EL HEREDERO

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 26/04/2012
Fecha Actualización: 25/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 75
Visitas: 117555
Capítulos: 65

 

Fic recomendado por LNM

BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

El éxito es su religión: el talonario de cheques su arma de dominio; la competencia su infierno cotidiano. Una vez más, se nos muestra al desnudo un mundo vertiginoso, implacable: el mundo de los grandes negocios, que forma parte ya de la mitología del siglo. Sus héroes son hombres que pervierten cuanto tocan, que destruyen y se destruyen en un juego escalofriante de posesos. Gentes como Edward Cullen, que entre negocio y negocio, en una pausa en cualquiera de sus viajes, se complace en prostituir a una muchacha en aniquilar a un hombre indefenso. Hombres como Jacob Black, gozador insaciable de placeres, cercado siempre por un ejército sumiso de aspirantes a estrellas o de estrellas fracasadas a la caza del último contrato. BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

Mis otras historias:

EL ESCRITOR DE SUEÑOS

EL ESCRIBA

BDSM

INDISCRECIÓN

EL INGLÉS

SÁLVAME

EL AFFAIRE CULLEN

NO ME MIRES ASÍ

EL JUEGO DE EDWARD

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 48: CAPÍTULO 13

Capítulo XIII

 

Edward llegó a la reunión en el preciso instante en que Jacob se ponía en pie para empezar su discurso; se sentó a la mesa en una silla que se hallaba al final de la estancia y miró a su alrededor.

Detrás de la mesa principal un gran cartelón cruzaba la pared de lado a lado y en él podía leerse:

 

¡FELIZ CUMPLEAÑOS JACOB BLACK JR.

NUESTRO CHICO BAR MITZVAH!

 

Jacob golpeó un plato con la cuchara, para llamar la atención de todos, y poco a poco impuso silencio; él continuaba de pie, sonriendo de una manera titubeante, y momentos después levantó las manos.

— ¡Amigos, Goyim y Landsleit!(gentiles y paisanos) Bien venidos al bar mitzvah de mi hijo. —Hizo una pausa y la gente se apresuró a aplaudir.— En caso de que no os hayáis dado cuenta cuando habéis venido aquí, debo deciros que he dispuesto cincuenta «Rolls—Royce» blancos que nos están esperando fuera. Cuando salgamos de aquí, nos conducirán al aeropuerto, donde nos estarán esperando cincuenta DC Ocho blancos, que nos llevarán hasta Kenia, África. En aquel aeropuerto estarán aguardando cincuenta cazadores blancos con cincuenta blancos elefantes; con esos elefantes iremos a hacer un safari por la jungla. A cada uno de vosotros se os dará un rifle blanco para poder cazar a la más curiosa de todas las criaturas: el tigre blanco.

»Cuando nos estemos acercando a la jungla, en fila y por una estrecha senda, el blanco jefe de cazadores levantará la mano y nos detendremos. Y esperaremos.

» ¿Y sabéis lo que estaremos esperando?

En la estancia se elevaron sonoras risotadas.

—No, Jacob, dínoslo.

El miró a su alrededor sonriendo.

—Pues el safari bar mitzvah de Joe Levine para que nos despeje el camino.

Las risas fueron subiendo de tono y el sonido de los aplausos inundó la habitación. Sonriendo, Jacob levantó las manos de nuevo, pidiendo silencio.

—Gracias —dijo mirando en torno suyo—. He estrenado películas mías con menos espectadores que ahora. Ah, y si el próximo martes no hacéis nada...

De nuevo la gente empezó a reírse, y en esta ocasión Jacob dejó que pararan por sí solos.

—Pero en serio, amigos... muchos de vosotros os debéis de estar preguntando: ¿Por qué está haciendo todo eso Jacob Black? ¿Por qué complica tanto las cosas? Al fin y al cabo sólo se trata de un bar mitzvah y hay miles de muchachos que lo hacen... Pero para mí es algo más que eso... ¿De qué otra manera un pobre muchacho del Bronx que ha tenido suerte puede decirle a su hijo —se volvió hacia Júnior y habló sólo para él—: Te quiero y estoy orgulloso de ti?

En medio del silencio que ahora reinaba, Jacob se inclinó y dio un beso a su hijo. Después se incorporó y dirigiéndose a todos:

—Gracias —dijo sencillamente, y se sentó de nuevo.

