Capítulo Cincuenta
Cuando Esme, Rose y Bella entraron en el Cattleman’s, Rose gimió y trató de darse la vuelta y caminar hacia atrás.
Sentado en una de las mesas estaba Emmett y un bombón rubio. Bella y Esme la agarraron un brazo cada una y tiraron de ella hacia adelante.
—Nunca dejes que te vean correr.
Esme aconsejó.
—Camina por aquí como si fueras la dueña del lugar, tetas artificiales y todo.
Rose miró su pecho y luego miró a través de la habitación a Emmett. Con un movimiento rápido del dedo, se desabrochó los dos botones superiores de su camisa y lo colocó de tal modo que su sostén de encaje pudiera ser visto. Esme tuvo que admitir, Rose tenía un escote bastante fantástico.
Un destello malicioso apareció en los ojos de Bella. De repente la dulce e inocente Bella parecía satánica, daba miedo. Ella apretó el brazo de Rose y se quedó mirando a Esme a propósito.
—Venga, vamos allá—anunció la Bella.
— ¿Qué?—casi gritó Rose. Ella tiró del brazo hacia atrás, pero Bella la retuvo.
Entre Esme y Bella, la arrastraron por el suelo hacia la mesa de Emmett.
—Os voy a matar por esto—susurró Rose justo antes de mostrar una brillante sonrisa.
Emmett las miró y sonrió cálidamente.
—Hola, chicas.
Su compañera no estaba tan contenta de verlas.
—Hola, Emett—dijo Bella dulcemente. — ¿Has salido temprano del trabajo?
Emmett se echó a reír.
—Sí, pero no se lo digas a Charlie. Él y Jacob se encuentran todavía en un trabajo.
Su mirada parpadeó sobre Rose y luego en Eme, y entonces Esme podría jurar que vio interés en sus ojos, sobre todo cuando le dio una buena mirada al escote de Rose.
Rose sonrió, pero era una de esas sonrisas calculadas que le debería haber dicho a Esme que estaba en problemas.
—Bien, ha sido agradable verte, Emmett. Llámame y cambiaremos la fecha de tu masaje. Nos quedaríamos a charlar, pero nos dirigimos a la barra para discutir la próxima subasta de Esme—dijo Rose.
Bella tosió y Esme cerró los ojos y gimió en silencio.
— ¿Subasta? ¿Qué estás vendiendo?—preguntó Emmett.
No lo digas. No te atrevas a decirlo, Rose.
—A Ella—respondió Rose como si fuera un hecho cotidiano.
Las cejas de Emmett se dispararon, y volvió su mirada hacia Esme. Incluso la rubia tonta se mostró sorprendida.
—Bueno, esa es una subasta interesante—dijo Emmett arrastrando las palabras mientras la diversión arrastró hasta sus ojos. — ¿Está abierta a todo el mundo?
—Rose ha estado bebiendo—explicó Esme mientras le clavaba los dedos en el costado. Podía sentir a la vaca gorda temblando de risa. — Ha sido un placer verte, Emmett. Y a ti…—Ella miró sobre la rubia, que parecía irritada de que Emmett no la hubiese presentado.
—Es un placer veros también chicas—dijo Emmett. — Bella, te veré mañana.
Rose agitó sus dedos y luego echó el pelo a un lado y siguió detrás de Bella hacia la barra.
—Yo te voy a matar—siseó Esme cuando se deslizaron en los taburetes del bar.
Rose se echó a reír.
—Eso es lo que consigues por llevarme allí.
— ¿Yo? Infierno, no fue idea mía—balbuceó Esme. — Fue de tu dulce amiga aquí presente.
—Sí, bueno, se la voy a devolver tan pronto como se me ocurre una manera—dijo Rose echando una oscura mirada a Bella.
—Bien, se dio cuenta de tu escote—dijo Bella. — Aunque me gustaría pensar que quieres que él note algo más que eso.
Rose puso los ojos en blanco.
—Oh, dios, aquí vamos. Bella nos va a dar una charla de él debe quererte por ti misma, no por tus atributos. Lo cual es bueno, pero por el momento, me conformo con que se fije en mi de la manera que sea. Yo no quiero casarme con el hombre. Sólo quiero enrollarme con él un par de veces.
—Necesita un par de copas—dijo Esme, haciendo un gesto al camarero.
—Una para cada mano—dijo Rose con una sonrisa.
Bella se dio la vuelta en su taburete de la barra.
— ¿Por qué estamos aquí otra vez?
—Para que Rose se emborrache—dijo Esme.
—Y tener sexo—dijo Rose con una amplia sonrisa. — No te olvides de la parte más importante de la ecuación.
