-Amor debo entrar a cirugía así que no podemos seguir hablando. Prométeme que en cuanto salgas de la consulta me vas a dejar un mensaje en el celular para decirme que los tres son niños.- con gran velocidad el tiempo había transcurrido, dando espacio a un embarazo bastante complicado. Ya con 6 meses, la idea de pasar demasiado tiempo sentada, o en su defecto parada, era devastadora. Había tenido que dejar de trabajar porque no podía ir de un lado a otro decorando nada con la enorme panza que tenia. Cada vez que hablaba con Edward, su voz no solo generaba efecto en mi, sino también en nuestras hijas que se movían frenéticas.
Aun no estábamos seguros que sexo eran, porque se cubrían unos a otros, impidiendo el descubrimiento, pero yo estaba más que empeñada en creer que eran niñas.
-Si cielo, yo te aviso, ahora cuelga y ve a reparar un corazón roto.- habían sido sin duda unos cuatro meses muy difíciles. El regreso de Edward a su trabajo no daba tiempo para que se pudiera escapar hasta acá, y yo estaba ocupada haciendo lo tramites para realizar el traslado de sucursal, debido a que quería dejar eso listo antes de que regresara a trabajar.
-Te amo.- dijo por ultimo antes de colgar.
-Bella entremos ya.- hablo Alice, quien amablemente se había ofrecido a acompañarme a la consulta.
Los niños estaban mas que sanos, y Edward iba a estar feliz cuando se enterara que ya uno se dejo ver y era varón. Los otros dos aun nada, pero esperaba que en la próxima consulta me dijeran que eran niñas.
-Bueno Bella, si quieres te acompaño al súper.- estaba cansada, llevar a tres niños conmigo no era nada fácil, y seguirle el ritmo a Alice menos.- O si quieres voy yo, y tu descansa.- la idea sonaba mas que tentadora. Caminar por los pasillos del supermercado sonaba como una misión imposible.
-Alice disculpa la molestia, pero de verdad que la idea de que vayas sola suena tentadora, estoy algo cansada ¿Me harías ese favor?- Di que si, di que si, me dije a mi misma. Había aplazado me viaje al súper, porque lo único que quería hacer era dormir y comer.
-Tranquila Bella yo voy, quédate a descansar.- Alice había pedido el día libre en el trabajo para estar a mi disposición.
Una vez que salio de la casa en su brillante Porshe- regalo de aniversario de Jasper-me prepare el último paquete de palomitas para micro-ondas y me recosté en el sofá a engullirlas mientras veía televisión.
Como me hacia falta un buen libro, la televisión nunca había sido mi pasatiempo predilecto, me limitaban a ver lo que ellos me mostraban, en cambio en los libros mi imaginación ponía el limite.
En la tele, una peli me tenía llorando a mares. Ahora o Nunca era sin duda una película con un mensaje hermoso. Los sollozos salían de mi garganta con una gran facilidad, mientras que las lágrimas corrían por mis mejillas y eran sustituidas por otras. Los niños se movían desesperados en mi vientre, pero la película me tenia tan destruida que no era capaz de hacer nada para calmarlos.
-Llegue Bella.- chillo Alice abriendo la puerta
-Oh por Dios.- grito al verme.
-Calma Alice, estoy bien.- mi voz se quebró al final de la frase, mientras veía el funeral de uno de los protagonistas.
-¿Bien? no me engañes. ¿Te duele algo? ¿Llamo a Edward? ¿Una ambulancia? Dime algo.- soltó todas las preguntas juntas y con gran velocidad. Me costo todos mis sentidos entender lo que decía. Me seque las lágrimas y me aclare la garganta.
-Alice, estoy viendo una película bastante triste y estoy embarazada, lo que da como resultado mi llanto, es todo. No vas a llamar a nadie, y por Dios guarda la calma.- la vi respirar profundo antes de entrar a la cocina. La seguí.
-Permíteme te ayudo.- le pedí un poco de espacio para pasar hasta algunas bolsas y desempacarlas.
-Bella han pasado unas seis horas desde que hablaste con Edward, así que me parece que ya lo puedes llamar.- comento como si nada.
-¿Intentas corredme?-pregunte en tono juguetón
-Fuera.- contesto en el mismo tono.
Salí de la cocina y busque mi teléfono para marcarle a Edward.
Repico tres veces antes de que alguien contestara:
-Hola.- una voz dulce contesto, pero no era Edward, era una voz de mujer.
-¿Quien habla?-pregunte de inmediato.
-Tanya.- contesto la misma voz. Allí me acorde de ella, la mujer que había entrado con efusiva preocupación en la sala de espera de la clínica preguntando por Edward y vistiendo una bata medica.
-¿Y Edward?
-¿Tu eres Isabella Swan, la esposa de Edward?- pregunto evadiendo mi responderme.
-Aja.- de fondo en la línea se escucho una voz masculina mas que conocida para mi.
-Tanya dame mi teléfono.- grito Edward del otro lado. Se escucho un silencio que me preocupo.
-Hola amor.- hablo Edward regresándome el alma al cuerpo.
-¿Por que ella contesta tu teléfono?- los celos me estaban consumiendo y lo admitía.
-Si amor la cirugía salio excelente, aunque estoy cansado porque pase mas de cuatro horas de pie con las manos mas que ocupadas, pero la chica a quien opere esta bien, el corazón esta recuperado y su familia feliz, gracias por preguntar.- la ironia destilaba en la conversación. Me aclare la garganta y hable:
-Contéstame.- ordene
-Trabajamos juntos amor, así que estábamos revisando un expediente en mi consultorio, cundo me llamaron para avisarme de un pequeño cambio en los signos vitales de la chica que opere, salí del consultorio a ver que ocurría, sin el celular, y cuando regrese ella tenia mi teléfono, y hablaba contigo, ¿Feliz?- la verdad no, me dije.
-Aja
-¿Que te dijo el medico, como están mis niños?- al escucharlo hablar tan feliz de nuestros hijos se me paso todo rastro de molestia.
-Te tengo una sorpresa.-me reí bajito
-¿Estas embarazada?- pregunto con sorpresa fingida y tono juguetón.
-Si ¿que te parece?- le seguí el juego
-Fabuloso. Ahora dame mi sorpresa.- afirmo con entusiasmo.
-Los niños no se dejaron ver por completo. O sea, solo se dejo ver uno, y es...- deje la idea en silencio para tensar la situación.
-¿Es que?-la ansiedad lo estaba matando
-Varón.- celebre. Mi voz se ahogo bajo un grito del otro lado de la línea. Luego no escuche nada mas que el silencio y el pitido insistente de que me había quedado hablando sola.
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