MI RENDICIÓN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 14/08/2013
Fecha Actualización: 07/11/2014
Finalizado: NO
Votos: 47
Comentarios: 274
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Capítulos: 64

A veces el primer paso para tomar el control es rendirse.

Bajo el engañosamente suave exterior Bella Swan es una mujer que sabe exactamente lo que quiere. Un hombre fuerte que la tome sin preguntar, porque está dispuesta a darlo todo...

El policía de Dallas Edward Masen, está en una misión: encontrar el hombre que mató a su compañero y llevarlo ante la justicia. Hasta ahora, ha encontrado un vínculo entre el asesino y Bella, y si Edward ha de acercarse a ella para atrapar al asesino, que así sea.

Bella es dulce y femenina, todo lo que Edward necesita y desea en una mujer, pero sospecha que ella está jugando. De ninguna manera va a permitir que un hombre tenga la última palabra en su relación. ¿O sí?

Bella ve en Edward un hombre fuerte, dominante como ella necesita, pero él parece decidido a mantener a distancia. Entonces decide tomar el asunto en sus propias manos para demostrarle a él que no es un juego. Ella está dispuesta a entregarse al hombre correcto. A Edward le gustaría ser ese hombre. Pero la captura del asesino de su compañero tiene que ser su primera prioridad. Hasta que Bella se ve amenazada y Edward se da cuenta que va a hacer todo por protegerla.

BASADA EN SWEET SURRENDER DE MAYA BANKS

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Capítulo 4: CAPÍTULO 4

 

Capítulo Cuatro

 

—Hola, muñequita—dijo Jasper Hale mientras doblaba en la esquina en la oficina de Bella.

Ella sonrió mientras colgaba el teléfono.

—Hola.

Él se dejó caer en la silla frente a su escritorio, sus largas piernas extendidas frente a él. Arqueo sus caderas, buscó en su bolsillo antes de sacar un paquete arrugado de cigarrillos. Segundos más tarde, él empujó uno de los extremos del cigarrillo en la boca y encendió el mechero.

Ella emitió un suspiro justo cuando él inhalaba, como un hombre sacando su último aliento.

—Jasper, ¿qué te he dicho acerca de fumar en mi oficina?

Él le dedicó una sonrisa sexy y exhaló una larga columna de humo.

—Vamos, Bella. Tú sabes que estoy tratando de dejar de fumar. Solo un par de días. Charlie me lo hace imposible, por lo que no puedo fumar a su alrededor más. Tú eres mi único refugio seguro.

Ella puso los ojos en blanco.

—Así que porque soy una blandengue, tengo que morir por inhalación de humo de segunda mano.

Rebuscó en el cajón uno de los ceniceros antiguos de plástico que tenía a mano y lo empujó encima de la mesa a él.

—Por lo menos usa esto para no tener cenizas por todas partes.

Él le sonrió y lanzó un beso al llegar el cenicero. Ella sacudió la cabeza. Debería ser un pecado para un hombre ser tan condenadamente sexy. Jasper era un hombre que claramente no estaba acostumbrado a que le dijeran que hacer sobre nada, y con buena razón. ¿Qué mujer podría mantenerse firme en contra de su encanto perverso?

—Eres la mejor.

Dio un golpe al cigarrillo contra el cenicero y miró de nuevo hacia ella, sus cálidos ojos castaños inquisitivos. Todavía sosteniendo su cigarrillo entre los dedos, él alcanzo y metió su cabello rebelde detrás de la oreja. Su pendiente de diamante brillaba cuando fue expuesto a la vista.

Un mechón de pelo, molesto por su impaciente empujón, cayó hacia adelante sobre su frente. Metió la mano libre por el pelo sobre la frente, tirando con fuerza contra su cabeza en un movimiento hacia atrás. Cuando lo dejó ir, dejó caer rizos sueltos sobre su cabeza una vez más. Ella le sonrió a la imagen desaliñada que él presentó. De alguna manera hizo que funcionara. Desordenado era sexy cuando se trataba de él.

— ¿Qué se puso en marcha en la actualidad? ¿Has conocido a Edward Masen ya?

Maldijo a la oleada de calor que inundó sus mejillas y esperaba como el infierno que su piel blanca, tan propensa a ruborizarse, no la acabara de delatar.

—Sí, lo conocí ayer. Le mostré su oficina.

— ¿Y?

— ¿Y qué?—preguntó, arqueándole una ceja.

— ¿Qué te parece?

—Uh, no creo nada. Parece agradable. Tranquilo. Tal vez un poco melancólico. Él debe encajar bien por aquí. Él y Jacob podrían ser buenos amigos, de los de para siempre.

Jasper se echó a reír.

—Justo lo que necesitamos. Un hijo de puta más inquietante.

—Bueno, alguien tiene que equilibrar las cosas. Tú y Emmett le han dado al pobre de Jacob tanta mierda.

—Bueno demonios, alguien tiene que hacerlo. Nadie debe ser tan serio.

