reír ante el tono tan prosaico utilizado.

— ¿Pretendes que tengamos una conversación seria con el culo al aire?

—Creo que tener el culo al aire es una condición indispensable —aseveró él mientras cambiaba de posición hasta ponerse junto a ella, es decir, en sentido contrario.

— ¡Oye! —protestó ella al sentir cómo le rodeaba la cintura con los brazos y la pegaba a él—. ¡Que corra el aire!

—Desde hace un tiempo tengo una duda que me quita el sueño —dijo haciéndola reír.

—Eso es que eres mala persona y tienes cargo de conciencia —le replicó moviéndose un poco para fingir que estaba molesta ante esa postura tan marcadamente íntima. No eran confidentes, ni siquiera amigos.

—No es eso. Me preocupo por ti —continuó él en tono suave—. Por eso me ofrezco voluntario.

Ella se giró para quedar frente a frente.

— ¿Voluntario? ¿Para qué? —preguntó con desconfianza.

—Te conozco y por eso es mejor que durmamos juntos.

— ¿Otra vez con eso? —preguntó ella, algo molesta—. Se supone que doy patadas y te quito la sábana —le recordó. Era preferible quedar como la mala de la película que enfrentarse abiertamente con él.

—Y mueves la almohada unas mil veces —apostilló él.

—Eso es para buscar el lado fresquito —se defendió ella.

—Bueno, da igual. El caso es que pienso en qué pasa cuando en mitad de la noche, te despiertas.... —Hizo una pausa para que ella fuera asimilando las palabras y así allanar el camino para convencerla—.... Acalorada... —Otra pausa calculada—.... Cachonda perdida y... estás sola... sin nadie que calme esa inquietud... — Ella se contenía para no reír pero a él eso no lo detuvo—... Por eso, si duermo contigo...

—Gracias. Tu preocupación me conmueve —dijo irónica.

—De nada. Para eso estamos —añadió encantado.

—Pero te recuerdo que de mis necesidades me ocupo yo —espetó orgullosa—. Mi mesilla de noche está bien equipada y si ocurre tal circunstancia dispongo de un estupendo vibrador.

— ¡No jodas! —Él se incorporó—. Eso tengo que verlo.

Edward se inclinó hacia adelante para poder llegar hasta la mesilla misteriosa «resuelveimprevistos».

Ella se pegó a su espalda y observó cómo abría el cajón para no encontrarse más que un bloc de notas, pañuelos de papel y un par de gomas para el pelo.

— ¡Me has mentido! —La acusó volviéndose para mirarla.

—Mira que eres bobo.

Se levantó y caminó hasta su armario. Abrió una de las puertas y sacó un pequeño neceser que dejó en la cama y lo empujó hacia él.

Edward lo agarró inmediatamente pero se dio cuenta de un pequeño detalle: estaba bien cerrado, con una de esas malditas cerraduras de combinación.

—Vivo con una adolescente bastante curiosa. ¿No esperarás que deje esto en cualquier sitio y al alcance de cualquiera?

— ¡Ábrelo! —exigió, mostrando su impaciencia.

—Al menos podrías engatusarme para que te dé la clave —murmuró ella, un pelín decepcionada. Hasta hizo un puchero a lo niñata consentida.

Bella, ante la impaciencia que mostraba, se apartó un poco para que él no le arrebatara el maletín.

—Supongo que sesenta y nueve no es la combinación —apuntó él, sonriendo.

—Lo tendré en cuenta cuando la cambie —murmuró sin mirarlo.

Ambos oyeron el clic, pero ella, para darle emoción al asunto, fue levantando la tapa como si se tratara del cofre del tesoro.

Él, al instante, fijó la vista en lo que ella le mostraba.

—Joder, voy a tener serios problemas para decidirme —estiró el brazo y cogió un par de dedales de silicona, uno verde con estrías y otro azul con bultitos—. ¿Para qué cojones sirve esto?

—Tantos estudios y mira... —Ella agarró el verde y se lo colocó en el dedo índice—. Si quieres dar un significado diferente al verbo «estimular» necesitas esto.

Y, para darle pruebas, se llevó el dedo enfundado a la boca, lo chupó y después le recorrió su erección, presionando lo justo para que las estrías rozaran su sensible piel.

Cuando él estaba en lo mejor, ella, de repente, dejó de tocarlo, se quitó el dedal y lo dejó en su sitio.

—Entendido. Deduzco entonces que también puedo utilizarlo yo. Pero... no sé, con ese consolador fucsia... —Hizo un gesto con la mirada—... Me resulta imposible pasarlo por alto.

— ¿Consolador? Mira que eres antiguo.

— ¿Antiguo? Pero ¿qué dices? —preguntó él a su vez totalmente descolocado. Puede que no fuera un cliente asiduo de sexshops; pero tenía ligeras nociones de lo que allí se vendía.

—Sí, un antiguo de cuidado. No es un consolador. Esa palabra está denostada, propia de una sociedad falocéntrica y machista.

— ¿Perdón? —Ahora sí que estaba perdido.

—Es un dildo o un vibrador en caso de que vibre. Pero consolador... ¡Por favor!

—Está bien. Como quieras, cuando estoy desnudo no me gusta entablar discusiones semánticas. —Cogió el artilugio de la discordia y lo examinó—. Me gusta. Nos quedamos con éste. —Lo movió un par de veces, como si quisiera comprobar su resistencia. Después giró la base y notó el cosquilleo en la palma de su mano—. Te lo tienes que pasar bomba con esto; cuando lo utilices, sé buena y avísame.

—Qué predecible, por Dios. —Se lo arrebató de la mano y lo puso dentro del maletín—. Son mis juguetes y, por lo tanto, elijo yo.

Buscó en ese neceser tan bien equipado y sacó un aro de goma.

—Joder... ¿Eso es un pato?

— ¡Qué listo eres! ¡Cómo se nota que tienes estudios! —se guaseó ella—. Es un anillo para el pene y sí, en el pato, hay una bala vibradora.

—Interesante...

—A mí me parece uno de los mejores inventos del mundo. —Lo estiró entre sus dedos y después señaló el interior de la caja—. Coge un condón y... —Se inclinó hacia él para sugerirle—: ... Si te atreves...

Él, que se percató del reto lanzado, no quiso amilanarse.

—Tengo una duda.... —Ella sonrió y él, taimado como siempre, remató la jugada—. Y ¿si no me vale?

Bella se echó a reír pero replicó:

—Eres demasiado estándar, titi, pero te revelaré un secreto... —Bajó la voz para completar la frase—: Es elástico.

Él lo cogió, miró de reojo el patito y dudó si ponérselo con la bala vibradora hacia arriba o hacia abajo. Así que preguntó:

— ¿Cómo lo prefieres? —Rompió el envoltorio del condón y sacó uno... ¿Negro?—. Joder, mi polla va a salir en el Libro Guiness de los récords con tanto adorno.

Ella estalló en carcajadas.

—Podemos variar... Moverlo un ratito tú, un ratito yo.

—Como quieras —aceptó cuando terminó de ponerse todo—. En mi vida imaginé que terminaría con algo así... —Negó con la cabeza—. Porque es de mal gusto hacerse fotos con el móvil, que si no...

— ¡Qué buena idea! Espera, que lo tengo por aquí.... —Él la detuvo agarrándola de un brazo—. Vaaaaaale, nada de móviles. ¡Qué aguafiestas!

—Si miras con atención mi polla creo que deberías reconsiderar tu opinión. Y ahora, si eres tan amable... —Se puso de rodillas, con las manos en la cintura y adelantó la pelvis—. Haz los honores, enciende esto.

Ella se inclinó, arqueando la espalda más de la cuenta, y buscó el botón que ponía en marcha el dispositivo, a la par que lo giraba para estimular sus testículos. Lo escuchó inspirar con fuerza y protestar entre dientes, pero en ningún momento se apartó.

—Joder... nunca me habían puesto algo vibrando en las pelotas...

—Eso es porque seguramente vas con estiradas y aburridas.

Edward no podía negarlo, así que prefirió hacer oídos sordos y centrarse en la mujer que estaba ahora con él y no acordarse del resto.

Él tenía intención de tumbarla y así compartir la vibración, pero ella se lo puso difícil, cosa que no lo sorprendió.

—No es el momento de acrobacias —arguyó él semitumbado sobre ella.

Bella puso los brazos a modo de escudo, pero él se las ingenió para irse colocando adecuadamente, frotándose contra ella, abriéndole las piernas y consiguiendo su objetivo.

Ella estaba mojada y por lo tanto lista para recibirlo. La observó cerrar los ojos cuando la penetró completamente.

Capítulo 45: CAPÍTULO 45 Capítulo 47: CAPÍTULO 47

 


 


 
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