EL HEREDERO

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 26/04/2012
Fecha Actualización: 25/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 75
Visitas: 117569
Capítulos: 65

 

Fic recomendado por LNM

BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

El éxito es su religión: el talonario de cheques su arma de dominio; la competencia su infierno cotidiano. Una vez más, se nos muestra al desnudo un mundo vertiginoso, implacable: el mundo de los grandes negocios, que forma parte ya de la mitología del siglo. Sus héroes son hombres que pervierten cuanto tocan, que destruyen y se destruyen en un juego escalofriante de posesos. Gentes como Edward Cullen, que entre negocio y negocio, en una pausa en cualquiera de sus viajes, se complace en prostituir a una muchacha en aniquilar a un hombre indefenso. Hombres como Jacob Black, gozador insaciable de placeres, cercado siempre por un ejército sumiso de aspirantes a estrellas o de estrellas fracasadas a la caza del último contrato. BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

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Capítulo 46: CAPÍTULO 11

Capítulo XI

 

— ¿Qué significa eso de que no quieres el bar mitzvah (Rito hebraico por el que el varón, a los trece años, pasa a ser adulto) —gritó Jacob—. Tus abuelos vienen de Florida especialmente para ello.

Júnior tenía una expresión testaruda.

— ¡Aaah! Vamos, papá, sólo es un rito; como la circuncisión; esas cosas en la moderna sociedad están fuera de lugar.

— ¿Que están fuera de lugar? —Repitió Jacob con voz de trueno—. A ver si tengo que arrearte en el trasero. Vas a hacerlo aunque tenga que arrastrarte yo mismo hasta el shul (Sinagoga).

—Jacob —dijo Denise—, no te excites, no es bueno para tu presión.

—Mi presión está perfectamente; lo que no está bien es la cabeza de éste. Necesita alguien que se la atornille.

—Bueno, hablemos de ello con calma —dijo Denise.

—De acuerdo —contestó Jacob—, así lo haremos.

Se volvió hacia Júnior, y su voz bajó hasta ser casi tranquila.

—Vas a hacer lo del bar mitzvah o no te dejaré hueso sano.

Denise se quedó mirando a Júnior.

—Puedes irte ahora; quiero hablar con tu padre.

El muchacho se marchó sin decir palabra, y ellos esperaron hasta que la puerta se cerró tras él. Jacob la miró.

— ¡Qué complicación te armas con todo! —dijo amargamente—. En cuanto me alejo un momento no eres ni siquiera capaz de arreglar este sencillo asunto con tu hijo.

Denise estaba enfadada.

—Este sencillo asunto... El gran ejecutivo aparece por casa una vez cada seis meses y habla a su mujer como si fuera una empleada. ¿Qué harás después, «Gran Hombre»? ¿Despedirme?

—Desde luego, si trabajaras para mí lo haría... —se calló de pronto y la contempló. En su voz pudo notarse una cierta confusión—. Mamá, ¿por qué nos hablamos de este modo?

—No lo sé; yo no he empezado. Pero durante este año has estado en otro mundo. No te hemos visto para nada.

—Había mucho trabajo. Ha tenido que ser reorganizada totalmente la compañía, o nos habríamos hundido, perdiendo cinco millones cada año, como perdíamos. Pero todo irá mejor ahora que traigo a Charles de Roma para que sea mi ayudante.

—Encontrarás otro modo de alejarte —repuso ella—, como ha sucedido en otras ocasiones. Cuando Craddock se ocupó de la producción, cuando Roger lo hizo en la administración, cuando tomaste aquel hombre de la «Twentieth» para jefe de ventas..., de una manera u otra siempre estás igualmente ocupado.

—Soy el amo y si no tuviera el ojo en todos los asuntos, nada marcharía.

—Entonces, ¿para qué necesitas a todos esos hombres a los que pagas unos sueldos tan fabulosos?

—Para poder concentrarme en los grandes problemas... para eso.

—Creo que acabas de decir que todo iba bien, entonces, ¿qué problemas existen?

—Tengo que revisar nuestra asociación con Sinclair. ¿Sabes el dinero que les hice ganar el año pasado con nuestras películas?... Siete millones de dólares. Mucho más de lo que nos quedó a nosotros.

Denise le miró sin decir una palabra.

—Sólo la nueva película de la Barzini les dará más de cuatro —añadió Jacob.

—Tenía entendido que Edward la trajo para dicha película. Ella dijo que no quería volver a Hollywood, pero volvió.

— ¿Cómo no iba a volver? —repuso él—. Entre ella y su marido se van a llevar a casa otros tres millones, y lo que nosotros conseguiremos será un piojoso millón y medio. El otro día me enteré de que la U A (Artistas Asociados) se interesa en distribuir en el extranjero nuestro producto y están dispuestos a pedir un diez por ciento menos por la distribución, y un cinco por ciento menos de los beneficios.

Ella le miró firmemente.

—Si estuviera en tu lugar no tendría tanta prisa, al fin y al cabo el que te metió en eso fue Edward.

—Lo hizo únicamente por su propia conveniencia, pues en el caso de que yo no me hubiera querido hacer cargo de la compañía nacional de distribución, no hubiese podido hacer el trato global. No me hizo ningún favor; yo lo salvé a él; y además dándole películas prácticamente por nada.

—Habla con Edward; estoy segura de que se le ocurrirá algo.

—A veces puede ser muy testarudo —dijo Jacob—. Tiene la típica actitud del goyin( gentil) de que trato es trato.

 

 

—El viejo se encuentra en estado de guerra —dijo Júnior, mientras se estiraba en el césped de al lado de la piscina enfrente de su hermana.

Desde la poltrona, Renesmee le miró y dejó a un lado el guión que estaba leyendo.

— ¿Otra vez el asunto del bar mitzvah?

El asintió.

—Se le ha metido en la cabeza, y ahora dice que los abuelos vienen expresamente desde Florida.

—Entonces me parece que tendrás que hacerlo. Ya sabes su opinión sobre los abuelos.

—Sí...

Se quitó la camisa dejando ver su nervuda constitución.

— ¿Sabes si mamá le ha hablado ya de mí? —dijo Renesmee.

—No lo creo. Papá ha comenzado a ponerse nervioso con mi tema e imagino que mamá esperará a que se le pase.

— ¡Diablos...! Espero que no tarde demasiado. Si no doy una respuesta antes de una semana, perderé el puesto. El «Actors Studio» tiene más aspirantes de los que puede tomar.

El se la quedó mirando astutamente.

—Creo que nunca lograrás marcharte si tus amigos continúan usando la guantera de tu coche para guardar sus mercancías.

Ella se volvió a Júnior con brusquedad.

— ¡Has estado metiendo las narices...!

—Nada de eso —repuso él rápidamente—. Mamá ha querido usarlo y me ha pedido que lo limpiara un poco. Has tenido suerte de que se me ocurriera mirar allí, pues si mamá llega a encontrar aquello, hubiera sido tu fin.

— ¿Qué has hecho con todo?

—Lo he puesto en lugar seguro —contestó—. Cuando vea a Razz, le obligaré a que lo rescate.

—No es de Razz.

—Entonces, ¿de quién?

—Mío.

— ¿Tuyo? —Su voz ahora era escéptica—. Está bien, me trago lo de los cigarrillos de hierba, pero, ¿los preservativos también?

Ella no contestó. Su cara había enrojecido débilmente.

— ¡Eres estupenda, hermanita! —Dijo con admiración—. Espero tener la suerte de encontrar una chica así para mí, cuando empiece a correrla.

— ¿Vas a devolvérmelo? —preguntó ella.

—Sí, pero me quedaré cinco cigarrillos. Son mejores que la mierda que encontramos alrededor de la escuela.

— ¿No me dirás que los fumas? —preguntó extrañada.

—Claro, como todos los demás. Pero no mucho, sólo una cuantas chupadas cada vez. Ya es una costumbre.

—Mejor será que te lo tomes con calma, eres algo joven todavía.

—Lo puedo aguantar —dijo él confidencialmente.

Denise miró por la ventana y los vio chapoteando en la piscina.

—Jacob, ven y echa una ojeada.

Dobló el periódico y se le acercó. Durante unos minutos permanecieron contemplándolos.

— ¡Somos afortunados! —exclamó ella—. ¿Pudiste ni siquiera imaginar, cuando entré en tu oficina, qué tendríamos tanta suerte?

—No —contestó él, mientras veía a Júnior entretenido con un brillante «crawl», dejando tras él montones de burbujas, como si estuviera sumergido en una piscina de champaña.

—Ese muchacho nada como un campeón.

—Además son buenos chicos —dijo ella convencida—. Tendrías que oír las cosas que se dicen de la juventud de hoy día. Es increíble.

—Sí, ya sé. —Se apartó de la ventana, y cogió de nuevo el periódico—. De todos modos tendrá su bar mitzvah.

—Claro que sí —añadió Denise—, no te preocupes.

—Más le vale —dijo Jacob.

Parecía encontrarse ahora más tranquilo, y quizá fuera el momento propicio para hablarle de Renesmee.

— ¿Sabes, Jacob? He estado hablando con Renesmee acerca de su futuro, de lo que le gustaría hacer.

Jacob dejó el periódico y se la quedó mirando.

— ¿Y qué?

—Bueno, es una chica muy guapa —añadió Denise rápidamente—. Y le gustaría volver al Este para sus estudios.

— ¿Por qué razón? —preguntó él—. ¿Es que la universidad de aquí no es bastante buena para ella?

—No, dice que aquí no puede practicar lo que le interesa.

— ¿Qué clase de práctica?

—Arte dramático.

— ¿Arte dramático? —Su voz estaba empezando a subir de tono—. ¿Quieres decir que quiere ser artista?

— ¿Y qué mal hay en ello? Estuviste orgulloso cuando en las comedias que se hicieron en el colegio tuvo los principales papeles.

—Aquello era diferente —repuso él—, era cosa de colegio. Tú sabes lo que opino de las artistas, son todas unas putas y no me da la gana de que mi hija se dedique a recorrer estudios para que se la calcen como si fuera una cualquiera.

—Renesmee no es así —interrumpió ella—. Es una chica seria. El mes pasado, cuando Lee Strasberg estuvo aquí le hizo una entrevista y dice que tiene talento; además, la aceptó para el «Actors Studio» y sabes que no acepta a todo el mundo.

—Hum..., de todos modos no puedo permitir que viva sola en Nueva York.

—No estará sola —repuso Denise—, Roger ha dicho que se ocupará de ella.

Contra su voluntad, Jacob empezó a sentir un secreto orgullo.

—Tienes que permitírselo, Jacob—añadió Denise—. Si no, le destrozas el corazón.

 

Capítulo 45: CAPÍTULO 10 Capítulo 47: CAPÍTULO 12

 


Capítulos

Capitulo 1: Aquel día de la primavera pasada, por la mañana Capitulo 2: Nueva York, 1955 _ 1960 Libro primero Capitulo 3: CAPITULO 2 Capitulo 4: CAPITULO 3 Capitulo 5: CAPITULO 4 Capitulo 6: CAPÍTULO 5 Capitulo 7: CAPÍTULO 6 Capitulo 8: CAPÍTULO 7 Capitulo 9: CAPÍTULO 8 Capitulo 10: CAPÍTULO 9 Capitulo 11: CAPÍTULO 10 Capitulo 12: CAPÍTULO 11 Capitulo 13: CAPÍTULO 12 Capitulo 14: CAPÍTULO 13 Capitulo 15: CAPÍTULO 14 Capitulo 16: CAPÍTULO 15 Capitulo 17: CAPÍTULO 16 Capitulo 18: CAPÍTULO 17 Capitulo 19: Nueva York, 1955_1960 Libro segundo Capitulo 20: CAPÍTULO 2 Capitulo 21: CAPÍTULO 3 Capitulo 22: CAPÍTULO 4 Capitulo 23: CAPÍTULO 5 Capitulo 24: CAPÍTULO 6 Capitulo 25: CAPÍTULO 7 Capitulo 26: CAPÍTULO 8 Capitulo 27: CAPÍTULO 9 Capitulo 28: CAPÍTULO 10 Capitulo 29: CAPÍTULO 11 Capitulo 30: CAPÍTULO 12 Capitulo 31: CAPÍTULO 13 Capitulo 32: CAPÍTULO 14 Capitulo 33: Aquel día de la primavera pasada, por la tarde Capitulo 34: CAPÍTULO 2 Capitulo 35: CAPÍTULO 3 Capitulo 36: Hollywood 1960_1965 Libro tercero Jacob Black Capitulo 37: CAPÍTULO 2 Capitulo 38: CAPÍTULO 3 Capitulo 39: Capítulo 4 Capitulo 40: CAPÍTULO 5 Capitulo 41: CAPÍTULO 6 Capitulo 42: CAPÍTULO 7 Capitulo 43: CAPÍTULO 8 Capitulo 44: CAPÍTULO 9 Capitulo 45: CAPÍTULO 10 Capitulo 46: CAPÍTULO 11 Capitulo 47: CAPÍTULO 12 Capitulo 48: CAPÍTULO 13 Capitulo 49: Hollywood 1960_1965 Libro cuarto Edward Cullen Capitulo 50: CAPÍTULO 2 Capitulo 51: CAPÍTULO 3 Capitulo 52: CAPÍTULO 4 Capitulo 53: CAPÍTULO 5 Capitulo 54: CAPÍTULO 6 Capitulo 55: CAPÍTULO 7 Capitulo 56: CAPÍTULO 8 Capitulo 57: CAPÍTULO 9 Capitulo 58: CAPÍTULO 10 Capitulo 59: CAPÍTULO 11 Capitulo 60: CAPÍTULO 12 Capitulo 61: CAPÍTULO 13 Capitulo 62: CAPÍTULO 14 Capitulo 63: CAPÍTULO 15 Capitulo 64: CAPÍTULO 16 Capitulo 65: Aquell día de la primavera pasada, por la noche

 


 
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