Bella esbozó una pequeña sonrisa. Finalmente empezó a reír y levantó una mano para cubrir su boca.

—Está bien, entonces es un poco tenso.

Jasper apagó su cigarrillo.

— ¿Un poco? Tú podrías rebotar una moneda en su culo.

— ¿Del culo de quién estamos hablando?—preguntó Emmett mientras se dirigía tranquilamente hacia dentro.

—Uh, bueno, Jasper parece haber desarrollado un fetiche por el culo de Jacob—dijo Bella inocentemente.

Jasper le mostró el dedo medio[1].

—Jesús, hombre, ¿has estado fumando otra vez?—preguntó Emmett mientras arrugaba la nariz. —Huele como un maldito bar aquí.

Bella dejó escapar un suspiro de exasperación y alcanzó en el cajón el ambientador. Ambos hombres tosieron mientras rociaba una nube de spray con aroma floral.

—Me gustaría que ustedes dejaran de joderme—se quejó Jasper. —Estoy haciendo mi mejor esfuerzo.

—Sí, lo haces—dijo Bella lealmente. —Pero en el futuro, me gustaría que lo hicieras mejor fuera de mi oficina.

Emmett se rió entre dientes y metió las manos en los bolsillos. Su pelo enmarañado, de color marrón claro rizado hacia el exterior sobre las orejas se volcaba rebelde en el cuello. Una perilla enmarcaba su boca y barbilla. La cual necesitaba de un buen corte. Ojos verdes, llenos de alegría, descansaban debajo de un conjunto de ridículamente largas pestañas. Pestañas que Bella mataría por tener. No era justo que esos magníficos ojos se desperdiciaran en un hombre.

— ¿Cuándo vas a cortarte el pelo?—preguntó. Jasper se rió.

Emmett se pasó una mano por el pelo y la miró con sorpresa.

— ¿Qué le pasa a mi cabello? Tú no molestas a Jasper acerca de cortarse el pelo, y el suyo es más largo que el mío.

—Debido a que se ve bien con el pelo largo. Tú no.

—Ouch—refunfuñó, disparo una mirada resentida a Jasper.

Ella sacudió la cabeza.

—Juro que ustedes dos necesitan una mujer para mantenerlos en línea. Y me gustaría que se dieran prisa y encontraran una, entonces podría dejar de cuidar sus culos.

—O podrías ser voluntaria para el trabajo a tiempo completo—dijo Jasper, disparándole otra mirada sexy. ¡Maldito sea el hombre!

—No creo que John te vaya a agradecer que le hagas proposiciones a su mujer—dijo Emmett secamente. Bella se tensó por un minuto y se recostó en su silla. —Uh, acerca de John.

Dos juegos de miradas curiosas se enfocaron intensamente en ella.

— ¿Hay algo mal, Bella?—preguntó Jasper. Todas las burlas habían caído de su voz, y ahora se inclinó hacia delante, su rostro dibujado en la seriedad total y absoluta.

Ella había olvidado lo protectores que ellos podrían ser. Ese era el trabajo habitual de Jacob. Tanto que a Jasper y Emmett les gustaba bromear, ellos velaban por ella como un halcón.

—No, no pasa nada—dijo, inyectando la cantidad adecuada de ligereza en su voz. —Es sólo que John y yo no nos veremos nunca más.

Emmett levantó las cejas en una muda pregunta.

—Relájense. Fue mi decisión—dijo. —Simplemente no estaba funcionando. Y no van a interrogarlo a él.

Otro rubor se abrió camino hasta su cuello. Lo último que quería era que John compartiera las razones de su ruptura con Jasper y Emmett.

—Y por el amor de Dios, no le cuenten a Jacob—murmuró.

Ambos estallaron a carcajadas.

—Tenemos que llegar a un acuerdo—dijo Jasper, con un brillo de maldad en sus ojos. —No voy a delatarte si no me delatas por fumar.

Ella dejó escapar el aliento con disgusto.

—Eres un manipulador.

Él sonrió.

—Pero tú me quieres.

Ella sonrió. Ella no lo podía evitar.

—Sí, Te quiero. Ahora sal de mi oficina. Tengo trabajo por hacer. Y ustedes también payasos. —Ella revisó su reloj. —Charlie va a tener un infarto si se entera de que están aquí y no fuera en el trabajo.

El teléfono sonó, y su estómago se cayó. Ella se inclinó para levantar el auricular, pero dudó, dispuesta a disminuir el enfermo nerviosismo. Cuando se dio cuenta de Jasper y Emmett la miraban con recelo, ella trago y tiró del teléfono.

—Swan…

La grave voz de Charlie disparó a través de la línea.

—Bella, dile a esos dos idiotas que saquen sus culos fuera de tu oficina y vayan a hacer el trabajo que se supone deberían estar haciendo.

Ella se echó a reír, su alivio fue casi abrumador.

—Buenos días a ti también.

Se rió en su oído.

