MI RENDICIÓN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 14/08/2013
Fecha Actualización: 07/11/2014
Finalizado: NO
Votos: 47
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Capítulos: 64

A veces el primer paso para tomar el control es rendirse.

Bajo el engañosamente suave exterior Bella Swan es una mujer que sabe exactamente lo que quiere. Un hombre fuerte que la tome sin preguntar, porque está dispuesta a darlo todo...

El policía de Dallas Edward Masen, está en una misión: encontrar el hombre que mató a su compañero y llevarlo ante la justicia. Hasta ahora, ha encontrado un vínculo entre el asesino y Bella, y si Edward ha de acercarse a ella para atrapar al asesino, que así sea.

Bella es dulce y femenina, todo lo que Edward necesita y desea en una mujer, pero sospecha que ella está jugando. De ninguna manera va a permitir que un hombre tenga la última palabra en su relación. ¿O sí?

Bella ve en Edward un hombre fuerte, dominante como ella necesita, pero él parece decidido a mantener a distancia. Entonces decide tomar el asunto en sus propias manos para demostrarle a él que no es un juego. Ella está dispuesta a entregarse al hombre correcto. A Edward le gustaría ser ese hombre. Pero la captura del asesino de su compañero tiene que ser su primera prioridad. Hasta que Bella se ve amenazada y Edward se da cuenta que va a hacer todo por protegerla.

BASADA EN SWEET SURRENDER DE MAYA BANKS

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Capítulo 27: CAPÍTULO 27

Capítulo Veintisiete

 

El edificio de oficinas se parecía a la reunión mensual del equipo SWAT tan sólo una hora después. Policías, amigos de Charlie, entraron a la oficina Swan, y el zumbido de una docena de diferentes conversaciones resonó por toda la construcción. En medio del caos Jasper caminó cautelosamente, una expresión de espanto en su cara.

— ¿Qué diablos está ocurriendo?—preguntó en la puerta de la oficina de Charlie.

Cada uno de los cuatro hombres giró, con sus móviles en sus orejas. Charlie colocó el suyo de lado.

— ¿Sabes dónde está Bella?—preguntó.

Una mirada peculiar cruzó la cara de Jasper.

—Ah, ¿por qué lo preguntas? ¿Qué está pasando?

Edward se levantó y caminó hasta donde estaba Jasper.

—Si sabes dónde está, dímelo. Está en un gran peligro.

Jasper lo miró fijamente. Bajó su voz para que solamente Edward lo pudiese oír.

—Está en la casa de playa de Carlisle.

— ¿Quién diablos es Carlisle?—gruñó Edward.

—Él es el gerente de La Casa, el tipo que quedó con Bella. Probablemente lo viste cuando fue a buscarla.

—Sí, lo vi—gruñó Edward. ¿Qué diablos estaba haciendo ella con el tipo del club de sexo?

—Ella está sola—dijo Jasper como si estuviese leyendo los pensamientos de Edward.

— ¿Te importaría si los dos compartiesen con el resto de nosotros?—exigió Jacob.

—Jasper, si sabes dónde está Bella, es mejor que lo digas.

—Sé dónde está. Ahora quién me va a decir por qué nuestra oficina parece una reunión del sindicato de policías, ¿y qué tiene eso que ver con que Bella está en peligro?

Edward rápidamente le contó la historia a Jasper. Jasper frunció el ceño y miró a Edward.

—Entonces, ¿todo este tiempo estabas saltando alrededor?

Edward suspiró.

—Tenía un trabajo que hacer, tío. Eres un policía. Lo entiendes.

Una sombra apagada cruzó los ojos de Jasper.

—Sí, lo entiendo.

La conmoción en el pasillo tenía a todos ellos mirando para arriba. Pocos segundos después, Mick llegó gritando y pasando por varios policías. No se había afeitado por lo menos en una semana, y parecía como el infierno.

—Oye, Mick, ¿Qué estás haciendo aquí?—exigió Edward.

— ¿Dónde más estaría?—Dijo entrando. —Ahora dime lo que está pasando.

