MI RENDICIÓN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 14/08/2013
Fecha Actualización: 07/11/2014
Finalizado: NO
Votos: 47
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Capítulos: 64

A veces el primer paso para tomar el control es rendirse.

Bajo el engañosamente suave exterior Bella Swan es una mujer que sabe exactamente lo que quiere. Un hombre fuerte que la tome sin preguntar, porque está dispuesta a darlo todo...

El policía de Dallas Edward Masen, está en una misión: encontrar el hombre que mató a su compañero y llevarlo ante la justicia. Hasta ahora, ha encontrado un vínculo entre el asesino y Bella, y si Edward ha de acercarse a ella para atrapar al asesino, que así sea.

Bella es dulce y femenina, todo lo que Edward necesita y desea en una mujer, pero sospecha que ella está jugando. De ninguna manera va a permitir que un hombre tenga la última palabra en su relación. ¿O sí?

Bella ve en Edward un hombre fuerte, dominante como ella necesita, pero él parece decidido a mantener a distancia. Entonces decide tomar el asunto en sus propias manos para demostrarle a él que no es un juego. Ella está dispuesta a entregarse al hombre correcto. A Edward le gustaría ser ese hombre. Pero la captura del asesino de su compañero tiene que ser su primera prioridad. Hasta que Bella se ve amenazada y Edward se da cuenta que va a hacer todo por protegerla.

BASADA EN SWEET SURRENDER DE MAYA BANKS

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Capítulo 34: CAPÍTULO 34

 

Capítulo Treinta y Cuatro

 

Edward se despertó con un zumbido vibrador en su bolsillo. Parpadeó, desorientado, mientras enfocaba el entorno. La pálida luz del amanecer era suave sobre el océano. En sus brazos, Bella suspiró y se acurrucó bajo la manta.

Habían dormido toda la noche en la terraza.

El zumbido se detuvo, y se dio cuenta que era su móvil. Con cuidado, para no molestar a Bella, aflojó su mano en el bolsillo y sacó su teléfono.

Lo abrió para ver quién había llamado. Jasper. Apretó el botón de enviar para devolver la llamada y puso el teléfono en su oído.

—Hola, tío. —Dijo Jasper. —Espero no haberos despertado ni a ti y ni a Bella.

Edward gruñó.

—Me despertaste. No despertaste a Bella.

—Ah bueno. Mira, acabo de llegar a Galveston, y estoy en tu camino. Sólo quería darte un toque.

Edward frunció el ceño.

— ¿Está todo bien?

—Sí, sólo quería darte un informe y ver como os iba.

Edward miró a Bella.

—Estamos bien. Hay algo que quería decirte de todas formas. Tengo la sensación de que podrías estar interesado.

—Ahora estoy intrigado. Te veré en unos minutos. —Edward cerró el teléfono y lo dejó al lado de la tumbona. Acercó un poco más a Bella en sus brazos y le besó el pelo suave. Tenía curiosidad en cuanto a cómo reaccionaría a lo que había planeado. Había estado tan abierta a todo lo demás hasta ahora.

Con infinito cuidado, maniobró para levantarse de la hamaca y luego se inclinó para levantar a Bella. La llevó al dormitorio y la acostó en la cama. Ella se movió cuando comenzó a desvestirla, pero le murmuró con dulzura, y ella no llegó a despertarse completamente. Tiró de la colcha para exponerla, y luego recuperó la cuerda que había dejado a un lado. Suavemente llevándole los brazos sobre su cabeza le ató las muñecas juntas. Luego tomó el extremo largo de la cuerda y lo extendió hasta la pata de la cama, envolviéndolo alrededor varias veces.

Convencido de que estaría cómoda, pero no sería capaz de moverse de la cama, se dirigió al cuarto de baño para darse una ducha. Cinco minutos más tarde, se vistió y se asomó a la habitación una última vez. Ella aún estaba profundamente dormida.

Entró en la cocina y puso a hacer el café. Acababa de servirse su primera taza cuando un golpe sonó en la puerta principal. Se encaminó hacia allí para abrir y vio a Jasper de pie en el porche.