—Buenos días. ¿Las cosas van bien en la oficina?

—Por supuesto. ¿Vas a estar para el almuerzo?

Suspiró arrepentido.

—No, Jacob, Edward  y yo tomaremos algo fuera. Este sistema de seguridad está actuando todo torcido, así que creo que vamos a estar aquí un rato.

—Está bien, Charlie, te veré cuando te vea entonces.

Ellos colgaron, y ella colocó el receptor, todavía riendo.

—Sí, sí—se quejó Jasper cuando él mismo se empujó fuera de su asiento. —Pude oír a Charlie todo el camino hasta aquí. Juro que tiene este lugar lleno de micrófonos ocultos.

Emmett se echó a reír.

—No me extrañaría del viejo Charlie.

Ellos se despidieron de Bella luego caminaron fuera de su oficina. La tranquilidad descendió sobre el edificio. Ella se inclinó hacia atrás en su silla y miró al techo. Tres años. Durante tres años había vivido una vida idílica. A veces era difícil recordar los años antes de que Charlie y Jacob hubieran llegado por ella.

Entonces Charlie la había adoptado. Sí, claro, ella era una adulta. Una mujer adulta crecida, pero se había echado a llorar cuando él le había dicho de su deseo de adoptarla y hacerla su hija legalmente. Fue el primer sentido real de pertenencia que había experimentado.

Y ahora su círculo había crecido con Emmett y Jasper. Era un ambiente en el que se sentía cómoda y finalmente en casa. Ahora bien, si sólo su madre cayera de la faz de la tierra.

Miró el teléfono, esperando que permaneciera en silencio. Con un sonido de disgusto, ella se dio la vuelta en su silla y se levantó. Ella no le permitiría a su madre que le arruinara su día, semana, mes... bien el año.

Ella salió de su oficina e hizo sus rondas a las otras oficinas para recoger el correo saliente.

Cuando  tuvo una pila de un tamaño considerable, la agrupó en su escritorio en espera del cartero. Luego se ocupó de repasar los contratos de trabajos nuevos, marcando los que necesitan la firma de Charlie.

Al mediodía, sacó la comida que había traído de casa y se lo comió mientras recibía llamadas telefónicas de clientes potenciales. Jasper llamo para decir que él y Emmett no estarían de vuelta en la oficina y que trabajarían hasta tarde. Entonces Charlie llamo para decirle que se fuera a casa temprano y que el cerraría cuando llegara más tarde.

Ella sonrió y colgó. Charlie siempre parecía saber cuando ella no estaba en su mejor día. Nunca hacia preguntas intrusivas, pero se preocupaba sobre ella lo justo. Esa clase de amor incondicional era reconfortante.

El teléfono volvió a sonar, y ella lo recogió, esperando escuchar a Charlie de nuevo. Por lo general él se desviaba cuando la llamaba y se olvidaba por lo que la había llamado en primer lugar. Lo que precipitó una llamada de vuelta inmediata el noventa por ciento del tiempo.

—Swan—dijo ella alegre, dispuesta a burlarse de Charlie.

—Bella, cariño, tenemos que hablar.

Bella cerró los ojos, y su almuerzo quemó un agujero en el estómago.

—Bella, ¿estás ahí? Tengo que hablar contigo.

—Estoy aquí—dijo Bella débilmente.

—Necesito un poco de dinero—dijo su madre, renunciando a sus habituales halagos. —Estoy en un aprieto, pequeña.

—No puedo ayudarte esta vez—Bella escupió fuera. —Te agradecería que dejaras de llamar.

Un sorprendido silencio cayó entre ellas.

—Bella, no quieres decir eso. Soy tu madre. Tú simplemente no puedes sacarme de tu vida. Necesito tu ayuda. Tú no puedes alejarte de mí. Después de todo lo que he hecho por ti.

La rabia cortó en el sistema de Bella. Su visión borrosa mientras la ira se construía.

— ¿Todo lo que has hecho por mí? Tienes un infierno de sangre fría, Reneé. ¿Qué has hecho por mí? Estoy feliz ahora. Yo tengo una vida agradable. Sin ti. No te puedo ayudar. No voy a ayudarte. No esta vez. Nunca más. Por favor, no me vuelvas a llamar.

Ella colgó el teléfono, su aliento salía en rachas irregulares. Sus manos temblaban, y ella se sentía peligrosamente cerca de vomitar. Cerró la boca y aspiró en respiraciones profundas a través de su nariz, dispuesta a pasar las náuseas.

Cuando su estómago se asentó, ella se levantó de su silla, haciendo un agarrón para sus llaves y monedero.

Necesitaba un poco de aire. Necesitaba alejarse antes de que ella sucumbiera a la tentación de empezar a tirar las cosas.



[1]Esto es un slang de cuando le saca el dedo de en medio, una señal de Fuck you, o jodete.

Capítulo 3: CAPÍTULO 3 Capítulo 5: CAPÍTULO 5

 


Capítulos

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