Una risa masculina sonó detrás de ellas.
—Joder—murmuró Rose cerrando los ojos.
Esme se dio la vuelta para ver Edward Masen de pie detrás de ellas, con una amplia sonrisa en su rostro.
—Interesante conversación. ¿Interrumpo?
—No. — dijo Bella.
— ¡Sí!—exclamó Rose.
Bella saltó de su taburete de la barra y de inmediato fue envuelta por los brazos de Edward. Esme y Rose intercambian miradas, poniendo los ojos en blanco, pero ambas sabían que estaban siendo unas perras celosas.
—Supongo que estarás aquí un rato—dijo Edward, la diversión seguía siendo fuerte en su voz.
Bella sonrió.
—Uh, sí, estamos en cierto modo trazado la desaparición de…—Rose alzó la mano para cortar a Bella.
—No te atrevas a decir su nombre, Bella, o juro por Dios que te ahogaré con tu propio cabello.
Edward se echó a reír.
—No sé si sentir envidia del hijo de puta o sentir pena por él.
Se inclinó para besar a Bella de nuevo.
—Te voy a dejar hablar con tus chicas. Me voy a reunir Jasper y Emmett para tomar una copa. Te veré en casa más tarde.
Sus manos se deslizaron posesivamente sobre el cuerpo de Bella mientras capturaba un último beso, y Esme miraba descaradamente. La química entre los dos era tangible.
—Creo que encontrarás a Emmett ocupado en otra cosa—dijo Rose sarcásticamente.
—Oh, ¿te refieres a su reunión con una clienta?—preguntó Edward. — Está terminando.
Rose frunció el ceño y luego miró a Bella.
— ¿Clienta? ¿La chica rubia es un cliente? ¿Por qué no sabías que era un cliente, Bella?
Bella se encogió de hombros.
—Contrariamente a la creencia popular, no sé todo lo que pasa en Swan e hijos.
— ¿Son todos vuestros clientes así… de pegajosos?—preguntó Rose a Edward.
Bella frunció el ceño y luego miró a Edward.
—Sí, ¿verdad? Tú no tienes ninguna reunión de negocios con rubias guapas, ¿verdad?
Edward se echó a reír y le tocó un mechón de los largos y castaños cabellos.
—Tú eres la única castaña para la que tengo ojos, nena. — Entonces él se inclinó para besarla una vez más. — Te veré más tarde, ¿de acuerdo?
Él se apartó, pero luego frunció el ceño ante las bebidas que el camarero había puesto frente a las mujeres.
—Te diré lo que haremos. Voy a estar aquí cerca y os llevaré a casa cuando hayáis terminado.
—Me parece muy bien—dijo Rose con un encogimiento de hombros. — Vine con Esme…
—Yo no estaba pensando en beber nada—dijo Esme mientras sonreía a Edward. — Fue amable de tu parte ofrecerte, pero puedo llevar a casa a Rose…
—Sí, pero ahora puedes beber—dijo Bella. — Estoy segura de que a Emmett y Jasper no les importaría ayudar a llevar nuestros coches a donde tengan que ir.
Esme casi se rió de lo transparente que Bella estaba siendo.
—Bueno, suena como un plan para mí—dijo Esme. — A beber, chicas…
Unas cuantas bebidas más tarde, las tres mujeres se reían, aunque por su propia vida, Esme no podía entender de qué se reían. Rose estaba haciendo una imitación de la chica rubia de Emmett que se ofrecía para darle sus masajes mientras que Bella trató en vano de conseguir que bajara la voz.
— ¿Crees que saben que estamos hablando de ellos?—preguntó Rose mientras se inclinó y señaló con el dedo pulgar por encima del hombro a donde Edward, Jasper y Emmett estaban sentados a varias mesas de distancia.
—Es probable que tengan una buena idea—dijo Esme con sequedad. — No eres exactamente la imagen de la discreción.
Rose se encogió de hombros.
—Oh, bueno, que lo jodan.
—Lo estás intentando, ¿recuerdas?—dijo Bella con una risa sofocada.
—Nunca más—anunció Rose mientras se bebía lo último de su bebida. — Si él no le gustan ya mis masajes, entonces voy a encontrar a alguien a quien le gusten.
—Seguro chica—dijo Esme.
—Oh, Esme, no mires ahora, pero Carlisle acaba de entrar—susurró Bella.
Rose se dio la vuelta en su asiento y rápidamente contuvo el aliento.
— ¿Es el señor GQ? Maldita sea, es… maravilloso. Es estupendo, Esme. Creo que podría replantear mi postura sobre la sumisión y los esclavos.
—Date la vuelta y pon la lengua en la boca—dijo Esme. — Estás babeando en mi camisa.
—Él viene hacia aquí—informó Rose mientras se giraba en su silla.
El corazón de Esme latió un poco más rápido, y miró a Bella para confirmarlo. Bella asintió con la cabeza justo antes de que ella se volviera y sonriera.
—Carlisle, vaya sorpresa verte aquí—dijo Bella mientras Caelisle se acercaba.
Finalmente Esme se volvió tranquilamente en su taburete para ver a Carlisle de pie unos metros de distancia simplemente. Llevaba vaqueros y una vez más una camiseta. Incluso vestido de manera informal, rezumaba sexualidad de manera positiva. Y confianza. Se quedó allí, como si esperara, como si no tuviera ninguna duda de que sería bien recibido.
—Vaya sorpresa—coincidió Esme. — ¿Vienes a mezclarte con nosotros los bárbaros?
Carlisle se rió entre dientes.
—Algunos de mis bárbaros favoritos pasan el tiempo aquí, pero en realidad, yo estaba buscándote. Tu asistente me dijo que te encontraría en este lugar.
—Y aquí estoy.
—No te preocupes por nosotras—murmuró Rose. — Podemos llevar nuestros cuerpos de borrachas a otra parte.
—No, en absoluto—dijo Carlisle suavemente. — ¿Puedo invitar a las damas a su próximo trago? No me di cuenta que estaría interrumpiendo la noche de las chicas.
Rose hizo un gesto a Bella para que bajara del taburete y luego Rose saltó y tomó el asiento que dejó vacante Bella.
—Toma asiento—ofreció ella a Carlisle. — Si nos vas a comprar las bebidas, lo menos que puedes hacer es estar cómodo.
—Carlisle, obviamente ya conoces a Bella, pero esta es nuestra amiga Rose Hale Stanford. Rose, este es Carlisle Cullen.
Rose le tendió la mano, y Esme en silencio oró para que Rose mantuviera la boca cerrada sobre las subastas y la esclavitud.
—Encantada de conocerte, Carlisle. He oído hablar mucho de ti.
—El placer es mío, Rose—dijo mientras le tomaba la mano en la suya. Luego se volvió hacia Esme. — ¿Te importa si me siento?
—No, en absoluto—dijo mientras señalaba el taburete. — ¿Hay algo que necesitas? No es que me importe estar viéndote aquí—se apresuró a añadir— ¿pero había algo en particular que quisieras?
—A ti—dijo simplemente.
Esme trago luego volvió a tragar de nuevo cuando el nudo en la garganta no desapareció.
—Si no tienes planes para cenar, pensé que podríamos comer juntos y discutir…
Él se quedó en silencio, pero su significado era claro.
Rose se inclinó hacia delante.
—No te preocupes por nosotras, Esme.
—Pero viniste conmigo—protestó Esme. — No te puedo dejar aquí.
—Yo estaría encantado de llevar a tu amiga a casa—dijo Carlisle. — Llamaré a alguien para que lleve tu coche a tu casa, si eso te parece bien, y luego te llevaré a casa más tarde.
Rose se echó hacia atrás y miró a Carlisle con interés y luego volvió su mirada a Esme.
—Está bien, olvidar todo lo que dije acerca de los hombres dominantes, porque me resultan muy atractivos, de repente.
Carlisle sonrió, y Bella se echó a reír.
— ¿Tienes algún problema con que Carlisle te lleve a casa, Rose?—preguntó Esme. — Tal vez no debería ir. Odio dejaros plantados chicas.
—Siempre podemos cenar en otro momento,—interrumpió Carlisle—O Bella y Rose son bienvenidas a unirse a nosotros, aunque veo a Edward con el ceño fruncido por allí, por lo que no cabe duda de que no va a estar encantado con la idea de verme saliendo de aquí no con una, sino con tres hermosas mujeres.
—Oh, me gusta—suspiró Rose. Ella parpadeó y pareció enfadarse en su estupor semi-borracho.
—Adelantaros. Edward ha prometido cuidar de llevarme a casa.
— ¿Estás segura?—preguntó Esme.
—No es ningún problema llevarte a casa—aseguró Carlisle.
Rose sonrió.
—Agradezco la oferta, pero estoy segura de que los dos tenéis un montón de cosas de que hablar. Ya sabes, como las subastas, collares de esclavos, cadenas…
Esme cerró los ojos y oró por la salvación, pero Carlisle se echó a reír.
—Vámonos—murmuró Esme. — Antes de que la mate.
|