EL HEREDERO

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 26/04/2012
Fecha Actualización: 25/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 75
Visitas: 117578
Capítulos: 65

 

Fic recomendado por LNM

BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

El éxito es su religión: el talonario de cheques su arma de dominio; la competencia su infierno cotidiano. Una vez más, se nos muestra al desnudo un mundo vertiginoso, implacable: el mundo de los grandes negocios, que forma parte ya de la mitología del siglo. Sus héroes son hombres que pervierten cuanto tocan, que destruyen y se destruyen en un juego escalofriante de posesos. Gentes como Edward Cullen, que entre negocio y negocio, en una pausa en cualquiera de sus viajes, se complace en prostituir a una muchacha en aniquilar a un hombre indefenso. Hombres como Jacob Black, gozador insaciable de placeres, cercado siempre por un ejército sumiso de aspirantes a estrellas o de estrellas fracasadas a la caza del último contrato. BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

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Capítulo 47: CAPÍTULO 12

Capítulo XII

 

—Tu «pequeño y robusto amigo» está haciendo de las suyas otra vez —exclamó Emmett en cuanto Edward entró en su oficina.

Se sentó y al momento la secretaria de Emmett le puso delante una taza de café.

— ¿Qué ocurre ahora?

—Sencillamente, ha escogido, para ponerlos fuera del contrato, los tres mejores argumentos que le encontramos.

Edward levantó la taza.

— ¿Y bien? —preguntó suavemente.

—Vamos, Edward, esto no es correcto y tú lo sabes —protestó Emmett—. ¿Cómo quieres que siga yo haciendo marchar el estudio sin pérdida, si él utiliza su pequeño cargo en beneficio de otras compañías?

— ¿Ha nombrado ya a un distribuidor?

—A la «UA» —dijo Emmett—. ¿Qué piensas hacer?

—Nada —contestó Edward brevemente—. Sus actividades, por el momento, no se salen del acuerdo; con su dinero puede hacer todas las películas que quiera.

— ¿En serio que no piensas decirle nada? —Emmett ahora ya estaba enfadado.

—Ni media palabra.

—Está bien, en este caso me largo. Me comportaría como un idiota si me dedicara a buscarle posibles producciones para que luego él nos deje fuera.

—No busques más, pues —dijo Edward suavemente—. Bastante trabajo tienes con nuestro programa. Que él mismo se busque sus asuntos.

— ¿Hablas en serio?

—Completamente. En nuestro acuerdo no hay ninguna cláusula que diga que tengamos que cederle los argumentos que compramos. La única razón para ello es que somos socios.

—Eso me parece mejor —dijo Emmett mientras se encaminaba a su mesa y se sentaba tras ella—. ¿Y si encuentro algo realmente bueno?

—Lo compras. Ya nos ocuparemos más tarde de encontrar un productor. No hay nada en el trato que nos lo impida.

Dejó la taza de café y acercándose a la ventana, miró al exterior. La calle del estudio estaba llena de gente.

—Parece que hay trabajo.

—Nos movemos —dijo Emmett con alegría—. El mes que viene empieza la producción de la primera de nuestras dos películas de dos horas de duración. Y después de ésta, tenemos la previsión de hacer una cada mes.

—Estupendo. Entonces empezaré a pensar en la cadencia de tiempos.

—Realmente, si quisieras, podría estar antes.

—No tengo prisa —repuso Edward—. Por ahora nuestro programa se cumple. La nueva serie de tipo médico, según las estadísticas de Nielsen, tiene mucha aceptación. He observado, sin embargo, que este tipo de película obtiene clasificación más alta cuando la acción se desarrolla dentro del hospital que cuando transcurre fuera. Podrías dar una ojeada a lo que te digo, y planificar más asuntos de interior.

—Así lo haré —repuso Emmett tomando nota en su agenda.

— ¿Has hablado con Jacob recientemente?

—No viene mucho por aquí, y todo lo trato con Craddock.

—Entérate ahora de si se encuentra por el estudio. Si está me dejaría caer un momento y hablaría con él.

Volvió a la silla y se dejó caer en ella pesadamente, en tanto que Emmett hacía la llamada. Se apoyó en el respaldo y cerró los ojos.

—Jacob está de viaje por las sucursales —dijo Emmett al cabo de un momento.                     

Edward abrió los ojos.

—Bueno, ya lo encontraré la próxima vez.

— ¿Te encuentras bien?

—Sí, sólo algo cansado, nada más. Desde hace un mes parezco un tiovivo.

—Necesitas unas vacaciones.

—No tengo tiempo —repuso Edward—. Mañana por la mañana tengo que estar en Montreal para cerrar el trato con la «Intercontinental Football League» para los próximos años. Al día siguiente, en Washington para la sesión del Congreso sobre Radiodifusión. Después Chicago para la convención de la NAB. Y luego Londres, a revisar las series que estamos haciendo en colaboración con la TV inglesa.

