EL HEREDERO

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 26/04/2012
Fecha Actualización: 25/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 75
Visitas: 117583
Capítulos: 65

 

Fic recomendado por LNM

BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

El éxito es su religión: el talonario de cheques su arma de dominio; la competencia su infierno cotidiano. Una vez más, se nos muestra al desnudo un mundo vertiginoso, implacable: el mundo de los grandes negocios, que forma parte ya de la mitología del siglo. Sus héroes son hombres que pervierten cuanto tocan, que destruyen y se destruyen en un juego escalofriante de posesos. Gentes como Edward Cullen, que entre negocio y negocio, en una pausa en cualquiera de sus viajes, se complace en prostituir a una muchacha en aniquilar a un hombre indefenso. Hombres como Jacob Black, gozador insaciable de placeres, cercado siempre por un ejército sumiso de aspirantes a estrellas o de estrellas fracasadas a la caza del último contrato. BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

Mis otras historias:

EL ESCRITOR DE SUEÑOS

EL ESCRIBA

BDSM

INDISCRECIÓN

EL INGLÉS

SÁLVAME

EL AFFAIRE CULLEN

NO ME MIRES ASÍ

EL JUEGO DE EDWARD

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 17: CAPÍTULO 16

Capítulo XVI

 

Rechazamos el ofrecimiento que nos hicieron de acompañarnos en coche y nos marchamos a casa paseando. Hacía una noche calurosa. Atravesamos la Quinta Avenida y miramos las vitrinas de «Saks». Estaban brillantes y coloridas y exhibían artículos de playa y de deporte. Miré a Bella.

—No ha estado mal, ¿verdad?

—No —me respondió brevemente. Mientras seguíamos caminando me di cuenta de que estaba sumida en sus pensamientos, y no habló hasta que dimos la vuelta por la calle 49—. ¿Qué es lo que le hace tan importante a tus ojos?

—La película —dije—. El puede ser el camino para obtener películas.

— ¿Qué dificultad puede haber en eso? —preguntó—. Hay montones de películas.

—Claro —repuse—. Pero, ¿cuánto tiempo crees que van a durar las que tenemos en reserva? La televisión consume más películas en una semana que el promedio anual de producción de Hollywood durante los últimos veinte años.

— ¿Por qué no las producís vosotros mismos?

—Lo haremos, con el tiempo. Pero de momento nuestra economía no está preparada. Hasta entonces nos encontramos en un mercado abierto y quiero proteger a la compañía de precios más altos.

— ¿Qué te hace creer que podrás hacer muchos tratos con él? No parece el tipo apropiado.

La miré con respeto. No en balde era la hija de su padre.

—Es cierto —dije—. Pero él nos necesita. Es ambicioso. Quiere tener su propia productora de películas, y nosotros podemos ayudarle a ello. Nos conviene mutuamente.

En este momento llegamos a casa. Entramos en el edificio y nos dirigimos al ascensor. Ella empezó a decir algo, pero al darse cuenta de la presencia del ascensorista, esperó a que nos halláramos en el apartamento.

Con gesto de cansancio, se dejó caer en una silla.

— ¡Gracias a Dios que existe el aire acondicionado!... No puedes imaginarte cómo me hunde este calor con todo el peso que llevo.

—Ibas a decir algo cuando entramos en el ascensor, pero te has callado.

Encendió un cigarrillo.

—Oh..., seguiría sin confiar en él, si estuviera en tu lugar.

— ¿Qué te hace creer esto?

—Pequeñas cosas. Su manera de actuar. No me huele nada bien.

Tiró el cigarrillo.

—Ya que has empezado a decir algo, termina.

—Primeramente —dijo con fiereza—, no tiene sentido de la lealtad. Mira cómo ha actuado esta noche con su cuñado Roger. La primera vez que salimos con él trató a Roger como si fuera su socio: «Roger esto, Roger aquello, Roger, ¿qué opinas?»... No comprendí esta actitud hasta que me dijiste que Roger lo había estado financiando todos aquellos años.

— ¿Qué más? —pregunté.

—Ya has visto cómo se ha comportado esta noche —añadió—, como si Roger fuera su lacayo y no existiera para nada. Una pizca de éxito y trata a Roger con desprecio. Cada vez que intentaba abrir la boca, Jacob le hacía callar; hasta que el pobre se quedó allí sentado como un imbécil.

