EL BESO DE LA NOCHE

Autor: andrea_Black
Género: + 18
Fecha Creación: 30/07/2012
Fecha Actualización: 26/10/2012
Finalizado: SI
Votos: 23
Comentarios: 64
Visitas: 46383
Capítulos: 45

**********FIC FINALIZADO!!!! ANIMENSE A ENTRAR**********

¿Cómo enamorar a alguien que no es capaz de recordarte? ...¿Como enamorarte de aquel enemigo al que estás destinado a matar?...¿Como poner todas tus últimas esperanzas de sobrevivir en aquel ser que ha matado a tantos de tu especie?

Jamás recordaría su tacto. Su beso. Su nombre… Su cuerpo sólo calmaría al de él por unos pocos minutos. No haría nada por aliviar la soledad de su corazón, que anhelaba que alguien lo recordara.

 Jacob Wolf Black es un cazafor oscuro, cuyo don es la amnesia para todo ser que lo haya visto. Después de 5 minutos nadie lo podrá recordar.

 Renesmee Cullen es una semi-vampiro con los dias contados, con una muerte lenta y dolorosa que la espera al cumplir 27 años.

...Esta es una historia basada en la saga Dark Hunter de la escritora Sherrilyn Kenyon...

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Capítulo 6: CAPITULO 6

Seth suspiró mientras se acercaba a su aula de Inglés Antiguo. Era un típico día hartante y asqueroso. Su vida debería ser genial. Tenía todo el dinero del mundo. Cada lujo conocido. No había nada en el planeta con lo que pudiera soñar y no tenerlo.

En cuanto a eso, Jacob incluso había traído a Britney Spears en un avión, para que cantara en la fiesta del veintiún cumpleaños de Seth la primavera pasada. El único problema fue que los asistentes eran él, sus guardaespaldas y Jacob, quien estuvo todo el tiempo corriendo de un lado a otro, intentando asegurarse de que Seth no se lastimaba la cabeza.

Sin mencionar las tres millones de veces en que Jacob lo había incitado a insinuársele a Britney. O al menos que le propusiera matrimonio, lo cual ella había rechazado con tanta risa que aún resonaba en sus oídos.

Todo lo que Seth verdaderamente quería era una vida normal. Más que eso, quería su libertad.

Y eran las únicas dos cosas que no podía tener.

Jacob no lo dejaba salir de la casa a menos que estuviera seguido de cerca. El único momento en que Seth podía volar a cualquier sitio era si el mismísimo Sam, el líder de los Cazadores Oscuros, venía y se lo llevaba, y lo mantenía al alcance de la vista todo el tiempo. Cada miembro del Consejo de los Escuderos comprendía que Seth era el último lazo de sangre que tenía Jacob con su hermano. Como tal, era protegido más celosamente que un tesoro nacional.

Él se sentía como una especie de extraterrestre, y deseaba encontrar algún lugar en el que no fuera un absoluto fenómeno.

Pero era imposible. No había modo de escapar a su destino.

No había modo de escapar a quien era…

El último heredero.

Sin Seth y sus hijos, Jacob estaría solo por toda la eternidad, porque sólo un humano nacido de la sangre de Jacob podría recordarlo.

El único problema con eso era encontrar a una madre para esos niños, y nadie se ofrecía como voluntaria.

Sus oídos aún zumbaban con el rechazo de Belinda, diez minutos atrás.

"¿Salir contigo? Por favooor. Llámame cuando crezcas y aprendas a vestirte bien."

Rechinando los dientes, intentó no pensar en sus duras palabras. Se había puesto sus mejores pantalones khaki y un suéter azul marino sólo para pedirle que salieran. Pero él sabía que no era afable o audaz.

Tenía la elegancia social de un idiota. El ordinario rostro de cualquier chico y la confianza de un caracol.

Dios, era patético.

