EL HEREDERO

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 26/04/2012
Fecha Actualización: 25/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 75
Visitas: 117587
Capítulos: 65

 

Fic recomendado por LNM

BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

El éxito es su religión: el talonario de cheques su arma de dominio; la competencia su infierno cotidiano. Una vez más, se nos muestra al desnudo un mundo vertiginoso, implacable: el mundo de los grandes negocios, que forma parte ya de la mitología del siglo. Sus héroes son hombres que pervierten cuanto tocan, que destruyen y se destruyen en un juego escalofriante de posesos. Gentes como Edward Cullen, que entre negocio y negocio, en una pausa en cualquiera de sus viajes, se complace en prostituir a una muchacha en aniquilar a un hombre indefenso. Hombres como Jacob Black, gozador insaciable de placeres, cercado siempre por un ejército sumiso de aspirantes a estrellas o de estrellas fracasadas a la caza del último contrato. BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

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Capítulo 38: CAPÍTULO 3

Capítulo III

 

—Edward...

Se dio la vuelta y quedó de espaldas contra la arena caliente. Con las manos se protegió los ojos del sol, que ya estaba descendiendo y pronto desaparecería en el Pacífico.

— ¿Qué quieres, «Chica dorada»?

Ella gateó por la arena hasta él y colocando su brazo alrededor de su pecho se lo quedó mirando.

El deslizó su mano por los muslos de la muchacha, que estaban tan ardientes como la arena, y esperó.

—Estabas muy lejos —dijo ella.

—Realmente, no.

— ¿Qué estabas pensando?

Extraño cómo se parecían todas, todas eran iguales; al cabo de un tiempo querían meterse en la cabeza de uno, indagar sus más recónditos pensamientos.

—Nada —repuso—. Sólo quizá que me gustaría que existieran miles de días como éste, sin gente, sin problemas, sin teléfonos...

—No serías feliz.

Quedó pensativo por unos momentos.

—Creo que no.

— ¿Te apetece ir a la fiesta esta noche? —le preguntó ella.

Edward no contestó.

—Sé que no es lo que te prometí —continuó ella—, pero hoy es domingo y mañana te volverás al Este y yo tengo que empezar a buscar trabajo.

El continuaba sin hablar.

—Esta mañana, mientras estabas durmiendo, me ha llamado Ardis, y me ha dicho que los Gavin dan esta noche una fiesta en su nueva casa, en honor de Jacob Black, el productor. Bobby Gavin tiene el segundo papel en una película del Oeste que va a hacer con Gary Cooper; y dice que hay un buen papel para una muchacha y que me viene a la medida.

—Puedes ir tú, a mí no me importa.

—No. He prometido que estaría contigo. Si tú no vas, yo tampoco.

Eso lo sabía él perfectamente. La llevara él o no, ella sería incapaz de ir a la fiesta sola.

—Bobby dice que tengo algunas posibilidades, pues es un papel que Black no puede darle a su amiga.

— ¿A su amiga?

—Sí, Rose Barzini. Tiene mal acento. Ardis me ha dicho también que la lleva a la fiesta con él.

—De acuerdo.

— ¿De acuerdo en qué?

—En que iremos.

 

 

La casa no era muy grande pero tenía una gran terraza que daba a la arenosa playa del océano y la gente se esparció por ella en la cálida noche. Algún día, Bobby Gavin sería un gran actor; claro está, siempre que su mujer Ardis se empeñara.

Estaba en la puerta, cuando ellos entraron.

— ¡Selena! —exclamó, y volviéndose hacia Edward—: Y tú también has venido..., ¡estoy tan contenta!...

—No podría perderme una de tus fiestas —dijo éste besándola en ambas mejillas.

—Entrad y preparaos vosotros mismos lo que os apetezca beber. Veréis que hay mucha gente divertida.

Se alejaron de ella en el momento que llegaban, otros invitados y salía a recibirlos, y se encaminaron hacia el bar. Esto no resultaba fácil, pues Selena tenía un montón de amigos y el hecho de que estuviera acompañada de Edward animaba aún más las cosas. Para entonces era bien sabido en Hollywood que el presidente de la «Radiodifusión Sinclair», no asistía a muchas fiestas.

Finalmente lograron llegar al bar. Edward volvió a la habitación con un vaso de whisky en la mano. Selena estaba en la terraza con algunos amigos. Después del día tan apacible que había tenido, todo aquel barullo abrumaba a Edward que salió también a la terraza y se quedó en la baranda contemplando el mar.

A lo lejos, en el horizonte, se distinguían las luces de un barco, y las olas rompían en la playa. Casi hacía un año que no había visto a Jacob. Casi hacía un año que Jacob hizo su nuevo trato con la «Trans—World».