—Jacob ha tenido éxito —dije—. Tiene derecho a pavonearse un poco. No todas las películas producen tres millones de dólares en doce semanas.

—De acuerdo —repuso—. Pero no a costa de un hombre que lo ha llevado a sus espaldas durante la mitad de su vida.

—Esto no quiere decir nada —dije—. ¿Has visto el nuevo «Lincoln» convertible que ha comprado a Roger?

—Lo he visto, pero me pregunto si ya le ha devuelto el dinero que le debe.

Se levantó dificultosamente.

—Me noto sudada y grasienta. Me voy a duchar y luego me acostaré.

Pensé que esto finalizaba el asunto, pero dos horas después, cuando me metí en la cama, estaba todavía despierta, mirando la televisión.

—Sigue sin gustarme —dijo.

Para entonces ya me había olvidado completamente de él; había estado trabajando en la sala de estar. La noche del martes seguía siendo un problema.

— ¿Quién? —pregunté.

—Jacob —dijo. Se volvió de lado apartada de mí y continuó viendo la televisión—. Ráscame la espalda.

Moví la mano haciendo círculos en mitad de su espalda.

— ¿Qué tal?

—Un poco más abajo. —Hice lo que me pedía. — Así está mejor.

Durante un rato estuvo silenciosa.

— ¿Viste cómo cogió el billete de cien dólares de la artista? Metió la mano tan adentro del escote, que por unos momentos pensé que junto con el dinero iban a salir sus senos.

Me reí.

—Si estaba interesado en pechos, creo que se equivocó de chica.

—Oye..., que tú también los estabas mirando. Noté la expresión de tu cara, mejor dicho, de todas vuestras caras. Todos queríais acostaros con ella.

—Estás celosa.

—Tienes toda la razón en eso, y si crees que me gusta verme como estoy, con todas esas furcias que te ofrecen sus pechos y prácticamente te piden que te acuestes con ellas, estás loco.

—Yo no estaba interesado —dije—. De todos modos, no era yo el que le interesaba a ella, sino Jacob.

—Es cierto —se rió nerviosamente—. Fue muy divertido. Es tan vulgar y estúpido. En cierto momento, cuando creyó que nadie podía verlo, tomó la mano de ella y bajo el mantel la puso sobre su... Puso una cara como si fuera a desmayarse...

Me reí y continué rascándole la espalda.

—Mejor para él.

Durante un rato estuvo sin moverse, y yo dejé mi mano quieta.

—No pares. Me estás... poniendo...

— ¿Y cómo crees que me siento yo? —pregunté.

Se echó hacia atrás y tropezó conmigo.

— ¡Hey! —exclamó.

Empezó a darse la vuelta hacia mí.

—No te muevas —dije mientras ponía mis manos alrededor de sus caderas y la atraía hacia mí. Se entregó a mí...

Oí sus jadeos.

—No puedo respirar —gritó.

Me reí. Me incliné sobre su hombro y pasé mi lengua por sus mejillas y su cuello. Se oyó un repentino sonido que venía de la televisión. Involuntariamente la miré.

Ella volvió su cara hacia mí precisamente en aquel momento.

— ¡Demonio! Ya sabía yo que llegaría eso alguna vez —dijo. Pero su voz era cálida y satisfecha y no dejó de moverse—. Ya sabía yo que hallarías la manera de hacer el amor y trabajar al mismo tiempo.

 

 

Salté de la cama y paré la televisión. Cuando volví, ella apoyó la cabeza contra mi hombro.

—Ha sido estupendo, ¿verdad? —me preguntó.

—Sí.

—El que ahora esté mucho más gorda no supone ninguna diferencia, ¿verdad?

—No.

—Estoy contenta —dijo. Luego puso su cabeza de nuevo en mi hombro—. Siento mucho el haber sido un estorbo para ti durante estos últimos días. Pero es que todo lo veía tan complicado... Tú que trabajas hasta tarde, yo que me veía incapaz de hacer nada, el calor de la ciudad y todo este ruido. Incluso estoy cansada del aire acondicionado. Daría lo que fuera por poder respirar aire fresco...

—Esto es muy fácil —la interrumpí.