— ¿Quieres café?—Preguntó a modo de saludo. Jasper le siguió dentro.

—Sí, suena genial. Me levanté malditamente temprano esta mañana. —Edward le sirvió una taza y la deslizó a lo largo de la barra. Jasper la agarró con ambas manos y bebió a sorbos la poción caliente.

—Entonces, ¿qué está pasando?—Preguntó Edward en voz baja. Jasper alzó la vista y luego miró alrededor.

— ¿Bella aún está durmiendo?

—Sí, ella no se levantará hasta que yo vaya con ella, así que no tienes que preocuparte por que te oiga. —Jasper levantó una ceja. Edward se rió. —La até a la cama. —Un destello de interés despertó en los ojos de Jasper. Uno que no pasó desapercibido para Edward.

—Bueno, hasta ahora, el plan para hacer salir a Vulturi no ha ido demasiado bien. —Dijo Jasper.

—Dime. —Dijo Edward lacónicamente.

—Él descubrió el señuelo que nosotros pusimos en el lugar. No se sabe cómo. Él la siguió a la oficina una mañana. Pensé que iba a hacer su movimiento, pero entonces nos dio esquinazo.

Edward juró.

— ¿Ha hecho algún contacto desde entonces?

Jasper negó con la cabeza.

—Por todo lo que sabemos, ahora estará en México.

—Sería estúpido si perdiese el tiempo. —Dijo Edward. —Tiene que saber que estamos tras él ahora.

—Esa es mi forma de pensar. Tú colega Mick no lo está tomando bien.

Edward suspiró.

—Mick tiene que ir al infierno, de nuevo a Dallas y dejar a la gente del lugar manejarlo. Ha perdido toda perspectiva. Está loco por la pena y no puede ver más allá de su necesidad de venganza.

Jasper asintió con la cabeza.

—En cualquier caso, quería avisarte de lo que estaba pasando. Y tenía que salir de ese lugar por unas horas. La tensión es espesa. Charlie está cabreado. Jacob está al límite. Emmett y yo estamos tratando de mantener el infierno fuera del camino y dejar que ellos hagan lo suyo.

Edward estudió a Jasper durante un buen rato.

—Podrías quedarte un rato. Tengo una proposición para ti que te puede resultar interesante.

 

Bella bostezó y abrió sus ojos. Cuando trató de darse la vuelta, sus brazos se torcieron por encima de ella y se mantuvo firme. Tiró ligeramente y se dio cuenta que sus manos habían sido atadas a la cama. De lo segundo que se dio cuenta fue que estaba desnuda.

Ella sonrió. La última cosa que recordara era dormir en la terraza en los brazos de Edward.

En algún momento de la noche debió haberla llevado a la cama, desnudado y atado a la cama. Lo que sólo podía significar que planeaba cosas más traviesas.

Excitación zumbaba bajo su ingle. Su estómago se agitaba, y sus pezones se endurecieron en anticipación. ¿La golpearía otra vez? ¿Jodería su culo?

Gimió y retorció sus piernas mientras recordaba la forma en que la había tomado y había dominado su cuerpo. Poseyéndolo. No había un centímetro de su cuerpo que no hubiese sido marcado de alguna manera, y esto le provocó un delicioso escalofrío al recordar al detalle exacto la forma en que la había hecho sentir.

Un ruido en la puerta le hizo volver la cabeza en esa dirección. Su boca se abrió por la sorpresa cuando vio a Jasper allí de pie. Su mirada fija rastrilló sobre su cuerpo, y una luz primitiva brilló en sus ojos. De repente se sintió demasiado desnuda y demasiado vulnerable.

—Preciosa. —Murmuró Jasper.

Él comenzó a avanzar, caminando con pasos lentos y medidos, como si no quisiese asustarla. No estaba asustada. Eso no describía adecuadamente lo que estaba sintiendo. Confundida. Pero despierta.

¿Dónde estaba Edward?

Su pregunta fue contestada unos segundos más tarde cuando Edward entró. Su mirada se dirigió a él en pregunta.

