capitulo 40
(hola chicas aqui esta un nuevo capitulo que desencadenara unas cosas que mas adelante seran un problema, espero les guste las que no hayan votado por mi regalenme su voto y comenten que tal les parece un beso desde Venezuela)
El caso fue solucionado fuera de los tribunales dos semanas después a cambio de una «cantidad no revelada» o, como mínimo, no revelada públicamente. Victoria le dijo a Bella la cantidad. No había sido una cuestión de dinero de entrada, y tampoco lo era ahora. Tenía planeado invertir el dinero que le quedara después de pagar la minuta de la abogada y continuar con su vida, esperando haber hecho lo correcto y que lo que quiera que hubiese sucedido en el vestuario de los Blades impidiera a James traumatizar de nuevo a otra mujer.
Bella no había presionado a Edward para obtener detalles de la reunión, pero cuando en el entrenamiento del día siguiente vio la boca contusionada e hinchada de James, se imaginó que había habido algo más que palabras. A partir de aquel momento, percibió un cambio sutil de actitud entre los jugadores. Siempre había sido un equipo muy entregado, pero ahora parecían compartir una singularidad de objetivo casi mística que resultaba imposible traducir en palabras. Era como si estuvieran poseídos, como si cada jugador quisiese hacer su labor casi enfebrecida mente, su dedicación era salvaje, inquebrantable. Cuando les preguntó a Edward y a Jason al respecto, obtuvo respuestas idénticas, como si el comportamiento de los Blades fuese obvio: «Están preparándose para conseguir la Copa».
La Copa, la Copa, la Copa. Isabella cometió el error de reprender en broma a Edward para que dejase de hablar de ella como si del Santo Grial se tratara, y fue respondida con un silencio tan funesto que le puso los pelos de punta. La Copa era el Grial. La Copa era el Nirvana. La Copa convertiría su vida en un infierno en cuanto empezaran las fases eliminatorias.
—No viene nadie, ponte en el carril izquierdo. ¡Ya!
Bella agarró el volante con fuerza y le lanzó una mirada a Jason capaz de hacer añicos un cristal. Luego, se situó con cuidado en el carril izquierdo. Aquella tarde, tener a Jason dándole constantemente consejos de conducción innecesarios la estaba sacando de sus casillas. Que la Madre Naturaleza hubiese decidido dejar treinta centímetros más de nueve sobre el suelo era fastidioso ya de por sí. Pero eso de tener sus constantes instrucciones interrumpiéndole sus pensamientos...« ¿Me lo estoy imaginando, o es verdad que Mike me mira como si desease verme muerta? Edward...¿será algún día algo más que estupenda comida para llevar y sexo más estupendo aún? ¿Por qué tiene que nevar tanto este invierno...?».
— ¡Dale al acelerador! ¡Vamos!
Otra vez Jason. ¡Hoy iba a volverla loca! Además, llevaba la calefacción tan alta que el coche era como un auténtico infierno sobre ruedas. Estaría feliz cuando llegaran a los Met Gar y pudiera respirar de nuevo.
— ¿Podemos bajar un poco la calefacción?
— ¿Pero tú qué eres, un oso polar? Yo me estoy congelando.
—Sólo un poco, por favor. Empieza a dolerme la cabeza—Bella bajó un punto la calefacción.
Jason puso mala cara.
—Muy bien, a ver si consigues congelar a este viejo hasta que se muera.
—Podrías ir caminando—sugirió dulcemente Bella, imaginándose el regordete cuerpo de Jason saliendo rodando del coche como una roca gigantesca cayendo montaña abajo.
—Ja, Ja—dijo Jason, poniendo cara de póquer—Oye, mira, quería decirte que me siento muy orgulloso de que hayas conseguido que tu amiga retire la denuncia contra James. Los de Milenio están que no se lo creen.
Bella le miró de reojo.
—No tengo nada que ver con eso. Victoria tomó la decisión por su cuenta.
—Sí, claro—Se frotó las manos enguantadas, su vigor poniendo un contrapunto al ritmo regular de los limpiaparabrisas.
—Lo digo en serio. No tuve nada que ver.
Jason suspiró y sus manos dejaron de moverse.
—Da lo mismo. Sólo quería que supieses que hoy me reúno con ese esmirriado... ¿Cómo se llama? ¿arnol? ¿aro?...Y pienso sugerirle que te ascienda.
Bella casi se sale de la carretera.
— ¿Qué?
Jason se inclinó hacia delante y volvió a subir la calefacción como sin darle importancia.
—Desde que te contratamos, muñeca, has estado haciendo un trabajo realmente estupendo, tienes que saberlo.
—Lo sé, ¿pero un ascenso? Quiero decir, ¿qué ascenso?
—Directora adjunta de relaciones públicas.
A Bella se le encogió el estómago.
— ¿Pero no me situaría esto por encima de Mike?
—Sí. ¿Y qué?
— ¿No crees que eso va a molestarle?—Bella se imaginaba ya la reacción de Mike ...su mirada asesina, sus amenazas poco disimuladas.