Seth se detuvo en la puerta del aula para ver a los dos Escuderos Theti siguiéndolo a una distancia “discreta.” Con treinta y algo de años, ambos medían más de un metro ochenta y cinco, con cabello oscuro y rostros sombríos. Se los había asignado el Consejo de Escuderos, y su único deber era cuidarlo y asegurarse de que nada le sucediera hasta que hubiese engendrados los suficientes hijos como para que Jacob fuera feliz.

Y no es que hubiese alguna amenaza importante durante el día. En raras ocasiones un Doulos (sirvientes humanos de los Semi-vampiros) podía atacar a un Escudero, pero eran tan inusuales en estos tiempos que valía la pena hacer una cobertura nacional sobre ellos en los noticieros.

Por la noche, Seth tenía prohibido abandonar la propiedad a menos que tuviera una cita. Lo cual parecía imposible luego de que su primera y única novia lo hubiese dejado.

Suspiró ante la perspectiva de intentar encontrar a alguien que saliera con él. ¿Por qué lo harían cuando tendrían que tomar exámenes de sangre y físicos?

Gruñó en voz baja.

Mientras estaba en clase, los Thetis se turnaban del otro lado de la puerta, lo cual garantizaba la categoría de Seth como un fenómeno incluso más que su naturaleza solitaria.

¿Y quién podía culparlo por ser solitario? Por dios, había crecido en una casa en la que no tenía permitido correr por miedo a que se lastimara. Si alguna vez tenía cualquier tipo de resfriado, el Consejo de Escuderos llamaba a especialistas de la Clínica Mayo para que lo trataran. Los pocos niños de otras familias de Escuderos que su padre había llevado para que jugaran con él, habían recibido estrictas órdenes de no tocarlo jamás, ni hacerlo enojar, ni hacer nada por lo que Jacob pudiera enojarse con ellos.

Entonces sus “amigos” iban, y se sentaban a ver televisión con él. Rara vez hablaban, por miedo a meterse en problemas, y ninguno se atrevía a llevar un regalo o compartir siquiera una papa frita. Todo debía ser totalmente examinado y desintoxicado antes de que Seth pudiera jugar con eso. Después de todo, un pequeño germen y el podría volverse estéril o, dios no lo permitiese, podría morir.

El peso de la civilización caía sobre él, o, mejor dicho, el peso del linaje de Jacob caía encima suyo.

El único amigo verdadero que Seth había tenido en la vida era Nick Gautier, un Escudero contratado a quien había conocido en línea un par de años atrás. Siendo demasiado nuevo en su mundo como para comprender la dorada posición de Seth, Nick lo había tratado como a un ser humano, y el Cajún concordaba en que la vida de Seth realmente apestaba, a pesar de los beneficios que traía.

Diablos, la única razón por la que había podido convencer a Jacob de que lo dejara asistir a la universidad, en lugar de contratar a profesores que fueran a la casa a enseñarle, era el hecho de que allí en realidad podría llegar a conocer a una aceptable donante de ovarios. Jacob había estado confundido con la idea y lo interrogaba cada noche acerca de si había conocido o no a una nueva mujer.

Y más aún, ¿se había acostado con ella?

Suspirando nuevamente, Seth entró a la habitación y mantuvo la vista baja para no tener que observar las miradas furibundas o los gestos de desprecio que le dirigían la mayoría de los estudiantes. Si no lo odiaban por ser el preferido del Dr. Mitchell, lo odiaban por ser un traga libros demasiado privilegiado. Estaba acostumbrado a eso.

Se dejó caer en una silla vacía en un rincón del fondo y extrajo su cuaderno y el libro.

—Hola, Seth.

Él se sobresaltó ante la amistosa voz femenina.

Mirando hacia arriba, se encontró con la radiante sonrisa de Renesme.

Completamente enmudecido, pasó un minuto entero antes de que lograra responderle.

—Hola –dijo débilmente.

