EL HEREDERO

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 26/04/2012
Fecha Actualización: 25/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 75
Visitas: 117588
Capítulos: 65

 

Fic recomendado por LNM

BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

El éxito es su religión: el talonario de cheques su arma de dominio; la competencia su infierno cotidiano. Una vez más, se nos muestra al desnudo un mundo vertiginoso, implacable: el mundo de los grandes negocios, que forma parte ya de la mitología del siglo. Sus héroes son hombres que pervierten cuanto tocan, que destruyen y se destruyen en un juego escalofriante de posesos. Gentes como Edward Cullen, que entre negocio y negocio, en una pausa en cualquiera de sus viajes, se complace en prostituir a una muchacha en aniquilar a un hombre indefenso. Hombres como Jacob Black, gozador insaciable de placeres, cercado siempre por un ejército sumiso de aspirantes a estrellas o de estrellas fracasadas a la caza del último contrato. BASADO EN THE INHERITORS DE ROBBINS

 

Mis otras historias:

EL ESCRITOR DE SUEÑOS

EL ESCRIBA

BDSM

INDISCRECIÓN

EL INGLÉS

SÁLVAME

EL AFFAIRE CULLEN

NO ME MIRES ASÍ

EL JUEGO DE EDWARD

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 57: CAPÍTULO 9

Capítulo IX

 

Mi primera parada de aquella mañana fue la oficina de Dave Diamond, que se encontraba en el segundo piso de las oficinas centrales del «California Consolidated Bank», en el Boulevard Wilshire.

Salió de detrás de su mesa de nogal de ejecutivo, que le daba la apariencia de ser mucho más bajo, y me tendió la mano.

—Esto es una sorpresa.

En una esquina del cuarto había una pequeña televisión en la que podían verse las últimas cifras del mercado. Era uno de nuestros servicios de UHF. ¡Asombroso, lo que atraía a la gente; todos estaban interesados en el dinero!

— ¿Qué puedo hacer por ti? —me preguntó mientras su secretaria me colocaba delante una taza de café.

—Dos cosas —contesté—. En primer lugar quiero que me des un informe completo sobre Joe Regan y «Symbolic Records».

—Lo tendrás en diez minutos —me dijo—. Tenemos un completo registro de las compañías con que negociamos. —Dijo unas palabras por teléfono, y luego se volvió hacia mí. — ¿Y lo segundo?

—Quiero un préstamo de cuatro millones de dólares.

— ¿Personal?

—Personal.

—El dinero está difícil.

—Lo sé; por eso he venido aquí.

Se rió.

—Vosotros, muchachos, debéis de pensar que lo fabrico.

— ¿Y no es así?

Se rió de nuevo y luego su cara tomó una expresión seria.

— ¿Quién te avala?

—Los valores de la Sinclair —contesté.

—Buena garantía; pero, ¿tienes bastantes valores para cubrir el préstamo? Sólo se nos permite prestar hasta el setenta y cinco por ciento del valor del mercado.

—Tengo suficiente.

—Está bien. ¿Cuándo quieres el dinero?

—Tan pronto como sea posible.

—En seguida me ocuparé de ello. —De nuevo llamó por teléfono y estuvo hablando unos momentos con su departamento de préstamos. — ¿Ves qué fácil? Sólo tienes que visitar a tu amigo el banquero de la vecindad.

Sonreí.

—Si no es un secreto —preguntó con delicadeza—, ¿para qué quieres esa cantidad?

—Voy a comprar el veinticinco por ciento de «Samarkand».

Me miró incrédulo.

— ¿La compañía de Jacob Black?

Asentí.

—No lo creo. Eres demasiado listo para eso. ¿Sabes cuánto nos debe y no puede devolver?

No podía responder nada.

— ¡Ocho millones de dólares! —Exclamó con vehemencia—. Eso es lo que nos debe y yo fui un cretino al dárselos.

Sonreí. Jacob tenía que exagerar hasta sus desastres.

—Bueno, ahora no tienes por qué sentirte tan mal; ya tienes compañía.