Edward empezó a abrirse paso hacia la mesa principal, y como Jacob estaba conversando con un grupo de gente, Denise fue la primera en verlo.

—Edward —exclamó con alegría.

El la besó en las mejillas.

—Felicidades; es una fiesta muy simpática.

—Estoy contenta de que hayas venido, hace siglos que no nos veíamos. Aún te debo una cena con brust flanken.

—La haremos algún día, cuando las cosas estén más calmadas.

—Aunque hubiera guardado la carne en el congelador, cuatro años son demasiado —dijo ella.

— ¿Tanto tiempo ha pasado?

—Sí —contestó ella—. La última vez que viste a los chicos fue en el reparto de los premios de la Academia.

—Te prometo que la próxima vez que nos veamos no habrá pasado tanto tiempo. —Luego se volvió a Júnior. — ¿Te acuerdas de mí?

—Sí, tío Edward.

Edward le sonrió burlonamente al tiempo que se sacaba un sobre del bolsillo.

—Mis amigos me han dicho que ésta es la costumbre. Te deseo muchas felicidades.

Júnior tomó el sobre y miró su contenido; una gran sonrisa apareció en su cara.

— ¡Uno de quinientos! —Dijo con voz ahogada—. Y yo que creía que había acabado el saqueo.

— ¡Júnior! —la voz de Denise sonó con un tono de horror.

Este sonrió de nuevo y le tendió la mano a Edward.

— ¡Caramba, tío Edward, pero que muchas gracias! —dijo con entusiasmo, subiendo y bajando la mano de Edward repetidas veces.

—De nada. —Steve se volvió a Denise. — ¿Dónde está Renesmee? Desde que he llegado estoy intentando verla.

—Hace un momento estaba por aquí —dijo Denise escudriñando entre el gentío.

—Se ha marchado a casa —intervino Júnior—. Todavía no ha terminado el equipaje.

—Ah, claro —explicó Denise—, mañana se marcha a Nueva York para seguir sus estudios.

—Siento mucho no haberla podido ver. Dale recuerdos de mi parte.

—Así lo haré —afirmó Denise. Luego sonrió con orgullo—. Está tan guapa que no la reconocerías.

—Especialmente desde que se hizo arreglar la nariz —hizo resaltar Júnior.

— ¡Júnior! —la voz de Denise era autoritaria.

Edward se rió.

—No te preocupes, Denise, eso queda en familia; no se lo diré a nadie.

—No hay nada malo en ello —se apresuró a decir Denise como para defenderse—, hoy día lo hacen muchas chicas.

—Por supuesto —dijo Edward con voz suave—. Te quedarías sorprendida de saber cuántas preciosas artistas están retocadas por todos lados.

—Ya, ya —asintió Denise—, y especialmente desde que ella...

Jacob les interrumpió.

— ¡Hola, Edward!

Se dieron un apretón de manos.

— ¡Felicidades!

— ¿Qué te parece mi muchacho? —Preguntó Jacob mirándole con admiración—. Creo que va a ser muy alto.

—Ya lo es.

—Ven, tomaremos algo —dijo Jacob cogiéndole del brazo, y ambos se acercaron al bar—. Dos whiskies.

—Sí, señor Black.

Al cabo de un segundo el barman ya los había colocado frente a ellos.

Bebieron.

— ¡Salud! —dijo Jacob.

— ¿Cómo va todo?

—Como siempre —contestó Edward—, ganando poco y perdiendo poco.

—Durante los últimos meses he comprado muchos derechos.

—Ya me he dado cuenta —la voz de Edward no expresaba nada.

Jacob le miró furtivamente, pensó que en sus palabras había una oculta indirecta, pero la cara de su amigo no reflejaba nada; tan sólo un cortés interés.

—Creo que deberíamos tener una reunión.

—Mañana estaré en el estudio —dijo Edward.

—Entonces te llamaré por la mañana.

Jacob se volvió y estuvo mirando por todos lados.

—Es una fiesta estupenda, ¿no? —En su cara empezó a asomar una sonrisa—. Apuesto lo que sea a que nunca ha habido un bar mitzvah como éste.

 

 

Renesmee cerró la última maleta y se la quedó mirando. Al cabo de un momento pudo escuchar el motor de un coche que llegaba y rápidamente atravesó el cuarto y apagó la luz; por aquel día ya tenía bastante de familia.