Se odiaba a sí mismo por ser tan terriblemente estúpido. Nick probablemente la tendría comiendo de su mano.

Ella se sentó junto a él.

Seth comenzó a sudar. Aclarándose la garganta, hizo su mejor intento de ignorar a Renesme y a su ligero aroma a rosas, que llegaba hasta él. Siempre olía increíble.

Renesme abrió su cuaderno en la tarea y observó a Seth. Parecía incluso más nervioso ahora de lo que había estado en la cafetería.

Ella observó su mochila, esperando echar otro vistazo al escudo, pero él lo había ocultado por completo.

Demonios.

—Entonces, Seth –le dijo suavemente, inclinándose un poquito hacia él—. Me preguntaba si puedo estudiar contigo más tarde.

Él palideció y pareció estar listo para salir corriendo.

—¿Estudiar? ¿Conmigo?

—Sí. Dijiste que sabías muy bien este tema y me gustaría sacarme un diez en el examen. ¿Qué piensas?

Él se frotó la nuca nerviosamente; era claramente un hábito, ya que parecía hacerlo con tanta frecuencia.

—¿Estás segura de que quieres que yo estudie contigo?

—Sí.

Él sonrió tímidamente, pero se rehusó a mirarla a los ojos.

—Seguro, supongo que eso estaría bien.

Renesme se sentó cómodamente, con una sonrisa satisfecha, mientras el Dr. Mitchell entraba y le ordenaba a todos que se callaran.

Había pasado horas en la página web de Cazador Oscuro.com luego de su última clase, revisando cada parte de la misma. En apariencia, parecía ser una especie de grupo de simulación o de lectura.

Pero había secciones enteras protegidas por contraseña. Vueltas y áreas secretas a los que no pudo acceder por mucho que intentó. Había muchas cosas que le recordaban al sitio de los Semi-vampiros.

No, este no era un grupo de juego. Se había tropezado con los verdaderos Cazadores Oscuros. Lo sabía.

Eran el último gran misterio del mundo moderno. Mitos vivientes de los que nadie sabía.

Pero ella sabía que estaban ahí. E iba a encontrar el modo de meterse en su sociedad y encontrar algunas respuestas aunque le costara la vida.

Quedarse sentada durante esa clase, mientras el profesor hablaba monótonamente acerca de Rothgar y Shield, era lo más difícil que había hecho en su vida. En cuanto terminó, levantó sus cosas y esperó a Seth.

Mientras se acercaban a la puerta, vio a dos hombres vestidos de negro que los flanquearon inmediatamente mientras la miraban de reojo.

Seth dejó escapar un sonido de desagrado.

Renesme se rió contra su voluntad.

—¿Están contigo?

—Realmente desearía poder decirte que no.

Ella le palmeó el brazo comprensivamente. Sacudió el mentón para indicarle el sitio al final del pasillo donde Kat estaba poniéndose de pie y ocultando su libro.

—Tengo una propia.

Seth le sonrió.

—Gracias a dios, no soy el único.

—Noo, no te preocupes por eso. Te dije que te entendía completamente.

El alivio en su rostro era palpable.

—Entonces, ¿cuándo te gustaría estudiar?

—¿Qué tal ahora?

—Bien, ¿dónde?

Había un solo lugar en el que Renesme estaba muriendo por meterse. Esperaba que escondiera más pistas acerca del hombre que había conocido la noche anterior.

—¿En tu casa?

Su nerviosismo retornó instantáneamente, confirmando sus sospechas.

—No sé si sea una buena idea.

—¿Por qué?

—Es sólo que… yo… yo, eh, simplemente no creo que sea una buena idea, ¿está bien?

Ya era un obstáculo. Renesme se forzó a ocultar su irritación. Tendría que andar con cuidado si quería superar sus defensas. Pero lo comprendía. Ella tenía sus propios secretos que ocultar.

—Está bien, elige tú el lugar.

—¿La biblioteca?

Se le pusieron los pelos de punta.

—Nunca logro sentirme cómoda ahí. Siempre temo que me manden a callar. ¿Quieres que vayamos a mi apartamento?

Él se veía completamente sorprendido por su ofrecimiento.

—¿En verdad?

—Seguro. En general no muerdo, ni nada de eso.

Seth se rió.

—Sí, yo tampoco. –Dio dos pasos más con ella, y luego giró hacia los hombres que los seguían—. Sólo iremos a su casa, ¿está bien? ¿Por qué no van a comerse unas rosquillas o algo?

No le agradecieron en lo más mínimo.

Kat se rió.

Renesme los condujo hacia el estacionamiento de los estudiantes y luego le dio a Seth las indicaciones para llegar a su departamento.

—¿Nos vemos allí?

Él asintió y se encaminó hacia su Hummer rojo.

Renesme fue rápidamente hacia su Mercedes gris, donde Kat la esperaba en el asiento del conductor. Fueron hacia la casa, mientras Renesme esperaba que Seth no esperara mucho tiempo o, peor, cambiara de opinión.

Al menos no hasta que tuviera la oportunidad de registrar su mochila.

Le tomó dos horas de estudiar al aburrido Beowulf y una jarra de café antes de que Seth la dejara a solas con la mochila mientras iba al baño. Hacía rato que Kat se había retirado a su habitación, afirmando que la lengua muerta y el entusiasmo de Seth por la misma le estaban provocando una migraña.

En cuanto Seth desapareció, Renesme comenzó a buscar.

Afortunadamente, no le llevó demasiado tiempo encontrar lo que estaba buscando…

Encontró la agenda donde la había visto antes. La cubierta era de cuero trabajado a mano, con un extraño emblema en el frente: un arco doble inclinado hacia arriba, con la flecha apuntando hacia la derecha.

Idéntico al que había visto en el hombro de Jacob en su sueño…

Pasó la mano sobre el cuero marrón, y entonces lo abrió, para encontrarse con que todo estaba escrito en Rúnico. El idioma era similar al Inglés Antiguo, pero no podía leerlo.

¿Nórdico Antiguo, tal vez?

—¿Qué estás haciendo?

Aprovechó la aguda pregunta de Seth. Le tomó un par de segundos pensar en algo que decir que no lo hiciera sospechar aún más.

—Eres uno de esos jugadores, ¿verdad?

Su mirada azul se estrechó y se volvió más penetrante.

—¿De qué estás hablando?

—Yo… eh, entré a esta página llamada Cazador Oscuro y encontré todos estos rompecabezas sobre una serie de libros y un juego. Como había visto tu libro antes, me preguntaba si serías uno de los miembros que juega ahí.

Renesme podía darse cuenta de que él buscaba en su mente y estudiaba el rostro de ella para ver, si había algo, que debería decir.

—Sí, mi amigo Nick maneja el sitio –respondió luego de una larga pausa—. Tenemos a mucha gente interesante que juega allí.

—Eso vi. ¿Tienes uno de esos nombres como Hellion o Rogue con el que juegas?

Él se adelantó y le quitó la agenda.

—No, simplemente uso “Seth.”

—Ah. ¿Y qué sucede en las áreas privadas?

—Nada –le dijo un poco demasiado rápido—. Sólo estamos algunos, peleándonos.

—¿Entonces por qué es privado?

—Simplemente lo es. –Tomó el libro de las manos de ella y lo regresó a su mochila—. Escucha, tengo que irme ahora. Suerte en el examen.

Renesme quería detenerlo y hacerle más preguntas, pero era lamentablemente evidente que él no tenía intención de dejarle saber nada más acerca de ellos o de sí mismo.

—Gracias, Seth. Te agradezco la ayuda.

Él asintió y partió precipitadamente.

Capítulo 5: CAPITULO 5 Capítulo 7: CAPITULO 7

 
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