EL HEREDERO

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 26/04/2012
Fecha Actualización: 25/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 75
Visitas: 117549
Capítulos: 65

 

Fic recomendado por LNM

BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

El éxito es su religión: el talonario de cheques su arma de dominio; la competencia su infierno cotidiano. Una vez más, se nos muestra al desnudo un mundo vertiginoso, implacable: el mundo de los grandes negocios, que forma parte ya de la mitología del siglo. Sus héroes son hombres que pervierten cuanto tocan, que destruyen y se destruyen en un juego escalofriante de posesos. Gentes como Edward Cullen, que entre negocio y negocio, en una pausa en cualquiera de sus viajes, se complace en prostituir a una muchacha en aniquilar a un hombre indefenso. Hombres como Jacob Black, gozador insaciable de placeres, cercado siempre por un ejército sumiso de aspirantes a estrellas o de estrellas fracasadas a la caza del último contrato. BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

Mis otras historias:

EL ESCRITOR DE SUEÑOS

EL ESCRIBA

BDSM

INDISCRECIÓN

EL INGLÉS

SÁLVAME

EL AFFAIRE CULLEN

NO ME MIRES ASÍ

EL JUEGO DE EDWARD

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 62: CAPÍTULO 14

Capítulo XIV

 

Seguí a la doctora Davis a su oficina.

—No le está resultando fácil a la chica —me dijo—. Está pasando momentos muy difíciles.

No contesté nada.

—No estoy muy segura de que deba verla ni aun ahora.

—Hace ya dos semanas que está aquí... —dije.

—No podemos hacer milagros. Sólo podemos intentarlo. Hace más de tres años que empezó a habituarse y no resulta fácil quitarle esa obsesión.

— ¿Tanto tiempo hace?

—Sí. Hasta ahora hemos hecho todo lo posible para disminuir sus problemas físicos, pero aún no hemos tenido la oportunidad de investigar en el aspecto psicológico. Cuatro veces de cinco, es ahí donde se encuentra la llave para lograr cualquier clase de curación.

—Entonces, ¿qué me sugiere que haga?

—Me gustaría que la viese —contestó—. Ella lo quiere mucho y, desde luego, parece ser la única persona a la que le interesa ver, pero...

Noté cómo dudaba en proseguir.

—Pero, ¿qué...?

—Eso podría ser porque ella piensa que quizá será capaz de convencerlo para que la saque de aquí.

Me limité a escuchar.

—Tiene que comprender que por el momento no es la misma muchacha que usted trajo; es como un animal arrastrado por los instintos de su obsesión, y hará lo que sea para salir de aquí y encontrar la droga que necesita. Ya ha intentado evadirse dos veces.

—Eso no se me había dicho.

—Pensé que no tenía importancia como para mencionarlo en nuestra conversación telefónica —dijo—. Lo consideramos una cosa normal. Si dejo que la vea, intentará aprovecharse de su compasión hasta el máximo. Lo que más necesita de usted en estos momentos es cariño y comprensión; pero usted tiene que tener cuidado en su modo de actuar. No debe extremar su simpatía. Si lo hace, lo único que logrará será aumentar sus esperanzas de que puede salir de aquí. No es cosa fácil. ¿Cree que sabrá cómo comportarse?

—No lo sé. ¿Usted qué cree?

—Si todo va bien, su visita le puede resultar de gran ayuda. Puede darle mayores ánimos para proseguir.

—Entonces, lo probaré.

Apagué el cigarrillo y me puse en pie.

La doctora Davis movió aprobadoramente la cabeza y la seguí a lo largo del corredor.

—No demuestre sorpresa por su aspecto —me dijo mientras subíamos las escaleras hacia el segundo piso—. Ha adelgazado mucho. Dígale algún cumplido, si puede. Procure que se sienta atractiva. Esto puede ayudarla mucho.

Nos detuvimos ante la puerta de su cuarto y en cuanto ella hubo llamado, nos abrió la misma enfermera del primer día.

— ¿No es estupendo, querida? Tienes una visita. El joven caballero ha venido a verte.

— ¡Edward!

Oí su voz, luego vino corriendo a la puerta y se tiró a mis brazos. La puerta se cerró cuando desapareció la enfermera.

— ¡Edward —empezó a gritar—, Edward, Edward, Edward!

La abracé con fuerza, acariciando su cabello. —Darling Girl... —dije suavemente.

Me miró a los ojos, mientras intentaba apartar las lágrimas.

—Debo de estar horrible; no me dejan maquillarme.

—Estás preciosa —dije notando una punzada de remordimiento en mi interior.

Era toda piel y huesos y sus ojos parecían huecos sobre su cara.

—Lo sé perfectamente, aunque no tenga espejo para mirarme.

—Estás muy bien.

Se acercó a la cama y se sentó en el borde.

—Edward, ven a sentarte a mi lado.

Me senté junto a ella.

Tomó mi mano y dijo mirándome a los ojos:

—Sabes que ya no siento necesidad de las drogas, ¿verdad? Aquí me dicen que no puedo pensar en hacer el amor hasta que me haya curado.

—Eso no puedo saber si es verdad.

—Es cierto —aseguró sinceramente.

—La doctora dice que no estás lo suficientemente fuerte para que hagamos nada; te tienes que recuperar.

De pronto se sulfuró.

—Ella dirá eso; lo único que le interesa es que continúe aquí, para seguir cobrando. Seguro que ni siquiera te ha dicho que ya me he superado, ¿verdad?

—Me ha dicho que has hecho grandes progresos —repuse cautamente.

— ¡Están locos! —exclamó con rabia. Se puso en pie—. Podría contarte cosas de este lugar y de la manera cómo tratan a los pacientes, que ni siquiera podrías creerlas.

Dio un rápido vistazo en torno al cuarto, como para asegurarse de que estábamos solos; luego, su voz se hizo muy baja, y en tono de conspiración, me susurró:

— ¿Sabes la enfermera, la señora Graham?

Asentí.

—Dirías que es una simpática señora, ¿verdad? —Ni siquiera esperó mi respuesta. — Pues no es así. Es una sádica. Me ha pegado varias veces. Te lo voy a enseñar.

Se sacó el camisón por la cabeza y lo dejó caer al suelo. Se quedó desnuda.

— ¿Ves las contusiones?

No tenía ni una sola marca, y de lo único que pude percatarme fue de cómo se le notaban las costillas y de lo pálida y traslúcida que tenía la piel.

No hizo el más mínimo movimiento para recoger el camisón.

—Además es muy mala; más de una vez, cuando duermo, he notado como se me acercaba para morderme.

Recogí su camisón.

—Vamos, póntelo; no quiero que te enfríes.

Silenciosamente dejó que yo se lo pusiera, y de nuevo se volvió a sentar encima de la cama y se me quedó mirando.

—Y esa doctora Davis, con todos sus títulos y sus aires de sabiduría..., ¿sabes qué hace? Cada noche coge una pareja de pacientes y otra de empleados del hospital y organiza orgías en su cuarto. Está completamente loca. Luego, de día, toma sus aires de sabiduría y engaña a todo el mundo; pero a mí, no. No soy tan tonta.

Yo me quedé mirándola.

Durante unos momentos permaneció inmóvil, luego se arrojó en mis brazos sollozando.

—Tienes que sacarme de este horrible lugar, Edward. ¡Si estoy aquí más tiempo, me volveré loca...!

La apreté con fuerza. Estaba temblando.

Me miró a los ojos, suplicante.

—Puedes sacarme de aquí, Edward; te juro que estoy curada.

—Dentro de poco, Darling Girl —le repuse—. Primero tienes que recuperarte.

Se apartó bruscamente de mí y se arrojó sobre la cama; sus sollozos agitaban todo su cuerpo.

Me incliné y puse la mano sobre su hombro. Con rabia me apartó.

— ¡Lárgate!

Permanecí de pie por unos momentos, mirándola; luego me dirigí hacia la puerta.

— ¡Edward...! —gritó.

Me volví; estaba en el suelo y sus manos se cruzaron fuertemente alrededor de mis rodillas. Sus ojos estaban inundados de lágrimas.

—Sácame de aquí, Edward, por favor. Seré buena; haré lo que quieras. ¡Pero sácame de aquí...!

La levanté y la sostuve contra mí.

—Ya no te falta mucho, Darling Girl.

Sus manos se movieron rápidamente por dentro de mi chaqueta y antes de que pudiera darme cuenta, había cogido mi pluma. La sostenía por encima de su cabeza, como una daga.

— ¡Si no me llevas contigo, te sacaré los ojos...!

La miré. Estaba frenética, y parecía capaz de cumplir su amenaza.

—Está bien —dije con tanta calma como pude—, pero, ¿cómo voy a abrir la puerta? No tengo la llave. Tendré que llamar a la enfermera.

Sus ojos se posaron durante un segundo en el botón del timbre que había al lado de la cama. No hizo falta más. Apreté fuertemente su mano, y soltó la pluma. Se me quedó mirando a mí, y luego a su mano vacía, con ojos incrédulos.

— ¡Me has engañado! —exclamó con voz de niña. Luego se llevó las manos a la cara y comenzó a llorar.

La tomé entre mis brazos y la acaricié.

—Ya sé que no es fácil, Darling Girl —le dije—, pero debes continuar probando. Cuanto antes te pongas bien, antes estaremos juntos de nuevo.

—Estoy mejor —gritó llorando—. ¡Estoy mejor...!

En aquel momento se abrió la puerta y entró la enfermera. La visita había terminado.

 

 

La doctora me estaba esperando.

—Venga a mi despacho —dijo.

La seguí y la puerta se cerró detrás de nosotros. Me miró.

—Necesita un trago —dijo.

Abrió la vitrina de las medicinas que se encontraba detrás de ella y sacó una botella de whisky y un vaso. Por lo menos me sirvió dos dedos de whisky.

Lo bebí como si fuera agua; quemaba al bajar por mi garganta, pero casi inmediatamente me sentí mejor.

—No ha sido fácil —dije.

—Lo sé. Estábamos escuchando; tenemos un micrófono en cada habitación. Es la única forma de poder saberlo todo acerca de los pacientes. Lo ha hecho muy bien.

—Así lo espero.

Pero tenía la impresión de que me lo decía para que me sintiera mejor.

Me acompañó hasta el coche.

—¿Señor Cullen... ?

Me detuve. Ella me escudriñaba a la luz del sol.

—No quiero meterme en su vida privada, pero unas cuantas respuestas suyas podrían serme de gran ayuda.

—Pregunte.

—Exactamente, ¿qué interés tiene por ella?

—La conozco desde que era pequeña. Sus padres y yo hace muchos años que somos amigos.

—Pero estaban enredados, ¿verdad?

—Sí.

— ¿Y cuánto tiempo hacía que duraba eso?

—Cuando la traje aquí hacía más o menos un mes.

—Una última pregunta, señor Cullen... ¿Está enamorado de ella?

Estuve pensando largo rato. Finalmente le contesté:

—No lo sé.

Me miró a los ojos, fugazmente, y luego bajó la mirada.

—Gracias, señor Cullen —dijo con suavidad.

Me metí en el coche y puse el motor en marcha. Cuando miré otra vez, ella volvía hacia el edificio.

 

Capítulo 61: CAPÍTULO 13 Capítulo 63: CAPÍTULO 15

 


Capítulos

Capitulo 1: Aquel día de la primavera pasada, por la mañana Capitulo 2: Nueva York, 1955 _ 1960 Libro primero Capitulo 3: CAPITULO 2 Capitulo 4: CAPITULO 3 Capitulo 5: CAPITULO 4 Capitulo 6: CAPÍTULO 5 Capitulo 7: CAPÍTULO 6 Capitulo 8: CAPÍTULO 7 Capitulo 9: CAPÍTULO 8 Capitulo 10: CAPÍTULO 9 Capitulo 11: CAPÍTULO 10 Capitulo 12: CAPÍTULO 11 Capitulo 13: CAPÍTULO 12 Capitulo 14: CAPÍTULO 13 Capitulo 15: CAPÍTULO 14 Capitulo 16: CAPÍTULO 15 Capitulo 17: CAPÍTULO 16 Capitulo 18: CAPÍTULO 17 Capitulo 19: Nueva York, 1955_1960 Libro segundo Capitulo 20: CAPÍTULO 2 Capitulo 21: CAPÍTULO 3 Capitulo 22: CAPÍTULO 4 Capitulo 23: CAPÍTULO 5 Capitulo 24: CAPÍTULO 6 Capitulo 25: CAPÍTULO 7 Capitulo 26: CAPÍTULO 8 Capitulo 27: CAPÍTULO 9 Capitulo 28: CAPÍTULO 10 Capitulo 29: CAPÍTULO 11 Capitulo 30: CAPÍTULO 12 Capitulo 31: CAPÍTULO 13 Capitulo 32: CAPÍTULO 14 Capitulo 33: Aquel día de la primavera pasada, por la tarde Capitulo 34: CAPÍTULO 2 Capitulo 35: CAPÍTULO 3 Capitulo 36: Hollywood 1960_1965 Libro tercero Jacob Black Capitulo 37: CAPÍTULO 2 Capitulo 38: CAPÍTULO 3 Capitulo 39: Capítulo 4 Capitulo 40: CAPÍTULO 5 Capitulo 41: CAPÍTULO 6 Capitulo 42: CAPÍTULO 7 Capitulo 43: CAPÍTULO 8 Capitulo 44: CAPÍTULO 9 Capitulo 45: CAPÍTULO 10 Capitulo 46: CAPÍTULO 11 Capitulo 47: CAPÍTULO 12 Capitulo 48: CAPÍTULO 13 Capitulo 49: Hollywood 1960_1965 Libro cuarto Edward Cullen Capitulo 50: CAPÍTULO 2 Capitulo 51: CAPÍTULO 3 Capitulo 52: CAPÍTULO 4 Capitulo 53: CAPÍTULO 5 Capitulo 54: CAPÍTULO 6 Capitulo 55: CAPÍTULO 7 Capitulo 56: CAPÍTULO 8 Capitulo 57: CAPÍTULO 9 Capitulo 58: CAPÍTULO 10 Capitulo 59: CAPÍTULO 11 Capitulo 60: CAPÍTULO 12 Capitulo 61: CAPÍTULO 13 Capitulo 62: CAPÍTULO 14 Capitulo 63: CAPÍTULO 15 Capitulo 64: CAPÍTULO 16 Capitulo 65: Aquell día de la primavera pasada, por la noche

 


 
14444344 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10761 usuarios