EL HEREDERO

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 26/04/2012
Fecha Actualización: 25/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 75
Visitas: 117597
Capítulos: 65

 

Fic recomendado por LNM

BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

El éxito es su religión: el talonario de cheques su arma de dominio; la competencia su infierno cotidiano. Una vez más, se nos muestra al desnudo un mundo vertiginoso, implacable: el mundo de los grandes negocios, que forma parte ya de la mitología del siglo. Sus héroes son hombres que pervierten cuanto tocan, que destruyen y se destruyen en un juego escalofriante de posesos. Gentes como Edward Cullen, que entre negocio y negocio, en una pausa en cualquiera de sus viajes, se complace en prostituir a una muchacha en aniquilar a un hombre indefenso. Hombres como Jacob Black, gozador insaciable de placeres, cercado siempre por un ejército sumiso de aspirantes a estrellas o de estrellas fracasadas a la caza del último contrato. BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

Mis otras historias:

EL ESCRITOR DE SUEÑOS

EL ESCRIBA

BDSM

INDISCRECIÓN

EL INGLÉS

SÁLVAME

EL AFFAIRE CULLEN

NO ME MIRES ASÍ

EL JUEGO DE EDWARD

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 45: CAPÍTULO 10

Capítulo X

 

—Ya está hecho —exclamó Edward entrando en el apartamento—. Hemos obtenido el noventa y dos por ciento del stock el primer día.

— ¡Felicidades! —exclamó ella.

—Esto pide champaña —cogió una botella del pequeño refrigerador y llenó dos copas—. Empieza a hacer las maletas, nos vamos a California por la mañana.

—Las tengo hechas —dijo mirando su copa y acto seguido a él—. Pero no voy contigo; vuelvo a Roma.

El quedó sorprendido.

— ¿Para qué? Tenía entendido que no te había gustado ninguna de las películas que te ofrecieron.

—Nickie me ha hecho una proposición que sí me ha gustado —repuso—: el matrimonio.

Edward no dijo nada.

Ella cogió el telegrama que estaba sobre el pequeño escritorio y se lo entregó:

Concedida anulación ayer. No más excusas. Vuelve y casémonos. Te quiero.

Nickie

 

 

Su voz fue suave.

— ¿Así que es eso?

—Eso es —dijo ella con voz animada—. A menos…

El se la quedó mirando.

—A menos ¿qué?

Ella negó con la cabeza; y la voz, de golpe, se le quebró en la garganta.

—Nada, no nos saldría bien. Soy actriz y tengo mi trabajo. No nos adaptaríamos.

—Podrías dejar tu trabajo.

Ahora le tocaba a ella sorprenderse.

— ¿Me estás pidiendo que me case contigo?

—Eso creo —dijo él—. Por lo menos así parece, ¿no?

Sus ojos se le inundaron a ella de lágrimas.

—Pero si nunca me has dicho que me querías. Hasta cuando...

—Te quiero.

Ella se arrojó a sus brazos.

— ¿Por qué has tardado tanto?

—Soy un estúpido; no me he dado cuenta hasta que, de repente, he visto que te iba a perder.

Ella lo besó rápidamente, y luego se apartó. Levantó la copa hacia él.

—Gracias, Edward Cullen, pero mi respuesta es no.

Casi se le cayó la copa a Edward.

—No te sorprendas tanto —explicó ella—. Los dos sabemos que no marcharía bien. Yo no puedo dejar mi carrera.

— ¿Prefieres ser antes actriz que mujer?

—Soy ambiciosa. Siempre lo he sido —repuso—. Quiero las dos cosas, y contigo tendría que elegir.

— ¿Y con Nickie?

—Tengo ambas cosas. Lo conozco muy bien; hemos estado juntos largo tiempo y él no me pondrá ninguna objeción —tomó su champaña y sonrió—. Tranquilízate; te has salvado.

Edward empezó a sonreír a su vez y un momento después los dos se estaban riendo. Abrió sus brazos y de nuevo ella se cobijó en ellos.

—«Chica italiana», esta noche iremos a la ciudad y celebraremos la noche mejor de tu vida.

—No, esta noche nos quedamos aquí.

La besó.

—Te quiero. Me crees, ¿verdad?