—Puede que te parezca que estoy loco y que habla contra mis intereses: Para nosotros, este préstamo que te hacemos es un buen negocio, ya que cargamos el interés más alto de la ciudad. Además, aún antes de que él lo vea, obtendremos un millón de ese dinero, pues ahora le cae un vencimiento. Como ves, a nosotros no nos puede ir mejor; pues a pesar de todo, tengo que decirte una cosa. —Respiró hondo, y luego exclamó: — ¡No lo hagas!

En aquel momento apareció su secretaria y dejó unos papeles sobre la mesa.

—Aquí está el informe que ha pedido sobre «Symbolic Records», señor Diamond.

El asintió, y la secretaria se marchó de nuevo. Dave estuvo mirando el informe y luego posó sus ojos en mí.

—Ahora, si te interesa comprar esta compañía, tengo que decirte que es un buen asunto; no les van mal los negocios y en cuanto te libres de los prestamistas y pongas buena dirección, hará un gran cambio. Pero el otro asunto, es tirar el dinero a la alcantarilla.

—Aprecio de veras tu sinceridad, Dave, pero ya estoy comprometido.

—No hay compromiso mientras no se ha puesto el dinero —insistió. Luego vio que no le iba a contestar—. Está bien; pero soy tu amigo, dime al menos el motivo.

—Digamos que todo el mundo debe pagar sus deudas —manifesté— y yo estoy pagando la mía.

 

 

Para cuando terminé de hacer todo lo necesario en el banco, firmar papeles y traer los certificados de los valores de la caja fuerte, eran casi las doce.

—Por mi lado ya está todo en orden —dijo Dave—. Tan pronto como me digas, transferiré el dinero a la cuenta de Jacob.

—Ya te llamaré desde el estudio.

Cuando llegué al despacho, Joe Regan me estaba esperando.

—Dame diez minutos y en seguida estoy contigo —le dije.

—Tómate el tiempo que necesites, Edward.

Pedí dos conferencias, una para mi abogado en Nueva York, y otra para Jacob; la del abogado me llegó primero.

—Paul, se trata de una simple transacción.

Y brevemente lo puse al corriente.

—Entiendo —dijo.

—Haré que Jacob y su abogado vayan a verte a tu despacho. Así que me digas que han entregado los valores y hayan firmado la opción para poderlos volver a comprar, haré que transfieran el dinero a su cuenta.

—Sería preferible que el dinero se entregara al cerrar el trato —dijo Paul.

—De acuerdo. Entonces avísame cuando estéis a punto y haré que Dave Diamond lo tenga todo preparado.

—Eso me parece mejor —dijo Paul—. Ya te diré algo.

Así que terminé de hablar con mi abogado, me pasaron la línea con Jacob.

—El dinero lo tienes a punto —le dije—. Haz que tu abogado tome contacto con Paul Gitling, que es quien se encargará de todo.

— ¿Por qué Paul Gitling? —Exclamó con rabia Jacob—. Es un monstruo. Lo sé. He negociado otras veces con él.

—Por cuatro millones puedes encontrarlo agradable —repuse.

— ¿Podré tener el dinero hoy? —preguntó Jacob.

—Me ha dicho que lo único que tienes que hacer es entregar los valores y firmar el acuerdo; después de eso, ya tienes el dinero.

—Ya me cae simpático —dijo Jacob.

Colgué y ordené a mi secretaria que hiciera pasar a Joe Regan a mi despacho.

— ¿Bebemos algo antes de ir a comer? —le pregunté—. Adonde iremos no hay bebidas fuertes.

—Entonces tomaré Bourbon con agua —repuso al momento.

Le hice una señal a la muchacha y ésta, dirigiéndose al bar, preparó las bebidas; momentos después nos las trajo y se marchó.

— ¡Salud! —dije.

Bebimos.

— ¡Ah, verdaderamente esto anima! Me alegro de que me llamaras, realmente el otro día no podía hablar con tranquilidad; había bastante gente en la oficina, y tuve que hablar en la cabina.

—Ya me lo figuré.

— ¿Sabes? Están empezando a avasallarme —dijo—. Quieren repetir lo que hicieron con aquella compañía del Este.

Le dejé hablar.

—Estaba a punto de dárselo todo; tal como están las cosas ni siquiera puedo dormir por las noches. —Su vaso ya estaba vacío. — ¿Puedo beber otro?

