Capítulo Diecinueve
Edward acechaba el apartamento de Jasper, tratando de controlar sus furiosas emociones. No podía ni siquiera comenzar a explicar lo que había pasado en el maldito club de sexo. Que demonio lo había poseído para que cruzara la línea con Bella no lo sabía. Todo lo que sabía era que ella había prendido fuego sus sentidos de una forma que ninguna otra mujer había logrado.
Nunca se habría imaginado que ella respondería tan ferozmente. Él había intentado enseñarle una lección. Probarle que tener su culo golpeado no era lo que ella quería. Dios sabía que ella no había respondido como se esperaba al dominante.
Él se encogió mientras recordaba cuan duro había marcado su trasero después de haber intervenido. El gimió mientras su polla se apretaba de nuevo. Había esperado que ella lo odiara, que le rogara que se detuviera, y luego habría podido decirle que sacaría su culo de ahí y no volverían nunca más.
En lugar de eso, ella reaccionó salvajemente, queriendo más. Y cuando la tocó… Jesús. Ella se corrió inmediatamente, los dulces jugos de su coño inundaron su mano. No quería pensar lo que eso implicaba.
Golpeó la puerta de Jasper, sabiendo que iba a ser insultado por interrumpir otra vez. Unos pocos minutos después, Jasper abrió la puerta, con una expresión resignada en su cara. Para sorpresa de Edward, estaba vestido.
— ¿Entonces encontraste a Bella?—demandó Jasper.
—Sí, ella está en casa—Edwa puso sus dos manos en los bolsillos. —Mira, sé que probablemente estoy interrumpiendo otra vez, pero te necesito para que vengas conmigo al maldito club de sexo, y conduzcas el auto de ella de vuelta. La traje a casa conmigo.
—No estás interrumpiendo nada—Dijo Jasper. —La mandé a casa después de que aparecieras la primera vez.
Edward alzó una ceja sorprendido.
—Imaginar a Bella en La Casa me puso en una especie de estado de ánimo asesino—Murmuró Jasper—Voy contigo…
Edward asintió y caminó de vuelta a su coche. ¿Estado de ánimo asesino? Él pensaba que ver a Bella inclinarse con el culo al aire mataría su atracción. En cambio, había encendido cada una de sus fantasías.
Jasper salió trotando unos segundos después y se deslizó en el asiento de pasajero. Edward puso marcha atrás, y partieron en silencio. No duró mucho, sin embargo.
— ¿Vas a decirme qué sucedió?
Edward miraba fijamente hacia delante, sus nudillos blancos contra el volante.
—No…
Jasper gruñó.
—Vamos, hombre. Voy a descubrirlo más adelante, de todos modos.
Edward lo miró:
—Imagino que si Bella quería que lo supieras ya te lo habría confiado…
Jasper le devolvió la mirada.
—Yo no la imagino confiándotelo a ti, señor Entro—al—lugar—y—la—llevo—a—la—salida—en—el—hombro…
Edward suspiró. Él tenía un punto aunque le doliera admitirlo.
—Mira, amigo, sólo necesito saber si hay alguien cuyo trasero tenga que patear. ¿Ella está bien?
Una parte de la irritación de Edward disminuyó con la preocupación que escuchó en la voz de Jasper.
—Ella está bien—Dijo. —Entré antes de que pasara algo real…
Jasper negó con la cabeza.
—No sé qué se le metió a esa chica. La Casa no es un lugar que yo hubiera imaginado que ella sabía que existía, mucho menos que lo visitaría…
Edward comenzaba a preguntarse cuánto sabía de ella Jasper o algún otro de los chicos de Swan, incluido Charlie. Ella era una contradicción, eso era seguro. La cara de un ángel, dulce, inocente, suave y tan femenina. Pero tenía un cuerpo que tentaba al hombre al pecado. ¿No era eso lo que todos los hombres querían? Una hermosa, recatada mujer en público y una sexi fiera en privado.
Él no iba a especular sobre lo que querían otros hombres, pero pensaba que tal escenario encajaba con él.
—Estás demasiado tranquilo, hombre—Habló Jasper. — ¿Qué diablos pasó anoche?
—No estoy del todo seguro—Respondió Edward honestamente. El silenció cayó sobre ellos otra vez. Edward atrapó a Jasper mirando hacia él de vez en cuando. Era sólo cuestión de tiempo antes que, como Charlie, Jasper comenzara de manera sutil (o no sutil) a entrometerse.
—Entonces… ¿Qué hay entre tú y Bella?—Preguntó Jasper casualmente, aunque Edward pudo oír el acento interesado en su voz.
Edward apretó los dientes y luego dejó escapar un profundo aliento.
—No hay nada entre nosotros.
—Pura mentira.
Edward la miró de reojo y frunció el ceño.
—Mira, amigo, estoy seguro de que ya has recibido el “discurso” de Charlie. Se lo da a cualquiera si se trata de Bella. No esperes escuchar uno mío. Bella es una chica grande. Charlie, bueno, la trata como si fuera de cristal. Es muy protector con ella, y lo comprendo, dada la mierda que ha pasado en su vida, pero es difícil. Mucho más difícil como para que Charlie le de crédito a ella. Mientras no me enloquece que ella esté jodiendo en un lugar como La Casa, estoy seguro de que ella es muy capaz de elegir al tipo con el que se involucra.
—Gracias por tu apoyo—Dijo Edward secamente.
Jasper gruñó.
—Sólo me preguntaba, eso es todo. Bella… bueno, ella es sexi. No encontrarás una chica mejor. Pensaría que eres un tonto si no estás atraído por ella en algún nivel…
— ¿Podemos parar con toda esta sensiblería?—murmuró Edward. —Suenas como una maldita mujer…
Jaspe se rió entre dientes.
—Hey, yo sólo quería saber si habías puesto un reclamo en Bella, porque si tú no estás interesado en ella, yo debo hacerlo…
—Sobre mi maldito cadáver—Gruñó Edward. Tan pronto como las palabras salieron de su boca, se dio cuenta que eran suyas.
Jasper se inclinó riendo, miró a Edward y comenzó a reír de nuevo.
—Vete a la mierda tú y el caballo que montas…
— ¿No amas cuando una mujer se las arregla para enredarte todo?—Dijo Jasper entre risas.
Edward cerró sus ojos, tanto como pudo mientras iban por la autopista. Esto era un maldito lío. Por lo que no estaba de humor para las bromas desagradables de Jasper.
Gracias a Dios que era viernes. El miró su reloj. O la mañana del sábado. No tendría que ver a Bella hasta el lunes. Pero incluso así, no sabía cómo diablos iba a hacer para mirarla a los ojos.
—Estoy tan jodido—Murmuró.
Al lado suyo Jasper rió entre dientes. Edward le lanzó otra dura mirada, pero Jasper lo miró inocentemente, con una sonrisa en su cara.
— ¿Seguro que no quieres decirme qué fue todo lo que paso allí?—preguntó Jasper.
—Bastardo entrometido.
—No puedes culparme por intentarlo—Dijo Jasper encogiéndose de hombros. —Supongo que es una pena que no haya elegido pasar el rato en La Casa esta noche.
—Sí, eso habría estado realmente bueno—Dijo Edward agriamente. —Estoy seguro de que Bella habría estado realmente feliz de verte allí.
Jasper sonrió malvadamente.
—No más feliz de lo que imagino que estuvo de verte a ti.
—Sólo cállate. —Masculló Edward. —Realmente déjalo, voy a tener que imaginar que Bella no tiene más ganas que yo de refrescar todo esto.
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