Capitulo 8
Algunos de los chicos la recibieron con una sonrisa; otros apartaron expresamente la vista. Uno o dos de ellos murmuraron «Hola, Bella», lo que le produjo satisfacción; parecía un gesto amistoso y le dio esperanzas. Antes de ir a por Cullen, daría una vuelta por el vestuario y reiteraría a los jugadores, lo más amablemente posible, que si no se apuntaban para un mínimo de tres actos benéficos, se vería obligada a apuntarlos ella. Nadie dio el paso, aunque creyó detectar cierta ambivalencia en Jared Pelletier, uno de los jóvenes jugadores solteros que Jason le había mencionado el día anterior. Parecía intrigarle la idea de tomar parte de una subasta de solteros, pero al final se cortó y le dijo a Bella que ya le diría algo. Sabía lo que eso significaba: tenía que ir a ver si Dios, a saber, el capitán Cullen, le daba su aprobación.
Encontró a Cullen en el pequeño vestíbulo que había junto al vestuario, apoyado en una de las paredes de cemento, mirando el canal de deportes en una gran pantalla de televisión y bebiéndose un gran vaso de zumo de naranja, que había cogido de la mesita con aperitivos que había en una esquina. La mesa, con café, pastas, zumos y fruta, hizo retumbar el estómago vacío de Bella. ¿O serían los nervios? Los demás jugadores que había en el vestíbulo desaparecieron en el instante en que la vieron, esperando, evidentemente, que sucedería alguna cosa de la que no querían ser testigos. Edward, mientras, seguía con los ojos clavados en la pantalla de televisión...intencionadamente, pensó Bella. Aquello no era buena señal.
— ¿Edward?
—¡Señorita Swan!. Qué sorpresa.
Cuando se volvió lentamente hacia ella, el corazón de Bella empezó a doblar su ritmo. Estaba ansiosa, sí. Pero se dio cuenta de que era más que eso: vestido con pantalones de chándal, estaba desnudo de cintura para arriba y llevaba una toalla blanca colgada en torno al cuello, los cuadraditos perfectos de sus abdominales resplandecientes por el sudor del entrenamiento. Excitó en ella un deseo que sólo podía calificarse de primitivo. Jamás había experimentado algo tan elemental y tan fuerte. Y que la visión de aquel hombre pudiera generar aquellas sensaciones no hacía más que empeorar las cosas. Cerró los ojos un instante.
—Mira—empezó con arrepentimiento—quiero disculparme por mi comportamiento de ayer. Temo que me pasé un poco intentando transmitirte las expectativas de Milenio. Lo siento.
Rodeó su cuerpo con sus propios brazos, esperando que él la despidiera a gritos. Pero le respondió con una tos incómoda para aclararse la garganta y una evidente escasa disposición para mantener el contacto visual.
—Sí, de acuerdo, acepto las disculpas. Yo también tenía anotado en mi agenda de hoy pedirte disculpas. No pretendía machacarte de la forma que lo hice—Su mirada regresó a la pantalla.
—Está bien—Bella miró el televisor. Un presentador hablaba sobre la victoria de los Mets en el partido de la noche anterior—Estaba pensando... —empezó.
— ¿Mmm?—Edward apartó los ojos de la pantalla y bebió un poco más de zumo.
—Tengo una solución de compromiso que pienso que podría beneficiarnos a ambos.
— ¿Y sería?
—Sé que no quieres hacer actividades de relaciones públicas. Pero si pudieses utilizar tu influencia para conseguir que algunos de tus compañeros de equipo cooperaran conmigo, entonces quizá yo podría utilizar la mía para convencer a Milenio de que no entusiasmaran tanto con la idea de quererte ver en todo y, más concretamente, de querer que participes en actos sociales.
Edward asintió pensativo, rascándose la barba incipiente de su barbilla.
—Permíteme asegurarme de que lo he entendido bien. Quieres que entregue a algunos de mis chicos para salvar yo el culo.
— ¿Entregar?—repitió Bella con incredulidad—¿Qué es esto? ¿Una negociación con rehenes?
—En cierto sentido.
—Oh, por favor—Sabía que su tono de voz había sido desdeñoso, e intentó retractarse. Estaba a punto de liberar a la Serena de su interior y enviarlo todo al traste—Lo único que pido...
—Es que yo haga tu trabajo.
—No—respondió Bella, controlando completamente su voz—no se trata para nada de eso.
—Isabella—Su mirada finalmente se cruzó con la de ella y la sostuvo. Por una décima de segundo, Bella habría jurado que estaba examinándola—Me parece que ayer dejé ya muy claro que no creo que los Blades le deban algo a Milenio. Comprendo que tienes un determinado trabajo que hacer, y te prometo que no pienso interferirlo, aunque piense que es una chorrada. Si uno de mis chicos decide por su cuenta que le apetece disfrazarse de pingüino y asistir a una cena de trescientos dólares el plato para recaudar dinero para los beréberes, es su problema. Pero por nada del mundo pienso ayudarte en eso.
—Ni aun sabiendo que hacerlo es una inversión para el futuro del equipo.
— ¿Ya volvemos con éstas? ¿Con el argumento de las grandes sumas de dinero?
Bella se mordió la lengua e intentó controlar la oleada de rabia y desesperación que crecía en su interior.
—Mira, ya te lo dije. Si en algún momento tengo ganas de hacer alguna cosa, la haré. Pero mientras, creo que estás perdiendo tu tiempo y tu energía intentando cambiar mi postura. No pienso cambiar de opinión.
Bella miró el suelo, contó hasta tres y volvió a levantar la vista.
— ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Puedes preguntarme lo que quieras.
Bella examinó su expresión; ¿estaba flirteando con ella? Decidió que no.
— ¿Te morirías por hacer sólo una aparición en un hospital o por lanzar unas cuantas bolas de golf en favor del cáncer? ¿Te morirías?
—Qué gracioso, Jasper me dijo lo mismo ayer.
— ¿Y cuál fue tu respuesta?
—Mi respuesta fue que a Milenio no le importa la integridad del juego ni la de cualquiera que juegue, de modo que a mi entender, yo no les debo nada, y mucho menos ni una pizca de mi precioso tiempo libre.
Bella se quedó mirándolo.
—No quieres entenderlo, ¿verdad?
—Eso ya lo dijiste ayer —apuntó Edward, empezando a divertirse.
—Y volveré a decirlo, porque es verdad. Estás tan aferrado a tus principios que ni siquiera te das cuenta de que te está saliendo el tiro por la culata. Muy bien, niégate a hacer relaciones públicas, haz lo que te venga en gana. Pero entiende lo siguiente: no pienso claudicar. Me pagan para acosarte, a ti y a tus compañeros de equipo, y lo haré. Cada vez que te des la vuelta, allí estaré, capitán Cullen, con mi terrible lista de actos sociales. Pienso ser esa piedra en el zapato de la que no puedes librarte, ese estribillo pesado que no te puedes sacar de la cabeza. Mejor que te acostumbres a que esté incordiándote todo el día, porque ésta va a ser una de las constantes en tu vida a partir de ahora y hasta que la temporada finalice en junio... suponiendo que lleguéis a las eliminatorias, por supuesto.
—Oh, llegaremos a las eliminatorias—replicó rápidamente Edward, masajeándose la nuca con la toalla—Pero la pregunta que nos interesa aquí es si tú durarás tanto tiempo.
Con un guiño, apuró lo que le quedaba de zumo y se largó, dejando a Bella allí plantada, con una oleada candente de furia fundiéndose en sus entrañas.
(Espero les guste estos capitulos nuevos.... edward es un gilipollas.... pero tranquilas no dura mucho XD un beso guapas... diganme si les esta gustando?)
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