MI RENDICIÓN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 14/08/2013
Fecha Actualización: 07/11/2014
Finalizado: NO
Votos: 47
Comentarios: 274
Visitas: 113014
Capítulos: 64

A veces el primer paso para tomar el control es rendirse.

Bajo el engañosamente suave exterior Bella Swan es una mujer que sabe exactamente lo que quiere. Un hombre fuerte que la tome sin preguntar, porque está dispuesta a darlo todo...

El policía de Dallas Edward Masen, está en una misión: encontrar el hombre que mató a su compañero y llevarlo ante la justicia. Hasta ahora, ha encontrado un vínculo entre el asesino y Bella, y si Edward ha de acercarse a ella para atrapar al asesino, que así sea.

Bella es dulce y femenina, todo lo que Edward necesita y desea en una mujer, pero sospecha que ella está jugando. De ninguna manera va a permitir que un hombre tenga la última palabra en su relación. ¿O sí?

Bella ve en Edward un hombre fuerte, dominante como ella necesita, pero él parece decidido a mantener a distancia. Entonces decide tomar el asunto en sus propias manos para demostrarle a él que no es un juego. Ella está dispuesta a entregarse al hombre correcto. A Edward le gustaría ser ese hombre. Pero la captura del asesino de su compañero tiene que ser su primera prioridad. Hasta que Bella se ve amenazada y Edward se da cuenta que va a hacer todo por protegerla.

BASADA EN SWEET SURRENDER DE MAYA BANKS

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 44: CAPITULO 44

 

Capítulo 44

 

En vez de regresar a su oficina en el centro, Carlisle se dirigió al norte de Houston, donde estaba situada la propiedad privada que él transformó en The House. Había dado a Esme su dirección de e-mail, y se encontró curioso por conocer los detalles de la solicitud de su cliente.

Esme Platt era intrigante. Bella. Elegante y de piernas largas, con ojos grandes y exóticos, y pelo castaño caramelo como la seda que caía sobre sus hombros. Sus dedos hormigueaban por tocarlo, acariciarlo y envolverlo.

¿Cuáles eran sus secretos? Sus ojos muy protegidos con un aura misteriosa que seducía un hombre, lo llamaba a aproximarse, para descubrir lo que había debajo del exterior frío.

Fantasy Incorporated. Interesante negocio. Él no era un gran fan de juegos de rol y fingir, pero era una parte importante de lo que sucedía en The House. A la gente le gustaba escapar de su realidad. Escapar y salir de ellos mismos por un tiempo. Lo entendía e incentivaba, pero después de un tiempo, la fachada lo cansaba.

Había muchos hombres que pudieron pensar que serían más que felices de guiar una mujer a través de una elaborada fantasía sexual y estar dispuesto a alejarse cuando todo fue dicho y hecho.

Temporal. Una palabra importante y que llevaba una gran riqueza de significado en el mundo de las fantasías sexuales.

Carlisle no quería ser temporal, sin embargo. Hace mucho tiempo se habría quedado detrás, observando y esperando, pensando que si era paciente, la mujer ideal vendría, y las cosas que él quería vendrían junto. Tenía paciencia, y aprendió en una edad joven, pero ahora, se encontró agotado rápidamente.

Encontrar una mujer no era el problema. Había muchas mujeres guapas-mujeres inteligentes-que habían entrado en su vida. Había disfrutado de su compañía, dado el placer y tomado a cambio, pero al final, ellas no estaban dispuestas a darle la cosa que él más quería: a sí misma. Total y completamente. Para su custodia y cuidado.

 Podría haber resuelto eso hace mucho tiempo, pero era la única cosa que se prometió a sí mismo: que nunca se contentaría con nada menos de lo que realmente quería.

El portón de seguridad se abrió cuando él insertó su tarjeta, y condujo hasta la entrada de The House. Estacionó y salió, guiñando cuando el brillo del sol cayó sobre su rostro.

Apretando los ojos, se dirigió hacia la puerta. Entró en el interior fresco, oscuro, disfrutando el frío del aire acondicionado, una vez que tocó su piel.

The House estaba vacía. Ninguno de los empleados llegaría hasta más tarde. Le gustaba el silencio y de la soledad que venía, en el inicio del día. Su oficina era confortable y acogedora, y rodeada por cosas que le daban placer.

Estaba decorada en un estilo del viejo-mundo con varios modelos de veleros que se apoyaban sobre las superficies de las mesas antiguas. Un globo antiguo reposaba sobre su mesa, y decorando sus paredes, estaban pinturas de antiguos barcos, barcos de pesca y mapas de tesoro amarillentos.

Sonrió como hacía cada vez que entraba en su oficina, porque éste era el lugar donde se sentía en casa. En su mesa estaban varias cartas, pero además de esto estaba un sobre amarillo pálido que parecía tan delicado y femenino como el remitente.

Se sentó y agarró el sobre, su sonrisa volviéndose más amplia. Su madre. Quien rehusaba a dar pasos hacia el siglo XXI y utilizar métodos más modernos de comunicación como e-mail o un mensaje de texto, Dios lo permitiera. No, se agarraba obstinadamente a su correo y dijo que no había ningún substituto para la recepción de una carta manuscrita por el correo.

Y quizá ella tuviera razón, porque esperaba ansiosamente sus cartas. Estaban siempre llenas de cariño y amor, y su voz ondulaba fuera de las páginas como si estuviese sentada en frente de él, dándole una charla maternal.

Tendría que llamarla más tarde. Podrían sentarse y conversar al teléfono mientras disfrutaban una copa de vino. La imagen de ella sentada en el embarcadero de madera que daba al naciente del río cubierto por cipreses, en su casa en Louisiana donde creció, lo llenó de nostalgia.

Él no había regresado a casa desde que su padre falleció, salvo una vez, dos años atrás, y había sido bien breve. Había sido muy difícil encarar la casa de su infancia sin su padre, la mayor presencia de su vida.

Era hora de volver.

Normalmente, abrazaba el silencio de la tarde y de las primeras horas de la noche, pero hoy, lo halló sofocante e inquietante. Agarró el control remoto sobre la mesa y apretó uno de los botones.

La melodía suave de la música clásica llenó su oficina, hinchando y reverberando por las paredes con un leve eco. Se relajó en la silla y se inclinó hacia atrás, deslizando las manos detrás del cuello, para ahuecar la base de la cabeza.

Cerró los ojos y permitió que la música lo calmase. Porque de repente se sintió inquieto y agitado, y no podía decir por qué. Pero no alteró el hecho que se sentía tan reservado como un león en cautiverio.

Después de un momento, se inclinó para mirar sobre la carta una vez más antes de doblarla cuidadosamente. Abrió su escritorio y colocó en la pila de otros sobres en tonos pastel de su madre.

Enderezándose en la silla, meció el ratón para hacer el protector de pantalla se fuera y, enseguida, dar un clic para abrir su e-mail.

Pasó varios minutos trabajando en los mensajes en su bandeja de entrada. La mayoría eran pequeños problemas, fácilmente resueltos. Los pocos que exigían mayor atención, los transmitió a su asistente personal.

Un nuevo mensaje apareció al fondo, y vio el nombre de Esme en el campo del remitente. Intrigado, dio un clic para abrirlo.

Carlisle,

Abajo está una carta detallada describiendo los requisitos de la fantasía. No dudes en transmitir este mensaje en tu elección en perspectiva.

Esme Platt.

Carlisle rodó más abajo para ver la carta incorporada en el propio e-mail.

Para ser honesta, me siento avergonzada por estar revelando mis secretos más profundos a un desconocido, me avergonzada para confiar en ti para realizar una fantasía que no soy capaz de admitir a mí misma, mucho menos a alguien.

¿Cómo puedo explicar el impulso qué me supera cuándo imagino ser poseída por un hombre?

Poseída. Amada y cuidada. No tengo nada que falte en mi vida para sugerir un deseo tan radical de esclavitud sexual. No hay razones psicológicas profundas que alimentan el apetito hacia la sumisión.

Algunas cosas simplemente son, y para mí, ésta es una de ellas.

Pienso muchas veces en mis fantasías. Generalmente por la noche en la silenciosa oscuridad, vienen a mí, seductoras y atrayentes. Imagino la escena bien, como todo esto comienza.

Estoy en una sala llena de hombres hambrientos. El apetito por placeres carnales está pesado, como una neblina. Estoy desnuda excepto por las cuerdas que amarran mis manos detrás de mi espalda. Y yo espero. Por usted.

Estoy para ser comprada esta noche, ¿pero por quién? Muchos hombres están dispuestos a pagar un precio elevado por el placer de poseerme. Eso me emociona y asusta al mismo tiempo. Espero, con las piernas temblando, mis ojos hacia abajo, oyendo los murmullos excitados en torno a mí.

Entonces tú entras. No te veo, pero siento el momento en el que entras en la sala.

Existe un sutil cambio en el poder, y los otros lo sienten también. Puedo sentirlos sosteniendo la respiración mientras te miran. Entonces levanto mi mirada.

Me estás mirando desde el otro lado de la sala. El primer vistazo es un choque para mi sistema, pues veo la promesa en tus ojos. Me deseas y me tendrás.

Hay arrogancia en tu manera de caminar con el propósito de venir a mí. Te paras a unos pocos metros de distancia, y hablas con mi guardián. Yo me esfuerzo por oír. Estoy ansiosa por oír lo que estás diciendo, pero mantienes tu voz muy baja.

Entonces te mueves en mi dirección una vez más, y tiemblo a la medida que cada paso te aproxima hasta que te detienes a pocos centímetros de mi cuerpo desnudo. Tiendes una mano, y la enredas en mi pelo, inclinando mi cabeza hacia arriba, hasta mi cuello está expuesto y vulnerable para ti. Hay satisfacción en tus ojos, como si me hallases agradable, un hecho que me trae gran satisfacción. Me encuentro deseándolo, más de lo que cualquier cosa que haya deseado antes.

Te acercas aún más, hasta que tus labios se paran sobre los míos y, enseguida susurras: “Serás mía.”

Cuando me sueltas y te alejas, escondo la ola de excitación. Pero más que la impaciencia, es la necesidad la que me llena. La necesidad de pertenecerte. Quiero eso con cada aliento.

Una mano extraña tira de mis manos atadas, y yo silenciosamente protesto cuando soy llevada lejos de ti. Pero tu mirada me sigue, y las promesas arden brillantemente en sus ojos. Vas a poseerme.

Tropiezo al andar hacia delante en la habitación, cuando alguien en la distancia anuncia que la subasta comenzará. Estoy de espalda a todos, hasta que soy obligado a virar, y hago eso, tímidamente.

Examino los hombres juntos con sus miradas lascivos, pero es a ti al que busco, y al que deseo.

Mi respiración se queda presa en mi garganta y burbujas diminutas de pánico están en mi estómago. No te veo en ninguna parte.

Un hombre hace una oferta y después otro, y aún no te oigo. Por algunos minutos tensos, las ofertas son oídas y el precio es aumentado. Después de una pausa. El silencio cae. Oigo a mi guardián, como si no hay otra oferta, y se prepara para cerrar la subasta.

Mis ojos se cierran cuando la desilusión aprieta mi pecho.

Entonces te oigo. Tu voz firme por encima de los murmullos de las personas reunidas. Das una suma imposible, muy superior de las ofertas anteriores, y es claro que no tienes intención de abandonar tu premio.

La alegría estalla en mi alma, pues ahora percibo qué te pertenezco. Mi piel se vuelve viva, y yo consigo apenas contener mi entusiasmo. Soy reprendida por mi guardián, pero es a ti al que voy a responder y a ningún otro.

Hay una agitación sobre tu oferta, pero nadie hace una superior. Mi guardián sonríe, pues tuvo un bello precio por mí esta noche.

Golpea el fin de la puja, y empiezas a avanzar. Las personas se alejan de ti mientras pasa enfrente de ellos. Mi guardián me empuja de rodillas y me recuerda que debo mostrarte el debido respeto. No necesito que me lo recuerde, y me dejo caer elegantemente en las rodillas mientras espero tu orden.

“Mírame” dices en un tono suave, pero que no tolera ninguna argumentación.

Inclino mi cabeza hacia arriba, cuando tú te paras ante mí, fuerte, poderoso. Tu mano acariciando mi rostro, y cierro mis ojos ante el cariño de su palma. Tu toque es mágico. Caliente y sensual, y comienza un incendio profundamente en mi zona lumbar.

Separas tu mano y los dedos van a tus pantalones. Desabotonas y abres fácilmente la cremallera. Por un instante, tu mano desaparece mientras bucea adentro. Sacas tu polla de su confinamiento. Y la bombeas frente de mi rostro. Es larga y gruesa, rígida, la excitación y su olor almizclado me rodea.

La acaricias una vez y después una vez más, de arriba a abajo por su longitud y lo guía cerca de mí.

Mi boca se hace agua, y abro ávidamente mis labios, mi necesidad de probarte es aplastante.

Una mano se desliza en mi cabello y tirando firmemente mi cabeza, sosteniéndome en el lugar. Hormigueos de escalofríos bailan en mi espalda, y la carne de gallina se esparce sobre mi piel.

“Abre para mí” ordenas.

Obedezco. No hay ningún pensamiento de desobediencia en mi mente. Sólo quiero complacerte y tener placer contigo. Sostienes tu pene con una mano y lo deslizas profundamente en mi boca, mientras tiras de mi cabeza hacia ti con la otra mano.

Tu sabor estalla en mi lengua. Todo hombre. Tan áspero y terroso. Estás firme y aún suave en mi boca. El contraste me fascina y me hace tener más hambre.

Yo te succiono más profundo y paseo con mi lengua sobre su largura, pero te retiras y aprieta mi mandíbula como un recuerdo de que estás en el control, no yo. Relajo y me entrego a tu autoridad. Te permito definir el ritmo y usar mi boca como desees.

Empujas más hondo, ahondando hasta el fondo de mi garganta y haces una pausa. Engullo en torno a ti, y siento el placer que te da. Eso me agrada.

Mi cuerpo ya no es más mío. Canta bruscamente una melodía que sólo tú tocas. Mis senos están hinchados, mis pezones dolorosamente erectos. Cuando alcanzas hacia abajo para tomar un pico duro, casi me llevas al orgasmo que se estrella a mi rededor.

Jadeo, y me controlo, porque no te he llevado aún a la finalización. Mi coño arde como si alguien pusiese fuego. Cada nervio es tan firmemente tenso que cualquier estímulo sería insoportable, me temo.

Me llenas una y otra vez, tu verga deslizándose elegantemente sobre mi lengua. Entonces te haces más urgente, empujas más fuerte. Estás cerca. Ambas manos agarran mi cabeza, enmarañándose en mi cabello cuando me tiras para cumplir con tus movimientos hacia delante.

Tus murmullos acalorados caen en mis oídos, calientes como la miel y tan dulces. Y entonces inundas mi boca con tu liberación. Tus manos se vuelven más suaves cuando tocan mi rostro.

La ternura está en tu toque cuando murmuras cuanto placer te di.

Amorosamente limpio cada gota de tu erección antes de finalmente alejarme.

Mi cuerpo grita por el tuyo. Tu placer es el mío. Te inclinas hacia abajo y me besas suavemente en la parte superior de la cabeza, y entonces me ayudas a levantarme. Tus manos van para abajo por mi cuerpo y de nuevo exploras mi suavidad.

Tomas un pezón entre los dedos, y lo ruedas experimentalmente. Con apenas unamirada, ordenas a mi guardián, y él coloca las manos sobre mis hombros para estabilizarme mientras tus manos siguen hacia abajo.

Mi respiración sale fuertemente mientras tus dedos bucean entre mis piernas en la humedad de mi entrada. Rozas a través mis clítoris, y yo gimo. Mis piernas tiemblan y amenazan por colapsar, pero mi guardián me sostiene para ti.

“Gozarás para mí” me dices.

Ah, sí, yo gozaré.

Intento respirar, pero es como inhalar fuego. El aire quema mis pulmones y se pega en mi pecho.

Con la otra mano, tiras de mis pezones, primero uno y después el otro.

“No la dejes caer” hablas a mi guardián, y él aprieta las manos en mi hombro.

Deslizas los dedos por mi humedad, y hacia detrás por encima de mi clítoris dolorido y, enseguida, en mi apertura, donde provocas sin piedad.

“¿Fantaseas con tener mi polla enterrada dentro de ti?” Preguntas en un tono sedoso.

“Sí” yo suspiro. “Lo deseo más que cualquier cosa.”

Sonríes y aumentas la presión de los dedos. “Pronto. Pronto tendrás todo de mí. Por ahora quiero que goces con tu guardián agarrándote para mí, pues es la última vez que otro hombre te va a tocar. Eres mía ahora.”

Tus palabras más de lo que hace tu toque me envían al orgasmo que corre por mi ingle. Es atemorizante, y espléndido, en partes iguales cuando yo me quiebro. Las manos del guardián son firmes de vuelta a mí cuando me resisto y me muevo.

Mis rodillas amenazan con torcerse, pero ambos me sostienen derecha.

Cuando las últimas olas de mi liberación se desvanecen, ordenas a mi guardián que me libere. Existe la formalidad en tus acciones mientras cambio de propiedad. Aún no fui desatada, pero tomas mi brazo y me llevas.

Fuera de la sala, gentilmente desatas mis manos y colocas de nuevo sobre mí un albornoz para proteger mi desnudez de los ojos de los otros. A pesar de no decir nada, siento tu posesividad cuando vienes a mí.