Jasper se detuvo al pie de la cama mientras Edward se sentaba en la cama al lado de su cabeza y se inclinaba cerca de su oído. Llegó a tientas hasta la cuerda alrededor de sus muñecas.

—Si no deseas esto, todo lo que tienes que hacer es decir que no. —Susurró en su oído. —Si no deseas que esto ocurra, le haré marcharse, y esto sólo será entre tú y yo.

La excitación se rizó en sus venas y corrió a través de su cuerpo. Buscó en su rostro alguna señal de lo que estaba pensando. Su mayor temor no era tener relaciones sexuales con Jasper. Si era sincera, la idea la encendía. Su miedo era de cómo reaccionaría Edward. ¿Perdería cualquier posibilidad que tuviese con él si consentía en estar con otro hombre?

— ¿Estás de acuerdo con esto?—Susurró ella.

Él tocó su cara, acarició su mejilla con sus dedos.

—Si yo no estuviera bien con ello, Jasper no estaría aquí. Todos tenemos perversiones. Esta sólo pasa a ser una de las mías.

Se inclinó y chupó su pezón entre los dientes y le dio un pellizco fuerte. Luego extendió la mano y tiró de la cuerda restante entre sus manos y la apoyó en la cama.

Ella echó un vistazo a Jasper, que estaba desabrochándose los pantalones. El corazón le palpitaba, y tenía la boca seca. Su mirada volvió revoloteando a Edward, qué la miraba con ojos hirviendo a fuego lento.

—Haz lo que te diga. —Dijo Edward con voz ronca. —Por el momento te voy a dar a él. Eres nuestra para hacer lo que queramos

Ella se estremeció, y el entusiasmo nervioso se enroscó en su estómago. Miró de nuevo a Jasper, que había sacado su polla de sus pantalones y se acercó al borde de la cama.

Ella lo miró, incapaz de arrastrar su mirada fija lejos del pelo oscuro en su ingle. Oscuro y sedoso. Su mano alrededor de la base y todavía, unos cuantos centímetros se mantenían por encima de su mano. No era tan grueso como Edward, pero parecía más largo.

—Ven aquí, muñeca, y envuelve la boca alrededor de mi polla. —Dijo Jasper, su voz baja y ronca.

Ella se puso sobre sus manos y rodillas y lentamente se arrastró hasta la orilla donde estaba de pie. Ella estaba nerviosa. ¿Cuánta iniciativa debería tomar?

Con Edward, sabía que no tenía que tomar decisiones difíciles, pero no estaba segura de cuan fuerte era Jasper.

No tuvo que esperar mucho para averiguarlo.

Tan pronto como se acercó lo suficiente, él extendió la mano y la enredó en su pelo. Con una mano en su pene, guiándolo hacia su boca, él agarraba su pelo y tiraba de ella con la otra con un tirón fuerte hasta que la cabeza de su polla se deslizó entre sus labios. Él quitó su mano de su erección y arqueó las caderas, empujando profundamente dentro de su boca. Él enredó ambas manos en su pelo ahora y sostuvo su cabeza mientras follaba su boca con golpes contundentes. Gimió con admiración cuando ella relajó su mandíbula y le tomó más profundo.

—Bella, pequeña, viéndote desnuda podrías haber estado entre las diez primeras fantasías de mi lista, pero follarte definitivamente encabeza la lista. Tengo fantasías muy vivas de todas las formas que me gustaría tomarte. —Ella gimió alrededor de su polla y cerró sus ojos.

— ¿Te gusta así?—Murmuró mientras la acariciaba la parte posterior de su garganta. Ella asintió con la cabeza.

Él dirigió con manos suaves por su pelo, manoseando los mechones. Y luego sin previo aviso, un dolor punzante se disparó sobre su culo. Ella abrió la boca, y Jasper envió su polla aún más profunda en su interior.

Detrás de ella, Edward bajó el látigo de nuevo en su culo, y ella saltó cuando el chasquido llenó el aire.

—Ah, maldita sea. —Refunfuñó Jasper. —Tienes el culo más dulce, Bella. Se ve tan bonito con las ronchas rojas en él.

Edward volvió a golpear, y ella gimió cuando la quemadura desapareció y la descarga de placer irradió de su piel caliente.

Marcó un ritmo, uno destinado a empujarla hasta el borde de sus límites. Atrapada entre dos hombres, ella estaba despreocupada en su placer incluso cuando ella les daba placer a cambio.

Ella perdió  la cuenta de los golpes mientras caían sobre su trasero, cada uno más fuerte que el anterior.

Ya no era consciente de nada excepto la polla que se deslizaba dentro y fuera de su boca y el látigo aterrizando en su culo.

Las manos de Jasper se apretaron en su pelo, y se empujó a sí mismo en su boca. Ella abrió la boca para respirar cuando los golpes disminuyeron

—Date la vuelta. —Ordenó Jasper.

Cautelosamente, se giró, colocándose en sus manos y rodillas con el culo dolorido hacia Jasper.

Levantó la vista para ver a Edward de pie en la cama, el látigo aún en su mano. Él la miró con aprobación cruda en sus ojos.

Oyó el crujido de una envoltura. Entonces Jasper brutalmente agarró su culo en sus manos, lo que la hizo gemir cuando un placer irregular se disparó en su coño. Él la extendió, y se impulsó dentro de ella. Sin preparación, sin provocación. Se enterró hasta las pelotas profundamente. Urgente. Impaciente. Dejó caer la cabeza, pero Edward tocó con el látigo su barbilla, empujándola hacia arriba.

—Mírame. —Ordenó. —Quiero ver tus ojos mientras te jode.

Ella fijó la mirada en él mientras Jasper agarraba sus caderas con las manos y comenzaba a montarla con fuerza. Fue demasiado para ella. Cada golpe de sus muslos contra su culo sensible enviaba un espasmo de éxtasis a través de su cuerpo. Su polla sondeaba profundamente, tocando sus huecos más profundos.

Justo cuando estaba a punto de explotar, una vez más, él tiró de su cuerpo. Ella gimió en señal de protesta, y Jasper golpeó su trasero ya dolorido.

Edward se acercó y recogió el lubricante de la mesilla de noche luego lo arrojó sobre su cabeza.

Su respiración se cortó profundamente en su pecho, y ella luchó por expulsarlo.

Edward llegó a su bragueta y comenzó a desabrochar sus vaqueros. Mientras ella lo miraba, él sacó su polla, sosteniéndola en su mano. Se adelantó y se arrodilló delante de ella en la cama.

—Voy a follar tu boca mientras él jode tu culo. —Dijo. — ¿Puedes tomarlo, Bella? ¿Puedes tomarlo como lo hiciste conmigo?

Ella asintió sin decir palabra, incapaz de decir nada. Jasper agarró su culo en sus manos, extendiéndole las mejillas. La cabeza de su polla golpeó su apertura mientras Edward le tomaba la barbilla en su mano y la apretaba para abrir su boca.

Jasper se lanzó adelante, y ella dejó escapar un grito. Fue rápidamente silenciado cuando Edward se deslizó hasta el fondo de su garganta.

—Eso es, cariño. —Murmuró Edward. —Dios, te ves hermosa. ¿Sabías lo mucho qué me enciende ver a otro hombre enterrado en tu culo porque yo se lo di?

Ella cerró los ojos mientras sus palabras se apoderaban de ella. Propiedad. Dios, la idea de pertenecerle desplegó oscuros deseos, prohibidos.

Jasper extendía y saqueaba su culo mientras la taladraba con su polla. Edward llenaba su boca, embistiendo contra la parte posterior de su garganta mientras coincidía con la intensidad de los empujes de Jasper.

Jasper empujó adelante y murmuró contra ella, su polla enterrada tan profundamente como podía.

—Voy a quitar este condón y me correré sobre ti, muñeca. —Jadeó. Entonces se apartó, y ella hizo una mueca cuando la cabeza se deslizó más allá de su anillo apretado. Edward empujó profundamente y después también se deslizó de su boca. Él comenzó a trabajar su polla con la mano. Cuando las primeras salpicaduras golpearon su cara, ella sintió una corriente caliente de semen salpicando su culo.

Se deslizó por la raja de su culo y se deslizó dentro de su aun abierto ano.

Los dos hombres gimieron mientras dirigían más semen en su cuerpo. Ella estaba nerviosa con la necesidad. Había estado tan cerca, y ahora temblaba, no queriendo nada más que terminar lo que ellos habían comenzado.

Edward se acercó y limpió el semen de sus labios con el pulgar. Ella levantó la vista para verle mirándola, una mirada feroz y posesiva de su rostro.

Se metió la polla de nuevo en los pantalones luego apresuradamente cerró la cremallera de sus vaqueros. Detrás de ella, Jasper alisó con manos suaves su culo. Le dio un tierno beso en la parte baja de su espalda. Luego Edward la alcanzó, recogiéndola como si no pesara nada. La llevó al cuarto de baño y abrió la ducha.

Se desnudó apresuradamente y entonces tiró de ella en la ducha con él. Le dio un enjuague rápido, y entonces la levantó y la colocó contra la pared de la ducha. Colocó sus brazos por debajo de sus piernas y la empujó aún más alto por la pared hasta que su coño estuvo al nivel de su boca.

—No te permití correrte para él. —Murmuró, su aliento soplando sobre sus rizos mojados. —Tus orgasmos son míos y sólo míos.

Ella tembló por la posesión cruda de su voz. Él la acarició entre sus pliegues y comenzó a lamer su clítoris. Ella se agachó para agarrarle la cabeza, gimiendo mientras chupaba el capullo apretado entre sus dientes. Mientras el agua rociaba su espalda, él lamía su entrada, lamiendo y chupando como si se muriera de hambre. Sus muslos comenzaron a temblar incontrolablemente mientras las sensaciones se hacían insoportables.

Sus manos se deslizaron hasta sus nalgas, y él apretó mientras profundizaba el asalto con su lengua. Lamió, chupó y luego metió la lengua en su coño.

Ella gritó con voz ronca cuando, finalmente, su orgasmo estalló, caliente y doloroso. Se agarró a su cabeza, sujetándolo más cerca mientras lamía el flujo de los jugos de su coño. Él siguió comiéndola hasta que ella no pudo aguantar más. Gimió cuando lamió su carne sensible, y se alejó, lo que le permitió deslizarse por la pared de la ducha.

Sus piernas le temblaban, y él la agarró por la cintura para sostenerla. Alcanzó el grifo para cerrar el agua, y luego se volvió hacia ella, su expresión seria.

Él empujó su barbilla hacia arriba con su dedo.

—Dime la verdad. ¿Fui demasiado lejos?

En ese momento, se dio cuenta de que amaba a ese hombre. No importaba cuan fuerte o dominante, él sólo estaba dispuesto a ir tan lejos como ella se sintiera cómoda. A pesar de su preocupación por que ella estuviese jugando, su deseo era todavía complacerla.

Ella ahuecó su cara entre las manos y tiró de él abajo para besarle. Sus cuerpos mojados se encontraron, y ella se abrazó a él, queriendo absorberle.

—Eres perfecto. —Susurró. Y era la verdad. Él se ocupaba de ella. No se trataba de una posición dominante. Ella no tenía una imperiosa necesidad de rendirse. Lo que ella quería era un hombre fuerte que la cuidase, que viese por sus necesidades, satisficiese sus deseos.

Lo que ella había confundido con la sumisión era en realidad una necesidad de conectarse con un hombre a un nivel emocional, así como a un nivel físico. La emoción había sido lo que le había faltado en sus relaciones anteriores.

Sin ella, el sexo no había estado a la altura. Ahora se daba cuenta de por qué.