Edward suspiró.

—No puedo implicarme en eso, Mick, ni tú puedes. Te voy a dar la llave de mi apartamento. Puedes quedarte allí. La policía irá a notificártelo cuando la detención esté hecha.

— ¡Infierno lo que dices! ¿Y a dónde vas?

—Voy a asegurarme de que Bella permanece fuera de peligro—dijo uniformemente. —Esperamos que todo acabe rápidamente.

— ¿Te vas ahora?—preguntó Mick, incrédulo. — ¿Vas a dejar a algún pedazo de culo intimidarte de coger al asesino de tu compañero?

En un borrón, Jacob voló pasando sobre Edward y empujó a Mick contra la pared, la mano torcida en la camisa de Mick.

—Óigame, hijo de puta. Es de mi hermana de quién estás hablando. Por qué no haces lo que Edward dice y te marchas de aquí.

Charlie caminó a pasos largos y apartó a Jacob. Aunque pareciese más calmado que Jacob, sus ojos brillaban con rabia.

—Márchate, hijo mío. El Sr. Winslow y yo aquí, tendremos una pequeña conversación. Y entonces va a sacer su trasero fuera de mi oficina—Se giró hacia Edward. —Precisas comenzar a salir de aquí. Debías proteger a mi hija.

Edward comenzó a buscar en su bolso una llave para su apartamento, pero Charlie agitó la cabeza.

—Me aseguraré de que el Sr. Winslow tenga un lugar para quedarse. Tú concéntrate en tu trabajo, y nosotros haremos el nuestro. Te llamaré y avisaré como están marchando las cosas, y cuando es seguro volver para casa.

Edward asintió con la cabeza, y se giró hacia Jasper.

—Necesito que me digas dónde es.

Jasper salió delante, con Edward y cogió un bloc de papel y un bolígrafo, y anotó una dirección. Arrancó el pedazo de papel y se lo entregó a Edward.

—Sólo sigue hacia abajo por el malecón Boulevard fuera de la ciudad. No te puedes perder. En el momento que te parezca que vas a salir al otro lado del final de la isla, estarás allí.

—Gracias—dijo Edward. —Mira, mantenme informado ¿ok? Tú no estabas aquí ésta mañana, y los tipos están muy cabreados por eso. No los culpo, pero necesitan ser mantenidos atados, y Charlie está convencido de que Bella no debe saber nada de lo que está ocurriendo. Si tuviese que adivinar, él no va a estar quieto mucho tiempo.

Jasper asintió.

—Hazlo, tío. Déjame saber si necesitas cualquier cosa.

En el momento que Edward llegó a la casa de la playa, estaba cerca de ponerse el sol. Se dirigió al círculo pavimentado y estacionó fuera del paseo que llevaba hasta la puerta de enfrente. Cuando salió, miró las bolsas que había empaquetado, pero decidió esperar para llevarlas más tarde.

Subió corriendo las escaleras y golpeó la puerta. Una sensación de déja vu pasó sobre él, cuando recordó hacer exactamente lo mismo en su apartamento en aquella mañana. Esta vez, cuando ella no respondió, no perdió tiempo dejándose asegurar que todo estaba bien. Entró en la espaciosa sala y miró la decoración masculina. Definitivamente, un soltero. No tenía el toque de una mujer en nada. Se preguntó brevemente si Carlisle tenía planeado traer a Bella aquí, e hizo una mueca con el pensamiento.

Cuando su mirada se centró sobre las puertas francesas que conducían fuera de la sala, vio un brazo sobre el lado de una tumbona. La mano de Bella colgaba tocando el suelo.

Se apresuró, y cuando llegó lo suficientemente cerca, podía ver que estaba acurrucada, durmiendo. Discretamente, para no despertarla, salió, cerrando los ojos aliviado, cuando la brisa del golfo sopló sobre su cara.

Pero, al mirar la forma de Bella durmiendo, su apreciación sólo creció. Ella estaba linda. Una mano colgada en la tumbona, la otra enrollada debajo de su mentón. Su pecho subía y descendía suavemente con cada respiración, y la brisa levantó las hebras de su cabello castaño llevándolos sobre su cara.

Durante todo el camino hacia aquí, se convenció de que le diría la verdad, no importaba lo que Charlie quería.

Pero ahora que la miró, tan frágil e inocente, comprendió por qué Charlie quería protegerla.

Maldición, él quería protegerla. Envolverla en algodón y tener la seguridad de que nunca nada la lastimaría.

Sensación interna de una persona que siente ya haber pasado por una determinada experiencia del presente.

Quería ser cuidada, y ¿qué hombre no lo querría hacer? Ella era dulce, suave y delicada en todos los lugares acertados. Mientras estaba parado mirándola, se agitó y se movió incansablemente en la tumbona. Sus ojos se abrieron. Ella parpadeó cuando lo miró, y entonces sus ojos se abrieron por la sorpresa.

—Edward—preguntó, somnolienta. — ¿Qué estás haciendo aquí?

Él se inclinó y recorrió con su dedo el brazo de ella.

—Espero que no te hayas dormida aquí todo el día. Te quemarías.

—Permanecí en la sombra la mayor parte del día—murmuró. — ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo supiste donde estaba?

Levantándose se sentó en la silla y continuó mirándolo con ojos somnolientos.

—Quería hablar contigo—dijo simplemente. Su expresión era de incredulidad. —Sé que fui un idiota—dijo. —El caso es, Bella, me atrapaste con un lazo.

Se arrodilló sobre el patio de madera, recolocando su peso para aliviar el malestar en las rodillas. Ella colocó un dedo sobre sus labios suaves y él se quedó sorprendido en silencio.

—Vamos a entrar para hablar—dijo ella.

Él se levantó y extendió la mano para ayudarla. Los cabellos, despeinados por su cabeza, flotaban en la brisa, y él extendió la mano para agarrar un mechón, incapaz de resistirse a tocar los mechones de seda. Ella se giró y caminó hacia dentro, dejándolo seguirla. Él asistió al balanceo suave de sus caderas, y se imaginó entre sus muslos, las manos enrolladas en torno a sus caderas, empujando dentro de ella.

Su garganta se apretó, y tragó contra la sensación desalentadora. Cuando ella entró en la casa, se giró y lo miró por encima del hombro.

— ¿Vienes?

Edward caminó hacia delante, el nudo creciendo un poco más en su estómago, con el pensamiento de lo que estaba a punto de iniciar. Estaba continuando, no terminando, su actual decepción, y estaba mirando para iniciar una inmersión en relación a aquellas mentiras.

El aire interior más frío acariciaba sobre su cara cuando entró. Bella caminó descalza hacia la cocina y abrió la nevera.

— ¿Quieres algo de beber?—preguntó. —Hay cerveza, vino y zumo.

Él sacudió la cabeza y dijo:

—No, estoy bien.

Ella se sirvió una copa de zumo, rápidamente, caminó de vuelta para la sala donde estaba él.

—Entonces, ¿qué quieres hablar conmigo?

Él observó el temblor ligero de los labios de ella, algo que ella intentó disfrazar, levantando la copa a su boca. Estaba nerviosa. Maldición, entonces no era sólo él, pero no quería que se sintiese incómoda con él.

Extendió la mano y la colocó sobre su codo.

—Vamos a sentarnos.

Lo miró con ojos preocupados, como temiendo lo que diría. No era posible evitarlo, él se inclinó, y atrapó la parte de atrás del cuello con la mano y la empujó hacia él.

La copa de vidrio se aplastó en su estómago, entre ellos cuando capturó sus labios con los suyos. Tragó el sonido susurrante de sorprendido placer que escapó de su boca. Él probó la picante naranja en su lengua, absorbió su sabor y saboreó con cada pasada de su lengua a lo largo de la de ella.

Cuando se apartó, su mirada desenfocada reflejaba su confusión, escrita en el fondo de sus ojos. Su boca, ahora hinchada de su beso, lo tentó nuevamente. Más tarde, él se dijo a sí mismo. Él besaría cada centímetro de su piel.

La empujó hacia atrás hasta que las piernas tocaron el borde del sofá. Entonces se sentó con ella. Optó por la posición, se movió algunos pasos para atrás y comenzó a andar, incapaz de controlar la energía que fluía ansiosa a través de él.

—Cometí un error al apartarte lejos de mí—dijo.

Sus ojos verdes se agrandaron. Ella colocó la copa sobre la mesa, rápidamente, cruzó las manos en su regazo, apretando los dedos hasta que las puntas estaban blancas.

Paró de andar y miró directamente para ella.

—Quiero lo que deseas, Bella. Tú, en mi cama, en mis brazos, en mi vida.

El color surgió en su cara mientras reaccionaba a su contundente declaración.

Él fue hasta ella, arrodillado delante. Cogió sus dedos en sus manos y los levantó a sus labios.

—Yo no soy fácil, Bella. Voy a presionarte. Voy a necesitar de cosas que no tienes la seguridad de poder darme. Si hacemos esto, voy a dar todo de mí. A cambio, voy a valorar tu presente. Voy a velar por todas tus necesidades. Cuidaré de ti.

Una lenta llama comenzó a quemar en sus ojos mientras ella lo estudiaba.

— ¿Tú quieres eso?—preguntó ella con voz ronca. — ¿Tú me quieres? ¿Esto no es un juego? ¿Algún papel que crees que quiero que juegues?

Él levantó su mentón con su mano y la miró a los ojos.

—Sin juegos. Estás fuera por una semana. Como ves, también estoy fuera. Esta es la oportunidad perfecta para que nosotros exploremos esta relación.

Su mentón temblaba en su mano. Él frotó el dedo sobre los labios aterciopelados, antes de que se levantase y comenzase a andar nuevamente.

—Hay algunas cosas que necesitas comprender, Bella. Si hacemos esto, voy a estar en completo y absoluto control. No hay palabras seguras, sin escenificación, no hay libros de “Estilo de vida” para leer. Eso es una tontería. Nunca viví con ninguna regla de otra persona, y realmente, no de un bando de fanáticos del estilo de vida, que están siempre decretando lo que las personas deben o no hacer, de acuerdo con su lista de orientaciones. Si no es eso lo que esperas, entonces tienes que dejarlo ahora. Puedes olvidar cualquier cosa que hayas leído o experimentado, porque lo que voy a exigirte no tiene ninguna semejanza con lo que un montón de jugadores hacen en juegos de sexo.

Hizo una pausa para dejar que sus palabras cayeran dentro. Entonces caminó nuevamente hacia delante, una vez más, arrodillado frente a ella. Enroscó la mano en el pelo de ella, entrelazando las hebras en sus dedos mientras acariciaba su cuero cabelludo.

—Vas a ser mía. Mía. Vas a darme todo a mí y, a cambio, te voy a dar más de lo que puedes imaginar. Voy a cuidarte, el placer que quieres te lo proporcionaré.

—Uau—dijo ella después de una inestable respiración.

— ¿Eso es un sí?—Preguntó mientras acariciaba sus cabellos.

Lentamente ella deslizó sus manos hasta su pecho y cuello. Sus dedos se enroscaron en su nuca, y enterró los dedos en su pelo.

—Sí—susurró.

Él cuidadosamente retiró las manos de su pelo, rápidamente, tocó su cara con los dedos. Sopló levemente sobre su cara y apretó sus labios contra los de ella. Cuando se apartó, los dos estaban respirando pesadamente, aunque había sido un beso tranquilo. Él deslizó sus dedos sobre sus hombros y brazos, disfrutando la sensación de su piel en la suya.

—Vámonos a Galveston.  A un lugar agradable a comer. Cuando volvamos, podemos comenzar todo de nuevo, otra vez.

Ella pasó su mano sobre su boca, nerviosa y asintió.

—De acuerdo—dijo con voz ronca.

Capítulo 26: CAPÍTULO 26 Capítulo 28: CAPÍTULO 28

 


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