Emmett parecía disgustado.

—Me gustaría poderte ser de mayor ayuda.

—Ya lo sé —dijo Edward sonriendo. Luego sacó de su bolsillo una pequeña caja de pastillas—. Pero lo malo de mi trabajo, es que todo el mundo quiere ver al presidente de la compañía. ¿Te importaría darme un poco de agua?

—Con mucho gusto. —Emmett le llenó un vaso con una garrafa que se encontraba al lado de su mesa—. ¿Qué es lo que tomas? ¿Vitaminas?

—No —contestó Edward y después se la tragó—. Vitaminas también tomo, pero esto es un estimulante. Me hará aguantar el resto del día.

—Eso es peligroso. Puedes acostumbrarte.

—Sólo lo tomo de vez en cuando, cuando estoy muy cansado —afirmó Edward—. La noche pasada casi no pude dormir. El avión llegó con retraso.

—Lo mejor que podrías hacer sería tomarte unas vacaciones de verdad —repitió Emmett—, no me gustaría que te pasara algo. No valdría la pena de estar aquí.

—Todo irá bien —aseguró Edward poniéndose en pie—. Y ahora ¿te parece que veamos esos «pilotos» que dices que son tan buenos?

 

 

— ¿Ha habido alguna violenta reacción desde que les dijiste que íbamos a dar las tres películas a la UA? —preguntó Jacob.

—Ninguna —repuso Rory—. Yo creía que Emmett iba a ponerse a gritar, pero nada de nada, y ya ha pasado un mes. Me imagino que habrán estado demasiado ocupados con sus propios problemas.

— ¿Cómo les van sus películas?

—Creo que bien. La semana pasada empezaron una.

— ¿Es buena?

Rory se encogió de hombros.

— ¿Quién puede saberlo? Lo más probable es que no sea nada del otro mundo. ¿Qué se puede obtener hoy día por seiscientos mil dólares? Un buen asunto ya los vale.

—Ya... —Jacob se sentía curiosamente desilusionado. Había estado seguro de que Edward le diría algo sobre el giro que había dado en la distribución. Habría sido una buena palanca para lograr hacer un nuevo trato—. ¿Y qué hay de aquellos argumentos de los que íbamos detrás?

—No hemos tenido suerte, se ha ido todo al agua.

— ¿Cómo? ¿Quieres decir que otro los ha comprado?

Rory asintió.

— ¿Cómo ha sido eso? —La voz de Jacob estaba subiendo de tono—. Creo que te dije que los consiguieras.

—Ya sé que lo dijiste, Jacob —repuso Rory suavemente—, pero cuando fui a ello, me encontré con que ya estaban vendidos.

— ¿Quién los compró?

—No lo sé —contestó Rory—. Lo único que he podido averiguar es que la misma compañía compró los dos.

. — ¿La misma compañía? —repitió Jacob pensativo—. ¿Levine?

—No lo creo —repuso Rory—. Si hubiera sido Joe ya lo habríamos leído en la prensa profesional. Más bien creo que se debe tratar de una nueva compañía y que no anunciarán nada hasta que hayan firmado el trato.

—Averigua quiénes son, y si es que están buscando un trato puede que lleguemos a hacer algo con ellos.

—Así lo haré —dijo Rory. Luego sonrió—. Hay un asunto del que estoy seguro: con toda tranquilidad puedo ofrecer medio millón por Blue Jeans, y la semana próxima será el libro de mayor venta, según el New York Times.

—Bien —contestó Jacob—. ¿Cuándo crees que podrás saber algo?

—De un momento a otro. Hace un rato he llamado a la Agencia Matson; esta mañana estudiarán las ofertas. —En aquel momento sonó el teléfono. — Deben de ser ellos.

Descolgó y empezó a hablar; poco a poco su semblante se fue descomponiendo, e instantes después volvió a dejar el aparato sobre la mesa. Al hablar lo hizo con voz incrédula.

—También hemos perdido eso. Setecientos cincuenta mil dólares.

Sam se le quedó mirando fijamente.

— ¿Quién lo ha comprado?

Rory negó con la cabeza.

—No han querido decírmelo, pero estoy seguro que se trata de las mismas personas que compraron los otros.

Jacob  se levantó.

—No lo entiendo. ¿Sabes de algo más que hayan adquirido recientemente?

—No; sólo esas tres cosas.

—Me huele a chamusquina —añadió Jacob—. ¿A ti no?

— ¿En qué sentido?

—Como si alguien estuviera intentando fastidiarnos. —Anduvo alrededor de la mesa, y luego se quedó mirando a Rory. — Aparte de nosotros, ¿quién más sabe que estábamos interesados en esos argumentos?

Durante unos segundos Rory permaneció pensativo.

—Nadie, excepto nuestras secretarias.