Levantándome me dirigí al bar y le llené de nuevo el vaso; luego volví a sentarme tras mi mesa.

Dio un sorbo.

—Estaba a punto de dárselo a ellos y largarme. ¿Te das cuenta?... Quince años de mi vida y estoy dispuesto a echarlo a rodar.

— ¿Qué hay que hacer para hacerles salir?

—Sólo pagarles lo que les debo —contestó—. Todavía no les pertenecen mis valores. Eso era el paso siguiente. Me han hecho la oferta de olvidar todos los préstamos a cambio del cincuenta por ciento de la compañía.

— ¿Cuánto les debes? —pregunté.

—Alrededor de un millón setecientos.

—No es tanto.

—No lo será para ti; para mí, sí. Mira, por mucho dinero que ganemos, nunca podré llegar a eso.

—Tranquilízate —le dije mientras dejaba mi vaso sobre la mesa— y pensemos las cosas. Tenemos que ser capaces de encontrar una solución.

Iba a levantarme cuando sonó el teléfono. Era Paul desde Nueva York.

—Acabo de tener noticias de Jacob Black —me dijo—. Estarán en mi despacho a las cinco; si arreglas la conferencia para las cinco treinta, todo estará en orden. Ten en cuenta que para ti serán las dos y media.

—Está bien.

— ¡Edward!

—Di.

—Ya sé que me meto en lo que no es de mi incumbencia; pero, ¿lo has pensado bien?

— ¿Qué quieres decir?

—Te hablo como abogado. No estoy al corriente de tu contrato de empleo, pero puede que haya una cláusula que prohíba hacer eso.

—No; no hay nada.

—También es cuestión de ética —añadió—. Después de todo se trata de una compañía con la que negocia la tuya. Podría surgir una cuestión de conflicto de intereses.

—No pasará nada; en realidad sólo se trata de un préstamo que hago por mi cuenta; cojo los valores sólo como garantía; por eso está la cláusula de retracto.

—Entonces, ¿por qué no me dejas redactar el contrato de esta manera? Puede que no sirva de gran cosa; pero si se llega a saber algo, parecerá un poco mejor.

—Tú eres el abogado, hazlo como te parezca mejor; lo único que quiero es que él tenga hoy el dinero.

—Así será —me contestó—. Ahora ya estoy más tranquilo.

—También yo, Paul. Muchas gracias. —Colgué el teléfono y me volví hacia Joe. — Venga, vamos a comer.

—Por mí nos podemos quedar aquí y beber algo más.

—No es mala idea —dije—. Haré que nos traigan algo.

Cuando abandonó mi despacho estaba eufórico, pero yo barruntaba que no era tanto por el licor como por el alivio que sentía. Iba a obtener dos millones y medio en acciones de Sinclair por su compañía y además le íbamos a pagar su deuda.

Nada más marcharse, me llegó la llamada de Jacob, pues ya se habían completado la serie de formalidades del préstamo.

—Solamente quiero darte las gracias.

—No es necesario —le contesté—, ahora manos a la obra, y recuperarás tus valores.

—No te preocupes; todo irá estupendamente ahora. Verdaderamente, será un feliz Año Nuevo.

En ese instante me di cuenta por primera vez de que era Noche Vieja.

 

 Ya era demasiado tarde para hacer planes. Además no me apetecía meterme en una fiesta. Estaba cansado y lo único que quería era volver al hotel y bañarme con agua muy caliente, cenar algo, y después de ver un rato la televisión, meterme en cama. Pero cometí una equivocación. No tenía que haber puesto en marcha la TV.

Esa noche, la televisión está repleta de nostalgia. Empecé a beber. A las nueve vi bajar la bola luminosa del «Times Building» a los acordes de Guy Lombardo, en la medianoche de Nueva York; y a las diez capté a Woodie Hermán, en la medianoche de Chicago. Para entonces ya casi me había terminado la botella de whisky y me derrumbé sobre la cama.

Pensé que me iba a dormir al momento, pero el whisky hacía su efecto, y yo estaba demasiado excitado para dormir. Permanecí tendido, medio inconsciente de lo que sucedía a mí alrededor, mientras el creciente alboroto de la cercana medianoche iba envolviendo el hotel.