Las lágrimas pincharon en sus párpados mientras le abrazaba. Él la apretó y besó la parte superior de la cabeza antes de sacarla de la ducha con él. La secó, y todo lo que ella pudo hacer fue estar allí aturdida, abrumada por la profundidad de sus sentimientos. Quería decirle lo que significaba para ella, pero sabía que no era el momento. No con Jasper allí. No, esto sería guardado para cuando estuviesen los dos de nuevo. Mientras tanto, disfrutaría de tener un hombre que cumplía todas sus fantasías.

Mientras le secaba la última del agua de su cuerpo, la besó y empujó un mechón de cabello húmedo detrás de la oreja.

—Verte con Jasper fue increíblemente caliente. Ver a otro hombre tomar lo que es mío… No puedo ni siquiera explicar lo encendido. Puede parecerte extraño, pero es indescriptible.

—Te gusta mirar. —Él asintió con la cabeza, sus ojos ardiendo con el calor azul. —Me gusta ver que me miras. —Dijo ella con una sonrisa leve. —Si tú eres raro, supongo que yo también.

Él deslizó la mano por su espalda y suavemente le tomó el culo.

— ¿Estás dolorida?

Ella se ruborizó.

—Un poco.

La besó de nuevo.

—Dejaremos descansar esa parte de tu cuerpo un rato. Esta fue tu primera vez, y no quiero hacerte daño.

Su corazón se derritió un poco más por la ligera preocupación en su voz.

—Ve a la habitación y acuéstate en la cama... —Dijo. —Creo que a Jasper le gustaría probar tu pequeño coño dulce.

Sus rodillas temblaron cuando lo rodeó para hacer lo que le había dicho. Cuando entró en la habitación, vio a Jasper acostado en la cama, desnudo, con la mano acariciando su pene semierecto.

Él la miró con ojos sensuales mientras vacilantemente se acercaba a la cama. Su pendiente le hizo un guiño, y su pelo oscuro largo hasta los hombros caía sobre sus orejas, ligeramente húmedas de sudor.

Ella miró nerviosamente sobre su hombro para ver donde estaba Edward y si iba a venir.

Cuando le vio de pie sólo a unos metros de distancia, se relajó.

—Ven aquí. —Jasper llamó desde la cama. Él le tendió la mano, doblando su dedo.

Ella se acercó al borde de la cama. Jasper se deslizó hacia abajo hasta que su cabeza estuvo en el medio de la cama y sus pies colgaban al final.

—Sube, muñeca. Quiero probar ese coño.

Un ligero temblor rodó sobre su cuerpo mientras sus pezones se apretaban, y sentía una oleada de humedad entre sus piernas. Se puso sobre la cama, y él llegó a su cintura. Él ayudó a ponerse a horcajadas sobre su cara y poco a poco la bajó sobre su boca que esperaba.

Cuando su lengua la tocó, ella resistió hacia arriba. Su agarre sobre sus caderas se apretó cuando la atrajo hacia abajo. A medida que su lengua se adentraba entre sus pliegues y encontraba su clítoris, ella volvió su cabeza hacia Edward.

Él estaba al otro lado del cuarto, y sus miradas se cerraron. Recordando lo que le había dicho acerca de mirar, tomó la decisión de darle un espectáculo del cual disfrutase.

Deslizó sus manos por su vientre y sus pechos. Los amasó con sus palmas y luego rodó de las puntas entre sus dedos. Los ojos de Edward ardieron, y él cambió su posición.

Ella continuó rodando sus pezones, masajeando y acariciando sus pechos. Contuvo la respiración mientras Jasper seguía lamiéndola ávidamente. Estaba cerca. Dios, estaba cerca. Pero también recordaba lo que Edward había dicho sobre correrse sólo para él.

Abrió la boca para hablar, pero Edward ya había cruzado el cuarto y estaba a su lado. Le sostuvo la mano, y ella lo agarró mientras la ayudaba a dejar a Jasper.

—Acuéstate. —Ordenó.

Cuando obedeció, él la empujó hacia el otro lado de la cama hasta que su cabeza pendía en el borde. Entonces él se arrastró lentamente entre sus piernas y la extendió amplia. Su polla, dura, turgente, como el acero, sondeó entre sus muslos y luego empujó dentro de ella con un golpe impaciente.