Cuando partimos, dices nuevamente que yo soy tuya, y me siento feliz al oír eso, porque soy tuya ahora, y contenta de que sea así.

Carlisle se sentó, atolondrado con la forma como fue afectado por la carta. Raramente había visto algo tan honesto y crudo. No existía ningún embarazo, ni ninguna molestia evidente. Apenas un relato real y sincero de los deseos más íntimos de una mujer.

Su mirada siguió hacia abajo por el e-mail donde la información personal de la mujer estaba en la lista. Su frente frunció, y se inclinó bruscamente en su silla.

El nombre, dirección y fecha de nacimiento, en la lista del cliente, era el de Esme Platt.

Una sonrisa apareció en los labios de Carlisle. Así, había sido una farsa. La clienta era ella, todo el tiempo, pero ella había esperado para revelarlo cuando no estaba delante.

Algo poderoso subió en sus venas. ¿Excitación? ¿Deseo? ¿O era algo totalmente diferente?

Anticipación. Lamió como llamas avaras sobre la madera seca.

De repente, no había duda en cuanto al que encontraría para satisfacer la fantasía de Esme. El infierno congelaría antes de él la entregara a otro hombre. Si ella quería ser a maldita esclava de alguien, entonces ella sería la suya

Capítulo 43: CAPITULO 43 Capítulo 45: CAPITULO 45

 


Capítulos

Capitulo 1: CAPÍTULO 1 Capitulo 2: CAPÍTULO 2 Capitulo 3: CAPÍTULO 3 Capitulo 4: CAPÍTULO 4 Capitulo 5: CAPÍTULO 5 Capitulo 6: CAPÍTULO 6 Capitulo 7: CAPÍTULO 7 Capitulo 8: CAPÍTULO 8 Capitulo 9: CAPÍTULO 9 Capitulo 10: CAPÍTULO 10 Capitulo 11: CAPÍTULO 11 Capitulo 12: CAPÍTULO 12 Capitulo 13: CAPÍTULO 13 Capitulo 14: CAPÍTULO 14 Capitulo 15: CAPÍTULO 15 Capitulo 16: CAPÍTULO 16 Capitulo 17: CAPÍTULO 17 Capitulo 18: CAPÍTULO 18 Capitulo 19: CAPÍTULO 19 Capitulo 20: CAPÍTULO 20 Capitulo 21: CAPÍTULO 21 Capitulo 22: CAPÍTULO 22 Capitulo 23: CAPÍTULO 23 Capitulo 24: CAPÍTULO 24 Capitulo 25: CAPÍTULO 25 Capitulo 26: CAPÍTULO 26 Capitulo 27: CAPÍTULO 27 Capitulo 28: CAPÍTULO 28 Capitulo 29: CAPÍTULO 29 Capitulo 30: CAPÍTULO 30 Capitulo 31: CAPÍTULO 31 Capitulo 32: CAPÍTULO 32 Capitulo 33: CAPÍTULO 33 Capitulo 34: CAPÍTULO 34 Capitulo 35: CAPÍTULO 35 Capitulo 36: CAPÍTULO 36 Capitulo 37: CAPÍTULO 37 Capitulo 38: CAPÍTULO 38 Capitulo 39: CAPÍTULO 39 Capitulo 40: CAPÍTULO 40 Capitulo 41: CAPÍTULO 41 Capitulo 42: CAPITULO 42 Capitulo 43: CAPITULO 43 Capitulo 44: CAPITULO 44 Capitulo 45: CAPITULO 45 Capitulo 46: CAPITULO 46 Capitulo 47: CAPITULO 47 Capitulo 48: CAPITULO 48 Capitulo 49: CAPITULO 49 Capitulo 50: CAPITULO 50 Capitulo 51: CAPITULO 51 Capitulo 52: CAPITULO 52 Capitulo 53: CAPITULO 53 Capitulo 54: CAPITULO 54 Capitulo 55: CAPITULO 55 Capitulo 56: CAPITULO 56 Capitulo 57: CAPITULO 57 Capitulo 58: CAPÍTULO 58 Capitulo 59: CAPÍTULO 59 Capitulo 60: CAPÍTULO 60 Capitulo 61: CAPÍTULO 61 Capitulo 62: CAPÍTULO 62 Capitulo 63: CAPITULO 63 Capitulo 64: CAPÍTULO 64

 


 
14440361 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10758 usuarios