Con parsimonia empezó a desnudarse en la oscuridad; todavía notaba una cierta tirantez dentro de ella. La verdad es que nada había ido bien, por lo menos en cuanto a su persona se refería. Si no hubiera sido por el bar mitzvah, se habría podido marchar la semana anterior. A veces los parientes llegan a fastidiar. Especialmente su hermano. Era asombroso como él estaba al corriente de lo que ella pensaba.

— ¿A quién estás mirando? —le preguntó en cuanto su padre se había puesto en pie para empezar el discurso.

Ella no contestó.

El había seguido su mirada.

—Al tío Edward.

Ella siguió sin responder.

— ¿Estás loca por él?

— ¡Oh, cállate! —susurró con enfado, notando cómo empezaba a ponerse roja; tuvo que hacer esfuerzos para mirar a otro lado, y por suerte en cuanto su padre había empezado a hablar su hermano se había distraído.

De todas maneras no estaba equivocado; siempre había sentido ella lo mismo. Incluso en aquella ocasión, años atrás, en el reparto de premios de la Academia cuando él había comparecido con aquella actriz... De buena gana la hubiera matado; después de aquello, cada vez que había leído su nombre en las columnas de los periódicos había sentido una punzada. Siempre estaba saliendo con una u otra chica, siempre eran artistas o modelos; quizá por eso se le había ocurrido a ella serlo.

En cuanto terminó el discurso y Edward empezó a abrirse camino hacia la mesa, le había entrado un repentino impulso de desaparecer, y volviéndose a su hermano, le había dicho:

—Dile a mamá que me he ido a casa a terminar las maletas —y se había largado sin darle siquiera tiempo a responder.

Al marcharse había pasado justo delante de Edward; desde luego, era curioso que ella sintiera eso por él, y que él ni siquiera la hubiera reconocido.

Comenzó a sentirse enfadada consigo misma; se estaba comportando como una niña, no como una muchacha que conociera el juego. Acercándose a la cómoda, sacó el bolso. Todavía le quedaba un cigarrillo de hierba.

Lo encendió y aspirando el humo profundamente dejó que éste penetrara hasta sus pulmones; casi al momento se notó más tranquila. Empezó a desabrocharse el sostén, y lo dejó caer al suelo. Completamente desnuda se acercó a la ventana y la abrió.

Allí permaneció, dejando que el fresco aire de la noche la envolviera, en tanto que echaba el humo por la ventana. Luego cerró los ojos y se apoyó en el antepecho.

Se preguntaba dónde estaría él ahora. A la fiesta había llegado solo, pero eso no quería decir nada; podía tener una cita para más tarde, y en aquellos momentos seguro que estaba enredado con alguna muchacha. ¿Cómo debía de ser acostarse con él?...

¡Edward!

Su nombre quedó flotando en la oscuridad.

Sus ojos se llenaron de lágrimas. Luego se durmió.

 

 

—Me ha j... —exclamó furioso Jacob nada más llegar a su casa—. Estaba sonriendo como una serpiente. «Soy tu amigo», me dijo, y luego, me lo clavó hasta el corazón.

Denise se lo quedó mirando sin comprender nada.

— ¿De quién estás hablando?

—De Edward, de ése es de quien estoy hablando —repuso con enfado—, de tu amigo goyin,(gentil) que ayer mismo asistió al bar mitzvah de mi hijo y estuvo devorando nuestra comida.

—No puedo creerlo. De Edward...

—Sí, Edward —repitió Sam—. Lo único que yo quería era tener una simple conversación para arreglar las injusticias de nuestro trato. Y nada más.

— ¿Y qué pasó?

—Empezó por sentarse detrás de su mesa, severo como un juez. «Antes de hacer el trato con la UA, tenías que haber hablado conmigo», me dijo.

«Yo le contesté que tuve que hacerlo para protegerme, pues de la manera como iban las cosas, Sinclair estaba ganando dos dólares por cada uno que ganaba yo.

»—Leíste el acuerdo —añadió— y nadie te obligó a firmarlo.

»—Pero si yo te estaba haciendo un favor —repuse—, tú querías hacer el trato y yo te ayudé a conseguirlo.

»—También has ganado siete millones y medio de dólares para ti —continuó diciéndome—. Pero soy tu amigo y si no te gusta, te dejaré que te salgas del trato aunque todavía faltan cinco años para que finalice.

— ¿Qué le respondiste? —preguntó Denise.

Se la quedó mirando como si acabara de verla.

—Necesito beber algo —dijo abruptamente.