Jasper se colocó sobre su cabeza e le inclinó la cabeza hacia abajo hasta que ella vio su polla en posición invertida. Frotó la cabeza de su erección sobre sus labios y luego presionó hacia dentro hasta que ella cedió y abrió la boca. De inmediato se deslizó dentro y comenzó a follar su boca con largos, fuertes empujes.

Edward empujó sus piernas hacia arriba, extendiéndola más amplio cuando se empujó profundamente en su coño. Ella gimió profundamente en su garganta, que vibró contra la polla de Jasper. Él empezó a follarla más duramente en respuesta.

—Dentro de ti, nena. —Pronunció con dureza Edward. —Esta vez nos correremos dentro de ti. Vamos a llenarte con nuestro semen. ¿Quieres eso?

Era una cuestión innecesaria. Ella se enroscaba y se retorcía, anticipándose a su liberación, con ganas de llegar también. Fue liberador, no tener que dictar, coordinar o dirigir la acción. Le dieron exactamente lo que ella quería sin tener que perfilarlo en detalle. Todo lo que tenía que hacer era tumbarse sobre la espalda y sentir. Permitirse ser cuidada.

Jasper se inclinó y le retorció los pezones entre sus dedos. Ella gimió y se retorció nerviosamente mientras patinaba más cerca del borde de su orgasmo. Edward se deslizó de atrás a adelante, la fricción que causaba con su circunferencia más grande lanzaba fragmentos exquisitos de placer a su ingle.

—Córrete para mí. —Gruñó Edward. —Sólo para mí, nena. Déjalo ir.

Mientras ambas pollas empujaban sus límites dentro de su cuerpo, algo dentro de ella se rompió. Como un tazón de azúcar derramado, su cuerpo cristalizó y voló en noventa direcciones diferentes. Ella se sacudió y se elevó mientras los dos hombres golpeaban su cuerpo entre ellos. La bofetada de carne contra carne hacía eco en la habitación junto con sus gruñidos pesados.

Abrió la boca para gritar sólo para que Jasper lo amortiguase cuando se condujo profundamente. Edward recogió sus piernas en sus brazos y tiró de nuevo para encontrarse con su empuje. Hacía daño. Era un placer como nunca había conocido. Dolía. Era el éxtasis más exquisito de su vida.

Su boca se llenó cuando Jasper la inundó con su liberación. Tragó mientras más salpicaba en su lengua. Al mismo tiempo, sintió los chorros calientes del orgasmo de Edward profundamente en su coño.

Ellos la sostuvieron, poseyéndola, llenándola. Estaba allí sin fuerzas mientras bajaba de su orgasmo y los hombres encima de ella se sentían cómodos a un lado y al otro mientras terminaban dentro de ella. Jaspe fue el primero en retirarse. Se agachó, levantó su cabeza y la besó en la frente.

Edward se deslizó lentamente de su coño, una inundación tibia siguió su retiro.

—Quédate ahí. —Dijo Edward con voz ronca. —Voy a buscar una toalla y limpiarte. Entonces podrás tomar una siesta mientras preparo algo para comer.

Jasper se sentó en la cama junto a su cabeza y la miró. Sus dedos se arrastraron sobre su mejilla mientras apartaba el pelo de sus ojos. Ella no dijo nada, pero él tampoco lo hizo.

No había realmente nada que decir. Se suponía que ella debería sentirse incómoda, pero entonces él ya la había visto desnuda, y tocado íntimamente.

Edward volvió un momento después y suavemente limpió entre sus piernas. Cuando terminó, dio unas palmaditas en la almohada en la cabecera de la cama.

—Vamos, nena. Súbete aquí, para que pueda meterte dentro. Te hemos desgastado.

No discutiría eso. Bostezó y se movió entonces se acurrucó y apoyó la cabeza en la almohada. Edward tiró de las mantas y se inclinó para besarla.

—Te despertaré en un rato.

Ella sonrió y asintió con la cabeza, pero sus ojos se cerraban ya.

 

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