Faltaban cinco minutos para las doce, cuando empezó a sonar el timbre de la puerta principal del bungalow; esperé cinco minutos pensando que fuera quien fuera se daría cuenta de que se había equivocado y se marcharía. Pero no fue así. El timbre siguió sonando.

Finalmente, salté de la cama y me puse la bata. Abrí la puerta con enfado, dispuesto a maldecir a quienquiera que estuviera allí.

Allí estaba ella mirándome con sus grandes y tímidos ojos.

—Tenía... tenía miedo de no llegar a tiempo —me dijo con suave voz—. ¡Feliz Año Nuevo!

Abrí los brazos y se echó en ellos.

 

Capítulo 56: CAPÍTULO 8 Capítulo 58: CAPÍTULO 10

 


Capítulos

Capitulo 1: Aquel día de la primavera pasada, por la mañana Capitulo 2: Nueva York, 1955 _ 1960 Libro primero Capitulo 3: CAPITULO 2 Capitulo 4: CAPITULO 3 Capitulo 5: CAPITULO 4 Capitulo 6: CAPÍTULO 5 Capitulo 7: CAPÍTULO 6 Capitulo 8: CAPÍTULO 7 Capitulo 9: CAPÍTULO 8 Capitulo 10: CAPÍTULO 9 Capitulo 11: CAPÍTULO 10 Capitulo 12: CAPÍTULO 11 Capitulo 13: CAPÍTULO 12 Capitulo 14: CAPÍTULO 13 Capitulo 15: CAPÍTULO 14 Capitulo 16: CAPÍTULO 15 Capitulo 17: CAPÍTULO 16 Capitulo 18: CAPÍTULO 17 Capitulo 19: Nueva York, 1955_1960 Libro segundo Capitulo 20: CAPÍTULO 2 Capitulo 21: CAPÍTULO 3 Capitulo 22: CAPÍTULO 4 Capitulo 23: CAPÍTULO 5 Capitulo 24: CAPÍTULO 6 Capitulo 25: CAPÍTULO 7 Capitulo 26: CAPÍTULO 8 Capitulo 27: CAPÍTULO 9 Capitulo 28: CAPÍTULO 10 Capitulo 29: CAPÍTULO 11 Capitulo 30: CAPÍTULO 12 Capitulo 31: CAPÍTULO 13 Capitulo 32: CAPÍTULO 14 Capitulo 33: Aquel día de la primavera pasada, por la tarde Capitulo 34: CAPÍTULO 2 Capitulo 35: CAPÍTULO 3 Capitulo 36: Hollywood 1960_1965 Libro tercero Jacob Black Capitulo 37: CAPÍTULO 2 Capitulo 38: CAPÍTULO 3 Capitulo 39: Capítulo 4 Capitulo 40: CAPÍTULO 5 Capitulo 41: CAPÍTULO 6 Capitulo 42: CAPÍTULO 7 Capitulo 43: CAPÍTULO 8 Capitulo 44: CAPÍTULO 9 Capitulo 45: CAPÍTULO 10 Capitulo 46: CAPÍTULO 11 Capitulo 47: CAPÍTULO 12 Capitulo 48: CAPÍTULO 13 Capitulo 49: Hollywood 1960_1965 Libro cuarto Edward Cullen Capitulo 50: CAPÍTULO 2 Capitulo 51: CAPÍTULO 3 Capitulo 52: CAPÍTULO 4 Capitulo 53: CAPÍTULO 5 Capitulo 54: CAPÍTULO 6 Capitulo 55: CAPÍTULO 7 Capitulo 56: CAPÍTULO 8 Capitulo 57: CAPÍTULO 9 Capitulo 58: CAPÍTULO 10 Capitulo 59: CAPÍTULO 11 Capitulo 60: CAPÍTULO 12 Capitulo 61: CAPÍTULO 13 Capitulo 62: CAPÍTULO 14 Capitulo 63: CAPÍTULO 15 Capitulo 64: CAPÍTULO 16 Capitulo 65: Aquell día de la primavera pasada, por la noche

 


 
14444665 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios