MI RENDICIÓN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 14/08/2013
Fecha Actualización: 07/11/2014
Finalizado: NO
Votos: 47
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Capítulos: 64

A veces el primer paso para tomar el control es rendirse.

Bajo el engañosamente suave exterior Bella Swan es una mujer que sabe exactamente lo que quiere. Un hombre fuerte que la tome sin preguntar, porque está dispuesta a darlo todo...

El policía de Dallas Edward Masen, está en una misión: encontrar el hombre que mató a su compañero y llevarlo ante la justicia. Hasta ahora, ha encontrado un vínculo entre el asesino y Bella, y si Edward ha de acercarse a ella para atrapar al asesino, que así sea.

Bella es dulce y femenina, todo lo que Edward necesita y desea en una mujer, pero sospecha que ella está jugando. De ninguna manera va a permitir que un hombre tenga la última palabra en su relación. ¿O sí?

Bella ve en Edward un hombre fuerte, dominante como ella necesita, pero él parece decidido a mantener a distancia. Entonces decide tomar el asunto en sus propias manos para demostrarle a él que no es un juego. Ella está dispuesta a entregarse al hombre correcto. A Edward le gustaría ser ese hombre. Pero la captura del asesino de su compañero tiene que ser su primera prioridad. Hasta que Bella se ve amenazada y Edward se da cuenta que va a hacer todo por protegerla.

BASADA EN SWEET SURRENDER DE MAYA BANKS

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Capítulo 42: CAPITULO 42

 

SEGUNDA PARTE

MI PERSUASIÓN

 

Durante cinco años, Esme ha dirigido Fantasy Incorporated y ha dedicado su tiempo a realizar las fantasías de sus clientes. Nunca las suyas propias. Hasta ahora…

Su deseo más secreto es entregar la propiedad de su cuerpo a un hombre. Alguien que de las órdenes, le de placer, y tenga una autoridad completa sobre ella. Así que busca a Carlisle Cullen, el propietario de un exclusivo club de sexo, y un hombre lo suficientemente fuerte para que haga con ella lo que quiera. Cualquier cosa.

Juntos viajaran en un mundo con el que ella sólo ha soñado. Le dará la oportunidad de sumergirse en una vida totalmente diferente, mientras la suya normal espera a que regrese en cuanto desee. Carlisle no tiene ningún deseo de dejarla ir, sin embargo. Esme es la mujer que ha buscado durante mucho tiempo, y hará lo que sea para convencerla de que se quede cuando el juego esté completado. Quiere que la fantasía de ella se convierta en su realidad, y que Esme sea su permanente mimada, y querida sumisa.

 

Capítulo cuarenta y dos

— ¿Sabes de alguien que cumpla fantasías sexuales?—preguntó Esme Platt.

Quedándose tranquila. Las manos que masajeaban sus tensos hombros se detuvieron. Esme abrió un ojo para echar un vistazo a Bella Swan, que estaba tendida en la camilla de al lado, y luego estiró la cabeza para mirar por encima del hombro a su masajista, Rose Hale, dueña del salón de belleza con todo incluido a dónde Esme y Bella iban una vez por semana.

—Uh, cariño, tú eres la que cumple fantasías—comentó Rose con voz seca. — ¿Y tienes que hablar sobre fantasías sexuales, mientras yo estoy dándote un masaje?

—Deja de quejarte y sigue con el masaje—se quejó Esme.

Cerró los ojos y se relajó de nuevo en la mesa. Tendría que haber pensado mejor antes de mencionar lo que ocupaba su mente últimamente. Un suspiro escapó de sus labios se tranquilizó cuando Rose comenzó a amasar sus músculos nuevamente.

—El tiempo de hablar de fantasías sexuales es cuando estoy dando un masaje a Emmett McCarty—dijo Rose en un tono de ensueño.

Bella se echó a reír al lado de Esme.

— ¿Es un cliente regular ahora?

—Si. Dos veces al mes—dijo Rose alegremente. — Aunque es un trabajo que haría de forma gratuita. Tengo que tener cuidado de no babear sobre su espalda.

— ¿No el frente?—Murmuró Esme.

Rose se echó a reír.

—Solo me permite hacerle la espalda. Lástima. Yo le pagaría por masajearle el pecho.

—Sólo el pecho, ¿eh?—Dijo Bella.