— ¿Y qué sabemos de ellas?

—Lo corriente; el departamento de argumentos del estudio nos las mandó con las galeradas y un informe.

Jacob respiró profundamente y su cara enrojeció a causa de la furia reprimida.

— ¿Lo corriente?

Rory asintió.

— ¿Y crees todavía que no has tenido ninguna reacción violenta por parte de Sinclair?

La úlcera de Rory se agudizó. Alcanzó el «Gelusil».

—Entonces, no eres tan inteligente como yo suponía —dijo Jacob—. O quizá sea que conozco a Edward Cullen mejor que tú. Esa es su manera de darnos a entender que no le gusta lo que estamos haciendo. —Jacob se dejó caer pesadamente en una silla—. Va a usar esos asuntos como clava para hacernos volver al redil.

— ¿Y qué piensas hacer? —le preguntó Rory mientras chupaba la tableta.

—Los dos jugaremos ese juego. Edward se dará cuenta de que yo no soy uno de esos shmuck  con los que está acostumbrado a negociar. Le haré fracasar.

— ¿Y cómo piensas conseguirlo?

—Muy sencillo —contestó en tono de conspiración—. Deja que se entere de todas las ofertas que hagamos e incluso haz ofertas por cosas que no nos interesen; luego súbelas, y la próxima cosa que sabrás de ellos es que se han cargado de porquerías; y vendrán gritando a pedirnos compasión.

—Entonces les haremos pasar por el aro.

 

Capítulo 46: CAPÍTULO 11 Capítulo 48: CAPÍTULO 13

 


Capítulos

Capitulo 1: Aquel día de la primavera pasada, por la mañana Capitulo 2: Nueva York, 1955 _ 1960 Libro primero Capitulo 3: CAPITULO 2 Capitulo 4: CAPITULO 3 Capitulo 5: CAPITULO 4 Capitulo 6: CAPÍTULO 5 Capitulo 7: CAPÍTULO 6 Capitulo 8: CAPÍTULO 7 Capitulo 9: CAPÍTULO 8 Capitulo 10: CAPÍTULO 9 Capitulo 11: CAPÍTULO 10 Capitulo 12: CAPÍTULO 11 Capitulo 13: CAPÍTULO 12 Capitulo 14: CAPÍTULO 13 Capitulo 15: CAPÍTULO 14 Capitulo 16: CAPÍTULO 15 Capitulo 17: CAPÍTULO 16 Capitulo 18: CAPÍTULO 17 Capitulo 19: Nueva York, 1955_1960 Libro segundo Capitulo 20: CAPÍTULO 2 Capitulo 21: CAPÍTULO 3 Capitulo 22: CAPÍTULO 4 Capitulo 23: CAPÍTULO 5 Capitulo 24: CAPÍTULO 6 Capitulo 25: CAPÍTULO 7 Capitulo 26: CAPÍTULO 8 Capitulo 27: CAPÍTULO 9 Capitulo 28: CAPÍTULO 10 Capitulo 29: CAPÍTULO 11 Capitulo 30: CAPÍTULO 12 Capitulo 31: CAPÍTULO 13 Capitulo 32: CAPÍTULO 14 Capitulo 33: Aquel día de la primavera pasada, por la tarde Capitulo 34: CAPÍTULO 2 Capitulo 35: CAPÍTULO 3 Capitulo 36: Hollywood 1960_1965 Libro tercero Jacob Black Capitulo 37: CAPÍTULO 2 Capitulo 38: CAPÍTULO 3 Capitulo 39: Capítulo 4 Capitulo 40: CAPÍTULO 5 Capitulo 41: CAPÍTULO 6 Capitulo 42: CAPÍTULO 7 Capitulo 43: CAPÍTULO 8 Capitulo 44: CAPÍTULO 9 Capitulo 45: CAPÍTULO 10 Capitulo 46: CAPÍTULO 11 Capitulo 47: CAPÍTULO 12 Capitulo 48: CAPÍTULO 13 Capitulo 49: Hollywood 1960_1965 Libro cuarto Edward Cullen Capitulo 50: CAPÍTULO 2 Capitulo 51: CAPÍTULO 3 Capitulo 52: CAPÍTULO 4 Capitulo 53: CAPÍTULO 5 Capitulo 54: CAPÍTULO 6 Capitulo 55: CAPÍTULO 7 Capitulo 56: CAPÍTULO 8 Capitulo 57: CAPÍTULO 9 Capitulo 58: CAPÍTULO 10 Capitulo 59: CAPÍTULO 11 Capitulo 60: CAPÍTULO 12 Capitulo 61: CAPÍTULO 13 Capitulo 62: CAPÍTULO 14 Capitulo 63: CAPÍTULO 15 Capitulo 64: CAPÍTULO 16 Capitulo 65: Aquell día de la primavera pasada, por la noche

 


 
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