(Hola chicas me complace actualizar hoy, tuve un examen por la mañana y en la tarde me dedique a traducir y modificar un poco el capitulo para subirlo! gracias por seguir aqui leyendo, recuerden apoyenme y dejenme sus votos y la que ya lo haya hecho muchisimas gracias :)... este capitulo es para Sony y Tika(saludos a colombia XD) espero se den cuenta que la historia esta a punto de cambiar drasticamente! saludos desde Venezuela)
Se ha muerto alguien.
Eso fue lo primero que le pasó por la cabeza a Bella cuando al oír el teléfono sonando, emergió de la neblina aterciopelada del sueño. Las llamadas telefónicas a primera hora de la mañana, las llamadas telefónicas a altas horas de la noche, sólo podían significar una cosa. Malas noticias. Eran las cinco de la mañana. «Por favor, que no sean ni papá ni jacob», suplicó, entrecerrando los ojos ante el resplandor de la lámpara de la mesita de noche que acababa de encender, preparándose para lo que pudiera pasar.
— ¿Diga?
—¿Isabella? Soy Mike.
«¿Mike? ¿A estas horas?».
—Jason ha sufrido un infarto. Está en el Columbia Presbyterian.(Hospital de NY)
Bella cerró los ojos.
—Oh, Dios mío—La conmoción despertó de una sacudida su cuerpo, al instante— ¿Qué ha pasado?
—Estaba mirando la televisión con su esposa y se quejaba de acidez de estómago después de la cena, lo que al parecer no era nada fuera de lo normal. Al cabo de aproximadamente una hora, se levantó para ir a picar algo en la cocina y cayó en redondo, diciendo que tenía la sensación de que le aplastaban el pecho. Su esposa llamó enseguida al nueve-uno-uno. La ambulancia llegó justo a tiempo para salvarle la vida, pero el corazón ha sufrido daños muy graves. Tendrá que estar una buena temporada en el hospital.
—Oh, Dios mío—repetía Bella, atontada. Se imaginaba la escena. Jason vestido con un batín viejo y andrajoso, recostado en un confortable sillón reclinable, aporreándose el pecho mientras se quejaba de que la salsa de los espaguetis que había preparado Lauren era demasiado ácida. Luego, aprovechando el momento de los anuncios, caminando como un pato hacia la cocina para ir a buscar un helado y viéndose sorprendido por la sensación de que la caja torácica se le partía en dos. El miedo que debía haber sentido, el pánico al preguntarse si era eso, si era el final. Se estremeció expresamente para obligarse a dejar de ver aquella imagen— ¿Cuándo te has enterado?
Se produjo una pequeña pausa al otro lado del teléfono, una pausa casi infinitesimal.
—Lauren me llamó hacia medianoche.
— ¿Y no se te ha ocurrido llamarme hasta ahora?
—Me he pasado la noche entera en la oficina ocupándome de todos los temas—dijo fríamente Mike—Ahora que Jason estará fuera de servicio por una temporada...
—Has pensado que te trasladarías a su despacho y ocuparías su puesto—dijo Bella, acabando la frase por él—Debe haber sido una decepción que no haya muerto.
Mike ignoró el comentario.
—Tendrías que venir, pues es evidente que estarás un tiempo haciendo mi trabajo además del tuyo.
—Al parecer te olvidas, Mike, de que ahora soy tu superior.
—Y tú al parecer te olvidas de que llevo trabajando en las relaciones públicas de los Blades muchos más años que tú. Pienso que, en este caso, la experiencia triunfa sobre el título, ¿no opinas lo mismo? Así que ven. Tengo que ponerte al tanto de unas cuantas cosas.
—Apáñate tú con ellas. Es domingo. Al único sitio al que voy a ir va a ser al hospital a visitar a Jason, a menos que me llame alguien de Milenio y me ordene lo contrario. ¿Alguna cosa más?
—Nada que se me ocurra—respondió Mike con una falsa cordialidad—Dale recuerdos de mi parte, ¿lo harás? No sé si podré pasarme por allí.
—Dáselos tú mismo—Colgó el teléfono de golpe. ¡¡CABRÓN!!
Dios, cómo odiaba a aquella...criatura. Sólo pensar en que había entrado en el despacho de Jason en plena noche y que había estado hurgando entre las cosas de Jason, pensando que podía ocupar su puesto, la volvía loca, más loca incluso que saber que Mike seguramente tenía razón. Seguramente le tocaría recibir órdenes de aquel cerdo aceitoso, repugnantemente zalamero, asqueroso y megalómano. Le exasperaba también el hecho de que no la hubiese llamado tan pronto se enteró de la noticia. Esperar a llamarla era un bofetón en toda la cara completamente intencionado.
Se recostó y tiró de la manta hasta taparse el cuello, luego la cabeza, mientras pensaba: «Podría esconderme aquí y quedarme dormida. Y cuando me despertara, ya me ocuparía de todo». Cerró los ojos y volvió a abrirlos cuando ni siquiera había transcurrido un minuto. Imposible, estaba demasiado nerviosa. Se levantaría, enchufaría la cafetera y miraría el canal de teletienda en televisión hasta que llegara el periódico. Luego se pondría a leerlo hasta que fuera la hora de visitas en el hospital.
Salió de la cocina y la cabeza le echaba humo de tanto pensar. «Si Edward estuviese aquí, esto no habría pasado. Ha pasado porque llevamos un tiempo sin reunirnos para cenar comida china para llevar y luego disfrutar del buen sexo. Es un mal presagio. Es...».
«Ridículo». ¿Desde cuándo era ella supersticiosa? El supersticioso era Edward, que siempre tenía que atarse el patín izquierdo antes que el derecho, que siempre tenía que cenar lo mismo antes de un partido—pasta con verduras braseadas—Se había dado cuenta de que muchos chicos tenían excentricidades de ese tipo. Jasper Whitlock guardaba una escultura de la Virgen María en su taquilla y le daba un beso antes de jugar. Riley Biers siempre se remetía el lado izquierdo del uniforme. El defensa Sam Uley dejaba siempre una pata de conejo en el banquillo del equipo. Había incluso los que dejaban de afeitarse durante las fases eliminatorias. Gracias a Dios, Edward no era uno de ellos.
La cocina estaba helada. Pese a haber entrado ya en abril, las mañanas seguían siendo frías. Se preparó el café en silencio para no despertar a Victoria y sin dejar de pensar en Edward. Últimamente estaba algo esquivo, como si quisiera estar solo. Sabía que las fases eliminatorias le preocupaban y por ello no quería agobiarlo. Quedaban sólo tres partidos para que la temporada regular finalizase. Tres partidos hasta que empezaran a volver a enfrentarse en serio por el tema de las relaciones públicas. Él ya le había dicho que durante las eliminatorias hablaría única y exclusivamente con los periodistas deportivos especializados. Pero mientras, las solicitudes para realizar entrevistas llegaban a más velocidad de la que ella era capaz de gestionar, sobre todo desde la aparición en Sports Illustrated del artículo sobre el liderazgo. Tendría que pedirle a Jason...
Jason. Se sentó junto a la mesa de la cocina y apartó sus catálogos de semillas para dejar sitio donde colocar la taza de café. Lo último en el mundo a lo que deseaba enfrentarse era a verle indefenso en la cama de un hospital, rodeado de máquinas que emiten sonidos y de un laberinto de tubos. Pero no le quedaba otra elección: era una de aquellas situaciones en las que, te guste o no, tienes que hacer lo correcto. Con esta mentalidad, bebió el café y esperó a que amaneciera.
|