— ¿En esta ciudad? ¿Adonde se puede ir? ¿Al Parque Central?

— ¿Qué te parecería ir a Cape? —pregunté—. Tía Esme estaría muy contenta de tenerte con ella, y tú no te aburrirías tanto. Allí siempre hay algo para hacer.

—Y tú, ¿qué?

—Iría los fines de semana.

De pronto tenía ganas de que se fuera, pues ello facilitaría mucho las cosas.                             

—Durante la semana tengo que trabajar y no te puedo servir de gran cosa. Por lo menos de esta manera los dos tomaremos un poco el sol.

Pero me había equivocado. El primer fin de semana en que ella ya se encontraba fuera, tuve que ir a California; el segundo me tuve que quedar en la oficina repasando el informe anual para los accionistas, que tenía que estar en la imprenta el lunes.

Y el tercero fue demasiado tarde.

Capítulo 16: CAPÍTULO 15 Capítulo 18: CAPÍTULO 17

 


Capítulos

Capitulo 1: Aquel día de la primavera pasada, por la mañana Capitulo 2: Nueva York, 1955 _ 1960 Libro primero Capitulo 3: CAPITULO 2 Capitulo 4: CAPITULO 3 Capitulo 5: CAPITULO 4 Capitulo 6: CAPÍTULO 5 Capitulo 7: CAPÍTULO 6 Capitulo 8: CAPÍTULO 7 Capitulo 9: CAPÍTULO 8 Capitulo 10: CAPÍTULO 9 Capitulo 11: CAPÍTULO 10 Capitulo 12: CAPÍTULO 11 Capitulo 13: CAPÍTULO 12 Capitulo 14: CAPÍTULO 13 Capitulo 15: CAPÍTULO 14 Capitulo 16: CAPÍTULO 15 Capitulo 17: CAPÍTULO 16 Capitulo 18: CAPÍTULO 17 Capitulo 19: Nueva York, 1955_1960 Libro segundo Capitulo 20: CAPÍTULO 2 Capitulo 21: CAPÍTULO 3 Capitulo 22: CAPÍTULO 4 Capitulo 23: CAPÍTULO 5 Capitulo 24: CAPÍTULO 6 Capitulo 25: CAPÍTULO 7 Capitulo 26: CAPÍTULO 8 Capitulo 27: CAPÍTULO 9 Capitulo 28: CAPÍTULO 10 Capitulo 29: CAPÍTULO 11 Capitulo 30: CAPÍTULO 12 Capitulo 31: CAPÍTULO 13 Capitulo 32: CAPÍTULO 14 Capitulo 33: Aquel día de la primavera pasada, por la tarde Capitulo 34: CAPÍTULO 2 Capitulo 35: CAPÍTULO 3 Capitulo 36: Hollywood 1960_1965 Libro tercero Jacob Black Capitulo 37: CAPÍTULO 2 Capitulo 38: CAPÍTULO 3 Capitulo 39: Capítulo 4 Capitulo 40: CAPÍTULO 5 Capitulo 41: CAPÍTULO 6 Capitulo 42: CAPÍTULO 7 Capitulo 43: CAPÍTULO 8 Capitulo 44: CAPÍTULO 9 Capitulo 45: CAPÍTULO 10 Capitulo 46: CAPÍTULO 11 Capitulo 47: CAPÍTULO 12 Capitulo 48: CAPÍTULO 13 Capitulo 49: Hollywood 1960_1965 Libro cuarto Edward Cullen Capitulo 50: CAPÍTULO 2 Capitulo 51: CAPÍTULO 3 Capitulo 52: CAPÍTULO 4 Capitulo 53: CAPÍTULO 5 Capitulo 54: CAPÍTULO 6 Capitulo 55: CAPÍTULO 7 Capitulo 56: CAPÍTULO 8 Capitulo 57: CAPÍTULO 9 Capitulo 58: CAPÍTULO 10 Capitulo 59: CAPÍTULO 11 Capitulo 60: CAPÍTULO 12 Capitulo 61: CAPÍTULO 13 Capitulo 62: CAPÍTULO 14 Capitulo 63: CAPÍTULO 15 Capitulo 64: CAPÍTULO 16 Capitulo 65: Aquell día de la primavera pasada, por la noche

 


 
14444650 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios