Capítulo Veintidós
Ella había pensado sobre ello toda la noche. En realidad se le había ocurrido mientras que se sentaba en el spa esperando a Emmett, y una vez que la idea se había presentado por sí misma, no había sido capaz de arrancarla de su cabeza. La había desmenuzado en detalles exactos junto con asegurarse suficientemente que tenía que funcionar. Era perfecto.
Así que ella se había sentado, otro día, esperando a que todos se fueran de la oficina para que ella pudiera tomar a hurtadillas la llave de sobra de Charlie del apartamento de Edward.
Por supuesto, Jacob había ido a recoger a un cliente invitado a la cita en la sala principal de conferencias. Ella miró a su reloj, sabiendo que ella tenía un tiempo limitado si iba a meterse en el apartamento de Edward antes de que él terminase en su lugar de trabajo actual.
Ella soltó un gran suspiro de alivio cuando escuchó el murmullo de voces en el pasillo del vestíbulo. Unos segundos después, Jacob y los tres clientes con los que él había quedado salían de su oficina. Ella se sentó inquieta en su silla hasta que escuchó a Jacob regresar.
—Hey—dijo él asomando su cabeza por la puerta. —No tenías por qué haberte quedado.
Ella sonrió brillantemente.
—Oh, no hay problema. Tenía unas pocas cosas por terminar. Tengo planeado irme en unos pocos minutos…
— ¿Quieres que espere?—se ofreció.
Ella le hizo señas para que se fuera.
—No, vete yendo. Emmett y Jasper te están esperando en Cattleman’s.
—Entonces te veo mañana—dijo antes de que irse.
Ella esperó hasta que estuvo segura de que él se había ido y entonces se dio prisa de volver a la oficina de Charlie. Ella buscó a tientas a través de la mesa de dibujo donde él guardaba las llaves de repuesto hasta que dio con la única que estaba marcada con el número del apartamento de Edward. Triunfalmente, ella la tomó y volvió a su oficina para recoger su bolso. Ella sacó su móvil y mientras salía marcó el número de Jasper.
—Hey, cosa dulce—dijo Jasper cuando contestó al teléfono.
— ¿Estás con Emmett?—preguntó ella.
—Yeah, ¿Por qué?
—No le dejes saber que soy yo con quien estás hablando—se dio prisa en decir.
Él hizo una pausa. Su tono se volvió serio.
— ¿Qué está pasando?
—Necesito un favor—dijo ella. —Un favor de no—hacer—preguntas.
—Uh, ok
— ¿Puedes dejar a Emmett y encontrarte conmigo en el apartamento de Edward ahora mismo?
—Estaré ahí—dijo él.
Ella suspiró en alivio.
—Gracias. Te veo pronto.
Cerró su móvil, agradecida de que él hiciera lo que le pedía sin hacer preguntas. No es que él no tuviera numerosas cuando él la vio, pero al menos no las había dicho delante de Emmett.
Ella condujo directo a casa y aparcó en su plaza. Echó una ojeada cautelosa a la plaza de aparcamiento vacía y esperaba que él estuviera entretenido en el trabajo por otra hora y media como se suponía.
Se sentó en su coche, tamborileando sus dedos en el volante hasta que vio a Jasper entrar y aparcar a unas plazas. Con la llave de Edward en mano, ella salió y se dio prisa para encontrarse con Jasper.
—Hey, nena. ¿Qué es lo que pasa?—preguntó él mientras que ella se aproximaba. Su ceja estaba levantada por la preocupación. Ella agarró su mano y le empujó hacia la puerta de Edward.
—Te lo diré cuando estemos dentro del apartamento.
—Oooh, romper y entrar. Tú sabes cómo pasarlo bien, chica.
Ella se rió. El loco. Ella sostuvo la llave cuando llegaron a la puerta.
—No es romper y entrar si tienes la llave.
—Furtivo. Mucho mejor.
Ella colocó la correa de su bolso sobre su hombro mientras que insertaba la llave en la cerradura. Segundos después, ella y Jasper se deslizaron hacia el oscuro interior, y Jasper cerró y puso el pestillo de la puerta detrás de ellos.
—Ok, cara de muñeca, estamos dentro. Ahora ¿Me vas a decir por lo que me estoy jugando una habitación en prisión?
Ella tragó nerviosamente y jugueteó con la correa del bolsillo.
—Quiero que tú… me ates a la cama de Edward. Desnuda—Ella se tensaba, esperando a la respuesta de Jasper. Ella no tuvo que esperar mucho.
Su mandíbula se desencajó.
—Whoa. Espera un segundo. ¿Tú quieres qué?
—Ya me has oído—ella murmuró.
—Ooh chico—Él pasó su mano a través de su pelo hacia su frente y lo puso de vuelta hasta que sus dedos estuvieron clavados profundamente en su pelo rebelde. —Bell, cariño, ¿estás segura de que sabes lo que estás haciendo?
Ella comprobó su reloj mientras que el pánico subía por su columna.
—Mira, Jasper, ¿Puedes jugar a psiquiatra de butaca mientras me atas a la cama? Me estoy quedando sin tiempo. Él va a llegar a casa pronto, y preferiría que él no te encontrara aquí.
—Eso nos convierte en dos—murmuró Jasper. Él suspiró. —Adelante.
Ella dejó atrás el vestíbulo y se paró ante la puerta abierta de su habitación. Mientras ella miraba dentro, estaba aliviada de que la cama fuera el mismo modelo que la suya. Ella había estado contando con la esperanza de que Charlie tuviera amueblado de forma parecida todos los apartamentos. Si Edward no hubiera tenido postes en la cama, ella tendría que haber hecho algo importante para improvisar.
Ella movió a Jasper adentro y se volvió para darle la cara.
—Sé que esto es extraño, pero no podía pedírselo a Emmett. Él algo así como un hermano, ya sabes, como Jacob. Pero tú… tú al menos me miras como una mujer no como un tipo de hermana pequeña.
Él arqueó una ceja.
Ella le dio una mirada de “oh por favor”.
—Te he visto mirándome el trasero—dijo ella. —Es bueno saber que al menos uno de mis amigos me encuentra, o al menos a mí culo, atractivo.
Él se rió.
—Bueno. Supongo que la recompensa de esta aventura es verte desnuda. Y puedo al menos tachar una fantasía de mi lista.
Ella soltó una risita mientras que se quitaba de su hombro su bolso y buscaba la soga que ella había comprado la noche anterior. Confiaba en Jasper, y él la desenroscó mientras que ella empezaba a quitarse la ropa.
—Sabes. —dijo él. —Si lo que quieres es conseguir la atención de este chico, lo que asumo que es la razón detrás de esto, puedo pensar en medidas menos drásticas que atarte a su cama.
Sus manos hicieron una pausa mientras alcanzaba el cierre de su sujetador.
—Aquí, permíteme. —él se ofreció.
Sus dedos acariciaron a través de su espalda mientras que desabrochaba los aros, y ella sostuvo las copas sobre sus pechos con su brazo. Ella se dirigió hacia la cama, aún vestida con su ropa interior.
—Dime algo, Jasper. Si tú entraras en tu habitación y encontraras una mujer desnuda atada a tu cama, ¿qué pensarías?
— ¿Que he sido un muy buen chico en la vida pasada?
Ella sacudió su cabeza.
—La cuestión es, una mujer atada, desnuda, ofreciéndose a un hombre, es una clara señal. Ella está para que él haga lo que quiera. Él tiene el control.
Sus ojos conectaron por un largo momento, y ella vio un destello de excitación, un chispa de pura, masculinidad primitiva. Sí, él entendía lo que ella estaba hablando.
— ¿Qué pasó en La Casa, Bella?—preguntó suavemente. — ¿Qué fuiste a buscar allí?
Ella se estremeció ante la intensidad de su mirada. Entonces ella se subió a la cama, permitiendo que su sujetador cayera al suelo. Sintió su mirada en ella, y se sintió extraña y vulnerable. Tomando una respiración profunda, ella alcanzó sus bragas y se las deslizó hacia abajo en sus piernas.
Ella alzó la mirada para ver que Jasper estaba supervisándola, la cuerda en sus manos. Había un extraño fuego en sus ojos, como si él la estuviera viendo por primera vez.
— ¿Qué pasó en La Casa?—repitió él.
La orden fue fuerte en su voz. Ésta evocó una sensación embriagadora, y consciencia picó sobre su piel.
—Fui en busca de algo. —ella susurró. —Algo que quería. Encontré a Edward.
Jasper tomó una de sus manos y puso su brazo por encima de su cabeza. Él pasó la cuerda alrededor de su muñeca y la ató al poste de la cama.
— ¿Y qué es lo que quieres?
Su voz, suave primaria, se deslizó sobre su cuerpo, apartando la extraña vulnerabilidad y por el contrario dejando una ligera excitación.
Ella se humedeció sus labios mientras que él caminaba alrededor de la cama para coger su otro brazo.
—Estoy esperando. —dijo mientras que aseguraba su otra mano.
—Control. —simplemente dijo ella. —La dominancia de un hombre.
Ella escuchó a Jasper tomar aire. En silencio, él deslizó su mano hacia abajo por su pierna hasta que rodeó una longitud de cuerda alrededor de su tobillo.
—Me sorprendes, Bella—dijo finalmente cuando se movió hacia la otra pierna.
Él empujó con cuidado hasta que sus piernas estuvieron separadas completamente. Su coño estaba expuesto, y ella cerró sus ojos por la vergüenza. Él vería lo excitada que estaba.
—Bella, mírame—ordenó.
Ella abrió sus ojos mientras que él se paseaba hacia al lado de la cama. Ella pudo ver el bulto contra sus vaqueros. Dedos, ligeros como una pluma, revolotearon sobre su vientre y entonces arriba hacia sus pechos.
Su toque la abandonó por un momento antes de que la ahuecara en suave montículo en su palma y recorriera con su dedo gordo a través de su rígido pezón. Ella se estremeció y arqueó su cuerpo. ¿Qué demonios estaba mal en ella?
—No tenía ni idea de que quisieses un hombre dominante. —él murmuró. —Un hombre se volvería loco por tener tal dulce sumisión.
Ella le miró impotente, confundida, excitada y curiosa sobre la promesa que veía reflejada en sus ojos oscuros.
Él se inclinó, apoyándose sobre ella hasta que su boca se sostuvo sobre su vientre. Entonces él presionó sus labios sobre su ombligo y recorrió con su legua eróticamente alrededor de la superficial hendidura.
Escalofríos recorrían hacia arriba por su cuerpo hasta que llegaron con su cuello.
—No tienes que estar aquí—dijo él.
Él dejó su mano que vagar bajo su abdomen, bajo su pelvis hasta que las puntas de sus dedos acariciaron contra el nido de rizos entre sus piernas.
—Puedes venir a casa conmigo. Puedo darte lo que quieres, Bella.
Sus dedos se deslizaron en su humedad, y ella gritó mientras que una sacudida de sorprendente placer hacía eco a través de su ingle.
Este hombre no era él. Jasper la quería, parecía entender lo que ella quería. Y a través de su mente estaba confundida, su cuerpo no parecía en tener ninguna reserva sobre aceptar la oferta de Jasper.
Pero Edward volvió a su mente. Más que sólo un nivel sexual. Si sólo fuera sobre sexo. Entonces sí, ella podría olvidar su loco plan e ir a casa con Jasper ahora mismo. Pero era más que eso.
Ella se sentía atraída a Edward en un nivel emocional que ella apenas entendía.
El dedo de Jasper rodó vagamente alrededor de su clítoris. Se sentía bien. Su cuerpo respondía, pero ella no podía aceptar sólo por la liberación física que pudiera encontrar.
—No puedo—ella susurró. —Quizás Edward me eche a patadas de su apartamento. Quizás él no querrá lo que estoy ofreciendo, y quizás él no pueda darme lo que yo necesito. Pero tengo que saberlo.
Jasper retorció y apretó su pezón en su boca mientras que su dedo encontraba su dulce lugar. Ella se iba a correr. Ella sacudió sus caderas, queriendo, necesitando liberación, intentando evitarla, con los nervios de tensión.
Justo cuando ella se acerca a estallar, él se apartó, dejándola dolorida por la necesidad. Entonces él movió sus labios a los suyos y la besó suavemente.
—Si él te echa de este apartamento, es un maldito idiota…
Él tocó su mejilla con su dedo mientras que ella intentaba controlar su errática respiración.
—Espero que encuentres lo que quieres—dijo él. —Pero si no, sabes dónde encontrarme…
Sin una mirada atrás, él salió de la habitación.
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