Ella le siguió hasta el bar y estuvo esperando hasta que se sirvió un vaso y se lo bebió de golpe.

«— ¿Y qué me dices de esos cuatro millones y medio que me he gastado comprando argumentos y derechos? —le pregunté.

»—Lo compraste tú, no nosotros ——dijo con tanta calma como si estuviéramos hablando del tiempo—. No nos lo notificaste, según el contrato requería.

Se tragó la mitad del segundo vaso.

—Me quedé mirándole y tratando de leer algo en su cara, pero en sus facciones no pude encontrar nada. Me necesitaba más que yo a él. Yo lo veía. Era una fanfarronada y así se lo dije.

Terminó de beber, dejó el vaso sobre el mueble bar y se lo quedó mirando de una manera siniestra.

— ¿Qué ocurrió entonces?

—Nada. Mañana se reúnen los abogados.

La miró, y en los ojos de Jacob se reflejaba el temor.

— ¡Me equivoqué!

 

Capítulo 47: CAPÍTULO 12 Capítulo 49: Hollywood 1960_1965 Libro cuarto Edward Cullen

 


Capítulos

Capitulo 1: Aquel día de la primavera pasada, por la mañana Capitulo 2: Nueva York, 1955 _ 1960 Libro primero Capitulo 3: CAPITULO 2 Capitulo 4: CAPITULO 3 Capitulo 5: CAPITULO 4 Capitulo 6: CAPÍTULO 5 Capitulo 7: CAPÍTULO 6 Capitulo 8: CAPÍTULO 7 Capitulo 9: CAPÍTULO 8 Capitulo 10: CAPÍTULO 9 Capitulo 11: CAPÍTULO 10 Capitulo 12: CAPÍTULO 11 Capitulo 13: CAPÍTULO 12 Capitulo 14: CAPÍTULO 13 Capitulo 15: CAPÍTULO 14 Capitulo 16: CAPÍTULO 15 Capitulo 17: CAPÍTULO 16 Capitulo 18: CAPÍTULO 17 Capitulo 19: Nueva York, 1955_1960 Libro segundo Capitulo 20: CAPÍTULO 2 Capitulo 21: CAPÍTULO 3 Capitulo 22: CAPÍTULO 4 Capitulo 23: CAPÍTULO 5 Capitulo 24: CAPÍTULO 6 Capitulo 25: CAPÍTULO 7 Capitulo 26: CAPÍTULO 8 Capitulo 27: CAPÍTULO 9 Capitulo 28: CAPÍTULO 10 Capitulo 29: CAPÍTULO 11 Capitulo 30: CAPÍTULO 12 Capitulo 31: CAPÍTULO 13 Capitulo 32: CAPÍTULO 14 Capitulo 33: Aquel día de la primavera pasada, por la tarde Capitulo 34: CAPÍTULO 2 Capitulo 35: CAPÍTULO 3 Capitulo 36: Hollywood 1960_1965 Libro tercero Jacob Black Capitulo 37: CAPÍTULO 2 Capitulo 38: CAPÍTULO 3 Capitulo 39: Capítulo 4 Capitulo 40: CAPÍTULO 5 Capitulo 41: CAPÍTULO 6 Capitulo 42: CAPÍTULO 7 Capitulo 43: CAPÍTULO 8 Capitulo 44: CAPÍTULO 9 Capitulo 45: CAPÍTULO 10 Capitulo 46: CAPÍTULO 11 Capitulo 47: CAPÍTULO 12 Capitulo 48: CAPÍTULO 13 Capitulo 49: Hollywood 1960_1965 Libro cuarto Edward Cullen Capitulo 50: CAPÍTULO 2 Capitulo 51: CAPÍTULO 3 Capitulo 52: CAPÍTULO 4 Capitulo 53: CAPÍTULO 5 Capitulo 54: CAPÍTULO 6 Capitulo 55: CAPÍTULO 7 Capitulo 56: CAPÍTULO 8 Capitulo 57: CAPÍTULO 9 Capitulo 58: CAPÍTULO 10 Capitulo 59: CAPÍTULO 11 Capitulo 60: CAPÍTULO 12 Capitulo 61: CAPÍTULO 13 Capitulo 62: CAPÍTULO 14 Capitulo 63: CAPÍTULO 15 Capitulo 64: CAPÍTULO 16 Capitulo 65: Aquell día de la primavera pasada, por la noche

 


 
14444409 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios