Aquí estaba yo con unos cuantos kilos de mas, las hormonas hasta el cielo, y arrepintiéndome del momento en el cual acepte por la felicidad de Edward que nos quedáramos aquí en el castillo del amigo de su padre.

-¡Ja! Te estoy ganando.- la voz que había llegado a odiar en un día y medio de conocer me invadía sin tener oportunidad de nada mas.

-Eso lo veremos.- contesto Edward, que se había dedicado olímpicamente a divertirse en un interesante juego de golf con Jane en el campo privado de su casa.

Los niños se movían inquietos, casi tan molestos como yo por la evidente cercanía de su padre con la niñita.

Antes de que pudiera analizar mas a fondo mi molestia y mis obvias razones para estarlo, a nos 20 metros en otro de los hoyos del recorrido, Edward cargaba a Jane como un digno saco de papas con una gran sonrisa, mientras ella pataleaba y pedía entre risas también que la bajaran.

-¡Maldita sea!- deje escapar en forma de grito al aire cuando pensaba dejarlo como un grito en mi mente.

Inmediatamente Edward bajo a Jane y corrió hacia donde yo estaba sin ni siquiera mirar hacia atrás.

-Amor ¿Estas bien?- a pesar de que me gusto como la dejo con gran velocidad por mi, igual estaba molesta y se lo iba a ser saber.

-Si, aunque no mejor que tu.- conteste tajante mientras me enderezaba del pequeño banquillo donde había observado el juego de Edward y Jane.

Trate de salir pero Edward no me dejo, sonriendo como un niño en la mañana de navidad.

-Demonios Edward, quítate.- exprese molesta mientras el también se enderezaba y me abrazaba. Tenia que ser fuerte y no corresponderle.

-Tus celos son adorables.- susurro en mi oído con algo de risa.

-Edward de verdad, estoy fastidiando, cansada, con hambre, y los niños no me lo hacen mas fácil, así que ¡QUITATE!- exprese como digna mujer embarazada mal humorada. Edward rio a carcajada suelta antes de en un movimiento rápido cargarme como un niño pequeño entre sus brazos generándome un susto tremendo.

-Edward Cullen no vuelvas a hacer eso, casi me haces dar a luz aquí mismo.- esta vez se había desvanecido un poco la rabia, dejando escapar una sonrisa al final de la frase.

-Menos mal que soy medico.- contesto mientras comenzaba a andar hacia la casa conmigo aun en brazos.

-Puedes soltarme.- había vuelto a mi tono de mal humor. No era una pregunta era una orden.

-Sabes que no.- desvié la vista para ver el paisaje mientras era obvio que el se divertía como mi molestia.

-Sabes que disfruto de esto.- comento como si nada.

-¿Sabes que no entiendo en clave verdad?- contraataque tajante.

-Deberías aprender.- su tono dejo de ser de burla para tornarse mas serio.

-Creo que con Jane se sepa las claves te basta.- la idea no era darle a saber tan directamente lo que me tenia molesta, pero se me escapo sin pensarlo. Sin verlo venir, me encontraba de nuevo en el suelo firme.

-Demonios Bella que impertinente.- sus palabras me dolieron.

-Estoy tratando de disfrutar de tus ataques, pero Dios que difícil es.- estaba molesto, bastante.

-Pero...

-Maldita sea Bella, te quise desde antes de que tu me quisieras. Aceptes resignado tu felicidad aunque no era la mía. Te apoye cuando casi te vas por el atolladero cuando murió Jake. Acepte tu complejo de escondite y te lo perdone. Me case contigo, soy el padre de tus hijos, no te basta eso para confiar algo en mi y no hacerme estas escenas. Por un momento me pareció adorable, pero ahora me molesta de verdad. Estoy contigo ¿No? Mírame, sigo contigo y así será siempre, con o sin Jane.- no pude evitar llorar, el tenia razón y yo era un estúpida.

-Soy una estúpida.- me cubrí la cara con las manos mientras los sollozos se apoderaban de mi.

-Shh, yo tampoco soy el mejor hombre del planeta por tratarte así en tu estado.- me abrazo.

-¿Te dije que te amo?- pregunte con la cara escondida en su pecho.

-Algunas veces, pero aun no me canso de escucharlo.- su tono había vuelto a ser dulce y tranquilo.

-Te amo.- exprese con una sonrisa.

-Sabes que yo también.- de nuevo habíamos vuelto a nuestra burbuja de felicidad.