Rose asintió.

—Te creo, porque recuerdo que dijiste que podíamos llegar a amarnos, y así es. Pero además sé algo que tú ignoras.

La miró con ojos interrogadores.

—Hay dos clases de amor. Uno acaba en matrimonio, y el nuestro es de la otra clase.

 

 

En cuanto Jacob llegó al estudio, a la mañana siguiente, pudo notar la diferencia. El repentinamente comedido saludo del guardia de la puerta en lugar del habitual cariñoso gruñido, los grupitos de empleados que dejaban de hablar para seguir con la mirada su coche cuando pasaba ante ellos, y la pila de llamadas telefónicas sobre la mesa.

—Están llamando todos los exhibidores —le dijo la secretaria.

—Dígales que el comunicado se dará hoy, bastante tarde —contestó él, pues sabía que Edward en aquellos momentos estaba reunido con la dirección en la «Trans—World» en Nueva York.

—También ha llamado el señor Craddock y ha dicho que le gustaría hablar con usted, si dispone de un momento.

El hijo de perra no ha perdido el tiempo, pensó Jacob. Bueno, que venga; veremos cómo le sienta que le saquen los hígados.

Luego habló en voz alta.

—Dígale que ahora estoy libre.

Vio cómo su secretaria colgaba el teléfono.

—El señor Craddock ya está en camino.

Apareció con una sonrisa y le tendió la mano a Jacob.

—Felicidades —le dijo con voz sincera—. Creo que ésta es la cosa mejor que le podía suceder a la «Trans—World».

Jaco lo miró con aire de duda.

— ¿Tu crees?

—Por supuesto —corroboró Craddock—. Se tenía que hacer algo y la dirección de allá en el Este se encontraba con un atraso de veinte millones —encendió un cigarrillo—. Puede que ahora se hagan películas; habían olvidado que los estudios son para eso.

— ¡Pero estúpido!... —exclamó Jacob casi gritando—. Estás despedido, ¿no lo sabes...?

Craddock sonrió.

—Claro que lo sé.

— ¿Y no te importa? —le preguntó Jacob, incrédulo.

—Naturalmente que me importa —contestó Craddock dando una chupada a su cigarrillo con evidente placer—. Pero hombre, mírame... estoy fumando, incluso tragándome el humo, y esta es la primera vez en diez años que pasa el tabaco camino de mi úlcera. Por cierto, ¿quién tiene pensado para reemplazarme?

—Emmett Savitt —contestó Jacob sin darse cuenta de lo que decía, a causa de lo sorprendido que estaba.

—Emmett Savitt —repitió Craddock de manera aprobadora—. Una buena elección; es muy calificado. Ya tiene su úlcera; así que el trabajo no acabará con él.

Jacob se le quedó mirando. Era increíble. Si otra cosa no, aquel hombre los tenía como un mico de bronce. No se le podían cortar. Había que limárselos. No existía otro jefe de producción que hubiera permanecido en su puesto tanto tiempo. Eso, y que siempre había luchado por cada dólar de la «Trans—World» como si fuera cosa propia. Si Sam hubiera encontrado en la producción una persona así no hubiera tropezado con ningún problema.

—Esta mañana he estado hablando con mis abogados —dijo Craddock—, y les he dicho que estén preparados para arreglar mi contrato. ¿Tienes idea del tiempo que llevará todo eso?

Jacob negó con la cabeza.

—Eso depende del departamento de Sinclair. Es su estudio. Aquí sólo estoy como inquilino.

—Está bien; puedo esperar. Mi contrato es para tres años todavía.

Jacob tomó una resolución, y en su situación era lo mejor que podía hacer.

—Mira, Rory, como ahora me voy a dedicara la distribución de la compañía, la mayor parte del tiempo la pasaré fuera de los estudios; por lo tanto, necesito a alguien que se encargue de la producción por mí y tú eres la persona indicada. Conoces los proyectos, el tipo de producción, los estudios..., ¿Te interesa?

— ¿Significa eso que quieres que haga películas?

Jacob asintió.

—Quiero que hagas exactamente lo que hacías para la «Trans—World».

—Me interesa —dijo Craddock.