Jason se encogió de hombros, filosóficamente.
—Sí, pero es culpa suya. A lo mejor así se pone el cohete en el culo y espabila.
«O me lo pone a mí debajo de la silla», pensó Bella.
—Creí que te alegrarías—continuó Jason, algo defraudado.
—Y me alegro—se apresuró Bella a decirle. Enfurruñada, soltó el pie del gas, aumentando con ello la distancia respecto al coche que llevaba delante, cuyo conductor parecía tener adicción a apretar el freno sin necesidad—Lo que sucede es que no quiero desestabilizar nada, ¿me entiendes? Llevo menos de un año aquí.
—Sí, y has gestionado el caso James como una profesional, e incluso conseguiste que Cullen mostrara su feo careto en un acto de relaciones públicas. Y eso no son tonterías.
—No es feo—murmuró Isabella.
Jason forzó el oído para escucharla.
— ¿Qué?
—He dicho que si no bajamos la calefacción empezaré a sufrir alucinaciones—dijo rápidamente, abalanzándose para bajar tres grados la calefacción—Mira, Jason, lo siento, pero la calefacción tan alta me produce somnolencia. Si de verdad tienes tanto frío, puedes ponerte mi gorro...está en el asiento trasero.
Jason refunfuñó alguna cosa ininteligible y hundió las manos en los bolsillos, contrariado. Bella vio por el retrovisor un Range Rover de color negro que se aproximaba a su coche y le hacía luces para que le dejase adelantar. Era Edward. El personaje famoso a bordo de su increíble todo terreno avanzando a gran velocidad por la carretera como si no estuviese resbaladiza por la nieve y como si fuese. michael Schumacher (Ex corredor de la formula 1) «Macho idiota». Se apartó hacia el carril de la derecha.
— ¿Por qué haces eso?—se quejó Jason.
—Porque Edward Cullen va a adelantarnos como una bala en cuestión de cinco segundos, por eso lo hago—Contó. «Uno, dos, tres, cuatro, cinco». En el momento justo, Edward tocó la bocina y les saludó con la mano mientras los adelantaba.
—Hijo de puta chiflado—dijo Jason en tono de admiración—Ninguno de estos chicos debería conducir, ¿te has dado cuenta?—Bella apenas pudo realizar un leve gesto de asentimiento, pues estaba completamente concentrada en el tiempo, que iba empeorando.
— ¿Te cuento un secretillo?
Bella apretó los dientes, preparándose para nuevas instrucciones sobre su conducción.
— ¿Cuál?
—Entre tú y yo, creo que Edward sufre algún problema grave de espalda. ¿Lo has visto en el entrenamiento? Lo he visto un poco rígido. Y en el mismo instante en que ha abandonado la pista, ha ido directamente a la mesa del entrenador para que le diesen un masaje muscular.
Bella suspiró.
—Si no está al cien por cien, tendremos que asegurarnos de que la prensa no se entere.
—Exactamente. No se trata de empezar la fase eliminatoria y que los demás equipos se enteren de que hay problemas...Caerían sobre él como moscas e intentarían darle exactamente allí donde le duele.
—Estoy segura de que está bien. O de que lo estará. Pero hasta entonces, evitaré que los periodistas entren en el vestuario después del entrenamiento, ni uno. ¿De acuerdo?
—Eso es lo que quería oír. El otro tema es que deberías presionarle de verdad para que hiciese alguna actividad, sobre todo ahora que se acercan las fases eliminatorias. Algo en las emisoras deportivas, cosas así.
—No creo que lo de hablar en la radio represente ningún problema—le aseguró—Ni tampoco lo de ese artículo a dos columnas y con fotografías para Sports Illustrated sobre «Los grandes líderes de los deportes de equipo»...creo. Pero de ninguna manera tomará parte en esa Subasta de Solteros para recaudar fondos para las enfermedades cardiacas. Ya se lo he comentado dos veces y no quiere ni oír hablar de ello.
—A lo mejor tiene alguna pelandusca escondida por algún lado a la que no quiere molestar.
—A lo mejor—« ¿Pelandusca? ¿Es que la gente sigue utilizando esa palabra? ¿Es eso lo que soy, una pelandusca?». El cristal delantero empezaba a empañarse, así que puso en funcionamiento la luneta térmica. «Pelandusca... tendría que acordarse de mencionarle la palabreja a Edward ».
Suspirando, Jason extrajo un puñado de caramelos del bolsillo de su abrigo y le ofreció uno a Bella.
—No me has preguntado si lo del ascenso implica también una subida de sueldo.
Bella cogió un caramelo sin pensárselo, pero cuando vio que el envoltorio estaba cubierto de pelusilla, lo dejó caer discretamente al suelo.
—Estaba esperando que me comentaras algo al respecto.
—Creo que puedo conseguirte un aumento—dijo Jason en plan confidencial—Tal vez no sea mucho, pero haré lo que pueda.
— ¡Más te vale! ¡Me lo merezco, maldita sea!—bromeó Isabella.
—En este sentido no hay nada que discutir, cariño. Nada que discutir.
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