Por una razón u otra nunca lo había visto en Hollywood. Había algo raro en aquel hombrecillo. Pero había triunfado y ahora poseía una gran casa en Beverly Hills, y sus hijos asistían a la escuela en dicho lugar. ¿Y Denise? ¿Qué habría sido de Denise? Notó cierta angustia al recordar lo que le habían dicho que la Barzini era la amiga de Jacob. Eso no iba con el carácter de Jacob de ningún modo.

Apartó esos pensamientos de su mente. Al fin y al cabo no era de su incumbencia. Todos eran ya adultos y podían vivir como mejor les pareciese. Seguro que ellos tampoco aprobarían muchas cosas de la vida de él.

Jacob y Rose llegaron tarde. Tarde según las reglas de Hollywood. A las diez y media, y para aquella hora algunos invitados empezaban a marcharse. El lunes era día de trabajo y los que trabajaban debían estar temprano en los estudios; y los que no, deseaban que no se notara.

En cuanto aparecieron se pudo escuchar un murmullo de bienvenida.

—Tenía miedo de que no os lo pudierais combinar —oyó que decía Ardis.

Edward se dio la vuelta para poder admirar la escena; todo el mundo parecía girar en torno a ellos. Jacob estaba sonriendo, tenía la cara algo colorada y sudaba copiosamente. Antes de llegar se debía de haber tomado algunas copas.

Rose permanecía a su lado y Edward empezó a observarla. No había duda, cuando entraba Rose se eclipsaba la belleza de las otras mujeres. Se mantenía al lado de Jacob con el total aplomo que sólo puede demostrar la mujer completamente segura de su belleza.

Alguien puso una bebida en las manos de Jacob y éste se la tomó con avidez.

—Nos hemos retrasado por culpa de una llamada desde Roma... —estaba explicando cuando vio a Edward que lo observaba desde el exterior.

Dejó de hablar y en su cara pudo notarse un cierto embarazo. Terminó la bebida y se dirigió hacia la terraza.

—¡Edward...! —exclamó. Lo abrazó y le dio un beso en ambas mejillas, según la costumbre europea—. ¿Por qué no me has dicho que estabas en la ciudad?, podríamos haber organizado algo...

—Ha sido un viaje rápido —dijo Edward—. Sólo he venido para el fin de semana: mañana vuelvo a Nueva York.

—De todas maneras, tendrías que haberme llamado. Hace tanto tiempo que no nos veíamos...

—Has estado muy ocupado.

—No para ti. Nunca estoy demasiado ocupado para los viejos amigos —en este momento, Rose se acercó a ellos—. Por cierto, ¿conoces a Rose Barzini?

Edward se inclinó.

—Nos vimos durante el reparto de los Premios de la Academia, pero hace casi dos años y había alrededor un montón de gente.

—Edward Culle—dijo Jacob presentándoselo a Rose.

Rose sonrió.

—Ahora lo recuerdo. Usted es el joven que se dedica a la televisión. Jacob estuvo hablando con usted desde Roma, cuando estaba en proyecto la película Las Hermanas,

Edward se sorprendió. Se acordaba perfectamente de la conversación. Entonces esto venía desde aquella época. Ella era la muchacha que se encontraba con Jacob en el cuarto...

—Tiene una memoria fantástica.

—Nunca me olvido de nada.

Del modo como ella lo dijo, Edward la creyó. Desde luego, nunca olvidaría nada que fuese importante para ella o su carrera.

Alguien se acercó a ellos, y alejándose con Jacob los dejó solos.

— ¿Quiere que le consiga algo de beber? —le preguntó Edward cortésmente.

—Champaña.

Llamó a uno de los camareros y al instante ya lo tenía en su mano.

Edward encendió un cigarrillo.

— ¿Está satisfecha de su estancia aquí?

Ella sonrió.

—Me gusta América.

— ¿Piensa estar mucho tiempo?

Se encogió de hombros.

—Ahora Jacob tiene una película que quiere que haga y luego quiere contratarme para otras dos.

— ¡Estupendo! —Exclamó Edward—. ¿Qué película?

La actriz hizo una mueca.

—Es del Oeste. ¿Me imagina en una película del Oeste?... Jacob dice que el guión es muy bueno, y trabajaré con Gary Cooper.

Edward echó una ojeada por el salón, y a lo lejos vio a Selena que los estaba observando. De pronto, se sintió cansado y esperó que ella no se enterase esta noche de que no tenía posibilidades de obtener el trabajo que deseaba.

—Tengo que darle las gracias —dijo Rose.

El quedó sorprendido. Su pensamiento estaba muy distante.

— ¿Gracias? ¿Por qué?

—Por aquella vez en Roma. Si usted no lo hubiera animado, quizá no se habría realizado la película.

—Se hubiera hecho de todos modos.

Jacob volvió a su lado, y de un modo posesivo tomó a Rose por el brazo.