—Entonces, ¡al diablo con ello!... Si estás interesado, mueve el c... y encuéntrame películas para empezar en seguida. Tenemos una compañía distribuidora que necesita producto.

—Voy a ello inmediatamente. —Craddock sonrió, y dio una fuerte pipada a su cigarrillo.

De pronto, su sonrisa se desvaneció, y una ráfaga de dolor atravesó su cara; se quedó mirando el cigarrillo como si éste de repente lo hubiera traicionado, y lo aplastó con violencia en el cenicero.

— ¿Qué ocurre? —interrogó Jacob.

Craddock se le quedó mirando.

—Este maldito cigarrillo ha empezado a quemarme las entrañas; mi pobre úlcera... —contestó con enfado—. Tenía que haberme dado cuenta de que esta sensación era demasiado buena para durar.

 

Capítulo 44: CAPÍTULO 9 Capítulo 46: CAPÍTULO 11

 


Capítulos

Capitulo 1: Aquel día de la primavera pasada, por la mañana Capitulo 2: Nueva York, 1955 _ 1960 Libro primero Capitulo 3: CAPITULO 2 Capitulo 4: CAPITULO 3 Capitulo 5: CAPITULO 4 Capitulo 6: CAPÍTULO 5 Capitulo 7: CAPÍTULO 6 Capitulo 8: CAPÍTULO 7 Capitulo 9: CAPÍTULO 8 Capitulo 10: CAPÍTULO 9 Capitulo 11: CAPÍTULO 10 Capitulo 12: CAPÍTULO 11 Capitulo 13: CAPÍTULO 12 Capitulo 14: CAPÍTULO 13 Capitulo 15: CAPÍTULO 14 Capitulo 16: CAPÍTULO 15 Capitulo 17: CAPÍTULO 16 Capitulo 18: CAPÍTULO 17 Capitulo 19: Nueva York, 1955_1960 Libro segundo Capitulo 20: CAPÍTULO 2 Capitulo 21: CAPÍTULO 3 Capitulo 22: CAPÍTULO 4 Capitulo 23: CAPÍTULO 5 Capitulo 24: CAPÍTULO 6 Capitulo 25: CAPÍTULO 7 Capitulo 26: CAPÍTULO 8 Capitulo 27: CAPÍTULO 9 Capitulo 28: CAPÍTULO 10 Capitulo 29: CAPÍTULO 11 Capitulo 30: CAPÍTULO 12 Capitulo 31: CAPÍTULO 13 Capitulo 32: CAPÍTULO 14 Capitulo 33: Aquel día de la primavera pasada, por la tarde Capitulo 34: CAPÍTULO 2 Capitulo 35: CAPÍTULO 3 Capitulo 36: Hollywood 1960_1965 Libro tercero Jacob Black Capitulo 37: CAPÍTULO 2 Capitulo 38: CAPÍTULO 3 Capitulo 39: Capítulo 4 Capitulo 40: CAPÍTULO 5 Capitulo 41: CAPÍTULO 6 Capitulo 42: CAPÍTULO 7 Capitulo 43: CAPÍTULO 8 Capitulo 44: CAPÍTULO 9 Capitulo 45: CAPÍTULO 10 Capitulo 46: CAPÍTULO 11 Capitulo 47: CAPÍTULO 12 Capitulo 48: CAPÍTULO 13 Capitulo 49: Hollywood 1960_1965 Libro cuarto Edward Cullen Capitulo 50: CAPÍTULO 2 Capitulo 51: CAPÍTULO 3 Capitulo 52: CAPÍTULO 4 Capitulo 53: CAPÍTULO 5 Capitulo 54: CAPÍTULO 6 Capitulo 55: CAPÍTULO 7 Capitulo 56: CAPÍTULO 8 Capitulo 57: CAPÍTULO 9 Capitulo 58: CAPÍTULO 10 Capitulo 59: CAPÍTULO 11 Capitulo 60: CAPÍTULO 12 Capitulo 61: CAPÍTULO 13 Capitulo 62: CAPÍTULO 14 Capitulo 63: CAPÍTULO 15 Capitulo 64: CAPÍTULO 16 Capitulo 65: Aquell día de la primavera pasada, por la noche

 


 
14444715 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios