MI RENDICIÓN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 14/08/2013
Fecha Actualización: 07/11/2014
Finalizado: NO
Votos: 47
Comentarios: 274
Visitas: 113009
Capítulos: 64

A veces el primer paso para tomar el control es rendirse.

Bajo el engañosamente suave exterior Bella Swan es una mujer que sabe exactamente lo que quiere. Un hombre fuerte que la tome sin preguntar, porque está dispuesta a darlo todo...

El policía de Dallas Edward Masen, está en una misión: encontrar el hombre que mató a su compañero y llevarlo ante la justicia. Hasta ahora, ha encontrado un vínculo entre el asesino y Bella, y si Edward ha de acercarse a ella para atrapar al asesino, que así sea.

Bella es dulce y femenina, todo lo que Edward necesita y desea en una mujer, pero sospecha que ella está jugando. De ninguna manera va a permitir que un hombre tenga la última palabra en su relación. ¿O sí?

Bella ve en Edward un hombre fuerte, dominante como ella necesita, pero él parece decidido a mantener a distancia. Entonces decide tomar el asunto en sus propias manos para demostrarle a él que no es un juego. Ella está dispuesta a entregarse al hombre correcto. A Edward le gustaría ser ese hombre. Pero la captura del asesino de su compañero tiene que ser su primera prioridad. Hasta que Bella se ve amenazada y Edward se da cuenta que va a hacer todo por protegerla.

BASADA EN SWEET SURRENDER DE MAYA BANKS

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 43: CAPITULO 43

 

Capítulo 43

 

Esme entró en su oficina e hizo una pausa junto a la ventana para mirar sobre el horizonte de Houston. Estaba vestida con elegancia. Traje, zapatos de tacón medio. Sabía que tenía buen aspecto. Eficiente.

Con un suspiro, se volvió para estar enfrente de su escritorio. Y del teléfono. El pedazo de papel con el número de Carlisle Cullen estaba arrugado y húmedo en su mano. Lo desdobló y alisó los bordes mientras se sentaba en la silla del despacho.

No, ella no podía llamar desde su casa el día anterior. Tenía que hacerlo aquí, donde podía fingir que era sólo un negocio. Aquí en su ambiente confortable, no estaba nerviosa. No tenía que ser ella. Podía jugar a enfriarlo y fingir que estaba actuando en nombre de un cliente.

Cogió el teléfono y miró el número otra vez antes de marcarlo. Durante unos momentos tensos, escuchó varios timbrazos. En el momento que decidió que nadie iba a contestar, una voz distraída murmuró un conciso hola.

Ella tragó rápidamente.

— ¿Hablo con el Sr.Cullen?

Hubo una pausa distinta.

— ¿Quién es y cómo diablos consiguió mi número privado?

Mierda. Maldita Bella por no decirle que esta era su línea privada, que por lo visto protegía estrechamente. Había conseguido cagarla antes de que ella llegara a la parte más difícil.

—Bella Swan me dio su número—dijo con tanta calma como los latidos de su corazón permitiría.

— ¿Bella? ¿Se encuentra bien?—Exigió.

Se apresuró a asegurar.

—Está bien. Me dio su número para un… asunto comercial. Lamento haberle molestado. No me di cuenta que era un número privado.

Antes de que pudiera responder, colgó el teléfono con cuidado y se alejó de la mesa.

Mala idea. Definitivamente una mala idea.

Su pulso se aceleró, y luchó por recuperar el control de sus nervios. Ciertamente, hoy no era una mujer firme de negocios. Con una sacudida triste de su cabeza, volvió su atención a la lista de tareas para el día.

La puerta de su oficina se abrió, y alzó la vista para ver a su ayudante personal, Carrie Johnson, entraba, con una cálida sonrisa en su cara.

—Esme, acabo de recibir una llamada del Sr. Gallows. Estaba muy satisfecho por el esfuerzo que hiciste en su trabajo.

sme se recostó en su silla y le devolvió la sonrisa a Carrie.

—Oh, gracias a Dios. Era un encargo muy difícil.

Carrie trabajó para mantener una cara serie.

—No ayuda que su fantasía involucrara al principal jefe de cocina del Riganti.

—No me lo recuerdes—dijo Esme con un gemido. — Puedo haber perdido mi condición de mecenas con Carlos para siempre. Probablemente me prohíba la entrada al restaurante por esto.

—Se dé buena tinta que el personal del Riganti te adora, y que el corto empleo del Sr. Gallows allí fue completamente bien. El Sr. Gallows hizo alusión que se presentaría a una escuela culinaria en París, debido a su experiencia.

Esme suspiró.

—Ah, eso es encantador. Tan agradable cuando hay un resultado feliz. Casi la mitad del tiempo, el cliente entiende que algunos de los sueños es mejor dejarlos en el reino de la fantasía y no ser traídos nunca a la luz. La realidad es dura, lamentablemente.

La ceja de Carrie se levantó con sorpresa.

—Eso no suena a ti, Esme. ¿Hay algo que necesite saber?

—No, nada en absoluto. — Mentirosa. — No puedo ser Pollyanna todo el tiempo. Hay un cierto riesgo en lo que hacemos. Tenemos el poder de hacer que el sueño de alguien se realice, pero también lo tenemos para aplastarlo para siempre.

Carrie se encogió de hombros.

—A veces una dosis sana de realidad es necesaria. No se puede vivir en la tierra de la fantasía indefinidamente. Yo diría que has hecho a mucha gente un favor por dejarles eso claro.

Esme meneó su cabeza.

—Ese no es mi trabajo. La gente no me paga por darles un toque para despertar. Me pagan para conseguir una fantasía. Par darles algo que nadie más puede.

—Y tú lo haces muy bien.

—Tal vez.

Carrie ladeó la cabeza.

—Estás de un humor extraño, Esme. Tal vez deberías tomarte el día libre. Vuelve cuando no estés tan… malhumorada. O al menos déjame hablar a los clientes hoy.

Una sonrisa tiró de las esquinas de la boca de Esme.

—Estoy bien, Carrie. De verdad. Prometo no espantar a clientes potenciales con mi dosis de realidad. Además, hoy tenemos que perfilar los detalles para la fantasía de Michelle Tasco.

La expresión de Carrie se ablandó, y Esme sonrió satisfecha. Carrie era realmente la ayudante perfecta. Tenía un corazón de oro y compromiso infinito para hacer a la gente feliz.

—Sus padres llamaron hace unos minutos para darte las gracias—dijo Carrie en voz baja. — Esto significa todo para ellos. Creo que fue maravilloso que pudieras hacer los arreglos gratis.

Esme se movió incómoda, con las mejillas sonrojándose bajo el escrutinio de Carrie.

—Sí, bueno, esto será una buena desgravación en los impuestos.

La diversión brilló en los ojos de Carrie.

—No me puedes engañar, Esme. Eres un corazón tierno, aunque no lo admitirás.

— ¿Organizaste el viaje?—preguntó Esme con impaciencia.

Sin dejar de sonreír, Carrie dejó una carpeta sobre el escritorio de Esme.

—Todo está hecho. Solo tienes que llamar a los padres de Michelle con las fechas finales, y los días que as acordado con la línea de crucero.

—Bueno, lo haré ahora—dijo Esme. — Entonces, podemos marcar una fantasía más en nuestra lista.

—Y no te olvides el almuerzo—le dijo Carrie por encima del hombro, mientras salía de la oficina de Esme.

—Sí, mamá—refunfuñó Esme.

Echó un vistazo al archivo que Carrie había dejado caer en su escritorio. Michelle le devolvía la mirada, una niña que parecía una golfilla de la calle, que había visto demasiado horror en su joven vida. Si Esme podía hacer que sonriera, aunque fuera sólo por un corto tiempo, valía la pena cada centavo.

Cogió el teléfono y marcó a su contacto de la línea de cruceros. Unos minutos más tarde, colgó, convencida que todos los preparativos que habían hecho para el viaje de Michelle ‘de una vez en la vida’. Vaciló cuando comenzó a llamar al número de los padres de Michelle, pero luego cambió de opinión y llamó a Carrie en su lugar.

— ¿Puedes llamar a los padres de Michelle y hacerles saber que todo ha sido cuidado? Me voy a ir a almorzar.

Una risa ligera llegó por el intercomunicador.

—Gallina. Sí, los llamaré. No puedes evitarlos para siempre, Esme. Querrán darte las gracias en persona.

Esme hizo una mueca y cortó la conexión. Por este motivo tenía una asistente. Una reunión con unos padres agradecidos era más el fuerte de Carrie que de ella. Esme podría tomar decisiones, dirigir el negocio, pero Carrie tenía una afinidad natural por la gente que la hacía una mejor elección como portavoz de la compañía.

Estirando sus pies para localizar sus zapatos, que enganchó con el dedo de su pie, y luego se los puso. Después de tomar su bolso, metió su teléfono móvil y se dirigió a la puerta. Mientras caminaba por la oficina de Carrie, oyó la voz alegre de su ayudante pasar la información a los padres de Michelle.

Una sonrisa se apoderó de su boca a pesar de su intento de no involucrarse en los detalles más personales del viaje de Michelle. Entró en el aire caliente del verano y cerró los ojos cuando el sol rozó su cara.

Hacía calor y bochorno, pero le encantaba el clima de Houston. Incluso la neblina perpetua que colgaba sobre la ciudad en verano no la molestaba.

Cuando buscaba las llaves de su coche, sonó su móvil. Con un suspiro, lo buscó y miró el identificador de llamadas. Frunció el ceño cuando no reconoció el número. Podría ser un cliente.

—Esme Platt—dijo a forma de saludo mientras seguía a su coche.

—Señorita Platt, soy Carlisle Cullen.

Su voz profunda avanzó lentamente por su columna y golpeó directamente en la base de su cráneo. No había esperado oírlo hablar de nuevo.

— ¿Cómo consiguió este número?—exigió, luego se estremeció cuando se dio cuenta que sonó exactamente como él lo había hecho la primera vez que lo había llamado.

Su sonrisa llegó por la línea.

—Es mi turno para meterme. Tú número no se registró cuando me llamaste, así que tuve que rastrearte utilizando otros métodos. Usted es una dama difícil de encontrar.

—No demasiado difícil, al parecer—murmuró.

—Llamé a Bella—dijo simplemente. — Le pido perdón por mi grosería de antes. Fue algo fuera de lugar, especialmente porque usted es una amiga de alguien que me importa mucho. Ahora, ¿qué puedo hacer por usted?

Esme hizo una mueca.

— ¿No le dijo Bella?

—Por supuesto que no—dijo suavemente. — Sólo me dijo que necesitaba mi ayuda. ¿Ha almorzado ya?

Ella parpadeó por su abrupto cambio de tema.

—Uh, no, ahora estaba de camino para hacerlo, de hecho.

—Perfecto. Por qué no nos encontramos para que podamos hablar de su… problema.

Demonios. Ella respiró profundamente. Ya se había acobardado de su magnífico plan para buscar su fantasía. Era absurdo creer que pudiera llevarlo a cabo. No había contado con que él la llamaría después de que le hubiera colgado.

— ¿Señorita Platt?

—Llámeme Esme, por favor.

—Muy bien, Esme. ¿Quieres almorzar?

—Uh. — Joder. — Vera, Sr. Cullen, el motivo por el que quise dirigirme a usted no es algo de lo cual deseé discutir en público.

—Puedo garantizar que tendremos la máxima privacidad. ¿Estás en tu oficina?—le preguntó.

—Sí…

—Enviaré un chofer a recogerte. ¿Te parece en quince minutos?

—Pero, ¿cómo diablos sabes dónde está mi oficina?—protestó.

Se rió en voz baja, el sonido ronco en su oído.

—Investigación. ¿Quince minutos?

Su cabeza le daba vueltas, y se encontró diciendo.

—Esperaré en el aparcamiento.

—Me sentiría mucho mejor si esperaras dentro, donde es más seguro. Mi chofer llegará a recogerte. Espero con ilusión nuestro encuentro, Esme.

Antes de que pudiera responder, le cortó la comunicación, dejándola de pie junto a su coche, con la boca abierta. Sin embargo, se encontró entrando de nuevo al edificio y pulsó el botón del ascensor.

— ¿Vuelves tan pronto?—le preguntó Carrie cuando Esme pasó a su oficina unos minutos más tarde.

—Una cita de última hora—dijo Esme. — Un chofer llegará en un momento.

Carrie levantó sus cejas antes de mencionar.

—Suena interesante.

Esme no le hizo caso y siguió a su propia oficina. Una vez allí, se sentó en el sofá delante de su escritorio y se quitó los zapatos.

Había perdido la razón oficialmente.

Cerró los ojos. Dulce Jesús, pero, ¿cómo podría tener una conversación normal con el hombre en el tema de esclavos sexuales?

Cliente. Ella fingiría que estaba actuando en el nombre de un cliente. De esa manera no parecería tan personal, y si este tipo, Carlisle reaccionaba como si ella tuviera un par de tornillos sueltos podría encogerse de hombros, como algo de las rarezas de su línea de trabajo. Si la investigó, probablemente sospechaba que quería verle por algún cliente.

Sintiéndose ligeramente mejor sobre la auténtica estupidez de su plan y el terror que esto producía, se recostó y trató de relajarse. Varios minutos después, su intercomunicador emitió un pitido.

—Esme, el chofer de Carlisle Cullen está aquí para buscarte—dijo Carrie.

Esme se incorporó de prisa y se alisó la ropa. Poniéndose de nuevo sus zapatos y recogiendo el bolso, salió de su oficina y fue al vestíbulo.

Un hombre grande, de complexión robusta estaba de pie al lado de Carrie. Cuando vio a Esme, inclinó la cabeza en reconocimiento.

—Si usted está lista, Señorita Platt, el coche la espera.

Ella asintió con la cabeza a cambio y siguió al hombre al ascensor. Se montaron en silencio. Le sostuvo la puerta de la oficina abierta para que saliera, y luego le hizo señas hacia la calle.

Un Bentley elegante estaba aparcado en el frente, el metal brillando con el sol.

—Bonito coche—murmuró.

El chofer simplemente asintió con la cabeza y le abrió la puerta del asiento de atrás, y le hizo gestos para que entrara. Momentos después, se deslizaban entre el denso tráfico.

Ella pasó sus manos sobre el suave cuero del asiento, disfrutando la sensación flexible de tal lujo. Todavía no estaba convencida de que Carlisle Cullen no fuera un traficante de droga.

— ¿Está la temperatura a su gusto, Señorita Platt?

Ella echó un vistazo al conductor, que la miraba por el retrovisor.

—Estoy bien, gracias.

Él volvió su mirada a la calle, y ella concentró su atención en su ventanilla para mirar el espectáculo del tráfico. Finalmente, pararon en el aparcamiento de un restaurante, debajo del toldo que cubría la entrada.

Su puerta se abrió y uno de los hombros que trabajaban como guardacoches le dio la mano. Antes de que llegara a la entrada, fue saludada por el maître y rápidamente escoltada dentro.

Bien, este era el lugar que el Sr. Gallows, debería haber elegido para su fantasía del jefe de cocina principal. Parecía exclusivo y obviamente satisfacía a una clientela de muy alto nivel.

—El Sr. Cullen le recibirá aquí—le dijo el maître haciendo un gesto cuando abrió la puerta de un opulento comedor privado.

Caminó con piernas temblorosas y vio a un hombre que se levantaba de su asiento en una mesa preparada para dos. ¡Dios mío!, pero ese hombre era magnífico. Gritaba riqueza, desde la punta de sus mocasines italianos a la parte superior de su pelo cuidadosamente peinado.

—Esme—saludó cuando vino para encontrarla a mitad de camino. — Me alegro que puedas acompañarme.

Él metió su mano bajo su brazo y la dirigió a su asiento. Tuvo que hacer todo lo posible para no estar con la boca abierta cuando la acomodó en la confortable silla.

Primera regla de los negocios: Nunca dejes al oponente darse cuenta de su ventaja.

Se enderezó y se quitó el temor que le inspiraba. Bueno, tal vez no era tanto temor como un rayo enorme de pura lujuria.

Céntrate, Esme. Por el amor de Dios.

Recuperando su equilibrio, se relajó en su asiento mientras un camarero vertía el vino en su copa.

—Esperaba que te unieras conmigo para tomar una copa de vino, ya que no estás conduciendo. Espero que no fuera demasiado presuntuoso para elegir la marca o le diré al camarero que traiga otro de tu gusto.

—Está bien—dijo con facilidad. — Me encanta el vino.

—Excelente.

Hizo un gesto, una vez antes de tomar su asiento frente a ella, y el camarero trajo dos menús.

—Espero que tengas hambre—comentó Carlisle. — La comida aquí es realmente excepcional.

—La tengo, realmente—admitió. Sus nervios le habían impedido comer mucho el día anterior. — Esto es completamente innecesario, Sr. Cullen—dijo cuando barrió con su mano alrededor del cuarto. — Tengo la impresión que está bastante ocupado, y mi solicitud… carece de importancia.

—Por favor, llámame Carlisle—le dijo con una sonrisa. — Y no ha sido ningún problema en absoluto. En cuanto al asunto que deseas hablar conmigo, tal vez deberíamos hablar de ello antes de que lo rechaces tan fácilmente.

Ella tomó un sorbo de su vino mientras estudiaba el menú. Había esperado que hubiera visto su llamada como una complicación y se abrazara a su afán de dejarla atrás, pero era bastante insistente en que se relacionaban por qué ella lo había llamado. Fue lo único que pudo hacer para no soltar un gran suspiro.

—Tal vez deberíamos ordenar primero—sugirió Carlisle.

—Ya decidí, si estás listo—dijo mientras dejó a un lado su menú.

Una vez más Carlisle hizo una seña, y apareció el camarero. Esme dio su orden y miró a Carlisle sonreír con su aprobación. Un cosquilleo vertiginoso bajó por su espalda. Luego frunció el ceño. ¿Por qué demonios debería importarla si estaba de acuerdo con su elección?

—Tomaré lo mismo—dijo Carlisle cuando devolvió el menú al camarero.

El mozo cogió el suyo también, y se fue. Tan pronto como desapareció, Carlisle volvió su mirada a ella. Sus calientes ojos marrones la valoraban, mientras parpadeaban con interés. Estaba tan interesado por ella, como ella por él.

—Entonces, ¿de qué quieres hablar conmigo, Esme?

Tomó otro sorbo de vino antes de dejar su copa.

— ¿Fue muy detallada tu investigación?—le pregunto. — ¿Cuánto descubriste sobre mí antes de llamarme?

Sus labios dibujaron una media sonrisa.

—Tienes un negocio para realizar fantasías. Muy admirable. Tus clientes hablan muy bien de ti.

— ¿Cómo diablos sabrías que dicen mis clientes de mi?—le preguntó bruscamente.

—Internet es un maravilloso instrumento. Asombroso lo que aparece en una búsqueda de Google.

—No sabría—murmuró. — No tengo el hábito de buscar por mi misma a través de Google.

— ¿Qué puedo hacer por ti?—apuntó. — ¿Quizás una donación para los clientes que renuncias a cobrar?

Sus mejillas se ruborizaron con la mortificación.

— ¡No! No pido donaciones. No se trata de dinero. Yo no iba…

Carlisle sostuvo una mano para interrumpirla.

—Lo siento. No tenía ningún deseo de ofenderte. Empecemos de nuevo. ¿Por qué no me dices de que querías hablarme?

Esme enderezó sus hombros y sostuvo su coraje que decaía.

—Tengo un cliente cuya fantasía es un poco diferente a mis solicitudes habituales.

Permaneció silencioso mientras esperaba que siguiera.

—La mayor parte de mis clientes quieren una experiencia, algo en lo que han soñado, pero que sienten que nunca llevarán a cabo solos. Pienso que tal vez en este caso, es más por ignorancia, más que su incapacidad para conseguir satisfacerla.

Caarlisle asintió con la cabeza.

—Tiene sentido.

Ella suspiró.

—Su fantasía es ser poseída por un hombre.

Aparentemente no reaccionó en absoluto. Simplemente se sentó allí, mirándola, esperando más.

—Dudo en cuanto al nombre preciso para ello, pero quizás una esclava sexual se adaptaría bien—añadió en un tono bajo después de un vistazo rápido alrededor para asegurarse de que no eran escuchados por casualidad. — Esto me presenta un problema bastante único—siguió. — Obviamente no es algo que puedo conseguir para ella o pagar. No quiero un lio legal y tampoco quiero pasar el tiempo en la cárcel por contratar prostitución. Bella me habló sobre tu… The House, y me sugirió que podrías ser capaz de ayudar a buscar a alguien conveniente para esta mujer… para su fantasía.

Carlisle se frotó el mentón, pensativo.

—Ya veo.

Si había esperado que estuviera impresionado o divertido incluso, no estuvo preparada para que la tomara tan en serio.

—Cuéntame más—dijo mientras se inclinaba hacia delante en la silla. — Dices que es su fantasía. Supongo que no es una situación permanente lo que ella busca.

—Um, no. Tal vez un período de un mes. Quiere que sea el tiempo suficiente para aprovechar la experiencia totalmente y en todos sus matices, pero es puramente una fantasía.

—Y Bella pensó que yo te sería de utilidad—dijo con una sonrisa divertida.

—No tú personalmente—le dijo apresuradamente. — Mencionó a The House, y creyó que podrías conocer a alguien adecuado, que no le importara un arreglo temporal.

— ¿Y lo que este hombre recibiría a cambio de su… servicio?

—Bueno, esa es la parte difícil—dijo Esme.

Fueron interrumpidos cuando el camarero volvió con su comida. Esme se desprendió y esperó a que colocara sus platos y se marchara antes de continuar. Recogió su servilleta y la puso a través de su regazo, mientras echó una mirada de nuevo a Carlisle.

—No puedo pagarle por el sexo, obviamente. Prepararía un contrato que perfilaría los aspectos no sexuales del arreglo. Cualquier cosa más allá estaría simplemente a cargo de las partes implicadas.

—Pero el sexo será de esperar—dijo Carlisle.

—Bueno, sí, extraoficialmente, por supuesto—dijo apresuradamente.

Probó el pescado a la plancha y suspiró de satisfacción, cuando el sabor estalló en su boca.

—Tienes razón. La comida es excelente.

—Me alegro que la apruebes.

Comieron en silencio durante unos momentos antes de que le echara de nuevo una mirada, para encontrarlo mirándola.

—Entonces, ¿qué te parece?—le preguntó vacilante.

—No es una solicitud irrazonable—dijo simplemente. — Tal vez podría encontrar probablemente varios candidatos para que los examines. Hago extensas comprobaciones de los antecedentes de todos los miembros de The House, pero me gustaría, por supuesto, examinar una lista corta de hombres, incluso antes de proporcionarte la lista. Con tu permiso, obviamente.

Asintió con la cabeza.

—Querría hacer mi propia investigación de antecedentes, además de la información que me proporciones.

—Por supuesto. También pediría que me proporcionaras el nombre de tu cliente para que pueda hacer también una verificación de seguridad apropiada de ella también.

Sus ojos se abrieron ante la sorpresa.

—Si debo permitir su acceso a mis instalaciones y pedir que uno de mis miembros participe en esta complicada fantasía, tengo que asegurarme que ella es conveniente. Entiendo que la revelación de su personalidad te es incómoda, pero lo requeriría si debo ofrecer mis servicios.

No era la manera que había previsto. No es como si ella fuera capaz de guardarlo en secreto para siempre, pero seguramente no había necesidad de revelar su personalidad si ningún candidato conveniente era encontrado.

Anímate y deja de ser tan cobarde.

Claramente necesitaba un nuevo discurso motivacional porque como fuente de inspiración, no era terriblemente eficaz.

—Voy… a hablarlo con mi cliente y te enviaré la información por correo electrónico esta tarde—se cubrió.

—Un esquema de que es lo que exactamente quiere también sería útil. Lo necesitaría para ser tan específico como fuera posible de modo que la desilusión no fuera encontrada a ambos lados.

Esme asintió con la cabeza.

—Estoy de acuerdo.

Miró hacia arriba y clavó su mirada en la de Carlisle. Realmente era guapo. Parecía arrogante, pero no desagradable. Seguro. Con confianza. Cómodo en su piel.

Un poder sutil lo rodeaba como un aura, y ella brevemente se permitió caer en la fantasía de cómo sería pertenecerle. Ser poseída por él.

Sólo la palabra hizo que un escalofrío le recorriera la espalda hacia arriba. Su ingle se tensó, y su clítoris zumbó y latió hasta que tuvo que moverse en su asiento para aliviar la tensión.

Sus dedos tocaron distraídamente su copa, y miró con fascinación como deslizaba uno suavemente sobre la superficie. Tenía unas manos hermosas. Dedos largos y delgados. ¿Cómo se sentirían en su piel?

— ¿No está la comida a tu gusto?

Ella parpadeó y sacudió la cabeza antes de mirar a su plato a medio comer.

—No—dijo de prisa. — Es excelente. Lo siento, estaba perdida en mis pensamientos.

Comieron el resto de sus platos en un silencio relativo, sólo rompiéndolo de vez en cuando para charla ociosa.

Cuando terminó el último bocado, miró su reloj e hizo una mueca.

—El almuerzo ha sido maravilloso, pero me tengo que ir.

Carlisle se levantó y asintió con la cabeza hacia uno de los camareros.

—Haré traer el coche de nuevo inmediatamente. ¿Puedo acompañarte?

Ella se puso de pie cuando le ofreció su brazo, y se rió ante su galantería.

—Tu madre debe de estar orgullosa—le dijo mientras caminaban hacia la puerta.

—Bueno, lo está, pero, ¿por qué dices eso?—le preguntó en un tono divertido.

—Tienes unos modales impecables.

Se echó a reír.

—Mi madre no tendría ningún reparo en reprenderme y golpearme si alguna vez olvidara mis modales, sobre todo alrededor de una dama. Ella es una belleza sureña de las puntas de los dedos de sus pies a la parte superior de su cabeza.

Cuando alcanzaron la entrada, el maître les abrió la puerta, y Esme vio al Bentley aparcado a unos metros de distancia. Carlisle caminó y llegó a la puerta, abriéndola antes de ayudarla a sentar en el asiento trasero. Se inclinó, su mano sujetando la parte superior de la puerta.

—Ha sido un placer, Esme. Espero con interés tener noticias tuyas.

Ella sonrió cuando se retiró y le ofreció un pequeño saludo, cuando el coche comenzó a moverse. Se quedó mirándola durante un buen rato antes de meter sus manos en sus bolsillos y regresar al restaurante.

Pequeñas burbujas nerviosas aparecieron en su vientre, y ella se dejó caer contra el asiento como un globo desinflado.

No fue tan malo. No fue tan malo.

Había sobrevivido, y le había hecho sorprendentemente fácil hablar con él. Cuando se dirigieron de nuevo a su oficina, un pensamiento se le ocurrió. Carlisle era el dueño de The House, un establecimiento que satisfacía fantasías sexuales, lo cual planteaba una cuestión: ¿Cuál era la suya?

Capítulo 42: CAPITULO 42 Capítulo 44: CAPITULO 44

 


Capítulos

Capitulo 1: CAPÍTULO 1 Capitulo 2: CAPÍTULO 2 Capitulo 3: CAPÍTULO 3 Capitulo 4: CAPÍTULO 4 Capitulo 5: CAPÍTULO 5 Capitulo 6: CAPÍTULO 6 Capitulo 7: CAPÍTULO 7 Capitulo 8: CAPÍTULO 8 Capitulo 9: CAPÍTULO 9 Capitulo 10: CAPÍTULO 10 Capitulo 11: CAPÍTULO 11 Capitulo 12: CAPÍTULO 12 Capitulo 13: CAPÍTULO 13 Capitulo 14: CAPÍTULO 14 Capitulo 15: CAPÍTULO 15 Capitulo 16: CAPÍTULO 16 Capitulo 17: CAPÍTULO 17 Capitulo 18: CAPÍTULO 18 Capitulo 19: CAPÍTULO 19 Capitulo 20: CAPÍTULO 20 Capitulo 21: CAPÍTULO 21 Capitulo 22: CAPÍTULO 22 Capitulo 23: CAPÍTULO 23 Capitulo 24: CAPÍTULO 24 Capitulo 25: CAPÍTULO 25 Capitulo 26: CAPÍTULO 26 Capitulo 27: CAPÍTULO 27 Capitulo 28: CAPÍTULO 28 Capitulo 29: CAPÍTULO 29 Capitulo 30: CAPÍTULO 30 Capitulo 31: CAPÍTULO 31 Capitulo 32: CAPÍTULO 32 Capitulo 33: CAPÍTULO 33 Capitulo 34: CAPÍTULO 34 Capitulo 35: CAPÍTULO 35 Capitulo 36: CAPÍTULO 36 Capitulo 37: CAPÍTULO 37 Capitulo 38: CAPÍTULO 38 Capitulo 39: CAPÍTULO 39 Capitulo 40: CAPÍTULO 40 Capitulo 41: CAPÍTULO 41 Capitulo 42: CAPITULO 42 Capitulo 43: CAPITULO 43 Capitulo 44: CAPITULO 44 Capitulo 45: CAPITULO 45 Capitulo 46: CAPITULO 46 Capitulo 47: CAPITULO 47 Capitulo 48: CAPITULO 48 Capitulo 49: CAPITULO 49 Capitulo 50: CAPITULO 50 Capitulo 51: CAPITULO 51 Capitulo 52: CAPITULO 52 Capitulo 53: CAPITULO 53 Capitulo 54: CAPITULO 54 Capitulo 55: CAPITULO 55 Capitulo 56: CAPITULO 56 Capitulo 57: CAPITULO 57 Capitulo 58: CAPÍTULO 58 Capitulo 59: CAPÍTULO 59 Capitulo 60: CAPÍTULO 60 Capitulo 61: CAPÍTULO 61 Capitulo 62: CAPÍTULO 62 Capitulo 63: CAPITULO 63 Capitulo 64: CAPÍTULO 64

 


 
14440345 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10758 usuarios