—Tenemos que irnos, hay otra fiesta y les he prometido que pasaríamos por allá.

—Qué lástima —dijo Edward secamente.

—Sí —dijo Jacob—. Me gustaría que pasases más días aquí; hay un montón de cosas de las que me gustaría hablar contigo.

—Tengo una reunión de directores en Nueva York a la que no puedo faltar.

—Llámame la próxima vez que vengas.

Edward asintió. En aquel momento se acordó de «Chica dorada», y obedeciendo a un impulso le hizo un gesto para que se acercase.

—Espera un momento, Jacob, aquí se encuentra una actriz que me gustaría presentarte.

«Chica dorada» se acercó a ellos, y Jacob se volvió a mirarla.

—«Chica dorada», te presento a Jacob Black —dijo Edward.

—Jacob, ésta es Selene Fisher, y puede que sea la chica apropiada para el «western» que vas a hacer.

Jacob lo miró.

—Ya tengo el reparto y mañana se anuncia públicamente. Desde luego, Rose toma parte —luego se volvió hacia Selena—. De todas maneras ven a verme, querida, pienso hacer otras cosas y estoy seguro de que podré encontrar algo para ti.

Por encima de la cabeza de Jacob, Edward se encontró con los ojos de Rose; eran verdes y fríos, como de animal salvaje brillando en la noche. El le sonrió; ella, no. Era como una declaración de guerra.

El lo sabía.

Ella lo sabía.

Jacob, no.

 

Capítulo 37: CAPÍTULO 2 Capítulo 39: Capítulo 4

 


Capítulos

Capitulo 1: Aquel día de la primavera pasada, por la mañana Capitulo 2: Nueva York, 1955 _ 1960 Libro primero Capitulo 3: CAPITULO 2 Capitulo 4: CAPITULO 3 Capitulo 5: CAPITULO 4 Capitulo 6: CAPÍTULO 5 Capitulo 7: CAPÍTULO 6 Capitulo 8: CAPÍTULO 7 Capitulo 9: CAPÍTULO 8 Capitulo 10: CAPÍTULO 9 Capitulo 11: CAPÍTULO 10 Capitulo 12: CAPÍTULO 11 Capitulo 13: CAPÍTULO 12 Capitulo 14: CAPÍTULO 13 Capitulo 15: CAPÍTULO 14 Capitulo 16: CAPÍTULO 15 Capitulo 17: CAPÍTULO 16 Capitulo 18: CAPÍTULO 17 Capitulo 19: Nueva York, 1955_1960 Libro segundo Capitulo 20: CAPÍTULO 2 Capitulo 21: CAPÍTULO 3 Capitulo 22: CAPÍTULO 4 Capitulo 23: CAPÍTULO 5 Capitulo 24: CAPÍTULO 6 Capitulo 25: CAPÍTULO 7 Capitulo 26: CAPÍTULO 8 Capitulo 27: CAPÍTULO 9 Capitulo 28: CAPÍTULO 10 Capitulo 29: CAPÍTULO 11 Capitulo 30: CAPÍTULO 12 Capitulo 31: CAPÍTULO 13 Capitulo 32: CAPÍTULO 14 Capitulo 33: Aquel día de la primavera pasada, por la tarde Capitulo 34: CAPÍTULO 2 Capitulo 35: CAPÍTULO 3 Capitulo 36: Hollywood 1960_1965 Libro tercero Jacob Black Capitulo 37: CAPÍTULO 2 Capitulo 38: CAPÍTULO 3 Capitulo 39: Capítulo 4 Capitulo 40: CAPÍTULO 5 Capitulo 41: CAPÍTULO 6 Capitulo 42: CAPÍTULO 7 Capitulo 43: CAPÍTULO 8 Capitulo 44: CAPÍTULO 9 Capitulo 45: CAPÍTULO 10 Capitulo 46: CAPÍTULO 11 Capitulo 47: CAPÍTULO 12 Capitulo 48: CAPÍTULO 13 Capitulo 49: Hollywood 1960_1965 Libro cuarto Edward Cullen Capitulo 50: CAPÍTULO 2 Capitulo 51: CAPÍTULO 3 Capitulo 52: CAPÍTULO 4 Capitulo 53: CAPÍTULO 5 Capitulo 54: CAPÍTULO 6 Capitulo 55: CAPÍTULO 7 Capitulo 56: CAPÍTULO 8 Capitulo 57: CAPÍTULO 9 Capitulo 58: CAPÍTULO 10 Capitulo 59: CAPÍTULO 11 Capitulo 60: CAPÍTULO 12 Capitulo 61: CAPÍTULO 13 Capitulo 62: CAPÍTULO 14 Capitulo 63: CAPÍTULO 15 Capitulo 64: CAPÍTULO 16 Capitulo 65: Aquell día de la primavera pasada, por la noche

 


 
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