— ¿Por qué sólo la espalda?—preguntó Esme.

Las manos de Rose se sacudieron mientras se reía.

—Me parece que él se avergüenza. No quiere que vea su erección.

Sus manos se movían con más firmeza sobre la espalda de Esme, y Esme, gemía de placer.

—Bueno es suficiente acerca de mi obsesión con Emmett McCarty. Quiero saber por qué estás preguntando sobre fantasías sexuales.

—Sí, yo también—soltó Bella. — ¿Pensando en ampliar Fantasy Incorporated?

Esme se rió entre dientes.

—Uh, no. Pagar a gente para cumplir con las fantasías sexuales de otra gente se llama prostitución, ¿no?

—Entonces, ¿por qué quieres saberlo?—Rose persistió. Ella palmeó el hombro de Esme para hacerle saber que había terminado y luego se trasladó a Bella.

Esme se sentó y tomó un albornoz, se envolvió a sí misma como él y se sentó en el borde de la mesa de masaje. Ella miró por encima de Bella mientras Rose comenzó su masaje. ¿Por qué preguntar al respecto? Fue un desliz de su lengua, realizada por la frustración cada vez mayor de que el trabajo de su vida era el cumplir las fantasías de otras personas, algunas frívolas, otras la culminación de una vida de esperanzas.

Ella estaba orgullosa de su trabajo. Hacía felices a otras personas. Y tal vez por eso se sentía frustrada por su falta de satisfacción.

—Tal vez sólo necesite echar un polvo—murmuró Esme.

Una sonrisa divertida dividió los labios de Rose.

— ¿No lo necesitamos todas? Bueno, excepto Bella, aquí. Estoy segura de que Edward le da todo lo que necesita.

—Hey, sin odios—protestó Bella. — Yo no puedo hacer nada si soy irresistible.

Esme tiró una toalla de mano a la cabeza de Bella, y ella la alcanzó, la envolvió en su pelo y la tiró hacia atrás.

— ¿Cuándo te casas de todas maneras?—preguntó Esme a Bella.

—Oh, no, tu no—dijo Bella mientras entreabría los ojos mirando a Esme. — Estábamos hablando sobre la cuestión de tus fantasías sexuales.

—Sí, estábamos—dijo Rose con mordacidad.

Rose dejó escapar un suspiro exasperado.

—Sois peores que un perro con un hueso.

—Sí—dijo Rose con una sonrisa. — No tengo vida, ¿recuerdas? Tengo que vivir a través de mis clientes. Ahora suéltalo.

Esme se mordió el labio inferior y se encogió de hombros. Qué diablos. Quien no arriesga, no gana.

—Tengo bastantes... fantasías interesantes…

Rose soltó un bufido.

—Como todas.

Esme podía ver como el rubor de Bella comenzaba en sus pies y se desplazaba hasta su cuerpo. Ella sonrió.

—Al parecer Bella sí, a juzgar por el rubor.

Bella dio un chillido de mortificación y se tapó la cara.

—No estamos hablando de mí—dijo con voz apagada.

—No, pero me gustaría lo hiciéramos—murmuró Rose. — Apuesto a que ese dulce e inocente exterior esconde una mente retorcida.

—Esme. Estamos hablando de Esme—señaló Bella.

Rose se volvió a mirar a Esme.

—Así que suéltalo, cariño ¿Qué es tan interesante acerca de tus fantasías sexuales, y por qué te gustaría saber si alguien que conocemos puede cumplirlas? Como chica guapa que eres, no tendrías que ir muy lejos para encontrar cualquier número de hombres más que dispuestos a darte sus direcciones.

Esme la miro de forma sombría.

—Yo no te he dicho cuáles son mis fantasías…

—Ooohhh—exclamó Bella. — Date prisa, Rose. Esto suena como que va a ser bueno.

—Mis manos mágicas son objeto de sus fantasías dementes—preguntó Rose en un tono exageradamente indignado.

—De igual manera estás tan ansiosa como ella de escucharla—dijo Esme arrastrando las palabras.

Julie sonrió.

—Es cierto. Muy bien, Bella, todo hecho. Mejor vestiros. No tienes idea de lo que implican las fantasías de Esme, y tengo que pensar en que Edward se opondría a un trío de lesbianas…

Bella se sonrojó, y parecía que sus entrañas se estaban a punto de estallar.

Esme giró los ojos.

—Eres demasiado fácil, Bella.

—Sólo piensas que soy dulce e inocente—murmuró Bella mientras se ponía una bata.

— ¿Qué fue eso?—preguntó Rose, abalanzándose sobre la declaración Bella.

—Esme. Estamos hablando de Esme. ¿Recuerdas?

El teléfono sonó, y Rose levantó un dedo para que esperaran mientras se acercó para responder. Esme se sentó allí con los pies colgando por el lado de la mesa. En las semanas en las que ellas se habían reunido para los masajes y luego el almuerzo, se había hablado de muchos temas extravagantes, pero nunca habían incluido datos tan personales, como las más profundas y oscuras fantasías de Esme, y honestamente no estaba segura de estar preparada para exponérselas a ellas. Incluso a sus dos mejores amigas.

Pero si no era a ellas, entonces ¿a quién?

Exactamente.

Ella suspiró. Tal vez sólo tenía que olvidarse de ellas y continuar con el cumplimiento de las vacías fantasías de otras personas.

Rose volvió, con una mirada de disculpa oscureciendo su bonito rostro.

—Lo siento, chicas. No puedo almorzar con vosotras hoy. Ese era uno de mis clientes que necesitaba de un repaso general de emergencia.

—Eso está muy mal—dijo Bella con una mueca triste.

— ¿Repaso general? Eso no suena bien—comentó Esme.

Rose sonrió.

—Es culpa suya. Ella se fue a otra estilista para peinarse, y ahora se siente fatal y se arrastra de nuevo a mí.

—Como te gusta—dijo Bella y saltó de la mesa.

—Id vosotras sin mí. Pero—dijo, fijando la mirada en las dos—espero un informe completo más tarde. Y sin dejaros nada. No me obliguéis a haceros daño.

Esme puso los ojos en blanco y bajó de la mesa para vestirse.

—Confía en mí. No es tan jugoso Rose. Como si algo en mi vida asquerosamente aburrida vida lo fuera.

Rose la miró con una mirada especulativa.

—Oh, no sé, Esme. Siempre los que resultan ser aburridos tienen los secretos más impactantes…

Una vez más, un rubor rosa manchaba la cara de Bella, y Esme y Rose se echaron a reír.

—Obviamente, no hemos estado presionando a Bella lo suficiente—dijo Esme con sequedad.

—Haz que te lo diga en el almuerzo—sugirió Rose. — Entonces, me puedes llamar más tarde con los detalles más sucios.

—Oh, no va a hacer eso—dijo Bella inocentemente. — Porque entonces yo tendría que darte los detalles sucios de ella.

—Mejor que alguien me dé la primicia de por qué os estáis desviando tanto—advirtió Rose. — Voy a suspender todos los servicios hasta que lo consiga. Y tú, mi querida, debes estar preparada para hacerte la cera muy pronto.

—Mierda—se quejó Bella.

Esme entrelazó los brazos de Bella y comenzó a arrastrarla hacia el vestuario.

—Siempre podemos encontrar un nuevo salón, ya lo sabes.

Rose soltó un bufido.

—Claro, si quieres parecer, un espantapájaros…

—Ella es arrogante, ¿no?—dijo Esme en un susurro, cuando salió de la habitación.

La risa de Rose les siguió hasta el vestuario.

Esme giró a su cubículo para vestirse, y unos minutos más tarde se encontró con Bella frente, a donde Rose ya calmaba a su angustiada clienta. Mientras Esme y Bella se dirigían a la puerta, Rose captó su mirada y puso los ojos en blanco. Esme le lanzó un beso.

— ¿A dónde siempre?—preguntó Esme mientras ella y Bella iban al estacionamiento.

Bella movió la cabeza.

—Si vamos a tener una conversación sucia, no quiero ir a Cattleman’s.

Esme levantó la ceja.

— ¿Por qué no?

—Debido a que alguno de los chicos podrían estar allí—dijo Bella.

—Buen punto—murmuró Esme. Los hombres con los que trabajaba Bella, eran magníficos ejemplares todos ellos, regularmente frecuentaban Cattleman’s, un pub local y de parrilla. Lo último que quería Esme era a una audiencia. Aunque si alguno de ellos quería dar un paso adelante como voluntario para ser el hombre de sus fantasías, ella no se quejaría.

— ¿Dónde, entonces?—preguntó, cuando se detuvieron junto a sus automóviles.

— ¿Qué hay de mi piso?—sugirió Bella. —No está lejos, y podemos calentar unas pocas sobras.

Esme suspiró.

—Y hay un montón de privacidad para la jugosa conversación que vamos a tener.

Bella sonrió con picardía.

—Exactamente.

Esme siguió a Bella a su apartamento. Ella sólo había estado en casa de Bella una vez antes, justo después de que Bella se comprometiera con Edward Masen, él había trasladado la mayoría de sus cosas allí.

—Disculpa el desorden—dijo Bella mientras andaba en torno a una caja en el suelo.

— ¿De mudanza?—preguntó Esme.

La sonrisa de Bella iluminó su rostro.

—Edward y yo vamos a comprar una casa. Esperamos mudarnos en cuanto nos casemos.

—Rose está todavía mortalmente ofendida porque no vayas a tener una boda enorme en la iglesia y por no poder hacerte lucir como si fueras una famosa para la ocasión—dijo Esme que se instaló en un taburete de la barra de la cocina.

Bella hizo una mueca.

—Ni Edward ni yo estábamos locos por una gran celebración. No después de todo lo que pasó. —Su sonrisa vaciló mientras el dolor se dibujó su frente. — Charlie quería darme una boda demasiado grande para mí, pero honestamente, Edward y yo queremos estar juntos. Cuanto antes, mejor.

Esme sonrió.

—Creo que eso es fantástico Bella. Te mereces ser feliz después de todo lo que pasó.

—Basta de mí—dijo Bella brillantemente mientras comenzó a sacar contenedores fuera del refrigerador. —Estamos aquí para hablar de ti y esas fantasías desviadas tuyas.

Esme gimió.

— ¿Quién demonios dice que son desviadas?

Bella se rió entre dientes.

—Las mejores siempre lo son. Así que dámelas, ¿Esme?—La expresión de Bella se hizo más sombría mientras miraba a su amiga. — No has sido tú misma últimamente. Siempre pareces retraída, como si estuvieras descontenta con algo.

Esme puso los codos sobre el mostrador y tomó la mandíbula en su palma.

—He estado teniendo un montón de ideas.

— ¿Acerca de?

—En el hecho de que invierto mucho tiempo y esfuerzo en hacer que las fantasías de otras personas tomen vida, pero ignoro las mías. Y entonces me di cuenta de que no iba a tener el primer indicio de cómo hacerlas realidad de todos modos. Las fantasías de otras personas son tan… normales en comparación con las mías. Mi madre tendría un ataque cardíaco si ella supiera a la chica que ha criado para ser auto-suficiente, no dependiendo de un hombre para su seguridad, exitosa mujer de negocios… secretamente fantasea con ser la esclava sexual de un hombre.

Bella se ahogó y luego tosió delicadamente para ocultar su reacción.

— ¿Esclava sexual?—Chilló.

—Sí, sabía que iba a recibir una patada real—dijo Esme con tristeza.

—Uh, no. Quiero decir que justo es eso lo último que esperaba que dijeras…

—Adelante, dilo. Estoy loca como un murciélago.

Bella puso un plato de lasaña frente a Esme y luego se sentó en el taburete del bar.

—No estás locas, Esme—dijo con calma. — Pero, ¿esclava sexual? ¿Estás hablando de una noche de sexo caliente en el que juegas a ser esclavo y amo, o se trata de algo completamente distinto?

Esme sintió el calor invadiendo sus mejillas. Maldita sea. A diferencia de Bella, no se sonrojaba.

—Bueno, preferiría que fuera más que una noche, pero no nada permanente o algo así. Quiero decir, creo que me gusta. La idea me atrae, pero puede ser que lo odie también.

Bella se quedó en silencio durante un largo rato, y se removió incómoda Esme mientras comía su comida.

—Te estás preguntando dónde diablos se me ocurrió esto, ¿no?—Murmuró Esme.

—No necesitas estar a la defensiva, y no pidas disculpas por tus deseos. — La regañó Bella. — Dios, ¿no lo hacen las mujeres ya bastante? Sólo estoy tratando de averiguar qué tan grave es esto. Quiero decir que si acabas queriendo hacer realidad una fantasía, siempre se puede contratar a un... ¿Cómo se llama a un prostituto de todos modos?—Preguntó Bella con una risita.

Esme cerró los ojos.

—No voy a contratar a un gigoló maldita sea. Quiero a alguien normal a mitad de camino. Preferiblemente alguien que no lo haya hecho con la mitad de las mujeres de Houston. Y me gustaría más de una noche. No sé, quizá un mes. No voy a ser capaz de descubrir nada realmente si se trata de una sola noche.

Bella la miró pensativa.

—Conozco a alguien que podría ser capaz de ayudarte.

La boca de Esme se quedó abierta.

— ¿Tú?

Bella le sacó la lengua y frunció el ceño.

—No soy tan inocente como a Rose y a ti os gusta pensar.

Esme se rió.

—Oh, ya lo sé, novia. Siempre las dulces, y tímidas, son las que realmente son unas pervertidas.

— ¿Pervertida?—Farfulló Bella. — ¿Hace falta recordarte que es un complot para convertirte en una esclava sexual?

Esme sonrió.

—Tiene una cualidad prohibida, ¿no?—Puso un bocado de lasaña en su boca y cerró los ojos. — Eres una cocinera maravillosa, ¿sabes? Ni siquiera puedo hervir agua. Apuesto a que Edward cree que está en los cielos.

—No se casa conmigo por mis guisos—dijo Edward secamente.

—Admítelo. Eres totalmente un pájaro sucio—la convenció Esme.

Bella le dirigió una sonrisa de arrepentimiento.

—Te puedo dar el número de teléfono de Carlisle Cullen…

— ¿Carlisle Cullen? ¿Es el hombre que crees que puede convertirme en una esclava sexual?

—No él personalmente—corrigió Bella. — Pero él es dueño de una... infiernos, todavía no estoy seguro de cómo llamarlo. Sospecho que Carlisle no le gustaría que lo llamase un club de sexo.

— ¿Club de sexo?—Esme alzó una ceja y miró fijamente a Bella con sorpresa. — ¿Qué demonios estabas haciendo pasando el rato en un club de sexo?

—Fue sólo una vez—murmuró Bella.

—Es evidente que no pensabas compartirlo conmigo…

—No ha salido exactamente en la conversación—dijo Bella con una sonrisa. — De todos modos, volviendo a Carlisle. Si lo llamas y le dices lo que quieres, apuesto a que podría ayudarte. Parece que hay algo para todos en su… establecimiento.

— ¿Es seguro?—preguntó Esme dudando.

—Extremadamente. Carlisle tiene una seguridad muy dura, y examina a sus miembros muy a fondo.

— ¿Edward conoce a este tipo, Carlisle?—le preguntó Esme, más por hacer a Bella sonrojarse que por verdadera curiosidad.

En vez de sonrojarse, Bella sonrió ampliamente.

—Edward sabe todo acerca de Carlisle. Carlisle nos llevará volando a nuestra luna de miel en su jet privado.

—El negocio de club de sexo debe ser lucrativo—murmuró Esme.

—Oh, The House es algo adicional. Carlisle es un hombre de negocios. — Bella frunció el ceño. — ¿Sabes? No creo que alguna vez me haya dicho que es exactamente lo que hace.

—Oh, genial. Él será probablemente un traficante de drogas.

—No es un traficante de drogas—dijo Bella, exasperada. — Llámalo. Dile lo que quieres. Es muy fácil hablar con él.

— ¿No vas a tratar de hablar conmigo de mi locura?—Le preguntó Esme. — Tú eres mi amiga. Se supone que tienes que darme una charla para que después podamos ir a Oprah y hablar de que somos hermanas del alma.

—O podría ir a los más buscados de América después de matarte y echar tu cuerpo en el golfo—murmuró Bella.

Esme engulló más lasaña y la bajó con varios tragos de té.

—Está bien, voy a llamarlo. Siempre que no me vaya a casa y me acobarde. Se suponía que hablaríamos de esto, no que me proporcionarías el nombre de alguien que me pudiera ayudar en el camino al libertinaje.

—Los libertinos se divierten más—dijo Bella con un brillo maligno en los ojos.

—Es lo que dice la voz de la experiencia.

Bella se acercó a uno de los cajones y sacó una libreta y un bolígrafo. Cuando regresaba, ella garabateó en una hoja de papel y luego la arrancó.

Ella se deslizó por la barra hacia la Esme.

—Vete a casa y llámale.

 

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